Partida Rol por web

Ioseph dejó la guja apoyada en la pared de la cueva y se acercó con las manos en alto mostrando las palmas. Tuvo que pararse a pensar en lo que estaba escuchando, y le llevó unos instantes interpretarlos. La última frase, sin embargo, no daba lugar a equívocos.

-¿Hay un hombre ahí atrapado? Haré lo que pueda para ayudar -dijo, y se volvió para buscar apoyo entre sus compañeros.

Me llevé una mano al arco cuando vi que Ioseph se dirigía a los mestizos. La tensión duró unos segundos, pero cuando el hombre empezó a hablar relajé mi brazo y di unos pasos hacia ellos.

-Vaya, muy interesante... Dije mientras examinaba al hombre arriba abajo. Era de lo más curioso... Y resultaba atractivo en cierta medida. Si hay algo que pueda hacer para ayudarte lo haré encantado. Dije, sonriente.

Kevveon frunció el ceño e intentó concentrarse para entender el dialecto que aquellos seres hablaban pero no logró descifrarlo en su totalidad.

-Ayudaremos, por supuesto- Añadió a la petición del paladín. Se dirigió hacia el hombre lagarto, o lo que fuese.

-Dejennos a nosos aquí presentes que ayudemos en el laboro de liberar al amigo compañero que de ustedes sea ya que a más ayudar con las manos, a más piedras poder remover y antes salir de ahí podrá- No supo si estaba bien construida la frase o solo estaba haciendo el payaso.

Sir Alas Negras graznó al terminar el mago la frase, mostrando su desacuerdo.

-Patán.. ¡raaack! ¡Patán!

-Vaya. Pobrecillos... -Escucharon decir a Anevia, no estaba claro de si por el hecho de que su amigo hubiese quedado sepultado o por el horrible aspecto que presentaban.

Aravashnial sonrió encantado ante la perspectiva de estar en presencia de mestizos.

-¡Ah! ¡Habitantes de las profundidades! Hay muchas cosas que me gustaría saber sobre vosotros, si puede ser. -El elfo o bien no había oído lo que el mestizo había dicho sobre su amigo en peligro o no le importaba siempre y cuando pudiese satisfacer su curiosidad-. ¿Fuisteis vosotros los que tallasteis las estatuas de los cruzados? ¿Habéis establecido una población aquí abajo?

-No confiéis en ellos -murmuró Horgus como toda advertencia.

Aunque las preguntas de Aravashnial parecieron importunarle, el joven no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de que lo ayudasen más personas.

-Es menester la suma precaución, pues el montón caerse va si erramos el modo de extraer las piedras. Dyra y yo intentamos esta pared levantar, mas no somos más que alfeñiques comparados con la dureza de la piedra. Mas si vuesas mercedes colaborasen, entre todos levantarla podremos, sin dudar. Vamos, prestos. Tomad todos esta pared y a la de tres alcémosla.

Tanto el medio lagarto como la mujer de los tumores agarraron el saliente de piedra uno por cada lado, dejando espacio suficiente para que ellos ayudasen. Flexionando las rodillas, el mestizo esperó a que el resto arrimase el hombro para levantar.

-¿Levantar? Preferiría calcular un método más eficaz pero si ha de ser así...

El mago ayudó en todo lo que pudo pero lo suyo no eran las proezas de fuerza así que dolorido se retiró para que otros lo intentasen.

-No... puedo, esto no es lo mio, lo siento.

Me coloqué rápidamente al lado del mestizo y me dispuse a tirar, no sin antes sonreír de forma despreocupada. Ojalá salga bien. Empujé con todas mis fuerzas, motivado por ayudar a aquel ser tan curioso con aquella forma de hablar tan peculiar. Si conseguíamos sacar a su amigo tal vez nos contasen su historia.

Coriander se aproximó a ayudar pero la piedra pesaba demasiado para sus delgados brazos. Sin embargo se le ocurrió algo que podría ayudarles, la bruja movió la mano hasta apoyarla en la de Ioseph y susurró unas palabras. Con su magia tanto ella como el paladín parecieron ser capaces de hacer más fuerza.

Entre Cage, Coriander, Ioseph y los dos mestizos consiguieron levantar la enorme roca y moverla lo suficiente para dejar espacio para salir al tercer mestizo. La herida del hombro le ardía casi tanto como los brazos, y por un momento tuvo miedo de que se le fueran a salir de los hombros. Cuando el tal Crel estuvo a salvo gritó con voz ahogada para indicarles que soltaran la piedra. Se frotó los brazos y se apoyó en la roca para recuperar el aliento.

-¿Se encuentra bien? ¿Ha salido? -preguntó, dándose un momento antes de rodear los escombros para reunirse con los demás.

El mestizo atrapado salió de debajo de la roca gateando y se dejó caer en el suelo jadeando sin parar. Crel era mucho menos agraciado que su compañero, pues su rostro recordaba vagamente al de un insecto y tenía dos ojos extra, más vestigiales que otra cosa, bajo los buenos.

El medio lagarto ayudó a levantarse a su amigo y le dio un fuerte abrazo mientras agradecía a los dioses en Infracomún. Después se giró hacia Ioseph con una gran sonrisa y dijo:

-Suficiente gratitud no existe para expresaros lo que nos brota del pecho. Lann es mi nombre. Dejad que a nuesa casa guíe a vuesas mercedes; el jefe del pueblo os recompensará por tamaña obra. En Neatholm seguros estaremos.

+300 px a cada uno por haber salvado a Crel

-¿Puedo ver las heridas? -preguntó Coriander aproximándose a ellos.

La bruja se acercó al que se llamaba Crel al ver que cojeaba. Si solo era una contusión podía ayudarle a recuperar la movilidad de la pierna.

Ioseph le devolvió una sonrisa cansada y se acercó a sus compañeros aún jadeando.

-Yo soy Ioseph Merrion. Ellos son Coriander, Cage y Kevveon, y esos de ahí Anevia Tirabade, Horgus Gwerm y Aravashnial, y... -Fue a señalar al enano, pero recordó que no sabían quién era y bajó la mano-. Hemos caído aquí desde la superficie, y necesitamos volver cuanto antes.

Crel se dejó atender y sanar por Coriander mientras Lann hablaba con el paladín.

-¡Ah, el enano malandrín! Con Neatholm comerciar solía, hasta que demostrose indigno de confianza. ¡Entonces empezose a enfrentar con nuestros jóvenes para robarles las riquezas y la comida! Mejor muerto está que encadenado y arrastrado por gentes de honor. -Lann negó con la cabeza-. Si subir a la superficie deseáis, conduzcoos yo mismo. Mas primero parar en Neatholm habemos, pues el camino es el mismo. El jefe Sull conoceros querrá; los de la superficie no siempre facen buenas obras en este lugar. Seguidme, buenas gentes, y guardaos las espaldas, que los temblores han sido violentos y el infortunio aún puede acecharnos.

Coriander terminó de sanar a Cel y miró a los otros dos nativos.

-¿Habéis visto más gente de la superficie? ¿Una niña pequeña, por casualidad?

Me quedé callado observando a aquellos seres. Dos estaban bien, tres también, pero todo un grupo de ellos sin saber nada de ellos... No me hacía tanta gracia. Por primera vez en todo el viaje comoartía el punto de vista de Horgus. Sin embargo, me guardé mi opinión para mí, ya que si esa era la única salida de la cueva íbamos a tener que atravesar el campamento e ir con los tres mestizos como aliados seguramente fuese lo más inteligente.

-No, buena mujer -respondió el mestizo-. Sólo dos niños moran aquí, y viven en Neatholm.

Ioseph recogió del suelo su mochila y su guja. Se volvió de nuevo hacia Lann mientras acariciaba distraídamente el trozo de madera con el pájaro de Shelyn tallado. Estaba tan sucio que apenas se apreciaba la pintura de la cola.

-Bueno, pues vamos a ponernos en marcha.