Partida Rol por web

Auren recibió la energía de Yash y asintió.  - Oh sí,  podrían ser tantas cosas Yash... Veneno,  una enfermedad... - se quedó pensativa hasta que se percató de que le estaban mirando - ah... eeeh... ¿Algo malo como... Veneno?  Bueno,  da igual,  déjame que os eche un vistazo.  - dijo poniéndose un poco Roja. - Ah... Se me olvidaba,  aun tenemos la varita.  - dijo dándose un golpe en la frente y riendo tontamente.  

Si había algo que recordar sobre la Plaga de la Locura, o Auren no estaba muy puesta en el tema o el cansancio la hacía olvidar cualquier dato de interés. Tampoco tuvo mucho más éxito en descubrir que le pasaba a Yash; a Dario al menos, estaba claro que le habían hecho algo, aunque veneno o enfermedad tampoco lograba discernirlo la clériga

Darío abrió el cofre y desactivó la trampa con una facilidad tal que parecía que podría hacerlo un niño de corta edad. Al abrirlo y ver su interior se quedó hipnotizado con el oro

-​​​​​​-Como brilla...-​​​​​ se quedó un rato mirándolos con los ojos muy abiertos y la boca entreabierta. - ¡Vamos a las salas!- exclamó de golpe y echó a correr hacia las otras habitaciones de aquel piso

Pixy se encogió de hombros y echó a andar hasta subirse a Nico. El animal estaba sudando, un poco enfermo, pero Pixy lo había peor en otras ocasiones. 

Algo le pasaba a Darío que se comportaba de manera distinta, haciendo caso omiso a que estuvieran sin magia.

- Habrá que irse a descansar pronto.

Dijo categóricamente, carraspeando después pues la actitud de Darío le estaba enfureciendo ahora y con el gesto pretendía ocultar que el tono áspero de su voz era fruto del mal humor que se iba acumulando en él. Fue a pararlo, para lo cual hubo de poner la mano en su hombro.

- Vas muy rápido, echa un vistazo antes a la puerta, ya sabes, el procedimiento habitual.

Está bien, lo había detenido así que respiró con fuerza para mantener la serenidad. Miró y habiéndose asegurado de que estaba todo en orden dejó a Darío pasar primero.

Auren se encogió de hombros y sacó la varita mientras seguía a todos, implorando la bendición de la Diosa al tocar a Nico, a Yash y a Darío.*

- Si os empezais a encontraros peor decidmelo. Bueno, si os veo peor saldremos, y sin discusiones. - afirmó tajante. 

Darío se paró cuando recibió la curación de Auren. Notó como un calor agradable le quitaba el dolor del hombro y con una sonrisa radiante se giró hacia la mujer.

Gracias- Dio un paso hacia ella y tras cogerle con cuidado la cabeza, le dio un beso- Eres la mejor. Sin ti no sé que haríamos.- Y sin más se giró de nuevo hacia la siguiente habitación.

Antes de llegar a tocar el picaporte, Yash le dijo algo de mirar algo con atención. Miró la puerta y añadió- Sí. Es una puerta, de madera, con adornos de metal, creo que latón. Y está un poco ajada- Luego se encoge de hombros y la abre para echar un vistazo dentro y luego la cierra.

Y sin decir nada más, se dirige a la siguiente habitación.

Os tomáis un respiro para decidir que hacer a continuación. Yash sufre otro mareo y sus ojos se nublan un poco más, exactamente como le pasó a Dario; encima, también le pica la cabeza. Auren no es capaz de discernir con claridad que es lo que le pasa, aunque a juzgar por lo que ha ocurrido con el otro compañero, asegura que es veneno y que su cuerpo lo irá expulsando poco a poco. Tras eso, la clérigo saca la varita que guarda celosamente y os lanza un conjuro de curación tras otro, cerrando vuestras heridas...

...O casi. Nico, aunque mejor, sigue con uno de los mordiscos marcado e infectado. Parece que el veneno evita que una curación normal tenga efecto. Tal vez, dedicándole un poco de tiempo con un hechizo propio y dirigido, la sacerdotisa tenga más éxito. Puede que lo tuviera en mente o puede que no, pero Dario le quita la posibilidad de decidirlo cuando se lanza a través de la segunda puerta de la habitación en la que estáis; tiene suerte de que no tenga ninguna trampa ni esté cerrada con llave, o se habría llevado un buen golpe. Sin pensarlo, pasa de largo la terraza y va hasta la siguiente sala. Solo el aviso de Yash —que aún permanece algo lúcido, aunque no demasiado— evita que se tire dentro sin pensar.

El pícaro, consternado porque le detengan, se pone a observar por encima la vieja puerta, y tras una explicación detallada de su estado, entra sin mas. El semidemonio suspira y se propone seguirle, pero le sobreviene una arcada y vomita, como ya hizo su compañero varias veces antes; igual que él, sigue notando algo asqueroso corriendo por su sangre. Sea como sea, todos seguís al alocado explorador, antes de que se haga daño.

El polvo y los escombros cubren esta habitación. Las paredes, otrora pintadas con colores brillantes, ahora están descoloridas. Sin embargo, se pueden apreciar aún sus grabados; representan la vida en la antigüedad, en la antigua Wati, puede que de quien pertenecía ese dormitorio. Fijándoos bien podéis distinguir al menos dos escenas: en una, una joven mujer de aspecto noble está siendo ungida y coronada en algún tipo ceremonia; en la segunda, tres damas nadan en un río mientras guardias armados las vigilan desde la sombra de un árbol.

Un habitáculo más pequeño ocupa la sección noreste; una vez fue cerrada por una puerta de madera, pero desde entonces se ha podrido, dejando sólo sus bisagras en el marco de la puerta.

Un fuerte y empalagoso olor de decadencia impregna todo. Nefertari, con su desarrollado olfato, reconoce ese olor: es el mismo que las cabezas más simplonas a las que os habéis enfrentado, solo que mucho más fuerte. Parece que afecta a Yash, pues vuelve a notar otro vahído; ahora que lo ha sufrido varias veces, puede calcular que le está ocurriendo casi cada medio minuto.

Con la mano izquierda agarró su cabello en un intento de quitarse el picor que sentía además de las arcadas. Todo se estaba volviendo confuso.

- Voy a ir al templo, podéis veniros o seguir la exploración sin mi. Si de camino me encuentro mejor volvería.

Iba a necesitar encontrarse de nuevo con los clérigos de Sarenrae, quienes habían sido su guía durante largos meses y contaba con ellos para que descubrieran qué diantres estaba pasando.

- Me llevaré una de esas cabezas. Si alguien se encuentra mal me tendría que acompañar.

Se refería con aquello a cualquiera que hubiera sido mordido. Yash quería resolver ya pronto los problemas en la nueva sala, por lo que recurrió a su magia iniciando la invocación de un águila para usarla como cebo o para que combatiera junto a ellos.

- Yash, no deberías separarte. - dijo Auren con voz dulce y aflautada. Estaba algo roja aún por el beso de Darío, pero seguía preocupándose por todos. Los últimos síntomas de Yash daban pie a que el veneno, o lo que fuera, seguía afectándole, y casi era mejor que de seguir así, salieran de allí. - Miremos rápidamente qué es lo que queda y si no es mucho, terminamos y nos vamos, si vemos que es demasiado, nos retiramos al templo, ni tú, ni Yash, podéis seguir así, ¿vale?. - dijo totalmente convencida y con voz autoritaria, algo inusual en ella, Auren. Cuando se trataba de sus pacientes, Auren se ponía bastante marimandona. - Por favor, no os arriesguéis demasiado. - ésto último lo dijo con voz más conciliadora, como dando a entender que estaba realmente preocupada por ellos. 

Pixy cargó la ballesta mágica y continuó junto a Nico, otorgándole su guía mágica constantemente, para ayudarle a luchar contra el veneno.

-Nefertari, creo que deberías ir tú primera -dijo, señalando a la pequeña estancia adyacente.

La Joven paladina, recupero su forma natural, una vez su magia se agotó, siguiendo al grupo, con intención de detenerlos. Tal como se encontraban sus compañeros y compañeras, debían volver al templo a sanarse. Ya tendrían tiempo de volver a acabar de investigar la casa. Pero ahora era demasiado tarde, Dario, con un extraño ímpetu se había metido en otra habitación, donde parecía que le esperaban más horrendas criaturas.

Sabiendo a lo que se enfrentaban, la paladina saco un viejo pergamino y utilizo su magia para protegerse. Luego se puso al frente de la expedición.

- Acabemos con esta sala y nos retiramos a recuperarnos, lo primero es lo primero y es no tomar riesgos innecesarios.

Al llegar a la nueva habitación, tal vez temiéndose otro enfrentamiento, os preparáis.

Yash empieza a conjurar un águila mientras se rasca la cabeza; al apartar la mano, se ha llevado una de sus largas rastas de raíz, sin esfuerzo alguno. Está claro que su decisión de irse es bastante acertada.

Pixy, mientras tanto, se dedica a cuidar de Nico, que empieza a rascarse también, usando su magia para intentar que el animal expulse el veneno por si mismo. Sea lo que sea, no tienes muy claro si está surtiendo efecto o no, pero la herida sigue infectada y mal curada. Mientras estáis ahí parados, notáis que el conjuro sobre ambos —la armadura mágica—, va desapareciendo.

Dario, una vez ha entrado a la habitación y solo ha visto escombros, se ha quedado obnubilado en el sitio, mirando a la nada y sonriendo. No parece que vaya a ser de mucha ayuda sin un empujoncito.

Nefertari avanza para ponerse frente al grupo, protectora, y saca un pergamino que lanza sobre si misma, sintiéndose protegida contra todo mal. Parece que el ambiente se vuelve algo menos denso a su alrededor.

Auren, siempre preocupada, se desentiende sobre si misma y se centra en los demás. Sabe que Dario está envenenado, o lo estaba al menos, pero no que le ocurre a los otros. Hace una revisión rápida a ambos, sin éxito, y suspira; sin la magia apropiada es probable que no sea capaz de descubrir que ocurre, así que desiste. Eso si, al menos intenta curar a Nico con su propia magia y un toque de su propia suerte. Parece que surge efecto... Pero finalmente la infección sigue ahí.

Xweto, mientras tanto, permanece en silencio, atento, observando la habitación con una flecha preparada para disparar a cualquier criatura que os intente atacar. Una criatura que, de momento, no aparece.

Viendo la situación y el estado de sus compañeros, Nefertari guardo su cimitarra, cogió a Dario por el brazo y retrocedió hacia la puerta.

- Volvamos, tenemos que recuperarnos y equiparnos, ahora que todavía estamos todos en pie. Mañana será otro día y nos esperan muchas más tumbas que explorar. 

Cuando Nerfertari agarró a Darío, Pixy se quedó un momento parado. Habría que ver cómo reaccionaba el pícaro pero la verdad era que estaba preocupado por Nico y se quedaría más tranquilo con una visita rápida a un templo. Volando, Nico podría ir y volver en nada.

Nefertari miro a Pixy con dulcura, No sabemos que aflicciones os afectan, tenemos que ir al templo, para identificarlas y que realicen el tratamiento adecuado.