Partida Rol por web

La primera en moverse fue la astuta Kethra. Tal era la fuerza de la visiones de gloria y poder en Ghorza y Kethra que estos no pudieron resistirse al llamado de la espada. Mirándose entre ellos con mirada recelosa y desafiante se dispusieron a reclamar lo que era de ellos por derecho propio. La primera en moverse fue la heredera del Clan Urth. Máscullando unas palabras que parecían invocar su poder mágico señaló a Ghorza para a continuación moverse hacia el altar y empuñar aquella poderosa arma. Con una sonrisa de triunfo avanzó percatandose de que Ghorza parecía ser presa de alguna ilusión por los gestos que este hacia, sin embargo ella no vio nada. De golpe vio que el bárbaro avanzaba hacia ella y la tan ansiada espada.
Mul Masher al ver lo que sucedía se temió lo peor. Intuyó que ambos habían caído bajo el influjo del arma y estaban siendo dominados por está haciendo que incluso se enfrentarán. Por Selune! Que clase de poder encierra esta arma. Móviendose con rapidez el abad invocó el poder de la diosa.

b Tal era la fuerza de la visiones de gloria y poder en Ghorza y Kethra que estos no pudieron resistirse al llamado de la espada. Mirándose entre ellos con mirada recelosa y desafiante se dispusieron a reclamar lo que era de ellos por derecho propio. La primera en moverse fue la heredera del Clan Urth, la magia fluyó a través de ella, susurrando un encantamiento dirigido hacia el único obstáculo que se interponía con el sueño más grande de toda su vida, Ghorza. Sabía que su poder podía atravesar la frágil mente de ese semiorco ignorante, era cierto que le caía bien y que juntos criarían al pequeño dragón verde, incluso podía llegar a compartir con él su trono de grandeza llegado el momento, pero ahora solo era un estorbo para acudir al llamado del destino.

Aurid lo hubiese matado en ese instante pero ella no compartía sus métodos crueles, en su lugar intento crear en la mente del semiorco una visión especial. Unas figuras sombrías que danzaban alrededor de la espada se materializaron, el espectro de la muerte desafiaba al semiorco, maldiciendo su cobardía e interponiéndose entre Ghorza y la espada. Las sombras envolvieron al semiorco, unos espectros incorpóreos y mortíferos buscaban drenar la vida del guerrero, pero algo increíble ocurrió, la magia de los objetos que recién había obtenido el bárbaro lo escudaron contra la ilusión haciendo que el poderoso hechizo de Kethra se disolviera como si nada, para horror de la norteña, borrando su sonrisa de triunfo.

Mascullando unas palabras en orco, Ghorza avanzó malhumorado blandiendo su poderosa hacha. Mul Masher al comprender lo que sucedía se temió lo peor. Ambos habían caído bajo el influjo del arma y estaban siendo dominados por está haciendo que incluso se enfrentarán. Moviéndose con rapidez el abad invocó el poder de la diosa, profiriendo palabras ininteligibles: יין שפראך איז קיין איין מאל ניש גענו- alzando un muro de fuerza intangible alrededor del altar quedándose Mul Masher en el interior de este junto al arma, impidiendo que Kethra pudiera hacerse con la espada. Por Sêlune! ¿Qué clase de poder maligno encierras? grito al arma demoniaca. Como respuesta a la pregunta del viejo clérigo, una risa burlona y estridente respondió al anciano helando la sangre a los héroes: Soy Storm Bringer!

Fuera del campo de fuerza, Scrumsh y Pocket seguían sin reaccionar, mientras que Kethra golpeaba el campo de fuerza intentando atravesarlo sin éxito, viendo por el rabillo del ojo a Ghorza aproximarse. Theldor fue el último en reaccionar, preocupado por su Maestro y el resto del grupo.

No siento nada, mi vista esta borrosa, mi instinto de guerrero me dice que algo está mal, sin embargo, mi mente no me responde, sigo embobado en un sueño que expone y maximiza mis más profundas ambiciones… poder, grandeza y dinero. Todo para mí, no hay nada que compartir….

Mi cuerpo se maneja al ritmo de la furia desembocada por un enemigo que se me hace familiar, no hay reacción… mi hacha se alza hacia el objetivo, cada vez estoy más confundido ¿de qué? ¿Por qué? ¿esto es real? La oscuridad no me responde, solo las sinceras sonrisas de mis musas son mi respuesta, me percibo completo, pero en mi más profunda conciencia me grita desesperada mente que todo esto es mentira… tengo ganas de dormir y jamás despertar… ¡no! nadie me someterá…

El enorme cuerpo del mestizo se abalanza con hacha en mano hacia donde la norteña se encontraba con el único objetivo de hacerla picadillos, sin embargo y en contra de todo pronóstico, el bárbaro grita a todo pulmón maldiciones en idioma humano y en orco como si se estuviera rompiendo cadenas fundidas a su piel, el hacha se levanta, se acerca al rostro de la mujer, pero, en el último instante, la imponente arma se desvía hacia el sueño golpeando con todas sus fuerzas el piso, rompiendo el fino piso del templo… respirando con gran dificultad… se mantiene quieto y en silencio …

Theldor aún no comprendía del todo que estaba pasando. Agarró con fuerza su maza pero no se movió de su sitio. Vio como sus dos compañeros estaban dispuestos a enzarzarse en un combate que por la espada. Su maestro, rápido en reflejos, lanzó un campo de fuerza impidiendo que Kherza pudiera recoger aquella maligna arma.

Maestro, ¿que puedo hacer?- gritó. No podía enfrentarse a sus compañeros (dudaba que fuera un gran rival para ellos en combate). 

Ok! Parece que te ves liberada de tu deseo de matar a tus oponentes y de coger la espada. Aderezado a tu gusto. :)

Maldito templo de Selune! pensó cuando vio su magia disiparse frente a sus ojos, culpando a la diosa por haber debilitado su ilusión. Sus músculos se tensaron al ver avanzar al semiorco hacia ella, sus intensiones eran claras, él también codiciaba esa espada y estaba dispuesto a matarla. Si perder un segundo avanzó decidida hacia el altar, pero la diosa se interpuso nuevamente. Su rostro se estampó contra una pared invisible que bloqueaba su paso - Maldición! Porque te entrometes en mis asuntos! - gritó con furia al sacerdote mientras golpeaba la pared. Luego, desencajada, volvió a gritar pero ésta vez se escuchó un potente rugido como si se tratase de un gran dragón azul*, el sonido retumbó en la sala y la furia de la norteña estaba a la vista de todos.

Cuando volteo hacia el semiorco ya era demasiado tarde, él estaba casi encima de ella, el filo de su hacha se acercó a su rostro. Ese golpe podía acabar con ella en ese instante y sus reflejos no podrían esquivarlo, cerró los ojos consciente que había encontrado su final. Aurid, permite que esta servidora entre a tu reino de frío y furia.

Cuando escuchó el sonido del metal contra el piso quedó desorientada. Al abrir nuevamente los ojos supo que un milagro había sucedido. Aún paralizada su mirada se cruzó con la de Ghorza, luego se posó en el huevo de un pequeño dragón que llevaba en su bolso. Suspiró agradecida, esos dos eran su familia, ni una espada ni su propia gloria podían interponerse con su nuevo clan. Tal vez Selune les estaba dando una nueva oportunidad.

Todo parecía ponerse en orden entre Ghorza y kethra al conseguir resistirse a la posesión de aquella fantástica arma, disculpándose cada uno a su modo, ya sabéis esa forma de ser de la gente del Norte, una mirada, o un bufido decían en aquellas tierras más de lo que un extranjero civilizado de la opulenta Aguas Profundas podía llegar a imaginar. Justo en el momento que se abrían las puertas del Sanctórum y entraban a la carrera los acólitos del templo alertados por la onda de fuerza que había hecho vibrar hasta los cimientos del templo, justo en ese momento, la espada comenzó a emitir un brillo rojizo a su alrededor. Una fisura en el espacio tiempo comenzó a abrirse a su lado aumentado de tamaño a cada segundo hasta alcanzar el metro y medio, a través de ella surgió lo que parecía una mano de gran tamaño, seguida por un musculoso brazo correoso de tono rojizo. Pero lo que más impacto a los aventureros fueron los tres anillos que relucían en aquella garra de aspecto humanoide.º

Mul Masher atrapado en el interior del campo de fuerza gritaba* y movía sus manos conjurando un poderoso hechizo, mostrando al final de su diatriba un diamante cristalino finamente tallado. La espada emitió una carcajada de satisfacción al ser empuñada por aquella mano demoniaca y moviéndose a gran velocidad atravesó el pecho del anciano abad arrebatándole la vida.  Como una mueca del destino, el diamante brilló en la mano del cuerpo aún caliente de Mul Masher, desencadenando su ultimo conjuro*, haciendo que un torrente de luz divina golpeara a la espada y chamuscará el brazo de la entidad demoniaca, arrancándole un terrorífico grito a su portador. Una explosión de luz y energía resquebrajo el campo de fuerza creado por el Abad, expulsando de este plano a la entidad demoniaca y a la poderosa espada, arrasando con todo en su interior quedando como vestigios el altar con forma de media luna, el cetro mágico que parecía haber sido purificado y un anillo con el grabado de Sêlune, que Theldor reconoce como la posesión más preciada de su maestro.

Poco a poco el campo de fuerza comienza a rielar y a desaparecer, entre los lamentos de algunos de los acólitos al percatarse de que acaban de perder a su Maestro. Quedando Theldor especialmente impactado.

Theldor solo podía ver lo que ocurría a su alrededor sin poder realizar nada que fuera de ayuda. En esos momentos se sentía un inútil. 

Vió como su maestro comenzaba a invocar un poderoso hechizo para desterrar aquella entidad demoníaca del plano material. Aquel hechizo, si tuviera éxito, acabaría con toda aquella situación de una vez por todas. No obstante, no todo sale siempre como uno quiere. De pronto, de la espada surgió una mano demoníaca que la empuñó y con suma celeridad atravesó el cuerpo de su maestro maestro. 

NOOOOOOO- es todo lo que pudo hacer el clérigo de Selune. El anciano, herido de muerto y en su último aliento, murmuró las últimas palabras que completaron el hechizo que desterró a aquel demonio. 

El hechizo tuvo éxito, pero a que precio... lentamente, Theldor, con lágrimas en los ojos, se acercó al anillo de Mul Masher y lo cogió con suavidad. Tras esto, se arrodilló y comenzó a musitar una plegarias para el alma del anciano que había sacrificado su vida para salvarlos y para hacer una promesa. No descansaría hasta lograr averiguar la identidad de aquel demonio para darle caza y destruirle. 

Al recoger Theldor el anillo del que otrora fuera su mentor, éste brillo con intensidad al sentir el tacto del joven clérigo que consternado por lo que había vívido musitaba una plegaria a Selune rogando por el alma de su Maestro. Con lágrimas corriendo por sus mejillas juró perseguir y dar muerte a aquel demonio.

Los ojos de Kethra estuvieron clavados en los de Ghorza por lo que pareció una eternidad, había una mezcla de emociones en su interior. Arrepentimiento y orgullo se oponían con tanta fuerza entre sí, como lo hacía su furia por haber sido engañada por esa fuerza demoníaca y su gratitud hacia Aurid por seguir aún con vida. Poco a poco se fue relajando y comprendió que no estaba bajo amenaza, el semiorco ya no quería darle muerte y la pared de fuerza hacía que no corriese peligro. Sin embargo, no podía decirse lo mismo del sacerdote.

Escuchó el grito de Mul Masher y prestó atención la conjuro que estaba realizando, dándose cuenta que podía vencer a su oponente. En un principio había creído que Mul era un acólito amanerado que pasó su vida cómodamente sentado en las paredes de ese templo, pero ahora veía cómo enfrentaba con entereza e inteligencia a un demonio, no puedo negar que tiene agallas. Sin embargo el norte era un lugar duro incluso para los hijos de Selune, la espada se encargó de poner fin a la vida del sacerdote antes que sus ojos viesen su victoria. Aún estando ya sin vida, la diosa le concedió su pedido y desterró de ese plano a esa bestia maléfica. La terrible explosión sólo dejó entero el altar y un par de objetos sobre él.

El desgarrador grito de Theldor prevaleció entre los lamentos del resto de los acólitos, la muerte de su maestro los había dejado a todos destrozados. Guardó silencio, aquel hombre había enfrentado a su enemigo y lo había vencido, y aunque su cuerpo hubiese desaparecido, se había ganado su respeto. Avanzó hacia dónde el cetro se encontraba, tomó de su mochila una manta y comenzó a envolver el artefacto, ésto ya no pertenece a éste lugar.  

Con el coro de sollozos de fondo, se atrevió a decir unas palabras - Vuestro maestro ha sido valiente, el Norte no olvidará su sacrificio. Puesto que él ha salvado nuestras vidas y ha mostrado agallas a la hora de enfrentarse a ese demonio, estoy dispuesta a ayudaros como muestra de gratitud y respeto a su memoria. Cuenten con Kethra para lo que necesiten - les dijo a los acólitos. No era una mujer dispuesta a ayudar desinteresadamente, pero si mostraba respeto y gratitud hacia los que se lo ganaban.

Una vez que mis sentidos y voluntad vuelve a ser mías, me preparo con furia para la batalla, deseoso por destripar aquel imbécil ser que se atrevió a jugar con mi sensual cuerpo y mente brillante, tomo mi hacha para mi cometido, pero, sin previo aviso, mis instintos me alertan de una gran acumulación de energía mágica desconocida que hace que pare de golpe mi ataque, poniendo mi cuerpo en una posición defensiva, sin embargo y en contra de todos mis pronósticos, las energías del demonio son interrumpidas por un asalto mágico por parte del viejo maestro de Theldor, acto que hizo que me tragara todas mis burlas anteriores hacia su persona, trato de aprovechar dicho acontecimiento y me alzo al ataque, con mi hacha preparada para el impacto con la esperanza de apoyar al religioso herido, sin embargo, las explosiones de las fuerzas nublan mi vista, quemando uno y que otro bello de mi cuerpo, todo esto en menos de un segundo, dejando atrás cenizas inertes de un valeroso guerrero caído que dio su vida en pos de la seguridad de aquellos que él amaba-. Realmente tuvo bolas aquel maldito viejo-. Es lo que digo con sinceridad y respeto-. Su alma merece estar en los aposentos de nuestros ancestros-. Mira a los fieles para luego moverme hacia donde se encontraba la norteña mientras acomodo mi hacha en mi hombro-. No creo que esto haya terminado-. Le susurro de tal forma que solo ella escuchara y no arruinar el momento, aun con algunos cabellos emitiendo humo y comenzando a rellenar su vieja pipa de su colorido y relajante tabaco, dejando al resto de los clerigos en paz con su dolor…

En eso que los compañeros empezaban a recomponerse y en cierto modo rendir cierto respeto por el viejo que se había sacrificado en un alarde de poder y valentía. Notáis que Theldor está bastante consternado, incluso deprimido*. A vuestro alrededor comienzan a escucharse los murmullos de los acólitos y demás clérigos que llegan a raudales. De repente, os encontráis rodeados por cerca de 15 servidores de la Diosa, de los que surge uno de aspecto altivo y de malos modales, rival de Theldor sin duda. Clairst, dio un paso adelante y señalando a los aventureros comenzó a culparlos de la muerte de su maestro: Veis hermanos! Theldor  y sus secuaces acabaron con el Maestro! Él siempre estuvo cegado por Theldor -señalando a Theldor con desaire, haciendo una pausa dramática, prosiguió- y ahora Theldor nos ha traído la desgracia.  Él ha matado a nuestro Maestro! Volviéndolo a señalar, buscando acabar con su rival e intentado hacerse con el cargo de Mul Masher, sin duda, por la actitud desafiante de éste.

Del grupo surgieron voces apoyando la decisión de Clairst, unos cuantos comenzaron a revelarse y mostrando su apoyo y afecto a Theldor, exclamaban diciendo que él siempre había sido un buen hermano. No se merecía esto. Todo parecía estar perdido y el conflicto era inminente cuando Theldor se levantó con el rostro lleno de lágrimas y girando su rostro se volteo para enfrentarse a su aciago destino, el destierro!  Todos los clérigos enmudecieron cuando vieron el rostro de Theldor. Algo insólito en la orden, un mito se hacía realidad ante ellos. En su frente resplandecía el símbolo de Selûne, unos ojos de mujer rodeados de siete estrellas plateadas. La marca del elegido. 

Clairst enmudeció y tragando saliva, se arrodillo pidiendo misericordia musitando una plegaria a la diosa. Los demás clérigos regocijándose se inclinaron ante Theldor.

Oyó las palabras de animo de sus nuevos compañeros y asintió en silencio a modo de agradecimiento. Aún no podía creer el devenir de aquellos desgraciados acontecimientos. Sin embargo, lo peor aún estaba por llegar. Un murmullo recorrió la estancia y al fondo se oyen un buen número de pasos acercándose hacia ellos. A todas luces, eran el resto de clérigos y acólitos del templo que habían llegado aquí tras oír el ruido del breve combate contra el demonio surgido de la espada.

De entre los acólitos, una voz surgió del resto, una voz que conocía muy bien. Clairst siempre tuvo celos de la buena relación que mantenía con el Mul Masher, y nunca se llevó bien con Theldor, sentimiento que era recíproco. Para el clérigo, Clairst solo era un oportunista que lo único que buscaba era poder acaparar un mejor puesto en la orden - no era un secreto que codiciaba el puesto de Mul Masher-. Y allí estaba en esos momentos, para aprovecharse de aquella situación.

De pronto comenzó una discusión que parecía que iba a llegar a más. Theldor cerró los ojos con furia. ¿Que clase de respeto tenían al Mul Masher para que ocurriera tras su muerte aquella situación? Furioso, el clérigo se levantó y con su rostro aún con lágrimas, se giro para enfrentarse a Clairst. Cuando su mirada se cruzó con los ojos de su rival, la sala entera cayó en silencio.

Elegido- murmuraron alguno de los acólitos. Thledor vio como Clairst primero, y el resto de clérigos después comenzaron a arrodillarse ante él y rezando una plegaria a la diosa.

¿Elegido, él? No era posible. Y sin embargo, una sensación de tranquilidad le embargaba en ese instante, mientras su frente resplandecía por la marca de Selune. Los caminos de la Diosa eran inescrutables.

Hoy hemos perdido a un buen hombre. Un hombre que dedicó su vida en ayudar a los demás y transmitir la palabra de la Diosa Selune. Un hombre que no dudó en sacrificar su vida para salvar al resto. No olvidemos nunca este día ni del noble sacrificio de Mul Masher, nuestro maestro.

Calló durante unos instantes- prepararemos un funeral digno para él. Más adelante ya discutiremos de la situación de la capilla.