Partida Rol por web

El repentino y antinatural grito hizo estremecer al grupo de la cabeza a los pies y ninguno pude ocultar el escalofrío que les hizo sentir. Por fortuna, el ruido cesó y tras varios segundos escuchando no percibieron indicios de que la criatura se acercara. Un espeso silencio llenó el ambiente, únicamente cortado por los tímidos comentarios de los compañeros.

Entonces, Sigmund propuso retroceder hasta la sala anterior y defenderse allí. Lihem no pareció compartir aquella idea, de modo que planteó su opinión con el tiento de un subordinado.

- Creo que deberíamos asegurarnos primero de a qué nos enfrentamos. Tal vez podamos pasar inadvertidos si actuamos con cautela. Propongo avanzar con cuidado hasta identificar cual es la situación ¿Qué opinas Sigmund? -preguntó el guerrero.

Todos dirigieron sus miradas al líder del grupo, esperando que su experiencia les indicara cómo actuar.

Con cara seria y pensativa Sigmund asintio en silencio a la idea de Lihem y después añadió unas palabras dirigidas a todo el grupo.

-Avancemos entonces, vigilar donde pisais tal vez hayan trampas, al menor indicio de que la criatura vuelva a estar activa Thorin, Oliver y Lihem se situaran delante para detenerla mientras los demás preparamos arcos etc.

Sin preocuparse por esconder su cara de preocupación y expectación a la vez se puso a avanzar - Vamos pues...

Oliver asintio firmemente ante las palabras de Sigmund... Descuida compañero, mi arma y yo detendremos cualquier cosa que se interponga en nuestro camino y la familia del duque.

Sin perder tiempo, Oliver se adelanto al grupo situandose en cabeza mientras empuñaba su arma para ser desenvainada rapidamente si la situacion lo requeria.

Lihem asintió a las palabras de Sigmund, y junto con Oliver y Thorin, se puso en cabeza avanzando con tiento a través del tenebroso pasillo que parecía adentrarse en las profundidades. El fino hilo de fuego que recorría el camino les servía como guía e iluminaba suficientemente el lugar de modo que Lihem decidió prescindir por el momento de la antorcha, que apoyó en un relieve de la pared.

Con las espadas desenvainadas, doblaron varias esquinas con la sensación de que aquella serie de corredores no terminaría nunca, sin embargo, cuando esta idea era más fuerte que nunca, vieron una especie de resplandor en una de las curvas del pasillo.

- Shhhh... avancemos en silencio -indicó el guerrero en susurros presintiendo una presencia tras la esquina.

Se adelantó un par de metros por delante de los demás y se acercó a la esquina con los nervios a flor de piel. Con mucho cuidado, asomó la cabeza. Los demás contuvieron el aliento, y lo expulsaron aliviados al comprobar que Lihem les hacía señas para que se acercaran. Tras la esquina, un corto tramo de pasillo se abría a una especie de balcón que daba a una gran sala totalmente iluminada por enormes antorchas de fuego. El balcón estaba a unos 30 piés (10 metros) de altura, protegido por una serie de pequeñas rocas a modo de barandilla y en cuyo lateral, descendía una primitiva escalera pegada a la pared. La enorme sala formaba una irregular circunferencia de unos 500 pies de diámetro (150 metros).

Al igual que la sala a la que accedieron nada más entrar en el templo, estaba presidida en el centro por una especie de trono, solo que esta vez, la construcción tenía un aspecto más salvaje, de caverna, en lugar de las paredes lisas y ribeteadas del templo. En lo alto del trono central, pudieron distinguir, un hipnótico brillo anaranjado. Sin lugar a dudas, se trataba de la gema.

Miraban ensimismados la posición de la gema, estupefactos al comprobar que había llegado hasta allí, cuando un ligero temblor del suelo les hizo salir de su ensoñación. Entonces lo vieron. Entrando en su campo de visión, de espaldas a ellos, salió de debajo del balcón en dirección a la gema. Ninguno de ellos estaba preparado para ver algo así, no obstante, lograron silenciar su gesto de sorpresa. Todos excepto Picco.

La mole que tenían delante medía entre 20 y 25 piés (6 y 8 metros) de altura. Su cuerpo, era el equivalente gigantesco a un musculado cuerpo humano, únicamente tapado por una sencilla tela a modo de taparrabos. Su cabeza, sin embargo, era la de un imponente toro, con dos enormes y afilados cuernos de casi un metro de largo alzándose amenazadores. En su mano derecha, portaba un enorme hacha de doble filo, que aunque parecía pesar más de un quintal, era manejado por la criatura con total soltura y ligereza.

El enorme minotauro, se detuvo después de que Picco no pudiera evitar exhalar una bocanada de aire debido a la sorpresa. Poco a poco se giró hacia la posición del grupo, que se permanecía oculto tras las rocas del balcón. En un primer momento, la criatura pareció desviar su atención, sin embargo, sin previo aviso, produjo un imponente alarido que hizo temblar toda la sala de arriba a abajo. Alzó su arma por encima de su cabeza y la agitó en el aire como exigiendo a los intrusos que se mostraran. Por último, expulsó violentamente el aire de sus pulmones por la nariz, produciendo un salvaje sonido. Parecía estar preparándose para la batalla.

Por supuesto, pero te recuerdo que el balcón tiene escalera así que no tardaría mucho en acercarse y arrearos estopa xD

Áran suspiró con desgana y arreó una colleja a Picco.

-¿Es amigo tuyo? No, ¿verdad? ¡Pues entonces no le saludes!

Tensando el arco que llebaba en la mano con una flecha de su carcaj, el pícaro se acercó al borde del balcón y apuntó a la bestia.

-A tu orden Sigmund. -Dijo ya con resignación en la voz.

Picco encajó la colleja de Aran con resignación, al igual que las miradas de reproche de los demás. Su descuido había precipitado la batalla, impidiéndoles realizar un ataque por sorpresa. Por ese motivo, el mediano contrajo el gesto y no escondió la culpabilidad que le atormentaba. Llegado el momento, su gesto cambió en una decisión artificial que realmente no sentía. Extrajo su espada de la funda, y asomó su cabeza tras la roca. Contemplando aquella majestuosa criatura, comenzó a descender las escaleras lentamente, intentando no llamar su atención.

- Vamos Picco, contra esta criatura todos somos igual de pequeños... -susurró para sí mismo -Debes arreglar la situación que has provocado, estúpido mediano...

Alcanzó el final de la escalera y alzó su espada esperando a ver la reacción del minotauro...

Maldicion!!!... exclamo el paladin mientras miraba a  Picco  por haberrevelado la posicion del grupo y por tanto un posible ataque sorpresa.

Negando con la cabeza ante el irresponsable acto de Picco y reaccionando rapidamente, Oliver, miro a su compañero Sigmund antes de bajar por las pequeñas escaleras... Tal y como me enseñaste, ataques rapidos y precisos... dijo recordando los viejos tiempos vividos entre los dos compañero.

Acto seguido, bajo por las escaleras tan rapido como pudo y se posiciono delante del mediano. En aquella posicion, espero a que el resto de sus compañeros tomaran posiciones. Mientras tanto, observaba a su enemigo intentando buscar un punto debil al alcance de su espada.

¡¡¡ Por encima de los talones !!!... murmuro Oliver... con un poco de suerte caera y quedara inmovil.

"Parece que tendremos que luchar de nuevo por nuestras vidas..."

Ante la acción de Áran, Sigmund se levanto:
-De acuerdo - La voz fría y marcial se elevo como un estruendo en la sala después de la respuesta del minotauro a la intrusión del grupo - Arqueros intentar alcanzar los ojos de la bestia, los demás intentaremos acabar con ella desde abajo.

Asintiendo a las palabras de su amigo Oliver con una sonrisa al recordar los viejos tiempos, algo más dulces en comparación con la amarga batalla que tenían por delante, Sigmund desenvaino y se preparo para seguir a los suyos.

Por cierto - el guerrero miro al mago - Liozard, tu quédate aquí arriba e intenta ayudarnos en lo posible con tu magia, pero ves con cuidado, se lo mucho que te debilita...

El mago respondió con un leve asentimiento de cabeza. Se encontraba aún bastante débil, pero confiaba en ayudar a los demás con acciones sencillas que consumieran poca energía, pero que facilitaran aquel complicado enfrentamiento.

- Jumm... -rumió el anciano por lo bajo.

Mientras los demás descendían, Liozard tensó su cuerpo y elevó las manos preparándose para el primer hechizo, sin embargo, en lugar de hacerlo habló en voz alta para todos los presentes.

- ¡El temor es el camino a la muerte, el valor, la puerta de la esperanza! ¡Acabemos con él!

Lihem dirigió al mediano una cruel mirada de reproche, pero no perdió tiempo en descargar su ira sobre Picco, y contempló la inmensa criatura que ahora tenían ante ellos. Viendo que Picco, Oliver y Sigmund le habían tomado ventaja, el guerrero se puso en movimiento, y con tres espectaculares saltos por el borde de la escalera, alcanzó el suelo en primer lugar. Aún con la mano apoyada en el suelo por su aterrizaje, el shar-zarín estudió a su enemigo, y curiosamente no desenfundó su arma. En lugar de ello, se escoró hacia un lateral, buscando abordar al minotauro desde un ángulo diferente.

Ante los ojos de Nae apareció una figura que nunca hubiese pensado que podía existir, un minotauro. Fue tal la impresión que se quedo sin aliento, parada sin saber que hacer pero el ruido de Picco despertó al animal y la elfa miró al mediano a modo de reprimenda.

Entonces vió lo que Áran intentaba hacer y ella le imitó. Lo siguió hasta el balcón, sacó una flecha del carcaj y tensó su arco preparada para disparar en el momento en que Sigmund diera la orden oportuna.

Mientras contemplaban la gema, les sorprendió una enorme bestia por uno de los pasillos. El factor sorpresa parecía haberse perdido, pero no todo estaba perdido, pensaba Aeldar.

El elfo se armó con su arco y una flecha y se dispuso en posición, junto a sus compañeros arqueros, para acometer lo que sin duda sería una dura batalla.

El minotauro, cuyos ojos relucían con un extraño brillo verde, vio como uno a uno, los intrusos empezaban a moverse distribuyéndose a su alrededor y sobre el balcón. Sintiendo el comienzo de la batalla, la enorme criatura volvió a emitir un nuevo gruñido que hizo temblar la cueva desde sus cimientos.

Pequeños trozos de roca del techo se desprendieron aquí y allá, sin consecuencias y el eco dominó la estancia. Cuando éste se disipó, la lucha ya había comenzado...

Oliver observo como todos y cada uno de sus compañeros estaban en posicion de ataque, asi que no espero la señal de Sigmund para atacar.

Esa decision no fue muy acertada por parte del paladin el cual se dirigio hacia su enemigo con paso firme y el arma bien sujeta para asestarle una certera estocada.

Pero la mala suerte hizo que Oliver  en el momento de su ataque pisara un pequeño trozo de roca que acababa de desprenderse y se desequilibro haciendo que todo su empezo en atacar al minotauro fueran en vano. Y peor aun, quedo en una delicada posicion frente al enorme monstruo el cual lo tenia a su merced.

El paladin miro hacia arriba para darse cuenta de la altura de su enemigo... Maldicion!!! esto no va a ser tan facil como creia... murmuro.

Su mirada se dirigio entonces hacia sus compañeros con la esperanza de que estos pudieran herir al minotauro y darle una oportunidad a Oliver de salir del alcance de su arma.

El ataque fallido de Oliver significó el inicio del combate. El paladín no había logrado herir a la imponente criatura pero sí logró llamar su atención. Eso sirvió a Lihem para aprovechar e intentar un arriesgado movimiento, escalando a la espalda de la criatura.

El guerrero, se acercó corriendo a las piernas de éste y cuando se encontraba lo bastante cerca, saltó hacia uno de los muslos de este con la intención de apoyarse en su gemelo e impulsarse más arriba, sin embargo, un repentino movimiento de la criatura hizo que los cálculos de Lihem se fueran al traste, y desequilibrado, su cuerpo fuera proyectado a varios metros de distancia provocándole feas magulladuras en el hombro.

Sus compañeros ya habían empezado la batalla, por lo que Aeldar no esperó un instante más y siguiendo los consejos de Sigmund disparó una de sus flechas a los ojos del minotauro con la intención de cegarlo.

la flecha del elfo salió disparada hacia su objetivo cortando el aire a su paso.

El enano bajó a tropel por las escalres, aún perplejo ante la presencia de tan colosal ser. Recordaba las historias de su tio sobre seres de fantasia mitad humano mitad bestias. Creia que tan solo eran fantasias. Pero aquellos cuernos eran bien reales. Deseaba cortarlos y colgarlos en la sala comun de su clan. Si, seria un buen trofeo.

Miró la bestia, y decidió que con su colosal estatura, lo mejor que podia hacer era destrozarle los pies para hacer que el pecho del monstruo estuviera a su altura.

Con su gran hacha cerrada entre sus fuertes puños, Thorin cargó contra el pie del enorme ser con un ataque en diagonal intentando dañar los huesos del pie. Pronto sintió la carne y la sangre salpicarle el rostro. Su hacha habia probado la sangre que tanto le gustaba.