Partida Rol por web

La lógica de las hogueras

2. PANDEMÓNIUM - Novokovo entre tinieblas

Cargando editor
23/06/2022, 21:44
Director

Por una de las ventanas del templo veis cuervos revoloteando por ahí. Heinrich, apenas volvió a la aldea, alcanzó a disparar y matar a uno de ellos, pero el resto de la bandada se dispersó antes de que pudiera tirarles. Ahora los pajarracos que revolotean por entre las casas son unas dos docenas. Por momentos van juntos, por momentos se separan.

El cielo está totalmente negro. Los truenos resuenan con furia, uno tras otro, ensordecedores, como explosiones; pareciera que una guerra se libra en el firmamento, una guerra que muy pronto descenderá sobre la aldea. Y entonces, de golpe, el cielo enmudece. No más truenos, porque lo que ahora resuena, audible a lo largo de todo Novokovo, es una voz distorsionada, llena de rabia y angustia. Una voz que proviene de todos lados y de ninguno a la vez. Una voz amplificada a través de un encantamiento mágico.

La voz cavernosa que oísteis en el cementerio. La voz de la bruja.

—¡NOVOKOVO! ¡ALDEANOS! ¿ME ESCUCHÁIS? ¿PODÉIS ESCUCHARME? SOY YO. YA SABÉIS QUIÉN. DESTRUÍ VUESTROS CULTIVOS. ARRUINÉ VUESTRO GANADO. DESTROCÉ VUESTROS SUEÑOS. OS HE VISTO ENLOQUECER POCO A POCO, HE VISTO CÓMO OS ECHABAIS LAS CULPAS ENTRE VOSOTROS, CÓMO OS MATABABAIS UNOS A OTROS. AHORA OS HA LLEGADO LA HORA DE MORIR. SUFRIRÉIS, SUFRIRÉIS, ¡SUFRIRÉIS!, SUFRIRÉIS TANTO COMO YO HE SUFRIDO.

Una terrible lluvia comienza a caer sobre la aldea. Una lluvia sobrenatural, espesa, violenta. Con ella regresan los truenos. El primer rayo cae cerca del templo. Ilumina la calle durante un instante, y aunque no alcanza a herir ni destruir nada, deja una mancha negra sobre el suelo. Pronto vendrán más rayos.

Notas de juego

Vamos a patear un poco el avispero y darle a esta partida el clímax que se merece. La bruja ha decidido descargar su venganza final en este momento. Al mismo tiempo tenemos ese ¿demonio? avistado por Heinrich, aunque se desconoce su paradero. Por otro lado, el post de Timur contiene unos hilos de los que tirar. Ánimo, que la identidad de la bruja está al alcance de la mano/espada ;)

Cargando editor
24/06/2022, 12:27
Heinrich von Bassenheim

La cabeza de Heinrich era un hervidero de suposiciones. ¿Podría ser que el boticario fuera el hijo de "M" y "G"? Podría, pero que tendría que ver un anciano que cuida de los niños del orfanato y ayuda al pueblo, en la propia destrucción del mismo...no encaja. No obstante, a los libros le faltan páginas y según el párroco, el encargado del cuidado de los mismos es el boticario. Sea como fuere, las piezas llevaban hacia Stanislav.

-Hermana, creo que está claro que Stanislav es una pieza importante del puzzle, y se nos acaba el tiempo para resolverlo. ¿Me acompañáis a su presencia?.

 

Miró de refilón al pároco

 

-Timur, coged vuestra pistola y estad atentos, recordad que hay un demonio suelto. Si escucho un disparo, sabré que lo habréis visto.

Era una pregunta casi retórica, pues estaba convencido de que su hermana tenía el mismo pensamiento en aquel momento. El batidor se recolocó el sombrero, reviso la carga de su pistola, y la guardó dentro del abrigo, para que no se mojase la pólvora. Luego cedió el paso a su compañera y comenzó a caminar. Stanislav les debía alguna que otra explicación.

Cargando editor
24/06/2022, 18:34
Director

Lo curioso de matar es que el mundo sigue girando. No está interesado en lo efímero de los mortales. Fuera de la cueva, el arroyo sigue su curso. Unos gorriones revolotean entre las ramas de un árbol. Una ardilla come una nuez, ajena al hecho de que tres cadáveres se pudren entre las sombras de la cueva. Sus nombres eran Shadha al-Qanan y Cornelius Kotzträppus. Nadie sabe si tendrán o no una sepultura digna. El enmascarado que emerge de la carnicería porta un saco de tela. Hay algo esférico allí dentro, esférico y húmedo, pues el saco gotea sangre.

Y el mundo sigue girando, porque no está interesado en la testa decapitada de la extranjera, ni en el maestre degollado, ni en la magnífica yegua albina sacrificada.

Emprendes tu viaje hacia Novokovo libre de ataduras. La aldea te espera, te llama, te invita. ¿Qué tanta sangre conseguirás derramar? ¿Habrá alguien vivo para el momento en que llegues allí? La bruja ya ha lanzado su ataque. Las nubes negras se han acumulado sobre las casas y están lanzando una retahíla de truenos, cada cual más terrible que el anterior. Súbitamente los truenos se callan, y en su lugar resuena una voz cavernosa y distorsionada. La voz del cementerio. La voz de la bruja, amplificada gracias a algún encantamiento mágico. Pese a que estás lejos del pueblo la escuchas con claridad.

—¡NOVOKOVO! ¡ALDEANOS! ¿ME ESCUCHÁIS? ¿PODÉIS ESCUCHARME? SOY YO. YA SABÉIS QUIÉN. DESTRUÍ VUESTROS CULTIVOS. ARRUINÉ VUESTRO GANADO. DESTROCÉ VUESTROS SUEÑOS. OS HE VISTO ENLOQUECER POCO A POCO, HE VISTO CÓMO OS ECHABAIS LAS CULPAS ENTRE VOSOTROS, CÓMO OS MATABABAIS UNOS A OTROS. AHORA OS HA LLEGADO LA HORA DE MORIR. SUFRIRÉIS, SUFRIRÉIS, ¡SUFRIRÉIS!, SUFRIRÉIS TANTO COMO YO HE SUFRIDO.

Tras eso comienzan los rayos.

Notas de juego

(sigue...)

Cargando editor
24/06/2022, 18:44
Shadha al-Qanan

Hay alguien hablando dentro del saco de tela.

—¿Dónde está el nuevo amanecer, enmascarado? Todo está tan oscuro aquí dentro. No logro ver nada.

Notas de juego

(sigue...)

Cargando editor
24/06/2022, 18:45
Hilde van Wayden

Ella camina a tu lado. Era una niña cuando murió (¿murió?, ¿acaso nadie le tapó la boca?). Una chiquilla de pocos años, pero ¿qué más da? Es tu fantasma y tu pesar, y cada cual crea sus pesadillas a medida. Ves a Hilde como la adulta que nunca llegó a ser, y no como la niña que era al morir (¿murió?, ¿acaso nadie le pidió que no grite?). La sutil palidez de su piel solo se ve interrumpida por las pecas. La parca luz del sol arrebata algunos destellos de los ribetes cobrizos de su pelo azabache.

—Gherim, ¿recuerdas a Ser Alecsander? Oh, por Fenre, ¡me rompiste un brazo por ese maldito juguete! —ríe la muchacha—. ¿Qué es lo que te atraía de Ser Alecsander, Gherim? Nunca supe cuál era su historia. Sé que era un paladín y poco más. Nunca tuve interés en los paladines, ¿recuerdas? A mí me fascinaba la figura de Juliette van Dogger: ¡la Señora de las Flechas! Se dice que fue la mejor arquera del reino, en la época en que no existían los mosquetes. Oh, Gherim, yo podría haber sido una gran arquera.

Notas de juego

Una demora de tres turnos para llegar a la aldea me parece adecuado. Veremos qué tanto llegan a hacer Hein y Laurien, que andan cerca de la identidad de la bruja. Mientras tanto, vamos a jugar con la mente de Gherim. ¡Hora de sacar a relucir esos fantasmas! ;)

Cargando editor
24/06/2022, 22:19
Laurien Groote Stroek

- Demasiado claro...

Respondió tras la información que acababa de aparecer en aquel lugar, cogió aquellos documentos que podrían contener pruebas, tomó la capa, poniéndosela por encima como pudo y caminó hacia el exterior junto con su hermano, asegurándose de llevar su arma cerca pues aún seguía exhausta y dolorida.

Cargando editor
25/06/2022, 18:28
Ser Gherim van Wayden

[6 primeros minutos]

Arde Novokovo.

Las llamaradas lo devoran todo a su paso en una danza macabra, voraz e incontenible. Arriba el cielo se tiñe de ceniza espesa, de ese tipo que se arrastra con la brisa y se diluye con el sudor y hace palidecer la piel, tornándola cetrina. Parece increíble que todo este canto, esta oda a la destrucción sea obra de una sola mujer henchida de rencor, imbuida de resolución. Una mujer que es el contrapunto perfecto para el hombre que camina entre la maleza, directo a los rescoldos en que pronto se tornará la aldea.

El enmascarado caminante ha emergido triunfante del infierno de sus recuerdos. Enloquecido, dirán algunos. Sanguinario, despiadado, afirmarán entre temblorosos susurros otros tras comprobar la ejecución dispensada a su otrora maestro. ¿Acaso importa? El hombre que avanza estoico hacia Novokovo está vivo, tiene un propósito. Siempre lo tuvo; pero para abrazar su objetivo, para convertirse en el Segador argénteo que consiga vengar la sangre de su familia, necesitaba matar al niño que cohabitaba con él en algún oscuro rincón de su negro corazón. Ese vestigio inútil de debilidad y esperanza que lastraba su destino. Ahora comprende... Ahora comprende que no hay Justicia. Solo la Muerte marca el final del camino. Sus acciones, sus dos temibles aceros, trazarán el destino de Alurnia. Y los cadáveres, la legión de despedazados infelices que pavimenten su paso al final de su cruzada, solo serán testimonio de su venganza, una que está dispuesta a culminar a sangre, acero... y fuego.

Dicen que la venganza alienta la perpetuación de un círculo vicioso y autodestructivo. Gherim van Wayden sabe bien que las cicatrices de la guerra se portan en silencio en Herenhout. Pero cuando culmine su obra... Cuando termine su misión en Novokovo... Los fantasmas de la vieja guerra serán la última problemática de la dinastía antoniana. 

Sonríe para sí mismo, conteniendo a duras penas una risita lúgubre y malsana.

Qué festín para los buitres.

Qué excelsa cosecha roja.

Van Wayden avanza teñido de sangre.

Tiembla, Novokovo.

Tiembla.

* * *

¿Es un síntoma de locura mantener un diálogo con una cabeza seccionada?

Quizás pienses que sí. Pero lo cierto es que Ser Gherim van Wayden no tiene muchas opciones. Ha aprendido a convivir con recuerdos y viejos fantasmas. Así que cuando a mitad de camino habla la extranjera oriental antes conocida como Shadha al Qanan, él responde inalterado y cortés:

—Paciencia, hechicera. Paciencia. Pronto, muy pronto, veréis un hermoso amanecer escarlata y púrpura. Tenéis mi palabra... Ju, ju, ju...

Para su sorpresa, luego interviene Hilde. Su difunta hermana. Su asesinada hermana. ¿También aquí? Crujen, chirrían los engranajes de su mente. Agujas al rojo vivo trepanan su cerebro. Un escalofrío le recorre el espinazo. Rompe a sudar.

Hilde ha heredado la asombrosa belleza de Madre. El cabello oscuro con matices cobrizos. Los ojos esmeralda. Los labios. Todo.

Es real.

—¿Hilde...? ¿Tú...? ¿Aquí...? ¿Te...? ¿Te rompí el brazo?

Lo hizo.

Viaja al pasado en un abrir y cerrar de ojos. El pataleo. Aún puede escuchar el pataleo de su hermana, devanándose por escapar de su agarre en la oscuridad. El golpeteo de sus talones contra la madera. Quiere decir: Por favor, déjame respirar. No la deja. Está tan asustado que su mano se ha convertido en un cepo de hierro. Susurra: Shhhh. Shhhhh. Si nos oye, estamos muertos. Si nos oye...

No la escucharán jamás.

Hilde ríe, jovial. De repente, todo está bien en el páramo. Un refugio en algún lugar del espacio y el tiempo. Dos hermanos reunidos a pesar de la Muerte. Nada tiene sentido. Y no importa. 

Hilde pregunta por Ser Alecsandar. Remueve el valle de los recuerdos. Empiezan las dudas para Gherim. ¿Está hollando tierra firme? ¿O todo esto es el epicentro de un inminente terremoto emocional?

—Era... Era un recuerdo de Padre —afirma Gherim, evocando al antiguo caballero de madera. —Quería... Quería ser como Padre. Lo quería con todas mis fuerzas, hermana. Deseaba protegerte... Proteger a Madre. Protegerte a ti.

La máscara le pesa. Se la retira. Sus ojos dorados se posan en los iris hipnóticos de Hilde.

—Todo lo que hago... Todo lo que he hecho... Todo lo que haré... Todo es por ti, hermana. Por ti. Por Madre. Por Padre.

Asienta un paso, aproximándose cauteloso a Hilde.

—Sí que habrías sido una gran arquera... Siempre fuiste mucho mejor que yo con el arco.

Quiere tocarla.

¿Debe tocarla?

Notas de juego

Fantasméeme, Mr. Baalis. Fantasméeme. ;-)

Cargando editor
27/06/2022, 00:14
Director

El párroco asiente y coge su pistola. Se despide de vosotros con un eructo de ebriedad. Fuera del templo las nubes negras bloquean el sol. Sopla un viento gélido que os cala hasta los huesos. La niebla os llega hasta la cintura. La violenta lluvia ha hecho de las calles un lodazal; las gotas son densas y el viento es tan fuerte que las hace caer de manera inclinada.

Vagáis por el pueblo, entre las casas de madera, en dirección a la botica. Los aldeanos que estaban apagando el fuego del ayuntamiento están volviendo a sus casas apresuradamente, buscando refugio de la tormenta. Trueno. Un rayo cae sobre una casa, a unos cien metros de donde estáis vosotros. La destroza completamente, la estructura se viene abajo y arde durante unos segundos antes de ser apagada por el aguacero.

—¡Buscad refugio! —dice una mujer que huye del pandemonio.

—¡Es la bruja! ¡Quiere matarnos! ¡Quiere matarnos! —grita un joven.

—¡Huid! ¡Huid!

Otro trueno. Otro rayo. Esta vez el relámpago fulmina a unos hombres que estaba corriendo calle abajo. Ahora son tres cadáveres ennegrecidos y hechos un ovillo en el suelo. Los pueblerinos que contemplaron las muertes gritan de terror y se dispersan. Los cuervos revolotean de aquí para allá; están por todos lados, y sus graznidos son opacados por los rugidos de la tempestad.

Notas de juego

(sigue...)

Cargando editor
27/06/2022, 00:28
Alcalde Minsky

La puerta de la botica está abierta. No hay nadie detrás del mostrador. Os dirigís hacia una de las puertas traseras, que da a una pequeña habitación. Allí hay una cama y una estantería repleta de frascos, botellas, ungüentos y algunos libros. En la cama duerme el alcalde Minsky. Algunas vendas cubren la herida de su cabeza y la de su torso.

Pero el alcalde duerme el sueño de los muertos. No respira. Su único ojo mira el techo y su boca está abierta de par en par. Una expresión de espanto le deforma el rostro. Sufrió antes de morir.

Notas de juego

(sigue...)

Cargando editor
27/06/2022, 00:33
Stanislav

Stanislav está sentado en una silla, justo al lado de la cama. Contempla el cadáver del alcalde en silencio. Las manos del boticario están pulcramente cruzadas sobre su regazo. Os habla sin miraros.

—Es una pena, hermanos. Hice todo lo que pude, creedme, pero las heridas del alcalde eran demasiado graves —dice, con una voz tan fría y gélida como el viento que está arrasando Novokovo—. Quizás Fenre le acoja en su reino. Si su alma era pura, claro.

El boticario gira la cabeza con lentitud, con pesadez, hacia una ventana que hay en el pequeño cuarto. Fuera la tormenta ruge como mil diablos.

—Qué temporal tan infortunado. Decidme, hermanos, ¿qué puedo hacer por vosotros?

Notas de juego

¡Chan chan cháaaan! Solo diré que la primera impresión de Laurien sobre el boticario era más que adecuada XDD.

Cargando editor
28/06/2022, 16:52
Heinrich von Bassenheim

Heinrich pasó el marco de la puerta y se quedó quieto, goteando ríos de su ropa hacia el suelo. Miró al alcalde, miró al boticario. Miró a Laurien. Miró el suelo. Suspiró. Volvió la vista al boticario.

-Podrías empezar por contarnos quienes son Marya Popov y Gavril Levin y que tienen que ver en todo esto. No tiene sentido seguir ocultando nada - dijo con una voz firme y autoritaria. 

El batidor no sabía muy bien a que atenerse, pero por si acaso, la mano ya descansaba en su estoque. Había confiando en aquel hombre, y ahora tenía la certeza de haberse equivocado profundamente.

Cargando editor
28/06/2022, 23:13
Laurien Groote Stroek

Laurien miró la escena y recordó los avisos de Fenre al tiempo que el dolor recorría su brazo, como un recordatorio de su error aunque confió en él porque sus hermanos así lo hicieron...

- Fenre tenía razón...¿Eran vuestros padres? O quizás vuestros hijos... 

Cargando editor
29/06/2022, 21:40
Stanislav

—Ah, Marya y Gavril —dice el boticario, sin ápice de sorpresa—. M y G, ¿verdad? ¿Las iniciales del sueño? ¿Es así como los habéis rastreado hasta llegar a mí? Qué astutos, hermanos. Tenéis razón. Dentro de poco Novokovo será una ruina humeante: no hay razones para seguir ocultando nada. Pero habéis entendido las cosas al revés.

>>Marya y Gavril no son mis padres. Ni mis hijos. No... yo nunca tuve hijos. Mi esposa era una buena mujer, una gran mujer, la amaba, y sin embargo nunca pude darle hijos. Inessa era una mujer brava. Se unió a la Rebelión de los Cortacaras, 20 años atrás, cuando el alcalde era un hombre cruel. Una noche mi esposa, junto a otros rebeldes enmascarados, le emboscó, y le rajó la cara con un puñal. Se llevó su ojo. El alcalde alcanzó a dispararle en el estómago. Inessa volvió a casa malherida, y agonizó durante dos semanas hasta morir. Nadie descubrió que Inessa era una de los cortacaras, así que todo el mundo me creyó cuando dije que había fallecido de tisis.

>>Mi esposa estaba convencida de que los demás aldeanos se unirían a la rebelión. Que tomarían el poder. Que cambiarían las cosas. Que harían de esta aldea un lugar mejor. No fue así —dice Stanislav, su tono neutral y frío apenas traicionado por una pátina de rencor—. La mayoría de los aldeanos se mantuvo al margen de la rebelión. Cobardes. El sacrificio de mi esposa fue por nada. Este pueblo está lleno de escoria, hermanos.

>>Hace 10 años fue el incidente del granero, cuando un grupo de herenhoutianos masacró a una familia inocente. Los humores se caldearon y hubo un reclutamiento masivo para ir a la guerra con Herenhout. Marya y Gavril eran dos aldeanos, dos campesinos, que fueron a luchar en la Guerra de los Destronados. Murieron, claro, como la mayoría de los combatientes.

>>Dejaron atrás a una niña de pocos años. Su hija. Una huérfana más entre las decenas y decenas de niños que se quedaron sin padres. Pero esta niña era especial. Con el tiempo descubrí aquello que era capaz de hacer. Manipular el clima, reanimar los cuerpos, controlar animales... la he criado como si fuera mi hija y le he dado una razón para vivir: la venganza. Desde que tuvo uso de razón le enseñé que sus padres habían muerto por culpa de esta aldea. Que todo su sufrimiento y soledad se debían a los aldeanos de Novokovo, que obligaron a sus padres a ir a la guerra y morir en un enfrentamiento sin sentido.

>>Ahora mi niña, siguiendo mis indicaciones, ha decidido desatar su venganza sobre este pueblo. Comenzó hace unos meses, poco a poco. ¿Os gusta la ópera, hermanos? Cuando estudié en la Universidad, hace añares, asistí a unas cuantas óperas en el Gran Teatro de Oldenburg. Las pesadillas, la niebla, el ganado mutante, el cementerio... todo aquello fue la obertura. El inicio. Ahora nos aproximamos al gran final, hermanos, y será grandioso. Novokovo perecerá. Mi niña obtendrá su venganza, y a través de ella, yo obtendré la mía.

Stanislav permanece sentado en su silla. No amaga a moverse. Está bien allí donde está, junto a la ventana, observando la destrucción de la aldea y el cadáver del alcalde. Por primera vez desde que le conocéis, una sonrisa se dibuja en las comisuras de sus labios. 

Cargando editor
29/06/2022, 22:43
Shadha al-Qanan

—¿Es eso cierto, enmascarado? —pregunta la testa de Shadha al-Qanan desde su saco—. ¿Rompiste el brazo de tu propia hermana? ¿Eso fue antes o después de matarla?

Notas de juego

(sigue...)

Cargando editor
29/06/2022, 22:56
Hilde van Wayden

—¿De qué esta hablando, Gherim? —pregunta Hilde, sus ojos esmeralda posados en el saco de tela—. ¿Matarme? Pero si yo... yo no... tú... oh. Oh. Estoy muerta, ¿verdad? —suspira con tristeza—. Lo había olvidado. No, en realidad nunca lo olvido. Quiero olvidarlo pero nunca consigo hacerlo del todo. ¿Quién me mató, Gherim? Recuerdo a los sicarios del Imperio Antoniano. A madre gritando. La casa ardiendo. Pero tú... tú no hiciste nada, ¿verdad? Eres mi hermano. Mi protector. Serías incapaz de... de... la extranjera miente, ¿verdad?

Notas de juego

(sigue...)

Cargando editor
29/06/2022, 23:00
Ser Alecsander

—Confesad, falso paladín. ¿Quién mató a Hilde van Wayden?

El caballero está montado en un corcel blanco. Es una bestia magnífica, mucho más de lo que alguna vez lo fue Nébula. Las historias siempre coincidían en algo: cada vez que Ser Alecsander entraba en batalla a lomos de su corcel Escarcha, la batalla estaba decidida a favor de Herenhout. Ningún arma logró abatir a Ser Alecsander, quien finalmente encontró la muerte en una copa envenenada. Fue su hermanastro, el rey Wilfred II de Herenhout, quien urdió la traición. Hay quienes dicen que fue por celos, pero otros afirman que Wilfred, simplemente, amaba tanto a su hermano que no podía soportar la idea de que Alecsander muriera atravesado por una espada. Una muerte tranquila, en la comodidad de su cama, era el mejor regalo que podía obsequiarle.

Pero aquello son habladurías. ¿Quién sería capaz de matar a su propia sangre?

—Habéis olvidado vuestros juramentos —dice Ser Alecsander—. Me admirabais, porque admirabais a vuestro padre. Miraos ahora. Queríais ser un paladín; os habéis vuelto un matarife. No podéis mentirme: sé de traiciones, así como sé detectar a un matasangre. ¡Confesad, falso paladín! ¡Decid, de una vez por todas, quién mató a Hilde van Wayden!

Cargando editor
29/06/2022, 23:24
Heinrich von Bassenheim

Heinrich suspiró. Volvió a mirar al alcalde. Retazos de su propio pasado cruzaron su mente.

 

Habló. Con pesadez, con resignación, incluso con reconocimiento en su voz.

-Te puedo entender, créeme. Yo he vivido la rebelión. Yo luché en esa maldita guerra sin sentido. Vi los horrores de la misma y vi morir a mucha buena gente, algunos entre mis manos. Me cansé de la vida y busqué morir, mucho tiempo lo busqué, pero parecía maldito.

 

El batidor miró al alcalde. Negó pesadamente con la cabeza.

-Conozco su pasado, y también puedo entenderlo, aunque yo creo en la redención, y por lo que yo sé, lleva tiempo siendo otra persona. Hacía mucho que el Minsky que mató a tu mujer ya no existía. 

 

Se giró bruscamente hacia el boticario y habló acusatoriamente:

 

- Lo que no puedo entender y mucho menos compartir, es que hayas arrastrado a una niña inocente...UNA NIÑA...hacia el dolor que acarrea tu propia venganza. Tu venganza, no la de la niña. Te has aprovechado de ella, la has engañado toda su vida para cumplir con una venganza que no te atreviste a llevar a cabo tú. Es la misma cobardía de la gente que quieres matar. La misma. Y de paso, las has condenado a muerte, al igual que Misky hizo con tu mujer. 

 

El herenhoutiano se rió incrédulamente.

 

-Acaso si los padres de esta niña, hubieran muerto en la rebelión cortacaras sería una muerte honorable. Sería un huérfana a la que hubieras cuidado en vez de manipulado? La ruindad de tu alma ya no tiene remedio. Y vas a morir por ello. 

 

Sacó su pistola y apuntó a la cabeza del boticario.

-No voy a permitir que veas el final de la ópera, nunca sabrás cómo termina. Lo único que te queda por decidir, es si quieres redimirte salvando las vidas inocentes de muchos de los habitantes de novokovo, o quieres enfrentar el juicio de Fenre con esa mancha imborrable en tus hombros. Decide.

 

Notas de juego

Nada más conteste, sea la respuesta que sea...disparo.

Cargando editor
29/06/2022, 23:47
Laurien Groote Stroek

Laurien se acercó hasta el cadáver del alcalde, arrodillándose a su lado mientras le rezaba los ojos y signaba el símbolo de Fenre en la frente del hombre. No parecía prestar atención a la conversación entre los dos hombres y rezó por el alma de aquel desgraciado...

¿Muerte, por qué has venido a robar
Un ser que aún no ha aprendido a volar?
¿Muerte por qué has venido a arrancar
Una luz que aún tenía que brillar?

¿Dónde llevas tu botín?
¿No te importa nuestro dolor?
¿Quién decide cuando has de actuar?

Réquiem
Por aquel cuya luz alumbró el camino
Por aquel que se arrepintió
Por aquel que luchaba por la redención

Réquiem
Por aquel que arropando todos sus sueños
Enseñó a creer en nuevas oportunidades
Por quién se nota un vacío y ausencia
Que aún no se ha logrado aceptar

¿Muerte por qué llegas sin avisar?
¿No ves que sin él todo termina?
¿Luna por qué brillas con tenue luz?
¿Es que también a ti te asesinaron?

¿No comprendes la emoción?
De unos cuerpos de cristal
Para siempre es demasiado tiempo

Réquiem
Por aquel cuya alma infantil condenada ha sido... 

Cargando editor
30/06/2022, 09:19
Ser Gherim van Wayden

 

Amanece el remordimiento.

El Tribunal onírico aguarda la confesión del reo.

Preside el Honorable Juez Ser Alecsandar, asesinado por su hermano, Wilfred II de Herenhout.

La cabeza decapitada de Shadha al Qanan reposa sobre el estrado, su mirada rasgada y acusadora clavándose en el último de los Van Wayden. Su acusación cuenta con el aval de ser una de las últimas víctimas del Rostro de Plata. Su sangre gotea sobre el mármol del Tribunal, aún fresca.

Hilde permanece en el banco del jurado ungida en una palidez mortal, rodeada de un aura virginal e inocente. Un aura que amenaza con resquebrajarse para siempre ante la revelación de la Verdad. En su rostro se dibujan amoratadas huellas dactilares. Huellas incriminatorias. Huellas imborrables.

Las sombras que pululan entre la bancada tiemblan, sobrecogidas. Susurran. Cuchichean. Sus vocecitas guturales musitan sucios secretitos familiares. Celos. Deseo. Codicia. Venganza. Ira. Todos quieren teorizar sobre el motivo del crimen pasional que condujo al Matasangres a acabar con la vida de su hermana. La estrangulación es una forma de matar íntima y personal. Hay fogosos coitos que duran menos entre amantes apasionados. La estrangulación une al asesino y a la víctima en un morboso círculo sin final. Estrangular es arrebatar el aliento de la forma más literal posible. Y no es fácil estrangular a alguien. Requiere de tiempo. Largos minutos pasan hasta que la víctima alcanza el óbito. Un tiempo durante el que el asesino memoriza los rasgos desfigurados de su víctima. La lucha por respirar compone terroríficas muecas en los difuntos. Unos rasgos que volverán a visitar al asesino durante su vigilia, e incluso después. Unos rasgos que podrá imaginar durante la adultez sin dificultad. Así es como la víctima vive para siempre en el asesino, incapaz de controlar la evocación de su recuerdo.

Un círculo sin final. Un vínculo irrompible. Un lazo invisible que trasciende la muerte.

Tiene la palabra el execrable Gherim van Wayden. El deleznable Rostro de Plata. Aquel que fue besado por el fuego. Más le valdría haber sido devorado en sus llamas.

La muchedumbre se agita. Alguna que otra sombra fantasmagórica de rasgos femeninos se desmaya entre el público de la impresión. Un joven tan apuesto no puede, no debe, estar mancillado por la tragedia desde tan tierna edad.

El Honorable Ser Alecsandar reclama silencio.

Habla el acusado.

—Fui yo —confiesa el deleznable Van Wayden.

—Yo te maté, hermana —confiesa el falso paladín. —Te asfixié entre mis brazos. Tanto quise protegerte... que te arrebaté el aliento. No quise... No quise que vieras lo que pasaría a continuación. No quise que sintieras la humillación que debió sentir Madre. No lo quise. ¿Lo habrías querido tú?

>> He jurado venganza contra aquellos que asesinaron a Madre. He jurado venganza contra aquellos que lucharon contra Padre. Pero no he jurado jamás vengarme del que te asesinó a ti...

Ser Gherim es incapaz de llorar otra cosa que no sea sangre por su mutilado lagrimal, el que está rodeado de carne cicatrizada tras probar el fuego. 

Una lágrima de sangre mana solitaria por su rostro, tiñéndolo de un grotesco rojo oscuro.

—No hay Tribunal sobre esta tierra que pueda condenarme por lo que hice... Excepto tú.

>> Soy lo que queda tras el incendio en aquella noche. Decide tú, hermana. La sentencia es tuya. ¿He de ser fuego...? ¿O he de yacer entre cenizas?

Notas de juego

¡La cordura de Ser Gherim pende de un quebradizo hilo!

Menuda papeleta te he dejado. ;-D

Maldito Ser Gherim... Me saca la épica cada vez que posteo con él, oiga.

Cargando editor
30/06/2022, 15:34
Stanislav

Stanislav escucha con paciencia a Heinrich. La sonrisa burlona que adorna sus labios no lo abandona. Cuando el batidor le apunta con su pistola, el boticario no se mueve. Acepta que este es su final y lo recibe con placidez. Su única reacción es acomodarse lentamente el cuello de la camisa y alisar las arrugas de su chaleco con las manos. Quiere estar presentable para su muerte. 

—¿Queréis saber dónde está mi niña? No. Mi decisión está tomada, hermanos: que todo sea cenizas. No habrá juicio divino para mí, ni para Novokovo, ni para vosotros. Aquello que vosotros, inquisidores, no podéis aceptar, es que después de la muerte no hay nada más que oscurid...

Heinrich dispara. La bala atraviesa el cristal derecho de las gafas del boticario y destroza el ojo y el cerebro que hay detrás. Stanislav sale despedido hacia atrás con violencia, y su cráneo reventado golpea con fuerza la ventana que da a la calle. El vidrio se agrieta y se tiñe de sangre y sesos.

Durante unos instantes no se escucha otra cosa que la voz de Laurien recitando un réquiem, la lluvia que azota el pueblo y los rayos que diezman a sus habitantes.

Notas de juego

Fin del capítulo PANDEMÓNIUM

Continúa en el último capítulo, HÁGASE TU VOLUNTAD...