Partida Rol por web

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

No había sacado aún Guepardo la lanza del cráneo del último druida cuando Sabueso notó un profundo dolor que le perforaba la cabeza, como si la lanzada del mercenario la hubiese recibido él. Sabía lo que era ese dolor. Estaban en peligro inminente. Tenía la certeza de que apenas tenían unos segundos para salir de allí, o serían localizados. Y si localizaban su presencia, su miedo de no poder cumplir la misión y morir, junto a todos los demás en aquel bosque maldito, se haría realidad. Lo sabía. El dolor nunca se equivocaba. Casi veía con claridad cómo sus cadáveres se amontonaban, vacíos de entrañas y desmembrados por los leñadores, a los pies de un árbol retorcido. La sangre de la pequeña compañía manchando la corteza en un ritual macabro, mientras las piedras terminaban de perder su poder en silencio y eran enterradas por las hojas caídas y el paso del tiempo.

Sabueso gesticulaba con dolor mientras guiaba a los mercenarios hacia el camino que debían recorrer. Empezó a moverse, esperando que les siguieran:

— ¡No hay tiempo de saquear los cuerpos! ¡Debemos ponernos en marcha ya! ¡Abandonad las lanzas y las redomas! ¡Nada de eso tiene valor si descubren a la Pequeña Compañía!

Y emprendió el camino, esperando que todos siguiesen sus pasos de inmediato. Mientras, en su mente, las visiones oraculares de sus cuerpos pudriéndose junto a las raíces de aquellos árboles antiguos revoloteaban en su mente de forma insistente y el dolor persistía como una estaca clavada en su cerebro.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Su rostro se volvió pálido cuando, observando y vigilando los alrededores, captó la llegada de dos grupos. Se giró enseguida y suspiró aliviada cuando vio caer al último druida. Su rostro debió denotar lo que les llegaba al Cabo Barril, porque no hizo ni falta las palabras.

Ante la exclamación de Sabueso, volvió la mirada hacia donde había visto los dos grupos. Estaban muy cerca, demasiado… ¿Suficiente para que los encontraran? ¿Podrían alejarse sin que los vieran? Inspiró profundamente y siguió con los ejercicios de respiración para que el dolor de la herida no la molestara, pero sabía que no sería de mucha utilidad si no conseguía vendarla o tomar una de esas pociones.

Por su cabeza pensó en pedir permiso para tomarse una de las pócimas, pero el trajín de salir de allí corriendo, hizo que descartara la idea. Quizás cuando consiguieran un momento de pausa lo haría… y podría asegurarse que los demás estuvieran bien y sus heridas no fueran graves y… O quizás mejor lo dejaba para Lagrimita, estaba demostrando mejor trabajo que ella como curandero, pensó mientras se mordía el labio con frustración.

Plumilla se retiró con la aglomeración de los infantes y los hostigadores en torno al druida. Matador sonrió. El próximo en retirarse debía ser él, pero el druida se asustó con la llegada de los refuerzos, sabiéndose muerto, y empezó a repartir mamporrazos en todas direcciones. 

Lagrimita, Dedos, Guepardo, Sabueso y Matador le rodeaban, y el tipo se defendió como un jabalí atrapado. Matador decidió no retirarse para contribuir a acabarlo más rápido. El Cabo Barril le regañaría luego, lo sabía, pero necesitaban acabar con él rápidamente. Dos veces blandió su acero corto contra el druida. Dos veces su hoja se encontró con las pesadas pieles del sujeto. Entre tanto, un garrotazo aleatorio fue a parar en la quijada de Lagrimita. Matador hizo una mueca, pues se imaginó cómo debía de doler recibir un palazo de esos. ¿Serían mágicos los palos, o los druidas eran mágicos en sí mismos? Uno de los dos tenía que serlo, pues no recordaba un cabrón tan fuerte en su vida. De todas formas, tras terminar con ese, lo averiguaría: había derribado a uno y reclamaría lo suyo. 

En unos segundos, Lagrimita y Guepardo hicieron dos tantos, despachando al druida, que fue atravesado por la vistosa lanza de Guepardo. Matador respiró pesadamente. Acababa de matar a dos hombres en menos de hora y media... y presintió que antes de que acabase el día, habría más cadáveres regados a lo largo de aquél bosque.

El Cabo Barril dispuso órdenes apenas el combate finalizó. Aunque no le dijo nada, Matador sintió su frío enfado. Supo que si salían vivos de aquella, alomejor iba a preferir haber vuelto al barro en esa misión. Se encogió de hombros y, siguiendo las órdenes de saqueo, fue hasta el cadáver que él creó a apoderarse del arma. 

Entonces se le ocurrió ver a Plumilla, y pudo ver el terror en sus ojos almendrados. Siguió su mirada, pero no alcanzó a ver nada, pero no se imaginaba que precisamente "nada" estaba poniendo a la Campamentera así. Todos debían irse, ahora, y no necesitaban que un ciego se los dijese para saberlo, que era lo que estaba sucediendo. Matador tenía el vello de los brazos y la nuca erizados, como si la Gran Niveladora le soplara en las orejas desde atrás. Reprimiendo un escalofrío, solo fue hasta el cadáver del druida y cogió en la mano buena el garrote excelentemente balanceado y tallado con maestría.

No le pareció mágico, pero sí que tenía una buena pieza de artesanía en las manos. Decidió quedárselo. Giró hacia el grupo, apresurándose a poner pies en polvorosa.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

El grupo liderado por el Cabo Barril y Analista se había topado con tres Druidas Sombríos enfrascados en sus oscuros rituales. Les habían descubierto, por lo que no quedaba más remedio que combatir. Sin testigos, había dicho Seldocha, y probablemente era la elección más sensata.

La cercana boca de una cueva parecía estar actuando como un Portal al Plano de las Sombras, de ahí los Druidas convocaron unos lobos envueltos en sombras, que parecían más poderosos que los lobos normales. Hasta seis convocaron, pero Guepardo acabó con uno, el Cabo Barril con su Mandoble con tres, Sabueso con otro, y Frontera con el último.

Luego les llegó su turno a los propios Druidas, que parecían envueltos en magia sombría que sin duda les otorgaba fuerza y protección. La lucha fue encarnizada pero breve. Matador acababa con uno de los Druidas, mientras que Guepardo, con ayuda, daba buena cuenta de los otros dos.

El grupo recogió algunas cosas y rápidamente abandonó ese lugar, pues otros dos grupos de adoradores del bosque convergían ya hacia aquel lugar.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Observé con enorme satisfacción cómo el último de los druidas caía, cómo su vida escapaba dejando en el suelo una carcasa vacía. Aún se observaba algún movimiento en su cuerpo tras escapar de él su último aliento, pero no eran más que reflejos de lo que una vez había sido. Aquel hombre, o lo que fuera, había dejado de serlo. Su carne sería alimento de guanos e insectos hasta que de él no quedara ni el recuerdo de unos huesos emblanquecidos.

Una vez la amenaza había acabado, me tomé un momento para reclinarme sobre el cuerpo muerto del enemigo que más cerca tenía. Me interesaba saber si entre sus pertenencias guardaba algo de valor, más aún teniendo en cuenta que eran los primeros enemigos en aquel mundo que demostraban ciertas dotes para la magia.

Encontré un vial, que es lo que más me llamó la atención, y a punto estuve de cogerlo, pero en una especie de fervor propio más de aves de rapiña que de humanos, otras manos más ansiosas y veloces se abalanzaron sobre el cadáver y me lo arrebataron.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

- "Parece que esos Druidas obtienen buena parte de su poder del propio Bosque Sombrío, lo cual es una severa limitación. La cercanía de un Portal del Plano de las Sombras les permitía invocar bestias más fuertes de lo normal para los conjuros utilizados, y que éstas acudieran con más celeridad. Además, parecían disponer de magia capaz de reforzar su carne y sus músculos. Y, bueno, esas densas pieles parecían una forma muy primitiva y tosca de bio-injertos." -

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Sin demasiados miramientos, Lombriz cortó la bolsa de monedas de aquel enemigo caído y se la guardó en el zurrón, justo cuando empezaron a partir del lugar, raudos, pues se escuchaba enemigos acercándose, sin duda alguna atraídos por el ruido. O quizás se lo había imaginado. El caso fue, que tuvieron que salir de allí corriendo entre matorrales y espinos, hierba alta y terreno húmedo, algo difícil para cualquiera, sobre todo manteniendo aquel ritmo durante un tiempo más del considerable.

Pero Lombriz era un K'Hlata, acostumbrado de manera innata a recorrer sitios peores en las junglas, o eso quería creer, porque a decir verdad, lo poco que era capaz de recordar, era de estar siempre con aquellos tipos, a veces solo desde el lago verde, y otras veces con esbozos mentales más lejanos (O cercanos, según estuviese su cabeza aquel día) en el tiempo.

Llegaron a lo que a Lombriz le pareció una prisión, o mejor dicho, un lugar donde meter cosas para que no salgan, que no era exactamente lo mismo. Entrecerró los ojos y esperó. Aquello no les iba a gustar.

-Hmm-

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Sabueso se detuvo frente al fuerte de madera cuando Cabo Barril dio la orden y se puso de nuevo a cuatro patas. Olisqueó la tierra y luego se alzó sobre sus rodillas, husmeando el aire. No tenía la menor duda de que Adriana se encontraba en el interior. Su olor no era exactamente el mismo que recordaba, pero sabía que era ella con certeza. Ahora tenía unos extraños matices que no lograba reconocer. Era un extraño aroma a podredumbre, dulzón y nauseabundo, no olía solamente enfermos y cadáveres. La peculiar fetidez le hacía pensar en gusanos y larvas amarillentas, retorciéndose perezosamente mientras se alimentaban de carne muerta.

Pero percibía algo más aparte del hedor y los lamentos. Lo notaba en su piel, en el interior de su cráneo y en sus entrañas. Gritos mudos de la criatura que antes se llamaba Adriana. Percibía el odio y las ganas enfermizas de matar y morir, a partes iguales, que la dominaba. La desesperación del sufrimiento llevado al límite de la locura, en lugar de a la iluminación. Una forma de sufrimiento tan retorcida y enfermiza que sólo podía terminar con una muerte rápida. Sí, debía ser rápida, pues apenas tenían segundos, tal vez un minuto escaso para culminar la tarea de Ama Seldocha y escapar de aquel lugar.

Se puso en pie y se giró hacia Cabo Barril, que estaba muy cerca a su espalda. Le habló apresuradamente:

— Cabo Barril y Analista deben saber que Adriana de Pangolais nos aguarda tras esa puerta. Hay más seres con ella, pero enfermos y moribundos. Gusanos se comen sus ojos, y huevos llenan sus entrañas. Todo eso ve Sabueso. — hizo una breve pausa antes de continuar. Se había pasado todo el trayecto hasta aquí azuzando sin parar a los mercenarios, y sabía que probablemente sus nuevos amos temporales lo castigarían por ello. En especial Cabo Barril, que parecía resoplar cada vez que Sabueso le insistía. Pero debía hacerlo una vez más, pues ellos no sentían lo que sentía él.

— También deben saber que otros ya vienen hacia aquí. — señaló al sur — ¿Cuánto tarda la Pequeña Compañía en matar tres druidas y sus lobos? Si la Pequeña Compañía tarda más, otros leñadores, druidas y lobos ya habrán llegado. Y entonces, todos los mercenarios y el obediente Sabueso alimentarán este bosque con sus despojos.

Miró a Cabo Barril con sus ojos cosidos, deseando que diera inmediatamente la orden para ponerse en movimiento, abrir la puerta atrancada y cumplir la misión de su Ama.

No podía recordar algo más estresante en su vida que esa misión, pero sospechó que se le olvidaron algunas cosas bastante estresantes.

La huida a través del bosque profundo fue por poco una desbandada. Resultaba inverosímil que todo aquello fuese liderado por un tipo con los ojos cosidos. Ya podía contar que iban más de cinco veces en el mismo día en el que Matador se preguntó cómo demonios veía Sabueso. Se respondió a sí mismo con la misma conclusión que las otras: nunca lo averiguaría. Logró superar sin dificultades la carrera, incluso estando herido. Resultó que si bien la lanza clavada en su vientre logró atravesar el cuero tachonado, no había tocado órganos ni causado daños mayores. Sangre sí que había. Pegostosa, irritante. Maldijo por lo bajo, pues la sangre -suya y de sus enemigos-, le cubría casi la mitad del cuerpo.

Se detuvo frente al fuerte, y escuchó la explicación de Sabueso y las órdenes del Cabo Barril. Hizo una mueca pero se encogió de hombros. No se atrevió a desafiar las órdenes dos veces seguidas: guardó el machete en su funda en el cinturón, y regresó el garrote del druida antes de sacarlo por completo. Se descolgó la siniestra hacha chondeloriana de la espalda, y la miró con desdén.

¿Una última vez? Sí, una última vez.

Se metió el hacha bajo la axila por la mitad del mango, y con la mano libre cogió la poción curativa. La destapó con los dientes y, sin olerla ni algo parecido, la vació en tres tragos grandes. No le supo a nada, pero la magia le sabía siempre ineludiblemente a mierda, así que se autosugestionó a que aquello también supo a mierda. Sintió un ardor en el vientre, mientras la herida se cerró, e incluso juró ver un humillo salir donde reapareció la carne. Parpadeó, estupefacto.

Regresó el vial vacío a su sitio mientras pensaba en lo que se les venía encima. ¿Tres druidas más, y más lobos? Joder. Además, tenían que hacerlo rápido, pues media colonia de follárboles quería decorar el bosque con sus pieles en nombre del Señor de la Medianoche. Putos sectistas. Matador se admitió a sí mismo sentir algo parecido al odio por casi toda la gente de aquél maldito mundo.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Todo había sido rápido e incluso quirúrgico, pese a las quejas de Sabueso, quizá más acostumbrado a misiones en grupos pequeños y con una misión no entorpecida por constantes ataques. Y se sentía bien. Su aportación al grupo había sido nula a nivel de batalla. Apenas un tajo a un leñador y respecto a los druidas, su inutilidad er amás que evidente salvo quizá por su capacidad para analizar los viales que aquellos desharrapados y apestosos señores del bosque llevaban consigo.

Pero se sentía bien. Vivo. Apenas sentía fatiga alguna y sus mejillas mostraban un aspecto sano que dos semanas atrás parecía imposible.

-Así que ella está ahí -murmuró-. Hay algo penoso y lamentable en este lugar. Parece una cárcel, un lugar hecho para mantener en su interior a aquellos a los que han corrompido -la descripción de su estado por parte de Sabueso le provocó un ligero escalofrío-. Barril, si hay grupos que se acercan, quizá que se enfrenten con aquellos a quienes mantienen encerrados sería un acto de justicia -señaló casi de forma casual.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Asentí para mí mismo.

Tenía toda la razón. Aquella forma de poder podía tener sus limitaciones, pero estando justo en el centro de su fuente de poder, era absurdo verlo como una desventaja. Quizá, si salían, si se exponían a alejarse del bosque la cosa cambiara y sus fortalezas se tornarían en debilidades, pero de momento no había sido así y, cuando lo fuera, probablemente se prepararían para ello. No hacerlo sería estúpido y absurdo, y, aunque tremendamente toscas y primitivas, las modificaciones realizadas en sus cuerpos exigían cierto grado de intelecto.

 Observé las puertas cerradas frente a nosotros y escuché las palabras intercambiadas. Entonces sonreí.

Ante nosotros probablemente se hallara el resultado de los experimentos fallidos que los druidas llevaban a cabo antes de modificar sus propios cuerpos. Pobres criaturas desechadas demasiado peligrosas para estar libres y a la vez demasiado útiles como para matarlas. Aún cumplían una función y poco importaba su sufrimiento. Si era así, Lengua Negra tenía razón. Liberar a las monstruosidades para que se enfrentaran a sus captores podía ser todo un acto de justicia, siempre y cuando nosotros no acabáramos en medio, algo que podía resultar difícil de conseguir si éramos nosotros los que abríamos la jaula.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

¿Qué les deparaba en el fuerte que les aguardaba justo delante? Sabueso había confirmado que Adriana estaba allí dentro, pero no sabían que más les esperaba… Además de lo que les venía por detrás. Esa misión debía ser rápida, si… pero temía que por ir demasiado rápidos dejaran de ser precavidos.

Inspiró profundamente, notando la herida en su costado. Le molestaba bastante pero no se iba a quejar, por los espíritus que no lo haría. Pero con la herida sabía que su utilidad en el combate había pasado a ser nula a menos que pudiera atacar a distancia, y a menos que quisiera perder la única arma, la lanza corta, que tenía disponible… no era viable.

Escuchó con atención las ordenes del Cabo Barril y asintió, podría haber solicitado ella también una de las pociones… pero quedaban demasiado pocas y era mejor que se guardaran para los demás. Así que volvió a inspirar profundamente y seguir con los ejercicios de respiración para no notar la herida.

Justo cuando se había colocado en formación y se disponía a blandir su lanza corta, el Cabo le pasó uno de los garrotes que habían conseguido de los druidas, - Gracias Cabo, - Asintió mientras cogía el garrote y se aseguraba que lo pudiera usar. Era un arma simple por lo que su entrenamiento le permitiría usarlo, y además pesaba como su lanza, por lo que no estaría muy descompensada. Sabía el daño que hacían esos garrotes, tenia pruebas en su propia carne… aunque le hubiera gustado que un chamán bendijera el garrote antes de nada para desligarlo de los malos espíritus que seguían esos enemigos.

Una vez en posición y armada, observó a sus compañeros con ojo crítico, ¿en qué condiciones estaban? Parecía que las pociones habían curado la mayoría de las heridas por la postura y hacer de los que la rodeaban. Estaba claro que no podía saber quiénes seguían heridos solo por la cantidad de sangre que lucían en sus armaduras, ya fuera por que esa sangre fuera de enemigos o porque fuera de heridas ya sanadas.

Lagrimita, ¿te importaría si llevo tu botiquín? En caso de que necesite estabilizar a alguien y estés combatiendo. Creo que sería de utilidad… - comentó, estaba claro que había sido imprescindible para estabilizar antes a Caracabra… Y poción solo tenía una.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Atravesaron lo que quedaba de terreno boscoso hasta el fuerte con paso ágil. Pese a que Frontera se había desorientado durante el combate y no tenía muy claro por dónde debían proceder, Sabueso sí lo sabía con certeza, así que agradeció una vez más la presencia de aquel tipo tan extraño.

Durante el trayecto, el estómago de Frontera se empezó a revolver, del agitado trote, y no pudo contener sus tripas en cuanto percibió el olor a podredumbre que emanaba del interior de aquel fuerte. Se plegó sobre sí mismo y echó todo lo que llevaba dentro.

—Buaargh...

Permaneció quieto, intentando recuperarse, mientras sus compañeros debatían cómo actuar. Tendió a Caracabra su poción cuando el Cabo Barril lo indicó, pero este tuvo que acercarse a él para recogerla. Por un momento la aferró con fuerza antes de dejarla caer sobre las manos de su desgraciado congénere. Quién sabía si quizás aquel mejunje habría podido hacerle encontrarse mejor...

Con ojos vidriosos por las náuseas, observó como parecía que Barril y compañía iban a levantar el travesaño que aseguraba la puerta del fuerte. Se levantó aferrando de nuevo sus armas, por si fuera necesario.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Este viaje le estaba dando a Barril una ristra de innumerables sorpresas. La verdad es que nunca se había movido a caballo, siempre un pie detrás de otro, y ahora tras cubrir cuanto, ¿un kilómetro?, por terreno algo abrupto se le habían llagado los pies de manera que casi no podía ni andar. Si hubiera sido una marcha forzada con equipo, lo hubiera encontrado más lógico. Sería que se estaba haciendo viejo. Sí, la idea de dejar atrás todo esto y montar la Tienda del Gordo Barril cada vez tomaba más fuerza en su mente. Pero para eso tendría que sobrevivir a esta mierda de sitio y a la misión de los cojones, además de aprender a hacer buen grog. Grog... si hubiera una botella de grog en ese fortín que hedía a muerte, entraría cantando por la puerta.

Al llegar al lugar en cuestión, el primer impulso del gordo Oscuro fue acometerlo con cautela, mandar unos vigías. Pero visto que los habitantes de este lugar les pisaban (advertida o inadvertidamente) los talones, parece que el tiempo de la cautela estaba fuera de lugar. El grueso Cabo escuchó las palabras de Analista mientras sacudía la cabeza. Tras ello tendió un garrote a Plumilla y lanzó unas órdenes para que los más heridos tomaran algunas de las pociones, no se sabía lo que les esperaba ahí dentro.

— Que dentro de esas paredes está la muerte, eso te lo aseguro, Analista. Pero creo que no como pensamos. ¿Sabes de dónde creo que sale la carne con la que sembraban el bosque? De ahí dentro. Con la puerta cerrada el abono no se escapa.

Tenemos en camino entre dos y tres veces el número de enemigos que hemos derrotado. Hay dos opciones, quedarnos fuera y morir seguro, o entrar dentro y morir seguramente. Sí me gustaría saber si vienen siguiéndonos a nosotros o para coger "material"; eso ayudaría a saber si podemos entrar y esperar ocultos, o entrar y bloquear para hacer lo que hemos venido a hacer y buscar otra salida, aunque sea a través de la empalizada.

En todo caso preparaos, me parece que lo que vamos a ver ahí dentro puede dejarnos horrorizados de muchas maneras. Lagrimita, ¿sacamos esa tranca? Mago Serpiente, si puedes crear una tranca falsa una vez entremos, la puerta parecerá cerrada. Los que vienen hacia acá parecen buscarnos, pero creo que no nos han visto. ¿Crees que podrías hacer algo así de creíble con tu magia? —

Si vinieran a por más carne, Barril podría quedarse fuera, colocar la tranca y pedir a Serpiente que lo ocultara tras una ilusión. Si venían a por ellos, podrían meter la tranca y pedir a Serpiente que creara una tranca ilusoria; si la tranca estaba en sus sitio, les buscarían en otro sitio. Pero como aún no estaba claro el objetivo de la treintena de pseudohombres que se acercaban, Barril solo podía elucubrar planes que comentó con los implicados mientras se preparaba para hacer fuerza sobre la tranca. En todo caso el pedazo de madera iría para dentro con ellos para que no estuviera a la vista, y ser usado para tratar de bloquear la apertura de la puerta, si es que se abría hacia dentro, claro.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Tras recoger con premura el equipo del druida al que le hiciera un boquete adicional en su cráneo, Guepardo tuvo que mover con premura, junto al resto, a donde Sabueso los guiaba. Al parecer podía haber gente tras su rastro. Y fue hacia un fortín donde el ojos cosidos los guió con rapidez, aunque algunos parecieron estar bajos en forma por la carrera el explorador se sintió francamente bien. No era lo habitual.

Aquella construcción le recordó vagamente a Chuda, aunque este fortín parecía destartalado, mohoso, terriblemente maloliente y sonoramente estremecedor. Aquello parecía una prisión y lo que guardaba se sentía en el entorno que sería algo repulsivo. Los gemidos y la sensación de que aquello contenía algo siniestro, oscuro, hicieron que un escalofrío de tensión recorriera la columna del joven. Entonces Barril murmuró una cosa y Guepardo lo miró incrédulo, escandalizado.

- ¿Usan carne... enferma para hacer crecer este bosque oscuro? - preguntó anonadado. Si el Cabo sabía eso era porque Seldocha, posiblemente en el rato que estuvieron a solas los oscuros con ella, se lo confesó. No recordaba que comentara semejante atrocidad en público. Carne enferma y putrefacta por culpa de ritos oscuros que alimentaban la creación de un bosque oscuro y afectaba a la fauna, con entrañas oscuras. El jaguar comprendió aquella aberración y un sentimiento afloró en su pecho: la ira.

El joven lo tenía bien claro ahora. No tendría remordimientos ni dudas en acabar con cualquiera de aquellos abominables individuos. Y posiblemente tampoco en las pobres víctimas, para darles un descanso de una vez.

Atendió a Barril y al no dar ninguna orden específica para él, se acercó a la puerta con el Cabo y Lagrimita, por si hacía falta más brazos para mover la tranca que cerraba el portón.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Lombriz se preguntaba muchas cosas, delante de aquel lugar apestoso. ¿Tan rápido había pasado el día sin que se diera cuenta? ¿Cuanto tiempo habían estado luchando? ¿Horas? A él no le había parecido tanto, unos minutos si acaso, pero no podía estar seguro, su cabeza funcionaba de aquella manera tan extraña, que hasta lo que parecía un ligero paseo de apenas un kilómetro, pareció haberlo recorrido en dos horas. O tres, o cuatro. Se encogió de hombros.

-Hmm- A saber.

La noche estaba casi sobre ellos, y Lombriz, de nuevo, tuvo la sensación de haber perdido el tiempo tan solo pensando las órdenes de Barril. ¿Escalo, no escalo? ¿Saco mis armas, las guardo?

Y como por acción de la 'Majia' obrada por el mismísimo Serpiente, el reloj había corrido con una aterradora velocidad. Hasta el discurso del cabo pareció haberlo escuchado días atrás, ¿O semanas?.

Lo único que sacaba en claro era el hecho de que muchos se les acercaban, y que estaban allí parados como pasmarotes. Si por él fuera, estaría todo este asunto bastante claro. Tenía ganas de entrar en calor.

-Hmm- Acarició su redoma de fuego.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

En un principio ignoré la pregunta de Barril y como única respuesta me vio acercarme a la puerta de la prisión de madera. Posé la mano sobre una de sus dos hojas y comencé a inspeccionarla. Su aspecto, su forma, sus dimensiones… Todo era importante para llevar a cabo lo que tenía en mente, que podía o no tener que ver con lo que se me pedía. Pero no solo era eso, quería también otro tipo de detalles más sutiles que podían terminar resultando útiles en algún momento.

Tras observar las bisagras di por terminada la inspección. Sonreí, divertido, ante la excitante posibilidad de poder volver a usar la magia y, entonces, me dirigí al Cabo.

- Hasta lo imposible es posible cuando media el tiempo.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

Asintió a las palabras de Barril. Y fue un gesto que cruzaba espacio y tiempo. Ahora entendía completamente a Seldocha y su deseo de acabar con la vida de Adriana. No era un gesto fúltil. No era una venganza. Era un acto de piedad. Y la diamantina dureza del rostro de la mujer joya se quebró y adquirió matices bajo aquella nueva impresión.

-Hay corrupción, una corrupción inducida quizá, tal y como dices, para alimentar con su hedor y podredumbre este bosque, maldiciéndolo, volviéndolo antinatural. También es cierto que tenemos un trabajo y que debemos acabar con él, pero que los corruptores se enfrenten al fruto de su trabajo me parecería un acto de justicia divina. Pero todo se verá.

DÉCIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 15, DÍA DEL SOL.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRIS OSCURO. HACE FRÍO.

- "No detecto magia en esas puertas. Ni en general, por todo el lugar. Sin embargo, no me cabe duda de que todo esto es antinatural..." -