Partida Rol por web

Erikand se encoge de hombros. Si Jorandash creía oportuno acabar con ese ser, sería porque no hay problema.

-Estoy de acuerdo. Quién sabe que otros misterios debe esconder esta torre. Además, este hombre vivía aquí. Y desde hace bastante tiempo. Seguro que ha conseguido algo interesante. Y si es un hechicero... Los libros se suelen vender muy bien...- Dice Erikand que le sale su antigua y casi ya olvidada vertiente comercial.- En cuanto al bastón y demás utensilios, quizá os sirven a vosotros dos.- clara referencia a Swen y Kilder.

-Ahh, también esta el tema del último círculo, ahora que el nigromante ha muerto, ya no habrá muertos que defiendan la sala. Aunque quizá tampoco la magia que nos transporta. Como lo véis?

Al ver como Jorandash termina con la vida del nigromante, lanzo un grito.

-¡AHHHHH!

Clavo contra él una mirada de odio -no me ha dejado terminar contra un contrincante que ya tenía seleccionado para mi, se merecía morir de una manera que no fuese tan de cobardes...-

Junto otra vez las manos, y una pequeña columna de humo vuelve a subir de ellas, el sudor comenzaba a perlar mi frente, y un brillo enmis ojos se apagaba...

- Algo no me cuadra... el poder que este anciano tenía antes de morir nada tiene que ver con el que ví cuando Jorandash cayó. Y mis amigos me dicen que aún hay algo arriba impidiendo la verdadera muerte.

Swen busca con la mirada unas escaleras mientras, casi de pasada, hace un comentario a Kilder.

- Piromante, si no te da asco, quizá te pueda ser útil su bastón. Parece tener algún poder.

La cabeza rueda hasta mis pies. La miro con curiosidad ¿sale de verdad sangre de la herida o el nigromante estaba tan muerto como sus criaturas?

- Loranda... Esta... cosa hace mucho tiempo que dejó de ser como nosotros, y de tener motivaciones como las nuestras. Lo ha sacrificado todo por permanecer en una torre en el fin del mundo, rodeado de muertos, creando una parodia de la vida. No se me ocurre perversión mayor. Y no creo que sus explicaciones nos hubieran arrojado ninguna luz sobre nada.

Escucho a los demás. Cuando terminan apostillo:

- Deberíamos quemarlo, registrar la torre y quemarla también -escucho a Swen con la ceja levantada- ¿Queda algo o alguien arriba? -me giro hacia Erikand- Entonces ese círculo tendrá que esperar. Creo que si "hay algo que impide la buena muerte" hay que encargarse de ello antes de continuar con el registro, o no dar tan sentado que no va a haber abominaciones tras cada recodo de un pasillo.

Las escaleras de esta sala conducen a la planta más elevada de la torre donde parece ser que el nigromante hacía su vida entre un caos de papeles, libros, cajones y objetos varios, algunos desperdigados por el suelo entre su rudimentaria cocina y camastro y otros ordenados cuidadosamente  conta algunod e los muros. Pero lo que más llama la atencón es un extraño orbe que cuelga del techo.

El orbe en cuestrión es una esfera de cristal que brilla con una luz azúl, ténue y alrededor del cual giran tres piedras redondas de diferente tonalidad, ligadas a él por algún tipo de magia desconocida. Nada más verlo, sentís una sensación extraña, como si estuvieseis ante algo mucho más poderoso de los que aparenta ser.

Subo la escalera con mucha precaucion y al llegar a la sala me paro en la puerta mirando el desorden que reina en ella. Busco alguna criatura que guarde todo lo que contiene pero no veo ninguna, entonces me fijo en la bola que cuelga del techo y en sus satelites. 

-Nunca habia visto algo asi, pero tengo la sensacion de que no es un simple juguete- desvio la mirada hacia los libros y papeles y me pongo a buscar entre ellos con la esperanza de encontrar algo que descifre todo este misterio. 

Receloso y a un mismo tiempo impelido a encontrar la fuente de atracción de los muertos Swen sube pausadamente y entre el grupo las escaleras. Cuando llega arriba fija su mirada en el extraño orbe. Algo, una intuición, le dice que debería destruirlo pero consigue contenerse un momento para revisar con la vista la sala, luego agarra un objeto suficientemente contundente y se prepara para lanzarlo contra él.

- ¡Nada debería impedir la verdadera muerte! Nadie debería estar obligado a soportar algo similar a lo que vosotros soportáis. Cuando se separa el lazo entre el cuerpo y el alma cada cual debería ir a su destino definitivo.

Recojo el bastón del hechicero, y subo hacia arriba. Una vez allí, y sin decir nada, obserbo el orbe, y comienzo a rebuscar.

Algún juguete ha de tener por aquí...

Reviso la habitación con el arco en la mano. Freno a Swen con un gesto.

- Espera... no sabemos cómo reaccionará esa cosa, ni si hay más sorpresas esperándonos. Vamos a asegurarnos de que no hay ningún muerto viviente tras las cortinas y luego decidiremos qué hacemos con esa esfera.

Me muevo por la sala, revisando con todo el cuidado que puedo los estantes repletos de libros y la miriada de objetos desparramados por el suelo.

- Tienes razón -gruñe el chamán ante las palabras del explorador-.

No puede evitar pensar en sus amigos y como este orbe los atrae. Teme por que los aparte de él. A ellos, que son su único nexo con su pasado. No puede evitar pensar en el sufrimiento de sus amigos al no haber podido seguir el camino habitual de la almas. No puede evitar pensar en todos esos cuerpos con una falsa vida que hay más abajo y las almas enlazadas. ¿Sufrirán igual? Pero a pesar de todo eso logra que su arma más afilada, su cerebro, se imponga a sus emociones y tome el control.

- ¿Que podemos hacer? ¿Habrá algo aquí que pueda desactivarlo? -Una mirada se escapa hacia Kilder y al báculo pero niega con la cabeza-. Algo me hace creer que el anciano de abajo era la marioneta de esta cosa y no el que la controlaba. Esa mirada final...

Me encojo de hombros tras terminar mi chapucero registro.

- Yo no encuentro nada ¿alguien ha tenido más suerte? -me acerco con cuidado al orbe, sin tocarlo- ¿Esto podría ser el responsable de toda esta... magia? Entonces mayor razón para ser precavidos... tal vez si lo rompemos... liberemos algo.

Cuando llego a la sala del orbe junto a los demás y veo el orbe, desenvaino la espada porque mi primer impulso es cortarlo en pedazos, pero al oír las palabras de Loranda, me quedo extrañado y, con incredulidad en la mirada, busco aquí y allá sin demasiado interés para ver si puedo encontrar algún pergamino que ella pueda considerar interesante.

-Yo tampoco he encontrado nada, y no me gusta esa cosa -digo mirando la esfera con el ceño fruncido y luego a Loranda para ver si dice algo-. Deberíamos destruirla y volver al poblado. No creo que libere nada, en todo caso, nos liberará a nosotros y liberará a esta región de la maldición que impide descansar a los muertos. Parece que aquí ya no hay nada más que hacer -entonces me giro hacia Jorandash y le digo: ¿Tú qué opinas?

Después de subir las escaleras hasta llegar a la habitación del orbe, Erikand observa bien la sala. El orbe era muy sospechoso. Pero tampoco podían dejarlo allí arriba colgado en el techo.

-Opino igual. Deberíamos bajar el orbe a un lugar que podamos controlar. - Erikand busca con la mirada algo para bajar el orbe. - Si esa cosa hace "algo" deberíamos tenerla cerca para poder romperla. Si no hace nada... buscaremos algo que nos indique como detener eso. Es evidente que aún contiene magia

Pero Erikand tenía los ojos puestos en el orbe, incapaz de encontrar nada útil.

Jorandash se hace con algunos libros, pergaminos y demás mientras vosotros recogeis aquello que os parece de algún interés, aunque por lo general, parece que el nigromante, además de coleccionar muertos vivientes tenía cierto sindrome de diogenes.

-Debemos desactivar eso, aunque no se me ocurre otra forma que dandole un buen martillazo.- Dice mirando las tres piedras que orbitan alrededor del orbe. -Después deberíamos quemar tanta blasfemia y marcharnos de aqui. ¿Alguien quiere hacer los honores?

Después de descartar varios librotes escritos en una lengua que no comprendo, contemplo el orbe con creciente desconfianza.

- Me parece que la opción de Swen es la más prudente: coger algo pesado y tratar de romperlo a distancia. No sabemos si esa cosa tendrá algún tipo de defensa mágica. 

-Mmm,- digo mientras pienso- ¿y por qué no bajamos todos al piso de abajo menos Aldar, y que este le de un flechazo?

Le digo mientras le doy unos golpes en el hombro y sonrío.

-También podríamos probar haciendo fuego debajo...