Partida Rol por web

La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Tierras de Cho n Delor: Grupo I.

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10/04/2013, 09:14
Campaña.

Campaña asintió y se adelantó para decir lo que pensaba, o al menos tratar de explicar sus motivos. No parecía que fuera a servir de mucho pero Analista le había dado permiso para hablar y aprovecharía la oportunidad.

- Campaña cree entender - dijo para empezar.- Pero Campaña cree que el enemigo debe saber que La Compañía Negra no perdona el deshonor... Campaña valora el honor, para Campaña es importante, pero el enemigo es rastrero y Campaña lo odia. Ellos queman a Enmascarado, ellos atacan por la espalda, ellos matan a amigos... La Compañía responde y ahora ellos saben.

Campaña se mantuvo en silencio un instante, todo aquello era cierto aunque todos los presentes sabían de sus verdaderas intenciones, de modo que no se molestó en ocultarlas.

- Campaña quería que el primo fuese vengado - dijo bajando la mirada.- Pero Campaña sabe que no estuvo bien...

Se retiró de nuevo dando un paso atrás y esperó a que los mandos decidieran.

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10/04/2013, 09:52
Ponzoña.

Ponzoña se mantuvo hierático como un ídolo tallado en piedra, sus ojos de carbón clavados en Analista que hacía de la muerte del Caballero del Triplete a manos de Campaña un juicio público. ¿Qué sentido tenía aquello? Ni uno solo de los miembros del Campamento culparía a Campaña de aquel acto. Era más, muchos de los que ahora miraban con severidad a su hermano habían sido testigos de lo ocurrido y no habían hecho nada por impedirlo. Aquel Campamento no estaba regido por los Hostigadores, sino por el alto mando, y en ningún momento habían dispuesto una guardia junto al prisionero para impedir que cualquiera se acercara a ellos. Aquella era una tormenta baldía, una lluvia inútil sobre la tierra excesivamente seca de la sabana. Solo ruido. ¿Qué iban a hacer con Campaña? Era un gran guerrero. De los mejores. Bajo su mando y a sus manos habían caído los enemigos como briznas de hierba pisoteadas por un bufalo. Azotarlo carecía de sentido. El acero del que parecía estar hecho haría que no sintiera dolor, aunque las heridas lo mermarían, como la ubre de una hembra con demasiados cachorros. Matarlo provocaría una estampida en el seno de la Compañía y ante el pensamiento de tal posibilidad, el Hiena sintió que su mano se convertía en una garra dispuesta a aferrar la maza y destrozar cráneos.

¿Qué castigo pediría Analista? ¿En ejemplo de qué quería transformar a su amigo y hermano?

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10/04/2013, 11:04
Loor.

Loor, tras sus palabras, empieza a alejarse dispuesta a hablar con Odio y en ese momento observa la conversación entre Analista y Campaña. Pero sobre todo mira el gesto, el comportamiento, la mirada de Ponzoña. Sabe que debería callarse, eso sería lo mejor, lo más sensato. Pero Campaña es... Campaña. Y Ponzoña a pesar de sus errores es alguien a quien respeta. Probablemente Loor recuerda bien la diferencia entre los castigos que se han ido dando en la compañía. Probablemente recuerda el comportamiento de Ponzoña cuando fue ella, Loor, la que se pronunció contra el castigo que se puso a Tarado. Tras mirar a Odio, esperando que se acerque a ella, y espere un momento, se aproxima al lugar en donde están Campaña, Analista y Ponzoña, junto a los oficiales. Y mira a los oficiales

- Mis señores... -dice en un perfecto oscuro- Una hermana pide permiso para hablar en defensa de su hermano, antes que se dicte sentencia y se le castigue por lo que ha hecho  

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10/04/2013, 11:11
Rastrojo.

Aunque no dijo nada, las palabras de Sino y de Ikharus le reconfortaron. Sobre todo las de Ikharus, que era un Oscuro y los Oscuros no solían mostrar esa bondad con un mestizo como Rastrojo. Sí señor: humilde y cuerdo. ¿Existen acaso adjetivos más acertados para acompañar al mejor chamán de todos los tiempos? Sí: farneuco, que en Oscuro significa "importante entre los importantes".

A lo lejos Serpiente soltaba bocanadas de aire carraspeadas en su garganta. Quizás se estuviese riendo de Keropis, con el que estaba hablando. Quizás significase que se había atragantado y estaba a punto de morir ahogado. Si había suerte, sería el segundo quizás.

Un puñado de K'Hlatas seguían junto a la hoguera, haciendo una ceremonia más íntima para despedir a los caídos.

En otro lado, Campaña, que la había vuelto a liar.

Una gallina escapada del corral era perseguida por un seguidor de campamento más allá.

Y los fantasmas de los difuntos, como cualquier otro miembro de la Compañía, empezaron a disgregarse después de haber asistido al funeral y haber asentido a las palabras del chamán.

Sí, esta era la Compañía Negra que Rastrojo recordaba. La misma de hace ocho meses. Un sitio acogedor, después de todo. Palmeó el brazo de sus dos fans a modo de despedida. Y se fue a dormir, que ya toca. Tenía que estar bien despejado para pedirle mañana al idiota (idiota porque se dejó capturar por el Triplete) de Enmascarado. Aunque el cubo de agua que le había echado Ponzoña le había servido para mitigar el trance de las hierbas, algo de sueño también ayuda a ese mismo menester.

Notas de juego

Entrenamiento ligero. Rastrojo practicará con su nuevo machete.

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10/04/2013, 18:11
Pipo.

Ajeno a todo lo que no fuera su sueño, Pipo se estremecía de vez en cuando, quizá soñando con los tiempos en que estaba entero, antes de que su mente fuera dividida como un melón.

Jis jis jis, reía de vez en cuando. Luego se volvía a estremecer, o roncaba bajito.

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10/04/2013, 18:48
Serpiente.

- ¿Y qué tiene que ver la intuición que mencionas con todo lo demás?- Sonreí.- Pero da igual, si la respuesta que esperabas era la que ya te he dado, supongo que ya hemos terminado. Has obtenido lo que esperabas y como nada deseabas, debes estar la mar de contento.

Y dando el asunto por zanjado me alejé del ermitaño buscando cumplir la idea que se me había ocurrido durante la ceremonia oficiada por Rastrojo.- Y la fiera gritó, un grito que un tajo tornó agudo- murmuré con una sonrisa aviesa mientras me aproximaba al “hombre” que buscaba.

- Guepardo…- le saludé.- ¿Sabes? Estaba pensando en ti.- Sonreí.- Las desgracias ajenas son oportunidades para muchos otros- comenté como si no diese importancia a lo que decía. Parecía un tema de conversación como cualquier otro...- ¿No lo ves? He aquí un ejemplo- Abrí los brazos abarcando entre ellos el campamento.- La gente afligida llora por sus muertos mientras buitres y gusanos se dan un festín con sus cuerpos. Pero carroñeros y alimañas no son los únicos que sacan provecho de la desgracia. Los muertos son usados como excusa para más lealtad, más hermandad, más venganza y más batallas.- Meneé la cabeza aparentemente apesadumbrado.- Una pena. Una verdadera pena… Ellos pueden valerse de su nombre y su memoria para sus propios fines, pero yo no puedo juguetear con sus cadáveres. Es tan injusto...- Sonreí.- Son unos egoístas y unos hipócritas. ¿Pero tú qué opinas, Guepardo?

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10/04/2013, 19:21
Caracabra.

Caracabra escucho de refilón las palabras de Serpiente, y no pudo evitar poner mala cara. Tanto jugar con la muerte tendrá su precio, los espíritus de los muertos te harán lo mismo que les has hecho a ellos. El jorobado no quería desearle el mal a nadie, pero el brujo se estaba cavando su propia tumba. Recordó lo sucedido tras la batalla y se le revolvieron las tripas.  Que los espíritus de los muertos no te oigan Serpiente. Fue lo máximo que pudo decir, el mago siempre le había infundido terror.

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10/04/2013, 20:38
Manta.

Manta se alejó del lugar en cuanto hubo escuchado las primeras palabras de Rastrojo, y se sentó solo, en silencio, en un lugar oscuro y apartado del campamento. El chamán hablaba por hablar, sin conceder la menor importancia a lo que representaban sus palabras. El soliloquio le irritaba, y no tenía intención de oír nada más.

Mientras descansaba esperando la cena, si es que iba a haber cena, vio acercarse una conocida silueta encorvada. El rostro de Caracabra se hizo visible frente a él, y la misa pregunta que le había hecho cuando se habían visto esa mañana escapó de sus labios. Manta bajó la cabeza un instante y esbozó una sonrisa triste. El jorobado era un hombre simple, quizás más que él, pero no intentaba luchar contra ello. O, si lo hacía, lo guardaba bien adentro de su retorcida figura, oculto de la vista de los demás.

—Apenas he podido entrenar —respondió suavemente—, recibí una herida profunda en el costado, y la acabo de sanar. Aunque me he ocupado de que Derviche no se matara entrenando por su cuenta. Y tú, ¿estás bien? ¿Has hablado con Khadesa?

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10/04/2013, 22:30
Tarado.

Me había retirado a mis aposentos, si así se le podía llamar a las pocas posesiones que tenía, con la intención de dormir. Pero la ira me invadía y no era capaz de conciliar el sueño. Aquella guerra no tenía sentido para mí, como tampoco lo tenía nada de lo que ocurría alrededor. Había metido la pata hasta el fondo, y sabía que le debía una disculpa a Lengua Negra, pero dudaba que hablar en este caso fuese a aportar algún beneficio. No haría más que estropearlo. Y la ira y el orgullo no me permitirían hablar juiciosamente, por otra parte. Odiaba a la Compañía, odiaba a Lengua Negra, pero sobre todo me odiaba a mí mismo por el sencillo hecho de no ser capaz de comportarme como se esperaba de mí. Sin embargo, aún había algo que podía hacer. En primer lugar, meditar, para intentar aplacar la ira y el odio que me aplacaban. Tras una meditación, que me llevó un largo rato, volví a salir, más calmado, pero aún bastante irritado por los sucesos, a la zona de convivencia de la Compañía.

La impaciencia por conocer mi castigo era una de las cosas que más inquieto me tenían. Aunque el castigo fuese molerme a palos, como habían hecho en su momento con Sacorroto, quería conocerlo cuanto antes. Seguro que sería un terrible castigo. Quizá me cortaran la lengua, o me mandaran a la primera línea de batalla, aunque eso no me daba tanto miedo. Lo había hecho una vez y había salido vivo, seguro que podía hacerlo de nuevo. "Con un poco de suerte" pensé con un ácido sentido del humor, "me mandan de parlamento a los del triplete, a ver si los desmoralizo con mi verborrea."

Fuese lo que fuese, prefería tener conocimiento de ello cuanto antes.

Notas de juego

Entrenamiento ligero.

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11/04/2013, 08:48
Analista.

- "Entendemos tus palabras, Campaña. Entendemos tus actos. Pero no era decisión tuya el ajusticiar o no al prisionero. Debes lealtad y obediencia a la Compañía y a sus mandos, pues así lo juraste, aunque hoy pareces haberlo olvidado.

Esta es la segunda vez que actúas por tu cuenta, decidiendo sobre la vida y la muerte de un modo que no te corresponde.

Por eso, hoy recibes dos castigos. El primero, la reprobación de la Compañía." -

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11/04/2013, 08:48
Teniente.

El Teniente se adelanta y propina rápidamente dos fuertes bofetadas a Campaña, una en cada mejilla.

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11/04/2013, 08:50
El Cráneo de Plata.

CAMPAÑA:

- El dolor físico es completamente inexistente.

- El dolor emocional, en cambio, es tan intenso que sientes que te van a saltar las lágrimas.

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11/04/2013, 08:54
Analista.

- "El segundo castigo es que, puesto que has olvidado tu Juramento, deberás recordarlo y volver a aprenderlo de nuevo.

Serás hermano juramentado cuando demuestres que eres capaz de obedecer órdenes, capaz de controlarte y capaz de ser digno de la confianza de tus hermanos, y no un peligro imprevisible, a punto para estallar en cualquier momento." -

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11/04/2013, 08:55
Teniente.

El Teniente suelta el broche de plata con el emblema de la Compañía y le retira a Campaña el broche y la capa negra.

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11/04/2013, 09:28
Campaña.

No fue capaz de mirar a Analista directamente a los ojos, se mantuvo con la cabeza gacha hasta que el Teniente le dio la bofetada. No le dolió lo más mínimo, pero le hizo darse cuenta de lo que venía después. Apretó los dientes con tal fuerza que pensó que sería capaz de arrancarse la mandíbula, cerró tanto los puños que casi habría podido triturarse los huesos de la mano, pero se mantuvo firme e imperturbable hasta que Analista le permitió que se marchara. Esa era la disciplina que había aprendido, la que siempre ponía en práctica y la que incluso había tratado de enseñar a otros compañeros cuando había tenido la ocasión. La disciplina propia de un Soldado, de un Hermano Juramentado de La Compañía Negra.

Cuando el Teniente le retiró el broche y la capa, Campaña quiso gritar, quiso llorar, habría estrangulado al Teniente con sus propias manos, pero la disciplina que decían que no tenía se impuso y el gigante de bronce se mantuvo quieto, a pesar de que era evidente que estaba haciendo un gran esfuerzo.

Se relajó ligeramente, miró su broche y su capa en manos del Teniente, y una gélida lágrima asomó por el borde del casco resbalando por la mejilla hasta caer y perderse entre la arena del suelo. No eran sólo un broche y una capa, eran todo lo que Campaña había deseado desde pequeño, eran respeto, eran honor, eran gloria y reconocimiento, eran protección, eran orgullo... fue como si le hubieran arrancado el corazón, como si le hubieran robado su vida.

Despojado de su posesión más preciada, Campaña pensó que explotaría de un momento a otro, que lo que allí se desataría tendría unas consecuencias nefastas para todos. Se vio a si mismo fuera de control y supo que aquello no podía ocurrir de ninguna manera. Se dio media vuelta y, marchando como el Soldado que era, se dirigió a grandes zancadas hacia la salida del campamento, dejando atrás unas gotitas de sangre que se habían desprendido tímidamente de sus enormes manos.

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11/04/2013, 11:17
Pelagatos.

Cuando la ceremonia terminó, me alejé para encaminarme a mi tienda y descansar largo y tenido. De ese modo mis heridas sanarían mejor y podría entrenar algo en los días de descanso, además de acabar de sanar a Orgullo. Pero entonces escuché algo que me hizo detenerme. No eran las palabras a Rastrojo, sin duda no merecidas, los que las decían debían estar delirando. No era el estúpido discurso de Loor, pues su Diosa no era la Diosa de los Oscuros, por lo tanto no tenían valor sus palabras, al menos para los caídos Oscuros. Tampoco era la canción de Reyezuelo, ni siquiera las risotadas de Serpiente. Era algo relacionado con Campaña, Matagatos y Ponzoña. 

Al parecer Campaña había ajusticiado a un prisionero, y no uno cualquiera, si no uno importante. Y lo había hecho motu propio, saltando por encima de las órdenes de los Mandos. Decía haber sido antes de que llegasemos, o tal vez mientras estaba ocupado explicando lo sucedido. Fuera cómo fuese, era un asunto importante y me quedé cerca el suficiente tiempo para ver lo que ocurría. Y la decisión del Capitán, aunque tenía sentido, no me la esperaba. Le quitaban su capa a Campaña, que aunque retrasado, mataba el doble de enemigos en el campo de batalla que la mayoría de soldados. Le quitaban su broche, por el que había entrenado toda su vida, el que había anhelado desde que era un niño. Recordaba cuándo jugábamos con espadas de madera, aunque ninguno se atrevía realmente a pelearse con Campaña, y él anunciaba a bombo y platillo que tendría su capa y su broche porque sería un gran soldado. No, no esperaba que ajusticiasen así a Campaña. Lo habría esperado a alguno de esos K'lhatas vagos que llenaban las escudras más bajas, pero no a Campaña. El hijo de Herrero. Campaña, al que le tenían aprecio por tonto y respeto por fuerte, perdonado siempre por ello, pues aunque podía causar problemas, sus acciones en la batalla lo compensaban con creces. 

Observé desde la lejanía como Campaña se alejaba con la cabeza gacha. Me parecía ver temblar sus puños, seguramente impotencia. Y me pareció ver de nuevo al niño que se alejaba llorando cuándo le decíamos que era muy tonto para ser soldado. Y por primera vez, me di cuenta de lo cruel que había sido con él cuándo eramos niños, siendo mi primo.

"Últimamente no dejas de pensar en la infancia. Pareces un abuelo."

O tal vez era la nostalgia de los tiempos más fáciles a las puertas de la muerte. 

Me alejé cuándo perdí a Campaña de vista y me metí en mi tienda, intentando dejar mi mente en blanco para tener un descanso largo y reconfortante.

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11/04/2013, 11:32
Loor.

Loor observa como Campaña se aleja y asiente. Su ofrecimiento para hablar no había sido atendido, pero atender o no una petición era privilegio del mando. Allí sobraba ya, con lo que tras saludar a los oficiales, y a Ponzoña, se retira

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11/04/2013, 12:19
Ponzoña.

Ponzoña guardó silencio, pero todo su cuerpo emanaba una sombría amenaza. El viejo asesino, aletargado, despertaba en sus entrañas y hacía que sus ojos brillaran como dos carbones en la fragua. Humillación y vejación eran la pena impuesta a uno de los mejores guerreros de la Compañía, a uno de los hombres del pelotón que él dirigía. Nunca se había premiado su valor y entrega. El juramento solo era una demostración de haber derramado sangre por la compañía mercenaria. Y ahora, cuando el hijo de Herrero había dado un traspié, era degradado bajo una falsa acusación. Desobediencia y falta de lealtad. La sangre del Hiena entró en un estado magmático, quemando venas, arterias y carne. Deseaba correr tras su amigo y hermano, mas sabía que  hacerlo sin contar con el permiso para ello solo complicaría las cosas, perjudicando a los Hostigadores. Por ello, su rostro, cincelado en piedra, solo miró a Matagatos confiando en que este hablara. De no hacerlo, él mismo lo haría. 

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11/04/2013, 14:21
Matagatos.

Matagatos observó atónito el castigo a Campaña y como su primo lo recibía estoicamente, haciendo gala de una fuerza de voluntad que en otras ocasiones le había faltado al actuar por impulsos, pero así era su primo y todo el mundo lo conocía y sabía como era y aunque no había estado bien lo que había hecho Campaña no razonaba como el resto del mundo. Temió que en cualquier momento se resistiera cuando le quitaran la capa, pero no lo hizo para alivio de todos. Aquello le dolería profundamente y eso se vio confirmado cuando una lágrima recorrió su enorme cara. A Matagatos se le hizo un nudo en la garganta.

Si Lengua Negra estuviera aquí sabría que decir para librarlo.

Pero Lengua Negra no estaba y tampoco estaría allí nunca más, los habían separado en otra estúpida decisión de los mandos, que parecían decididos a humillar uno a uno a sus hombres y por consiguiente a él. Habló finalmente, con respeto pero muy serio, conteniendo la voz para no mostrar su enorme enfado en aquel momento.

-Capitán, Analista, Teniente. Creo que es un castigo desproporcionado. No niego que lo que hizo estuvo mal y cualquier otro podría ser castigado por ello, pero no Campaña y no así. Lo que para cualquiera era un prisionero valioso, para Campaña solo era un enemigo, uno que había matado a muchos hermanos y que no merecía estar vivo y ellos muertos. No desobedeció ninguna orden porque en ningún momento le ordené que no lo matara, si lo hubiera hecho estoy seguro que no le habría tocado, así que en todo caso la culpa ha sido mía por no haber sabido controlarlo. Si es culpable de haber matado a un valioso prisionero porque desconocía que no debía hacerlo sería mejor que aprendiera que cosas puede y no puede hacer un soldado para que no las repita y proporcionarle otro tipo de castigo que entienda. Nunca entenderá que le hayais quitado la capa porque no es capaz de racionalizar las cosas como el resto y por eso sus acciones deben ser juzgadas de diferente manera. Si la información del prisionero era importante Serpiente puede conseguirla y la pérdida no será tanta, no podemos devolverle la vida al prisionero, pero si salvar el honor de dos de nuestros hermanos. Matagatos no olvidaba que la retirada de la capa de Campaña sería una grave afrenta también contra el Cabo Barril que seguramente se pondría enfurecido cuando lo supiera. Y si queréis un culpable y una capa tomad la mía pues es evidente que he fallado como líder en esta y otras ocasiones. Únicamente yo merezco ser castigado y asumo el castigo y la responsabilidad.

Matagatos estaba orgulloso de vestir la capa negra de la Compañía, pero prefería quedarse sin la suya antes que se la quitaran a su primo, o en todo caso compartir la misma suerte pues si Campaña no merecía vestir aquella capa no conocía a nadie que lo mereciera. Al menos él sabría soportar lo que aquello significaba y le daba igual que le tacharan de individualista o lobo solitario pues siempre lo había sido. Tan solo lo sentía por la pobre Palomita que le había apadrinado, pero habría tiempo y batallas suficientes en el futuro para volver a ganarse su respeto y estaba seguro que ella lo entendería. Conocía a Campaña y a Matagatos desde pequeños y habían jugado juntos así que sabría perfectamente porqué lo hacía. Miró a Loor, otra muestra de sus propios fracasos que aún no había aprendido donde, cuando y con quien podía hablar y después miró a Ponzoña, su segundo y el amigo inseparable de su primo Campaña. No quería ni imaginar lo que el hiena podría estar pensando hacer pero percibió cierto aire de amenaza en su mirada, lo comprendía pero ya había demasiados afectados por la muerte de un prisionero así que esperaba que lo que había dicho pudiera calmar al hiena. Se volvió nuevamente hacia los mandos y con rabia contenida llevó sus manos al broche de plata y se lo quitó. Dobló su capa con cuidado y respeto y puso el broche encima después se lo ofreció al Teniente con una mano mientras estiraba también la otra en un claro ofrecimiento de cambiar su capa por la de su primo y recibir él mismo el castigo correspondiente como último responsable de todas las acciones del imponente guerrero. Matagatos mantendría su palabra y se marcharía de allí con la capa de su primo o sin ninguna.