Partida Rol por web

- "Teniente, como ha dicho Ponzoña, Rastrojo salvó a Enmascarado de morir en la hoguera. Debería ser recompensado." -

Analista asiente.

- "Es justo que así sea. Matagatos, tú le conoces bien, ¿qué sugerirías?" -

-Así lo haré -dijo escuetamente Lengua Negra a las peticiones de Analista, mientras su mirada resbalaba sobre el fuerte Chuda. Aquel nombre le trajo reminiscencias del pasado, unidas a la persona de Khadesa, aunque no terminaba de situarlas en su presente estado. Analista había terminado con lo que su padre había comenzado. Lo había desposeído de sus últimas obligaciones para con los Hostigadores. El cordón umbilical había sido partido, cortado y nacía, llorando en silencio, a un nuevo mundo.

Khadesa había estado callada, y muy quieta, casi pétrea. Seguía con los ojos entrecerrados y los labios apretados los acontecimientos que iban desgranándose ante sus ojos, el juego cruel de sentimientos, de autoridad, de obediencia. Un juego afilado como la hoja de una navaja, e igual de peligroso.

Pensaba. Calibraba cada decisión, y no podía tragar toda la hiel vertida. La Compañía Negra ya la había decepcionado una vez, cuando se abstuvo tranquilamente de juzgar un acto como el de Rastrojo con ella, decían que cuidaba de sus gentes, pero no era verdad. La Compañía era despiadada e inhumana. Sólo las personas, tomadas de una a una, eran sensibles. Pero no cuando se las tomaba en conjunto, bajo la enseña de la Calavera.

¿Qué debía hacer ella? Matagatos había acatado las órdenes, su hermano había callado. Lengua Negra las había acatado, aunque por sus ojos y en el tono de sus palabras se concentraba la amargura y la rabia, el orgullo truncado. Habían segado un altivo brote cargado de promesas de fruto, dejándolo sólo en astillas para quemar. Ponzoña las había acatado, su sentido del honor le había hecho hablar a favor del chamán, pero no del oscuro. La quinta sintió una punzada en el estómago, una vez más cabeza y corazón miraban en direcciones distintas.

Serpiente había sido sincero, llano. No iba con él el acato, y fiel a su principio así lo había expresado. Había sentado las bases de la realidad, había hablado claro. Y lo acababan de expulsar de la tienda.

No, el Alto Mando no quería consejeros. Quería marionetas. Entonces, ¿...ella?

-Teniente, preguntas si alguien quiere añadir algo. Yo lo haré.

Se abstuvo de mirar la reacción de Matagatos. La sabía, perfectamente. Por eso siguió hablando, antes de que le impidiera continuar.

-Analista, Capitán. Me nombrásteis consejera de los Hostigadores. No soy estratega, no puedo opinar acerca de cómo se han llevado las batallas, ni siquiera las he presenciado. -Lo dijo antes de que se lo echaran en cara, era consciente de ello.- Pero sé cuando alguien está en el lugar que le corresponde, y cuando no. Y creo que la Compañía se equivoca con Lengua Negra. Colocarlo entre los Campamenteros, aunque sea en su frente, es degradarlo. ¿Por qué? Ha estado a punto de morir por la Compañía ¡dos veces! ha derramado más sangre que muchos, ha mantenido su ímpetu y su equilibrio a pesar de eso. Es comedido, es inteligente, y ha cumplido con su cometido con eficiencia. ¿Sólo porque es discreto su hacer hay que probar aún más su temple? No creo que merezca tal castigo. Por mucho que se vista a eso de premio, y no de lo que es, una humillación.

Estaba dicho. Tenía que decirse, por justicia, se lo debía. Y sólo podía decirlo alguien ajeno al escalafón de autoridad de la Compañía. Alguien como ella.

Matagatos vio como Serpiente salía de la tienda echado por su indisciplina. Si no conseguían que se comportara ni allí como querían que lidiara con él todos los días. Aquello no podía terminar bien, pero Matagatos se prometió a si mismo hacer todo lo posible para que funcionara de alguna manera. Si los mandos y los otros magos no tenían nada que decir al respecto de la fuente de la magia de Serpiente, él tampoco era quien para decir nada, aunque le seguía pareciendo peligroso y despreciable.
No dijo nada ante la nueva incorporación de su pelotón, simplemente asintió con la cabeza.

¿Ikharus?

Conocía bien al padre de Serpiente, era uno de los rufianes más famosos del Campamento, pero no creía que alguien de su calaña encajara bien como soldado. Al igual que su hijo seguramente solo les traería problemas. Además, como parecía tradición en la Compañía Negra, las relaciones con su hijo nunca habían sido buenas.
Escuchó también al Teniente. Si Lengua Negra ya iba a ser ascendido tendría que elegir un nuevo nombre. Miró a su primo de reojo y sonrió, esperaba que ese pequeño reconocimiento por parte de los mandos consiguiera en parte aplacar la dececpción del nuevo mando que le habían proporcionado.

-Yo también me alegro que por fin Rastrojo haya demostrado ser útil a la Compañía Negra, pero ni siquiera es un Hermano Juramentado y otros han acumulado muchos más méritos que él. Uro será el hombre elegido entonces.

De los compañeros que se habían quedado con él había sido uno de los más temibles en batalla y gracias a su poderío físico había impuesto un ritmo de muertes vertiginoso, además de proteger a varios compañeros. Attar había demostrado también una gran valentía, pero aún era muy joven y seguramente pronto recibiría su ascenso, así que podría esperar un poco más. Tampoco quería dejar a los K'Hlata con el solo ascenso de Ponzoña cuando ellos representaban la mayoría de los guerreros.
El Teniente expuso el objetivo siguiente. Sería atacar el Fuerte Chuda, un sitio clave para impedir la entrada de más tropas en el país. Tres días serían los que tenían para poner a todos los heridos en condiciones de volver a luchar. En algunos casos sería difícil pero haría todo lo que estuviera en sus manos.
Tras eso pareció que el tema de Rastrojo volvía a la palestra. ¿No se iba a librar de su nombre nunca? Quizá pudiera hacerlo de la misma manera que algún día lo haría con Serpiente.

-Como he dicho, Rastrojo no es Hermano Juramentado aún, aunque se ha ganado ese honor. Para algunos sería suficiente ya, pero para alguien como él, al igual que para Serpiente o para el resto de chamanes y magos, los títulos y honores de soldados quedan algo escasos ante sus capacidades. Creo que para él sería un honor ser nombrado oficialmente chamán de la Compañía Negra y al igual que Serpiente ganarse un estatus y un lugar entre sus semejantes y sobre todo la independencia de actos y la libertad de movimientos que ello conlleva.

Eso era lo que más le importaba, si no podía hacer nada más, al menos quería librarse de ellos. Si eran nombrados magos y chamanes oficiales deberían permanecer junto al resto de magos y chamanes, no tenía que caragar con ellos como si fuera una niñera.
Pensó que la reunión terminaría pronto, aún tenía una conversación pendiente con Serpiente, mucho que hablar con Lengua Negra y sobre todo atender a los heridos recién llegados con algo más de calma. También tenía que hablar con su hermana más tarde y decirle algo. Y fue ella quien precisamente intervino cuando el Teniente inquirió para hacer más preguntas. Hizo un gesto para detenerla pero se quedó a mitad de camino cuando se dio cuenta que ya era demasiado tarde.
Todos estaban de acuerdo con sus palabras, pero una vez tomada la decisión sería inútil discutirla y menos con la tienda llena de todos los oficiales.

¿Por qué no te has callado la boca?

Miraba a su hermana esperando que eso le hiciera parar pero ella evitaba su mirada, probablemente consciente de cual sería su reacción al escucharla. Apretó con fuerza los puños, no quería que Khadesa acabara fuera de la tienda de la misma manera que su primo, por mucho que llevara razón en sus palabras.

Lengua Negra miró a Khadesa, aquella belleza salvaje de ojos felinos y palabras que laceraban como zarpas. Se había puesto en evidencia, al igual que lo había hecho Serpiente, quizá por motivos distintos, quizá por idénticos. Pero en ella y en su mensaje habían dos aspectos estrechamente unidos. El cariño que podía sentir por él y la consciencia de que la Compañía era una amante cruel que debería cambiar su caprichosa y dictatorial forma de ejercer. Por su culpa, sentía que dos de las personas que más amaba se habían colocado entre la espada y la pared, que por defenderlo se habían situado en una posición muy vulnerable. Y el futuro próximo exigía que estuvieran unidos. Un cisma, una ruptura, un acto de rebeldía tan solo los perjudicaría. Sí, era necesario un cambio. Había algo que los mayores no alcanzaban a ver. Eran la última generación de oscuros. Se sabían los últimos, sabían su destino, conocían su futuro. Matagatos y Dedos, Khadesa y Ponzoña. Ellos eran el futuro. Y nada podría cambiarlo. Más a pesar de ello, era preciso intervenir. Era necesario decir algo, aunque las palabras arañarán como cristal contra su garganta.

-Khadesa, prima, Quinta Pitonisa. Agradezco tu intervención, más de lo que mis palabras vayan a demostrar. Mas consejo no es juicio. Si el nombramiento del que he sido objeto es castigo, lo asumiré, pues será indicativo de que lo merezco. Si es confianza en que lograré consolidar el grupo de Campamenteros como fuerza de choque y defensa, procuraré responder a dicha confianza. Quizá sea el puente que una de forma más sólida a Hostigadores y Campamenteros. Sea como sea, tengo una obligación que cumplir y que excede a mi persona o deseos personales. Fui educado para ello y no sé actuar de otro modo. Tan solo espero no defraudar. Ni a mis futuros hombres, ni a la Compañía, ni a vosotros que tanto amo. Y en virtud de mi nombramiento, quisiera pedir un favor de índole personal al Capitán -dijo mirando a su padre-. Sé, sabemos, que las críticas no son bien aceptadas. Hoy, ahora, aquí se han dicho cosas en virtud de la libertad que se nos ha concedido para hablar. Deseo que no haya repercusión alguna, que se acepte cuanto se ha dicho como lo que es. Una muestra del respeto, del cariño y de la consideración que me tienen aquellos que me aprecian y aman. ¿Cuento con esa prebenda?

- "¡Bah, tampoco es para tanto lo que haya hecho mi Aprendiz! ¡Tiene suerte de que le dejen convertirse en un juramentado! Estoy con Matagatos, eso ya es sobrada recompensa para alguien como él. Pero si no es más que un Mestizo..." -

Escupeculebras mira con severidad a Matagatos debido a la acerva crítica de éste hacia todos los Magos en general.

Sedoso clava sus fríos ojos sin vida en los ojos llenos de fuerza y aún de ingenuidad de Matagatos.

Tragasapos sonríe divertido por la contrariedad de sus pares.

- "Matagatos no puede perdonar a Rastrojo por las afrentas pasadas contra su hermana, la Quinta Pitonisa y seguidora de campamento lenguaraz. Y Lengua Negra quiere que todos sean perdonados.

Lengua Negra, ¿qué perdón otorgarías a Rastrojo, el humilde mozo de cuadra que mañana tomará el Juramento?" -

- "No vamos a hablar aquí de castigo alguno. No ha habido tampoco motivo para ello.

El nombramiento de mi hijo como líder de los Campamenteros no es una humillación ni es un castigo. Es una simple cuestión de deber. Es el más capacitado porque ha sido educado para ello desde la cuna, y porque lo lleva en la sangre.

Y no hay más que hablar.

Podéis retiráos. En dos días se os informará de los planes de batalla.

Que los hombres descansen, coman, beban, añoren a los muertos y celebren los triunfos. Que se preparen, que se curen. Que los que puedan se entrenen.

Y ahora marchad." -

Lengua Negra como siempre había acudido al rescate y esperaba que gracias a su intervención las palabras de Khadesa no fueran tenidas en cuenta, si la echaban a ella de la tienda no sabía cual sería su reacción.
Matagatos notó la mirada de los magos clavada en él. No comprendía el porqué si tan solo había hecho con sus palabras un reflejo de lo que eran en realidad, seres extraordinarios con capacidades superiores. Quizá el hacerlos sentirse especiales y fuera de los rangos militares les había molestado, pero nunca los había oído quejarse cuando hacían uso de sus privilegios en cuanto a libertad de movimiento o el no tener que hacer otras tareas a las que el resto estaban obligados. De todas formas le dio bien poca importancia, tenía cosas más importantes que hacer que preocuparse por el ego de los magos, como atender a los hombres que habían llegado gravemente heridos hacía un rato. Estaba claro que los ánimos entre los principales estaban caldeados, probablemente, aunque no lo admitirían las cosas no estaban saliendo como habían planeado en un principio y parte de la culpa la estaban pagando ellos. Por supuesto Lengua Negra era el mayor perjudicado, por mucho que su padre intentara disfrazar sus intenciones. Aquello era todo lo que negaba: un castigo y una humillación. Decir que alguien era el más capacitado para dirigir al peor pelotón de la Compañía Negra era un insulto en toda regla. Su primo estaba capacitado para dirigir a cualquier otro pelotón pero usarlo para aquello era echar perlas a los cerdos. A estas alturas hasta Rastrojo podría hacerse cargo de ellos.
Cuando el Capitán dio por finalizada la reunión hizo un gesto marcial de despedida y se acercó a la entrada para apartar la tela que tapaba la salida y permitir que su hermana y el resto pudieran salir delante de él. Allí nada los retenía ya.

Había dicho lo que pensaba. Lo que sentía. No había servido de nada, aunque eso ya lo imaginaba, o lo sabía. 

Bien, en realidad había servido de algo. Había puesto en claro su punto de vista, y no se arrepentía. Había sido peligroso, la actitud de Matagatos lo confirmaba, aunque ella ya era adulta, era una mujer capaz de tomar sus propias decisiones, y aceptar las consecuencias de éstas. Y había servido para aliviar al menos en parte la herida con la que Lengua Negra salía de la tienda. 

No miró a nadie cuando salió, ni a los Mandos en general, ni al Capitán, que hablaba de "su hijo" como si la sangre fuera excusa para humillar, como si el hecho de la paternidad justificara algún tipo de propiedad. Ni a Matagatos, que apartó la lona de la entrada y la dejó pasar, casi en una súplica de que saliera de una vez, instándola a dejarlo correr. Ni siquiera a Ponzoña, que seguía erguido, respirando como el hiena que era, rumiando su reacción, contenida y ensimismada. Y mucho menos a Lengua Negra, porque su mirada se habría llenado de lágrimas si la hubiera posado en él. 

No, Khadesa salió de allí con la mirada fría puesta en ningún sitio, y la frente ardiendo, su pensamiento puesto en alguna parte demasiado interior como para que nadie adivinara su contenido.

Lengua Negra estuvo tentado de permanecer en la tienda de mando para solucionar lo antes posible el tema del reparto del botín, pero la simple presencia de su padre le asqueaba y la mera idea de compartir el mismo aire más allá de lo imprescindible, aguijoneaba su estómago con unas punzantes arcadas que contenía casi estoico. Y cuando Matagatos abrió la tela de la puerta, salió por ella, obviando cualquier saludo o palabra.

Fuera, parpadeó ante la luz, y aspiró el aire como si fuera la primera vez que lo hiciera.

Ponzoña fue el testigo mudo de aquella extraña escena. Podía compartir algunos de los juicios que allí se habían vertido, aunque no las razones de los mismos. No obstante, fiel a su espíritu de guerrero Hiena se mantuvo imperturbable, incluso cuando Khadesa habló. Ella era una pantera y sabía pelear y luchar. Había nacido para caer de pie y no para que otros batallaran en su nombre. Y en cualquier caso, sus palabras no habían merecido la reprobación o un castigo por parte de los mandos, momento en el cual hubiera estado en la tesitura de elegir,momento en el que hubiera perdido, adoptase la posiión que adoptara. Para él, aquel comportamiento fogoso carecía de lógica pues solo a través de la astucia podía sobrevivirse.

Y cuando llegó el momento en que fueron despedidos, se limitó a saludar marcialmente para a continuación tomar de la mano de Matagatos la tela que servía de puerta. Un simple gesto de cabeza fue cuanto hizo para indicar a su líder que él sería el último en salir, un parapeto que evitaría cualquier última acción procedente de la tienda. Khadesa había sido la primera en salir, seguida de Lengua Negra. Ahora era el turno de Matagatos.

- Todos salen de la Tienda de Mandos: Matagatos, Khadesa, la Sargento Vientos, el Cabo Lemur, el Cabo Barril, Lengua Negra, la Sargento Falce, el Cabo Berrinche, el Cabo Cortaplumas, Ballestero, y Ponzoña.

- "Buenos días a todos." -

El Capitán señala un mapa del territorio.

- "Hemos sabido por medio de nuestros Magos que el Primer Pelotón, con Portaestandarte y el Sargento Rompelomos, ha destruido sin sufrir bajas al Octavo Grupo Operativo del Triplete. Además, han recibido refuerzos del hechicero chondeloriano Potestad y las fuerzas de la bruja Sesvolea se dirigen a apoyarles.

Tengo plena confianza en que Portaestandarte y Rompelomos lograrán destruir al grupo enemigo denominado "Inmortal" y despejar así las rutas hacia Idon y Dadiz, vitales para reactivar la congestionada economía de Cho'n Delor.

Gracias a los esfuerzos de Ponzoña y Lengua Negra conocemos la posición aproximada de todos los grupos enemigos en territorio de Cho'n Delor.

Hay fuerzas enemigas entorno a la Pirámide de M'i, un punto estratégico por razones mágicas, pues al parecer es importante para la magia del Señor del Dolor. Una orden de monjes chondelorianos protege el lugar, pero necesitarán ayuda.

Esta misma mañana partirán hacia allí el Sargento Virote con el Cuarto Pelotón y los Comunes de la Coronel Mindy. Les acompañarán Escupeculebras y Caratótem. Su objetivo es tomar por sorpresa al grupo enemigo conocido como "Segadora" y acabar con ellos.

Eso nos deja sólo a un grupo enemigo en territorio de Cho'n Delor, justamente los que se interponen entre nosotros y el estratégico paso de la Puerta de Galdan. Se trata del grupo "Chuda" y es prioritario vencerlo en el menor tiempo posible y ocupar su posición. Se trata de evitar que el enemigo siga enviando refuerzos y suministros a sus tropas y conseguir así controlar el territorio de Cho'n Delor y librarlo de enemigos.

El grupo "Chuda" se encuentra acuartelado en un fuerte y cuenta con algo más de cien Fantasmas Irredentos, liderados por la noble del Triplete Chuda y su guardaespaldas Chugrat, un poderoso y muy peligroso guerrero.

La clave para vencerles es la velocidad, y evitar que puedan recibir refuerzos y ayuda desde la Fortaleza de la Puerta de Galdan.

Formaremos dos grupos de ataque. El primero bajo mi mando partirá hoy mismo para situarse en posición entre el Sur, entre el Fuerte Chuda y la Puerta de Galdan. Ese grupo incluirá al Primer Pelotón, y a los Magos Tragasapos y Sedoso.

El segundo grupo estará liderado por el Teniente y compuesto por los Pelotones Tercero, Quinto y Sexto, y el Mago Serpiente.

Ese grupo partirá mañana por la mañana y atacará el campamento Chuda desde el Norte justo al alba de pasado mañana. Justo en ese mismo momento atacará mi grupo. Necesitamos que ambos ataques sean simultáneos para confundir y dividir al enemigo.

Los seguidores de campamento permanecerán aquí bajo el mando de Analista y con la protección del Séptimo Pelotón del Cabo Cortaplumas.

Eso es todo señores. Prepárense, dispongan a sus hombres, y buena suerte." -

- Ponzoña y Serpiente entran en la Tienda de Mando.