Partida Rol por web

Con la rapidez y gracia característica de su raza comprueba si el cofre esta abierto o no para revisar del interior, sus dedos están prestos para utilizar su magia si este se resistiera. Mientras tanto trata de escuchar si el matón le sigue o por el contrario discute a gritos con Valentine.

El cofre se abre sin esfuerzo. Dentro hay un montón de ropa guardada de cualquier manera y llena de arrugas. También puedes ver un par de botas desgastadas y una manta de invierno.

Dejo todo como estaba y salgo sin más, esperando no encontrarme la sangre de Valentin derramada por fuera. Tal vez ella, al no tener el handicap de mi raza haya conseguido calmar a ese bárbaro y entablar conversación con él. Aunque no esperaba un gran descubrimiento en aquel hombre Oplyn se conformaba con algo de información local.

Meneo la cabeza.

-Cálmese, señor. No se preocupe, nos vamos y no le molestaremos más. Habiendo habido un ataque orco a poca distancia de su casa, creímos que le agradaría un poco de compañía. Pero no se preocupe-Digo girándome hacia la salida-Nos vamos. ¡Olplyn, espérame me voy contigo!-Grito hacia delante, con la esperanza de que el maldito drow buscaproblemas simpático drow me siga. Y con la esperanza de que, la mención de los orcos, haga entrar en razón a este hombre. O no.

Al fin y al cabo, a mi me daba igual pasar por la cabaña o no. Pero no pienso que buscar un enfrentamiento gratuito con una persona que nada nos ha hecho, sea positivo ni bueno para nadie. Que el drow husmee si quiere, pero que deje de joder...

Se escucha un gruñido y un portazo como toda contestación a lo que dice Valentine. La voz de la clériga suena al trío de mujeres más cercano hasta que, al poco tiempo, la valquiria aparece. No hay ni rastro, todavía, del drow fisgón. Quién sabe en qué líos estará metido ahora el elfo oscuro.

Al poco de alejarse de la choza Valentine empieza a escuchar un leve silbido que la acompaña.-¿Has podido sacar algo en claro de ese zopenco?Bah, mal rayo la parta, si mis sospechas son ciertas tiene lo que se merece.- dijo el drow aún amparado por su hechizo.

Miro a ambos lados.

-Olplyn ya te vale! No he sacado nada en claro, pero no es que tú lo hayas facilitado nada!- Digo, bastante enfadada- Pero a quién se le ocurre?

Sigo caminando, más bien golpeando impetuosamente el suelo con mis pies como si quiesiese romperlo.

-Bueno, que más da. Vámonos hacia el pueblo... total.-Inspiro y expiro.- ¿Cuáles eran tus sospechas?¿Y quieres aparecerte ya?-Resoplo con resignación

-No entiendo por que te pones así, le he contado un chiste, le he hecho un cumplido sobre su arma y no me he ofendido por sus intentos de insultarme. Los humanos sois muy extraños en vuestras relaciones sociales ¿no debería ser yo el ofendido? cuando te refieres a facilitar quieres decir que lo inmovilice antes de amenazarlo, de ser así bastaba que lo hubieras dicho desde el principio.

He tenido que usar parte de mi magia para que ese simio malcarado, no me zarandease como a un saco de patatas, sigo sin ver en que más podría haberme esforzado. Iluminame...-parecía sincero, no estaba molesto más bien sentía curiosidad por que hubiera hecho ella en su lugar.

Meneo la cabeza, obviando su pregunta. Que dolor de cabeza. Las costumbres distintas culturas distintas, pueden ser a veces tan engorrosas...

Me dirijo hacia donde dejamos a los demás.Bueno, a ver como ha ido el interrogatorio.

-¿Chicas dónde estáis?

Sol no había respondido aún a Aalis, cuando oí la voz de Valentine disculpándose con el habitante de la cabaña y saliendo al exterior. Puse los ojos en blanco un instante, suspirando. Estaba claro que yo llevaba razón, y nada se nos había perdido en aquel lugar. El paseo campo a través y el tiempo pasado allí sólo habían sido una pérdida de tiempo, y ni siquiera el interrogatorio a la no elfa había servido de mucho.

Estamos aquí... -Dije sin alzar la voz, buscando a Olplyn con la mirada. No se habría quedado allí dentro... ¿verdad? De ser así, debía haber una buena razón para hacerlo, y esperaba que no fuera aquella dichosa espada de la que había oído hablar a gritos al tipo de dentro. ¿Tendría que entrar a "apaciguar" a aquel desconocido, por una espada?- ¿Dónde está Olplyn...?

-Estoy aquí, gracias por tú preocupación Elsbeth.-dijo el mago mientras aparecía de la nada.-Aquel energumeno se alteró bastante al tratar con los de mi raza, creí oportuno tomar precauciones para evitar males mayores. De todos modos, además de sus formas, aquel desarrapado tiene mayores problemas que nosotros, no me gustaría estar en su lugar. Vivir supeditado a un objeto maldito a la larga podría tener secuelas, pero bueno vayamos a lo importante¿qué tal nuestro pequeño pajaro cantor?¿se ha portado bien nuestro pequeño aprendiz de falsante?- sonreía complacido mientras esperaba las nuevas, aunque verlo de una pieza auguraba que habría soltado la lengua ante el "carisma" de su oscura compañera.

Atendí a los murmullos de Elsbeth, cargados de razón, aunque pronto se escucharon nuevamente voces del interior de la casa. Las cosas no parecían ir bien, pero continué interrogando a Sol, pues el conocer las verdaderas intenciones de aquella mujer era crucial. Sin embargo, no descartaba tener que dejarlo en cualquier momento para ayudar a nuestros compañeros.

Antes de que la no elfa se pronunciara, Valentine apareció en nuestra busca, indicándole Elsbeth dónde nos encontrábamos.

¿Y Olplyn?

Fue lo primero que pensé, adelantándoseme la nigromante en preguntar por él. Este en seguida apareció, hablando de cosas que no terminaba de comprender y por las que necesité preguntar antes de ofrecer respuestas.

- Me alegra que os encontréis bien, pero necesito algunas explicaciones. ¿De qué precauciones hablas? ¿Y qué es eso de un objeto maldito que podría traer consecuencias? – pregunté al drow, antes de mirar a Valentine.

Mis ojos claros en seguida se cruzaron con los oscuros de Elsbeth, a quien hice un casi imperceptible gesto con la cabeza para que me hiciera el favor de vigilar a Sol mientras me explicaba.

- Ha hablado, sí, pero no me resulta del todo convincente y posee demasiados prejuicios. Por otro lado, parece ser perseguida por un motivo que desconozco. Le he pedido más explicaciones, pero hasta donde ha querido compartir, su compañía me parece demasiado peligrosa. – expuse a la clérigo y el mago, antes de volver a mirar a Elsbeth. – Y no voy a poneros en peligro…

Miro a Olplyn con los ojos exorbitados.

-¿Objeto maldito? ¿Te refieres a la espada?¿Y no se te ocurrió que podrías haber compartido esa información antes de hablar con él?.-Meneo la cabeza con los ojos cerrados.-En fin.-Lo doy por imposible.

Me giro hacia Aalis.-El tipo se puso bastante nervioso al ver a nuestro amigo el Drow. Pensaba que queríamos quitarle su espada. Y a Olplyn se le ocurrió,... hacerse invisible.-Miro hacia arriba.-Lo cual ya le sacó de sus casillas, así que opté por una prudente retirada.

Me quedo pensativa.-Lo cual me hace pensar... ¿no deberíamos intentar librar a ese hombre del yugo del objeto maldito? Eso sería lo correcto. Aunque tengamos que usar la fuerza.Miro al drow-Un poc de fuerza, la justa sólo, no matarlo.

En cuanto a la conversación sobre Sol, escucho las explicaciones.-¿Os parece peligrosa ella o sus perseguidores? Sol, ¿por qué no me contaste nada?

-Valentine querida, si comparto esa información delante de él ¿no crees que hubiera reaccionado aún peor?Además compartir información contigo es como regalársela al mundo entero.Aquel hombre no necesitaba saber de la existencia de nuestra compañeras, si hubiera habido verdaderos problemas, les hubieras negado el efecto sorpresa. Menos mal que la conversación no se alargo mucho, a saber que intimidades le hubieras contado, aunque no creo que sea ni de lejos el galán que te mereces.

Corrigiendo la desacertada versión anterior, sencillamente yo le hice un cumplido sobre la manufactura de su espada y cuando él se abalanzo sobre mi como un orangután en celo, decidí optar por no ser manosea y mantener algo de mi dignidad, en lugar de dejarme manejar como un mero espantapájaros. Mis más sinceras disculpas por tenerle un mínimo de estima a mi dignidad.-comentó con algo de ironía-Cómo siempre digo, los problemas de uno en uno¿qué hacemos con "eso"?.-dijo señalando a Sol con la cabeza

Las explicaciones de Olplyn dieron lugar, cómo no, a una de las incesantes discusiones que tanto abundaban en aquella compañía. Éramos todos muy diferentes, demasiado, pero al contrario de lo que sucedía con Aalis y yo, que éramos como el día más caluroso del verano y la noche más fría del invierno, a algunos les costaba mucho encontrar un entendimiento. Y aquello me resultaba tremendamente tedioso.

Bostecé, mirando de reojo a la no elfa mientras volvía a apoyarme en la parte roma de la hoja de mi guadaña, convertida con su mango aposentado en el suelo en una suerte de apoyo sobre la que apoyar mis brazos cruzados.

Así que ese tipo posee una espada maldita... que a su vez le posee a él. ¿Es eso? -Dije susurrando con voz melodiosa, a la par que siniestra, casi sibilina- La elfa de orejas redondas puede esperar, Olplyn. -Afirmé, aburrida, liberando un suspiro que más parecía un ligero y disimulado bostezo, tras el que mis ojos rasgados se entrecerraron ligeramente- ¿Qué sabes de esa espada? Podría ser peligroso tocarla... -Medité en voz alta- No deberíamos hacer nada con ella hasta analizarla convenientemente. Y, para ello, habría que "tranquilizar" a ese hombre... -Propuse, encogiéndome de hombros. Si no se le podía calmar con palabras, sólo se me ocurría tranquilizarle dejándole inconsciente o apresándole de alguna forma. Valentine ya había dejado claro que se opondría a matarle, y sabía por experiencia que Aalis sería de tal opinión. Lo cierto era que yo tampoco veía motivos para dispensar el sagrado viaje a aquel desconocido, de momento.

La clérigo no tardó en ponerme al tanto de la situación, aunque dejando claro antes que el drow no le había dicho nada de la condición de aquella espada. Sin embargo, este rebatió las palabras de la mujer, dejándome pensativa ante lo que realmente habría sucedido. Había demasiada tensión entre esos dos, y eso tendría que ser algo a tratar en algún momento, pero no ahora.

- Debemos mantener la comunicación, es crucial. – dije mirando a ambos. – Si no sabemos con qué contamos, no podemos actuar correctamente.  Hay que ser discreto. – miré a Valentine. – Pero también cuidadoso. – mis ojos viajaron hasta Olplyn. – Toda precaución es poca, y más cuando hablamos de alguien que podría estar bajo el influjo de un objeto maligno. – miré entonces a Elsbeth, queriendo ver en su rostro qué opinaba, viendo cómo se encontraba apoyada en su guadaña con gesto hastiado.

Mientras Olplyn daba mayor importancia a qué hacer con Sol, Elsbeth se pronunció, manifestando que para ella la no elfa era un asunto que podía esperar. Estaba de acuerdo con ello, y escuché sus reflexiones, sin poder evitar apretar mis labios al escucharle hablar sobre “tranquilizar” al hombre; bien sabía la gran cantidad de acepciones que aquella palabra podía tener en los labios de la nigromante.

- Lo haremos a mi modo. – respondí en seguida a Elsbeth, imponiéndome, antes de que alguien volviera a insinuar que quizás debiéramos usar la fuerza. – La fuerza será el último recurso. – apunté mirando a Valentine. – Pero habrá que usarla de ser necesario. Tienes razón, no podemos dejar a ese hombre a merced de quién sabe qué. – reconocí a la clérigo. - Oplyn. – di un paso hacia el mago, mirándole seriamente. – Detrás de mí, ¿De acuerdo? Y medita dos veces tus palabras, por favor. – le pedí, dirigiéndome entonces a todos. – Si os parece bien, hablaré yo, creo que puedo hacer que el hombre comprenda la situación.

Me dispuse a poner rumbo a la cabaña, pero entonces me giré hacia Sol.

- Tú quédate aquí. Si te interesa seguir respondiendo a nuestras preguntas nos veremos a la salida, si no… Puedes irte cuando gustes. En tu mano queda. – ofrecí a la mujer, encaminándome, ahora si, hacia la entrada de aquella casa.

El drow bajó la cabeza apesadumbrado, una perdida más de tiempo en cuestiones nimias, que complicados eran estos humanos en general.Levantó un dedo  de la mano para puntualizar el discurso de la paladin pero al poco se retractó, daba igual, no iban a escucharle y si lo hacían no le entenderían debido a sus limitados puntos de vista, carecía de importancia así que sonriendo de nuevo volvió a centrarse en el tema.-Aalis querida, ese hombre no atenderá a razones y no por que no quiera, sino por que el maleficio no se lo permite. Tergiversará cualquiera de tus palabras para terminar con un "¡Habéis venido a robarme mi preciosa espada!".

No tengo ningún problema en mantenerme al margen de al conversación, sin embargo para encontrar una solución al problema deberé estudiar a fondo el maleficio cosa que podría llevarme horas. Muy posiblemente hasta el alba no pueda preparar los conjuros adecuados para dedicarme a dicha tarea, si estamos dispuestos a invertir todo ese tiempo y a pernoctar aquí por mi no hay ningún problema, con suerte nos atacarán los orcos y al menos tendremos en un enfrentamiento "constructivo".-una pequeña mueca dirigida a Elsbeth denotada su resignación y paciencia para con la causa, esperando al menos que la mención del combate alegrara al menos a una de sus compañeras. 

Volvéis a la cabaña, y esta es vez es Aalis, la paladina, quien llama a la puerta. Escucháis una retahíla de maldiciones bastante variada e imaginativa mientras su dueño la recorre a grandes zancadas y abre la puerta bruscamente. Tiene el rostro congestionado en una mueca iracunda y enseña los dientes como una bestia salvaje. Está ataviado con un coleto de piel con tachones de metal y lleva a la espalda el mandoble de elaborada empuñadura del que os ha hablado Olplyn. 

-¿Otra vez aquí? Te dije que te largaras -dice, mirando al drow por encima del hombro de Aalis.

El drow no creía en mí, creyendo que mis intentos serían inútiles. Puede que resultaran siendo así, pero tenía que intentarlo, ¿Por qué hacer las cosas por las malas cuando podían hacerse por las buenas?

Esperaba que al menos Valentine y Elsbeth sí confiaran en mis posibilidades, sobre todo esta última, necesitaba que así fuera. Miré a los oscuros ojos de la nigromante cuando Olpyn se explicó acerca de estudiar aquel objeto, esperando conocer su punto de vista al respecto.

Tras ello regresamos a la cabaña, situándome al frente y siendo yo quien tocó a la puerta. No tardamos en escuchar las protestas del hombre, haciendo gala de de malos modales y usando expresiones de muy mal gusto. Aun así, mantuve mi rostro sereno, incluso cuando al abrir la puerta nos dirigió tan iracunda mirada; momento en el que me concentré en comprobar presencia maligna.

- Yo respondo por él. – dije al hombre cuando recriminó al mago su presencia. – Mi nombre es Aalis Dragomir, servidora del bien. – me presenté en tomo calmo, ofreciéndole mi mano. – Y ellos con mis compañeros. Sólo queríamos comprobar que todo estaba bien por aquí, dado que ha habido un ataque cercano, y me temo que hemos detectado presencia mágica. Seguramente provenga de su arma, así que sólo queríamos inspeccionarla; en su presencia, por supuesto. ¿Nos permitiría hacerlo? No le quitaré el ojo de encima a mi compañero drow mientras se encarga de ello. Tiene mi palabra. – dije con contundencia, llevando mi puño cerrado a mi pecho, sobre el lugar en el que se encontraba mi corazón, haciendo que el guantelete resonara contra la armadura.

Asiento ante las palabras de nuestra brava paladín.

-Aunque tenga dudas de los demás, en ella y en mí puede confiar. Fuerzas superiores del bien nos guían y protegen. Jamás permitiríamos un robo o que se le atacase injustificadamente.-Digo, intentando dar más fuerza al discurso de Aalis, apoyando la mano en mi pecho mostrando mi símbolo sagrado también, y algo de escote.