Partida Rol por web

Me encontraba cuidando de Orgullo cómo había visto a R´Gaa hacer tiempo atrás y cómo me había dicho hacerlo cuándo escuché al Soldado Vivo. ¿Espías? No nos habían dicho anda, ni siquiera Matagatos en mis idas y vueltas diarias. ¿Quería decir que no lo sabía? Me acerqué al soldado a ver si podía saber algo más.

- Vivo, perdón si molesto -aunque sabía que no dado su comentario sobre su aburrimiento- ¿Podría preguntarte sobre los espías que acabas de comentar o estaría de más?

- "Me imagino que estaréis hartos de que os usemos todo el tiempo de cebo y de que nunca os contemos nada, ¿no es así?

Si os sirve de consuelo, antes nos tocaba siempre eso a los Exploradores o a los Arqueros.

Ya, no es un consuelo, pero así funciona la Compañía.

Veréis, los Exploradores nos escondimos en parejas en la ciudad y alrededor, y esperamos a ver que pasaba cuando vosotros os pusisteis en marcha. Lo que pasó fue que mucha gente se os quedó mirando, pero unos pocos prestaron a vuestra salida más atención de la cuenta y salieron corriendo de la ciudad para avisar a otros. Esos otros eran exploradores del Triplete, y los primeros eran traidores chondelorianos a sueldo del Triplete. Pillamos a unos y a otros. En total eran una docena, pero al menos uno murió en la captura y otros acabaron heridos. Aun así, hay suficiente material para un buen interrogatorio a fondo de Sedoso, es su especialidad..." -

- Los modificadores son acumulativos, para bien y para mal.

- Es posible entrenar duro y a la vez zampar y beber todo lo que uno pueda.

R'Gaa se alegró al ver que, gracias a los exploradores, no les faltó ni comida ni agua. Con sus manos temblorosas y el ánimo por los suelos no pudo ayudar mucho a su grupo. Agradeció a los ancestros que tenía a Malamente para ayudarla. Desde su estera, donde se sentó para relajarse le dio ordenes a su pupilo.

-Malamente, tráeme fruta y babosas para comer. Un largo suspiro salio de sus labios. Tendrás que partirme la fruta y dármela para comer. Extendió las manos temblorosas, por si alguien tenía alguna duda sobre su estado. Con este temblor de manos no puedo ni comer... y llena mi escudilla de agua. Tanto malestar me da mucha sed. Miró a su alrededor y suspiro al ver las necesidades acumuladas. Luego ayuda con las tareas del grupo, recoger leña y ayudar en lo necesario.

Escucho a Guepardo como pedía a Malamente entrenar, le pareció buena idea.

-Cuando acabes, entrena con Guepardo, se tapó con la manta y puso cara de triste, sollozando suavemente. Solo te puedo enseñar como cuidar enfermos, como yo, que no me valgo por mí misma, que soy una inútil, una carga. Ladeó su cabeza y se secó las lágrimas como pudo.

Enredada en pensamientos y sufrimientos propios, apenas escuchó a Vivo hablando y entendió algo sobre Sedoso que saco información a unos espías. Levantó la cabeza y con curiosidad visible preguntó.

-¿De qué espías estás hablando? Ella poco podía hacer en su situación si tenía que luchar ya.

Guepardo escuchó con atención a Vivo mientras hablaba. Al aprecer tenían retenidos a unos cuantos espías...y tampoco les habían dicho nada. Encontraba irónico que tuvieran que dar la vida por una compañía que los ninguneaba de aquella manera. En fin, no le quedaba otra, salvo desertar en cuanto tuviese oportunidad. Esos días Guepardo había comido frugalmente y había hecho ejercicio de forma limitada. Prefería guardar fuerzas por si les atacaban, y comer mucho habría hecho que estuviese pesado a la hora de la lucha. Asintió cuando R'Gaa dio su permiso a Malamente, pero no le gustaba como trataba al guerrero. Un guerrero no podía ser tratado como un esclavo, ni mucho menos por parte de una mujer. De estar en el lugar del discípulo, Guepardo no tendría ninguna gana de cubrir las espaldas de esa mujer en una batalla.

Han pasado los días de descanso para el grupo, acompañados de unos pocos Exploradores. Durante la primera noche con ellos pensé en que estaríamos varios días sin necesidad de avanzar, por lo que debería utilizar el tiempo en algo más que en simplemente mantenerme quieto a la espera, es por eso que saqué mi espada de madera y comencé a entrenar duramente. Un poco alejado del campamento principal, cerca del agua, comencé a mover mi espada bajo el reflejo de la luna. Hubiese preferido hacerlo con mi arma real pero no permitiría que algún explorador enemigo viese los destellos del metal reflejando el orbe en el cielo, por lo que me conformé con la madera. Practiqué todos mis ataques, imaginé terribles enemigos atacándome por todos los flancos y luché como si mi vida dependiese de mi capacidad, mostrándoles que no me dejaré vencer jamás.

Luego, cuando decidí dormir, me acerqué a mi tienda y vi a Derviche durmiendo al lado de ella, en un hoyo de la tierra. Tiritaba y se notaba más enferma que en los días anteriores, al parecer no le sentaban bien las condiciones actuales. La patié suavemente en sus pies y cuando despertó le indiqué con el mentón la tienda, haciéndole entender que dormirá en ella conmigo.

Luego, a través de los días, entrené y comí. Comía todo lo que podía cuando llegaba Pelagatos con el alimento para así tener fuerzas, además de todo lo que los exploradores podían conseguir. Luego entrenaba duramente, a veces la espada, a veces mis movimientos defensivos o mi capacidad acrobática. A veces no hacía más que entrenar mis músculos para tener más fuerza y ser más veloz, pero el hecho es que nunca dejé de hacerlo si no era para comer o dormir. Solo de esa forma podría mantener mi cabeza tranquila de que no perdía tiempo y de que al salir de aquella situación sería mejor que al llegar, cosa imprescindible en el Camino de la Espada.

Estos días me entretenía paseando por el campamento, cuando no tenía otra cosa para hacer. Generalmente los soldados se encargaban de la vigia, y la tienda estaba siempre en el mismo lugar, asique no tenía que hacer mucho más que vigilar las estacas para que no se salgan.

En eso estaba cuando escuché al soldado Vivo hacer un comentario. Luego se le acercó Pelagatos y no pude evitar escuchar su conversación. No es como si lo hubiera evitado, tampoco. De todas formas, seguramente no sería la única que le prestó atención a eso. Cuando Vivo terminó me acerqué y pregunté:

-Pero, ¿agarraron a todos? Si algunos lograron escapar, no me sorprendería que nos tengan preparada algunas emboscadas más adelante.- No esperaba demasiada respuesta a esa pregunta, ya que no creía que se sepa cuantos espías eran antes de interrogarlos. Y los soldados aquí presentes partieron antes de eso.

-Malamente, tráeme fruta y babosas para comer. Tendrás que partirme la fruta y dármela para comer.

-Bffff. -Bufó. Aún así, se levantó y fue a por las babosas y la fruta, troceando ambas con su cuchillo de caza. Dos días sin nada que hacer habían conseguido que aceptase cualquier orden con tal de poder matar el tiempo de alguna manera. Dos días dando paseos alrededor de sus compañeros, sin apartarse demasiado por si sufrían algún ataque. Dos días sentado, sin hacer nada más que escuchar la verborrea de su compañera.

 -¿Quieres entrenar?

-Malamente lo miró con gesto torcido, miró a su alrededor y volvió a mirar a Guepardo. -No. -Dijo secamente. Luchar aunque sea en un entrenamiento en mitad de territorio hostil podría ser su sentencia de muerte. Una herida, una complicación o simplemente un entrenamiento demasiado agotador se pueden tornar en fatales.

Se tumbó en el suelo cerrando los ojos mientras escuchaba una voz hablando de espías. -Puede que dentro de poco.

Guepardo asintió ante la negativa de Malamente. Ni siquiera tuvo en consideración la orden de R'Gaa, en definitiva era solo una mujer. Se volvió a su lugar en el campamento y se acercó a Peregrino. Le dijo: —¿Estás en condiciones de hacer un entrenamiento suave? —Había visto lo fiero que era el guerrero en los entrenamientos del Bastión, y como se había desecho de dos enemigos. Quería comprobar por sus propios medios de que material estaba hecho.