Partida Rol por web

Aidan llegó donde fuese que Ealasaid le hubiese citado, viajó sólo a caballo y esperó a que la mujer apareciera o se dejara ver si es que ya estaba allí.

Lady Ealasaid había decidido invitar a su viejo amigo Aida a una taberna de camino entre sus señorío, había acudido con ropas de una de sus sirvientas, así como a caballo y acompañada de su fiel perro. 

Nunca le había pedido nada a nadie pero ahora sabía que si Idmiston y Cholderton querían progresar debería solicitar ayuda y Aidan era el único amigo cercano que le quedaba. Además, Sir Caerwyn también se lo había solicitado...

Aidan no tardó en reconocer a Ealasaid en una mesa. Iba vestida con ropas sencillas pero su menudo cuerpo y su gran belleza seguían llamando la atención. La dama esperaba con una copa de vino especiado sobre la mesa y parecía jugar nerviosa con ella entre sus manos. 

Al reconocerla en la taberna Aidan no pudo evitar tomarse unos minutos para admirar su belleza, lo había hecho siempre, desde niños, siempre que ella no lo veía él se detenía a admirarla.  Había soñado muchas veces que cuando fuera un caballero de renombre ella lo vería con otros ojos y se casaría con él, pero los dioses habían decidido caminos diferentes para ambos.

Se separó del tabique del que se había apoyado y caminó hacia la mujer.  Movió la silla que estaba frente a ella y se sentó. -Aquí estoy.  Pensé que vendría vuestra señora en persona- dijo bromeando al ver las ropas que vestía

Saludó con la cabeza a Aidan, esbozando aquella dulce e inocente sonrisa que la caracterizaba, aquella que dotaba a su rostro de su belleza casi angelical. 

- La señora no puede ser vista viniendo sola hasta estas tierras para reunirse con un caballero que no es su esposo, montada en un caballo sin guardia alguna... 

Dijo en tono bajo para tomar un sorbo de su copa de vino.

- Aidan...

En pocas ocasiones desde que se había convertido en una dama de la corte y se había casado había llamado a su amigo por su nombre de pila, sin añadir su título antes. Eso significaba que había acudido como amiga, no como noble ni como dama.

- ¿Cómo estás? La pérdida de Ewan ha sido un golpe muy duro... ¿Estuviste con él hasta su último aliento? Dime que no sufrió... Al final dio su vida por protegernos a todos... - Limpió delicadamente la lágrima que había resbalado por su mejilla - He llamado a mi hijo Ewan Bradley*... ¿Crees que está mal? - Miró con tristeza y pesar a su amigo, aunque había una sencilla y sincera sonrisa en su rostro - Lo echo de menos... Igual que a Mollie... Sabes, Zoe* se ha casado y ha tenido una niña preciosa... - Suspiró - Lo lamento, no es esto por lo que he acudido a ti pero... Pero creí que debíamos ponernos al día... 

Aún a pesar de la sencillez de sus ropas no era fácil ocultar su belleza y sabía que eran muchos los hombres que la observaban, pues desde que había comenzado a desarrollarse había llamado la atención de muchos hombres y las envidias de algunas mujeres. Por eso intentaba pasar medianamente desapercibida pero, las ropas de una sirvienta eran menos recatadas que las que la joven dama acostumbraba a llevar y sus pechos estaban ligeramente más hinchados tras dar a luz a su hijo. 

-Lo imagino- dijo ante las primeras palabras de su en otro tiempo amiga y le sorprendió que le llamara por su nombre.

-Pues es difícil.  Me han pasado cosas muy horrendas y muy hermosas en poco tiempo.  La muerte de Ewan me a afectado, estaba muy herido para pelear una batalla en la que parecería que todos pereceríamos, sin embargo se negaba a quedarse a resguardo y si bien pude ordenarle que lo hiciera, dudo que me escuchase, no quise quitarle el honor de morir como el guerrero que es.  No te voy a mentir, sabes que no sirvo para eso, fue una muerte dolorosa, murió a causa de sus heridas, lejos de mi mientras yo trataba de atraer los ataques hacia mi con... bueno de una forma particular.  Si lo has hecho en su honor no me parece mal.  Yo he llamado al mio Kalen, su significado es "aquel que posee las claves", y espero las tenga para ser el gran hombre en el que espero se convierta.- hizo ademán de tomarle la mano pero luego la retiro y la junto con su otra mano.  -Yo también le extraño, es mi hermano y realizaremos rituales en su honor en Burcombe-  Aidan intentaba mantenerse distante, en algún otro momento seguramente hubiese mirado los pechos de Ealasaid y hecho algún comentario picaresco para molestarla e intentar hacerla sonreír, pero desde que era una dama de la corte se habían alejado demasiado así que no dejó de mirarla a los ojos ni un sólo instante. -Lo intuyo- respondió -Para esto hubiese alcanzado con una carta.  Dime  ¿Qué necesitas de mi?-

Los ojos de la joven se posaron en los de él, mostrando su dolor y su pesar.

- Si, ha sido en su honor y en el de Mollie... Ambos han hecho mucho por mi... Y les estaré eternamente agradecida... - Su cuerpo se hizo hacia adelante, mirándole más intensamente - Aidan... No me pidas que no vaya a esos rituales en su honor... Necesito... Necesito despedirme de él... No... No estuve allí y podría... Quizás podría haberos ayudado, haber sanado vuestras heridas... Lo necesito... - Sonrió con cierta melancolía - Sabes, echo de menos aquellos tiempos... Los tiempos en los que corríamos descalzos por los bosques y el barro, sin importarnos nada más allá de nuestros juegos y diversión... Pero ahora todo ha cambiado... Hemos crecido y cambiado... ¿Verdad? Ahora somos damas y caballeros que deben mostrar una imagen más seria y formal... - Suspiró con pesar - Si, podría haberos escrito una carta, regresar a las frías formas que me corresponderían como dama pero... El hecho de pensar que también podría haberos perdido a vos... Eso, eso duele demasiado... Y me aterra... - Fue Ealasaid quien tomó la mano de Aidan, si éste así se lo permitía - Gracias... Gracias por haber estado con él... Y si, creo que aunque se lo hubieras ordenado no hubiera obedecido... Ambos sabemos cuan cabezón podía llegar a ser... - Sonrió de nuevo con añoranza y soltó su mano algo avergonzada - Lo lamento... - Se aclaró la voz y regresó a unas formas más formales - Aidan... Idmiston siempre ha sido pobre, bien lo sabéis... Pero ahora, ahora las cosas van cada vez peor... Edward puso a su madre a administrar el señorío de mi familia y no hizo sino empobrecernos aún más... Además, desde que fue tomado rehén está más frío y distante...*, debo ser yo la que asuma todas las responsabilidades... Y, además, recibí una misiva de nuestro amigo Sir Caerwyn... Al parecer su señorío también necesita ayuda y me gustaría pediros que por favor le ayudéis a saldar su deuda y salvar a su pueblo... Además... - Sus ojos mostraban ahora cierta timidez - Quizás necesite pediros dinero para mejorar las condiciones de Idmiston pero... No quisiera que Edward se enterase... Bien sabemos que no ve con buenos ojos vuestras creencias y formas de vivir... Sé que es mucho pedir y haré todo cuanto esté en mis manos para que recibáis beneficios de vuestra inversión, así como devolveros íntegramente el dinero... Además, haré cuanto necesitéis... 

Al final todo se reducía al dinero, aquel encuentro, aquella conversación y aquellas añoranzas no se hubiesen dado si no fuera por la necesidad del dinero.  Por un momento se sintió ofendido, pero luego recapacitó.

-Esta bien, haré cuanto pueda por ayudar.  Pero debo advertirte que no tengo demasiado.  He tenido que pagar rescates de mis hombres y ya he ayudado a Sir Caerwyn tanto como me fue posible.  Dime ¿Cuánto dinero necesitas?-

Sonrío aliviada al escuchar que ya había ayudado a Sir Caerwyn.

- Cuanto me alegra oírlo... No me llegó ninguna nueva misiva dándome esa noticia... La última noticia fue una misiva de él pidiéndome que intercediera a su favor ante ti, pues conocía de nuestra amistad... Jamás he podido negarme a ofrecer ayuda a quienes me importan... - Sonrío de nuevo aliviada y agradecida, aunque negó con la cabeza - No, no... Me expliqué mal... En estos momentos no necesito de vuestro dinero... Hemos logrado solventar las deudas con las pocas ganancias y ahorros, e incluso hemos podido contratar guardias para que nuestras gentes se sientan más seguras... - Hizo un gesto al camarero o camarera para que les sirviera una jarra de lo que Aidan quisiera - Quería y, necesitaba, reunirme contigo - Volvía a hablar en aquel tono más amistoso y más alejado de los modales de la corte - Fuera de la corte, alejados de esas responsabilidades que nos absorben... Saber que no había perdido tu amistad, al menos no del todo... Sentí que cuando me desposé con Edward muchos de quienes me eran cercanos se alejaron de mi... Como si solamente hubieran estado interesados en mi en formas que prefiero no pensar... Y, como nuestros últimos encuentros en la corte fueron tan fríos... Temía que tu también te hubieras alejado de mi... - Se acariciaba las manos con cierto nerviosismo - Y, como dije, no soportaría perderte a ti también... Simplemente necesitaba contarle todo esto a alguien, a alguien con quien esperaba poder seguir contando... Y, me alegro de no tener que pediros en estos momentos dinero y, si necesitáis de cualquier cosa y puedo ayudaros, no dudéis en pedírmelo... - Volvió a sonreír con aquella sinceridad e inocencia que la caracterizaba - Y, si me lo permites y al final las cosas salen bien, me gustaría regalarle un cachorro de mi fiel perro a tu heredero... Pues tampoco pude darte un regalo de bodas... 

Escuchar aquellas palabras fueron una caricia para el corazón de Aidan y no pudo evitar sonreír con alegría.

-Ealasaid, sabes que te adoro y lo haré siempre.  Qué he sentido deseo por ti, por supuesto que si, quien no pero también he sentido y siento amor.  Sin embargo siempre supe que tú no estarías con alguien como yo así que por eso nunca hice ningún intento de acercarme a ti más que como un amigo.  Pedro a medida que crecimos fuiste tomando distancia y desde que te casaste con Edward... bueno, prácticamente parece que te hubiesen puesto un par de cadenas y un bozal.  Haces tu acto de dama de la corte tan bien que me he sentido alejado.  Una sonrisa un saludo lejano y nada más.  Creí que ya no querías a alguien con mi reputación cerca de tu familia y hasta lo entendería si así fuera.  La mayoría son fervientes Cristianos y ven con malos ojos mi estilo de vida.-  Aidan hizo una pausa, había pedido una cerveza antes de sentarse y decidió que era el momento de darle un sorbo para enfriar sus ideas.  -Puedes y podrás contar conmigo siempre aunque estemos alejados si me necesitas estaré ahí para ti.  Pero si vas a ser mi amiga entonces hazlo sin esconder nuestra amistad-

Sonrío con afecto y complicidad a las palabras de su amigo.

- Aidan... Nuestras familias han sido amigas desde hace tiempo, hemos crecido juntos y tu y Ewan siempre estuvisteis ahí cuando la muerte se cebaba con mi familia... Y sabes bien que siempre he respetado las creencias tuyas y de tu familia. Puede que no las comparta, pero jamás osaría despreciarte por ellas pues sé cuán importantes son para vosotros y también sé el bien que hacen... 

Suspiró con cierto humor

- Sabes bien cómo es la corte... El qué dirán y la vileza que puede esconder... ¿Y por qué no te acercaste? Bueno, supongo que en parte es culpa mía, llevo años manteniendo la imagen que se espera de mi y algo me dice que muchos pensaban con tu... Era como si todos temieran acercarse a mi, hablarle al conde sobre mi... El único que lo hizo fue Edward y ya no es el mismo que era... Además, aunque he aprendido a quererla como si fuese mi propia hija, no fue hasta que acepté su propuesta de matrimonio que me confesó que tenía una hija... 

Asintió con calma.

- Nunca he dejado de ser tu amiga... Lo haré, aunque tendrás que darme un tiempo. Un tiempo para volver a crear una nueva imagen, para desaprender lo aprendido... ¿Podrás darme ese tiempo? - Miró por la ventana con cierta añoranza - Realmente es triste que haya tenido que ser la pérdida de Ewan la que nos haya vuelto a acercar... 

-No, no sé cómo es la corte, por algo siempre desentono y no se me toma muy en serio- dijo Aidan bromeando -Creo que debes conocer algunas habladurías de las que yo ignoro todo pero que me incluyen.-  Luego se quedó pensativo al escuchar a la mujer -Bueno, no fue un gran voto de confianza que hablara de su hija hasta que os hubiesen casado pero es un terreno en el que no quiero meterme, corresponde a tu vida privada y sólo tú sabes que hacer con eso.  Respecto a lo del tiempo, tendrás todo el que necesites pero no hace falta que cambies en la corte, puedes visitarnos en Burcombe y ser... ser tú sin miedo a que alguien te juzgue.  Siempre serás bienvenida en mis tierras-

Volvió a mirar con aquella dulce sonrisa que seguía manteniendo aquel pequeño brillo seductor del que ella apenas era consciente.

- Si deseas que os visite, debemos encontrar algo que nos sirva de escusa... Soy una dama casada y debo viajar con el permiso de mi esposo, con él o en compañía de alguna de mis damas y... Mollie ya no está conmigo... Y tu y tu familia siempre seréis bienvenidos en las nuestras... Organiza algo y estaré allí... - Negó con la cabeza sin dejar de sonreír - No, cuando me desposé de él ya lo sabía... Me lo dijo tras aceptar su propuesta de matrimonio ante el conde, durante el paseo que dimos juntos... Aidan... Yo no entiendo de hombres y esos asuntos... ¿Es normal que un hombre, un esposo, cambié así? ¿Acaso he hecho algo malo? 

-Jajajajaja- rio Aidan sonoramente -Creo que son preguntas más afines a Elaine o Astrid pero te daré mi opinión si gustas.  Edward ah cambiado mucho si.  Cuando los invité para el funeral de mi hermanita el tuvo una actitud abierta y participó de todo cuanto se hizo con agrado.  Pero luego lo eh escuchado despreciar nuestras costumbres, casi aborreciéndolas.  Eh de ser sincero, no es un hombre que me agrade, intento evitarle y si lo tolero es sólo porque es el hombre que elegiste en matrimonio.  No sé que vivencias tuvo durante su cautiverio, pero no creo hayan sido tan horribles como para cambiar así.  Quizás... quizás está demostrando quién es en verdad.  Ela- recurrió al nombre que usaban cuando eran muy pequeños y a él le costaba pronunciar el tuyo.  -Si alguna vez te lastima busca refugio en Burcombe, allí serás protegida  ¿No lo ha hecho verdad?-

La risa de Aidan se contagió en la joven, provocando que ésta riera también. Aunque se tapó elegantemente la boca, pues los modales seguían estando ahí. 

- Siempre es de agradecer esa opinión...

Escuchó con calma las palabras de su viejo amigo, saboreando el contenido de su copa hasta apurarlo y cuando terminó suspìró ligeramente.

- Prácticamente fue la única proposición que tuve, Aidan... Las otras propuestas del Conde fueron un hombre mucho más anciano y no recuerdo quién más pero... Edward fue el único que preguntó directamente por mi al Conde... Como dije, tenía la sensación de que el resto de caballeros me temían y yo... Yo debía desposarme, por el bien de Idmiston y sus gentes... - Negó con la cabeza, con calma - No, tranquilo. Jamás me ha puesto una mano encima, no es esa clase de hombre... Simplemente, está más distante y frío... Gracias por la oferta. Aún así, quiero seguir pensando que siempre tendré refugio y un hogar en Idmiston... 

-Bueno, siempre un amistoso paseo por el bosque puede terminar con el encuentro de un Wyrm- dijo Aidan muy seriamente -Si llega a transformarse en ese tipo de hombre me encargaré de que suceda- se generó un silencio incómodo que Aidan rompió con una pregunta.  -Dime la verdad y sé honesta.  ¿Si hubiese pedido tu mano en matrimonio lo hubieses aceptado?-

- Te lo haré saber si se produjera ese cambio... Aunque, lo dudo mucho, hasta su secuestro fue un hombre dulce y atento... 

Hablaba con cierto pesar, seguramente al haber perdido esa parte de su esposo.

Las siguientes palabras de Aidan provocaron que se atragantara ligeramente con el sorbo de vino y después riera con cierta dulzura.

- ¿Crees realmente que hubiera podido tener tal poder de decisión? Rechacé dos propuestas del conde... No podía arriesgarme a rechazar una tercera... Muy probablemente, si. Aidan... Somos amigos, te conocía a ti y a tu familia desde siempre... ¿Qué problema hubiera habido en desposarme con un viejo y buen amigo? La cuestión es... ¿Acaso hubieras tu querido desposarte con la heredera de una tierra pobre como Idmiston? Tu matrimonio te brindó posición, poder y riquezas... Alguien como yo no podría haberte ofrecido nada así. 

-Ah, no me casé por eso con Elaine, fue por lo que se decía de ella, creí que de las damas de la corte era la que probablemente más aceptaría mis costumbres y así lo hizo.  Lo otro fue una sorpresa.  Este invierno intenté desposar a Lady Indeg, pero me rechazó con mucha cortesía- Aidan rio al recordar la misiva que la mujer le había enviado -Si, por supuesto que ese matrimonio era sólo por el dinero, pero también estábamos dispuestos a cuidar a la vieja.  Solo que es muy astuta como un zorro y creo que preferiría morir antes de desposarse con alguien.  Esto te encantará, me dijo en la carta que tiene quien la cuide y quien le caliente la cama.- Aidan volvió a reír. esperando que aquel comentario le resultase interesante a su amiga

Negó con una cálida sonrisa.

- No dije que te casaras con ella por eso... ¿Ves? Tu mismo lo dijiste... Te casaste con ella porque creíste que te aceptaría... Ya diste por supuesto que yo no lo haría... - Lo miró con curiosidad y río - ¿Cuántas esposas deseas Aidan? Lady Indeg es una mujer buena, le debo mucho... Y entiendo que ya tenga a alguien que caliente su lecho... ¿Para que casarse si no lo necesita? Aidan... Olvidas que me criaron para moverme por la corte y que mis oídos son más finos de lo que muchos y muchas puedan creer... - Le guiñó un ojo a su amigo y sonrío - Entonces... ¿Por qué no pedisteis mi mano al Conde? El único que lo hizo fue Edward... Sentía que a ninguno le interesaba desposarse con una dama pobre yo... 

-Es cierto sus lenguas y oídos están más afilados que nuestras espadas y dagas.  No lo hice porque sentí que no era algo que querrías.  Y no dejaría que el Conde te obligase a algo con lo que no estarías de acuerdo.  No lo sé nunca me diste lugar a creer que yo podría interesarte de otra forma que no fuese como un amigo.  Eras más unida a Ewan y conmigo apenas si hablabas-  Debo admitir que te provocaba con mis actitudes para romper lo que creía una máscara, pero al ver que no conseguía más que tu incomodidad deduje que era yo quien te molestaba-