Partida Rol por web

Miro al chino mientras articula algunas palabras, me parece interesante. Acto seguido el chino muere. Confirmo con unas leves patadas que el chino está muerto. Acto seguido me doy la vuelta sin cambiar mi gesto y me dirijo al grupo.- He podido sacarle unas palabras al chino, ha pronunciado las palabras Ravek, encargo, extranjeros que no hablan el idioma.- Acto seguido miré alrededor.- Parece decir que habían sido contratados por un tal Ravek para que les consiguiera la máscara. ¿Alguien tiene idea de quién podría ser ese hombre?.- No me había parecido escuchar nada al respecto a Ágatha. 

Acto seguido me guardé la tercera pistola por si alguien la necesitaba en el trayecto, aunque no se la daría a Ágatha. Visto sus pocas artes para el combate no quería que se autolesionara.

Aquellas ráfagas de disparos fueron un visto y no visto. No logré ni siquiera moverme hacia un sitio seguro cuando vi a los asaltantes casi yaciendo ya en el suelo. Esa Maddie era tremendamente mortal: más que el hambre, la sed o el frío nepalí. Negué con la cabeza ante la pregunta de aquella guardaespaldas que le sonsacó las palabras al oriental, y tras ello me acerqué a Agatha, sumida en la observación profunda de la máscara.

Cough... cough... -tosía llevándome rápidamente la mano a la boca-. Es fascinante... -le dije-. ¿Podría echarle un vistazo? Poco sé de arqueología, tan sólo estoy instruido en la teoría...

Parece que ha entrado en mal momento, pero sólo dura unos minutos y el silencio vuelve al templo... que ahora quedará en silencio para siempre y los monjes ya no recitarán sus mantras entre sus paredes. Sale de su escondite y observa a su alrededor para ver como ha quedado todo. En las manos de Agatha está el objeto que están buscando... un objeto que tantas muertes ha causado en tan solo unos minutos. ¿Merece la pena tanta muerte por algo así? Es más, ¿merece la pena matar, en general?

Se acerca a Agatha para estudiar la máscara con curiosidad.

-También me gustaría verla. Quizá haya leído algo sobre ella en algún libro y pueda sacarnos de dudas sobre qué es. Veo que ha descubierto un mecanismo que impide su uso, señorita Von Wagner.

Summit Hotel - Katmandú

Dejando tras vosotros un desolado monasterio, con la nieve manchada por la sangre de los monjes asesinados, habéis conseguido regresar a las tumultosas callejuelas de Katmandú. Con cuidado de evitar llamar la atención de las autoridades o de codiciosos contrabandistas, el regreso os ha llevado unas doce largas y fatigosas horas.

Finalmente os encontráis ante el miserable hotelucho donde os aguarda vuestro viejo amigo Herb.

Pero cuando ya os véis sentados ante unas merecidas copas de coñac, nada más entrar en el hotel tenéis la primera señal de que algo va a destrozar vuestros festivos planes: la puerta de la habitación de Herb ha sido reventada. El interior ha sido puesto patas arriba, en un evidente intento de registro. Todos los papeles de Herb relativos a la expedición han desaparecido... ¡y hasta han robado sus odiosos puros!.

Una nota clavada con un puñal tras la puerta reza lo siguiente:

Estaba cansada, doce horas de viaje, además del alpinismo y la tensión del momento eran las culpables, pero yo era una persona fuerte y que había pasado por más de una situación parecida. Al ver todo patas arriba deduje que se trataba de un intento de registro para encontrar la máscara o información para acceder a nosotros, pero eso no me preocupaba.

Me dirijo hacia la nota que hay clavada con un puñal y la quito de la puerta tirando simplemente de ella, y dejando el puñal clavado.- Está firmado con una inicial, una R.- Digo recordando el nombre que dijo el chino.- Está claro que es Ravek.- Dije finalmente a los demás. Les tendí la nota para que la vieran ellos también.- Quieren un intercambio, la máscara por nuestro "amigo".- Dije sarcásticamente lo de amigo, si fuera por mí bien se lo podían quedar, mi única "amiga" era Agatha, pues me pagaban por ser su amiga, y su madre si era necesario.- Podemos tenderle una trampa.- Comencé a pensar cuidadosamente frotándome la mejilla con los dedos...

Veía a Anne deduciendo la firma de "R" con el nombre que el asaltante oriental le había confesado. No me había dado por pensar en esa opción, ya que entre la habitación reventada y su impacto visual, así como mi tos, que aumentaba por momentos y en esa escalada de tensión estaba yo obnubilado.

Sin esa máscara se acabó "la función" -dije mientra revisaba algunos cajones y telas tirados, por si se habían quedado algo por allí arrojados-. Y sin el señor Herb, también... ¿Una trampa? ¿En qué, como qué...? Puede que los rusos estén tras esto... yo qué sé*...

Había bajado con la Thompson a cuesta metida en un envoltorio cual guitarra de músico la pistola también la tenía en una cartuchera que robé de aquellos ladrones, si se puede decir robar a los muertos... bajamos para la ciudad fuera de todo peligro hacia el hotel me quedé meditando qué hacer con las armas sin duda ya no había motivo para llevar ese armamento había llegado a la civilización fuera de aquel monasterio aislado ir con estas armas podía conllevar mi prisión o algo así que no estaba dispuesto a asumir.

Mi familia no se podía ver envuelta en este dilema así que antes de dejarla en aquella maleza la ofrecí ¿alguien quiere estas armas? no tengo intención de llevarlas conmigo al hotel si nadie las demanda las dejaré allí en la maleza oculta entre las ramas me quedé con la situación del lugar y después salí hacia la carretera abarrotada de coches transeúntes volvíamos a la preciosa civilización no comprendía como mi prometida podía desear esta vida de selvas, bandidos sitios inhóspitos.

Una vez en el hotel y cuando pensaba asearme comer tener una buena velada con mi prometida vimos el papel en la puerta nuestro amigo Herb había sido secuestrado por aquella máscara oh no ésto es lo que faltaba...me quedé mirando a mi prometida sobre la decisión que iba a tomar a fin de cuentas era la que me había metido en este embrollo.

Al fin teníamos la máscara en nuestro poder y, a pesar de todas las vidas que había costado conseguirla, no veía el momento de poder examinarla más exhaustivamente, seguro que tenía muchos más secretos que mostrarnos que aquel extraño mecanismo. Me pasé todo el viaje de regreso sumida en pensamientos sobre la máscara, sin que por ello dejara de fijarme en el comportamiento del resto de compañeros, especialmente de la señorita Archer, una vez habíamos logrado la misión encomendada.

Pero las largas horas de viaje, unido a la emoción y la tensión vividas, consiguieron que sólo fuera capaz en pensar en una cosa... llegar al lugar al que llamaban hotel para poder tomar algo caliente y meterme en una cama a descansar, quería estar fresca para poder dedicarme de pleno al estudio de la máscara al día siguiente, si el señor Herb no tenía inconveniente. Pero mis planes se vieron frustrados al contemplar el revuelo en la habitación.

No puede evitar una exclamación de sorpresa y temor al comprobar que se habían llevado, no sólo al señor Herb sino también toda su documentación. La nota tras la puerta dejaba una clara constancia de que quien fuera que estuviera tras aquel secuestro no se andaba con chiquitas, no habían podido conseguir la máscara de una forma y ahora lo intentaban de otra. Y ese tal Ravek ¿quién sería? ¿tendría algo que ver con mis compatriotas?

- Y ahora... ¿qué vamos a hacer?

Me debatía entre el deber moral de rescatar con vida al señor Herb y la reticencia a desprenderme de la máscara que tanto esfuerzo y vidas perdidas había causado.

...maldita sea, esta expedición no ha consistido en nada más que torpiezos; ¿te estarás haciendo viejo, Rick?. Menos mal que Maddie ha aprendido bien la lección, si no, quién sabe qué hubiera pasado... Antes no acostumbraba a fallar esos disparos.

Rick deja pesadamente su macuto en el suelo nada más llega al hotel; las largas horas de viaje han hecho mella en él. Disfrutando de la copa de coñac, piensa que debe volver a ponerse en forma. Cuando alguien le avisa de que la puerta de Herb ha sido reventada y su cuarto registrado a fondo, la sorpresa no le dura demasiado.

-Sería raro que el asunto fuera tan sencillo. Bueno, ahora que hemos empezado habrá que ir hasta el final.

Apurando el último trago de la copa, Rick se dispone a prepararse de nuevo. Esta vez, no piensa cometer ningún error.

La frase que Rick pronunció fue el preludio de un largo suspiro por mi parte, pues sabía que aquello conllevaba dificultades, peligros y la propia muerte (y todo aquello dicho como si fuera eufemismo...). Me asentía a mi mismo, como diciéndome que "si, que habían desvalijado aquello" y que, por ende nos llevaban ventaja: ya estaban cuando llegamos, mataron a los monjes cuando subimos y se adelantaron cuando vinimo a descansar. Dudaba en mi corazón que Herb siguiera vivo, pese a ser pieza de intercambio...

Démela a mi, si no le importa... -le contesté a David, que parecía querer deshacerse de las armas-. Sin duda aquel enjambre infernal en el que nos hallábamos requeriría de buena protección, y pese a que hacía tiempo que no cogía un arma, recordaba bien mi entrenamiento en la policía india en mis años de Birmania.

No tarda en llegar a la habitación de Herb el conserje. Éste se lleva las manos a la cabeza al ver el estado en que se encuentra la habitación, y al ver el puñal clavado en la puerta palidece.

Tras reponerse de la primera impresión os "invita" amablemente a a abandonar el hotel.

Summit Hotel es un lugar tranquilo donde no nos gustan los problemas. -os dice en un inglés pésimo.

Por supuesto - le di las armas a Eric-  lo miré viendo como aquel hombre con pinta de escritor o arqueólogo se colgaba las armas, un escalofrío recorrió mi cuerpo no quería convertirme en un hombre culto llevando armas para eso estaban los profesionales. 

Este mundo se volvía al revés ahora sabía lo que quería Maddie de mí pero no servía para ello, tendría que convencerla por todos los medios que cambiase su punto de vista y si no lo hacía al menos no convertirme en un aventurero...

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Por supuesto le confirmé al hombre, su nivel de inglés es pésimo y en vez de echarnos a nosotros la culpa de este suceso se la deberíamos echar nosotros a este hotel por permitir que se nos amenace de esta forma, nos iremos a un hotel de calidad y vigilado no le quepa duda.

Me metí en mi cuarto e hice las maletas no iba a aguantar encima que nos tratasen de esta manera sobre todo un palurdo botones de un país aborigen. 

No os hace falta investigar mucho para averiguar que “La Mascarada” es un elegante local nocturno desde el cual Monsieur Ravek controla el hampa local. Un local al que, por cierto, hay que ir de etiqueta.

El local está situado en las afueras, en una zona montañosa. Al parecer iba a ser una especie de balneario antes de que los terrenos cayesen en manos de la mafia.

Esa expedición había resultado bastante problemática. Nunca habría pensado verse envuelta en un duelo de pistolas, en un tiroteo. Ella es una chica tranquila que a penas causa problemas, cuando no se trata de destrozar por descuido miles de cosas... ella y su dichosa torpeza. Es más... le extraña sobremanera no haber destrozado la máscara, o casco, o algo del templo.

Abstraída durante todo el viaje de regreso, pensando en una cama mullida y caliente para pasar la noche y descansar, casi no se percata del desorden que reina en la habitación de Herb, quizá porque es uno de esos pequeños caos que suele crear a su alrededor. Pero la realidad es peor.

La mala suerte les precede y no cree que sea por su presencia en ese lugar. Alguien sabe más de ellos de lo que ellos saben de ese alguien y es por eso que no le gusta la idea de ir a ese lugar al que les han citado. ¿Ir con la máscara a ese lugar? Pero... ¡eso no salvará ni a Herb ni a ellos!

-No creo que sea lo mejor ir a ese lugar... ¿cómo vamos a salir? Seguro... seguro que pasa como en esos libros de agentes secretos que caen en una trampa y no consiguen salir del lugar salvo por una intervención casi divina. No, no... nosotros no somos agentes especiales. No tendremos esa suerte...

...La Mascarada, ¿de qué me suena ese nombre?; sin duda, es una palabreja un tanto rebuscada. La Masc... ¡Pues claro!: Catherine, ¿cómo he podido olvidarme de ti y de tus últimas cartas?. Contabas que te habías establecido -si esa palabra se puede utilizar contigo, que cambias más que le viento- en Kathmandu, con aquel inglesito al que camelaste. La cosa salió mal y terminaste por volver a hacer lo que mejor se te ha dado siempre: trabajar en un club, haciendo "felices" a los clientes. Ese club, ahora recuerdo, me contabas que tenía un nombre que te evocaba a las antiguas fiestas florentinas: la Mascarada, ahora lo recuerdo... ¿qué haría yo sin ti, Catherine?...

En el rostro de Rick, que parece completamente ensimismado en sus pensamientos, comienza a dibujarse una leve sonrisa.

-He de salir, nos veremos antes de partir hacia el club.

Cogiendo su sombrero, Rick se dirige hacia la puerta. Él, que siempre conserva las direcciones de las amigas y amigos que le escriben: "nunca se sabe cuando uno puede necesitarlos o ser necesitado", rebusca entre los nombres escritos en su diario la dirección de Catherine.

-Taxi!