Partida Rol por web

Alzó una ceja ante el comentario de Dana. ¿Qué mago en su sano juicio dejaría pasar la oportunidad de aprender un hechizo útil? ¿Acaso importaba el nombre que recibiese la clase? Si hasta ahí llegaba la ambición de su compañera, también el interés del rubio en ella.

Volvió a fijar sus ojos en Buzánszky y decidió desistir encogiéndose de hombros ante su respuesta, parecía que no iba a sacar nada productivo de aquella clase, obviando el hecho de la experiencia que tenía aquel hombre con los muggles. Sin duda le había llamado la atención y quizás hasta quisiese hablar con él en privado, sacar algo más en claro de todo ese tema, pero sin la presencia de sus compañeros, que parecían decantarse únicamente por la curiosidad hacia esos temas en vez de por un deseo más intenso y ambicioso.

Debido a ello, decidió pasar el resto de la clase en silencio, atendiendo por encima a lo que dijesen, pero sin colaborar activamente. Como se dijo antes, ya había hablado más de la cuenta y sus propios compañeros parecían sabotear los intentos del slytherin de salir de allí con algo realmente útil.

Ya había llegado la hora, Megu se mantuvo en silencio sobre la petición de aquel conjuro, aperando la respuesta de Sandor, el cual obvio la petición, algo que a ella le gusto, puesto que no consideraba que fuera adecuado. Dando un paso adelante dice:

Bueno… ya ha terminado nuestro tiempo, señor Buzansky-san muchísimas gracias por haber venido hoy aquí a que los chicos conozcan su trabajo más de cerca.

Hace una inclinación de agradecimiento y añade:

Sepa que siempre será bienvenido a esta aula para ilustrarnos con sus conocimientos prácticos sobre la materia que estudiamos.

Observa a los alumnos y dice:

Espero que os haya resultado tan interesante como a mí la intervención de un autentico experto en el tema y con una amplia experiencia práctica.

CLASE DE ESTUDIO DE RUNAS ANTIGUAS

Como cada vez que iba a empezar una de mis clases, esa mañana dejé en el tablón del Gran Comedor un aviso:

Hoy a la hora indicada todos en las afueras del castillo, la clase ha sido trasladada fuera, buscad cerca del bosque negro. Como siempre el que llegue tarde será penalizado y no se le dejará entrar a la clase.

Atte. Rusev Boronov

Había pedido el traslado de su clase fuera del castillo y había pedido por favor un edificio acorde. Estaba agobiado de permanecer tantas horas dentro de esos muros y antes de que pudiese explotar se me había concedido este pequeño favor. Sabía que con un poco de magia hasta el edificio más endeble podría parecer un castillo así que eso me habría propuesto, crear un edificio a mi medida.

Ya desde lo lejos podría divisarse, era un edificio poco llamativo a la vista, de madera en su totalidad salvo en el techo que estaba embellecido por paja y barro que a su vez servía como aislante para la lluvia y el frío. Simulaba un gran salón como los que usaban los pueblos nórdicos hace ya mil años, majestuoso pero rudimentario, no muy bonito pero sí eficaz. La puerta estaba abierta de par en par y allí no parecía haber nadie esperándolos. Al entrar el olor a cecina y carne asada inundó las fosas nasales de los alumnos y pudieron vez de donde provenía dicho olor. Un animal, al que ya le faltaba medio cuerpo, estaba en medio de unas ascuas en mitad de una sala, alargada y llena de pieles y motivos nórdicos colgados por las paredes. Las mesas eran de madera y eran de aspecto antiguo. La instancia se iluminaba con velas, la luz de la lumbre y el haz del sol que entraba por la propia puerta dando un toque acogedor a la estancia. En cada mesa estaban servidos ya partes del animal en enormes fuentes de madera y lo acompañaba unas jarras del tamaño de una pinta llenas de espumosa cerveza de mantequilla.

Algo que llamó vuestra atención fue al lado de las ascuas donde se cocinaba el resto del animal había un tocón de madera de metro y medio de alto, allí habían cuatro piedras de colores vistosos y que contenían una runa cada una. No sabíais que era todo aquello. Abrí la puerta del fondo notando la presencia de los alumnos y salí por ella.

- Bienvenidos a una Sala de Hidromiel, mis alumnos. Por favor aun no toméis asiento, hoy la clase será quien determine donde debéis sentaros el resto del curso. - se podía notar un grado de emoción poco habitual en el tono de voz. - Como veis, hay cuatro mesas, como cuatro piedras en aquel tocón - dije señalando el tocón antes visto. - Hoy quiero haceros una breve demostración de como escogemos a los alumnos en la Escuela Koldovstoretz, no será igual a la real pero seguro que podéis haceros una idea.

Me acerqué al tocón mientras me quitaba la capa, dejando al descubierto mis brazos. Posé la prenda en una de las sillas y proseguí con la explicación.

- Y bien, hoy quiero hablaros de cuatro runas en concreto. Isaz, representa el invierno pero en nuestra escuela también representa la magia. - dije mientras sostenía una runa de color turquesa y que tenía tallada una I. - La runa Teiwaz o Tyr, la runa del coraje o la valentía, para nosotros también representa el poder, la fuerza de nuestros actos. - solté entonces la runa anterior y levanté una que era de color rojo carmesí y como talla tenía una T en forma de flecha. - La runa Mannaz, representa al propio hombre o mago, su humanidad. Para nosotros representa a los propios magos y brujas, nuestro nacimiento. - esta vez mostraba una runa de color verde claro y con una marca en forma de M con dos triángulos en su interior. - Y por último Algiz, la runa de la protección. Para nosotros es la runa más sagrada, representa el sacrificio propio por un ser querido. - ahora mostraba una runa en forma de Y con un extremo más en el centro.

- Bien, quiero que por favor uno a uno probéis a coger estas piedras, solo podréis escoger dos de ellas en vuestro caso, elegid bien, si alguno sois dignos de ellas notaréis un dolor intenso en vuestra piel, una quemazón, pero no os preocupéis, solo os dejará una marca que minutos después desaparecerá. - entonces mostré mi brazo derecho a los alumnos. - Más tarde a todo alumno se le marca con tinta a la runa que pertenezca - Yo tenía las cuatro runas marcadas en la piel - Como podéis comprobar hay veces que la naturaleza de alguien es tan incierta que este método debe notificarlo. Pues bien, podéis empezar cuando queráis. Y tranquilos, a vosotros no se os marcará el brazo si no lo deseáis. Pero antes... - di unos pasos hacia un lado de la clase y puse un viejo tocadiscos que enseguida dio los compases de una canción.

- Cuando sepáis donde debéis sentaros id a la mesa que os corresponda. Y quiero un trabajo detallado sobre vuestra runa en cuestión antes de la próxima clase.

Nuevamente clases fuera del aula, esto si era algo a lo que estaba acostumbrado, pues en África lo común era tener lecciones más práticas que teóricas.

Sin embargo, en esta ocasión en particular, el lugar designado para las clases era un tanto fuera de lo común, pues se parecía a muchos de los cuadros, que había visto sobre los salones del Valhalla, muy pintorezco en realidad.

Mientras observaba el lugar, el profesor Boronov nos explicaba un poco sobre las runas y como en su antigua escuela las usaban para seleccionar a los magos, aún no entendía la necesidad de realizar una selección, al final todos eramos iguales después de todo, pero bueno, cada escuela con sus costumbres.

Sin replicar, ni preguntar, me sometí nuevamente a otra ceremonia de selección y casi sin pensar cogí dos runas al mismo tiempo Isaz y Mannaz, para mi estaba claro que, alguien con mi carácter y personalidad, difícilmente podría terminar en Mannaz, mas grande fue mi sorpresa cuando la runa menos pensada empezó a quemar mi mano izquierda. 

Pero qué rayos, ¿yo? Pero si no hay nadie menos empático que yo, esto.es una locura.- pienso visiblemente sorprendido.

Luego la voz del profesor me saca de mis cavilaciones solicitándonos un trabajo sobre nuestras runas, lo que hizo que la sangre se me helara, así que, sin saber que escribir, me senté en la mesa correspondiente y saque un trozo de pergamino de mi morral.

Mannaz: Humanidad

Sinceramente, no me resulta del todo claro porque esta runa me escogió, pues entiendo que, bajo su tutela se encuentran aquellos magos cuyos valores, empatía y compasión se sobreponen a todos sus demás valores, buscando crecer en todo aspecto de su vida a través del servicio y cuidado de sus semejantes.

Lo anteriormente dicho es en realidad la antítesis de mi personalidad, pues mi principal objetivo en la vida no es servir a otros, sino protegerlos de aquellos que les procuran el mal, personalmente, no creo en la filosofía de la otra mejilla, sino en que toda acción debe desatar otra diametralmente opuesta y de suma contundencia que impida al agresor tener la posibilidad de repetir su felonía.

Personalmente, no me considero alguien que busque conocerse a sí mismo, sino más bien una persona de acción capaz de darlo todo por proteger a quienes ama y castigar brutalmente a quienes lastiman a mis seres queridos, sin mostrar el más mínimo ápice de duda o compasión.

Altair Black

Una vez concluido mi trabajo, enrrollé el pergamino y se lo entregué al docente en silencio, mientras lo observaba con expresión confusa.

El lugar era muy rústico, familiar, y el olor consiguió abrir el estómago al joven mago que apenas pudo contener un impulso por preguntar, pero se sentía en un entorno agradable.

Escuchó la historia del profesor y pudo apreciar su intento por acercar su cultura a todos los alumnos, por cómo mezclaba la historia con las runas. Era algo que a Ralph le fascinaba aunque, al mirar a su alrededor, pudo percatarse que nadie se atrevía a romper el hielo. Así pues inspiró profundamente y se adelantó él.

Tomó a Isaz y a Algiz con las manos y apretó los puños con cierta fuerza y cerró los ojos. Al cabo de unos segundos gritó un poco por el dolor que, aún sin ser insufrible, sí era notable y abrió las manos.

Se podía apreciar cómo Isaz había dejado claramente su marca en la mano del muchacho.

Soy el invierno -sonrío, le gustaba aquel modo de verlo-. Creo saber porqué. Muchas gracias profesor Boronov.

El lugar era muy rústico, familiar, y el olor consiguió abrir el estómago al joven mago que apenas pudo contener un impulso por preguntar, pero se sentía en un entorno agradable.

Escuchó la historia del profesor y pudo apreciar su intento por acercar su cultura a todos los alumnos, por cómo mezclaba la historia con las runas. Era algo que a Ralph le fascinaba aunque, al mirar a su alrededor, pudo percatarse que nadie se atrevía a romper el hielo. Así pues inspiró profundamente y se adelantó él.

Esto es como volver a primero.

Rió ligeramente, le gustaba aquella idea. Tomó a Isaz y a Algiz con las manos y apretó los puños con cierta fuerza y cerró los ojos. Al cabo de unos segundos gritó un poco por el dolor que, aún sin ser insufrible, sí era notable y abrió las manos.

Se podía apreciar cómo Isaz había dejado claramente su marca en la mano del muchacho.

Soy el invierno -sonrío, le gustaba aquel modo de verlo-. Creo saber porqué. Muchas gracias profesor Boronov.

Se inclinó en una muestra de respeto y se alejó un par de pasos, preguntándose quienes serían los compañeros de su nueva "casa".

Clase de estudio de Runas Antiguas

Madrugué. Cuando vi la nota que había dejado el profesor Boronov en el gran comedor me dí cuenta de que podría quedarme fuera, así que tuve que emplearme a fondo para no llegar tarde.

Al salir de Hogwarts la brisa mañanera me dio un poco de repelús. Aunque no por ello me resultó menos agradable respirar el limpio aire.

Con paso ágil llegué al lugar citado y contemplé la construcción en la que íbamos a proceder con la lección.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro al apreciar los detalles tan propios de Rusev. Su atuendo, su personalidad e indudablemente su aspecto era algo distinto. Las clases denotaban lo mismo. Para mí era como asistir a una degustación de otro país. Al parecer, ambos coincidíamos en el amor por la naturaleza.

Al pasar dentro, la decoración y el olor captó mi atención, pero cuando habló y enseñó sus cuatro tatuajes, me impresionó. Todos los símbolos eran importantes y, por ello me debatí entre cuál coger. Dudé. Entre abrí los labios y cerré los ojos para pensar con dedicación. Quería tomármelo en serio.

La humanidad era algo que me tentaba, sin embargo, las palabras de “nuestro nacimiento” me alejaban. Traía recuerdos. Quizás ese tema era algo que debía tener guardado y dejar a un lado.

Abrí los ojos, estaba frente al tocón. Creía haberme decidido. Con la mano derecha sujeté la piedra de Algiz y, con la izquierda, la de Isaz. Miré como en un partido de tenis a ambas, pero allí no pasaba nada sobrenatural.

Tras unos segundos, y cuando decidí suspirar, un pequeño color turquesa empezó a brillar. Provenía de la mano izquierda. Rápidamente cerré ambas a la par y dejé brevemente de respirar. Parecía como si un ligero dolor (tipo quemazón) se abriera paso por entre las marcas de mi palma.

Sin duda había caído en la casa del invierno.

Con el sonido de la música ambiental dejé las piedras y me dirigí hacia a la mesa -Hola- dije saludando a Ralph, el alumno que primero se había llegado a sentar.

True. Parece que alguien está jugando con el tiempo, o el editor ha fallado. Lo hablo con la directora.

Un clase comienza y ahora sí que se siente más profundo, se trata de ancestros, de historia que quieras o no está en aquellos cuentos que se cuentan antes de dormir o cuando los abuelos se sientan en aquel sillón para relatar viejas anécdotas que hablan de batallas, de sangre y el venerado Valhalla que siempre es honroso estar allí cuando bien sabes que es un derecho a ganar. Mis raíces son de aquellas tierras frías que saben a conspiración, a escudos y espadas, y a rituales, siendo una sensación poderosa la que embriaga mi interior y me hace sentir como si estuviera en casa. Le agradezco a Rusev por ello, más aún cuando al observar el entorno, lejos está de ser tan diferente a esos recuerdos de cuando era pequeña. 

Con una sonrisa dibujada en mi rostro, feliz por volver a mis raíces, por ese encuentro personal con mi cultura, ingreso de la mano junto a Linus mientras me pierdo en los aromas, en la sensación que vívida se instala en mi corazón para sentirme parte de esto. No soy capaz de decir palabra alguna, sólo disfrutarlo como alguien más, recordando todo lo que por legado llevo en la sangre y en mi corazón como una guerrera, una bruja, una Grindelwald. 

Agradecida, le sonrío a Boronov mientras escucho al completo la clase y niego con la cabeza cuando soy consciente de que esa misma elección es la que marca tu destino de alguna manera. No necesito en verdad tocar la runa, sé cual es la mía desde que tengo uso de razón por crianza, pero al igual que el resto me atrevo a desafiar el destino y comprobar si Odín sigue pensando lo mismo de mi tras tantos años de aquella maravillosa experiencia. Por esa razón, luego de que todo se disponga para optar por una, le doy un beso en los labios a mi novio inundada por la emoción y tras mirar sus ojos le digo:

- Lo que Odín decida, siempre estaremos juntos más allá de esto. - susurro sonriendo, enigmática mientras avanzo y en primera instancia elijo a Isaz, obviamente porque estoy conectada a ella. Percibo la sensación, su fortaleza, la frialdad que emana la runa y cómo de alguna manera me conecta con ese yo interior, con ese lado con el cual lucho a diario y reniego. Inevitable es la conexión, pero también quiero probar con otra por mera osadía mientras mis dioses seguro me observan curiosos. Es Mannaz, lo que te hace ser, lo que te representa, y lo que tienes sobre tus espaldas, el hombre, el linaje, el mago, la bruja, Grindelwald. Y allí estoy, jugando con lo que soy y lo que debería ser, maldita encrucijada una que vivo a diario. Cierro mis ojos, lo siento y sonrío. La marca surge y me remonta a cuando era niña, cuando mi abuelo materno me hablaba de aquellos mundos, me enseñaba a pertenecer a ellos y la decisión está tomada, siempre lo estuvo. 

- Isaz... soy Hielo, la fuerza, el invierno, la voluntad, la acción. Te sirvo. - digo al colocarla en mi pecho y tras, abrir los ojos, la devuelvo a su lugar mientras quedo expectante con respecto a mi novio. 

Cuando leyó la nota en el tablón del gran comedor esbozó una sonrisa. Curioso que el profesor Rusev opte por algo menos convencional. Pensó de forma irónica. Sin embargo, aquello le agradaba, era interesante, por lo que tras unirse con sus amigos y con Anne, se dirigó hacia allí.

Al divisar la cabaña desde el exterior soltó un suspiro, parecía una cabaña de madera de mala muerte, sin embargo al entrar la percepción del chico sobre aquel edificio cambio. La decoración en madera, el olor a carne a la brasa, la iluminación  por la lumbre y las velas y las pieles que colgaban de algunas partes de la estancia le evocaban a las historias que había leído de la antigua sociedad vikinga. Era un lugar cálido y acogedor que invitaba de alguna manera a comer y a beber sin descanso. Este pensamiento sorprendió a Linus, pues él era de optar siempre por la moderación, pero con esa presentación de comida y alcohol se le hacia difícil. 

Estaba satisfecho con la clase tras escuchar las palabras del profesor, le encantaban aquel tipo de actos donde era analizado y adjudicado en algún lugar acorde a sus habilidades y personalidad, la misma sensación le había generado la ceremonia de selección de las casas en su primer año.

Al escuchar hablar de las runas no tuvo dudas en que quería ser seleccionado para Isaz. La runa del invierno… Devolvió el beso a su novia y asintió a sus palabras con un gesto dulce que pocos veían de normal en él. Cuando la chica se acercó al tocón vio como entraba en sintonía con la runa que él quería. Se decidió finalmente a probar. Sin embargo, cuando estuvo frente al tocón, su atención la captó otra runa diferente.  La cogió sin pensar mucho en ello, como si una fuerza desconocida lo inclinase hacia ella sin dudarlo. Por inercia cogió con la otra mano la primera que encontró y espero un instante. Un ligero dolor que le hizo fruncir el ceño surgió en su mano derecha, la abrió y vio en ella la marca de Algiz. 

La runa de la protección, el sacrificio propio por otro… Sí, es la adecuada. Pensó no solo por la ambición que había arrastrado desde hacía un tiempo, sino también por la chica a la que estaba mirando en esos momentos.

Dejó ambas runas otra vez en el tocón y enseño a Rusev la marca de su mano con su habitual seriedad. Acto seguido, con una sonrisa, se dirigió a la mesa que le correspondía, era el único por el momento al que la runa había seleccionado.

Aquella mañana a Daphne se le habían quedado pegadas las sábanas, y a penas tuvo tiempo a pasar por el Gran Comedor y tomar un par pastelillos de limón para tomarlos por el camino, dado que no quería llegar tarde a la clase del profesor Boronov. Salir al exterior y notar el aire frío le ayudó a despejarse y la hizo sonreír, aunque no tardó en abrigarse bien con la bufanda y colocarse la capucha mientras se dirigía al lugar que Rusev les había indicado.

Nada más llegar, percibió el agradable aroma a cecina y carne asada, y empezó a salivar. Si ya de por sí le encantaba la carne asada, si apenas había podido desayunar acentuaba esa sensación en el estómago de querer darse un atracón de los que sus ojos veían allí dentro. Sin embargo, se contuvo como buenamente pudo y se terminó el pastelillo de limón, prestando atención a las palabras del docente, que en aquella Sala de Hidromiel tan pecualiar y con aquellos atuendos, parecía otra persona.

- Parece que tenemos que tomar dos de esas piedras con runas, ¿vas tú primero? - le susurró a Ralph, que efectivamente rompió el hielo y se encaminó hasta allí, tomado las runas de Isaz y Algiz, para terminar siendo elegido por la runa Isaz. También Cliodna tomó las mismas runas y terminó siendo elegida por la misma runa, la del invierno o la magia. Magia. 

Daphne tomó en su mano izquierda, a diferencia que sus amigos, la runa de Mannaz de color verde claro y que representa la humanidad y el nuevo nacimiento, y en la derecha la runa de Isaz. Cerró los ojos momentáneamente y quiso sentir el poder que emanaba de ambas piedras, pero el sentir de la runa de Mannaz no tenía punto de comparación con la de la runa Isaz, de bella coloración turquesa. Sintió que aquella era la runa que le correspondía, y a punto estuvo de lograr unirse con la runa, pero la fuerte quemazón que sentía en la piel la hizo dudar y abrir los ojos antes de tiempo, aunque claramente el resplandor que emitía le indicaba que aquella era su runa. 

- Isaz, la runa que representa el invierno y... - Daphne sonrió, sabía que esa era la verdadera razón de que la runa la llamase - ...y la magia. 

Y les guiñó entonces un ojo a Ralph y Cliodna, antes de sentarse a su lado en la misma mesa. Cliodna le agrada y ya eran buenas amigas en las prácticas de Medimagia en el Ministerio con el director Pomfrey, y luego estaba Ralph, alguien que empezaba a convertirse en una persona importante a quién poco a poco empezaba a conocer. 

- Me alegra estar con vosotros, chicos. - les sonrió cuando tomaba asiento, y no pudo evitar levantar la vista en dirección a Suki. ¿A dónde sería asignada? 

El aviso sobre la clase del profesor Boronov no se hizo esperar al llegar la mañana que su clase comenzaba y como siempre tenía todo listo para ir a la misma, lo que Yllka no esperaba era ese cambio de aula. Rauda se dirigió hacia la salida y pudo ver a lo lejos a Linus, Anne y sus demás compañeros. También a Ralph. Se acercó a él y lo tomó por el brazo con una sonrisa arrastrándolo hasta ponerse a la altura de Anne y Linus a los que saludó con cariño.

¡Vaya! Fue lo único que pudo decir la Raven cuando vio el sitio elegido por el profesor para impartir las clases y como acto reflejo solo pudo mirar a su amiga Anne, seguro que le agradaba todo esto. Yllka apenas había sabido de las costumbres antiguas en el norte de Europa hasta que conoció a su mejor amiga pero cuando hablaban del tema ella lo hacía con un entusiasmo que atrapaba lo que provocó que ella misma se interesase por ello. Al entrar en la estancia el olor del hogar inundó por dentro a Yllka, no le era conocido pero si pudiese elegir otro lugar donde estar no lo haría. Los ojos curiosos le bailaban por toda la sala, cada detalle estaba en su lugar por algo, le agradaba de verdad ese lugar. Luego llegó el turno de escuchar al profesor, con atención y sin perder de vista a Anne y Ralph, le preocupaba no estar con alguno de ellos dos.

En su turno decidió agarrar Isaz y Mannaz, creía que esas dos podrían representarla. Con la mano derecho escogió Isaz y la izquierda Mannaz, con decisión y fuerza. Casi sin notarlo hasta que el dolor fue intenso su mano derecha tuvo que soltar la runa debido a que aunque fuese soportable el dolor no lo esperaba de ese modo. Satisfecha sonrió y se dirigió hacia la mesa donde ya varios de sus compañeros estaban colocados. Abrazó a Anne y besó a Ralph en la mejilla antes de sentarse.

Leyó el anuncio del tablón justo después de desayunar y se preguntó por qué iban a dar una clase de runas fuera del aula, lo que hizo despertar su curiosidad, había madrugado como era normal en ella, por lo que no tuvo problema alguno en ir tranquilamente hasta el lugar indicado, descubriendo allí, un edificio de madera, rudimentario.

Al llegar Suki entró, y notó el rico aroma a la carne que le hizo inspirar profundamente, era agradable y ya le había dado hambre a pesar de recién haber desayunado, típico en ella… Suki se colocó junto a los compañeros que ya habían llegado mientras tras ella iban entrando algunos otros, con respiración agitada, acelerados por no querer llegar tarde a la clase de Boronov quien ya había advertido de aquello en su anuncio. La rubia examinó la sala y asintió, le gustaba, era mucho más acogedora y bella por dentro, aquello mostraba mucho de quien la había “creado”, pensó. Se fijó entonces en el tocón junto a las ascuas, alto, con 4 piedras que contenían unas runas, lo que le hizo pensar que seguramente aquello sería una parte de la clase sin duda.

Cuando llegó la hora de comenzar la clase, Rusev entró en la sala por una puerta que había al fondo. Y le sorprendió, aquel día el hombre parecía más emocionado que de costumbre ¿qué tendría preparado?

Suki escuchó las explicaciones sobre las 4 runas y la selección de la escuela Koldovstoretz, lo que le pareció muy interesante, pero más aún lo era que el propio Rusev llevase las 4 runas marcadas en su piel, realmente debía ser mucho más complicado de lo que parecía.

Así, el profesor les animó a acercarse uno a uno y tomar 2 de las runas y ver a cual pertenecerían. Cuando fue su turno, la rubia, decidida se acercó y tomó a Mannaz y Algiz sin pensarlo, no sabía como describirlo, pero sentía que esas dos runas la llamaban de alguna forma. Pasaron unos instantes y nada sucedió, Suki fijó la vista en sus manos y las cerró, cuando notó una leve quemazón que, aunque en un principio pareció débil en ambas, como si no supiese por cual decidirse, finalmente se hizo más intensa en la derecha: Mannaz, humanidad, nacimiento…

Con una sonrisa depositó las piedras en su lugar y se encaminó hacia la mesa que le correspondía en la que pudo ver a Altair ya, sentándose al lado de este.

Clase de Estudio de Runas Antiguas

Randall estaba comenzando a tener un profesor favorito: Rusev Boronov. El antiguo mortífago no sólo estaba desempeñando el papel de profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas y el tutor del Club de Duelo, sino que también impartía las clases de Runas Antiguas y había hecho una esporádica aparición en clase de Herbología.

Por ello, la mañana en la que leyó el mensaje de Boronov, Randall decidió acudir a los alrededores del Bosque Prohibido con caminar animado, sabiendo que iba a recibir una entretenida clase. Vestía con un abrigo de pieles para protegerse del frío, pues en esos meses el exterior de Hogwarts tenía bajas temperaturas.

Entró en aquel rudimentario edificio de madera que tanto le recordaba a las salas donde los antiguos nórdicos celebraban sus fiestas y reuniones. Puede que no fuera un lugar muy bonito, pero sin duda parecía agradable y acogedor. Saludó a sus compañeros con un gesto de mano y se dispuso a escuchar las explicaciones de Boronov en silencio, sintiéndose como uno de esos guerreros nórdicos de antaño.

Randall se aproximó a las runas y se dispuso a tomar dos de ellas. No supo por qué, pero se decantó por la runa Mannaz y la runa Algiz, sosteniendo cada una en la palma de una mano y sintiendo un inmenso dolor que recorrió ambas. Supo que, de alguna manera, pertenecía a ambas runas, que ambas eran igual de importantes para él. La runa que representaba su humanidad y nacimiento, y la runa de la protección, que representaba el sacrificio propio por un ser amado. Le costó tomar una decisión.

-Soy Mannaz, la que representa la humanidad del mago y su propio nacimiento, pero también soy Algiz, la runa que representa la protección y el sacrificio por un ser querido que no todos podrían hacer -dijo, sosteniendo ambas runas y finalmente decidiéndose por la que sentía más cercana y más personal para él-. Elijo ser Algiz.

Depositó ambas runas en su lugar y se dispuso a avanzar hacia la mesa que le había tocado.

La primera en unirse al Invierno fue Cliodna, a quien saludó con una sonrisa amable y un leve asentimiento de cabeza antes de echarse a un lado para dejar más hueco, aunque no pudo evitar reír un poco entre dientes cuando saludó.

Hola, Cliodna.

Tras lo que habían vivido, se tomó la libertad de llamarla por su nombre. Además, le parecía una muchacha que necesitaba que le apoyasen y era su modo de hacerlo. Más aún si en aquella clase compartían casa -o runa-. Aunque la siguiente en unirse fue Anne, al ver que ésta no se acercó se limitó a asentir desde su posición. No la conocía demasiado pero hasta el momento le había parecido una chica vivaz y colaborativa, con lo cual no era una mala inclusión.

Al ver llegar a su prometida -más o menos- su sonrisa se suavizó e inclinó la cabeza para darle la bienvenida.

También me alegra que te unas a nosotros. Bienvenida a la casa del invierno.

La relación entre ambos se había suavizado de unos días para aquí, no sin esfuerzo, pero la verdad era que estaba convirtiéndose en algo agradable.

La última en incorporarse fue Yll, quien le había arrastrado hacia Anne al llegar, y quien saludó con su efusividad típica con un beso que hizo que las mejillas se le tiñeran ligeramente y mirase alrededor para inflar sus pulmones y soltar el aire despacio, tratando de poder concentrarse en seguir. A estas alturas ya debería haberse acostumbrado. Finalmente le miró a los ojos y sonrió también.

Hola Yll. Es bueno tenerte con nosotros, bienvenida seas también.

Sus ojos fueron de un lado a otro, recorriendo a sus compañeras. ¿Sería el único chico? Tampoco le importaba demasiado, la verdad es que estaba cómodo con el grupo con el que estaba. Se preguntó quién más se uniría a ellos.

Mientras tanto, comenzó a escribir la runa para ir adelantando trabajo, aunque fuese para la siguiente clase. Saber qué tenían todos en común también era un juego divertido para el Ravenclaw.

Aquel día tenía una sensación rara en el cuerpo por lo que el ánimo que solía tener siempre por algún motivo se había esfumado, me dirigí hacia el aula de Runas por mi siguiente clase e iba tan distraída que me perdí en varias ocasiones. Al parecer aquel no era un día para mi por lo que esperaba que al menos la clase me distrajera un poco, que equivocada que estaba. 

Cuando llegamos a la sala miré alrededor ya que no se parecía en nada al resto de las aulas en las que habíamos estado, aún cuando me retomaba la cabeza intenté escuchar al profesor Rusev impartir su clase y para cuando nombró las runas, estaba tan tranquila como siempre aún quitando el hecho de que aquel día no me encontraba al 100%.

Vi como cada uno de mis compañeros se dirigió hacia las runas y se fueron distribuyendo por las 4 mesas, cuando tocó mi turno me acerqué e intenté evitar a una runa sobre las otras, la humanidad o el nacimiento, era la única que no deseaba que me tocara por lo que fui acariciando una a una las piedras deseando que alguna reaccionara pero ninguna fue así por lo que no me quedó otro remedio que coger la runa Mannaz, parecía que aquella runa quería decirme algo y aunque una parte de mi sabía a que se refería, mi forma consciente lo obvió. 

Me acerqué con mis otros compañeros a la mesa e hice una leve sonrisa y me quedé a su lado esperando que el profesor Rusev siguiera comentando la clase, mientras aún así en mi mente se podía reflejar el símbolo de la runa en mi mente cada vez más fuerte y más nítida aunque mirara hacia otro lado, haciéndome recordar de donde venía...