Partida Rol por web

La reunión ha terminado y Analista ha sido elegido como nuestro nuevo líder hasta que el Capitán se recupere... si es que algún día llega a hacerlo. La orden del Cabo Lengua Negra me saca de mi letargo y me apresuro a formar de a dos mientras espero a ver quien forma a mi lado.

¿De qué querrá hablar el Cabo? ... pienso mientras espero.

Concluida la votación y mal elegido el próximo Capitán, para el pensamiento de Asesina, toco a Lengua Negra calzarse los pantalones del que manda y entre gritos nos mando a formar.

Molesta y con muchos deseos de cortar alguna cabeza, Asesina se acerco hacia los que ya estaban tomando sus posiciones sin mirar a nadie en particular.

Ese viejo imbécil nos hará quemar a todos por el enemigo, como hizo con Sicofante, pensó mientras se posicionaba al lado de otra de la Compañía. ¡Malditos sean todos por votarle!, perjuro cerrando los puños con fuerza.

Tarde escucho, ofuscada como estaba, el pisotón de la que estaba a su lado, al parecer, sintiendo lo mismo que ella, la miro de soslayo, intentando recordar su nombre o si había hablado antes con ella y mientras el nombre que buscaba llegaba desde las profundidades de su mente, le susurro confidente.

Seguro que estas deseando tener unas manos muy grandes las cuales cerrar alrededor del cuello de muchos ¿verdad?.

Preocupado siempre estaba demasiado preocupado. Pero tal vez lo que decía de los espíritus era cierto, tal vez si dejaba de lado su ropas por contentar a los señores de la compañía enfurecía a los espíritus. Aquello le había dado que pensar, no quería ofender a los tigres. Si lo hacía nunca llegaría a ser un gran guerrero y se reencarnaría en un cachorro enfermo que seguramente no lograse llegar a la edad adulta. 

Recuperaré las ropas tradicionales, las sigo guardando. - dijo Desastre con convencimiento. - No creo que nos hayan contratado para envenenarnos pero más vale andar con cuidado, a veces creo que todos deberían escucharte... Ellos se lo pierden. - concluyó con un asentimiento y un golpe en la espalda de Preocupado. 

Voy a pedir... Umm... Vas a preocuparte pero... Quiero que me dejen ir a las montañas, cogeré el animal que los espíritus tigre crean adecuado y volveré a la compañía con él para educarlo. Quiero una manada. - susurró a su compañero. - Pero no se lo digas a nadie. Es nuestro secreto. - se apresuró a decir. 

Mientras los dos soldados hablaban, los capitanes y responsables comenzaron a hablar de los futuros reemplazos. Nuevos hermanos de capa si llegaban a ganárselo. Los que no llegasen se convertirían en comida para los cuervos. Aquello preocupó un poco a Desastre, parecían estar necesitados de cualquier hombre capaz de sostener una lanza y eso podía ser un impedimento para su petición... 

Los jefes de las compañías comenzaron a hacer salir a sus soldados mientras Desastre se preguntaba quien daría la orden de salir de aquel lugar ahora que Barril estaba en la enfermería. Decidió no correr riesgos y permanecer sentado en aquel lugar hablando con su compañero de pelotón. 

Le preocupaba todo aquel asunto de los nuevos reclutas, por un lado no parecía una decisión que se tuviera que tomar allí, como si Analista no tuviera el respaldo suficiente para hacerlo solo, quizás por eso tampoco había castigado a ninguno de la infantería ni a los escasos miembros de otros pelotones que habían desobedecido las órdenes para intentar salvar a algunos de los suyos y que el enemigo no se burlara de ellos en sus narices. Aquel asunto le seguía preocupando, un jefe que no imponía respeto eran malas noticias, aunque teniendo en cuenta cual era la otra opción tendrían que arreglarse con ello y pedir a los espíritus que les ayudaran. Las palabras de Desastre lo trajeron de vuelta de sus pensamientos.

-Eres muy sabio amigo Desastre, es importante tener a los espíritus de nuestro lado, sobre todo en estos momentos tan delicados. ¿Has escuchado lo de los nuevos reclutas? Eso son malas noticias, muy malas, me preocupa que no estén bien entrenados cuando entremos en batalla y ya viste lo que pasó la última vez... -Se quedó en silencio un momento rememorando a sus caídos y lo que había ocurrido, después decidió que no era bueno preocuparse por el pasado y había que centrarse en el futuro, darle un buen consejo a Desastre podía ser un buen comienzo. - ¿Ir a las montañas y capturar un animal? Pero eso seguramente acabe mal, muy mal, estas tierras son peligrosas y están llenas de enemigos aún. ¿No sería mejor que pidieras un cachorro del animal que los espíritus te indiquen y lo críes tu mismo? Si hablas con Caratotem el puede comunicarse con los espíritus y guiarte. -Desastre había tenido una mala idea y estaba preocupado porque no le concedieran su deseo y perdiera la dádiva, aunque estaba aún más preocupado porque se lo concedieran. Meditó durante un instante antes de continuar.- Si te lo conceden y te empeñas en ir me gustaría acompañarte si me dejan, pero sigo pensando que es una mala idea. Y no te preocupes, no se lo diré a nadie.

Siguió allí charlando en voz baja mientras los distintos pelotones abandonaban el lugar. Le preocupaba que sin el Cabo Barril algunos del pelotón de infantería carecieran de su mando directo y no sabía muy bien que hacer. Supuso que alguien les indicaría cuando debían retirarse ellos.

Sabandija respiró tranquilo cuando todo acabó. Analista había sido elegido nuevo Capitán. No le disgustaba la idea, de hecho era lo que él había votado, pues era la opción más continuista y eso tranquilizaba al asustadizo K´Hlata. Ya se escurría entre la gente como serpiente entre los matojos en busca de Rastrojo cuando escuchó las órdenes de Lengua Negra.

¡Cachis!- Otra reunión tensa era lo que menos necesitaba y encima con su jefe de pelotón que había actuado de manera tan rara.- ¡Vete a saber lo que nos dirá ahora!

Pero las órdenes eran las órdenes y el explorador se puso junto a Lombriz y , en formación de a dos, siguió a Lengua Negra.

Escudo observó como su cabo se quedaba con Analista. Se demoró un instante antes de salir por si su presencia era requerida por su cabo, si bien estaba cansado y con ganas de terminar.

Tarado escuchó la nueva ocurrencia de Lengua Negra y decidió que lo más sensato era ignorarla. Tenía cosas mejores que hacer que escuchar como el oscuro pedía plata de forma insistente, mientras la compañía les negaba el material más básico ¿Así querían hacer la guerra?. Le pareció más útil irse a recorrer la ciudad o simplemente a no escuchar la tontería que pretendiese decir, total fuese lo que fuese no admitía derecho a réplica.

En cuanto tuvo oportunidad se escabulló y se quitó de en medio, ya había escuchado bastantes tonterías como para completar su cupo del próximo lustro.

Pipo se había perdido todas esas conversaciones. Los Doloritas le habían parecido muchachos fuertes, sin duda. Muy, así, como eran los guerreros. Confiar o desconfiar... bueno, todavía no se había puesto en ello. Y el gatillo que pondría en marcha su desconfianza sería, sin duda, que mataran a un gatito por entretenerse y cosas por el estilo. O que no les gustara la música bailable.

Pero todo ello no era sino un grano en el mar de su inquietud. A veces se rascaba furioso la cabeza por debajo de la peluca, y los abalorios, que todavía no se había quitado, tintineaban con el bailoteo. Oh, las horas seguidas tieso como un palo. Las estaba viviendo por adelantado segundo a segundo.

Ooooooooh, a veces se acentuaba su gesto compungido para hacer algún sonidejo como ese.

El Cabo Lemur se fija en algunos rezagados como Preocupado y Desastre. Se planta frente a ellos y les da una orden mientras señala en dirección al exterior de la sala.

- "Toda la infantería fuera. Ahora." - Dice con voz imperiosa. - "A limpiar y pulir el equipo. Y a descansar bien para el día de mañana." -

Mira directamente a esos dos, como reprochándoles que estén ahí haraganeando. - "Es una orden." -

Lentamente - pero sin pausa - todo el mundo comienza a retirarse hacia sus zonas designadas. Los soldados comienzan a encargarse de su equipo y sus escasas pertenencias y luego acuden a cenar al Gran Salón.

Múltiples esclavos sirven sopa con trocitos de carne de ternera, hogazas de pan, queso curado y jarras de vino aguado para todo el que quiera.

El Cabo Cortaplumas habla un momento en privado con Lengua Negra sobre las guardias del Vestíbulo del Palacio. Matagatos se encargará de las guardias en la parte Norte.

Por la noche, se escuchan golpes y arrastrar de cadenas procedentes de la celda de Portaestandarte. El Teniente monta guardia ante la puerta, y aunque algunos Exploradores y soldados de Infantería acuden a ver qué pasa, les dice que ahí no hay nada que ver, que descansen para el día siguiente.

Analista se pasa parte de la noche despierto actualizando los Anales. No hay dicho nada, aunque no parezca que de momento tenga intención de soltar el puesto de Analista. Algunos especulan sobre la posibilidad de que Lengua Negra sea nombrado para ese puesto, todos saben que fue el mejor aprendiz de Analista, y además es el hijo del anterior Capitán, por otro lado tan sólo es Cabo, y pocos han sido Analistas en el último siglo sin haber sido antes al menos Sargento.

Es obvio que Portaestandarte nunca querría ser Analista y la Sargento Vientos no tiene dotes para ello, como tampoco la Sargento Falce. El Sargento Virote probablemente sí sería un buen Analista, y podría dejarle el Pelotón al Cabo Mostaza. Pero todo son especulaciones y rumores.

Loor asiente a las palabras del Cabo Matagatos, y abandona el lugar con el resto de los Hostigadores.

Lengua Negra encabezó a su pelotón hasta el lugar asignado para su alojamiento durante su estancia en Cho´N Delor. Cuando llegaron, se detuvo, se volvió y miró al grupo. Frunció levemente el ceño.

-¿Dónde está Tarado? ¿Alguno de vosotros lo ha visto? -preguntó. Era la víspera de su jura, había dado instrucciones de que lo siguieran y su ausencia era demasiado llamativa-. Esta noche nos corresponde la guardia del vestíbulo. Serán tres turnos de tres miembros de nuestro pelotón. Belleza, Derviche y Keropis, haréis la primera guardia. León Anciano, Asesina y Lombriz la segunda. Manta, Perdida y Sabandija la tercera.

Guardó unos segundos de silencio.

-Habéis oído las instrucciones para mañana. Los equipos deberán estar en perfecto estado de revista. Tomaos vuestro tiempo para que todo reluzca y que mañana en vuestro paseo, luzcáis inmaculados. En la revista de las tropas, no mováis un músculo y que en toda la jornada, nada de lo que hagáis avergüence a vuestras personas, a este pelotón o la Compañía. Y en los festejos, no abandonéis el recinto de palacio. Las calles de Cho´N Delor no son seguras. Ya en el pasado sufrimos un ataque en sus calles. En cuanto a lo de hoy, habéis decidido quién ha de dirigiros en la Compañía. Cualquier disidencia o acto en contra de aquello que os ordene nuestro Capitán, será castigado. Es cuanto tenía que deciros. ¡Romped filas! -ordenó, al tiempo que hacía un gesto a Piojillo para que este se acercara-. Piojillo, ve en busca de Tarado y tráelo aquí. Pero no inviertas demasiado tiempo en ello. Marcha.

Campaña abandonó el salón a la orden de Matagatos, ya le avisarían si se le necesitaba para algo. Mientras tanto se dedicaría a sacarle brillo a su armadura y sus armas para estar listo para el desfile, después de todo había una chica a la que quería impresionar.

De pronto se recuperó. Pareció observar alguna mota de polvo en la indumentaria que tenía desplegada frente a él. Se puso a frotar vigorosamente todo: engrasar los cueros, afilar las armas, encerar la madera. ¿Lo estaba haciendo por segunda vez? No importaba demasiado.

Raca, raca, raca, frotar y frotar, raspar y raspar, pulir y pulir. Por pura inercia se puso a limpiar la habitación: sacudir los almohadones, arreglar los cortinajes, barrer el suelo, cambiar el agua de los cuencos, encerar la pequeña mesita auxiliar... Siguió por fuera, limpiando todo lo que veía, muy concentrado en la tarea.

AÑO: 201 DE KATHOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: 29.

POR LA NOCHE

Tarado volvió, le hubiese gustado hacerlo tambaleandose o no hacerlo directamente pero volvió. Entro por la puerta del cuartel caminando con despreocupación, desinteres y calma. Al menos se sentía algo más relajado y mas dispuesto. Se sentó en una piedra para sacudirse los pies y buscó la forma de lavarselos, a la par que las manos y los genitales. Cuando se hubo lavado y se sentía más cómodo se fue a buscar su catre.

Mañana decian que sería un gran día, no sabía para quién, y lo justo era acostarse a dormir. La noche en la ciudad del Dios del Dolor era extraña, no se parecía a la sabana o al infecto Llano de Galdan, se quedo mirando al techo durante horas mientras rumiaba sus dudas y al final acabó por dormirse.

¿Tarado se había largado de que los llamaran en fila de dos? Increíble. Qué pedazo de mierda.

En serio, si él fuera su superior lo iba a tener excavando letrinas con las manos hasta que se le borrasen las huellas. Ya estaba bien de dejarles en ridículo a todos sus hermanos... y Loor decía que sus creerncias no causaban problema. No, claro. No se lo causarían a ella: ¿anormales como el tarado de dicho nombre? Todo lo que quisieras y más.

"Y además toca la peor guardia. Genial"

En fin... rompieron filas y se dirigió a darle lustre y belleza a las armas. En un par de horas consiguió un hermoso pellejo de cebra para el escudo (que tendría que devolver), una espatulilla para quitar las manchas y pulir (que no sólo tenía que devolver sino que tenía que hacerlo hoy mismo o dirían que la había robado y se desentenderían) y bastante crema negra para que los tachones de la armadura y las puntas de sus lanzas refulgiesen como el diablo engrasado, así que se sentó y empezó a trabajar en su equipo con mucha afición, un trabajo pesado pero al que el estiloso gusto K´Hlata, del que Lombriz no era una excepción, era muy aficionado.

Comprobó la primera con una sonrisa, apartando una mota de polvo lamiéndose el pulgar y poniéndolo. Quizá pudiera conseguir también unas cuantas cintas para las armas, aunque aquello iba a ser bastante más difícil.

Seguí al Cabo Lengua Negra hasta las dependencias que nos habían asignado los mandos. Estaba algo más calmado que hacía rato, pero la adrenalina de la votación fue increíble. Qué tan cerca estuvimos de irnos al demonio. Pero bueno, puedo estar contento; al final todo salió medianamente bien.

Asentí secamente cuando me asignaron la última guardia, aunque debo admitir que se me partió el corazón: eso quería decir que cuando terminase la guardia, inmediatamente se pasaría revista y seguramente partiríamos hacia la ciudad. No voy a poder descansar una mierda.

Fui hasta mi tienda y saqué mi armadura, el escudo, la lanza corta, la lanza larga y el cuchillo. Duré un buen rato pasando la piedra de afilar por los bordes metálicos, además de puliendo todo. Al final todo quedó bastante decente. Cuando terminé con todo, fui a cenar al gran salón. Comí bastante bien y luego fui a lavarme un poco.

Creo que me esforcé en comer porque mañana seguramente ni la digestión sería posible con el espectáculo de sacrificios humanos que nuestro patrón se esforzaba en hacernos ver. Luego de un rato viendo el interior de la tienda, me dormí. Me desperté unas tres horas antes del alba para hacer la última guardia.

Oídas las instrucciones dadas por Lengua Negra tocaba ocuparse de pulir y limpiar todo antes del día por venir.

Se dedicó a ello ni bien tuvo oportunidad de hacerlo valiéndose de todo su empeño por conseguir su mejor trabajo.

Luego comió y bebió un poco antes de que tocase su guardia que a fin de cuentas, - y eso era lo más patético del asunto -, era lo único divertido que le había tocado hacer durante ese día asqueroso de votaciones infructuosas al menos para ella.

AÑO: 201 DE KATHOVAR.
MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).
DÍA: 29. Pasado el mediodía.

Vaya... mira que lástima. Si lo llego a saber, voto a Portaestandarte y fuerzo el empate. Habría estado gracioso. No gracioso como fumarte unas hierbas, sino gracioso como una burla irónica del destino. Pero con lo de los votos ocultos no había manera de pronosticar el resultado.

Sus farfullos eran su manera de dar por buenas las elecciones. En cualquier caso, parecía que la votación para suceder al Analista pasaba por el ascenso de Lengua Negra y que el Analista diese por finiquitado al Capitán y dejase de copar los dos puestos. Aquello iba para largo...

Una cosa buena tenía la victoria de Analista, que iban a construir máquinas de asedio. Si llega a vencer Portaestandarte, su estrategia sería más del estilo de Campaña: embestir con el casco. Lo que ya no le gustaba a Rastrojo es que se incorporasen chondelorianos al frente. Todavía tenía muy vívido el recuerdo de la toma del poblado de los Tres Castores. En aquella ocasión, sus amos les echaron a patadas cuando ya no les necesitaron. ¿Acaso el Señor del Dolor no sería más lesivo? Si la Compañía fuese por su lado, el Señor del Dolor no tendría tropas para aplastarles y quitarles de enmedio. Más que llevar refuerzos, Rastrojo tenía la sensación de que desde ahora caminarían al lado de sus futuros verdugos. También es cierto que Rastrojo es un pesimista que siempre se imagina lo peor.

Rastrojo desfiló para volver a su celda, como había ordenado Matagatos, porque una cosa es ignorarle cuando dice estupideces, y otra muy distinta cuando te manda de nuevo para tu celda a descansar plácidamente en los camastros. ¡Camastros! El chamán aún sigue maravillado con ese avance de la tecnología, que te evita dormir a ras de suelo con la esterilla sobre el barro, conviviendo con las alimañas.

Ante el gesto de Lengua NegrA, Piojillo se acercó y asintió a las palabras de su superior. El Kl'hlata asintió a la orden del Cabo, antes de contestarle.

- Salgo en su busca ahora mismo, señor.

realiza una leve reverencia con la cabeza y se da la vuelta hacia la puerta, en busca de su compañero.