Partida Rol por web

El día trascurrió lentamente, cuando los héroes terminaron la discusión ya era hora de almuerzo. Antes de comer, Elden y Kroner dejaron sus armaduras con el herrero para reparar algunos baches menores y él con gusto regaló 10 flechas a cada uno.

Al volver a la posada, encontraron a sus compañeros comiendo un guiso de venado y verduras, ambos se sentaron a comer con el resto. El mediano aún dormía en su habitación. Extrañamente los lugareños no habían ido a visitar a los héroes y seguir ofreciendo sus respetos, tributos y atributos. Más tarde se enterarían que la orden era dejarlos en paz para evitar abrumarlos y espantarlos.

Durante la tarde, el grupo recorrió la aldea en compañía del regordete y carismático Otto, el dueño de la única tienda de la aldea. Nombraba a la gente mientras la encontraban y los pocos edificios mientras quedaban en pie. Era una aldea realmente pequeña y lúgubre, la mayoría de edificios estaban abandonados y Otto mencionó que podían usarse como vivienda para ellos si decidían hacerlo.

Pasaron por la panadería, con la expectativa de saborear un pan recién horneado, pero parecía no haber nada -Solo hornean cada tercer día, no hay suficientes cultivos para más -Dijo el regordete.
Pasaron por el curtidor, el carnicero, la herrería y demás lugares de interés de la aldea. Los héroes apenas recibían un escueto saludo, en contraste con la actitud de la noche anterior. Alguna gente construía la empalizada, avanzaban a paso lento y poco motivados bajo un cielo triste y brumoso.

El sol no llegaba a traspasar las frondosas nubes y todo el día parecía ser ocaso, al llegar de nuevo a la posada, los esperaba el clérigo Kern Asperberg.

-He solicitado al consejo de ancianos una reunión con ustedes e invitamos también a los aldeanos que divisaron las luces del torreón, pero los rumores corren más rápido que el fuego sobre la paja seca y toda la aldea ha insistido en asistir. He solicitado que todos estén presentes en la plaza central al ocaso.

Sin decir mucho más, se retiró. En ese instante bajaba las escaleras el mediano.

 -Por Tempus! Que clase de cosas beber en sur!, cerveza enana ser fuerte pero ser gustosa.

 El mediano tenía la cara hecha un desastre, más desdeñosa que de costumbre y aún se tambaleaba de lado a lado al caminar. -Gonkar pensar que espiritu absorver vida de Gonkar mientras estar en cama blanda incómoda. Gonkar llevar bebida de Bofrund a su aldea.

- Gonkar perderse de algo? Gonkar querer usar su hacha!.

Del otro lado de la habitación, un mediano solitario aguardaba en silencio, en una mesa. Su expresión no reflejaba sentimiento alguno. Era el mismo mediano que había estado inconsciente toda la noche anterior. Gonkar, por el contrario, se sorprendió al verlo y tomó rumbo en dirección a la mesa del paladín mediano de nombre Alton Buenbarril.

Sopa, queso y pan ligeramente rancio fue la cena, justo cuando llegaba el ocaso (o eso les había dicho el posadero, quien ya estaba acostumbrado a calcular las horas del día).

Tras comer, todos se dirigieron a la plaza principal. En una especie de tarima se sentaban Kern (el clérigo), Mastrom Cleish (el mago) y otros dos ancianos. Los héroes fueron llamados a tarima en medio de murmullos y susurros mientras el clérigo tomó la palabra.

-Nos hemos reunido hoy... (Introduzca aquí un gran discurso mencionando mucha gente, dioses y panteones y antecedentes de la aldea)

... Aún con la llegada de estos héroes que vienen a ayudar, la familia Ostinosh ha decidido buscar mejor futuro lejos de aquí y ha emprendido viaje al sur. Filo del Invierno cada vez se hace más desolada y con cada gente que se va, una parte de la esencia de la Aldea se va con ellos, estamos en un momento crítico donde debemos tomar decisiones de raíz.

El mago Cleish se levantó de su silla y pidió la palabra, en un tono seco y fuerte. 

- O nos vamos todos, o nos quedamos todos! -dijo en voz alta, precipitando los gritos, aullidos, abucheos y argumentos de la muchedumbre que había estallado. La mayoría abogaba por permanecer y resistir, pero algunos empezaban argumentar que lo mejor era no luchar más contra fuerzas más grandes que ellos, había una maldición que no comprendían y que por lo tanto no podían combatir. -Soy el único mago de estas tierras y aún estudiando mis libros y tomos, no comprendo lo que acontece. Agradezco la intención de estos buenos hombres que han venido a ayudar, pero considero que no es prudente arriesgar más vidas, pedirles que vayan a lo desconocido a enfrentar la muerte y el frío es algo que no deberíamos hacer. Es mejor organizar una caravana y pedir asilo a Alustriel en Argluna.

De nuevo los presentes estallaron, peleando entre si, algunos daban razones por uno y por otro lado. Si la intención de los ancianos era apaciguar a la gente, el mago había obtenido el resultado contrario. En esos momentos, el mediano que había estado conversando con Gonkar subió a la tarima y tomó la palabra.

-Ya me conocen, soy Alton Buenbarril, Paladín dedicado al servicio de esta comunidad. Desde hace Dekhanas tengo visiones, visiones apocalípticas sobre el destino de esta aldea, edificios congelados y cubiertos sobre un manto eterno de nieve que avanza inexorablemente a la destrucción total. Pero en esas visiones también veo esperanza, los rayos de la luz del sol atravezando espadas de plata y hielo, quebrándolas como cristal y volviendo las preaderas verdes sobre este sector. He intentado buscar pero no he logrado encontrar nada, quizá con la ayuda de...

En esos momentos fue interrumpido por alguien de la muchedumbre -No serán visiones ocasionadas por la ambarina?. Otro respondió a lo lejos -¿Paladín?, las prostitutas de Sundabar también lo son entonces! Él se ha encargado de reducir los suministros de alcohol de la aldea. Otro a lo lejos volvió a gritar -...Y las mujeres también! En ese momento empezaron abucheos y reclamos de maridos preocupados por saber sobre a cuales mujeres les había echado el guante.

La gente empezaba a salirse de control y el clérigo intentó sin mucho éxito calmarlos, si seguían así, podía convertirse en una pelea que podía pasar a mayores. Kern miró a los héroes, en busca de un poco de ayuda. Quizá unas palabras de ellos calmaran los ánimos.

Bofrund miró a la multitud enfurecida. Quizás parecieran adultos, pero la mayoría de ellos no llegarían a los 40 años, era natural que se comportaran como chiquillos. Bofrund se acercó al borde de la tarima, tomó su escudo y su martillo y los hizo entrechocar tratando de llamar la atención.-¡NO VIAJÉ DESDE ARGLUNA PARA QUE SE MATEN ENTRE USTEDES! —gritó desde sus pulmones—. ¡NO ME INTERESA QUIEN ES O DEJA DE SER PALADÍN! ¡VINIMOS A PROTEGERLOS, NO A RESOLVER RENCILLAS DE PUEBLO!—El enano relajó la voz, ahora que por lo menos una pequeña parte de la multitud se había calmado.-¡Retirarse o no es asunto de ustedes, pero no permitiré que discuciones ridículas se sumen a la gran lista de problemas que ya tenemos!

Kroner aprovechó a conversar con Elden cuando ambos salieron a visitar al herrero. Sus preguntas estaban más orientadas a conocer aún más el pueblo, su gente, sus problemas. Más que agradecido estuvo el montaraz cuando les regalaron flechas. Seguramente serían de utilidad.

El iluskano escuchó cada palabra y observaba. Había muchas cosas para mejorar, pero se necesitaría tiempo y mano de obra. Recordaba su pueblo, pero no podía dejar de ver que allí no había la unión que él sentía en su hogar.

Ahora sentía que tenía que ayudar. Antes había sido más una intención de seguir a Dalla a donde fuera, como bien le habían encomendado, pero ahora tenía la sensación de que podían hacer mucho por estas personas.

Una vez en la plaza, todo el discurso inicial tuvo que reprimir las ganas de retirarse, de bostezar, de mirar para otro lado. Pero como se veía que la moral no estaba en su mejor momento, se quedó, escuchó y observó.

Ya cuando todo se descontroló y el enano tuvo que hacer gala de sus dotes diplomáticas y de sutilezas, agradeció tenerlo de su lado. Guardó silencio, una vez más. Él no tenía nada para decir. Si ellos decidían irse del pueblo, de todas formas intentaría convencer a sus compañeros de que lo acompañaran. Una gesta de tal envergadura sería gloria para todos y cada uno de ellos... si sobrevivían.

Dalla esperó a que sus compañeros hicieran una brecha en la muralla de alboroto que se habia adueñado de la sala y se limitó a sonreir con calidez y a levantarse. La noble se alisó el vestido y esperó con calma a que los ánimos se relajaran para hablar en tono quedo y cálido, como de madre que tranquiliza a sus hijos.

-Queridos mios. Os pido algo que no es fácil para vosotros, lo sé.

Habeis sufrido mucho y la desesperación y la pesadumbre han hecho presa entre algunos de los más poderosos - dijo mirando a su colega arcanista- pero os ruego que nos escucheis. No es preciso que creais en las visiones de Alton, sean o no producto del alcohol. Nosotros somos la esperanza. Nunca es demasiado tarde para nada. Hemos recorrido incontables leguas para prestaros ayuda. Somos la luz en la oscuridad, la mano tendida cuando el ascenso se hace demasiado dificil, los verdugos del osobuho. 

Os ruego que tengais fe. Confiad en nosotros. No os decepcionaremos pero, os lo ruego, por favor, calmad vuestros ánimos, quedaos, sentaos y ayudadnos a ayudaros.

Elden recorrió la plaza principal en compañía de Kroner. Finalmente llegaron con el herrero y el elfo agradeció a este las reparaciones a su armadura y las fechas entregadas. El montaraz le fue haciendo preguntas a las que el vigía respondía con lo poco que sabía; su vida estaba en el bosque, solo iba a los poblados para conversar con los sabios y notificar de amenazas o cambios que pudieran afectarles.

Aunque había algo o mas bien alguien que le hacía visitar esta villa con mas frecuencia que otra, Risiel: aquella exploradora que acostumbraba recorrer todo el valle y traer como obsequio animales cazados para servir de alimento a los habitantes de Filo del Invierno. Ella, a pesar de ser fría y poco sociable, se mostraba preocupada por el bienestar de los habitantes, tal vez mas que mucho de los mismos.

La conversación con el montaraz continuó hasta que pasaron cerca de aquellos lugareños que estaban en la construcción de una empalizada -Creo que algo de motivación les vendría bien. Seguro podrías darle uno que otro consejo para que esto quede como debe quedar.- aquello parecía una especie de evasiva, se le notaba al elfo la intención de ir sin compañía a otro lugar.

Una vez alejado de Kroner, Elden se dispuso a ir donde con el carnicero. A él le preguntó primero por Risiel y luego por Messalon, el segundo era una de sus mejores clientes, por no decir que el mejor; un cazador dedicado a traer presas para vendercelas. Era prudente tratar de contactar a estos exploradores con seguridad podían tener valiosa información.

Llegado el momento, todos se reunieron a esperar que los ancianos tomaran la palabra. un discurso bastante extenso y sin duda, nada productivo, pero aquellas eran sus costumbres y había que respetarlas. Las palabras del mago no fueron nada alentadoras y empezaron un bullicio que aquel paladín supo acrecentar debido a su nefasta reputación. Sin embargo, Elden creía en aquellas visiones, él mismo había tenido algunas poco antes de que el clima empezara a cambiar y después de que esto se hiciera patente, los sabios le encomendaron ir por ayuda a un lugar a donde casi se le hizo imposible llegar. Todo aquello eran señales de que había una terrible fuerza detrás de todo esto, pero que la esperanza había llegado por fin a este lugar.

Elden tomó la palabra después de que el enano intimidara a la gente con su gruesa voz. -Señores! me fue encomendada una misión. Tienen frente a ustedes a aquellas personas a la que los sabios me encomendaron traer. No puedo creer que quieran echar a la basura el viaje en el que casi pierdo la vida. La misma naturaleza clama la ayuda de valientes!- después de esto vio como muchos ya parecían mas calmados y finalmente, las palabras de Dalla hicieron recobrar en algunos aquella esperanza que se había perdido.

Karian miraba la asamblea con compasión. Él también era de un pequeño pueblo que había sufrido las acometidas de varias plagas, ya fuera en forma de pieles verdes o de malas cosechas, y también se había votado si debían o no abandonar el asentamiento y dirigirse a otro lugar, después de mucho discutir se optó por quedarse y aquello fue la mejor decisión que pudieron tomar. Al final las cosechas mejoraron y los enemigos derrotados. Sabía que debía hablar, aquellos no eran su parroquianos, pero sí eran su gente, gente como él, gente sencilla que únicamente espera vivir en paz, ansiosa de que la próxima cosecha sea buena y que los hados les dejen en paz.

Confiaba en que las palabras de Bofrund y Dalia calmasen los ánimos, pero en caso de no ser así, intervendría, por mucho reparo que le diese llamar la atención sobre si mismo.

-Qué? no has escuchado? -Respondió Cornon Cox, el carnicero al Elden mientras lo visitaban. -Hace tres días vino Risiel con incontables liebres que había cazado, informó de actividades del pueblo de la sangre negra en la zona sur del bosque Luna y que estuviéramos alerta ya que había recibido informes sobre el despertar de un mal hace tiempo enterrado y olvidado. Junto a dos Elfos montaraces salió a explorar las extrañas luces en aquel torreón, ella piensa que es la clave de todo esto. Y claro, el tonto semielfo Messalon, que compite por su amor, no pudo evitar quedar atrás y fue a seguirlos para asegurarse que ella estuviera bien, como si ella necesitara protección de él.... Necio.

Soltó su cuchillo sobre la pierna de una rata gigante que yacía muerta sobre el mesón de carnicero, dadas las circunstancias actuales, cualquier carne era alimento. Ante las preguntas sucedidas por Elden y/o Kroner, el carnicero no pudo aportar más información, era lo único que sabía.

La gente calló de inmediato ante los gritos furibundos del Enano, jamás se lo hubieran esperado. El barbado escupió con ira todo lo que tenía que decir y el pueblo enmudeció, habían entendido muy claro el mensaje y se dieron cuenta que su actuar solo les generaba vergüenza, aunque no desearan admitirlo.
Luego cayeron las palabras de Elden y enseguida supieron que tenía toda la razón. Algunas pocas ovaciones se sintieron entre la multitud.
Las palabras de Dalla terminó por moldear la voluntad de los aldeanos, y lo que pudo ser una turba desencadenada en el exilio y el final de Filo del Invierno, terminó moldeándose en un apoyo unánime por los héroes recién llegados.

Si querían obtener el apoyo de todos, ya los tenían. Ya solo era cuestión de preguntar por la información que necesitaran saber...

Bofrund se aclaró la garganta, ahora que los ánimos se habían calmado podía hablar un poco más tranquilo, aunque aun a los gritos, para que escucharan los del fondo.— De muchos problemas nos hablaron la última noche. Contra el frío poco y nada podemos hacer por el momento. Creemos que el osobúho que matamos en el camino podría ser la bestia que acechaba su ganado. Queremos ser héroes, pero no somos un ejercito, asique con los goblins nos limitaremos a rechazar sus ataques hasta que encontremos una mejor solución. Eso nos deja para resolver lo de los lobos, los muertos de la cripta, el torreón y sus vecinos... "particulares".—el enano hizo una pausa para dejar que la gente terminara de procesar lo dicho— ¿Qué creen que es lo más importante ahora? ¿Tienen cualquier tipo de información sobre estos asuntos? «Olvidarnos de todo y escoltarlos hasta Argluna también es una opción, pero no voy a revivir la discución que acabo de sofocar»

Aquella información no podía ser mas valiosa, Risiel y los otros exploradores, se habían dirigido hacia el torreón para investigar. Lo del pueblo de la sangre negra era algo que se veía venir, lo que esta ocurriendo en el Bosque de la Luna es una terrible bola de nieve que sino se detiene, lo enterrará todo.

Elden fue a contarle esto de inmediato a sus compañeros, pero antes de pudiera decir cualquier cosa, se estaba dando inicio al encuentro con los aldeanos. Afortunadamente se llegó a una mejor actitud de los pobladores, sus capazones acogieron esta nueva luz de esperanza.

Elden volvió a tomar la palabra después de Bofrund. Señores, se que es mucho lo que nos aflige, pero todo apunta a que las luces que empezaron a aparecer en el torreón, están conectadas con el inicio de las mas terribles amenazas, Risiel y otros exploradores fueron a investigar, pero temo por su seguridad. Debemos ir a apoyarles. Elden sabía el afecto especial que se había ganado aquella Risiel entre los pobladores, casi estaba seguro que ninguno iba a objetar si la primera amenaza a resolver era una en que ella estuviera involucrada.

-Estoy seguro que el responsable de todo esto es aquel brujo, ese infame trajo magia negra y magia de sangre y estoy seguro que esos Zentharims son sus aliados, tienen órdenes de espiarnos y hacernos salir de este territorio.

Dijo un poblador y al unísono todos empezaron a gritar maldiciones y apoyando lo dicho por su paisano. Pero el discurso del Enano los volvió a calmar.

Los cazadores del Osobúho (como ahora era conocido el grupo) eran héroes locales ya, a pesar de algunos comentarios propios de la naturaleza desconfiada de los filoinvirneses, habían dado caza a la bestia de la que muchos creían que era solo un cuento. Ahora todos creían en su existencia y podían dormir tranquilos al saber que ya estaba muerta!

No mucha más información pudieron dar los pobladores y los ancianos con respecto a los problemas de la aldea que no hubieran dicho ya.
Una noche, un aldeano visitó el cementerio y notó la presencia de criaturas deambulando alrededor de las lápidas, no se quedó para comprobar que era. A la mañana siguiente la aldea entera decidió que lo mejor era clausurar la cripta subterránea y no volvieron a tener sobresaltos con esos infames.

Los lobos habían llegado junto al frío y los Goblins y los Orcos era un problema de siempre, solo que últimamente llegaban grupos de avanzada a hacer incursiones. Por eso la posada servía como almacén, armería, fortaleza y refugio en caso de emergencia.

-Si, me parece buena decisión ir a investigar lo mismo que ha ido a investigar Risiel -Dijo el clérigo en tono conciliador. -El torreón se encuentra a poco menos de una jornada de viaje al Oeste de aquí, Wim fue uno de los tramperos que vio las extrañas luces. Él irá con ustedes para llevarlos hasta allá cuando ustedes digan.

Aquella noche les esperaba una cama blanda (o el piso para Gonkar) y una buena comida caliente, al son ameno de la música y las historias locales, sin tanta algarabía ni desorden como había sido la noche anterior.

 -Al fin Gonkar poder demostrar a gran Tempus su valía y demostrar a tribu que merece ser cacique, por fin Gonkar poder usar su lanza. 

Observó su lanza con un gesto de decepción, era lanza de manufactura inferior y no tenía en su posesión más que una daga y la lanza, aparte de su collar de colmillo de dientes de sable y su grueso abrigo de piel de oso.

-Gonkar no necesitar más, pero agradecer arma para lanzar enemigos a distancia.

Dalla dejó a Petrus a cargo de sus otros dos sirvientes y de la carreta. Su misión era sencilla: ayudar a la gente de la ciudad con las defensas y con lo que le haga falta y permanecer atento con el arco a la aparicion de lobos. Arnold debía permanecer cerca de la carreta. La maga no creia que nadie fuera a robarles pero, por si acaso, el chico debía de rondarla de vez en cuando.

Ella, por su parte, relajó su mente y trató de atisbar destellos del futuro, dispuesta a aprovechar la mínima ventaja que su habilidad adivinatoria le concediera. Cuando abrió los ojos sonrió a Wim y le dió la mano.

-Salud, Wim. Os agradacemos vuestro valor al llevarnos con vos hacia allá. Esperemos que esta sea la ultima vez que tengais que realizar ese camino.

Después de dejar a su mula en los establos de la posada, Bofrund se dirigió a la tienda de Otto. No iba a llevar la carreta al viaje, asique ahora necesitaba una mochila para cargar con lo necesario. Una vez que tuvo eso, volvió a la carreta para tomar lo que quería.

Elden se preparó para marchar. Finalmente, se había decidido un camino y el bueno de Wim les guiaría hasta el torreón. Elden le saludó y puso su mano en el hombro del valiente guía Tranquilo, no dejaremos que nada te pase.

El vigía llevó su caballo al potrero para luego alimentarlo, no sabía si lo mejor era dejarle o llevarlo a tan peligrosa misión. Ciertamente, haría falta su velocidad en caso de apuros, pero esta ya no era solo una misión de ir a mirar, estaba decidido a poner fin a ese terrible mal.

Kroner agradeció que la intervención de sus compañeros hubiera surtido efecto. Habían ido hasta allí con una misión e intención, y si el pueblo deseaba irse, ambas desaparecerían. Pero ahora eso no sólo se mantenía, sino que se reforzaba, ya que ahora también tenían que cargar con la responsabilidad de que ellos habían hecho que se quedaran. Su futuro dependía de las acciones y soluciones que pudiera tomar el grupo de forasteros.

-Creo que lo mejor sería que dejáramos los caballos a resguardo- opinó el montaraz -Nos moveremos más libremente y no tendremos que ocuparnos de alimentarnos, ya que con tanta nieve poco creo que encontrarían para comer-

Tanto frío quemaba cualquier tipo de vegetación. Por suerte era un trayecto corto... al parecer.

Se acercó a los ancianos una vez disuelta la reunión.

-Disculpen- dijo respetuosamente el explorador, una práctica muy afianzada en el Clan -¿Tendrán mapas de la zona? Me gustaría echarles un ojo-

Por más que confiaba en el trampero y en Elden, quería poder manejarse libremente de ser necesario. Además, no estaba de más aceptar la posibilidad de que alguno de ellos dos muriera, y si eso sucedía, no podían deambular con tantas amenazas dando vueltas.

-Dalla, si quieres puedo llevarte las raciones, así puedes ir más liviana- ofreció el protector de la noble con una sonrisa mientras preparaban los pertrechos para salir -Me alegra que dejes a tus sirvientes aquí, creo que serán de mayor ayuda aquí que con nosotros-

Luego miró al mediano.

-¡Gonkar! Cantaremos para Tempus cuando la victoria sea nuestra- le dijo animándolo, ya que temía en cierta forma por su futuro, con semejante equipo rústico -Tal vez puedas hablar con Bofrund y que te den algún arma de mejor manufactura, ¿no crees?-

El enano era un comerciante, pero también era un compañero. Tal vez, sería generoso con el pequeño bárbaro.

-Elden, ¿quién es Risiel? ¿Son de fiar?- preguntó el iluskano acercándose una vez estuvo listo todo para partir.

Miró a todos.

-Tal vez necesitemos algunas vendas...- soltó sabiendo lo que significaba decir algo así, después de todo, no iban de paseo al bosque -No sólo para nosotros, sino también para los exploradores que nos preceden... si no han llegado aún puede que estén heridos de camino hacia aquí- o muertos.

Las palabras de Gonkar cayeron a saco roto, era un grupo de aventureros que apenas iniciaba su carrera y eso significaba que era un grupo pobre. Entre su botín común solo tenían un puñado de pieles de perro salvaje esperando a ser vendidas y un puñado de monedas de cobre, no alcanzaba para costear ni un arma decente. El mediano tendría que conformarse con las armas que ya tenía. Tampoco se quejó ni se molestó, él era valiente y temerario y no le importaba irse poco armado, solo le importaba irse al combate, a demostrar a su Dios lo que valía.

La noche transcurrió en calma, Wim, ahora parte del grupo, se pavoneaba y alardeaba que guiaría a los cazadores del osobúho hasta el torreón y que tendría un día entero con ellos y una oportunidad de conquistar a la hermosa Dalla. Sin que ninguno de los aventureros escuchara, Wim aseguraba que la maga le había dado señales de interés.

La comida estuvo buena, la sidra excelente y las historias amenas, la noche pasó tranquila mientras uno a uno iban a la cama a descansar, al despuntar el sol del siguiente día, les esperaría un viaje y el inicio de una aventura más.

El frío a primeras horas de la mañana era de no creer, a pesar de las gruesas vestimentas penetraba hasta la piel y congelaba la carne. Wim los esperaba junto al clérigo y un puñado de aldeanos. Los sirvientes de Dalla recibieron instrucciones precisas y Bofrund descargó algunas cosas de la carreta en una mochila recién comprada a Otto.
Habían empezado el viaje a través de un terreno irregular, y a medida que avanzaba el día se tornaba más quebradizo.

A pesar de que las horas pasaban, parecía siempre la misma hora, la luz del astro esforzándose por penetrar las gruesas y densas nubes de frío y hielo que poblaban el cielo hacían del paisaje uno lúgubre y triste, como si la esperanza se hubiera acabado en ese lugar. A medida que avanzaban, el frío se hacía más intenso y cuando un viento soplaba, el frío se colaba y escarchaba las barbas del enano y el pelo del resto de compañeros.

Wim era un hombre ordinario y común, pelo enmarañado. Apenas pronunciaba palabra y se le veía nervioso. Al ser interrogado, contestó su temor a ese lugar olvidado hace siglos, nadie había ocupado ese lugar nunca, ni los orcos se atevían a saquearlo por las leyendas de la maldición que caía sobre aquellos que entraban en él. No reveló que parte de su nerviosismo era producido por el grupo, un variopinto grupo armado hasta los dientes y dispuestos a encarar la muerte y las maldiciones que encontraran. Deseaba ser como ellos, pero su falta de valentía no le permitía transitar el camino del aventurero, prefería una vida más tranquila como trampero, con la emoción ocasional de esconderse y huir de peligros que rondan la zona de Filo del Invierno.

Finalmente, el ocaso había llegado o eso les afirmó Wim porque siempre parecía la misma hora y con él, la imagen del torreón.

Era una estructura imponente, rectangular y de piedra sólida. Tenía 2 pisos de altura con algunas ventanas aquí y allá y una entrada principal formada por una puerta doble de madera maciza.
4 torres redondas sobresalían de cada una de las esquinas del torreón y una de ellas se encontraba completamente destruida, pero no parecía haber acceso al interior por el derrumbe.
El frío se hacía más intenso y una fuerza mística recorrió la espina de Dalla, como si un miedo la invadiera de repente, un presagio de mala fortuna. La lúgubre escena del gris torreón era ambientada por algunos cuervos parados sobre los árboles muertos y los lobos aullando a la distancia.

Dalla. la adivina, sintió el funcionamiento de la magia allí. Sí, no había duda. Algo les esperaba allí dentro.

-Tengo un mal presentimiento -dijo al verla.

La maga no se fijó en nada más que en la puerta de entrada. Si ella estuviera ocupando la torre, habría puesto salvaguardias mágicas allí. Lo primero iba a ser tratar de averiguar si, aparte de cualquier defensa física, habían echado algún encantamiento defensivo sobre la puerta.

-Antes de tocar esas puertas, dejad que las examine yo, amigos. Este lugar huele a magia por todos lados.