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La sombra del Norte

Capítulo 5: Fornost Erain

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01/03/2018, 11:26
Director

Capítulo 5: Fornost Erain

La Mansión Eketta

Turno 1 - 24 de Noviembre del 1.974 de la Tercera edad

Situada en una escarpada elevación en la vertiente meridional de las Quebradas del Norte, Fornost, o Norburgo como también se la conocía, era a la vez una ciudad y una fortaleza. La morada real estaba situada en la más alta explanada, y la ciudad, en sus tres terrazas, estaba salvaguardada por un imponente muro de piedra de casi veinte metros de altura. La sola presencia de aquellos imponentes muros dejaba sin aliento a quien alzaba la cabeza para poder contemplarlos, pero la fortaleza no era menos impresionante. Un magnífico trabajo de los dúnedain del Norte que habían aprovechado a la perfección las mejores técnicas de construcción de su pueblo. Fonost contaba, además, con la mayor biblioteca del Norte, al menos entre los hombres, lo cual hacía que fuera posible encontrar a muchos sabios en al ciudad. Pero sin duda alguna, la mayor parte de la actividad de Fornost se invertía en las forjas: el Gremio de Armeros se esmeraba en la creación de lanzas, espadas, dagas, hachas, escudos, espadas y todo tipo de armamento. El ambiente en esos aciagos días en la ciudad tenía aromas prebélicos, pese a todo, en las zonas acomodadas de la ciudad podía notarse que los nobles y gran parte de la población vivía aquellos momentos de manera diferente al resto del reino, pues se encontraban felices y relajados aún a pesar del esmero de los armeros, quienes realmente conocían del peligro real. Dominaba la creencia de que los problemas acabarían más o menos a final de aquel año; y eran muy pocos los que estaban seriamente preocupados por las incursiones cada vez más peligrosas del Rey Brujo.

La partida llegó a Fornost Erain con el clima templado y sin rastro de la lluvia que les había incomodado en los días anteriores, aunque algunas nubes se adivinaban en el horizonte amenazantes. Elacar Brazoafilado y sus hombres se despidieron de Dimrod, Melyanna y el resto de la compañía, irían a una de las posadas de la ciudad para pasar allí aquel día, descansarían, recobrarían fuerzas y después anunciarían por la ciudad que la caravana tomaba un nuevo rumbo de vuelta a Bree. Para Elacar, aquella ruta era su forma de vida, su hogar de algún modo, y no pensaba estar fuera de él mucho tiempo aún a pesar de las crecientes adversidades. Encabezados por Dimrod y Melyanna, se dirigieron al distrito norte de la ciudad, atravesando las forjas entre el repiquete de los martillos sobre el metal. Pronto llegaron a un barrio de amplias casas y de familias claramente pudientes, y de allí se dirigieron hacía una gran casa de piedra con un patio delantero en el que se encontraban los establos. Unos criados se encargaron de los animales y los pesados baúles que transportaban y otros les dieron la bienvenida a la formidable Mansión Eketta y les condujeron al interior.

Fueron llevados a un cuarto fresco y alto, con una mesa y sillas decentes y un rico tapiz de caza en una pared. Era un comedor para invitados, al parecer. Dos criadas sirvieron comida y bebida para sus cansados y hambrientos estómagos, aunque no cruzaron palabra con el grupo, ni siquiera con Melyanna. Allí pudieron comer y recobrar fuerzas después del largo viaje, llevaban mucho tiempo sin ver una comida como aquella. De hecho, era probable que algunos de ellos jamás hubiesen probado una comida como aquella: una amplia variedad de entrantes coronados por un magnífico faisán asado, cuya carne se encontraba en su punto, y aderezado con una magnífica salsa de setas. Bebieron vino de gran calidad, y para nada comparable con el despojo de vino aguado que habían encontrado en las posadas del camino. Cuando hubieron terminado de comer y descansar durante un rato, fueron conducidos a un lujoso salón con escudos familiares, tapices, alfombras y ricos muebles. Allí permanecieron a la espera de que la Baronesa Eketta, la dueña de aquella espléndida mansión, les recibiera.

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05/03/2018, 00:20
Yulma Tarmaelen

Yulma llevaba ya mucho tiempo en los caminos, y tal banquete le resultaba excesivo. Agradecía poder probar aquellos manjares y disfrutar del buen vino, pero se había acostumbrado a comer de forma más precaria y eficiente. Lamentó dejar comida en su plato. Un viajero nunca debe engullir hasta el empacho, aunque sobre la comida.

Para ella, la misión había terminado, pero deseaba pasar unos días más antes de despedirse. Había cumplido su promesa. Melyanna estaba sana y salva entre las murallas de Fornost, sin mayor percance que aquella escaramuza al campamento orco. En cierto modo, se sentía culpable por aceptar el pago que le ofrecía Dimrod, pero necesitaba el dinero y provisiones para regresar a Lothlórien. Era hora de regresar al hogar y retomar su formación, así como de presentar sus respetos ante la familia de Mithdúlin. 

Los caminos eran cada vez menos seguros, por lo que había decidido aprovechar su estancia en la fortaleza para descansar y aguardar el regreso de Elacar. Si seguían practicando aquella ruta, podría viajar una buena parte del trayecto protegida por la caravana y disfrutando de la compañía de aquellos viajeros.

* * *

Cuando les condujeron al salón, observó con curiosidad la ostentosidad de la habitación. ¿Qué podría aportar ella en una reunión con la baronesa? ¿Tal vez su misión no había terminado? Le hubiese gustado preguntarle a Dimrod y a la joven dama, pero prefirió guardar silencio por educación.

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05/03/2018, 00:42
Thund

 El primer atisbo de la ciudad de Fornost resultó al menos reparador para el ánimo del enano, desde luego no era una ciudad enana, pero las gruesas murallas que les franquearon la entrada resultaban al menos acogedoras en la mente de Thund.

 Por fin podrian descansar y comer como era debido, porque aunque el enano no se achicaba ante las penurias del camino, tampoco lo hacia ante la comida y bebida en abundancia. Bien es cierto que aquellas viandas no eran a lo que estaba acostumbrado, tal vez demasiado elaboradas y finas para su gusto, pero no por ello menos sabrosas o saciantes, incluso hubo un par de platos que le tentaron a preguntar por su receta exacta, pues hacia años que no probaba, si es que lo habia hecho alguna vez, algo tan bueno. El vino era excelente, con cuerpo, un sabor que llenaba la boca y un regusto a madera que le resultó especialmente agradable.

 Lo que no le gustaba tanto al enano eran las recepciones con personalidades, como la que a todas luces parecia aveinarse, pero con la barriga llena y el cuerpo caliente, tanto por el vino, como por la mansion y tras muchos dias de camnino, todo parecia mucho más tolerable para Thund.

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06/03/2018, 00:59
Aular Robleviejo

Aular no dejaba de asombrarse por lo que estaba viendo en aquella ciudad, y más aún cuando se dirigieron al distrito norte. No había que ser muy espabilado para reconocer que Melyanna era de familia muy pudiente, lo cual sin duda chocaba con que hubiesen escogido una grupo para protejerlos... tan justo, donde ya había muerto uno y otro estaba inservible en gran medida. No podía dejar de lanzar miradas por el rabillo de los ojos hacia Melyanna y Dimrod.

Cuando llegaron a la casa Aular dio cuenta del festín que allí había, no era capaz de calcular el dinero que podía costar aquello y nunca creía haber visto tanta comida junta... Y dio buena cuenta de ella, probando de todo. El vino le pareció excelente y quizá desde aquellos barriles que intercambiaron con los elfos no había tomado nada igual, además comió gran cantidad de comida.

Pese a que no era de su preferencia el dormir a resguardo y menos en unos muros tan grandes, sin duda lo haría a gusto esa noche para tener un descanso reparador.

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06/03/2018, 01:14
Rossuon Pairaniar

Rossuon se alegró visiblemente cuando se dirigieron hacia la gran casa. Se sintió en su sitio. Aunque lo acompañaban sabores amargos. Ahora no podía disfrutarlo... Se valió del vino para olvidar y animarse, hablando durante toda la comida. No tenía grandes hazañas que contar en combate, o ahora quizá sí... Pero le servían los rumores que había escuchado en su corte, los distintos disparates que hacían muchos, los nombres implicados. Se dio cuenta de qué poco valor tenía aquella información. 

El gondoriano se acercó a Dimrod mientras esperaban ser recibidos. 

- ¿Algo que debamos saber? 

Estaba algo impaciente por saber qué relación tenían con la baronesa. 

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06/03/2018, 13:42
Dimrod

Dimrod había dejado atrás la preocupación y el desasosiego que le habían acompañado durante todo el camino hasta Fornost. Desde que cruzaron las murallas de la fortificada ciudad, su tensión se había disminuido notablemente y se había relajado como si se hubiese quitado un gran peso de encima. Había cumplido con éxito el objetivo, que no era otro que llevar a Melyanna sana y salva hasta la ciudad. Dentro de la mansión, Dimrod se sintió tan incómodo como ellos, pues a pesar de que estaba acostumbrado a tratar con la nobleza por su trabajo como sirviente del padre de Melyanna y de toda la familia Forestel, había algo en esa casa que le incomodaba hasta el punto de menguar su buen ánimo.

-La Baronesa es algo... especial. -Dijo en voz baja, pues la dueña de la casa estaba al caer y temía que le escuchara. -No le gustará que estemos aquí, pero no le queda más remedio. Después, cuando acabe la recepción, saldaré los pagos pendientes con el grupo y hablaremos de otro asunto. Os explicaré todo lo que queráis saber sobre el viaje y sobre la dama Melyanna.

Miró a Melyanna tras pronunciar esas palabras, y la dama asintió pesadamente con la cabeza. Al contrario que Dimrod, la actitud de la dama había ido entristeciéndose desde que llegaran a la ciudad. Había disfrutado de una peligrosa y excitante aventura durante el viaje, y ahora le esperaba una obligación que no deseaba atender.
 

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06/03/2018, 15:26
Gramj Haïa

Gramj se alegraba de ver las grandes y altas murallas. Era como llegar al hogar enano. Piedra en derredor para proteger sus cálidos, austeros y espartanos hogares. Duros hogares.

Había sitios en los que decían que las almohadas enanas eran de piedra. Una dura y fría losa. - Ignorantes: Dormimos, el sueño eterno bajo una losa, no sobre ella, y descansamos entre sábanas, como todos.

Se quedó un rato pensativo. Jamás se había imaginado donde dormirán orcos y trolls. Suponía que sobre el suelo o entre la mugre. Nada más, pero no le importaba lo más mínimo. Ahora podía descansar, y no tardó el momento en llegar a una casona, donde les dieron de comer como si los cebaran para la matanza. No le sorprendía que protegieran a alguien de alta cuna o con dinero. Era normal: - Sólo ricos y nobles tienen recursos o se consideran tan importantes como para ser escoltados. Se sentía a gusto dentro de aquellas murallas. No era una estancia enana, pero ... tenía un pase.

 

Tras atiborrarse como cochinos, y siguiendo sus costumbres, de que tras un viaje, se ha de descansar bien, y por tanto no beber, ni vino, ni cerveza ni licor, esperaba que la misión continuara. - Si nos quieren decir algo, o es para recontratarnos ... o es para que nos demos vidilla para marchar... Se quedó pensativo un rato: - ¿Igual puedo ser un escolta de la caravana por periodos?.

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06/03/2018, 23:48
Aeth Umbradacil

Para cuando la caravana alcanzó la ciudad y tuvo que separarse de Dimrod y su tropa de mercenarios Aeth ya era capaz de ponerse de nuevo en pie con sus propias fuerzas, lo que los convenía, ya que hasta las jornadas de viaje más recientes había viajado de fardo en las carretas de Brazoafilado. La ciudad era una impresionante fortaleza, y seguro que mantenía a sus ciudadanos a salvo de la guerra, pero una vez en su interior Aeth solo veía una jaula con barrotes de piedra. Esperaba que se quedasen solo el tiempo justo para comprar provisiones y continuar hacia el el este.

Los últimos consejos del curandero Zori habían sido que no se extralimitase y no abusara de sus fuerzas, pero cuando les llevaron ante semejante festín no hizo ningún esfuerzo por contenerse; uno no tenía la oportunidad de probar semejante cocina casi nunca en la vida, y sus últimas comidas vigiladas por el matasanos apenas habían consistido en agua hervida y hierbajos. Lo único que no probó fue el vino, por mucho que sus compañeros insistieran en lo bueno que era, y lo apartó de un manotazo cuando se lo ofrecieron al tiempo con una mueca de desagrado en su rostro.

Os explicaré todo lo que queráis saber sobre el viaje y sobre la dama Melyanna.

- Eso estaría bien. Porque aún me pregunto que clase de idiota lleva a la mujer que se supone debe proteger tan cerca de la guerra en lugar de escapar al sur, por ejemplo. Pero eh, es tu oro y tu pellejo. - Resultaba difícil saber si el humor de Aeth había empeorado o en realidad era el mismo que antes de su incidente. Tras varios minutos de frustración intentando cortar la carne con una sola mano había renunciado a ello y la devoraba a mordiscos directamente de un gran trozo ensartado en el cuchillo.

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07/03/2018, 00:11
Yulma Tarmaelen

Yulma sonrió. Le alegraba ver que, a pesar de todos los percances sufridos, la ácida lengua de Aeth siempre estaba dispuesta a presentar batalla. Se limitó a asentir a la respuesta que había dado Dimrod. Debía reconocer que le picaba la curiosidad sobre todo lo concerniente a aquel viaje. ¿Qué llevaba a una joven noble y a su escolta a viajar tan al norte? El Dorwinrim estaba en lo correcto al reconocer que era una empresa bastante insólita, la verdad.

No tengo experiencia con la aristocracia de los hombres, a excepción de la señorita Melyanna. ¿Hay algún protocolo adecuado para tratar a vuestros nobles por estas tierras, maese Dimrod? —se atrevió a preguntar al ver que la baronesa tardaba en aparecer.

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07/03/2018, 00:30
Aular Robleviejo

Habló Dimrod y contó lo que parece que era una historia por continuar. Aular miró a la muchacha Melyanna pensando en que la traería hasta allí, sin duda algo que a un hombre de los bosques sin experiencia en tratar con nobles se le escaparía. Sobre el otro tema, aún no había recibido la llamada así que hablar sobre "otro asunto" sonaba bien. Aeth de nuevo exasperaba los nervios —no se de que os quejáis, por una moneda de oro cacarearíais como una gallina — lanzó mientras se aseaba con una astilla que llevaba encima extrayéndose restos de comida de entre los dientes y huecos de piezas dentales faltantes. Habiendo logrado extraer un trozo de faisán lo guardó en su cinturón mientras escuchaba la pregunta de la elfa aunque no tenía mucha intención en aplicar lo indicado, no entendía de esas cosas.

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07/03/2018, 13:28
Baronesa Eketta

Turno 2

Dimrod resopló ante la pregunta de Yulma, como si todo aquello de los protocolos no fuera con él tampoco, o como si de poco sirvieran en aquella situación. Su gesto era difícil de descifrar, aunque pronto entenderían que la Baronesa no era una noble al uso. El eriadoriano iba a abrir la boca para contestar, cuando la puerta de aquella sala se abrió y sólo le dio tiempo a darles un par de rápidos consejos en voz baja. Les dijo que procuraran hablar lo mínimo indispensable y que mantuvieran la compostura.

La baromesa Eketta entró en el lujoso salón acompañada de un par de sirvientas. Era una mujer vieja y delgada, malhumorada y despreciativa. Se mantenía en una erguida posición a pesar de los muchos años que tenía, lo cual le daba un porte digno y orgulloso. Vestía toda de negro, cubriendo su cabeza con un intrincado sombrero que ocultaba su pelo. Tenía los ojos azules y fríos como el hielo, y los pómulos se marcaban en su arrugado rostro. Era altiva, arisca y altanera. Una de esas personas que juzgaban a los otros por su posición social, y como ella se encontraba en una posición muy privilegiada apenas había quien recibiera respeto de su parte. Además los años no habían contribuido a reblandecer su carácter, sino todo lo contrario, se había amargado como el vino que se convierte en vinagre. Tal vez sólo el Rey y su familia fueran dignos de merecer algún comentario agradable por su parte, aunque se decía que la Baronesa era temida incluso por tan distinguida familia.

-Faramis está fuera. Ha ido con su guarnición a Ilmaryen para defender uno de los fuertes que cierra las Quebradas al ataque angmareano. -Dijo de forma seca y cortante, sin dejar hablar a nadie y sin saludar siquiera.

Apenas les dirigía la mirada, se centraba en contar que no faltara ningún artículo de aquel lujoso salón. Poco después sus ojos se posaron en Melyanna como quien contempla a un ser insignificante.

-¿Y qué más puedo deciros?. ¿En verdad está desagradable criatura es Melyanna?- La fría mirada de la Baronesa ruborizó a la joven, la misma que había hundido una daga en las costillas de uno de sus captores días atrás y que ahora se veía completamente derrotada. -¿No te enseñaron nada en Gondor? ¡Niñas, -dijo, refiriéndose a las criadas que iban con ella, -lleváosla y adecentadla! -Fue entonces cuando actuó como si reparara en el resto por primera vez, aunque era evidente que su presencia allí le llevaba molestando desde que había cruzado el umbral de la puerta, o tal vez mucho antes, cuando tuvo que ordenar que les sirvieran de comer. -Y ustedes señores, muchas gracias por el trabajo. Por favor márchense, ¡las alfombras no están acostumbradas a recibir botas tan sucias! -Aquello incluía también a Dimrod, por mucho que pudiera sorprenderles.

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07/03/2018, 13:56
Melyanna Forestel

-Mi señora, -se atrevió a decir Melyanna con voz entrecortada, -este grupo es parte de mi servidumbre y no puedo prescindir de sus atenciones.

Melyanna alzó una mano hacía ellos, hablaba como si apenas les importase pero sólo era una fachada para que la Baronesa aceptase allí su presencia. En realidad no les tenía por su servidumbre, ni mucho menos, pues ella realmente los apreciaba e incluso había entablado buena relación con muchos de ellos. Además Matha era su mejor amiga y Dimrod, su protector, era como un padre para ella.

La mirada de Melyanna cuando se giró hacía ellos era de súplica, esperaba que le siguiesen el juego y no dijesen nada inapropiado que hiciera que la Baronesa le despojara de la compañía de aquel grupo. Sus ojos cándidos se centraron en Aeth, pues sabía que era un hombre que no toleraba que nadie se creyera mejor que él.

Dimrod hizo una pequeña reverencia hacía la Baronesa que fue imitada por Eoden. La pequeña Matha, pellizcó su falda polvorienta y se inclinó intentando ser lo más distinguida posible. Aquel era el protocolo a seguir con la vieja Baronesa, como pudieron entender.

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07/03/2018, 14:35
Yulma Tarmaelen

Yulma observó la cortés reverencia que habían hecho Matha y las criadas de la baronesa, tratando de imitarlas lo mejor posible. Por suerte, los elfos gozaban de una elegancia natural y apenas le costó esfuerzo realizar la mímesis.

Procuró guardar silencio para no romper el hechizo. No obstante, temía que alguno de los mercenarios —en especial los más recalcitrantes, como Aeth— se lo tomasen con sorna. Mas no iba a ser ella la que descubriese todo el pastel.

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07/03/2018, 14:40
Gramj Haïa

Se atusó la barba, mirando interesado, el duelo de caracteres que había presente, como el que está mirando un duelo en el que sólo le van una moneda de cobre en apuestas. Le parecía interesante el desprecio mostrado. Era una manera de someter al resto. Humillarlos para tenerlos bajo la bota. Por supuesto, los soldados hacían algo parecido, pero, en este caso, estaba dado con el estilo de mujer. - Orgullosa y engreída, pero mujer al fin y a la postre.

Se esperó a que siguieran los comentarios, paciente y cómodo, esperando al siguiente lance que se sucedería ante sus ojos.

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08/03/2018, 16:26
Aular Robleviejo

La mujer con gesto de pocos amigos comunicó una información de la cual Aular no pudo extraer mucha información, no sabía quien era el tal Faramis ni nada de lo que estaba contando, pero sin duda eso quería decir que la casa estaba ahora peor guardada y más asequible para amigos de lo ajeno, además, estaba claro que aquella mujer no quería saber nada de ellos. Aular se quedó pensativo cuando la mujer los echó a la calle sin embargo qué iba a poder hacer, tenía unas monedas ahorradas así que podría encontrar una posada fuera. Sería una pena pues había comido extremadamente bien y deseaba que fuera igual los próximos días, se encogió de hombros y miró buscando su petate pero cuando lo localizó la joven Melyanna parecía jugar algún tipo de treta. Su mirada era clara y así lo hizo saber sobretodo cuando pareció centrar su atención en el impertinente dorwinrim. Los compañeros fueron haciendo reverencias, Aular suspiro y a su manera realizó una reverencia, pocas veces había hecho una y fue torpe a más no poder sin saber muy bien donde colocar los brazos, ni la postura de las rodillas ni cuanto debía bajar la cabeza. Para complementarlo mejor sacó de su cinto un botecito del que extrajo unas motas de un sucio polvo que lanzó al suelo a un metro de sí y musitó algo en su idioma natal mientras agitaba el collar de huesos, sin duda la Baronesa apreciaría aquel gesto de bendición.

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10/03/2018, 11:14
Thund

El enano se atusó la barba, al igual que Gramj, el desprecio entre las damas era palpable, incluso para una mente poco acostumbrada a las finuras de la ironia y la falsedad. -¿Porqué una ha venido desde tan lejos y con tanto peligro para ser recibida donde no quiere estar y por quien no la quiere aqui? Y aún así la dama Melyanna pedia su ayuda con la mirada, para continuar con la falacia que habia emprendido. Aunque al pensarlo detenidamente, el enano encontró una grieta tras la que justificarse a si mismo. -Aún no he sido liberado de mi contrato, ni he cobrado, por lo que sigo al servicio de la dama. Tal vez era un razonamiento cogido por los pelos, pero resultó suficiente para el enano. No hizo reverencia en el sentido estricto de la palabra, pero agachó la cabeza en señal de respeto a la baronesa, aun siendo tan desagradable era la anfitriona.

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11/03/2018, 19:52
Aeth Umbradacil

A Aeth le sorprendió la réplica de Aular, o más exáctamente que tuviera agallas para responderle. Desde que perdiera el brazo Dimrod y el resto de mercenarios simplemente ignoraban sus pullas; en cierto sentido era un cambio agradable. Tenía intención de responderle, pero la aparición de la baronesa no se lo permitió. Aquella mujer parecía una fuerza de la naturaleza, no solo actuaba como si no hubiera nadie por encima de ella, o siquiera a su nivel, sino que nadie a su alrededor se atrevía a contradecirla, u oponerse a sus palabras.

Aquella era personificación de sus creencias; la baronesa sabía que tenía poder sobre los demás y lo aplicaba sin reparos ni remordimientos, tal vez ella pensase para sí misma que su poder residía en su sangre noble, pero no era así, era en el oro de su familia donde residía ese poder, oro suficiente para comprar lo que se le antojase, incluso la lealtad de otros.

Esbozando una media sonrisa Aeth imitó la reverencia de Dimrod, la más sincera que había hecho alguna vez, ya que aquella mujer no le inspiraba otra cosa más que su admiración.

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11/03/2018, 22:59
Rossuon Pairaniar

La prudente respuesta de Dimrod provocó que Rossuon recordara a otros personajes de la nobleza de Gondor que conseguían reacciones semejantes en quienes tenían que tratarlos. O soportarlos. Se preparó para lo peor, dispuesto a pasar lo más desapercibido posible. Según su experiencia era lo mejor, a no ser que conocieras demasiado bien a la persona, pues pocas veces sabías por donde vendría el próximo golpe. 

La aparición de la Baronesa no se hizo esperar, pero el joven noble ya estaba preparado para aguantar casi lo que fuera. Dejó pasar el ser tratado como servidumbre sin hacer comentario al respecto y dedicó una de sus mejores reverencias cuando el grupo presentó sus respetos. Notó que le costó menos disimular su malestar, aunque fue que le importó menos que las anteriores veces. Su nada cómodo viaje le había abofeteado con otros asuntos de los que preocuparse. Aún así, deseaba acabar con aquel encuentro cuanto antes. 

Cuando vio el gesto de Aular ya era tarde para impedirlo. Su mirada se apresuró a ver el rostro de la Baronesa para intentar adivinar como reaccionaría. 

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12/03/2018, 09:10
Baronesa Eketta

La baronesa enarcó una fina ceja y estudió al grupo largo y tendido antes de tomar una decisión al respecto.  El aspecto de todos ellos era ciertamente deprimente, algo normal tras tantos días de viaje por los peligrosos caminos que recorrían el Norte, pero que para alguien como la baronesa era difícil de comprender. El polvo del camino, el cansancio que reflejaban sus cuerpos y sus ropas sucias y malolientes era lo más insignificante de todo, la baronesa estudió con su fría mirada a todos y cada uno de ellos: el brazo cercenado de Aeth, el extraño aspecto de Aular que acaba de lanzar un extraño y sucio polvo sobre su impoluto suelo, los enanos, la mediana...

Finalmente pareció convencerse e hizo un gesto a sus criados para que se retiraran, aunque un par de ellos se quedaron junto a ella. La baronesa era una mujer realmente miserable, tacaña y criticona; los sirvientes temían su lengua viperina y evitaban hacer algo que pudiese contradecirla o enojarla.

-Un séquito acorde a su dama. -Comentó con malicia. -Muy bien, que así sea. -La baronesa comenzó a darles instrucciones sobre lo que debía hacer la dama a partir de entonces. -Melyanna deberá levantarse al alba y vestirse con ropa fina y decente, y no esos andrajos que lleva ahora. Hasta la hora del almuerzo, deberá recluirse en la biblioteca, pues es de dama de alta cuna la costumbre de aprovechar la luz matinal para concentrarse en estudios y en cultura. Durante el almuerzo, se reunirá conmigo en el comedor, comeremos ella y yo, y solamente las criadas de la casa. Después de comer Melyanna debe recluirse en su habitación para reposar el estómago y alimentar la mente y el alma. Ahí permanecerá hasta la cena, la cual también hará conmigo. Y después se acostará para poder estudiar con placidez a la mañana siguiente. Así hasta que regrese Faramis. -Dio unas palmadas que alertaron a varias de las criadas. -¡Niñas! Adecentarla un poco. Que se bañe y se ponga ropas más decentes. Joreth, encárgate del resto.

El criado asintió con la cabeza de manera pulcra y profesional. Era un hombre veterano, elegantemente vestido que debía llevar al servicio de la Casa Eketta más de una veintena de años, lo que le convertía en el hombre de confianza de la baronesa. Acompañó al grupo hasta una lujosa habitación donde Melyanna se instalaría para que supiesen donde debían acudir a atenderla y después los llevó hasta los cuartos de los criados, donde ellos se quedarían. No era una habitación tan lujosa como la de Melyanna, pero comparado con los colchones escasos de las posadas y el raso suelo de la intemperie era mucho mejor de lo que algunos de ellos habían tenido hasta entonces. Las habitaciones eran relativamente cómodas, contando con una cama, una mesilla y una jofaina de metal barato para cada uno. Cabían cinco personas en cada habitación: Dimrod, Eoden, Aeth, Aceroamargo y Rousson se instalaron en la primera; Aular, Gramj, Hunkel, Thund y Yulma en la siguiente, y Matha se quedó con la dama como su criada personal. Acomodar las pertenencias de Melyanna, y las suyas propias en las habitaciones les llevó el resto de la tarde, alguno de ellos se encontraba tan cansado que se quedó dormido en la mullida cama nada más tumbarse en ella. Así que Dimrod decidió esperar al día siguiente para charlar con ellos, de modo que estuviesen todos frescos y descansados.

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12/03/2018, 09:43
Director

Turno 3 - 25 de Noviembre del 1.974 de la Tercera edad

El nuevo día amaneció despejado en Fornost, mostrando un sol invernal que se agradecía gratamente. Una magnífica mañana para pasear y conocer aquella impresionante ciudad en la que se encontraban. Al menos eso había pensado Melyanna al despertar, pero se encontró con la oposición rotunda de la baronesa Eketta, quien le había retirado el permiso para salir de la casa pues según ella no podía acercarse al populacho si no era del brazo de un caballero. Dimrod se encontraba muy enfadado con esa situación y se mantuvo cerca de Melyanna todo el tiempo, enviando a Eoden a hacer algún recado a la ciudad. Matha también salió a comprar algunas cosas para la dama y consiguió introducir algunos pasteles de limón a escondidas en el cuarto de la joven.

La baronesa por su parte salió temprano para dar su vuelta matinal, la cual incluía una visita a los puestos de mercado más lujosos de Fornost y una visita a los templos para rezar por el bienestar de su nieto en la guerra. Descubrieron algunas cosas más sobre la baronesa en aquella mañana: descendía de una noble familia de Fornost cuyos orígenes se remontaban hasta Númenor, de hecho se decía que compartía sangre con el mismísimo Vardamir Nólimon. Había sido la única hija superviviente, resistiendo a las enfermedades y las guerras que mataron a sus hermanos, motivo por el cual su padre la había prometido con la familia Eketta, una de las más poderosas y ricas de la ciudad de Fornost. Unir ambas casas supuso que los Eketta obtuvieran un poder similar al del Rey Averdui, colocándoles como una de las familias más ricas e influyentes del reino. Su marido y sus tres hijos habían muerto tiempo atrás en las interminables guerras contra Angmar. Ahora sólo le quedaba Faramis, su único nieto y heredero de toda la fortuna Eketta.