Partida Rol por web

La lógica de las hogueras

2. PANDEMÓNIUM - Novokovo entre tinieblas

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22/05/2022, 23:16
Laurien Groote Stroek

Laurien miró seriamente a Heinrich tras sus palabras, unas que la habían herido al considerar que no podría ayudar y que solamente podría coger el caballo y salir a avisar el resto pero, no dijo nada y dejó que este se acercara hasta la multitud para comenzar a hablar y, aunque al principio pareciera que iba a irse en el último momento suspiró y se posicionó junto a su hermano, de rodillas y cubierta por la capa de Rostro de Plata y comenzó a rezar, buscando la forma de que Fenre volviera a utilizarla para intentar disipar parte de la niebla y calmar los corazones de quienes allí había.

Confiteor Fenre Omnipotenti
tú eres la luz de nuestros ojos,
el viento de nuestro aliento,
la paz de nuestras almas.
Tuya la calma del descanso de los puros,
tuyas las almas de quienes aquí temen...
Fenre, despeja los cielos,
despeja las mentes de quienes se inquietan.
Que hálito purifique nuestras auras

- Tiradas (3)

Notas de juego

Uso un doblón, que ha sido mala la tirada XD

Un poco mejor XD

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23/05/2022, 13:18
Ser Gherim van Wayden

—Mi misión no es perpetuar el círculo, Maestre. Mi misión... es romperlo —afirma tajante Gherim van Wayden, entregándose a la memoria del recuerdo.

—Sabéis bien que soy orgulloso hijo de Herenhout. Viví en mi propia piel la Guerra de los Destronados. Su crudeza no me resulta ajena. En cierto sentido, creo que forjó a la persona que soy. Mi padre, una vaga sombra que transita mi mente, era el líder de una unidad de élite dedicada a cazar oficiales enemigos. Eran muy buenos haciendo lo suyo: espionaje y guerra sucia. Se hacían llamar... Eisenzahn. Los Colmillos de Hierro.

>> Fueron ellos los que dieron caza a unos oficiales imperiales aquí, en el interior de Novokovo.

Gherim hace una pausa, sus ojos esmeraldas fijos en los del Maestre.

A estas alturas, debe haber comprendido.

Empero, prosigue espoleado por la liberación que depara su confesión.

—Mi padre era un enemigo acérrimo de los Antonov. Creía que estaban corrompiendo Alurnia con sus maquinaciones. Decidió entregar su causa a Sigmund y encontró con ello la excusa perfecta para dar rienda suelta a su cacería. Creó a la Eisenzahn a su imagen y semejanza. Hombres sin atisbo de piedad, fieles creyentes de que el fin... justificaba la barbarie. Se ungían con las entrañas de los lobos salvajes en una suerte de macabro bautismo de sangre. Su seña de identidad consistía en humillar los cadáveres de sus enemigos... —Con la indiferencia del que ha revivido la pesadilla una y otra vez durante largas noches en vela, Gherim se pasa el pulgar por el cuello y luego marca con el índice el manar de dos lágrimas de sangre por la mejilla. La firma de la Eisenzahn: el llanto del penitente.

—Mataron a los oficiales, por supuesto. También a los aldeanos que les dieron cobijo. Ultrajaron a las mujeres. Ahorcaron a los niños. Alimentaron el fuego de la venganza en esta aldea y la hicieron entrar en guerra contra Herenhout... —Las palabras de Gherim se tornan un incandescente siseo. —Perpetuaron el círculo...

Rostro de Plata sacude la cabeza muy despacio.

—Mi padre fue un hombre temido y odiado por sus enemigos. Muchos imperiales temían despertar en la noche con un cuchillo alojado en la boca y el rostro marcado de Kaden van Wayden, Der Eisenwolf, sonriéndoles, enviándoles al Infierno. Por ende, decidieron hacerle llegar un mensaje... —Por segunda vez durante la noche, Gherim van Wayden descubre su faz ante el Maestre y Shadha al Qanan, retirándose su icónica máscara de plata y mostrando un rostro que podría catalogarse como joven y apuesto, de un muchacho lozano y de mirada enigmática, de no ser por la tétrica marca que socava como un erial de carne muerta la mejilla derecha, abrazando por completo la cuenca orbital en la que aún destella un ojo portador de un belígero fulgor verde.

—Mi madre y mi hermana murieron la misma noche que mi inocencia —recuerda, un destello lunar resaltando las dos cuentas de rubí que penden de sus orejas. —Siempre quise ser soldado. Proteger a mi gente. A mi patria. A mi familia... Honrar el nombre de mi padre —Gherim inspira profundamente. —Me lo arrebataron todo en la noche que incendiaron nuestro hogar. Mi familia. Mis sueños. Mi cara... Incluso mi creencia en Fenre —sentencia de modo categórico.

—En una ironía del destino, el Dicasterio cuidó del huérfano que apareció a sus puertas. La Inquisición sabe cómo forjar odio. Cómo hacer de él un arma con el filo adecuado para extirpar la esperanza de sus enemigos. Habría sido su mejor obra... de no ser por esa mujer.

En sus palabras flota la lógica sospecha de no estar refiriéndose a Shadha.

—Esta noche me he visto a mí mismo... en otro cuerpo. Un ser completamente vacío, tan devastado por el odio, el rencor y la tristeza que era incapaz incluso de derramar lágrimas, de sentir, entumecido para siempre por guerra. Y es esta noche, Maestre, que he entendido que el camino que propone la Inquisición... El camino del Miedo... No es el camino que deseo transitar.

>> ¿Apostasía? Eso dirán en el Dicasterio, sin duda. Mas lo cierto, Maestre... Es que nunca he creído en Fenre. No. Soy un Van Wayden. Yo elijo mi propio camino.

Tras recolocarse su antifaz y recobrar la mirada imponente y rapaz que le caracteriza, Gherim concluye mirando fijamente a Cornelius.

—Sois el hombre vivo más inteligente que conozco. Si alguien tiene oportunidad de apaciguar el alma vengativa de la Portadora sin derramar sangre... sois vos. Podéis declinar mi ofrecimiento si así lo deseáis. No os detendré... Mas si elegís enfrentaros conmigo a lo Inexplicable que se aventura en el horizonte de esta noche moribunda, juro por mi honor que os defenderé con mi vida, como así haré con la hechicera. Pues así deben protegerse unos a otros los hombres libres.

El último de los Van Wayden aguardó la decisión final del Maestre con cierta angustia presionándole el corazón.

Notas de juego

Qué cosas me haces decirte, Maestre.

¡Qué cosas! ;-D

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23/05/2022, 21:40
Dr. Cornelius Kotzträppus

La pregunta parece estar cargada de una cierta premura, de una sutil impaciencia, de la congénita pulsión que devasta al cazador en sus entrañas.

Un halcón solo está diseñado para una específica tarea: dar muerte desde el cielo.

 

Cornelius escuchaba el relato del último Van Wayden, inmutable como una estatua vetusta y fría.

Cuando este terminó de hablar, un silencio espeso, acusador, se instaló entre ellos dos, en aquella cueva apartada, junto a la reclutadora de brujas, a la que seguramente estarían buscando.

Lo más probable es que estuvieran buscándoles a los tres, y Heinrich y Laurien con ellos. A buen seguro no tardarían en dar con ellos.

Finalmente, las palabras del erudito. Sin mácula de duda, no era el verbo de un hombre desnudo.

- No podéis pedirme que renuncie a mi Fe, hermano. Vos, que nacisteis soldado.

- Lo que proponéis es una condena a muerte. Dos centenares de cazadores púrpura, encabezados por Gertrud von Koch, barrerán Alurnia hasta dar con los enemigos del Dicasterio. Los traidores no tendrán derecho a ser juzgados, hasta después de una alargada agonía de hierro y fuego, que si bien será terrible, no será suficiente para purgar sus pecados. 

- Si los herejes tuvieran familia, o bienes, estos serán requisados por el Dicasterio, para financiar su sagrado oficio. 

- Apóstatas... no habrá redención para su injuria. Sus nombres serán recordados, vilipendiados, grabados a fuego en la plebe para escarmiento de pecadores y escarnio de sus linajes; que serán destruidos, como cualquier obra o recuerdo.

- Novokovo y sus brujas, en su hechizo perverso , nublaron la visión del que fue a cazarlas, el Hermano Rostro de Plata; presa de su negra magia enloqueció y perdió su camino. Acabarán con vos, y vuestra muerte será una lección que, desde el púlpito, engrandecerá la influencia de aquellos que os hicieron quien sois, y ahora repudiáis.

- Heinrich von Bassenheim y Laurien Groote Stroek darán sus vidas con tal de cumplir su misión y detener este aquelarre.

- Por todo esto no podéis pedirme que renuncie a mi fe.

 

En la penumbra, Cornelius dio un paso hacia el atribulado halcón, que ahora se veía manso y compungido, despojado del fuego de la venganza con el que antes inflamaba todo a su paso, apenas rescoldos de su furia esmeralda. 

Posó suavemente su mano sobre el hombro de Ser Gherim.

 

- Porque toda esta maldad, esta violencia, no es obra de Fenre, sino de los hombres.

- Sólo la fe puede ayudarnos.

- Que Fenre nos ampare.

- Hermano, no estáis solo, esta vez.

- Detengamos esta pesadilla.

Notas de juego

 

 

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24/05/2022, 01:23
Director

El monólogo de Heinrich es frío y tajante, es el corte de una daga afilada deslizándose sobre la piel de todos los presentes. Sus palabras reverberan en el silencio y se clavan en los oídos de los revoltosos. De a poco, súbitamente, muchos comprenden lo que están haciendo: están desafiando no solo al alcalde de Novokovo, sino también a la Inquisición, a los agentes del brazo armado del Dicasterio. Al mismo tiempo, la revelación de que hay muertos vivientes en el cementerio despierta las alarmas de todos los presentes. Los murmullos vuelan entre la multitud, junto con sollozos, y algún que otro grito de angustia.

—¿...dijo lo que creo que dijo...?

—¿...muertos reanimados...?

—...tiene razón: esto que estamos haciendo es una locura, pensad en Dina...

—...yo no quiero cabrear a la Inquisición...

—...larguémonos de aquí...

—¿Osip no estaba loco?

Laurien recita un salmo, y busca expandir una ola de energía divina que apacigüe los corazones y que despeje la niebla, el frío y las nubes de tormenta. Laurien puede sentir la presencia que está enturbiando el ambiente: la presencia de la bruja. No es ella la responsable del estado de ánimo de la turba furiosa, claro, pero sí que es responsable del temporal que amenaza con desatar un infierno helado. Laurien, sumergida en plegarias, batalla contra los encantamientos de la bruja. Es una lucha encarnizada pero silenciosa, donde la magia de ambas mujeres choca en el éter y pugna por doblegar a la otra.

Nadie más que Laurien es testigo del combate, y nadie más que Laurien advierte que es ella quien ha sido derrotada [2]. La bruja triunfa, y en el exacto momento en que el aura mágica convocada por Laurien se disipa, una tanda de truenos furiosos resuena en el cielo y una repentina ventisca gélida recorre la plaza mayor. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

[1] Laurien saca 14... la bruja saca 18.

(sigue...)

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24/05/2022, 01:52
Erik

A Erik se le salen los ojos de las órbitas. Sigue parado sobre el carromato. Las venas se marcan en su cuello, en su frente y en sus brazos. Su mano izquierda, tensa, sostiene un hacha. Rechina los dientes con tanta fuerza que parecen a punto de romperse mientras clava su mirada en Heinrich.

—¡Hijo de una GRANDÍSIMA puta! ¿Que voy a pagar con mi vida? ¿CON MI VIDA? ¡Ayer mismo te dije que tenías que quemar a la extranjera! ¡Y NO LO HICISTE! ¡MALDITO SEAS! —se gira para hablar a la multitud—. ¿HABÉIS OÍDO ESOS TRUENOS? ¿HABÉIS SENTIDO ESA VENTISCA? ¡ES LA BRUJA! ¡RIÉNDOSE DE NOSOTROS! ¡DE NUESTRO ALCALDE! ¡DE LOS INQUISIDORES!

Heinrich, que ya sabe hacia dónde va Erik, le dispara con su pistola. Está en una posición incómoda, hay mucha gente en el medio, la cabeza de Erik, sobre el carromato, apenas sobresale por encima del resto, y el tiro falla [1].

—¡AHÍ LO TENÉIS! ¡ASESINO! ¡HA INTENTADO MATARME! ¡BASTA! ¡SUFICIENTE! ¡NOSOTROS RESOLVEREMOS NUESTROS PROPIOS PROBLEMAS! ¡NOSOTROS CAZAREMOS A LA EXTRANJERA! ¡MATADLOS A TODOS! ¡A TODOS!

La multitud congregada en la plaza mayor enloquece. Gritos, gritos y más gritos. Muchos salen huyendo, atemorizados por las palabras de Heinrich y por su disparo. La gente se abre paso como puede, y os coméis una retahíla de empujones y codazos. Un puñado de rebeldes, acicateados por el discurso de Erik, intenta entrar al ayuntamiento por la fuerza. Erik entierra su hacha entre las costillas de un guardia. Otro guardia abre fuego; su disparo se pierde entre la multitud y acierta en la cabeza de una mujer inocente, que se desploma sin vida. Hay gente corriendo en todas direcciones, despavorida, a trompicones, todo es caos, y vosotros estáis en medio de la anarquía.

Una mujer de unos cuarenta años se abre paso a empujones, entre el gentío, hacia vosotros. En la diestra sostiene un cuchillo.

Notas de juego

[1] De acuerdo a tu mensaje en el off topic, Lucius, ubico aquí tu disparo a Erik. Ambas tiradas fallan. Pero como no soy malo, te dejo el mosquete intacto, sin uso, para que dispares al próximo turno si quieres.

Consecuencia del doblón de Heinrich: su discurso tiene éxito, la mayor parte de los allí reunidos no se rebelará. Pero hay una minoría que sí intentará tomar el ayuntamiento por la fuerza y que os va a atacar. Hay 7 (Erik entre ellos) luchando contra los 3 guardias de la puerta del ayuntamiento.

Os separan unos 30 metros de la puerta del ayuntamiento. En el medio hay un gentío enloquecido, huyendo sin dirección de manera caótica. Al mismo tiempo hay una rebelde que el próximo turno os va a atacar.

Ficha de los rebeldes: Nivel 1 / ATQ: +1 (daño 1d4) / DEF 12 / PV 4

Ficha de Erik: Nivel 3 / ATQ +3 (daño 1d6) / DEF 15 / PV 12

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24/05/2022, 17:35
Shadha al-Qanan

Desde que Rostro de Plata posó la caja en manos de Shadha, la mujer ha permanecido extrañamente silente. Sus ojos están fijos en el cofre ornamentado. Murmura algunas palabras sin voz, para sus adentros. No presta atención a vuestra conversación. En este momento, la extranjera vive por y para el cofre.

—Oiréis y veréis muchas cosas —dice, no sin cierto esfuerzo—. No las creáis. No son reales. Lo que hay encerrado aquí dentro hará todo lo posible por escapar. Haré mi parte por no permitirlo, y por obligarlo a revelar el paradero de la portadora. Veréis espejismos. Veréis falsedades. No hagáis caso a ellas. Mirad con el corazón, y nunca con los ojos.

Shadha al-Qanan abre el cofre, ese cofre cuyo contenido ha jurado proteger con su vida, que preferiría ver perdido en las profundidades de un océano antes que en las manos incorrectas. En su interior hay un pequeño espejo.

Notas de juego

(sigue...)

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24/05/2022, 17:58
Kaden van Wayden

—Gherim.

La superficie del espejo es negra. No refleja nada de lo que tiene frente a sí. El espejo ha abandonado el cofre y ahora está flotando en el aire, suspendido a dos metros de altura.

—Gherim.

Es su voz. Él está dentro del espejo, rodeado de sombras. ¿Pero acaso no es eso lo que Kaden van Wayden ha sido toda su vida? Un fantasma. Un espectro. El preámbulo de la muerte. El ejecutor que engendró al Ejecutor. La espantosa cicatriz está allí donde la recuerdas. Sus ojos son dos fragmentos de ámbar que atraviesan tu ser.

—Así es como te llamé. Gherim. No Rostro de Plata. Ese es el nombre que te diste a ti mismo. Tu nombre es Gherim van Wayden, y ese es un nombre digno de la Eisenzahn. Mi sangre corre por tus venas, Gherim, mi sangre, que no está cristalizada, que no usas en pendientes... nada de eso importa, porque mi sangre es fuerte. ¿La sientes, Gherim? Es lo que siempre te unirá a mí. No se puede huir de la sangre, Gherim.

>>Nunca me mataron, Gherim. Me atraparon, me torturaron, mataron a tu hermana, a tu madre... pero no a mí. La muerte no era suficiente para mí. Los hombres del Imperio contrataron a esta hechicera, Shadha al-Qanan, para que robara mi alma y la encerrara aquí. Está mintiendo, Gherim. Ella no ha venido a esta aldea a buscar a la bruja. Ha venido aquí a buscarte a ti. Ella sabía que vendrías a Novokovo. Te atrapará conmigo en este espejo maldito, y viviremos mil eternidades de perdición. Esta es la venganza de los Antonov.

>>Pero todavía estás a tiempo de elegir, Gherim. Puedes ser un Rostro de Plata... o un Colmillo de Hierro. Detenla, Gherim.

Notas de juego

¡Ulalá!

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24/05/2022, 18:53
Masias Kotzträppus

—¿Hijo?

La superficie del espejo es negra. No refleja nada de lo que tiene frente a sí. El espejo ha abandonado el cofre y ahora está flotando en el aire, suspendido a dos metros de altura.

—¿Cornelius?

Es su voz. Él está dentro del espejo, rodeado de sombras. Pero no es así como tu padre, Masias Kotzträppus, vivió. Siempre le viste rodeado de vida, lejos de la muerte, lejos de las sombras, entre árboles, cazando, proveyendo el alimento que tú y tu madre comeríais. Masias siempre tenía algo para ti: consejos, proverbios, refranes, abrazos. Eras su hijo, y derramó una lágrima el día que marchaste a Fenregrado a convertirte en el hermano Cornelius, futuro inquisidor. Muchos años después, una carta de tu madre indicaba que tu padre había fallecido mientras dormía.

—¡Cornelius! ¡Hijo! ¡Por Fenre, eres tú! —lágrimas de felicidad resbalan por sus mejillas—. Pero... estás viejo, hijo. ¿Qué ha pasado? ¿Qué año es este? Oh... oh. Ya lo recuerdo. Por todos los cielos, hijo, me he pasado una eternidad encerrado en este infierno. En este espejo. Esta mujer... Shadha... hijo, Cornelius, no confíes en ella. ¿Recuerdas las últimas cartas que te envió tu madre? ¿Recuerdas que tu madre te contó que yo estaba enfermo? Tu madre contrató a una curandera para que me trate. Una mujer que decía ser hechicera, que decía poder... curarme.

Dentro del espejo, tu padre señala a Shadha al-Qanan con un dedo acusador.

—No estoy seguro de qué sucedió después, Cornelius. Cuando desperté estaba atrapado aquí. Robó mi alma, hijo. Shadha al-Qanan robó mi alma y la guardó en su espejo, maldito sea este instrumento endemoniado. No puedo escapar, Cornelius. Cada minuto son mil vidas, cada día es una eternidad. Válgame Fenre, no sé por qué esta mujer se dedica a sustraer las almas de sus pacientes...

>>Ahora hará lo mismo con vosotros, Cornelius. ¡Ten cuidado, hijo! ¡No se lo permitas! ¡No dejes que te ocurra lo mismo que a mí!

Notas de juego

¡Ulalá!

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24/05/2022, 19:58
Heinrich von Bassenheim

Heinrich había hablado, y no había más espacio para las palabras. Por mucho que le disgustase, tendría que matar a aquellos que seguían errando en sus acciones y desafiando a la inquisición, empezando por Erik.

Al disparar su pistola esperaba que los ánimos se echasen al suelo, incluso los de Erik, y el problema se solventase. Pero como siempre, había sido muy optimista. Cierto es que casi todo el mundo se había disgregado, pero no todos. 

Guardó su pistola y apuntó a la cabeza de Erik, el era su rival, todo lo demás, por el momento, no existía. Si no mataba a Erik, tampoco podría cazar a la bruja, y por ahí no pasaba. Volvió a errar el tiro. Rezó por que Fenre le dejase salir airoso de aquel lance, aunque no las tenía todas consigo.

-No saldrás vivo de esta Erik, sea yo o otro hermano, la inquisición te matará. Y si sobrevives a este lance, verás que tu lucha ha sido en vano. La extrajera NO es la bruja.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Te agradezco la oportunidad, aunque, como has visto, no ha servido de nada, vuelvo a fallar el tiro. xD.

Vamos a ver si gracias al buen bonus que tengo en esquiva, sobrevivo a esto.

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26/05/2022, 12:32
Ser Gherim van Wayden

—¿Padre...?

La pregunta es absurda.

Es él.

No existe la menor duda en su memoria.

El Lobo de Hierro en persona, el rastro del acero desfigurando un rictus severo presidido por dos brasas al rojo vivo. La mirada del mismísimo Diablo horadando su alma, azotándola con viejos anhelos y recuerdos que ya nunca serán.

—No... No es posible. Vos... Vos estáis muerto... Tenéis que estar muerto... —A Gherim le cuesta tragar. Respirar ha dejado de ser un acto reflejo.

El otrora Ejecutor de la Inquisición se siente anegado en las tinieblas, atrapado con un reflejo que le recuerda peligrosamente aquello que late en su interior, una bestia deseosa de sangre, sedienta de venganza. Las cadenas del mundo pueden romperse con una voluntad firme, mas el demonio late en tu propia sangre... ¿Acaso puede ocultarse la verdadera naturaleza tras la máscara de la conducta? ¿Puede el hijo sobreponerse a los pecados del padre?

—Estáis mintiendo... Estáis mintiendo... —alcanza a pronunciar un confuso y abrumado Gherim van Wayden, las palabras del padre calando en su negra alma, ahora hostigada por las eternas dudas que la han atenazado durante toda su vida.

—Juré vengaros, Padre. Juré vengar a Madre. Juré vengar a la pequeña Hilde... Juré lavar con sangre lo que esos cerdos imperiales les hicieron. Lo juré por mi propia vida... En aquel tiempo, aún juraba. Ya no, Padre... Ya no.

>> He visto vuestra marca en esta aldea. La he visto esta misma noche con mis propios ojos. Habéis sembrado la tierra con vuestro odio... Vuestro recuerdo, vuestra mera sombra en mi memoria ha sembrado de odio todo mi ser, Padre. Y ha llegado el tiempo de la cosecha. Asesinásteis a inocentes. Ultrajásteis a una mujer honrada. Alimentásteis el odio de nuestros enemigos... ¿Y todo para qué? Al final... Caísteis derrotado —susurra, presa del abatimiento. —Os derrotaron esos malnacidos, maldita sea... ¿Por qué...? ¿¡Por qué les dejásteis vencer!?

Casi puede oírse el crujir de su mandíbula al sisear las palabras, sus dientes apretándose con una rabia tan ardiente como las llamas que besaron su cara.

—Si... Si en verdad vuestra alma cumple penitencia por vuestros crímenes en este espejo, Padre... Si realmente sois el hombre que me dio la vida, el único hombre al que he amado y al que he profesado honesta admiración... ¡Si es cierto que sois mi Padre, aquel al que juré vengar, dadme una maldita prueba de que las palabras que salen de vuestra boca no son embustes! —ruge Rostro de Plata, su mirada esmeralda destilando un torrente imparable de emociones.

Notas de juego

Pffff... Maldito Gherim shakespeareano Van Wayden. Qué sufrimiento de escena. Es un deleite para mí, pero se vive intensamente el drama paternofilial, oiga. XD

No tengo NI IDEA de qué va a ocurrir a continuación, así te lo digo. Es más, cuando he empezado el mensaje, iba a escribirte aquí dos o tres cosas que Kaden (???) podía decirle a Gherim para convencerle de que era netamente real por aquello del DRAMA. Pero como a mi juicio has clavado el mensaje del padre (encuentro altamente improbable hacerlo más sugestivo y críptico al tiempo), te voy a dejar hacer, que fijo que me sorprendes a lo grande. ^^

Como siempre digo, no hay nada mejor para cualquier partida de misterio que un toque sobrenatural lovecraftiano. Y oiga, si sale de un espejo, pues mucho mejor, que le va como anillo al dedo a Gherim, además. XD

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26/05/2022, 20:23
Dr. Cornelius Kotzträppus

El olor de su camisa. Era una prenda gruesa, desgastada. A Cornelius le gustaba acercarla a su nariz despacio, muy despacio, y sumergirse en la reconfortante presencia de su querido padre, en aquella vieja camisa de trabajo.

Cada primavera desde que podía recordar, su padre entregaba a Cornelius aquella camisa, y le dejaba probársela, en una suerte de ritual que marcaba el inicio del buen tiempo, y en el que padre e hijo podían comprobar como éste se iba haciendo un muchacho.

Cada primavera, aquella tosca blusa había resultado demasiado amplia para el cuerpo flacucho del chico, pero aquella décima noche de solsticio en la vida de Cornelius, al fin el buen Masias decidió donársela.

Era una buena camisa. Y el chico se la había ganado con su paciencia, que era en realidad el regalo que su padre le hizo.

Siempre atesoraría ambos.

Es curioso como un recuerdo puede echar raíces tan profundas en nosotros de modo que siempre va a estar ahí, como un fuerte roble protector y centenario.

-Ten cuidado hijo, no dejes que los perros alcancen la camisa. Podrían romperla. No se lo permitas. Es una buena camisa y ha de durarte tanto como a mí. 

La magia del fuego danzaba su luz sobre padre e hijo, aquella noche estrellada, segura y feliz.

***

El inquisidor cumplirá con su cometido.

El inquisidor actuará con firmeza.

El inquisidor destruirá el mal.

Ningún costo es demasiado alto.

Ninguna hoguera erra.

Un inquisidor nunca se equivoca.

 

Cornelius desvió la mirada quebrada del espejo una vez descubrió la ilusión que contenía. Aguardó estoico el final del inesperado discurso, inmóvil, encorvado sobre su bastón y bajo el peso de todos y cada uno de los días de su vida, que ahora se le antojaba demasiado larga e insignificante. 

Una única lágrima brotó de algún punto en su interior, en un doloroso estertor, y se perdió entre las grietas del rostro del hombre, que musitaba un salmo mientras asentía levemente con la cabeza, buscando aliento en su fe maltrecha y puesta a prueba.

>>Ahora hará lo mismo con vosotros, Cornelius. ¡Ten cuidado, hijo! ¡No se lo permitas! ¡No dejes que te ocurra lo mismo que a mí!

Un destello en los ojos del erudito, posiblemente otra lágrima.

Quizá otra cosa.

Cuando la aparición en el espejo dijo estas últimas palabras, Cornelius, sin mostrar más emoción que cansancio desbocado, sin levantar la mirada, dirigiéndose al espejo, le dijo:

- En otra ocasión mi amado padre me dijo esas mismas palabras. Recordadme tal hecho, os lo ruego.

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27/05/2022, 19:10
Laurien Groote Stroek

El mal había arraigado en los corazones de aquellas pobres gentes, sus lentes estaban trastornadas por el miedo y la ira, descargándose contra quienes servían a Fenre, buscando culpar a aquel que velaba por cada uno de ellos y de ellas, desoyendo las palabras de su hermano y lanzándose a la muerte sin pensar en quienes dejaban atrás.

Laurien, quien continuaba de rodillas, rezando, alzó los ojos al cielo, casi como si retara a la bruja pero realmente volvía a clamar por Fenre, buscando que castigase a quienes desoían la palabra de la Inquisición.

Confiteor Fenre Omnipotenti

tú eres la luz de nuestros ojos,

el viento de nuestro aliento,

la fúria de nuestros corazones.

Tuya la ira de quién osa desafiarte

tuyas las tormentas y el rayo,

Tuyo el castigo de quienes a ti se oponen

Trae la tormenta y el relámpago

Trae el trueno y la lluvia

Castiga a quienes osan atacarnos

Expulsa a la bruja que atiza sus corazones

Notas de juego

Dejo las tiradas y la interpretación del techo en tus manos, jefe ;-)

(Lamento la demora, no tenía marcado el mensaje y creía que había contestado).

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28/05/2022, 19:19
Director

En las puertas del ayuntamiento tres guardias resisten a duras penas el ataque de siete rebeldes. Un guardia tiene la osadía de hundir su bayoneta en el estómago de un rebelde y lo deja moribundo, pero el filo del arma queda atorado entre sus vísceras. Erik aprovecha para descargar todo el peso de su hacha sobre el cráneo del guardia. El espantoso crujido es seguido por un chorro de sangre que salpica las paredes del cabildo. Segundos después, otro guardia es acorralado por cuatro rebeldes y apuñalado por la espalda media docena de veces antes de que tenga chance de disparar su mosquete [1].

La carnicería recién ha comenzado. Los gritos inundan la plaza central. La multitud casi ha terminado de abandonar el escenario de la masacre. En algún lugar hay un moribundo llorando desconsoladamente, aunque no llegáis a identificar cuál de todos los cuerpos tumbados entre charcos de sangre es el que se lamenta. Heinrich abre fuego sobre Erik. El proyectil pasa cerca del cabecilla de la revuelta, pero se hunde en la puerta de madera del cabildo, arrancándole una lluvia de astillas. Erik coge la pistola de uno de los guardias abatidos y dispara a Heinrich. El batidor se echa cuerpo a tierra a tiempo; el tiro ha estado cerca, y el zumbido de la bala reverbera en su oído izquierdo [2].

Laurien, de rodillas, alza una nueva plegaria al cielo. Su salmo es un pedido de castigo. El firmamento ya estaba cargado de nubarrones negros conjurados por la bruja. Laurien se vale de ellos para atraer la furia de Fenre. Durante un breve segundo toda la aldea de Novokovo queda iluminada, salpicada del color del hueso: es el relámpago que ha conjurado Laurien, que desciende sobre la plaza mayor, sobre los seis rebeldes que intenta ingresar al cabildo. El rayo golpea directamente a dos de ellos, fulminándolos al instante antes de que puedan siquiera proferir un grito. Los demás rebeldes han sufrido quemaduras intensas; la tela de sus ropas se pega a la piel y desprende humo. Un vomitivo olor a carne quemada se propaga por la plaza [3].

Laurien sigue de rodillas. Una mujer sosteniendo un cuchillo de cocina en la mano se aproxima a ella por la espalda.

—¡Bruja! ¡Hechicera! ¡Muere! —exclama, al tiempo que se abalanza sobre ella. Laurien se voltea a tiempo para no recibir una puñalada entre los omóplatos [4]. Las dos mujeres quedan tendidas en el suelo. La rebelde está sobre Laurien, forcejeando con ella. El cuchillo está entre ambas, y será la fuerza la que decida quién morirá.

- Tiradas (5)

Notas de juego

[1] Los guardias matan 1 rebelde. Los rebeldes matan 2 guardias.

[2] Hein dispara a Erik y falla. Erik dispara a Hein pero Hein supera la tirada de esquivar.

[3] El hechizo de Laurien tiene resultados bestiales: mata a 2 rebeldes (hace 4 de daño a cada uno), hiere de gravedad a otros 2 (les hace 3 de daño, les queda 1 PV a cada uno), daña a otro (le hace 2 de daño, le quedan 2 PV), y causa 3 de daño a Erik (le quedan 9 PV).

[4] La rebelde ataca a Laurien y falla.

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(sigue...)

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28/05/2022, 20:04
Erik

Erik, aturdido por el relámpago, se levanta del suelo. Mira a su alrededor. Ve dos cadáveres completamente calcinados, negros, apenas dos ruinas humeantes. Los otros tres rebeldes tienen unas feas quemaduras en el torso. La carne está tomando un color rojizo desagradable. El único guardia del cabildo sobreviviente está tendido en el suelo, temblando de miedo y vomitando a la vista de lo que acaba de ocurrir.

Erik se mira el brazo izquierdo. El rayo le deshizo la camisa y se la pegó a la piel, que cuelga medio podrida, medio chamuscada, dejando ver los músculos que hay debajo. Medio delirando de furia, medio nublado por la adrenalina, piensa en matar a los dos inquisidores que se le enfrentan. Pero sus ojos se desvían al balcón del cabildo. Ese es su verdadero objetivo.

—Alcalde... al alcalde... Minsky... buscad a Minsky... —hace unas señas a los rebeldes sobrevivientes, que están igual de mal que él y, arrastrando pesadamente su hacha, se adentra en el ayuntamiento. Sus tres seguidores van con él.

Mientras tanto, un cuervo pasa volando por la plaza.

Notas de juego

Situación: tenemos a Laurien forcejeando en el suelo con una rebelde que quiere matarla. Niniel, tirada de Fuerza dificultad 11 para sacarte de encima a la rebelde. Si fallas, tira 1d4 de daño para ti. Si pasas, tira 1d4 de daño para la rebelde. Será el daño del cuchillo. Puedes también hacer otro hechizo o atacarla con tu propia daga. Ojo: solo te queda 1 punto de magia.

Hein, no hay nadie atacándote directamente. Erik y los 3 rebeldes malheridos se han metido en el ayuntamiento. Van por el alcalde. Si queréis llegar a salvar al alcalde a tiempo, tirada de Destreza dificultad 11 (Laurien, obviamente, tiene que sacarse de encima a la asesina en primer lugar).

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29/05/2022, 15:52
Kaden van Wayden

El fantasma posa una mano en la superficie del espejo. Sus ojos ambarinos danzan entre las sombras. Todavía hay odio en Kaden van Wayden, una furia silenciosa y abismal, como la brisa que pugna por volverse huracán.

—Dejé mi marca en esta aldea, así es. Dime, Gherim, ¿piensas que aquellos oficiales del Imperio se ocultaron en el hogar de Dina por casualidad? Ella era una espía, Gherim. Enviaba mensajes codificados al Imperio cada vez que veía actividad sospechosa cerca de la aldea. Es por eso que los oficiales se ocultaron allí. Ella merecía el castigo tanto como los demás.

>>Te mintió, Gherim. Es fácil mentirle a un hombre enmascarado. Tú les ocultas tu rostro, ellos te ocultan la verdad. Quid pro quo. Me pregunto, Gherim, ¿qué hay detrás de esa máscara? ¿Qué pasaría si vuelvo a ver el rostro de mi hijo, luego de tantos años? ¿Veré a Gherim van Wayden, el futuro de la Eisenzahn? ¿O veré a un niño aterrado, en cuyos ojos aun brillan las llamas que engulleron a su madre?

>>Pocas cosas son certeras en la vida, Gherim. La muerte. El amanecer. La traición. Dina te ha traicionado. Shadha al-Qanan te ha traicionado. Yo mismo fui traicionado: es así como me atraparon. Es así como lograron matarme. Vielfrab fue quien me entregó, Gherim.

El fantasma afirma que fue Vielfrab, aquel viejo miembro de la Eisenzahn, el mismo que tras la muerte de tu padre te entregó al Dicasterio y te hizo prometer que traerías paz y justicia a Alurnia.

—Vielfrab el Entregador. Vielfrab el Arrepentido. Vielfrab el Traidor. Ya no soportaba el peso de nuestra misión sagrada. Era un hombre débil. No cometas los mismos errores que yo, Gherim. Cuídate de los hombres débiles. Dales muerte siempre que puedas. Los corazones débiles son también impredecibles. Vielfrab se quebró, y decidió entregarnos al Imperio. No vimos venir la emboscada y fuimos aniquilados. Pero Vielfrab no pudo darte muerte. La culpa lo carcomía por dentro, y fue por eso que en vez de asesinarte, te dio cobijo y te puso a salvo en las puertas del Dicasterio.

>>¿Necesitas más pruebas de que soy tu padre, Gherim? Todas tus memorias viven en mí. El miedo que sentías cuando huías por las callejuelas de Oldenburg de aquellos perros, dejando un rastro de lágrimas tras de ti, pensando que iban a destriparte. La furia que sentías cuando tu hermana Hilde te arrebataba tu juguete favorito, el paladín tallado en madera. El dolor que sentías en todos tus miembros cuando comenzaste tu entrenamiento militar con Markus, teniente de la Eisenzahn, que te daba una paliza cada vez que cogías mal la espada.

Todo aquello es cierto.

—Miedo. Furia. Dolor. Todo aquello te dio forma. Es por eso que eres tan buen cazador, Gherim. Es por eso que matarás a Dina, a Vielfrab, a Shadha al-Qanan... y es por eso que destruirás este espejo. 

Notas de juego

Tira Instintos + Sabiduría dificultad 13. ¿Qué pasa si fallas la tirada? No tengo idea. Dejo a tu criterio qué es lo que sucede con la estabilidad mental de Gherim. ¿Y si superas la tirada? Tampoco lo sé. ¿Mantienes la cabeza fría? ¡Elige tu Propia Cordura™!

Y si quieres, puedes hacer un post en privado, y también algo para Cornelius, para que vea lo que haces.

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29/05/2022, 16:35
Masias Kotzträppus

El fantasma posa una mano en la superficie del espejo. En los ojos de Masias Kotzträppus danza una tristeza infinita, que muta en incomprensión cuando le pides que le recuerdes aquellas palabras. Tu padre sacude la cabeza de un lado a otro.

—¿Qué...? ¿Que te recuerde aquellas palabras? Yo... esas palabras las dije... cuando...

Su mirada se pierde en la nada. Durante un segundo el rostro en el espejo se paraliza como un autómata cuyo mecanismo ha dejado de funcionar. Reanuda sus funciones al instante, con el semblante regado de consternación.

—Cornelius, esto no es un juego. Hijo... hijo... ¡es mi alma, Cornelius! ¡Mi alma está atrapada aquí! Guardo miles de memorias, Cornelius. Miles. El miedo que sentías cada vez que yo partía al bosque en época de tormenta, porque pensabas que quizás nunca volvería a casa. ¡El dolor que sentiste el día que tu abuelo murió a causa de la Gran Peste de 1660! Oh, cómo lloraste aquel día. Miles de lágrimas. Todos lloramos. Yo también, y tu madre más que nadie, oh, cómo extraño a tu madre, Cornelius, si pudiera volver a verla, si pudiera volver a verla un día más... Y también recuerdo la furia, hijo. La furia que sentiste un día de invierno, en los años de la Guerra del Veinte Cerdos, cuando se enfrentó el Marqués de Gheresburg con el Conde de Bunding. ¿Lo recuerdas, Cornelius? El ejército del Conde pasó cerca de nuestra aldea, y confiscó todos nuestros alimentos. Todo aquello que tanto trabajo nos costó. Ardías de rabia, Cornelius, porque ahora corríamos el riesgo de morir de hambre. Siempre odiaste las injusticias.

Todos esos recuerdos son verdaderos. Son memorias sombrías, aquellas que todo hombre prefiere desterrar. Pero la aparición del espejo es incapaz de recordar lo bueno, aquel bello fragmento que arraiga en tu mente y que gira en torno a la camisa de tu padre. Y es entonces cuando comprendes que, sea lo que sea que está contenido en el espejo, se alimenta de las vivencias dolorosas. La bondad, el amor y el afecto le son ajenos.

—Soy yo, Cornelius. Tu padre. Libérame, te lo pido. ¡Detén a la hechicera, Cornelius! ¡Destruye este espejo!

De pronto, vuelves a ti. Durante un momento todo a tu alrededor se había nublado. Pero ahora estás de vuelta en la caverna. El espejo flota frente a Shadha al-Qanan, que tiene los ojos cerrados y murmura algunas plegarias en su lengua. Rostro de Plata está parado a tu lado, contemplando el espejo, los ojos perdidos en él, sin prestar atención a nada de lo que ocurre a su lado. Murmura algunas cosas que no llegas a comprender.

Notas de juego

¡Felicitaciones! ¡Derrotaste al espejo! Le has hecho la pregunta indicada. Ahora sí, si quieres, puedes hacer un post de reacción solo para ti y otro post marcando a Rostro de Plata. Ya puedes interactuar con él. (O, si quieres, directamente un único post, marcando a Rostro de Plata)

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29/05/2022, 17:12
Laurien Groote Stroek

El cansancio regresaba a ella tras aquel rezo, tras contemplar como la ira de Fenre castigaba a aquellos que habían dudado de sus siervos, cobrándose quizás más vidas de las que ella hubiera querido pero así era su voluntad, la voluntad de Fenre. Pero entonces sintió como aquella mujer se abalanzaba sobre ella, como se lanzaba para arrebatarle la vida, una sobre la que solamente él tenía poder.

Gritó cuando cayó al suelo, sintiendo como el cuchillo de aquella mujer buscaba su piel, sintiendo el dolor del golpe contra su espalda y la cercana presencia del cuchillo... Quizás fuera esa cercanía, quizás las palabras anoche escuchadas o quizás simplemente un deseo de supervivencia que había permanecido oculto en ella...

Fuera lo que fuese el brazo de Laurien tomó el de aquella mujer, forcejeando con ella hasta que sin comprender bien cómo lo hizo terminó por ser ella la que clavó el cuchillo en la mujer. 

- Tiradas (2)
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30/05/2022, 11:54
Ser Gherim van Wayden

De repente, oscurece a su alrededor.

Está descalzo, agua fría acariciándole a la altura de sus tobillos, entumeciéndole los pies.

Extiende el brazo, las yemas de sus dedos palpando las callosas y gastadas palmas de su padre en el espejo.

Comprende entonces que no está viendo un mero reflejo. Se trata de una visión de sí mismo. Lo ha sido todo este tiempo.

La cicatriz.

El fulgor ardiente en sus ojos.

El rictus torvo, inmisericorde.

El anhelo de fuego.

La sed de sangre.

En el abrazo de la oscuridad, el miedo desaparece.

El Hombre Que Podría Ser se torna en el Hombre Que Siempre Ha Sido.

Retornan los fantasmas del pasado. Gherim cierra los ojos y se deja devorar por las tinieblas.

Abre los ojos.

Otro tiempo. Un tiempo enterrado en el pasado, nunca olvidado. Un tiempo feliz.

Un joven Gherim persigue a su hermana pequeña por el jardín de la casa familiar. Hilde le ha vuelto a arrebatar a su paladín tallado, Ser Alecsandar, el último recuerdo de su padre antes de partir durante la campaña. La pequeña es rápida, menuda y escurridiza. La persigue durante un buen rato, espoleado por sus chanzas y sus bravatas. Afirma con vehemencia que será una diestra arquera en unos años con una sonrisilla mellada mientras se seca la nariz con el dorso de una mano manchada de tierra fresca. Tiene mejor puntería que él, desde luego. Es muy pálida, pecosa y tiene el pelo oscuro como él, solo que con ribetes cobrizos.

Se observa a sí mismo placando a su hermana con rabia. Solo la alcanza cuando a ella le duele el vientre de tanto reírse. Ambos caen rodando. Ella grita de dolor. Se le ha desencajado el hombro. Él chilla hecho una furia al principio, buscando la efigie de su recuerdo paterno. Luego se percata de que ha lastimado a su hermana en un juego absurdo. La toma en brazos y la lleva ante Madre. Soporta la regañina estoico. Madre no es Padre. Madre no es Markus. Madre es dulzura. Aún así, le castiga para que reflexione sobre su violencia. Pasará toda la noche encerrado en su dormitorio. No habrá cena. Una disculpa a su hermana no bastará.

Su recuerdo se pregunta dónde estará Ser Alecsandar.

Se pregunta dónde habrá caído el gran guerrero tallado por su padre.

Siente angustia.

Anochece. Cuarto menguante sobre el cielo, un negro tapiz estrellado. No puede dormir. Entonces decide hacer algo inusual en un Van Wayden: desobedece.

Baja sigiloso como un gato al jardín. Su madre duerme plácidamente. Su hermana parece dormir, pero le engaña. Siempre curioseando. Siempre detrás de él. Siempre siguiéndole sus pasos. Esta noche, esta aciaga noche, no será diferente.

Elude a los hombres que su padre ha dispuesto para protegerles por el patio interior y al acceder al jardín rebusca, rebusca y rebusca por doquier. Está demasiado oscuro. ¡No está! ¡Ser Alecsandar no está!

Entonces una acechadora le sorprende en la penumbra.

Hilde le muestra al caballero de madera reposando en su manita. Sonríe, pícara.

—Lo encontré para ti.

Le abraza. Vuelve a sentir su calor. Su recuerdo no sabe qué decir ni qué hacer. En cambio, él siente la corrosiva lengua de la rabia carcomerle sus venas por no haberla entendido entonces.

Todo se vuelve confuso y hostil cuando aparecen los Hombres Sin Rostro. Los Emisarios de la Muerte. Blanden antorchas y cuchillos. Bañan sus cuerpos en sangre. Degollan a los centinelas. Agarran a Madre. La agarran de formas incomprensibles para un niño. Asesinan su inocencia para siempre. Riegan su alma con la hiel que porta el Hombre. Él cubre los ojos de Hilde. ¿Será suficiente para protegerla de la locura?

—Shhh. No, no llores. Nos van a oír. No llores, por favor.

Le susurra al oído mientras le tapa la boca. Hilde está tiritando. No sabe cómo puede estar tan fría. Tampoco sabe cómo él puede estar moviéndose a pesar del miedo que atenaza sus piernas.

Se dirige al desván. Su último refugio. Pronto sabrá que no es una decisión inteligente. Para su horror, un Hombre Sin Rostro lo ha profanado. Olfatea. Investiga. Les busca. Su recuerdo se esconde apresando entre sus brazos a su hermana, que se debate furiosa por zafarse de él, por gritar fuera de sí, por escapar de la masacre.

Ella es rápida, es menuda, es escurridiza.

Él... Él solo es fuerte.

Junta sus manos para aprisionar cualquier sonido dentro de la boca de Hilde y reza a Fenre.

—Shhh. No llores, Hilde, por favor. Nos va a oír.

Reza a Fenre.

—Shhh. Aguanta, Hilde. Por favor.

Reza a Fenre.

—Shhh. Shhh.

Una vez más, reza a Fenre.

—Shhh... Shhh...

Entonces, Fenre responde.

El Hombre sin Rostro sale del desván entre gruñidos y bufidos, antorcha en mano y nada satisfecho.

—¡Lo logramos, Hilde! ¡Lo logramos!

Pero Hilde no responde.

Su aliento se ha marchado con Fenre.

—¿Hilde...? 

>> ¿Hil...?

El recuerdo se resquebraja.

Gherim solo alcanza a escuchar el retumbar de su corazón, el son de un tambor enloquecido martilleando en sus sienes.

—¡AQUÍ ESTÁÁÁÁÁS! —ruge el Hombre Sin Rostro, apareciendo de ninguna parte y agarrándole por el pescuezo. Gherim trata de aferrarse al cuerpo inerte de su hermana, pero esta cae al suelo desmadejada, como un muñeco de paja. El golpe que recibe su nuca al caer contra el suelo de madera reverbera como un grotesco eco en su memoria fragmentada.

El Hombre Sin Rostro lo arroja al suelo como si de un fardo se tratase y sonríe salaz, exhibiendo una dentadura irregular sembrada de caries. Un hilillo de saliva se desprende de la comisura de sus labios y cae sobre su rostro aterrorizado.

—Esos cabrones se están follando a tu madre a base de bien, zagal. Va para largo, así que me parece que tendré que conformarme contigo. Je, je.

El tambor demente amenaza con reventarle la cabeza desde el interior.

—El lobato de Kaden, ¿eh? Veamos si tu jodido padre hizo un buen trabajo preñando a la zorra de tu madre, ¿eh?

El lobo despierta en su recuerdo. Araña. Muerde la mejilla barbada del agresor. Desgaja carne. Traga la sangre de su enemigo. Y se sorprende... Es dulce.

—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRGHHHHH!!! ¡¡¡HIJO DE PUTAAAAAAA!!! ¡MI CARA! ¡MI JODIDA CARAAAAAARRRRRRGGGGHHHHH!!!

Luego, llega el beso del fuego. El castigo. Su marca.

—¡TOMA ESTO, MOCOSO DE MIERDA! ¡ESO ES, GRITA PARA MÍ! ¡TE VOY A MATAAAAAARRRR!

Dolor.

Puro e inagotable.

El motor del guerrero.

Lo que le hace sentir vivo.

Lo que le da un propósito.

Sobrecoge todos sus sentidos recorriéndole el espinazo. Otra vez. El beso de la llama. La mejor amante que nunca ha tenido.

Permanece incólume, un espectador invisible asistiendo a la agresión de su memoria.

Su recuerdo se bate desesperado en una lucha que no puede ganar.

Entonces Rostro de Plata desenvaina, y Castigo traza un repentino y firme arco horizontal, descrito con presteza por su brazo de cirujano.

El agresor anónimo está muerto antes de que su cabeza toque el suelo congelada en una mueca sorprendida.

Su recuerdo mira confundido tras de sí, buscando la causa, el origen de su salvación.

—¿Pa... Padre?

La respiración agitada del Ejecutor queda enmascarada por la contundencia de su voz, una guillotina precipitándose sobre las fecundas tierras del sueño, enmascarando como un cálido consuelo que nunca existió la que es una firme promesa de venganza, grabada sobre piedra.

—... 

>> He vuelto.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Bueno, me considero un enamorado de las posibilidades tan abiertas que da rolear contigo, así que, dado el resultado, voy a hacer estallar la cordura de nuestro Azote de Plata.

Algo en mi interior me sugería que Gherim van Wayden no iba a escapar al siniestro concepto que dibujé en los primeros compases para él, así que esta tirada va a ser el prólogo de algo especial...

Sea.

Voy a colgar un mensaje para Cornelius, pero lo haré cuando nos postees a los dos con Shadha because of reasons. Ya sabes que no me basta sorprender a mis compañeros de juego. Necesito sorprender también a mi Narrador. ;-D

Ahí te he dejado un par de terribles revelaciones... ;-)

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30/05/2022, 15:22
Heinrich von Bassenheim

Pero..habrase visto. Fue lo único que alcanzó a pensar el inquisidor mientras veía el panorama. Quería ir tras Erik, pero que matase o no al alcalde no era parte de su misión, que Laurien estuviese en apuros, era mas urgente.

Corrió hacia las dos mujeres, viendo para su sorpresa como la que parecía no tener un gran físico, le arrebataba el puñal a la aldeana y se lo alojaba de vuelta en el cuerpo. La cara de la sorprendida atacante cambió de la rabia a la sorpresa y el dolor. Heinrich le dio misericordia clavando su estoque en el corazón directamente y la apartó de Laurien, tendiéndole la mano a esta última. No intercambió palabra. Corrió hacia el ayuntamiento, intentando llegar a tiempo, no tanto por salvar a Minsky (aunque también) si no por intentar no ser la única persona luchando contra Erik y los rebeldes.

- Tiradas (3)
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31/05/2022, 00:28
Dr. Cornelius Kotzträppus

Tras la demostración del abyecto poder contenido en aquel objeto, Cornelius guardó silencio.

"Un hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras" .

Recordó a Heinrich, a sus compañeros y a sí mismo, apenas hace unos días, en presencia de von Koch. Recuerdos de textura extraña y muy alejados de aquel lugar.

El rumor del río recién nacido que escapaba de su presencia por la entrada de la cueva arrullaba al viejo, mezclándose con la letanía gorgoteante de Shadha, y los murmullos de Ser Gherim, cautivo en la ensoñación del espejo.

Desconocía cuánto tiempo llevaban en aquel lugar ni las intenciones de Shadha, y podía sentir una creciente sensación de urgencia apoderándose de su ser.

Aguardó junto a Rostro de Plata que la extranjera terminara su plegaria; había decidido confiar en su conocimiento, y no pretendía interferir en aquel ritual desconocido para él.

Observaba y escuchaba, por completo ignorante de su papel en todo aquello, lo suficientemente decidido y cansado para no gastar más energía haciéndose más preguntas.