Partida Rol por web

-¡Thorin Nunca ha abandonado el campo de batalla y nunca lo hará!-EL enano se giro de espaldas al charco y miro hacia la entrada de la cueva, aun algo asustado por la escena anterior, pero decidido a cortar cuantas cabezas hiciesen falta.

-Marchad vosotros, con un poco de suerte os dare tiempo.-La decidida mirada del enano era imperturbable. Habia decidido que ningun amigo suyo moriria si el podia evitarlo. Su hacha cortaria cualquier hueso que se interpusiera entre él y esa afirmacion.

Por un momento a Nae le pareció que el tiempo se paraba mientras observaba como Liozard cogía la gema y entonces apareció aquella cosa negra, el hombre dragón que habían visto en los pantanos. Todo pasó muy rápido y en un abrir y cerrar de ojos este ya había desaparecido y el silencio reinó en el grupo durante unos instantes mientras las últimas palabras de este no se iban de la mente de la elfa. Pero el peligro todavía no había acabado y unos sonidos de voces alerta de nuevo al grupo sin darles descanso.

-No me importa quién lleva la gema pero debemos salir de aqui cuanto antes y ponerla a salvo-desde que el hombre del dragón había hablado Nae no podía evitar preguntarse si habían hecho lo correcto pero se suponía que la duquesa y su hija estaban allí dentro atrapadas y no iba a abandonarlas en ese momento, y menos ponerlas en peligro.-Vamos, no es momento de detenernos ni de hacenor valientes-añade hacia Thorin-tenemos que volver todos los que quedamos.

La elfa se dirige hacia la entrada de la caverna y mira a sus compañeros impacientes porque la sigan.

El momento estaba cargado de tensión y parecía que todos querían saber la opinión del guerrero, cosa que le llenaba de orgullo.

Frunciendo el ceño y sacando su espada, Sigmund habló:
-De acuerdo, Oliver, Liozad llevará la gema hasta que salgamos, una vez fuera no será el quien la porte, tenemos otras prioridades.
Mientras decía esas palabras Sigmund se acercaba al imponente enano decidido a luchar para ganar tiempo y por el camino se cruzaba con su buen amigo paladín, cosa que aprovechó para susurrarle: "Aunque no pierdas de vista a Liozard".

Finalmente el guerrero llego al lado de Thorin posando la mano en su hombro:
-Buen amigo seguro que te necesitaremos más adelante, si la cosa se pone muy fea, tranquilo, contare contigo. Pero de momento... - la siguiente frase sonó fuerte para que todos le escucharan bien - Vámonos, debemos salir cuanto antes de este lugar y cumplir al fin nuestra misión.

Sin más respuestas se puso a correr hacia donde se había ido la elfa.

Las órdenes de Sigmund retumbaron en la caverna y todos se acercaron a la gruta que había junto al estanque. Se trataba de un pequeño orificio de aproximadamente metro y medio de diámetro por cuya base descendía parte del contenido del estanque. La constante circulación de agua les indicaba que aquella estrecha gruta tenía una salida, solo tenían la duda de si esa salida sería suficientemente ancha para ellos.

Nae, que estaba en cabeza posó un pie en la roca. En se momento algo sucedió a su espalda. Liozard parecía estar realizando un hechizo en dirección al resto del grupo...

El anciano mago agitó las manos fuera de sí compulsivamente en un movimiento hipnótico. Apenas fueron unos instantes en los que nadie tuvo tiempo a reaccionar. De pronto, una curiosa sensación similar a un escalofrío los recorrió a todos y uno a uno comprobaron que su piel había perdido nitidez. Una extraña forma semitransparente parecía estar saliendo de cada uno de ellos. La sorpresa los paralizó y notaron una desagradable sensación de estar perdiendo una parte de su ser.

El proceso duró varios segundos. Aquellas formas incorpóreas abandonaron sus cuerpos por completo y poco a poco comenzaron a adquirir volumen. Salieron impulsados hacia el centro de la sala y allí se posaron inertes.

Ninguno se podía creer lo que veían sus ojos: una serie de réplicas de sus cuerpos lucían heridas y mutiladas en medio de la sala.

La cansada voz de Liozard les hizo volver al mundo real:

- Esto nos dará algo de tiempo -concluyó.

Áran estaba en estado de terror. Primero un dragón aparece de la estrecha grita por la que han venido y después desaparece sin más y su jinete cae al suelo. Y ahora Liozard ha conjurado algo que les ha... ¿Matado?

-¿Esos... Somos nosotros? ¿Estamos... Muertos?... -Balbuceó señalando a los cuerpos del centro de la sala mientras se alejaba unos pasos del mago.

Despues se palpó el cuerpo y se pellizcó para asegurarse de que eso era real. Él estaba vivo, a pesar de verse muerto justo enfrente. Sacudiendo la cabeza para sacar la imagen de su cabeza se acercó a Thorin y le agarró del hombro.

-¡Vámonos! Ya tendrás tiempo para luchar cuando salgamos de aquí. Algo me dice que esto no se ha acabado todavía...

Tiró un poco del enano para intentar ponerlo en movimiento y después el pícaro saltó al agua de cabeza para salir de ese maldito lugar lleno de magia.

El paladín no hizo replica alguna a las órdenes que había dado Sigmund… Tranquilo… le dijo en un susurro cuando Sigmund le dijo que no perdiera de vista al mago mientras pasaba justo detrás de él.

Oliver se encamino a la gruta que había en el lugar siguiendo a sus compañeros y sin perder de vista al mago. Llevaba un rato caminando cuando se dio cuenta de que había perdido de vista al mago. El mirar al interior de la gruta lo despisto unos segundos, suficientes como para que Oliver no se diera cuenta de que el mago estaba a punto de lanzar un hechizo.

Rápidamente empuño su arma con la intención de desenvainarla, pero era demasiado tarde, Liozard ya había lanzado el hechizo y todos pudieron ver entre una mezcla de miedo y escepticismo lo que estaba sucediendo. Liozard había conseguido sacar unos dobles de cada uno de sus compañeros incluyendo el suyo propio. El paladín no sabía que se proponía el mago, pero poco tardo en descubrirlo cuando vio que sus dobles estaban gravemente heridos y mutilados sin piedad.

Oliver esbozo una pequeña sonrisa cuando se dio cuenta de que lo único que estaba haciendo era ganar un poco de tiempo entreteniendo a los que les seguían haciéndoles creer que el grupo estaba fuera de combate.

El paladin volvió a dirigir su mirada hacia el interior de la gruta y siguió a sus compañeros. Al principio no parecía complicado avanzar a través de ella, pero en un punto se volvió el camino más impracticable, casi imposible de descender a pie y si hacendolo mientras uno se dejaba  caer por una especie de precipicio.

El camino se complica Sigmund…. Dijo el paladín haciéndole saber a su amigo y compañeros el estado del recorrido. Pero antes de que pudiera decir nada mas, observo como Aran estaba dispuesto a descender por aquel lugar… ¡¡¡ espera ¡!!... fue lo único que le dio tiempo al paladin a decir antes de que Aran se arrojara por aquella pendiente.

Sigmund?... pregunto el paladin, haciendo recaer al guerrero nuevamente la responsabilidad de tomar la decisión acertada.

Nae sonrió al ver el hechizo realizado por el mago

Bien hecho Liozard, asi estarán un tiempo entretenidos mientras nosotros escapamos.-la elfa se da la vuelta y sigue por la caverna.

El recorrido ascendía ligeramente y parecía en buen estado hasta que una fuerte bajada apareció ante ellos. La elfa frenó justo a tiempo antes de caerse por la cuesta.

-¡Alto! Tened cuidado-informó a sus compañeros-a partir de aqui deberemos seguir casi tumbados. Si os parece bien voy yo delante y si veo que se estrecha os aviso.

En ese momento Nae recordó como iba vestida, casi sin ropa y la que le queda hecha jirones y se sonrojó levemente. Menos mal que el que viene detrás es Oliver y no Áran...pensó la joven.

-Vayamos poco a poco-le dijo al paladín-un pie mal apoyado y podemos caer al vacío y acabar todos unos encima de otros. 

Con un bufido, el enano se giró para seguir a sus compañeros, bastante de mal humor. Aquella sensacion de ''faltarle'' algo cuando el mago realizó su hechizo le incomodó enormemente. Sin duda aquel no era su estilo.

Oliver vio como sus compañeros iban descendiendo uno a uno por aquella especie de tobogan. Se quedo mirando a sus compañeros como descendian y con una rapida mirada hacia Sigmund, casi casi de resignacion por saber cual seria la respuesta de su amigo ante la pregunta lanzada anteriormente, se posiciono y se dispuso a bajar el tambien por aquella pronunciada pendiente.

Liozard escrutó la oscuridad de la gruta un instante antes de adentrarse en ella y dejarse caer tras sus compañeros.

Lihem siguió a Liozard en su acceso a la gruta. Parecía una especie de tobogán cuya pendiente crecía a medida que bajaban. Al menos esa fue la conclusión a la que llegó el shar-zarín dado el sonido que provenía de la estrecha cueva.

El mediano se rezagó ligeramente y no pudo ocultar el pánico que le producía introducirse en aquella cueva, sin embargo, lo apremiante de la situación y la inminente llegada de las voces le hizo cerrar los ojos e introducirse en ella e inmediato. No pudo evitar sin embargo, resbalar al segundo paso y caer por la gruta acompañando al agua que descendía.

El guerrero levantando los hombros y las palmas de la mano miro al elfo y le dijo:

-Que remedio, nos vemos abajo Aeldar.

El elfo se quedó el último, no le gustaba mucho aquel estrecho camino, pero parecía la única salida.

Adelante, yo te sigo. Respondió Aeldar al paladín mientras se internaba por el pasadizo.

Uno a uno se deslizaron por aquella empinada y resbaladiza gruta. Poco a poco, la pendiente se acentuó haciéndolos ganar velocidad. Todo se volvió oscuro a medida que avanzaban, lo cual hizo más peligroso el primer impacto.

¡Pum!

Todos chocaron, uno tras otro, contra una roca en la que el agua rompía y se deshacía en un millón de gotas. El recorrido continuaba igual de empinado pero giraba noventa grados en aquel punto. El agua que los acompañaba y la tenue e insuficiente luz del collar de Nae eran la única referencia que tenían en aquella oscuridad total. Siguieron cayendo.

¡Pum!

Un segundo giro hizo a todos impactar contra otra roca. Unos con más suerte que otros, pero todos ellos magullados y doloridos por no haber podido prever el impacto. Destellos de luz comenzaron a manar de la retaguardia, de las manos de Liozard, pero aquello no hacía si no aumentar la situación de angustia.

¡Pum!

El improvisado tobogán realizaba un nuevo giro, y una vez más, todos se golpearon contra la roca de la esquina. Sus cuerpos, como inertes muñecos de trapo eran proyectados de lado a lado impactando con las rocas al ritmo del agua. De pronto, una luz empezó a inundarlo todo. Cerraron los ojos cuando ésta se volvió insoportable y entonces, todo pareció detenerse. Se sintieron como flotando en una nube. La sensación duró poco, pues enseguida notaron una fuerte sacudida, y el frío del agua cubriéndolos por completo. Estaban sumergidos.

Nadaron hacia arriba y, uno por uno, fueron saliendo del agua descubriendo que se encontraban en un pequeño embalse fuera de las murallas de Willem. La alegría de encontrarse fuera duró un instante, justo hasta que echaron una ojeada alrededor y se dieron cuenta de que Aeldar, Lihem y Thorin no habían salido a la superficie.

Cuando Oliver se dejó caer, contuvo la respiracion y una sensacion de vacio se adueño de su estomago revolviendoselo. La caida se le hizo eterna al paladin que no paraba de golpearse contra sus compañeros y los salientes de rocas que habian durante todo el descenso. De repente y sin previo aviso hubo un momento de tranquilidad para acabar saliendo a la superficie.

El accidentado trajin mientras el grupo descendia por aquel desnivel hizo que Oliver acabara magullado y dolorido una vez salio a la superficie. Braceando de dentro para fuera y moviendo los pies, el paladin se mantuvo a flote en aquel estanque, que para alegria de todos, estaba fuera de las murallas de Willem.

Girando sobre si mismo, empezo a ver como sus compañeros iban emergiendo uno a uno tras de el. Pero poco duro la alegria, pues tres de sus compañeros tardaban mucho en salir a la superficie. Oliver sumergio su cabeza en el agua y enseguida se dio cuenta de la gravedad de la situacion. Lihem parecia inconsciente mientras que Aeldar y Thorin mantenian una dura lucha por subir a la superficie.

Compañeros!!!... exclamó el paladin a los que ya estaban en la superficide... Aeldar, Thorin y Lihem se encuentran en problemas y este ultimo parece que es el que peor esta, da la impresion de que esta inconsciente. Debemos hacer algo y rapido!!!.

La caída fue más movida de lo que Nae se había imaginado, después de chocar con todas las rocas posibles cayeron a lo que le pareció un embalse. Al principio, el agua helada hizo que dejara de sentir los dolores de sus magulladuras, realmente dejó de sentir cualquier parte de su cuerpo por unos segundos. Estaba tan frío que parecía como hielo que le atravesaba la piel.

Cuando la elfa reaccionó, comenzó a nadar hacia la superficie y los rayos del sol y comprobar que estaban fuera de la ciudad calmaron sus dolores. En seguida buscó a los demás y escuchó la voz de alarma que estaba dando Oliver.

-Vamos, tenemos que ayudarlos antes de que la situación empeore.- dijo mientras se sumergía y comenzaba a bucear esperando que sus compañeros la siguieran

Oliver vio como Nea se sumergia nuevamente para ayudar a sus compañeros. La elfa se dirigio hacia Lihem y el paladin la siguio esperando que Sigmund siguiera tambien sus pasos.