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AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

Preocupado se había enterado de que algunos se iban a reunir en la tienda de grog y brindarían por sus compañeros exploradores desaparecidos, o muertos que era lo que comenzaba a opinar la gente. El infante tenía la esperanza de que al no haberse encontrado ningún cuerpo alguno de ellos siguiera con vida, sobre todo Niño Guerrero, esa era su principal preocupación.
Ya llevaba un par de jarras de grog mientras asistía en silencio a las distintas intervenciones. Cuando el ambiente comenzó a calentarse entre Dedos y Niña de Oro su preocupación fue en aumento, para colmo Derviche también había decidido intervenir, aunque como siempre de una manera poco afortunada. Apuró su segunda jarra y pidió una tercera. Dio un buen sorbo antes de tomar la palabra.

-Niña de Oro, Dedos. Derviche tiene razón, no es el momento de discusiones si no de estar unidos. Pero Derviche, amenazar con violencia tampoco es forma de resolver esto. Hemos perdido muchos hermanos, buenos hermanos, lo que menos necesitamos es pelear entre nosotros. Dejemos los moratones, la sangre y las peleas para cuando tomemos Galdan y hagamos pagar a esos desgraciados todo el mal que nos están causando.

Hizo una pausa y volvió a dar otro trago grande de su jarra, se le secaba la boca y era difícil hablar de ciertas cosas, quizás el grog le diera los ánimos que necesitaba.

-Algunos sabéis lo que pienso, que hasta que no encontremos sus cuerpos prefiero pensar que han desaparecido o que los podremos rescatar al tomar Galdan, solo los espíritus saben que fue de ellos. -Los espíritus sí, ellos tienen la respuesta, quizás deba consultarlos.- También sabéis que pienso de las dádivas y de todo el mal que nos están causando pero he estado dando vueltas y creo tener una solución, la consultaré a los espíritus y si alguien está interesado puede preguntarme en unos días.

Tomó otro trago, vació su jarra e hizo un gesto hacia la barra para que le sirvieran otra. Nunca tomaba más de tres, pero aquella noche era especial y necesitaría algo extra para lo que quedaba por decir.

-Pero no estamos esta noche aquí para discutir estos asuntos, para eso tenemos otros días, otras noches. Debemos honrar a nuestros compañeros desaparecidos y si me lo permitís yo quiero hablar de Niño Guerrero. -Un nuevo trago y el grog humedeció su garganta.- Como muchos sabéis Niño Guerrero y yo procedíamos de la misma tribu, lo vi nacer y aunque cuando me fui era muy pequeño lo reconocí en cuanto vino como aspirante, no pude evitar no preocuparme por él. Era un muchacho valiente e inteligente, que siempre quería mejorar y aprender todo lo posible, con una curiosidad insaciable. Amaba a la Compañía Negra. Aquí encontró a los hermanos que nunca tuvo y a gente que supo tratarlo como merecía. Vivía para convertirse en un gran explorador, quería ser un gran mando y soñaba con poder llegar a ser un día otro gran Portaestandarte. Estoy convencido que hubiera cumplido todos sus sueños y que los cumplirá si el Triplete no se lo ha llevado de nuestro lado antes de tiempo.

Las últimas palabras apenas consiguió decirlas sin perder la entereza. Cuando terminó alzó su jarra de grog y tomó un largo trago mientras volvía a sentarse en silencio mientras unas lágrimas surcaban sus mejillas. Si Niño Guerrero había muerto él no había perdido a un simple hermano, había perdido a un hijo y por todos los espíritus que se las pagarían.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

Chamán Rojo palmeó la espalda de Pipo cuando éste le saludó con su habitual efusividad. Su relato, aunque a su manera, era escalofriante. ¿Qué hubiera hecho él si se hubiese visto emboscado  junto con los Campamenteros? Quizá Lengua Negra hubiera tomado otra decisión,mucho más juiciosa y tomada con sangre fría, como la de todos los Oscuros.

Cuando Niña de Oro le concedió una jarra de Grog gratuita el guerrero chamán no hizo ascos ala invitación y la tomó. Sus finanzas no estaban bien y si ella podía permitírselo y se sentía que era su deber honrar así a Belleza no era su culpa. Bebió un trago y sintió la fuerza de la bebida fermentada en su garganta mientras observaba con rictus serio el intercambio de palabras entre su compañera campamentera y su Hermana de Capa.  Se sorprendió de los comentarios de Dedos que lanzaba como certeros dardos rezumantes de veneno.

- Belleza no estaba sola. Era una Pies Rojos.- Sentenció sin dar más explicaciones ni caldear más el ambiente. Si había sido así es porque ella misma se había aislado pues Chamán Rojo siempre tenía abiertas las puertas a que le consultaran sus problemas como guía espiritual de los Campamenteros o de quien quisiese acercársele. Muchos fueron los Hermanos que pusieron un poco de cordura al asunto, incluso Derviche. Aquella noche no estaba hecha para reprochar sino para honrar a los muertos. Por su parte Chamán Rojo se despediría de ellos a su manera, como hacían los chamanes de los Pies Rojos, pero ya habría tiempo para ello.

Cuando entró Preocupado se quedó un rato cavilando acerca de sus enigmáticas palabras. Él se había quedado sin dádiva así que no tenía ese problema. Había visto entrenar a Dedos con la suya y no pensaba que hubiera en su armadura nada raro, todo lo contrario. Pero Preocupado no era el único preocupado por ese tema, pues ya había escuchado rumores al respeto. Se acercó al infante y tras saludarlo con un gesto de la cabeza se dirigió a él.

- Si los Espíritus te abren los ojos ven a verme, Preocupado.- No iba a ir detrás del infante como si fuera él el chamán. Tenía una reputación que mantener.-  Quizá juntos podamos sumar fuerzas para encontrar una solución, si es que el problema existe.

Ante los sucesivos brindis por los caídos Chamán Rojo elevaba la jarra y pegaba pequeños sorbos sabiendo que sería la única jarra que iba a tomarse.

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MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

Sonrio a Derviche con una sonrisa ebria. Oh, vamos, amiga. No te lo tomes tan en serio, solamente estamos hablando de la vida de Belleza antes de entrar a la compañía. Al fin y al cabo, Dedos era de su misma tribu, así que ella sabe todas estas cosas de primera mano, yo sólo por lo que Mto Mchumba me contó. ¡¡Gordo, una jarra de Grog para Derviche. Si no llega con lo que te di, mañana hacemos cuentas!!

Me levanto para apurar mi segunda jarra y me doy cuenta que está vacía. ¿Quién se ha bebido mi jarra? ¡Gordo, otra para mi también! Una vez me la pone, escucho a Preocupado. No estoy nada segura que su intervención no provoque eso que quiere evitar,  pero tengo que alzar la jarra. Por Niño Guerrero y por los Exploradores. Sinceramente, sabiendo lo que esos bastardos del Triplete le hicieron a Sicofante, prefiero pensar que estén todos muertos a que tengan que sufrir algo así. Y, diciendo esto, doy un largo trago de la jarra.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.
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La situación tensa parecía haberse relajado, Cielo no dijo nada más, asintió a Derviche en señal de aprobación y se apartó hacia sus hermanos Grito e Indómito.
Sólo les nombró y brindó.
- León, Sangre de mi Sangre...por los caídos.

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MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

A última hora de la celebración, Loor aparece en la tienda de grog. Su gesto es serio, y parece moverse con lentitud.

- Saludos a todos, hermanos. Que la Diosa esté con vosotros.- mira un instante hacia Niña de Oro, y le sonríe, con cansancio, antes de acercarse a la barra- Quiero beber por mis hermanos. Y por matar a tantos del Triplete como para asegurarles a cada uno de ellos un lugar en el paraiso. Llena mi jarra, Gordo Wem. Mi hermana de capa, mi ahijada, mi discípula, ha fallecido. Y junto a ella, muchos hermanos.-  no habla en voz alta, pero tampoco baja.

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MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

La insensibilidad de Pipo ante la muerte era inquietante. ¿Se curaba rápido de las heridas? Pero Pipo no había sido herido, en cierto modo, porque Pipo no había estado en aquella pelea. ¿Quién preguntaría al Otro, si no hablaba jamás?

La herida de aquel que hubiera habitado en el cuerpo de Pipo, antes de vagar perdido por las salas oscuras del Profanador de Mentes era tal que le había dividido en muchos trozos.

Aquella sencillez: ¿era profundidad, o era simple inexistencia de algunas partes de su mente? A veces la insensibilidad de Pipo le hacía parecer una simple marioneta accionada por quién sabe qué dedos. Una máscara. Su insensibilidad, casi indiferencia, era inquietante.

No obstante, dijo:

Pipo hablará de sus compañeros exploradores si se lo piden. Pipo dice: eran compañeros. Estaban juntos. ¿Pipo puede decir más? Si Pipo dijera más, ¿qué añadiría? Si una parte de Pipo se va para no volver: ¿qué dirá Pipo? Pipo no tiene palabras, porque las palabras de Pipo se han ido para no volver. Pipo dice: eran compañeros.

Llegó agua. Pipo comentó a Lombriz: el agua está bien. A Pipo le gusta el agua. La leche fermentada está bien si el agua no es buena, porque si se bebe agua mala, Pipo se pone enfermo, y por eso debe beber leche fermentada. Pipo ofrece agua a los que se han ido para no volver, porque, si vuelven: ¿no tendrán sed por el camino que han recorrido? Si volvieran, Pipo les diría, en nombre de sus compañeros que están aquí: ¿dónde habéis estado? Nos preguntábamos. Repitió dando un énfasis desacostumbrado a la palabra: nos preguntábamos.

Dicho lo cual, atacó el estofado con entusiasmo.

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MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

Bebo de mi jarra en nombre de los exploradores caídos cuando Cielo se acerca. Nos mira, nos habla y propone otro brindis, por lo que levanto mi jarra y le respondo:

 - "¡Por los caídos!"

Comienzo a beber el contenido de mi jarra con avidez, pues creo que los muertos necesitan que les honremos por sus vidas gloriosas y nos despidamos como si de un viaje se fuesen, pues todos terminaremos caminando por esa misma llanura.

Le ofrezco asiento a Cielo para que nos acompañe a rendir homenaje por los exploradores y coger una borrachera digna de desear seguirlos.

Entonces llega Loor y comienza a hablar acerca de honrar a los caídos, que su Hermana de Capa cayó junto con ellos y desea beber en su homenaje. Levanto mi jarra hacia ella pues estoy acá para hacerlo y todas las pérdidas son tristes cuando de un hermano se trata.

Entonces Pipo comienza a hablar y se nota un tono un poco diferente a como siempre habla. No se sabe si Pipo siente como nosotros o eso también se lo quitó el Profanador de Mentes, pero creo que se lamenta a su modo. Habla de manera críptica pero creo entender qué es lo que quiere comunicar. Bajo la vista mientras le escucho, porque pienso que, a pesar de ser de manera extraña, es su manera de rendirles homenaje y decir que les extraña.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

Apuro mi copa acompañando las palabras de Loor, pido otra y me acerco a esta. Loor, hermana, amiga. Parece que nos hemos quedado solas. Tú has perdido a tu ahijada, yo he perdido a mi madrina. Perro mundo maldito, ojalá ella venga pronto y limpie toda esta mierda.

Pego un trago de la jarra, casi apurándola entera. Miro a los demás. ¡¡¡Por los caidos!!! y apuro la jarra, tanto que acabo cayéndome de culo. Me río e intento levantarme, pero me fallan las piernas y vuelvo a caer. Aún hago otro intento, pero mi resistencia al alcohol es escasa. Antes que la oscuridad de la inconsciencia me lleve al mundo de los sueños, estiro los brazos, intentando coger algo que sólo yo veo. No, Mto, no te vayas. No me dejes sola otra vez. No me dejes, no me dejes...

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

-Niña de Oro, hay límites que no se pueden traspasar, ni con la escusa de estar bebida, tenlo en cuenta para la próxima vez-

Giró la cabeza hacia Gordo Wem

-Gordo, ahórrate esa jarra-

Era su ritual, solo una al día, tres por semana.

Se le puso mal cuerpo al ver a Grito, pero como era noche de honrar a los muertos, volvió a su esquina y pasó de él.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

Loor asiente al gesto de Grito, alzando en su dirección la jarra, y brindando. ¿Siente perplejidad o enfado por la peculiarísima conducta de Pipo? No lo parece. Loor recuerda bien como el hombre luchó junto a ella cuando se enfrentaba al Último Inmortal. No puede enfadarse porque, como en aquellos días, parezca dos personas distintas: una cuando combate, otra cuando no.

Al fin y al cabo, ¿no es algo que todos hacen en mayor o menor medida?

- Por los caídos. Y por vengarnos.- dice mientras toma de un trago la bebida y pide una nueva copa.

En ese momento se acerca Niña de Oro, expresando su dolor y sus deseos. Antes, sin embargo, que Loor pueda responder, su compañera, muy borracha, pierde el pie y cae al suelo, intentando, tras reírse, ponerse en pie, pero terminando inconsciente por la propia borrachera. Loor se queda mirando a la joven como si se preguntara qué hacer. Finalmente la toma de las axilas, y la incorpora, sentándola en una de las sillas con cuidado para que no vuelva a caerse.

- La llevaré a su tienda cuando termine de beber-  explica de forma bastante innecesaria antes de volver a su lugar, y empezar a beber su segunda jarra de grog.

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MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

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Asintió y bebió en silencio pensativo.

Parece que Derviche ha decidido respetar el luto, eso es buena cosa. Tenemos que mantener la calma.

Vio derrumbarse a niña y escucho a Loor decir que se hacía cargo.  Siempre hay alguien vigilando, lastima.

Escuchó con atención las palabras de Pipo hasta que aquel hombre decidió dormirse. Algunas veces me da la impresión de que es el más cuerdo de todos, el único que habla con sentido dentro de su sinrazón. Ha sobrevivido a una masacre, y sólo por eso creo que debería pasar a Infantería.

Trató de buscar a Dedos con la mirada, aún tenía algunas palabras pendientes con la Pies Rojos, sin duda estaba sometida a mucha presión últimamente, todos lo estaban. 

Solo quedaba beber  y recordar a los hermanos caídos, hasta caer de culo, como había hecho Niña de Oro.

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DÍA: 17. Por la noche.

Manta saludó a Loor al momento de esta entrar a la tienda con un gesto de la cabeza. Estando Derviche, Niña de Oro y Loor, Manta se sintió algo más inclinado a acercarse al grupo, así que lo hizo, aunque ya sin jarra alguna, pues se había bebido cinco seguidas. Se sentó junto a Derviche y en ese momento, Niña de Oro caía al suelo por la borrachera. Manta se rió un poco por lo gracioso del asunto y la miró con compasión.

— Pobre —dijo entre dientes. Recorrió la tienda con una mirada veloz, retrasándose sólo un segundo más de lo necesario sobre los miembros de la Infantería, y pensó que sería un buen momento para picarlos por una fracción de segundo; pero recordó lo que le había dicho Derviche a Dedos y a Niña de Oro por casi pelearse y se le pasó. Si algo no le apetecía en ese momento era jugar a ponerse la cara morada con la Jaguar, y menos teniendo Manta el brazo en cabestrillo tras el entrenamiento con Caracabra. Ya estaba prácticamente curado, pero algunos movimientos aún molestaban. Empezaba a atacarlo el sueño, de modo que consideró irse a su tienda. Tras considerarlo unos instantes, desechó la idea: rendir homenaje a sus compañeros con su presencia era más importante, al menos por esa noche. Sin embargo, no resistió echarse una cabezada en la mesa donde estaba sentado.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

Una vez más, tuvo que hacer una excepción a su costumbre de no pisar la Tienda de Grog, por lo visto habían decidido honrar a la escuadra de Exploradores y, aunque odiaba a algunos de ellos, sabía reconocer el valor y, una muerte en combate, que es lo que señalaban los indicios, merecía ser honrada.

Ignorando por completo al resto de sus compañeros, incluso a los más escandalosos, se acercó a la barra - Gordo, una por los caídos - se mantuvo en pie frente a este cuando se la sirvió, alzó la jarra levemente murmurando - Por los exploradores -  y acto seguido la vació por su gaznate.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

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La tarde había empezado a reunir a muchos soldados de la Compañía, y el paso de las horas y el correr de la bebida no hacían más que exaltar los sentimientos de dolor y camaradería hacia aquellos que habían muerto o desaparecido. Muertos estarían mejor que en manos del enemigo, el cual se había demostrado expeditivo a la hora de tratar con los prisioneros tomados a la Compañía. Me cago en su puta madre mil veces. Cabrones sin honor, alma ni corazón, desconocedores de una lucha limpia y siempre embos...

El barruntar y rebullir de mis murmullos y lenguaje corporal, hacen que Dulce Sue, la cual se acurruca a mi lado como una gata repantigada, me acaricie mimosamente, calmando mis ánimos. Otro trago. Pipo habla sobre cosas. Cosas que no entiendo. El Profanador bastó para reventarle la mente, pero el aparentemente lerdo flautista, se las arregló para salir con el gaznate indemne de una emboscada que tiró por tierra a todos los Exploradores. Menudo cabronazo, creo que me gustaría tenerle al lado en una pelea, fue el único superviviente. Bueno, que llegó por su propio pie. Astado tuvo suerte. Mucha suerte.

La Compañía ha perdido algo más que Hermanos. Y eso es algo que no ven a simple vista. Ha perdido un ojo, una oreja y media nariz, lo cual nos deja a todos en la posición idónea para que nos den por el cu... Otra vez los insistentes mimos de Dulce Sue me sacan de mis negros pensamientos, lo cual agradezco. Nos han jodido pero bien, pero hoy la costumbre marca que levantemos nuestras copas por aquellos que ya no están, cosa que hago varias veces.

- Por aquellos que nos han dejado. Su Juramento les haya dado el valor para acometer la otra vida, ahora que lo han dejado atrás. - una mirada algo desafiante se pasea por la sala, mas al dar en Niña de Oro apenas consciente por la bebida, y Loor, tan orgullosa pero con un dolor interno tan grande que parece que va a sangrar por ojos y oídos de un momento a otro, una humedad surge en mi ojo derecho y rápidamente se propaga a mi otro ojo. Dos gotas saladas bajan por mis mejillas, más no hago esfuerzo por secarlas. Si no soy capaz de sentir la pérdida de mis Hermanos y lo que ello supone, ¿qué monstruo sería?

Me siento y dejo que Dulce Sue beba mis lágrimas con cortos besos, labor que parece tomarle tiempo y acometer con ganas. Aún me queda que beber, pero la parte oscura de la Tienda de Grog me espera. No encontraré las respuestas que querría, pero todos necesitamos desahogarnos de vez en cuando. Miro a Loor. Todos.

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MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

El bullicio de la soldadesca impregnaba la atmósfera de la tienda de grog como un perfume barato en las ingles de una prostituta. Era un aroma acre y rancio, que mezclaba a partes iguales bravuconería, miedo y tristeza. Las copas entrechocaban sonoramente, coreadas por risas beodas y huecas. Todos los presentes alzaban sus tazas para homenajear a los caídos, clamando por una venganza que no devolvería la vida a sus Hermanos. ¿Eran, así, palabras vacías? En absoluto. Era el grito alarmado de sus almas, que luchaban por no encontrar el mismo fin que sus desaparecidos compañeros. El aullido aterrorizado de su instinto de supervivencia.

En un lóbrego rincón, oculto entre una masa de mullidos cojines, el Guerrero de la Diosa terminaba su cena, bañada con un tazón de grog. Tras las palabras de Lagrimita, ese oscuro de anchos hombros y lágrima fácil, el Ungido se incorporó y salió a la luz que iluminaba las mesas centrales de la carpa del Gordo Wem. Con pasos lentos, como una pantera surcando el océano de hierba de la sabana, el Cazador de Cabezas avanzó entre los taburetes hasta el mostrador de madera.

—Más grog, Gordo —masculló dejando el tazón vacío ante el tabernero, que con una sonrisa lo llenó hasta el borde. Uro dio media vuelta, apoyándose en la barra y tomando un primer sorbo del delicioso brebaje—. Diosa amar coraje, sangre y llanto de mujeres —proclamó con su potente voz—. Grandes guerreros reír a carcajadas ante muerte. Solo cobardes sentir tristeza cuando guerrero morir luchando.

Dicho esto, volvió sobre sus pasos y se repantingó entre la montaña de deslustradas almohadas.

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DÍA: 17. Por la noche.

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Arropado por los besos de Dulce Sue, apenas soy consciente de lo que me rodea, hundido en mis pensamientos derrotistas. Hasta que la siempre atenta Dulce, me susurra al oído - Eh Lagrimita, ese grandullón te dijo cobarde o algo así - acaba mientras me acaricia la cara.

Miro al enorme K´Lhata mientras vuelve a su asiento, y ahora una parte de mi cerebro comienza a procesar sus absurdos comentarios. Ni siquiera sabe el porqué de mi estado. No he derramado lágrimas por los guerreros caídos. Eso sería algo impropio de un Oscuro. Lo hago por las consecuencias que esas muertes suponen...

Comienzo a levantarme con la idea de explicárselo y por último... me dejo caer de nuevo en el asiento. Es tarea completamente inútil el explicar conceptos como el trasfondo de la perdurabilidad de la Compañía, el valor del Juramento empeñado y el Honor a una bestia lerda a la que le cuesta articular sus propias palabras. Una a la que le faltó una Capa en sus hombros al jurar, además. Si sobrevivimos a Galdan, ya le diré lo que pienso de decir gilipolleces en la reunión conmemorativa de los Hermanos caídos. Si me acuerdo.

Brindo en una dirección indeterminada, dedicándole un último vistazo a Uro mientras bebo un sorbo. Después sigo hundiéndome en mis negros pensamientos tan a gusto, para el disfrute de Dulce Sue, por supuesto.

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MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

Entro en la tienda de grog, y, aunque saludo con la cabeza y una sonrisa algo forzada corresponde a los brindis del resto de los allí presentes, no hago amago de querer unirme al tributo ni de querer beber. Ni siquiera me acerco a Loor. El dolor es grande, y no sabría qué decirle. Mucho menos en aquel lugar lleno de gente.

Le pido a Wem un estofado, que apenas toco, y me siento en un rincón a solas.

No puede estar muerto. Escudo. Mi hermano de capa. Se ha desvanecido en la noche. Desaparecido, como si nunca hubiera existido. Y Belleza... fuimos amigas, al menos un tiempo. También muerta, desaparecida. Me siento tan perdida...

Una lágrima solitaria que no quiere esconderse del resto de asistentes recorre mi mejilla mientras jugueteo con el estofado que apenas he probado.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

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DÍA: 17. Por la noche.

Las vidas que se perdían en lo más inescrutable del más allá, no debían de pasar desapercibidas para nosotros, el resto de hermanos de la Compañía. Aunque el amor que profesase por la mayoría de ellos no pasara más que del respeto por los caídos y el vínculo de hermandad que como persona yo mismo había intentado hilar con el resto, la pérdida era bastante dolorosa. Así lo era porque marcaba el fin de varias cosas y el camino a seguir de otras tantas. En primer lugar, el pelotón de exploradores parecía haber llegado a su termino, pues prácticamente había sido aniquilado. Esto demostraba a su vez, que aunque nuestros guerreros estuvieran preparados para la guerra, en las tierras del Triplete había gente tan capaz como nuestros mejores soldados. La determinación y el coraje serían los que deberían de marcar la balanza a nuestro favor. 

Pedí una jarra de grog.

-"Gloria a los caídos"-dije cuando entré en la tienda, dirigiéndome a todos aquellos que hubieran sufrido la pérdida de un ser querido, -"son las lágrimas el sentimiento puro e imperecedero de un recuerdo que jamás se desvanecerá."

Con gesto serio me acerqué a mi hermana de pelotón, Perdida y observé como alguna lágrima resbalaba por su rostro. Lo que aquel acto demostraba, el no esconderse por llorar, era digno de la aflicción que la muerte provoca. Mis pasos, lentos y marcados por el ritmo de la edad, me llevaron hacia ella para poner una mano cálida, aunque firme en su hombro. Cierto es que no había consuelo en los momentos posteriores a la muerte, pero no era si no mi verdadera intención de sanar un alma partida en mil pedazos la que me hizo hablarle. 

-"Gloria, Perdida... Que todos los que han perecido lleguen a buen puerto, ¿te encuentras bien?"

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

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DÍA: 17. Por la noche.

Alguien se acerca, pero no levanto la cabeza. Alguien me pone una mano en el hombro, pero sigo sin alzarla. Alguien me habla, y no sé si quiero responder. Tardo un poco, pero al final lo hago, negando suavemente con la cabeza.

- No. No.

Tan lentamente como contesto, me vuelvo a sumir en mis pensamientos. En ese despiste que siempre me acompaña cuando no puedo o no quiero concentrarme lo suficiente. Sigo jugando con la comida, intentando de vez en cuando masticar algo de la carne ya fría, casi obligándome a ello. Puede parecer incluso que me he olvidado de que León Anciano está a mi lado.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 17. Por la noche.

-"Está bien, hermana"-le contesté con tristeza para después decidir donde sentarme. -"Si necesitas algo, hermana, estaré sentado no muy lejos."

Me di cuenta de que el dolor tenía su mente completamente enturbiada. Sonreí con dulzura mientras dejaba caer mi cuerpo con la ayuda de mi viejo bastón de madera sobre los almohadones no muy lejanos del sitio de Perdida. Toda aquella escena me hacía reflexionar con vehemencia. 

Pero cansado, y viejo, el único deseo es que la mayoría de mis hermanos lloraran a gusto y en paz la muerte de sus seres más allegados. Porque aunque llorar no fuera una cosa propia de hombres, no era ninguna deshonra, ya que eso demostraba la calidez del pensamiento y la fortaleza del corazón, no de la carne.