Partida Rol por web

Era divertido comprobar el modo en que la siempre formal Aalis reaccionaba a la desconfianza de una compañera. Valentine no comprendía lo que pretendíamos hacer, pero peor que eso, no confiaba del todo en ello. En nosotras. No me cabía duda de que Olplyn habría también tomado buena nota de ello, guardando aquel virote para emplearlo en hacer rabiar a cualquiera de ellas a la menor ocasión.

A mí no me mires... -Respondí fingiendo absoluta pasividad, aunque en el fondo lo encontraba muy divertido- Que desconfíen de mí es lo habitual...

Pero sí que lo hicieran de ella. Era una paladín, y por encima de su título sus obras hablaban del tipo de persona que era. ¿Que motivos habría para desconfiar de sus actos?

Ni ella de nosotros... -Se me escapó en un murmullo, perfectamente audible debido a la cercanía, seguido de las palabras de Aalis. Alcé la mirada, clavando mis ojos rasgados en los de la paladina, y miré acto seguido a Sol- No sabe quienes somos, o de lo que somos capaces si sus intenciones obran en nuestra contra. Pero sabe algo, sabe leer nuestros rostros. Mira el suyo, mujer... -Le indiqué señalando a Aalis- Dicen que el rostro es el espejo del alma. Contempla la inocencia, la verdad, la bondad... Aalis es un paladín, no encontrarás a nadie más honrado y bueno. Pero mírame a mí. Lee en mi rostro el dolor que te causaré si traicionas todo lo que ella representa... -Le advertí, amenacé, con una siniestra sonrisa.

Sigo las sugerencias de Aalis, siguiéndola hasta el lugar y sentándose en la roca que me indico, la mujer realmente transmite tranquilidad, así que no me encontraba especialmente alterada, aunque si un poco alerta, evitando mirar e incluso ignorando lo más posible Elsbeth, para que no drenara con su lúgubre mirada y su perturbarte vos mi serenidad recién adquirida, me dirijo a Aalis mirándola fijamente.

-Puedo entender su preocupación, aunque según mis costumbres me resultan algo excesivas, sin embargo, en parte, eso me agrada de lo poco que le conozco, así que trataré de explicar mis motivos a esperas de poder ganar algo de su confianza.

Hago una pequeña pausa y sin mirar a ningún otro lado más que al rostro de Aalis, cruzó las piernas para acomodarme un poco y continuó diciendo.

-Vera, debido a un inconveniente de intereses morales con mi anterior grupo, me he visto en la necesidad de dejar…. Mmmm. Escapar de ellos. razón por la que he permanecido refugiada por un tiempo en un pueblo cercano, cosa que para mi espíritu errante es como una tortura, así que, al escuchar los rumores sobre una cripta con riquezas, e decidido que de nada servirá esconderme, debo trabajar por obtener suficientes recursos para defenderme y de ser necesario enfrentarme con aquellos que me perturban y poder recuperar mi tranquilidad, sin embargo los rumores también hablaba del gran peligro que existe por estos caminos, por lo que he estado buscando personas que se dirigieran al valle aislado para unirme a ellos.

La posición empezaba a resultarme incomoda, me tomo un momento para acomodarme mejor, estirar los pies y cruzarlos nuevamente, esta vez sentido contrario

-Después de una semana, logre contactar con la encantadora Valentine, quien me hablo de usted y su grupo, pero no dio muchos detalles, luego de una pequeña conversación, pude darme cuenta que no contaban con alguien con una especial habilidad para encontrar trampas, así que le ofrecí mis buenas habilidades al respecto a cambio de que me permitirá acompañaros, trato con el que pareció a gusto y que yo llevaba ya tiempo esperando. Lamentablemente, tuve que ocuparme de algunos asuntos antes de salir, asuntos que me quitaron más tiempo del esperado, por lo que tuve que correr para darles alcance, pero se imaginara mi sorpresa al verlos llevar dos cuerpos y acompañados de estos….

 Hago una pausa como buscando una palabra que no fuera a sonar hostil

-…particulares personajes que completan vuestro grupo, debido a que la situación me resulto muy sospechosa decidí seguirlos por unos minutos y contactar a Valentín para ver que todo estuviera bien antes de mi repentina aparición.

Hablar siempre me había resultado relajante, y ya entrada en calor, tomo las piernas entre mis brazos y empiezo a balancearlas mientras continuo con la conversación.

-Por otro lado, está el asunto de mis orejas que tanta intriga les ha causado, te explicare, en mis viajes he tenido algunos altercados con Drows, que no suelen gustar de los altos elfos, así que antes de acercarme, y con la finalidad de no ir generar incomodidades, trate de ocultar mi raza con un conjuro de disfrazar, pero parece que mi idea a resultado en generar más desconfianzas que comodidades, pido disculpas por eso.

-Yo soy de esas personas que cree en la energía de la gente más que en su retórica, y por eso, sin saber mucho más de ustedes, he decidido confiarte mi historia sin muchos rodeos, puedo sentir toda la bondad que emana de tu ser, y puedo saber que estaré segura si continuo con vos.

Bajando la cabeza y mirando cómo se mueven mis pies, continuo.

-Sé que mi aparición ha generado mucha desconfianza en usted, pero si pudiera usar un poco de esa bondad en permitirme continuar este viaje con vosotros, prometo servirte con respeto, al menos mientras tus intereses no atropellen los míos. podría estar casi segura de que por su parte no será así, sin embargo, lo menciono ya que no puedo decir lo mismo de alguno de los integrantes que conforman este grupo que en el peor de los casos, podrían persuadirle de lo contrario.

Termino de hablar y levanto nuevamente la cabeza, mirándole los ojos esperando con un poco de ansiedad su respuesta.

-¿Una paladina, dices? -pregunta el hombre de la cabaña a Valentine, mirando por encima de su hombro-. ¿Cuántos decís que sois?

El hombre frunce profundamente en el ceño ante el soliloquio de Olplyn, gesto que le dota de un aspecto aún más obtuso si cabía. Cuando le mencionan su espada suelta un respingo. 

-¡Ajá! ¡He adivinado tus intenciones, sucio drow! ¡Vienes a robarme mi espada! -dijo cruzando el espacio entre ambos de un par de zancadas con la intención de agarrarle de la solapa de la túnica y zarandearlo-. ¡Confiesa!

No podéis escuchar el sonido de la conversación de Valentine y Olplyn por encima de la vuestra propia. Pero un grito os llega con claridad:

-¡Ajá! ¡He adivinado tus intenciones, sucio drow! ¡Vienes a robarme mi espada! ¡Confiesa!

El se llevó la mano al rostro y movió la cabeza de lado demostrando incredulidad ante la inocencia de Valentin, quien estaba desvelando todos los aes en la manga del grupo ante aquel vulgar rufián. Cuando aquel "animal" se dirigió hacia el drow este optó simplemente por desaparecer de su vista y desplazarse hacia un lado.-¿Para que diablos iba a querer un mago de mi categoría un mondadientes como ese?Podéis hacer lo que queráis con ella mientras no me perjudiquéis ni a mi ni a mi compañero, si ahora sois tan amable de hablarnos sobre los bandidos o sobre Larin nos iremos para dejaros disfrutar de vuestro cocido.-cuando termino de hablar y aprovechando que la puerta de la casa había quedado abierta se dirigió hacia allí decidido a investigar aquella casucha y la puerta en su interior. Tal vez aquella espada estuviera maldiciendo a su poseedor induciéndole a esa extraña actitud, así que antes de entrar intentó advertir la naturaleza del arma y vigilar que no se sobrepasara con la ingenua clériga.

Miro al tipo como cambia el semblante en unos momentos. Pero realmente no cambia. Pero el drow apenas hace nada más que cabrearle con sus palabras y sus..

-Joder. Haya paz, si molestamos tanto tu quietud nos iremos. -Miro al drow. Ya no está. Este tío no hace más que liarla cada vez que hace algo.-Ves, el drow ya se ha ido. Y bien, buen señor, le aseguro que no sabemos que espada es esa suya ni tenemos interés en ella. Como ve, no somos dados a usar esas armas.

No detectas el mal en ella.

No estás segura de si miente o dice la verdad.

Apreté mis labios con la respuesta de Elsbeth a mi queja sobre la apreciación de la clérigo, más molesta por las palabras sobre ella misma que por lo dicho por Valentine en sí. Sí, sabía que aquello era cierto, que la mayoría desconfiaba de ella por sistema… Pero eso no significaba que fuera algo que me gustara. La nigromante me había demostrado ser de confianza, es más, era sin duda la persona en quien más confiaba; y detestaba que la prejuzgaran de aquel modo.

Al hablarle a Sol y dejar paso a Elsbeth, esta apuntó que la nueva incorporación tampoco sabía nada de nosotros, antes de clavar su oscura mirada en la mía. Aquello era cierto, sí, pero el discurso de Elsbeth no iría precisamente por donde yo pensaba. Comenzó haciendo que la elfo mirara mi rostro, hablando de mi persona de tal modo que mis mejillas no tardaron en sonrosarse. Pero al hablar de ella misma, sus palabras se volvieron más frías, frías y amenazantes, dejando claro que no sería misericorde si traicionaba los valores que para ella yo representaba.

Estuve a punto de reprocharle su actitud. No era mi camino, no era mi forma de hacer las cosas, pero si aquella mujer traicionaba los valores que yo defendía, nos traicionaba a nosotros o dañaba a quien quería, sería yo misma quien tomaría medidas; así que la comprendía.

La no elfo comenzó a hablar, y no empezó con demasiado buen pie, pues si bien parecía respetarme y confiar en mí, no dejaba de rehuir la mirada de Elsbeth e incluso la ignoraba. Podía comprender lo primero, y muy bien, había visto aguerridos guerreros asustarse ante la intensa mirada de la nigromante; pero no el que la ignorara. Todo aquello era en pos de que formara equipo con nosotros, y Elsbeth era parte del grupo.

Escuché en silencio, atenta, a pesar de que el discurso se alargó en demasía para mi gusto. Tomé nota de cuanto creí relevante, incluidos los nerviosos gestos de la mujer llegando incluso a balancearse sujetando sus piernas. Mi rostro se mantuvo casi impasible durante todo el relato, mirando a Elsbeth de soslayo de cuando en cuando; excepto cuando la elfo hizo referencia a mis compañeros, hablando de ellos como “particulares personajes”. Eso provocó que frunciera profusamente el ceño y no me molesté en disimular mi disgusto.

Al finalizar descrucé mis brazos y comprobé si había algo malvado en la mujer. Parecía no ser así, y su discurso parecía en gran parte creíble, aunque había algunas cosas que no terminaban de encajarme o que directamente no me habían gustado.

- Agradezco sus palabras hacia mi persona, Sol, pero somos un grupo. No ha de servirme, como yo tampoco la serviré a usted, no sirvo más que al bien. – dije tajante. – Dice que no cree que mis intereses vayan en contra de los suyos, presupongo entonces que comulga con el bien, ¿Me equivoco? Ha de saber que mis compañeros no van en contra de este, de lo contrario no viajaría con ellos, con lo que no tiene nada que temer a ese respecto.

Crucé mis brazos detrás, dejando que mis guanteletes se tocaran entre si, dando un par de pasos pensativa, antes de regresar y volver a mirar a la mujer.

- Dice que sus antiguos compañeros iban en contra de sus intereses morales, ¿Podría extenderse en esa explicación? Sería conveniente saber también por qué le buscan. Demasiado interés en usted por un simple desacuerdo de intereses, ¿No le parece? – eché una mirada a Elsbeth, convencida de que estaría de acuerdo conmigo. – Además, si es perseguida eso supone un peligro para nosotros, necesitamos saber si enfrentarnos a esa gente llegado el momento es una causa justa. Si merece tener nuestra protección la tendrá, de lo contrario, no puedo poner en peligro a los demás por un acto malvado. Debe comprenderlo. – hablaba con firmeza, aunque tratando de no mostrarme demasiado dura. – En cuanto a la peculiaridad de algunos de nosotros… Todos formamos parte del mismo grupo, todos merecemos el mismo respeto, voz, voto y oportunidades. Espero que tenga eso en cuenta si decide quedarse entre nosotros. - concluí por el momento, con mi mirada fija en la mujer.

Desde la cabaña nos llegaban algunas palabras referidas al mago y una espada, una situación a la cual esperaba que fueran capaces de hacer frente solos, confiaba en la simpatía de Valentine y en los buenos modales de Olplyn para ello.

¡No, no se ha ido! Sé que está ahí, ¡en alguna parte! -dice llevando la mano a la empuñadura del espadón, pero sin llegar a desenvainar-. Fuiste tú el que llamó antes a la puerta ¿no? ¡Invisible, como ahora! ¡No pudiste robarme la espada entonces y no lo conseguirás ahora!

La espada es, en efecto, mágica. No lleva más magia encima.

Os llegan las voces tenues de Olplyn, con un toño desdeñoso, y de Valentine, conciliador. Pero sobre ellas, mucho más audibles, la voz cabreada del hombre:

¡No, no se ha ido! Sé que está ahí, ¡en alguna parte! Fuiste tú el que llamó antes a la puerta ¿no? ¡Invisible, como ahora! ¡No pudiste robarme la espada entonces y no lo conseguirás ahora!

Me puedes describir el aura para saber la escuela, es magia que encaja con un arma o puede tener algo de maldición en ella. Ahora que no me ve voy ha echar un vistazo por la casa.

Encantamiento/hechizo la escuela del Charm? Mi idea es asomarme dentro y utilizar el hechizo Open/close con la puerta que hay dentro, la que antes no pude explorar, si esta se abre por efecto del hechizo allá que voy. Sino, ni entraría como bien dices.

Si

Atendí a las largas aunque erráticas explicaciones de aquella mujer, primero con sumo interés y dedicación a cada palabra, pero poco a poco sumiéndome en el más absoluto aburrimiento. El modo en que relataba los motivos que la habían llevado a permanecer sola y oculta parecían ligeramente intrigantes, aunque terminé por plantar la base de mi guadaña en el suelo con un sonoro golpe, para apoyar mis brazos sobre el lado romo de su hoja, clavando una fija e incómoda mirada en Sol.

Particulares... -Repetí con sorna, en apenas un murmullo, una palabra traída por el viento en una voz fantasmagórica durante una noche sin luna- Un conjuro de disfraz para ocultar únicamente la punta de unas orejas... qué desperdicio... -Murmuré a continuación, sonriendo con malicia. No sólo era un desperdicio, además era una tontería cuando ese conjuro permitía un cambio mucho más evidente y menos llamativo que un elfo de orejas redondas.

Torcí el gesto al oír las voces que llegaban del interior. Comenzaban a incomodarme. No dudaba de las artes diplomáticas de Valentine, pero bien sabía de la habilidad de Olplyn para generar desconfianza, tan sólo rivalizada por la mía propia. Volví a mirar a la no elfa al ser nuevamente cuestionada por Aalis, en esta ocasión asiendo mi arma de un modo más practico, dispuesta a emplearla. Y es que no sabía si aquellas vices terminarían por exigirle entrar a la cabaña a calmar los ánimos... A mi manera.

Silencioso como los de tu especie, entras a hurtadillas en la casa. Empujas con cuidado la puerta entreabierta y descubres una pequeña alcoba dominada por una cama sin hacer. A los pies de ella hay un cofre de aspecto pesado. Una estantería cubre una de las paredes de la habitación, y está llena de herramientas para el trabajo de la madera.