Partida Rol por web

Una sombra oscura se recortó sobre la claridad del techo de la tienda. Fue un simple instante, un mero segundo lo que la llevo a aparecer por un extremo y desaparecer por el contrario. Pero como nada ocurre sin razón, pues hasta la sinrazón es la razón de los que carecen de ella, la razón de tal silueta apareció por la puerta que a los enfermos daba entrada. Iba embozada en el negro de sus plumas, a juego con la sombra que proyectaba.

Se movió con cautela entre los tullidos hasta dar con aquel que buscaba, el Hiena que ya no podía reír a carcajadas, y no muy lejos de él hizo parada. Lo miró interesado, con el pico entornado, como si fuera a soltar algo pero no pudiera por respeto a los que estaban (si es que tal concepto resultaba familiar para un ave de rapiña), y no pudiendo se marchó por donde había venido, si bien el cuervo poco antes de salir comenzó a caminar como si cojeara y salió volando soltando un graznido que sonó a carcajada.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 17. Alba.

Plumilla endureció su gesto al oír las palabras de Cielo y se puso erguida, dispuesta a contestarle, pero antes de que pudiera decir nada alguien más habló. Loor, en quien la curandera no había reparado, le contestó sermoneándole por sus palabras. Finalmente, suspiró y asintió a las palabras de su compañera campamentera.

- Como dice Loor, no siempre podré depender de que alguien me proteja, aunque sea poco, debo aprender a defenderme y a estar preparada, después de todo, a pesar de ser curandera, también soy guerrera. Aprenderé, poco a poco, pero espero hacerme fuerte para convertirme en una guerrera en la que podáis confiar, tanto a la hora de luchar como a la hora de curaros. Pero te agradezco tu preocupación, hermano, me alegra saber que puedo contar con tu ayuda cuando tenga problemas - le sonrió amablemente e intentó quitarle hierro al asunto - y ahora a descansar, que tienes que recuperarte pronto.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15. Alba.

Cuando estaba a punto de salir, Loor entró en la tienda y los saludó.

- Bienvenida, Loor, aprevecharé que estás aquí con mi hermano, tengo que salir un momento en busca de alguien, pronto volveré - les dijo a ambos antes de salir en busca de Rastrojo a toda prisa.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 26 por la mañana

Caracabra pudo distinguir lo débil que se encontraba Ponzoña por el tono de su voz. La que antes era fuerte, decidida, que imponía respeto, ahora estaba apagada y cansada. Le entristeció ver a su compañero así pero no dejó que se notara.

El ánimo del jorobado incrementó cuando se dio cuenta que a pesar de que el físico del hiena se encontrara mermado, su espíritu permanecía intacto.- Cuenta conmigo hermano, yo te ayudaré hasta que te encuentres totalmente recuperado. Las palabras del jorobado eran sinceras, planeaba ayudar en todo lo posible a Ponzoña para que su recuperación sea pronta. -Vas a ver que éste tropiezo no impedirá que puedas seguir rompiendo costillas de un golpe. Bromeó Caracabra haciendo alusión al combate que sostuvieron en el pasado. 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 26 por la mañana

Regreso de asearme y con agua fresca y limpia para Ponzoña. Al entrar en la tienda me quedo unos instantes parada, dejando que la vista se acostumbre a la diferencia de luz y veo que Caracabra está con él conversando. En un primer momento mi instinto se rebela ante la idea de que lo agote. Pero al fijarme en ambos, veo que están en camaradería y me relajo. Los observo largo rato antes de acercarme con una sonrisa en el rostro. Apoyo mi mano ebúrnea en el hombro del Hermano de Capa de mi hombre y lo saludo con afecto:

- Buenos días a ambos. Gracias por acudir y por tu preocupación, Caracabra. Ya por fin despertó. Y ahora debe recuperarse. Voy a conseguir comida en la tienda de Grog. Tiene que alimentarse bien para favorecer la recuperación. Aquí os dejo agua fresca a ambos. Sed pacientes, sólo así el león consigue su presa.

Me acerco a Ponzoña y me despido momentáneamente de él con un beso. 

- No tardaré.

Luego salgo a la tienda de Grog, dejando así a ambos espacio para que conversen y se apoyen mutuamente. 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

- Agradezco la intención, pero no es necesario. Yo me encargaré de ellos. - dijo el soldado haciendo un gesto de dolor. - Ayúdame a salir de aquí antes de que alguien más salga herido. Por favor. - pidió el infante mirando a la muchacha a los ojos. 

- Necesitaré algunas vendas y algo de material... - dijo a nadie en particular mientras esperaba a ver si Dedos decidía a ayudarle a salir. Si no tendrían que hacerlo los leones. 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

- De acuerdo...- pero no puedo hacerlo sola. - Espera.

Con la esperanza de que Matagatos no se haya ido muy lejos, salgo a buscarle. Le localizo, y me acerco deprisa. Sigo hablando bajo.

- Vamos, no te enfades, entiéndele. Los leones son ahora hermanos para él. Le han salvado la vida, y acaba de salir de la inconsciencia. Ven, ayúdame, nos lo llevaremos de la tienda y los leones le seguirán. Yo le cuidaré allá donde le dejes mientras tú tengas que estar aquí. Por favor...

Tiro de la manga del oscuro mientras le hablo, intentando que me siga de retorno a la tienda.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

Matagatos apenas se había alejado y aún estaba rumiando algo sobre tratar a puñetazos las heridas cuando Dedos le detuvo. Tomó aire lentamente, procurando calmarse, para asentir después.

-Muy bien. Voy a irme a curar a Matador, y cuando vuelva le sacamos. Y veremos que demonios hacemos con los leones...

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 26 por la mañana

Sonrió a Khadesa antes de mirar nuevamente a Caracabra.

-Mis puños están perfectos -dijo alzando ambos. Había algo amenazador en aquellas manos, como si fueran capaces de segar una vida a voluntad-. Y mientras me ayudas, te enseñaré a usarlos. No siempre hay armas a mano o pueden romperse. Los puños pueden ser armas letales. Mira la sabana. Ningún depredador tiene armas de metal y así y todo son capaces de matar. Tú serás un depredador -señaló. El cansancio aumentaba, pero estaba a gusto con su hermano.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 26 por la mañana

Caracabra aceptó con una sonrisa el agua que les dejó Khadesa. Le tenía bastante aprecio a la pitonisa, pues ella siempre lo trató con amabilidad, es por eso que el jorobado juró defenderla y lo hizo, durante la campaña en Cho´n Delor. 

El K´Hlata miró con admiración los puños de su amigo, eran inmensos, si el tuviera un par de esos no necesitaría usar un arma, pues se ven tan letales como una espada. Cuando Ponzoña le habló sobre entrenarlo los ojos del hostigador se iluminaron. Le encantaba la idea de aprender a luchar sin armas, en las palabras de su compañero, de convertirse en un depredador..- Gracias hermano, será un honor aprender de un guerrero como tú. Ahora debes descansar para recuperar fuerzas. Vas a ver que en la Puerta de Galdán lucharemos espalda con espalda. Ésta última afirmación la hizo para que Ponzoña no dudara de su recuperación. 

AÑO: 201.

Mes: Octavo (Segundo del verano). Mes de la Cebra

Dia: 3, por la noche.

Disimuladamente, traspasó la cortina de la tienda, normalmente había varios hermanos allí, pero podría ser por la hora, o por una temporada afortunada en cuanto a heridos, que logró encontrar rápidamente a Plumilla, sin llamar la atención como pretendía.

Para aquel entonces, el lado derecho de la cara del K'Hlata debía estar completamente manchado de sangre, cualquiera lo podría haber confundido con Chamán Rojo pero, probablemente, se hubiera llevado un puñetazo.

Al ver a la joven, le señaló en lo alto del cráneo - Aquí, ¿puedes hacer algo? - Odio era dado a pocas palabras, y menos aún si necesitaba algo de alguien, pues odiaba ser una carga.

O bien el golpe en la cabeza o puede que la pérdida de sangre lo habían reblandecido un poco, lo habían... humanizado, por decirlo de algún modo. De lo que Plumilla pudo estar segura es de que la mirada de Odio, no reflejaba en esa ocasión el sentimiento que solía acompañarla.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

Asiento al oscuro y le dejo marchar a curar a Matador. Por mi parte yo vuelvo corriendo a la tienda de heridos y me acerco de nuevo a Desastre.

- Espera un poco. Cuando vuelva Matagatos te sacamos entre los dos. Confío en que los leones te seguirán. Y para curarlos... a ver si se dejan. ¿Tú sabes hacerlo?

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

Guepardo entró en la tienda de los heridos. Tenía ciertas raspaduras en sus manos y rodillas. Incluso se había extraído alguna astilla del baobab. Su entrenamiento tenía diferentes riesgos a los implicados con las criminales armas de carpintero. No creía tener nada serio, pero lavar las heridas con agua y vinagre no estaría de más, aparte que no costaba mucho. Entonces vio la imagen.

Desastre, Dedos y a sus pies los dos leones, aun con heridas supurantes y un aspecto hostilmente feroz.

No. Eso ya no son leones, pensó el jaguar no sabiendo que eran. ¿Que les había pasado?.

- Saludos, hermana. Desastre. - saludó -. Acabo de oírte que quieres que te trasladen a tu tienda. ¿Estás seguro? Tus heridas aun no han sanado del todo y.. - se interrumpió ante un gruñido velado de uno de los animales al haberse acercado al herido infante. Y comprendió donde radicaba el problema y la urgencia de sacarlo de allí. Sí, era lo más sensato.

- Si deseáis puedo ayudar en el traslado. - se ofreció -. Y creo que tienes razón, Dedos. Si han permanecido aquí ha sido por él. Si lo trasladamos no creo que se queden aquí. - concedió a la lógica de su compañera, mientras los observó y comprobó como, a pesar de los días, sus heridas y sus flechas continuaban allá.

No es normal, reconoció el veterano cazador al observar a las inmutables bestias, a pesar de los dardos aun clavados.

Se colocó en la cabecera de la camilla con movimientos tranquilos, para que las bestias lo observaran, y cogió las asas de la camilla, esperando que Dedos hiciera lo propio con la de los pies.

- Ayudaría que les dijeras lo que vamos a hacer, Desastre - sugirió el hostigador - Y en el momento de su cura, también.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

Que los ancestros recompensen su don de la oportunidad.

- Muchas gracias, Guepardo. - Digo mientras me coloco a los pies y cojo la camilla. - Desastre, Guepardo tiene razón. Tendremos cuidado, pero calma a los leones para que no piensen que te estamos haciendo nada malo. No queremos más accidentes.

Si cuando regrese Matagatos ve que los leones ya no están, seguro que mejora un poco su humor.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

Desastre hizo un gesto a los leones y les susurró unas palabras antes de que los dos hermanos de la compañía se acercasen a mover la camilla. Eso debería bastar para que se calmasen. - Muchas gracias hermanos. - dijo con sinceridad. No quería molestar a los demás que estaban en aquella tienda y tenía miedo de que en otro arranque los leones atacasen a alguien mientras él estaba inconsciente. 

Si Tsaro y Msoro atacaban a uno de sus hermanos a la vez podrían acabar con cualquiera de ellos. Y eso era un auténtico peligro, había trabajado todo lo que podía en que no pasase pero no dejaban de ser animales salvajes. Si la gente se tomaba libertades como si fuesen mascotas podía haber accidentes. - Si me podéis dejar en mi tienda os estaré agradecido. Cuando necesitéis algo no dudéis en pedirme ayuda. - dijo el infante. 

AÑO: 201.

Mes: Octavo (Segundo del verano). Mes de la Cebra

Dia: 3, por la noche.

Plumilla descansaba tranquilamente sentada en una banqueta. Tras una tarde de intenso trabajo, por fin podía disfrutar de un poco de tranquilidad. La noche era el mejor momento del día para la curandera, cuando los heridos se dormían y el tráfico de gente se detenía. En medio de la quietud y el silencio de la noche se oían esporádicamente quejidos de los heridos o alguien pidiendo agua o consuelo, pero por lo demás, reinaba la tranquilidad.

Por eso, casi salto hasta el techo de la tienda cuando Odio apareció de improviso a su lado. Pegó un pequeño grito por el susto y otro más aterrado cuando vio que la mitad de su cara estaba cubierta de sangre. Sin embargo, se recuperó con facilidad y examinó la herida. No tenía buena pinta y parecía que llevaba algunos días así.

- Odio, ¿cuanto tiempo llevas con esta herida? - le preguntó con una mezcla de preocupación y reproche. No parecía ser el mismo de siempre por lo que eso no hacía más que empeorar las cosas para él.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 9. Poco después del alba.

Imito su gesto bebiendo a mi vez de mi taza. El aroma dulzón de la manzanilla y la miel nos envuelve, de manera tan relajante como el sabor intenso. 

- Eres una buena guerrera y una gran compañera. Sin entrenamiento no sabemos nuestros fallos ni nuestros aciertos. Lo importante de las caídas es levantarse. Y más aún, mirar atrás para ver donde se ha tropezado. Pero eso ya lo sabes: afortunadamente nunca te golpearon fuerte la cabeza- contesto con una broma recurrente en estos casos para distender el ambiente. No me gusta ver a una mujer tan fuerte como Loor así, menos en público. Le debemos mucho. Su confianza no puede quebrarse, ni su mano dudar.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

Matagatos volvió al poco, observando como Dedos y Guepardo se preparaban para trasladar a Desastre. Asintió al hostigador como gesto de agradecimiento antes de hablar.

-Te seguiré tratando en tu tienda, Desastre. Y, si encontramos algún modo de que no me arranquen la cabeza en el proceso, veré que puedo hacer por los leones. 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

Guepardo asintió ante las palabras del recién Matagatos y después miró a Dedos, asintiendo ante ella, como señal de que levantaran coordinadamente a Desastre, cosa que hicieron.

Poco a poco lo sacaron de la tienda de los heridos y observó como, las bestias, se levantaban y los seguían, situándose a los lados del herido.

Bien. Todo bien por ahora, pensó el hostigador.

No obstante no pudo echar un vistazo, mientras andaban, hacia los animales y contemplarlos de nuevo. Su forma, su color, su aspecto, su piel, su tamaño, su manera de mirar.. Y seguía teniendo claro que eso ya no eran leones.

- ¿Que.. que ha pasado con tus leones? Están MUY cambiados - susurró a Desastre, aprovechando que estaba en la cabecera de la camilla. Su voz denotaba gravedad.

Hacía meses que apenas coincidía con Desastre y sus cachorros. No se fijó las veces que se cruzó con él, eventualmente, del cambio en Tsaro y Msoro. Solo que crecían a excelente ritmo. No fue hasta el día en que regresó el infante gravemente herido cuando los observó con detenimiento. Y lo que vio lo intranquilizó.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SEXTO DE MES, justo antes de la comida.

Coordinando esfuerzos los hostigadores le sacaron de la tienda mientras Tsaro y Msoro caminaban a su lado asegurándose de que Desastre estaba bien. Eran protectores de eso no había duda. Se sentía seguro entre ellos y sabía que le protegerían como él a ellos. 

Miró a Guepardo cuando este le preguntó por los animales. Es cierto que su aspecto era algo diferente al de un león normal, y con las flechas aún clavadas parecían más peligrosos. Pero su aspecto era completamente normal con el que había visto Desastre un par de días atrás. - "Las dádivas, hermano. Potestad lo dijo, una manada que dará honor y que hará que mis enemigos se lo piensen dos veces antes de enfrentarse a mi. " - dijo el infante sin profundizar mucho. No le importaba hablar del tema ni parecía molesto por que le preguntasen. Incluso daba la impresión de estar contento. 

¿Y porqué no estarlo? Al fin y al cabo estaba vivo.