Partida Rol por web

En el barranco de entrada hay señales de numerosas avalanchas y derrumbamientos, aunque todavía se pueden ver los símbolos pintados que se han desgastado y vuelto a pintar tantas veces a lo largo de los siglos.

Tras cruzar los escombros del derrumbe, al otro lado del cañón veis los altos muros verticales de los barrancos. Una brisa sobrenatural, que no mueve vuestros atuendos pero que parece penetrar en vuestra carne y clavarse en los huesos, pasa a vuestro lado. Por delante se levanta un valle polvoriento rodeado de una extraña bruma pegada al suelo. Una meseta se eleva por encima de la brumas presenta una oscura torre de vigilancia encima, irguiéndose ominosa por encima vuestro (RH2).

En el lado izquierdo del valle una enorme arboleda con su intenso verde parece ser el único toque de color en el valle de colores grises y terrosos (RH3). En el lado contrario del valle se encuentra lo que en otro tiempo debió de ser una fuente (RH4), ahora totalmente seca y sin vida. Finalmente, al fondo del valle, se encuentra la entrada al templo (RH5) y las ruinas del templo (TD1).

Desenfundo de mi espalda a mi querido Klad mientras observo con detenimiento el gran valle que se abre ante mí, paso con cuidado la última gran piedra que bloquea el acceso al valle, mientras oteo los alrededores pendiente de cualquier emboscada. Lo que pone en el papel con garabatos se lo dejo a los inteligentes del grupo, yo ocupo como siempre mi lugar frente a mis compañeros, si alguien osa atacarnos siempre seré el primero en contestar con Klad. Los pelos de mi cuerpo se erizan por el viento sobrenatural de este lugar, eso es algo que escapa de mi entendimiento, mis sentidos entrenados tras duros años de golpes y mordiscos, gritan con fuerza en mi cabeza, poniéndome en alerta en este extraño lugar. Estiro mi espalda mientras giro mi cuello para calentar la musculatura - " Klad, compañeros de viaje, Oko piensa que este lugar nos va a dar muchos buenos momentos de duras batallas. Sugiero la torre de vigilancia, desde allí podremos ver mucho mejor el lugar " - Busco por donde se puede subir hasta la atalaya.

No tardé en hacer memoria. Un arma de luz… Que se creía perdida tiempo atrás… ¿Acaso hacía alusión a ESE arma? ¿La del famoso Caballero de Solamnia? ¿La salvadora arma de luz que desterró la oscuridad? Aquella era una de mis historias preferidas, y había escuchado en innumerables ocasiones la bonita a la par que terrible historia de Huma hecha canción.

Quise compartir con el resto aquello, pero la prisa de Alakar por acompañarnos me lo impidió, y por el camino no había manera de poder compartir aquello con todos. Alakar el Silencioso y dos de los jinetes de la tribu Mikku nos acompañaron por el accidentado y complicado terreno, hasta detenernos a aproximadamente una milla de nuestro destino.

El líder del pueblo nómada nos indicó que tras el desprendimiento que podíamos ver se encontraba el valle, recordándonos que no podían internarse en este, por lo que su camino terminaba allí. Parecía convencido de que nuestra misión era muy importante, con lo que no insistió en que no entráramos en aquel lugar maldito, y se aseguró de que tuviéramos provisiones a nuestro regreso; pidiéndonos además que cuando volviéramos les buscáramos en un oasis cercano.

Proseguimos hasta el barranco de entrada, y al detenernos allí, con el inmenso e inquietante valle frente a nosotros; vi la oportunidad de compartir mis sospechas, cosa que hice tras la sugerencia de Okodar.

- El arma de luz protegida por esa terrible figura… Creo que podría ser el arma con el que Huma acabó con Takhisis, Reina de la Oscuridad, durante la lejana Era de los Sueños… - comenté pensativa, aún mirando al horizonte, tras lo que me volví hacia los demás. - El héroe y la lanza, la Dragonlance, descansaban en una arboleda al pie de la montaña; pero cuando los caballeros regresaron en peregrinación, ya no estaban. Puede que… Que los dioses nos estén guiando hasta la Dragonlance por algún motivo, como Paladine, esposo de mi diosa, guió los pasos de Huma.

Las palabras de la anciana no me habían ofrecido respuestas, al menos no de forma mínimamente clara. Por más que me había devanado la cabeza en busca de alguna relación con aquella referencia al mundo animal, nada de cuanto se me ocurría parecía tener el menor sentido. Ninguno de los seres naturales que conocía y que podían responder a tal descripción, eran susceptibles de ser cabalgados. Aquello no tenía sentido alguno.

Meditando acerca de ello, lleno de frustración, guardé silencio durante todo el camino, hasta que Alakar y sus hombres se separaron de nosotros regresando sobre nuestros pasos, tras despedirse con sus mayores bendiciones. Parecía creer que nuestra misión era de gran importancia, y yo era de la misma opinión, pero de lo que dudaba no era de su dimensión, sino de su dirección. ¿A quién, exactamente, estaba sirviendo? No terminaba de tenerlo claro, como tampoco tenía claro si me estaba alejando de mi verdadera vocación al continuar con aquella cruzada.

Mis dudas crecieron aún más cuando, al encarar aquel valle sombrío, con el espectral viento azotando mi piel hasta los huesos sin siquiera mecer mi ropa ni mi cabello, Kairi compartió sus sospechas acerca de aquello que buscábamos. Y al oír aquellos nombres que pronunció, Paladine, Takhisis, mis ojos se abrieron de par en par.

P-pero eso no tiene sentido... -Negué incluso meciendo mi cabeza de lado a lado- Soy un servidor de Chislev, mi labor reside en salvaguardar el equilibrio, no en combatir las guerras entre el Bien y el M... -Mi boca quedó enmudecida, pues me percaté de un detalle importante. Y era que SÍ existía una circunstancia en que los garantes de la neutralidad nos inmiscuíamos en la contienda entre los extremos. Agaché la mirada, percatándome de la posible gravedad de la situación con una mayor evidencia que hasta ese momento- A no ser... -Tragué saliva, cada vez más nervioso ante la perspectiva de lo que podía estar por venir- ...que la contienda se hubiera decantado por una de las partes.

No tenía forma de saber si era así, puesto que mi deidad nunca se me había manifestado en tal sentido. Sin embargo, el mero hecho de que existiera la posibilidad de que nuestros dioses, Chislev incluida, nos estuvieran guiando, implicaba necesariamente que los dioses del Mal estarían adelantándose en la cruzada por el dominio del mundo.

Era eso, o que estuviera errando el camino de mi servicio a Chislev. ¿Cómo conocer la verdad? De momento no era posible, tan sólo podía tener... fe.

Secundo la idea de Okodar. -Concordé tras emitir un profundo suspiro, lleno de impotencia, alzando la mirada a aquella torre- Llegará el día en que sea capaz de reconocer amplios territorios desde el cielo, pero hasta que ese día nos alcance, será necesario para ello ascender a una posición elevada.

De espaldas al grupo, siempre vigilante, escucho con atención a Kairi, esa hembra con ese hablar pausado y tranquilo que a veces me da sueño, habla de algo que me hace encender la lumbre de mi cabeza, ¿ un arma mágica ?, enseguida me imagino con un martillo a dos manos mágico, le llamaré Klad y cuando lo encuentre mi venganza caerá sobre todos mis enemigos... Mientras mi cabeza da vueltas con imágenes de cuerpos chafados, huesos rotos y sangre por doquier, entra en mi cabeza la voz de Lobo, noto en su interior la lucha del lobezno que lleva dentro en su interior, en algún momento saldrá al exterior la furia del lobo adulto que lleva dentro, será en ese momento cuando será un igual a mí, un fiero compañero de batallas, pero hasta entonces por el tono de su voz, sigue siendo un lobezno y como tal tendrá que seguirme a donde yo diga, que para eso soy el líder de esta manada. - " Vamos, seguid a Oko " - Avanzo hacia la alta atalaya, sin mirar atrás.

- El arma de luz protegida por esa terrible figura… Creo que podría ser el arma con el que Huma acabó con Takhisis, Reina de la Oscuridad, durante la lejana Era de los Sueños… - comenté pensativa, aún mirando al horizonte, tras lo que me volví hacia los demás. - El héroe y la lanza, la Dragonlance, descansaban en una arboleda al pie de la montaña; pero cuando los caballeros regresaron en peregrinación, ya no estaban. Puede que… Que los dioses nos estén guiando hasta la Dragonlance por algún motivo, como Paladine, esposo de mi diosa, guió los pasos de Huma.

 - Estoy de acuerdo, podría tratarse de una de las auténticas Drangonlance perdidas. Pero me temo que no será fácil, la figura de fuego y condenación, forjada a partir de la sangre de un dragón pero con apariencia abismal….. Podria referirse a los Dracs. Unas creaciones retorcidas de los dragones supremos. Estos seres reptilianos, creados mediante un proceso horrible que transforma a los humanoides en criaturas semejantes a draconianos fundiendo la mente y el alma de su víctima con un fragmento de draconiano, se convierten en sirvientes leales del dragón supremo que los crea. Si estoy en lo cierto, nos espera una dura pelea y no sabremos cuantos habera. - Informé al resto del grupo, mientras caminaba.

Anna miró el valle satisfecha, había cumplido su parte y se había ganado su salario. Y para más satisfacción personal, ninguno de ellos parecía que fuera a apuñalarle de forma vil. Durante esta corta travesía, Anna había visto auténticas proezas. Echó un vistazo a Lobo... quien podía lanzar llamas de fuego y transformarse en bestia, y miró al túnica blanca, quien era capaz de hacer chisporrotear la magia pura entre sus dedos, de nuevo dirigió su vista hacia el valle. Si alguien tenía posibilidades allí eran ellos, y si era cierto que estaban siendo guiados por los espíritus del desierto y los mensajeros de los dioses, ella quería ver el propósito al que servían, por lo que asintiendo les manifestó.

Bajaré con vosotros. Si me lo permitís. Este valle ha sido todo un misterio en todas las tribus nómadas del desierto de Khur y quien sabe las maravillas que los habitantes del valle dejaran atrás. Sin duda alguna, demonios y almas retorcidas guardan este lugar. Salvaguardad vuestra magia y preparad vuestras armas pues una vez entremos, no nos dejarán marcharnos sin pagar el precio de la sangre.

En este momento Anna descargó su mochila, y se desabrochó la armadura de cuero, para enrollarla y atarla a un lado. De su mochila sacó un peto y espaldar de metal, pasó las cinchas y agarraderas y se colocó la armadura junto a las musleras y los brazaletes. Volvió a disponer sus armas para asegurarse que las tenía a mano y con gesto algo torpe por la pesada armadura hizo un par de estiramientos - Lista para la exploración

La torre de vigía se sitúa en una meseta que hay en el centro del cañón. La meseta en realidad está formada por dos columnas de piedra, la más pequeña de 25’ y la mayor elevándose hasta los 75. Un puente de piedra se extiende entre las dos columnas, mientras que una escalera tosca permite ascender a las columnas de piedra desde la parte norte.

Llegáis sin dificultades, atravesando la niebla del valle, a las escaleras de piedra que llegan hasta la primera meseta, que mide poco más de 50’ de ancho. El suelo es agreste y está claramente afectado por algún terremoto reciente. Aunque el suelo parece seguro bajo vuestros pies, la superficie rocosa podría ser traicionera si no se toman preocupaciones.

Hacia el sur el suelo empieza a elevarse, creando un estrecho puente que sube hasta la meseta superior. El puente es estrecho, quizá de 10’ de ancho. Un sólo paso en falso podría hacer que alguien cayera sobre las rocas afiladas que se han acumulado bajo el puente.

El estrecho puente sube hacia la meseta más grande, donde se encuentra la torre oscura. El puente no mide más de 10’ en su punto más ancho y está cubierto de grava suelta que dificulta el avance.

Me muevo con cuidado entre el rudo suelo para evitar caerme, al llegar al paso estrecho que lleva a la torre, observo con atención el paso y la torre evaluando ligeramente la situación. Tras unos segundos, escupo al suelo delante del puente - " El paso es estrecho y si hay alguien en la torre seríamos un objetivo fácil de atacar con armas a distancia. Esperad aquí cruzaré el puente, aseguro el otro lado y podréis seguirme. " - Como siempre fiel a mi ego y a la seguridad que me da mi físico, apoyo mi pie derecho en el comienzo del puente, agarro con firmeza a Klad y cruzo lentamente el puente, observando el otro lado, por si hay enemigos cargar contra ellos.

Aquello no me gustaba en absoluto. El estrecho puente que llevaba hasta la meseta que albergaba la base de la torre estaba demasiado expuesto y era inestable y poco seguro de transitar. Si, como parecía temer Okodar, había alguien en la torre que quisiera oponerse a nuestra llegada, estaríamos en clara desventaja. Además, el semiogro insistió con ese tono tajante que se había vuelto su costumbre en avanzar él en primer lugar, como explorador del terreno. Fruncí el ceño, poco convencido de ello. En caso de tener que recular por un ataque, su gran corpulencia le haría peligrar más que a nadie en aquel terreno tan estrecho y peligroso.

¿No tendría mas sentido que avanzase primero alguien más pequeño, al que se viera menos, y más habituado a la exploración?

Con aquel pensamiento, mis ojos volaron hacia Anna, quien era a mi modo de ver la más ducha en tales cuestiones. Sin embargo, al mirarla me fijé en su arco. Si alguien trataba de repeler a Okodar, la única forma de ayudarle sería a distancia. Anna disponía de un buen arco, Anubis esperaba que aún conservase algo de magia que poder arrojar desde lejos, y tal vez Kairi contaría con algún truco de su diosa. Yo había consumido el único hechizo arrojadizo de que disponía cuando habíamos combatido con el espíritu del viento, aquella mañana.

Si alguien te ataca, yo no podré atacarles desde aquí, me temo. No dispongo de más fuego en mi haber, al menos hasta que descanse debidamente. -Informé al semiogro- Acudiré lo antes posible, pues al menos soy veloz, y... tal vez pueda enviarte algo de ayuda. -Después de todo, aún me era posible solicitar la ayuda del mundo animal- Pero que conste que me parece una mala idea que vayas tú el primero. Eres quien más riesgo tiene de caer por esos acantilados, más aún si te acribillasen a flechas.

Me giro de golpe hacia Lobo Blanco y apoyo mi manaza sobre su hombro, poco acostumbrado a que alguien se preocupe por mi seguridad, hago una ligera mueca de lo que podría ser una sonrisa - " Oko agradece, pero ahora no toca explorar, toca tomar esa torre y eso es cosa de Klad " - quito mi mano de su hombro y golpeo con el mástil de Klad en la palma de mi mano, mientras me vuelvo digo en un susurro - " Klad tiene sed, sed de sangre enemiga " - y vuelvo hacia el pasaje rocoso.

Ascender la escalera de piedra que nos elevaba a la primera meseta fue pan comido, pero al llegar al puente de piedra el grupo empezó a vacilar. Era evidente que no iba a soportar el trote de todos. Okodar se dispuso rápidamente como voluntario, lo cual no sorprendió en absoluto a Anna quien percibió la mirada de Lobo Blanco, le respondió con un asentimiento pero, ¿como iba a convencer al semiogro?

Empezó a quitarse nuevamente la armadura de metal - Okodar, mi robusto y rudo compañero, me temo que el puente hace muchos muchos años que no es atravesado por nada más que los espíritus errantes que la luz de la luna revela. No solo es seguro que caerá bajo tu peso sino que además puede incluso estar maldito.

Se despojó de su mochila, y se quedó con sus armas. Empezó a desenrollar la cuerda cuyo extremo aseguró en alguna de las piedras más grandes que reposaban sobre suelo firme al inicio del puente - Permíteme pues, que tienda esta cuerda a modo de seguridad sobre el puente a fin que no perdáis vuestras hachas. Yo te doy mi palabra, que si algo aparece para ser machacado, no seré yo quien lo machaque.

Con un extremo de la cuerda atado y el otro en sus manos les expuso a sus compañeros. - Si a bien teneis, tenderé esta cuerda de lado a lado como seguridad, y el último de vosotros el más ligero que la desate para atársela a sí mismo, desde el otro lado aseguraremos su avance. - Dejó su armadura y sus pertenencias a los pies de Okodar para que se las pasara al otro lado

Okodar, con tu permiso.... - Y si el semiogro le permitía, pasaría el puente sin temor pero con cautela

Otra vez que pongo un pie sobre el puente rocoso y otra vez que me interrumpen - " Grrrr " - digo girándome hacia la joven Anna, pero al mirarla casi me caigo al suelo de una sola vez, mis mejillas oscurecidas por el tiempo pasado al raso con las oscuras cicatrices de viejos combates, son ahora sonrosadas al ver como sin apenas hablar comienza a quitarse ropa delante mío, es en ese momento cuando extiendo la palma de mi mano para detenerla, no es que no me guste, pero aquí, delante de todos... Entonces una luz se enciende en mi cerebro al ver como lanza su equipo en mis pies, es entonces cuando sus palabras llegan a mis oídos y asiento con la cabeza - " Oko " - y agarro la cuerda con firmeza por si fallase el nudo. Algunas veces cuando mi cuerpo se pone en modo combate, las palabras o el raciocinio no parecen tener hueco en mí. Me figuro que es por mi pasado, en mi pueblo no había finuras en los actos, no había exploradores, no había equipo, solo había fuerza y el más fuerte, aquel que parecía más fiero es el que al final sobrevivía. 

 Miré a mi alrededor, antes de cruzar, como precaución, no fuera a haber alguna sorpresa desagradable esperándonos al otro lado del puente o en el propio puente...

Anna es la primera en pasar el puente con paso vacilante. Fue gracias a la cuerda, que la guía del grupo no acabara con los huesos al fondo del valle. Okodar no tuvo problemas en izar a la humana de nuevo a la plataforma, y esta vez, en el segundo intento, consiguió pasar sin más problema. Una vez en el otro extremo, Anna ato la cuerda.

Finalmente, con el pasamanos montado, el grupo pasó sin mayor dificultad que algún que otro pequeño resbalón hasta llegar a una zona de suelo nivelado y sorprendentemente libre de los escombros. En el centro de la  gran meseta se encuentra la torre de vigilancia.

La torre de vigilancia es un edificio de unos  50’ (15 m) de alto y está construido con sólido bloques de basalto, proporcionándole oscuridad incluso bajo el sol del desierto. Las señales de la edad y el clima pueden verse claramente en la fachada exterior, que tiene grandes grietas y montones de cascotes amontonados alrededor de sus paredes. La torre se inclina suavemente hacia adentro desde la base hasta los parapetos de la parte superior, en forma de zigurat.

La única entrada visible a la torre es una puerta que fue derribada hace mucho tiempo y prácticamente se ha reducido a polvo. A lo largo de la planta baja de la torre se abren aspilleras a espacios regulares por todo el perímetro. Cada piso superior tiene dos ventanas abiertas que, en conjunto, proporcionan visibilidad hacia todas direcciones.

A través de la entrada abierta veis un extraño conjunto de habitaciones. Un vestíbulo de 10’ (3m)  de ancho y 30’ (9m) de largo lleva hasta una pequeña puerta. El suelo está cubierto de restos esqueléticos, la mayoría de los cuales se han convertido en polvo, sin embargo, algunas grandes calaveras e incluso esqueletos completos enterrados en el polvo indican que se trata de los invasores que murieron durante la Noche de la traición, que por su tamaño debieron ser ogros.

Mientras empezáis a avanzar por el vestíbulo cubierto de restos notáis un escalofrío en la espalda, como si alguien os observara…

Cruzar aquel puente terminó por ser menos dificultoso de lo que habíamos tenido y, desde luego, estuvo muy lejos de suponer una trampa por parte de los hipotéticos moradores de la torre. No obstante, hubo que cruzar con gran tiento, y aprovechando la inestimable ayuda de la cuerda.

Tampoco me paso y desapercibida la facilidad con que Anna había solventado el inconveniente de la terquedad del semiogro. Realmente era de agradecer el contar con la ayuda de alguien como ella.

Una vez alcanzamos la entrada de aquella edificación, sentí una gran inquietud al contemplar la grotesca estampa que suponía aquel cementerio. Como si de la guarida de un gran depredador se tratase, había huesos por doquier, y aunque fueran realmente antiguos, eso no los hacía menos inquietantes.

Pero allí había algo más, algo que me helaba la sangre a cada paso que daba...

A pesar del tiento con el que avanzó por el puente de nada le sirvió, y sus pies perdieron el apoyo del viejo puente en aquellos momentos sus reflejos de poco le sirvieron cuando asió las ásperas piedras pensando que ésto le ayudaría. Pronto se precipitó hacia abajo, pero por suerte, no solo estaba atada a la piedra, de ser así se habría hecho pedazos contra las rocas. Okodar había sujetado la cuerda y la iba liberando, y con toda probabilidad, aquel simple y llano gesto había salvado la vida de Anna que había vuelto al puente para acabar el recorrido y asegurarlo.

Ninguno de ellos estaba al otro lado del puente cuando Anna recién llegó, y por tanto ninguno vió la espantosa mueca de horror de la chica por la experiencia de la cercana muerte. Nunca antes había tenido tan súbito desliz.

El equipo entero pasó sin problemas y cuando Okodar pasó Anna volvió a colocarse la armadura y a equiparse - Muchas gracias por sujetar la cuerda Okodar, y que suerte que no pasaras el puente ¿Verdad?

La torre en su interior era tal como Anna pensaba. Restos de una gran batalla. Tal vez no tan antigua como algunas historias sugerían, a su lado se vió con Lobo Blanco, y cuando esperó que alguien más pasara.... oh diantres, parece que esperan que pase yo - Desenvainó con sigilo sus dos espadas y avanzó

El ulular del viento y aquella gélida sensación... fantasmas nada más - quiso creer ella - Preparaos hechiceros. Preparaos para cualquier cosa. - Aquellos pasillos habían sido lugar de batalla, así que desestimó que el lugar tuviera trampas. No obstante, despacio y con tiento, pasó habitación por habitación, explorando el lugar, a sabiendas que allí no estaría el arma que el grupo buscaba, pero en busca de algo brillante que le mereciera la pena

Ante mi revelación, Lobo Blanco se mostró completamente desconcertado en un inicio, terminando por sacar una conclusión que hizo que se me pusiera la piel de gallina. Imaginaba que algo grande debía estar sucediendo para que mi diosa me estuviera guiando por aquel extraño y complicado camino, pero no había pensado en que la situación fuera tan grave que incluso quienes salvaguardaban el equilibrio se vieran obligados a ponerse del lado del bien.

Anubis se mostró de acuerdo en que aquel mencionado fragmento de luz podría tratarse de una Dragonlance, compartiendo además su parecer sobre la criatura que la custodiaba, un ser al que no sería nada sencillo vencer.

Me sorprendió el cambio de opinión de Anna respecto a adentrarse en aquel lugar con nosotros, mostrándole una tenue sonrisa ante su decisión. Cuanta más ayuda tuviéramos, mejor, además, ella también había sido designada para aquel cometido aunque en un inicio no estuviera en sus planes afrontarlo.

Me mostré de acuerdo en acceder a la torre de vigilancia, pues desde allí tendríamos una perspectiva mucho mejor del lugar. Llegar a la primera meseta rumbo a esta no fue complicado, sin embargo, lo que nos aguardaba después no tenía buena pinta. Un estrecho puente nos separaba de la meseta más grande, donde podríamos alcanzar la torre.

Se inició entonces un breve debate sobre quién debía cruzar este en primer lugar. Okodar se había mostrado dispuesto a hacerlo primero, pero dado su tamaño no parecía la mejor de las ideas, cosa que el druida no tardó en manifestar tras exponer la ayuda que podría prestar ante un contratiempo.

- Lobo Blanco tiene razón, Okodar. Es demasiado peligroso. – apunté con preocupación. – No será mucho lo que yo pueda hacer si te atacan a gran distancia.

A pesar de nuestras palabras, el semiogro parecía decidido a ser el primero en cruzar el puente. Por fortuna, Anna tuvo una idea mejor y logró convencerle para ser ella quien se adelantara. El corazón me dio un vuelco cuando la mujer cayó de la plataforma, pero gracias a aquella cuerda Okodar logró que volviera pronto junto a nosotros. En el segundo intento, la exploradora logró su objetivo, y todos terminamos cruzando aquel puente gracias a aquella cuerda, no sufriendo más que algún resbalón por el camino.

En medio de la gran meseta, con un suelo sorprendentemente estable y libre de escombros, se encontraba aquella torre. El material con el que estaba hecha la dotaba de una oscuridad que se me antojaba inquietante, a lo que contribuían los efectos del paso del tiempo y del clima, y es que eran numerosas las grietas de su fachada y los cascotes amontonados junto a sus paredes.

En seguida vimos una entrada, donde la puerta era ya inexistente, pudiendo apreciar parte del interior e internándonos en seguida en el vestíbulo. La inquietante sensación que había tenido ya fuera aumentó sobremanera en aquel lugar, ya no sólo por la presencia de numerosos restos de lo que parecían haber sido ogros, sino por la sensación de que alguien nos observaba; llegando incluso a sentir un intenso escalofrío en mi espalda.

Iba a pronunciarme cuando Anna se me adelantó, pareciendo haber notado también algo, tras lo que nos instó a prepararnos.

- ¿Lo has notado, no? – le susurré, asustada. - ¿Vosotros también? – pregunté al resto, mientras miraba a un lado y otro, tratando de ver si había alguien o algo en aquel lugar.

Cuando el último de mis compañeros cruza el puente gracias a la cuerda, doy un último vistazo tras de mí por si algo se mueve por el valle. Después agarrado a la cuerda ya fijada en dos puntos, cruzo el puente sin percances, al dar el último paso y dejar atrás el peligroso accidente natural, siento la presencia de la torre, su sombra hace que un escalofrío recorra mi cuerpo, extraño cuando lo que tendría que hacer es aliviar el tórrido sol del desierto. Mientras van entrando en su interior, recorro con mi vista la torre de abajo a arriba, la imagen que se forma en mi cabeza es la de la cabeza de un gigante con la boca abierta. Un mal presentimiento me invade e instintivamente aprieto con más fuerza el mástil de Klad - " Klad dice que pronto va a escachar cabezas enemigas " - digo más para mí que para el resto. 

Entro el último en la torre sin dejar de vigilar la retaguardia.