Partida Rol por web

Más allá del desasosiego que la guardia aposentó en mi ánimo, comprobando el lúgubre ambiente predominante en aquellas tierras apartadas del contacto de Chislev, la noche no deparó mayores inconvenientes. Para cuando mi guardia culminó, me encontraba lo suficientemente cansado como para no tardar en conciliar el sueño.

Aprovechamos las últimas luces del día para descender aquella loma, y comenzamos a avanzar por las planicies inhóspitas ya en la oscuridad. Pero antes, hicimos acopio de cuanto nos sería necesario para suplir la falta de luz.

Dispongo de ésto. -Indiqué a mis compañeros, extrayendo de mi mochila el cetro solar que llevaba conmigo, un objeto que albergaba una magia temporal que le permitía brillar durante un tiempo determinado, quedando inservible al terminar- Y si nos quedamos sin otra fuente de luz, puedo implorar la ayuda de Chislev para iluminar nuestro camino. Anna, Plaga... ¿cuantas jornadas de camino calculáis que nos esperan antes de alcanzar nuestro destino? Estaría bien saberlo para calcular la mejor forma de distribuir nuestras fuentes de luz naturales, mágicas y divinas.

Más allá de aquello, no parecía que fuera a ser de mayor utilidad. Si bien los bosques y valles no guardaban grandes secretos para mí, lo cierto es que era un extranjero en aquellas tierras desoladas, y carecía de conocimientos para ayudar en la búsqueda de direcciones, fuentes de agua o evitando peligros. Aquel pedregoso territorio no se parecía a ninguna tierra que hubiera pisado.

 - Y yo esto, muestro mi bastón mágico, con el que pudo hacer luz mágica sin problemas. - Dije, mostrado el objeto mágico que obtive por pasar mi prueba como Hechicero. Esperemos que nos sirva para ver cualquier enemigo, suponiendo que la luz no atraiga a ningún depredador, aunque en nuestra situación, no podemos ser demasiado exigentes, por desgracia, y esperar que los dioses estén con nosotros en esta dura jornada.

No hubo ningún contratiempo durante aquella primera jornada de descanso, pero aun así, me resultó complicado dormir. Un intenso desasosiego se había aposentado en mi, encontrándome increíblemente incómoda en aquel entorno. Todo parecía terrible en él, e incluso el ruido que hacía el viento se asemejaba más a un llanto que al sonido natural del aire, a un alarido de desesperanza similar al de una mujer. Este me hacía pensar en Mishakal, y en cómo ella sufriría ante tal devastación. Si una simple mortal como yo era capaz de sentir en su cuerpo y en su espíritu el dolor y la maldad de aquel lugar, qué no sentiría aquel dechado de bondad cuyas capacidades eran muy superiores a las mías.

Hice una pausa durante el atribulado descanso para orar a mi diosa al amanecer, pidiéndole una vez más que me bendijera y me permitiera emplear su poder divino para favorecer nuestra misión, esa que ella y otros dioses nos habían encomendado; al menos a parte de nosotros. Una vez me sentí imbuida por la fuerza y la paz de Mishakal, regresé a descansar, pudiendo dormir un poco mejor las horas que nos quedaban hasta poder continuar con nuestro viaje.

Empleamos las últimas horas de luz del día para descender aquellas montañas, dispuestos a adentrarnos en la Desolación cuando cenáramos algo, pero antes de internarnos en aquel terreno que resultaría tan cruento y poco amistoso como parecía desde lejos; dedicamos también unos instantes a compartir cómo haríamos frente a la falta de luz.

Lobo Blanco disponía de lo que parecía ser un cetro solar, además de la posibilidad de solicitar ayuda a su diosa, mientras que Anubis afirmaba poder crear luz con su bastón mágico.

- Yo también puedo pedir el favor de mi diosa para que nos ilumine. - compartí después de que el druida y el mago se pronunciaran, habiendo preguntado el primero a los guías por la duración de nuestro avance por la oscuridad, en pos de poder gestionar mejor nuestros recursos. - Además de la estimación que puedan hacer Anna y Plaga, supongo que tras esta primera jornada podremos hacernos una mejor idea de qué necesitamos para la caminata. - añadí algo inquieta mirando a nuestro alrededor, mientras me preguntaba qué nos depararía aquel horrible lugar.

Anubis, junto con los conocimientos de Plaga y de Anna adaptaron las vestimentas para andar más cómodos por la desolación. También a la hora de encontrar refugio en la inmensa explanada de cenizas y como protegerse mejor durante el día del calor. Aun así, las caminatas nocturnas eran largas y agotadoras.  Los conjuros de Kairi y Lobo Blanco ayudan a encontrar la dirección a seguir, las indicaciones de Plaga a veces son muy confusas, y a proporcionar agua, que es totalmente inexistente en la desolación.

En el segundo día de archa agotadora, una bocanada de fuego os sorprende desde las espadas. Las llamas comienzan a quemar vuestras ropas. Al giraros para comprobar que sucede, observáis a un inmenso felino de magma y roca corriendo hacia vosotros lanzando llamaras de fuego por la boca.

Plaga se queda petrificado mirando al felino de lava.  Es una pantera piedrardiente…. Mi padre me hablo de ellas, es una de las abominaciones de la dragona roja. ¡Es espectacular!

Mientras Plaga sigue hablando la pantera se abalanza sobre el palto más jugoso y grande, carga contra Okodar.

El éxodo al que estábamos obligados resultaba duro y agotador, en un entorno infernal muy alejado del contacto con Chislev como estaba yo habituado. Las jornadas fueron pasando, ofreciéndonos entre todos los recursos de los que disponíamos. No se trataba únicamente de compartir alimentos y agua, sino también las diferentes capacidades, la luz en la noche, la sabiduría sobre el entorno, la capacidad de encontrar el camino y a nosotros mismos en él.

Pero tarde o temprano era evidente que todo aquello terminaría quedando en un segundo plano. Era impensable que alcanzásemos nuestro destino sin incidentes ni encuentros desagradables, y el destino había querido ponernos en el territorio de caza de una bestia que Plaga parecía reconocer.

¿Se la puede morder en esa...? -Ni siquiera tuve ocasión de culminar mi pregunta, necesitando saber si era posible dañar aquella piel con mis colmillos de depredador, puesto que la bestia se abalanzó hacia nosotros en una llamarada ígnea. Tuve que arrojarme fuera de su camino para evitar la mayor parte de aquellas llamas, aunque sentí su contacto sobre las pieles que me cubrían y la piel que dejaban al descubierto. Dolorido, me incorporé maldiciendo, pero pronto apoyé una mano en mi pecho y oré en la lengua de los druidas- Bestia de la naturaleza, te imploro tu protección sobre mi piel, para soportar la tempestad como el gran roble lo hace.

Cada uno de nosotros ayudaba en lo que podía durante aquella travesía, pero aun así esta no dejaba de resultar terrible y agotadora. A pesar de ello, pasó bastante tiempo hasta que sufrimos graves contratiempos, siendo durante el segundo día cuando nos vimos abordados por aquella bestia que parecía salida del mismísimo infierno.

Antes de verla fue el calor del fuego que lanzaba lo que sentí, obligándome su ataque a tirarme al suelo para apagar las llamas que habían alcanzado mis ropas. Mientras extinguía estas tuve que contener un alarido de dolor, sintiendo mi espalda abrasarse, poniéndome nuevamente en pie en cuanto logré librarme de las llamas.

Plaga parecía fascinado con lo que él mismo calificó como una de las abominaciones de Malystryx, la cual en seguida se lanzó de nuevo al ataque. Habiendo comprobado que ninguno había sufrido un daño irreparable, me dispuse a orar a Mishakal para solicitar su ayuda contra aquel ser.

- Portadora de Luz, ilumina esa oscura criatura, prívala de su maligno poder, por favor... - imploré a mi diosa aferrándome al medallón que guardaba en uno de mis bolsillos.

Obviamente que pedir un viaje tranquilo era demasiado. Okodar no cuestionaba eso; ya habían tenido demasiada suerte en cómo habían salido de la ciudad sin percances.  Y la caminata por aquella desolación no le causaba gran pesar, incluso con aquel calor. Obviamente el paisaje le era indiferente, o por lo menos no tan sensible a la naturaleza como el druida o la clériga. Pero aquella especie de calma hostil que flotaba sobre ellos le era demasiado familiar para hacerle mella.

Cuando el fuego les chamusco por detrás salto hacia adelante y se giró sobre sí mismo, logrando esquivar parte de las llamas. Aquí estaba el precio. Klad apareció en su mano en un instante, mientras aquel gatito de fuego cargaba sobre él. Y lo espero sin impacientarse hasta que estuvo a alcance. No tenía idea de que era aquel monstruo, ni que tan peligroso seria, aunque si escupía fuego y sobrevivía en aquel lugar, no sería un cachorro indefenso. Su martillo busco interrumpir la carga con un barrido lateral, pero el gatito fue más veloz de lo que calculara…

 Mientras trataba de evitar el ataque de la criatura, le dije al resto del grupo:

 - ¡Necesitamos usar contra él ataques basado en hielo o agua!. ¿Alguna idea?.

 Desgraciadamente nada en mi repertorio de hechizos se acercaba a nada parecido.

No hizo falta que Plaga contestara a la pregunta de Lobo Blanco, el calor que desprendía la criatura era terrible. Seguramente tocarlo con las manos desnudas ocasionaría terribles quemaduras, y morderlo significaría casi seguro que perder la boca.

La criatura giro para encarar a Okodar, la oración de Kairi hizo que la garra de la criatura no acertara al gigantesco semiogro.

Anna comenzó a preparar su arco y a tomar posición para empezar a disparar sobre la abominación. Junto a ella, se colocó Plaga que saco su yupac para lanzar piedas sobre la pantera.

La pregunta sobraba sobremanera, en realidad. Resultaba más que obvio que tratar de morder a aquella criatura era prácticamente un suicidio, tal era el calor que desprendía su cuerpo. Sería como arrojarse a las llamas de la misma dragona roja, de las cuales parecía haber surgido aquel ser. De hecho, ante la advertencia de Anubis me maldije a mí mismo por la errada elección de las bendiciones de Chislev que había solicitado en mis oraciones al alba, casi del todo inútiles ante tal ser.

No obstante, la naturaleza siempre proveía...

Había algo que no todos sabíamos en los inicios en la larga andadura del cuidado de la naturaleza. Los druidas acostumbraban a retrasar esa información durante la formación de los suyos, ya que era preciso un cierto conocimiento para comprender. Nuestra comunión con Chislev no nos unía únicamente a la fauna natural, sino que podía ir mucho más allá, al mundo de los elementos naturales: fuego, tierra, aire... agua. Bien era cierto que aún era relativamente novicio en la invocación de tales espíritus, pero si existía un momento para entrar en comunión con ellos era precisamente aquel.

~Espíritus de la naturaleza, como siervo de Chislev vuestra señora os pido vuestro auxilio~ -Recité en el lenguaje de los druidas, concentrándome en la llamada- ~Fuego corruptor es lo que obra en contra de la naturaleza, de modo que solicito la ayuda del agua reparadora, dadora de vida, para combatirlo~

Plantándose firme, el semiogro  volvió a buscar un golpe contundente a su presa. Fuera de fuego o de carne, un buen martillazo debía de ponerle otro tinte a la expresión de aquel gatito, demasiado ansioso por la carne del guerrero.

Desgraciadamente, era una criatura rápida, y la tierra fue la que recibió a Klad. El calor que sintió Okodar no provenía de la cercanía de la criatura, ciertamente, sino de su interior y le hizo bufar al volver a fallar.

-UFff…

Agradecí en silencio a mi diosa su favor, tras lo que me quedé pensativa ante la pregunta de Anubis. No disponía de tales habilidades, y me temía que en lo único que podría ayudar por el momento era en apoyar a mis compañeros dejando que Mishakal les bendijera o esta tratara de aplazar la maldad del enemigo. Aquello, junto a vigilar la salud del grupo era lo mejor que podía hacer ante aquella criatura.

Okodar había tratado de atacar a la terrorífica pantera, pero por suerte esta también falló en su embestida. No parecía ir a ser fácil acabar con aquella criatura viendo sus características y cómo el semiogro no conseguía golpearla.

Antes de disponerme a lanzar un nuevo conjuro con el que esperaba beneficiar a mis compañeros, vi como Anna y Plaga trataban de atacar a distancia, mientras que Lobo Blanco parecía emplear un conjuro.

- Curandera misericordiosa, concédenos tu bendición, danos las armas para enfrentar el mal y nosotros lucharemos por ti… - musité melódicamente con los ojos cerrados, aún sujeta al medallón, al cual sentí calentarse brevemente mientras volvía a enfocar mi mirada en el combate.

 Manteniéndome a una distancia segura, le lanzo una andanada de Proyectiles Mágicos a la criatura de fuego, confiando en que le hicieran efecto...

De las grietas secas de la tierra comenzó a salir vapor que fue condensándose poco a poco hasta formar un cuerpo amorfo de agua que flotaba. El elemental de agua se lanzó contra la pantera de fuego, cuando las manos amorfas del elemental tocaban el cuerpo caliente de la pantera, nubes de vapor salían despedidas. La pantera gruñía de dolor, pero con cada ataque el elemental de agua iba perdiendo tamaño.

 El gran mazo de Okdar golpeo el suelo, al igual que las flechas de Anna que pasaron volando muy lejos de su objetivo. En ese momento, la plegaria de Kairi hicieron que las armas comenzaran a brillar con un fulgor blanco.

Los proyectiles mágicos de Anubis acertaron en su objetivo sin dificultar. La pantera se revolvió y volvió a atacar a Okdar, el objetivo más voluminoso del grupo, pero sus garrar fallaron.

Chislev había escuchado mi llamada, y como sabia y protectora madre había atendido las necesidades de sus retoños. El espíritu de la naturaleza elemental que apareció no tardó en tomar forma, procedente de un líquido de la vida que en aquellos parajes escaseaba, pero que formaba parte igualmente de la misma esencia de la naturaleza más primaria. El elemental no tardó en arremeter contra la bestia impía, pero ya desde el primer ataque me quedó claro que con cada ocasión en que lograse causarle daño la propia naturaleza ígnea de la pantera aceleraría la desaparición del espíritu.

Era preciso ayudar en la contienda, de alguna otra manera.

De haber gozado de un mayor contacto con el poder elemental, me habría planteado realizar una segunda llamada, engrosar las fuerzas elementales de agua con un segundo espíritu. Sin embargo, aún no había alcanzado tal nivel de comprensión del sendero del druida, y por ello había consumido mis conjuros de tal poder. Por ello, me acuclillé rápidamente y tomé tres guijarros de buen tamaño en una de mis manos, dispuesto a concederles parte del poder espiritual de la naturaleza salvaje, para tornarlos en armas capaces de dañar la ardiente piel de la pantera.

La tercera debía ser la vencida al parecer.  Aquel gatito REALMENTE estaba enfureciendo a Okodar, y los músculos de sus brazos se marcaron dolorosamente por la tensión de contenerse y no saltar con los guantes a intentar desgarrarlo con uñas y dientes. Era un guerrero, no un berserker frenético. Klad era quien debía de saciarse... Solo necesitaba mantener a la bestia entre el y aquella criatura de agua y bajaria su guardia.

Supuso un alivio para su mente cuando la combinación de factores se dio como esperaba, y la firme cabeza del gran martillo encontró el cuerpo del gatito finalmente, retumbando en sus huesos  y acompañándose del chasquido eléctrico otorgado por aquellos enanos de fuego en el desierto. Ya era hora…

Mishakal parecía habernos concedido su bendición a juzgar por el fulgor que despidieron algunas de las armas que podía vislumbrar desde mi posición. Éramos muchos quienes tratábamos de hacer frente a aquella criatura, pero no por ello parecíamos tener ventaja, pues los ataques del grupo fallaban en su mayoría.

No fue así en el caso de aquel ser que parecía ser un elemental de agua, el cual había invocado el druida, y que lamentablemente parecía no ir a tardar mucho en desaparecer. Aquella contienda no iba a ser nada sencilla, y parecía a ir prolongarse demasiado, lo cual no alteraría mucho nuestros planes de salir todo bien y tratarse de la única pantera a la que tendríamos que enfrentarnos, ¿pero si encontrábamos más criaturas infernales como aquella a nuestro paso?

Decidí ser prudente en el uso de la magia divina que la Sanadora me permitía canalizar, así como en mi modo de contribuir en el combate, pareciendo la situación bastante controlada. Así, opté por mantenerme a cierta distancia y armarme con la ballesta ligera que portaba, mientras Lobo Blanco parecía prepararse y Okodar se lanzaba al ataque.

- Anna, ¿y la espada? - pregunté a nuestra compañera mientras cargaba un virote, pensando en que quizás el Fragmento de Luz nos fuera de utilidad contra aquella abominación.

 Le lanzo a la criatura otra andanada de Proyectil Mágico, mientras me mantengo a una buena distancia de seguridad...

 - ¡No dejéis que esa cosa se os acerque!. - Les aconseje al resto del grupo. - Ni siquiera necesita tocaros para heriros, solo su cercanía causa quemaduras.

Ante el aviso de Kairi, Anna deja caer el arco y desenvaina la espada que brilla con un tono azul celeste. La exploradora ataca al animal. La espada describe un giro y corta la piel de la criatura.

El elemental de agua ataca a la pantera y estalla en una nube de vapor. El enviado de Chislev había luchado cumpliendo su cometido. El martillo de Okodar se encarga de vengar la muerte del elementa, el gran mazo se hunde en la costra de roca que hace las veces de piel de la pantera. El hueco que deja el martillo muestra un interior de fuego y lava que irradia un calor insoportable. Los proyectiles mágicos de Anubis impactan sin dificultad en la criatura levantando pequeñas nubes de chispas mágicas y la espada de Anna corta una de sus patas.

La criatura se retuerce herida, mira a su alrededor buscando una escapatoria, pero se encuentra sobrepasa, sus patas no aguantaran una carrera larga. A subestimado las fuerzas del grupo. No eran la presa, eran los cazadores. Acorralada lanza un feroz ataque contra Okodar. Las garras se hunden en la piel mientras que su cuerpo desprende un calor abrasador.