Partida Rol por web

Observa a Asesina, en silencio, sopesando sus palabras. Lentamente asiente en silencio. Había esperado que Michou fuera el que le pidiera ser su hermano de capa -francamente, era a él a quien había entrenado- pero puesto que el novato no se había acercado a él había dado por supuesto que habría encontrado a otro para ello. 

Acepto ser tu hermano de capa- dice finalmente- aunque no puedo compararme con las habilidades guerreras de Campaña- era completamente cierto. Tras decir esto, sigue como si tal cosa, entrenando. 

Cada uno de vosotros destaca en cosas distintas, tengo buenas razones para realizarte esta petición. Es todo un honor para mí tu aprobación, haré sangrar al enemigo en tu nombre en la próxima batalla -contesto usando mi mejor cortesía y sonriendo, por una vez, con sinceridad.

Tras conseguir mi objetivo me encamino de nuevo a la tienda de los heridos, para reposar algo más y recuperarme de mis heridas lo más rápido posible.

Guepardo había hablado y la explicación, acompañada de sus gestos, había sido de lo más cómica. Pero no reí, no en aquella ocasión, aunque aguardé con una sonrisa la respuesta de Khadesa. Una respuesta que probó ser decepcionante, como todo lo relacionado con la pitonisa.

- No es un intercambio de mentes, eso suena muy pringoso.- Reí.- Es transformaros el uno en el otro como yo me transformé en un cuervo, aunque un poco más complejo.- Miré a los potenciales sujetos, dudando si alguno de los dos era más complejo que un pájaro.- O igual… De cualquier modo, qué tienes que pensar. ¿Si se te ofreciese un tipo de comida nueva, dudarías? Una experiencia nueva, una sensación, un deseo, un sueño…  Una reunión- añadí con sonrisa aviesa.- ¿Vas a dejar que el miedo te lo arrebate todo? ¿Vas a dejar que el miedo rija tu vida? Porque si es así, mejor que no vivas. Qué aliciente tiene para ti la vida. ¿Vives solo porque estás viva? ¿La vida no es nada más que una rutina que el azar truncará un día?- Meneé la cabeza.- Convierte este en el primer paso del camino que el pestilente aliento oculta. No temas, respira por la boca o contén tu aliento si no te gusta, pero haz algo que no sea darte media vuelta.

Ahora quedaba esperar a que la señorita de las pes, doña Pitonisa Pusilánime, diera su respuesta.

-Tu discurso empieza a ser demasiado repetitivo, mago. He dicho que lo pensaré, y eso es exactamente lo que voy a hacer. Eso, y consultar con aquellos de los que has sido aprendiz. No te esfuerces en buscar argumentos, y menos en intentar hacerme saltar con alguna de tus lindezas para conmigo. No me emocionan tus frases de falso estímulo, Serpiente. Sé quién eres, y por qué te mueves. -Hizo un gesto con la cabeza, señalando su propia tienda.- Allá dentro, no hace tanto, me quedó claro. Te respeto, incluso creo que puedes hacerlo, te he visto manipular tu aspecto, te he visto transformar la piel de Ponzoña en una armadura de negras víboras. Sé de tu poder, y de tu ansia. Pero no es la mía. Te equivocas si piensas que tu hambruna de oscuridad y nigromancia es igual en los demás. Y confundes el miedo con la cordura.

Se dio la vuelta y anduvo unos pasos en dirección al centro del Campamento, dónde se veía a los tres magos de la Compañía y al Chamán hablar entre sí, como si estuvieran tratando algo importante entre ellos. Pero antes de ir hacia ellos de nuevo se giró un instante.

-Guepardo, no tengo miedo. No soy una cobarde. Pero debo estar segura de lo que hacemos, de las consecuencias que pueda tener, y de si es posible realmente. Y aunque no siento que sea una aberración, como pueda parecer a primera instancia, es posible que este ofrecimiento sea una trampa para nosotros, una que sólo traiga riesgos innecesarios y ningún beneficio en realidad. Si dejamos de lado el de satisfacer la soberbia de mi primo, claro.

Campaña había sido como un fantasma aquel día, los que estaban de guardia habían sido prácticamente los únicos que le habían visto, y no era de extrañar, puesto que había pasado poco tiempo en el campamento. Pasó la noche anterior fuera de las fronteras del campamento, entregado al entrenamiento y a sus propios pensamientos. Había vuelto por la mañana, pero no había hablado con nadie, se había metido en la forja y allí había permanecido gran parte del día. Más tarde salió de allí y volvió a abandonar el campamento para continuar con su entrenamiento en solitario. Cuando la noche estaba a punto de caer, decidió volver para asistir a la ceremonia, a pesar de sus circunstancias actuales se alegraba por sus compañeros, y la Noche del Juramento era un momento de celebración que no se podía perder.

El Cabo Barril se acerca a su sobrino Campaña y le palmea la enorme y acorazada espalda.

- "¡Ánimo mozo! Esta es noche de jarana. Celebramos vuestra victoria y está bien visto beber hasta perder el sentido." -

- Los Heridos pueden salir de la Tienda de los Heridos.

- Incluso los que están peor, como Peregrino o Lombriz, pueden andar un poco si se mueven despacito y con cuidado.

Lengua Negra aprovechó el breve tiempo entre el entrenamiento y la ceremonia para ir donde los seguidores de campamento. Una vez allí, entregó el aval porporcionado por Analista donde figuraba el inventario que debían proporcionarle.

-Me gustaría tenerlo para mañana a primera hora de ser posible -dijo antes de despedirse.

Tras ello, fue a asearse y prepararse para la ceremonia de jura.

Michou comenzó a buscar a Sino por todo el campamento, había pasado justo cerca de Asesina y Sicofante cuando esta le pedía ser su hermano de capa y él aceptaba, se le habían adelantado, pero no iba a perder la oportunidad, siguió buscando y finalmente dio con Sino, no habían hablado mucho, pero sabía que era una persona en la que en cierto modo podía confiar y de la que podía aprender y enseñar algo. Se acercó a él y le saludo inclinándose levemente.

- Sino, no nos conocemos mucho, pero se que te has ganado tu puesto en la compañía con trabajo duro y luchando por ello, creo que son motivos mas que suficientes para quererte como hermano de capa, si aceptas- palabras concisas y claras, nunca se le dio bien hablar demasiado, acababa balbuceando y diciendo tonterías-¿me concederías ese honor?

Sino escuchó las palabras de Michou... al principio sin muchas ganas y luego más atentamente cuando entendió que era una petición forma de ser su hermano de capa...

El rostro maquillado del explorador se volvió muy serio de repente. Cruzó los brazos y miró firmemente a Michou:

- Parecer sincero. Además Michou también ganar méritos para convertirse en hermano juramentado. ¿Estar dispuesto a acabar con muchos enemigos? - la pregunta podía parecer absurda pero para Sino tenía mucho sentido.

- No importa. Sino aceptar. Si Michou mata muchos enemigos será un orgullo para Sino. De lo contrario... o si Michou resulta una deshonra para la Compañía... el propio Sino acabará con Michou. - afirmó tajante y contundente.

Los poderosos brazos del guerrero afianzaron los hombros de Michou. - Michou estar contento. Ya tener hermano de capa y esta noche celebrar. Pronto Michou y Sino matar muchos enemigos. ¿Verdad? -

Guepardo escuchó las palabras de Serpiente arengando a la pitonisa para que aceptara. Pensaba que con ella no funcionarían, pues Khadesa no estaba  desesperada como si lo estaba  el jaguar. -Muy bien, Khadesa, piénsalo. Pero necesito saber la respuesta  antes de marchar a la batalla . Puede que sea la última oportunidad de hacerlo.

Keropis seguía vagando por el campamento después de la jornada de entrenamiento. Al menos esta vez estaba algo más cerca que los demás pues no quería llegar tarde a la ceremonia en la que el sería parte protagonista. Pero no por que el fuera de los que juraba, sino porque le parecía importante mantener las tradiciones. No tenía Hermano de Capa, pero se ganaría el honor a llevarla por sus propios méritos, no por tener un padrino que diera la cara por él.

- "Un carro de carga, dos mulas con los arreos necesarios, una tienda para seis y una mochila de suministros médicos. De acuerdo, Lengua Negra. Mañana a primera hora lo tendrás todo listo." -

La Sargento Falce y algunos Exploradores y seguidores de campamento han cazado varios gamos y un ciervo enorme.

Astado los está asando lentamente sobre cada una de las fogatas de campamento. Todo queda inundado de un olor delicioso.

La Cabo Diana y el Cabo Mostaza tocan tambores para convocar a la Ceremonia y poco a poco se hace un expectante silencio.

Los diversos Pelotones comienzan a formar en un amplio recuadro, todos aseados y con su aspecto más presentable.

Los Reservas del Cabo Cortaplumas están de guardia y no asisten a la Ceremonia de Juramento.

Al fondo, en el lado Norte, esperan los Oficiales, y los Magos. A todo alrededor el centenar aproximado de seguidores de campamento, incluyendo Pitonisas, Comerciantes, Usurero, Gordo Wem, Herrero y Carpintero, asisten como público expectante.

En el lado Oeste está el Segundo Pelotón, la Infantería, con la Sargento Vientos a la cabeza, y las escuadras Lemur y Barril a continuación.

En el lado Este están el Tercer Pelotón, Exploradores, con la Sargento Falce y el Cabo Berrinche al frente. Y el Cuarto Pelotón, Arqueros, con el Sargento Virote frente a sus Soldados.

Sabandija llegó a la ceremonia con el sonido de los tambores. Se había vestido de gala con todos sus abalorios y se había arreglado el pelo , que ahora lucía lustroso. Caminaba lo más erguido posible que la herida del vientre le permitía, con la cabeza bien alta. Algunos podrían interpretar cierta soberbia en su forma de presentarse a la ceremonia, pero era más fruto de un cambio interno de actitud del K´Hlata que otra cosa.

Buscó con la mirada a Ojopocho, su hermano de capa.

Sino caminó con paso seguro, erguido en su metro ochenta y cinco de estatura. Para la ocasión había maquillado la mitad de su rostro de blanco, para reflejar la dualidad entre la Luz y la Oscuridad... aunque era algo que venía siendo habitual en él desde que estaba con la Compañía.

Acostumbraba a vestir únicamente el taparrabos, y un cinturón donde sujetaba su cimitarra... aunque en esta ocasión había hecho una excepción. La Capa Negra que guardaba como un preciado tesoro y que cotidianamente no se ponía, ahora cubría sus hombros y bajaba por su espalda. Puede que muchos lo hubieran olvidado pero Sino era un soldado de pleno derecho de la Compañía Negra, y hoy iba a mostrarlo.

Buscó con la mirada a Michou, el joven que le había pedido ser su hermano de capa, pero éste aún no había llegado.

En silencio, Sino se colocó en su posición junto a los exploradores, se cruzó de  brazos y esperó.

Al atardecer Khadesa entró en su tienda, y no salió hasta que sonaron los tambores de la Ceremonia. Cuando lo hizo iba ataviada con su traje ceremonial, el mejor que tenía. Las dagas relucientes pendían de su cinto, una sobre cada cadera, y su cabello estaba trenzado en diminutas trenzas pegadas a la cabeza, que luego caían libremente sobre los hombros, con abalorios ensartados en ellas.

Los tatuajes rojos como la sangre destacaban en su piel blanca, y su rostro de expresión solemne aparecía remarcado por un par de aretes como única joya. Aretes de hilo de cobre, con lágrimas de ámbar en las que fulguraban rastros de minúsculas semillas escarlata atrapadas en él desde tiempos olvidados.

Sus pupilas verde agua recorrieron las filas que empezaban a formarse. Avanzó sin detenerse cuando cruzó el grueso de los seguidores del Campamento. Y se dirigió junto al lugar destinado a los Hostigadores, en silencio.

El sonido de tambores despertó a Rastrojo, sobresaltándolo. Miró hacia los lados, buscando enemigos del Triplete. Tras unos minutos para entrar en razón, el mestizo logró identificar el compás como el que anunciaba la promoción de los guerreros. Le era una música tan familiar... Todos se habían convertido en Hermanos Juramentados antes que él. Tuvo que ver durante meses cómo le dejaban atrás y ganaban mayor rango: a retardados como Attar o Campaña; a Peregrino y Uro, que no eran capaces de hilvanar dos frases coherentes en K'Hlata; a los sicópatas de Matagatos y Ponzoña; al racista de Pelagatos y al usurero de Mentiroso (que los espíritus le tengan en la gloria); a Serpiente... ¿En serio? Vamos... ¡Promocionar a Serpiente antes que a Rastrojo! ¡Qué desfachatez!

Mientras hacía repaso mental a las ofensas infligidas, cayó de pronto de la burra y se dió cuenta que esta vez le tocaba a él. No podía llegar tarde a su propio nombramiento. Se puso en pie de sopetón y corrió entre las tiendas, guiado por el ritmo de los tambores. Los pelotones ya estaban formados. Pronto tendría que dar un discurso. Rastrojo se tomó un momento para recuperar el aliento tras su carrera.