Partida Rol por web

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (MES DOCE, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DIA 1

MEDIA MAÑANA: Durante los Entrenamientos.

Otro herido más, y este parecía que de gravedad y, por si fuera poco, un hostigador. Ya estaban peligrosamente cerca de la disolución, para tener además otras bajas adicionales que terminaran de sentenciar al pelotón. Indicó que lo dejaran en un jergón libre, mientras atendía las heridas de Pelagatos, con la esperanza de que aquello no fuera muy grave. 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 18, al atardecer

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- Por lo que cuentas, parece que fuesen antagonistas, por la sangre que derrama Derviche. Está bien, hablaré con ella, ella hizo, cosas , cosas que no pueden hacerse, no sin magia o la ayuda de algún poder Niña. Esos primeros ataques, nadie, nadie es tan rápido.

Me ha gustado tu visita, espero que Grito te ayude con tu amiga. 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba

- ¡Humpf!- El fibroso cuerpo de Sabandija se retorció en su camastro en la tienda de heridos.-¡Ay!- Cada movimiento hacía que sufriera terribles dolores haciendo de su existencia, otra vez, un sufrimiento.Había recobrado la consciencia unos días antes, aunque para él el tiempo perdía su sentido. Creía estar viajando entre el mundo de los vivos y el de los muertos, haciendo que su percepción del tiempo transcurrido fuera confusa. Cuando estaba despierto se quería morir y cuando caía de nuevo rendido al cansancio su subconsciente le atormentaba con terroríficas imágenes en las que su hermano lo acosaba mofándose de él. Pero esta vez no estaba solo. Junto a su sonriente hermano aparecía Loor. También reía y se retorcía en un éxtasis en honor a su Diosa, ofreciéndole innombrables sacrificios. Su bastón se convertía entonces en una serpiente de lengua bífida que se retorcía entre sus piernas, metiéndosele por el sexo y dejando sólo fuera la cabeza. De sus colmillos chorreaba un veneno, el mismo que recorría el cuerpo de Sabandija imparable.

- ¡Noooooo!- Gritó asustando y se incorporó de golpe haciendo que el dolor volviera a tumbarle en su sitio.- ¡Ay!- Se volvió a lamentar. Desde luego no era un buen compañero para el resto de heridos. Sabandija no soportaba el dolor y se quejaba constantemente. Cuando conseguía identificar a sus cuidadores llamaba a Plumilla con un quejido lastimero. Respiraba con dificultad, emitiendo agobiante silbido involuntario. Cuando fue recobrando más el sentido de la realidad y veía a Loor allí, de verdad presente, atormentando no sólo sus sueños sino su mísera vida, se hacía un ovillo y fingía estar dormido. A veces se le oía sollozar, dando la espalda a sus compañeros, incapaz de contenerse. El mal fario pendía sobre su persona. Sólo podía pensar en  que llamaran a Rastrojo. Cuando Plumilla se acercó a él de nuevo la cogió de la muñeca. El agarre era débil y sus ojos vidriosos mostraban una profunda agonía. Tenía los labios resecos y agrietados pero lo que pidió no fue agua sino consuelo espiritual.

- Rastrojo...

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 18, al atardecer

Yo también he disfrutado esta visita, Cielo, Quizás en algún momento pueda repetirla, aunque esta vez sólo para hablar, para contarte lo que sucede en el campamento y que tú me cuentes cosas de tu vida en la sabana, de tu tribu, de la Compañía... ¡Hay tantas cosas que desconozco!

Recupérate pronto, amigo. Que la diosa... y los espíritus, sean contigo. Me alejo, encaminándome a la salida. Por el camino, me intereso de los otros campamenteros que estén ingresados.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, por la tarde

Tras acompañar a Cielo a la tienda, entre el revuelo por Derviche y los cuidados que necesitaba el infante, había sido imposible sacar a colación el tema que a mí me interesaba con él, y que debía ser tratado con privacidad, a petición del Rey de la Sabana. Así que desistí y volví al campo de entrenamiento para regresar a la tienda de heridos por la tarde. Además, así, podía disimular.

Me entretengo un poco para no ir directa al camastro donde descansaba Cielo, limpiando el material y el suelo de la tienda, cambiando algunas vendas. Últimamente Matagatos insiste en que todo esté limpio y ventilado, pues eso les hace bien a los enfermos.

Con la escusa de revisar las heridas del infante, me acerco a él.

- A ver cómo van esos cortes.

Sin embargo en mis ojos se nota que la cuestión que quiero tratar es otra.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, por la tarde

Entro en la tienda de los heridos y me dirijo poco a poco hacía donde esta el lecho de Ponzoña.

Cada vez voy mas poco a poco, no es la primera vez en los últimos tiempos que comienzo este camino y hoy es la vez que he llegado mas lejos.

Animo Romo, y si no esta a su lado, espera lo que haga falta. Si das media vuelta tardaras semanas en volver a intentarlo.

Finalmente llego hasta donde esta acostado Ponzoña y espero a que Khadesa se de cuenta de mi presencia. Me mantengo a una distancia respetuosa para darles un mínimo de intimidad.

No es cuestión de interrumpir, ni escuchar, lo que se estén diciendo.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMER MES DEL AÑO Y PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, por la tarde

Me hallo en la tienda, velando ahora el sueño en el que ha caído Ponzoña. Lo contemplo aún con la aprensión de quien sabe que ha podido perderlo todo pero ha logrado retenerlo. Alzo la vista. Cara y cruz de la misma moneda. Un pensamiento sombrío oscurece el fulgor de mis esmeraldas como una nube de verano un estanque de aguas cristalinas. Y como ese jirón que avanza veloz y solitario en el cielo, desaparece. Aparto la mirada de ellos por cortesía y mis ojos se posan en Romo. Estático, me observa, como si esperara captar mi atención. Tal circunstancia me pica la curiosidad, ya que no es alguien que se prodigue especialmente. Le hago señas para que se acerque.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMER MES DEL AÑO Y PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, por la tarde

Saludo cortésmente al soldado de Infantería Romo y lo invito a sentarse a mi lado. Hablo en susurros, ya que no quiero despertar a Ponzoña. 

- Saludos soldado Romo, de la Escuadra Barril, del Pelotón de Infantería. Dime, ¿por qué acudes a Khadesa?

Estudio su rostro con discreción. Es la primera vez que hablo con él en años. De hecho, si no hubiera venido hasta mí, no hubiera contado su nombre entre los miembros de la Infantería. Ni siquiera sé cómo suena su voz y este hecho despierta mi voraz curiosidad natural. No obstante, actúo de forma contenida, con gesto amable, invitando a la confidencia.

La segunda vez que Matador se atrevió a tocar la cabeza de uno de los dos leones y a tratarles como si fuesen mascotas, la herida y monstruosa bestia se revolvió violentamente y le dio un tremendo zarpazo que abrió cuatro surcos sanguinolentos en diagonal a lo largo de todo el pecho del berserker de Infantería. Debería de haber sido más prudente, pues incluso en el circo de Dádiz, los leones comunes son terriblemente peligrosos y ni sus entrenadores se toman demasiadas confianzas.

Las dos monstruosas bestias malheridas rugen y miran a Matador con expresiones de odio, parecen dispuestos a saltar sobre el antiguo esclavo gladiador y hacerlo literalmente pedazos con garras y dientes.

El malherido Desastre desde la cama les grita para que se estén quietos, pero no es hasta que Matador se va (o le sacan de la Tienda de los Heridos) que los dos monstruos se calman.

Matagatos tuerce el gesto, en los días que ambos animales llevan en la Tienda de los Heridos, con sus heridas abiertas y sin tratar, todo el lugar huele mucho peor que una cuadra, los heridos están nerviosos y el lugar ha dejado de ser apto para la sanación.

MATAGATOS:

- Nunca habías realizado una operación quirúrgica tan completa y tan complicada. Fueron doce horas de intervención, durante las cuales Plumilla fue la mejor asistente posible.

- Ponzoña estuvo consciente al principio, aguantando el dolor con los dientes apretados y sin proferir ni un quejido. Por suerte, para tu tranquilidad y la de Plumilla finalmente el dolor fue excesivo y perdió el conocimiento.

- Terminas la operación completamente exhausto, pero victorioso. Esto ha sido más difícil que batir a media docena de duros enemigos en el campo de batalla.

- Entonces sucede el incidente de Matador con los leones y te das cuenta del ambiente irrespirable en la Tienda de Heridos. Todo huele a bestia, a orines de león y puede que a sus excrementos. Todos los heridos se remueven inquietos en sus camastros, incluso los que están inconscientes. Esos dos monstruos están asustando e incomodando a todo el mundo.

- Además, no puedes curar sus heridas, y estás seguro de que te atacarían si simplemente intentases tocarlos. Puede que hagan caso a Desastre, incluso están claro que le han salvado la vida trayéndole al campamento tras la emboscada (y posiblemente matando a unos cuantos enemigos del Triplete antes de eso), pero en ningún caso son mascotas, ni animales domésticos. Es más, estás convencido de que no son animales normales. Son monstruos.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

Entro como cada día en la tienda de heridos para limpiar, hacer compañía, ayudar en lo posible, y comprobar el estado de Desastre y Ponzoña, principalmente.

La tienda cada día huele peor, y se empieza a notar que es culpa de las heridas de las dos fieras, las cuales se están cerrando alrededor de las flechas sin quitar y estar blanquecinas y supurantes. Ni las hierbas de Khadesa consiguen ya disimular el olor.

Los heridos lo notan, y se quejan incluso en sueños. El estado de algunos de ellos incluso empeora, y que todo esté lleno de moscas no ayuda, precisamente.

- Hay que hacer algo. - Le susurro a Matagatos. - No pueden seguir aquí. Y deberíamos curarlos o desatarán una epidemia en el campamento.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.
MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).
DÍA: SEXTO DE MES, por la tarde.

¿Hola?

La voz de Rastrojo atravesó el velo de la entrada desde el exterior. Aún recordaba el humillante modo en el que fue expulsado de la tienda de los heridos, un destierro que aún llevaba clavado muy hondo, como una espina.

Mierda, qué coño estoy haciendo yo aquí...

Se quedó plantado, fuera de la tienda de los heridos, sin saber cómo proceder. Por un lado, podría darle un toque mesiánico al asunto, ser todo humildad y mesura. Eso serviría para acentuar aún más, por contraste, la magnificencia del aprendiz de chamán. O podría exteriorizar el momento, el cómo se sentía, con pullas y comentarios burlones en un aire de superioridad. O simplemente podría dar media vuelta e irse.

¿Hay alguien?

¡Claro que hay alguien, idiota! Es la tienda de los heridos, siempre está abarrotada. Todos los malditos mancos de la Compañía terminan aquí para lamerse sus heridas.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMER MES DEL AÑO Y PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, por la tarde

Tengo que reunir gran parte de mi animo para articular palabras inteligibles.

Hago una respetuosa pero discreta muestra de respeto K'Hlata. – Respetada Khadesa la Quinta del quinto pelotón de hostigadores. Hace lunas que quería hablar con usted pero hasta hoy no he logrado reunir el valor.

Antes de que pueda responder acabo de expresarle el motivo antes de que vuelva a encerrarme en mi mundo con ellos dos. – Mi hermano de capa y quien me apadrino Jocoso de la antigua escuadra Cortaplumas del cuarto pelotón de arqueros y la anterior muerte de mi apadrinada Mogimba... Nada mas decir su nombre se me rompe la voz al recordar lo que le paso.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, por la tarde

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Observó la aparición de Dedos con una amplia sonrisa , a pesar del dolor de los cortes, le parecía una buena visita.

- Duele un poco hermana, para qué engañarte, pero me he ganado el respeto de la Jaguar, y parece que me va a cuidar Plumilla, me considero afortunado, después de todo. No tuve ocasión de agradecerte tu presencia, y que me acompañases. Gracias Dedos, eres una buena hermana.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 17. Alba.

Plumilla sonrió a Cielo, pero agitó las manos para quitarle importancia al asunto.

- No te preocupes, Cielo, ha sido entrenando, nadie se ha metido conmigo - explicó con tranquilidad - además, son sólo moratones y rasguños, nada importante, comparado con los demás, he tenido mucha suerte - la curandera señaló a los heridos de las camillas, algunos con golpes y heridas de gravedad debido a los entrenamientos - y ya sabes que no tienes que moverte, vas a abrirte las heridas - le regañó corriendo donde el k'hlata para asegurarse de que no se movía.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba

Plumilla había vigilado muy de cerca el camastro de Sabandija durante los siguientes días desde su ingreso a la tienda de los heridos. Aún cuando estaba curando a otros, siempre tenía un ojo puesto en su hermano de capa y acudía a su lado cuando se despertaba en sueños o lo llamaba lastimeramente, muchas veces atormentado por pesadillas. Era inevitable para para la k'hlata preocuparse de aquella manera por él, después de todo era su hermano y lo veía retorciéndose en sueños y quejándose constantemente.

Aquel día en concreto, Sabandija la tomó de la mano cuando se acercó a él y sólo mencionó un nombre. 

- ¿Quieres que traiga a Rastrojo? ¿Para qué? 

Sin embargo, se levantó y fue en busca del chaman como él quería.

Matador ve como uno de los leones se revuelve cuando trata de calmarlos indicandoles que Desastre ha despertado.

Parece un zarpazo desganado, sin embargo la herida en su pecho es profunda.

Matador al ver manar su sangre se lleva la mano a la cimitarra y de no ser porque nota que algunos hermanos le agarran y observa a Desastre que trrata de contener a los leones, esta seguro que habria entrado en furia.

Logra relajarse lo suficiente para dejarse llevar fuera de la tienda.

Sin embargo, esto no lo olvidara facilmente, y menos si no logra recuperarse para el asalto a la puerta o la defensa del campamento.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 17. Alba.

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Observo a Plumilla  un tanto contrariado. 

- Definitivamente los Campamenteros estáis perdiendo la cabeza, tú no debes entrenar, tu función no es matar enemigos, deberían asignarte un protector en batalla, tú salvas vidas de los hermanos caídos. Entrenar es demasiado riesgo . No podemos perder senadores o que se lesionen. ¿ Con quién entrenaste hermana? 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 26 por la mañana

El accidente en el entrenamiento que había sufrido el segundo al mando de los hostigadores llegó a oídos del jorobado. Caracabra admiraba mucho a Ponzoña y desde la vez que entrenaron juntos en Cho´n Delor aun más. En aquella ocasión luego de un parejo combate el Hiena le fisuro -sin intención- dos costillas, pero el deforme hostigador demostró a su superior gran valentía y honor durante el entrenamiento, llegando incluso a desechar su arma para luchar en igualdad de condiciones cuando Ponzoña la perdió en un golpe mal ejecutado. 

El Hiena estuvo muy pendiente de la recuperación de Caracabra y eso era algo que él K´Hlata agradecía mucho, así que lo menos que podía hacer era darle su apoyo en una situación tan difícil como la que su compañero de pelotón estaba atravesando. 

Se acercó a la tienda de los heridos en la mañana y una vez le aseguraron que Ponzoña ya se encontraba despierto el jorobado se aproximó a él para saludarle.- Así que has querido conocer que tal se siente estar en las camillas de ésta tienda. Bromeó Caracabra. Sabía que lo que menos necesitaba el Hiena era lástima, así que el jorobado no se la demostraría.-Estarás de acuerdo conmigo en que podrían ser más cómodas, pero es bueno que no lo sean. Así no te acostumbras a estar aquí y le pones más empeño a recuperarte para salir cuanto antes. Caracabra sacó un collar que le había hecho la vieja bruja, según ella tenía propiedades curativas y el jorobado lo creía.-Toma, tiene propiedades curativas, me ha ayudado a sanar rápidamente cuando he estado herido. Ahora tú lo necesitas más que yo. Dijo mientras se lo extendía a Ponzoña como un gesto de amistad. 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA:SEXTO DE MES. Justo antes de la comida.

Desastre torció el morro ante lo que vio. Había pasado dos días en la enfermería, inconsciente con los leones a su lado y, a juzgar por las palabras de Matagatos, nadie había hecho el menor intento de tratar las heridas de su manada. Ni siquiera les habían quitado las flechas que tenían clavadas. 

Su mirada se endureció e iba a responder al Cabo cuando Matador se acercó a acariciar a los leones. Muchos en la compañía seguían pensando que eran mascotas aunque no esperaba la reacción de los animales que golpearon al infante haciéndole un feo corte en el pecho. Un grito de Desastre bastó para que los leones no se abalanzasen sobre él pero se podía notar que estaban nerviosos y molestos. 

Miró alrededor y vio el nerviosismo en la gente que había en la tienda. No querían a sus animales allí y estos no iban a irse a no ser que se fuese él. - Sacadme de la tienda, puedes venir a tratarme a en cualquier otra parte ¿No? - preguntó el infante a Matagatos. - No creo que hubiese sido difícil para tí quitarles las flechas pero bueno, ya lo haré yo. - dijo Desastre con un deje de enfado en la voz. Esos animales habían sangrado y matado por la compañía y cuando necesitaban que sanasen sus heridas les habían dado la espalda.