Partida Rol por web

- Aidan... No estoy siendo la dama de la corte, estoy diciendo lo que es verdad... Aunque yo quisiera, aunque yo aceptara, si el conde se negara, ninguno de los dos podríamos hacer nada sin poner en riesgo a quienes nos importan y a nuestras tierras... ¿O no lo ves así? Además, tu tampoco respondiste... ¿Por qué me querrías a mi como esposa teniendo ya dos? ¿Acaso sería como un trofeo?

Cuando volvió a hablar de Ewan su mirada se apenó de nuevo mientras miraba por la ventana.

- Quizás, si yo hubiera estado también allí podría haber sanado vuestras heridas... 

-Por favor Ela, no seas ridícula, cómo podría quererte como trofeo.  ¿Tan difícil es entender que te amo desdes hace años?  No me interesa vanagloriarme de haberme casado con la mujer más hermosa de britania, simplemente es amor.  Y por lo de Ewan no te culpes, creeme no hubieses podido hacer nada.  El príncipe Madoc no nos dio respiro.  Yo podría haberle practicado Quirugía a Ewan para sanarlo un poco pero las cosas estaban tan complicadas que hasta olvidé que podía hacerlo y aunque lo hubiese recordado no creo que hubiese podido tener tiempo.  Ewan murió porque así lo quiso, podría haber vivido de evitar batallar y eso debemos respetarlo.-

Los ojos de la joven dama se quedaron fijos en él, su boca se había abierto ligeramente y sus mejillas habían vuelto a adquirir aquella tonalidad rojiza típica en ella. Parpadeó unos instantes, como si estuviera asimilando lo que Aidan acababa de decir. Se aclaró la garganta y bebió un sorbo de la copa de vino para después relamerse los labios.

- Aidan... No juegues conmigo, por favor...

Dijo en un tímido susurro mientras desviaba sus ojos avergonzada, sin llegar a creerse lo que él acababa de decir. Muy probablemente a causa de la gran cantidad de ocasiones en las que había bromeado con ella. Pero, sus palabras no parecían haberle disgustado, solamente parecía que no podía o no quería creérselas. 

- Y su pérdida dolerá por años... Gracias por estar ahí en sus últimos momentos... ¿Transformarte? 

-No estoy jugando Ela.  Estoy siendo sincero contigo como no lo fui jamás- luego ella cambió el rumbo de la conversación y él la siguió.  -Si.  Tú y Ewan eran los únicos que sabían que puedo convertirme en un Wyrm, no me digas que ya lo habías olvidado.  O acaso los rumores de la corte te hicieron olvidar la verdad detrás de mi apodo "La sierpe de Burcombe"- bajó la voz al decir aquello.  -Cómo sea ahora estoy dejándole salir más a menudo y esta habilidad nos ha ayudado a sobrevivir a varias batallas, por desgracia no es algo que pase desapercibido así que muchos, sino todos los caballeros ya lo saben y era algo que prefería mantener... en secreto.  Sabes es extraño, ser él, dejarlo salir, sigo siendo yo en parte, pero a su vez hay algo feroz que se retuerce dentro mio, algo que disfruta hasta de su propio dolor.  Es como si en parte no fuera yo por completo... Quizás cuando tenga el poder suficiente pueda convertirte en obeja y secuestrarte- bromeó 

Apenas podía mantener su mirada en la de su interlocutor y su mano sujetaba la copa con cierto nerviosismo, haciendo que temblase a consecuencia de su pulso.

- Aidan, yo... 

Acarició el borde de la copa y después se relamió los labios, como si por su mente estuviera pasando algo pero después simplemente negó y respiró profundamente antes de seguir hablando.

- Cierto, había olvidado sobre tu habilidad... ¿Te duele? Cuando te transformas... Eres fuerte, seguro que lograrás controlarlo... - Río tímidamente cuando dijo lo de secuestrarla - Creo que entonces tendrías a muchos caballeros en tu búsqueda... Parece que tengo muchos aliados dispuestos a acudir en mi ayuda siempre que lo necesite... 

Aidan rio profundamente.  -No creo que busquen rescatarte precisamente- volvió a reír  -Pero te has callado algo.  Estamos teniendo una charla sincera así que dime.  Qué ibas a decir, no temas lastimarme, siempre supe que al final me rechazarías, pero fuera lo que fuera me haría bien escucharlo de tu boca-

Lo miró con sinceridad y el afecto que se consigue con años de amistad. 

- Aidan... ¿Y de qué serviría que dijera ahora que sí? Que si me desposaría contigo... Ahora ya nada puede hacerse pues soy una mujer casada y, como dije antes, no dependería de mi, sino del conde... ¿Por qué iba a rechazarte? ¿Solamente por lo que dicen de ti? Te conozco desde hace muchos años y nunca te he visto causar mal alguno... 

Los ojos de Aidan se iluminaron como nunca antes -Sirve, a mi me ha servido mucho escucharlo y si en el futuro, Bran no lo quiera, Edawrd ya no está yo haré todo lo posible para conseguir la bendición del conde.  No te preocupes por eso.-  Todo indicaba que la charla estaba llegando a su fin -Imagino que ya ira siendo hora de que vuelvas, te escoltaré hasta las cercanías del señorío y no aceptaré un no como respuesta-

Sonrío con afecto y cierta ilusión.

- Aidan... Eres todo un caso... Si al final va a resultar que lo único que querías y buscabas era que dijera que no me hubiera importado desposarme contigo... ¿Y ahora qué hago sabiendo que eso no se cumplirá jamás? ¿Eh, Sierpe?

Le guiñó un ojo divertida para terminar después su copa.

- No esperaba menos de mi caballero de brillante armadura...

Río divertida antes de dejar algunas monedas sobre la mesa, después de todo iba siendo hora de volver. 

-Así que puedes ver el futuro- respondió Aidan -Sino no sé como te atreves a aseverar con tanta soltura que jamás se cumplirá.  Confío en que los dioses me brindarán en algún momento de mi vida lo que he ansiado durante toda ella.  Recoge las monedas, las sirvientas no pagan la comida de los caballeros- dijo y soltó otras tantas sobre la mesa -Si quieres interpretar un papel debes hacerlo bien- sonrió

Sonrío con dulzura a las palabras de Aidan y después río al ver las monedas.

- No estoy acostumbrada a hacerme pasar por alguien que no soy... Gracias por la invitación, Mi Señor. 

Respondió al levantarse y hacer una reverencia a su amigo.

- Aidan... Gracias. Necesitaba hablar con alguien.

Le susurró al oído a una distancia prudencial y elegante. 

-Ela- dijo Aidan con un tono melancólico -¿Segura que no quieres quedarte un rato más? La noche es joven, hace buen clima y hay mucha comida y bebida en esta taberna  ¿Qué dices?-

Miró a su amigo y miró alrededor.

- De hacerlo tendría que solicitar también alojamiento pues se haría demasiado tarde para regresar yo sola hasta Cholderton... No quisiera causarte molestias... 

-ah no te preocupes por eso.  Será mejor pernoctar en aquí y andar por los caminos a la luz del día, es más seguro que por la noche- dijo y pidió más bebida para ambos

La dama se sentó y bebió de la bebida muy poco a poco y con mucha modestia.

- Bien, solicitaré pues una habitación individual para pasar la noche. Sí, será mejor salir con la mañana, no quisiera encontrarme con bandidos o asaltadores. 

-No te molestes, yo ire a Hablar con el cantinero- Aidan se levantó unos minutos y fue hablar con el cantinero, en un momento pareció discutir y luego volvió con cierta indignación en el rostro -Esto es increíble no quedan habitaciones simples, sólo quedaba una y era doble, así que no me quedó otro remedio más que tomarla, pero no te preocupes, yo dormiré en el suelo.  Ahora bebamos y festejemos este hermoso reencuentro-

Observaba su copa mientras él iba a hablar con el posadero y al ver como regresaba puso de nuevo su atención en él. Sus palabras hicieron que sus mejillas se sonrojaran mientras bajaba la cabeza.

- No... Eso no... No es decente... Soy una mujer casada... No... No quiero causarte problemas... Puedo... Puedo regresar a casa...

-¿Qué dices?  Eres una sirvienta y no me causará problema alguno que alguien me vea compartir habitación contigo.  De hecho es algo normal en mi- le guiñó el ojo -Vamos Ela, no voy a morderte... si no quieres- y acercó su copa para brindar con ella.  -Por nuestra amistad-

Las mejillas de Ealasaid seguían sonrojadas mientras apenas era capaz de mirar a Aidan.

- Yo... Confió en ti Aidan... - Consiguió levantar la vista con una tímida sonrisa para brindar con él - Por nuestra amistad... 

Bebieron y hablaron hasta Ela se encontró completamente desinhibida, libre de esos lazos antinaturales que la cultura había forjado a su alrededor.  Luego subieron al dormitorio, el tuvo que ayudarla pues le costaba un poco caminar, la recostó sobre la cama y se acostó a su lado. -Pídemelo- le susurró al oído