Partida Rol por web

Observo cómo bajo el conjuro del mago el gigante desaparece de mi vista. Durante un instante, por puro instinto, estoy a punto de recurrir a mis poderes para localizarle, pero luego recuerdo que es un aliado y que aún tenemos muchos enemigos por delante, por lo que no debo agotar mis reservas psíquicas tan rápidamente.

Asiento hacia Yaril·la y me dirijo a las piedras. No suelo frecuentar las montañas, pues es territorio de otro clan, y las ruinas en las que exploro en busca de chatarra no suelen estar tan empinadas... y nunca, nunca, están húmedas. Dudando un momento, prefiero asegurarme el equilibrio para bajar por esas rocas, por lo que una vez más, recurro a mi psiónica. Uno de mis poderes me permite asumir características animales para mejorar mis habilidades físicas. Durante un momento pienso en los felinos del desierto, pero al ver al lobo de la mujer elfa me da la impresión de no ser una buena idea. En vez de eso me concentro en el propio lobo, al ver cómo se desplaza ágilmente por las rocas.

El mundo a mi alrededor pierde parte de su color y sé que mi rostro puede parecer ahora algo más alargado, pues a la vez que el conjuro me otorga la agilidad del animal, también me asocia alguno de sus rasgos. "Bien, la velocidad de este animal me vendrá bien tanto para bajar ahí como para apuntar mejor con el arco", pienso mientras empiezo a moverme por las piedras pendiente abajo, teniendo cuidado de no dar ningún mal paso que pueda desprender alguna roca que revele nuestra posición.

El lanzamiento del pedrusco fue demasiado largo pero Thosk! sabia que en situaciones como esta había que fallar un par de veces hasta obtener el ángulo y la fuerza necesaria para el éxito. En cambio sus acompañantes no lo sabían, ni por asomo y mucho menos si no eran conocedores del finísimo arte del lanzamiento y de la minería bajo tierra.

Al peno la roca no había levantado sospechas tras caer en el agua.

El bruto comenzó a descender por el camino luego de fallar y ante las palabras de Yaril-la el semigigante simplemente se encogió de hombros y resoplo. No era su especialidad andar con cuidado y menos aun si debía valerse del equilibrio.

Hasta allí la cosa no había cambiado mucho cuando el hechicero profanador comienza a dar órdenes a Thosk! como su fuese un lord de Athas, eso no le agrado al bárbaro que tras su desacierto había comenzado a perder los estribos y la paciencia. El sigilo y el planeamiento le parecían simplemente innecesarios porque la fuerza lo es todo. Fuerza y una hoja afilada…

El rabioso semigigante asesino con la mirada al hombrecito encapuchado y a continuación empuñó su rudimentario espadón con intenciones de partir por la mitad al hechicero profanador… - ¡Grrr… tu no mandar a Thosk! – aulló el bruto antes de lanzar un golpe descendente con su espadón gigante. 

El hechizo surte su efecto y el gigante desaparece. Gruñe y amenaza a Mólor, golpeando el suelo haciendo aparecer chispas, pero el mago ya estaba alejado del gigante. A pesar del susto, Mólor sabe que no ha querido atacarle, o uno: Estaría muerto, o dos: se habría hecho visible.

Yaril·la chista como puede, instando al silencio de todo el mundo.

Osellë, Mólor y Riley llegan junto al bárbaro que está junto a la caseta, que demuestra ser algo más que una cobertura. Por la parte trasera de ésta, la luz del interior, proveniente de una lámpara en un extremo se filtra afuera. Parece que ha sido construida con menor interés por la parte por la que llegan los compañeros, y numerosas rendijas dejan ver el interior.

Hay una mesa de madera, sobre la que está la lámpara, junto al lado destartalado, junto con una silla y un par de libros con tapa de cuero. A la izquierda, hacia el camino, hay una puerta. En el otro extremo, orientada hacia el mar, una potente balista aguarda al buque amniano, y el lado de la cabaña que da hacia el agua se muestra construido de sólida piedra, con el hueco necesario para apuntar y cubrir todo el puerto y la playa. Un orco se encuentra sentado en un taburete junto a la balista. La tiene preparada para disparar, y junto al arma hay docenas de 'flechas' y un barril con un líquido espeso negro, de aspecto químico, junto al que hay apoyado una especie de cucharón enorme.

El orco parece fuerte, pero tiene una pata de palo, y tiene una armadura de cota de mallas, un hacha de batalla y una ballesta pesada. Otras tres ballestas y numerosa munición esperan a algunos defensores que puedan llenar la caseta para disparar desde la cobertura del muro convertido en caseta.

Escucho hablar a Thosk y su queja va seguida de un brusco impacto de piedra contra piedra que me indica que ha golpeado al suelo con rabia. Afortunadamente, no puedo ver el rostro del gigante enfadado, pero no me gustaría estar en la piel del mago si esto vuelve a suceder. Está visto que hay que tener algo de mano izquierda para tratar con esta gente... Lo que no es precisamente mi mayor virtud.

Sigo bajando hasta la cabaña con la elfa y su lobo y veo en su interior a uno de esos mutantes verdosos con varias ballestas cargadas. "Serán útiles", pienso al verlas. Igual que la enorme balista que parece dominar la entrada de la cueva. He visto cosas parecidas en los accesos de algunos asentamientos en mi mundo, incluso en Iowa tenemos un lanzaarpones sobre la puerta principal, así que tal vez podamos utilizarla en nuestro favor si conseguimos reducir rápidamente al orco.

Guardo el arco y desenfundo mi hacha con cuidado mientras miro a Osellë. Asintiendo, le hago un gesto señalando el hueco entre las tablas por el que puede disparar al orco mientras me deslizo sigilosamente hacia el lado de la cabaña, dispuesto a rematar a la criatura si llega a sobrevivir al ataque emboscado de la elfa.

Continuaba caminando entre las rocas, algunas veces saltando entre ellas de una forma grácil y sigilosa, dando a entender a cualquier persona que estuviera observándome, lo bien que se me da estas cosas. Y al margen de estar atenta a todo, explorando de diferentes formas, ya sea observando o tocando el suelo, nada se me pasaba por alto.

Incluso sentí la vibración del suelo imaginando que el grandulón no estaba muy conforme con la proeza del mago, de momento no podía centrarme en ello ya que tenía un objetivo y era aquel orco que allí se encontraba un tanto distraído, aunque su arma denotaba lo contrario. 

Y justo cuando estaba por hacerle una seña a Riley (el otro arquero) noto que su rostro a cambiado, frunzo el ceño al contemplar tal transformación pero no digo nada, simplemente me encojo de hombros y asiento a su gesto cuando detecto el hueco libre que tenía para disparar. -Que raros son algunos... -  pienso negando con mi cabeza mientras sacaba una flecha suavemente, evitando hacer ruido. 

Con suma destreza, cambio la posición de mis piernas y preparo el arco, Sul estaba con su pelaje encrespado y se lo notaba impaciente. Estaba claro que cualquier situación donde estuviera expuesta, le fastidiaría al lobo. Sin darle demasiada importancia, le dedico una mirada al Mago por si fallaba y disparo rápidamente. 

Veo cómo la elfa dispara al orco a través de la rendija entre los tablones, pero la flecha no es suficiente para perforar la cota de mallas del mutante verdoso, que sigue en pie tras el disparo. Aprovecho que se vuelve instintivamente hacia el lugar por el que ha sido atacado para entrar rápidamente en la caseta, lanzando un fuerte tajo con mi hacha.

Cogiéndole por sorpresa, es complicado fallar el golpe. Sin embargo, los anillos metálicos de su armadura desvían ligeramente el golpe de mi hacha, que no llega a perforar su blindaje. Pese a todo, junto con el impacto de mi arma, se descarga el golpe de ácido que había preparado con anterioridad.

Los demás avanzan hacia la cabaña y la acción comienza pero el bruto tiene otros planes. Al fallar en el primer intento de aplastar la caseta con una piedra decide bajar por el sendero hasta obtener una buena línea de tiro para los piratas.

¿Y quién sabe? Tal vez con un par de ataques logre arruinar lo suficiente los barcos y evitar que zarpen.

Tan lentamente y sigilosamente como puede, Thosk! continua bajando. 

¿¡Pero qué!?- mascullé al escuchar las palabras de Thosk! y sentir como el suelo tiembla junto a mí, apareciendo chispas producto de lo que ha debido ser un potente golpe. No sabía cómo era el lugar de donde venía, pero aunque suponía que no sería un lugar demasiado pacifico, no esperaba aquella respuesta a mis palabras y mi conjuro.

Si no fuese porque el conjuro no se ha roto…- pensé, aliviado en parte dado que aquello demostraba que lo que había hecho no había sido un ataque real… por mucho que me lo hubiese parecido por su fuerza y contundencia -Mejor alejarme antes de que cambie de opinión- me dije, alejándome de allí antes de dirigir una última mirada hacia la marca que había quedado en el suelo.

Desciendo con rapidez y sigilo entre las rocas, aquel terreno no era complicado para alguien acostumbrado a moverse entre las ramas de Erethor, por lo que logré llegar hasta la caseta sin ningún problema, donde un orco se encontraba sentado junto a una balista. Una mirada de Osellë es suficiente para que me prepare, desenvainando mi estoque para actuar en caso de que su disparo no fuese suficiente. Pero aunque no lo es, antes de que pueda reaccionar, Riley, quien al parecer también debía ser un mago dado que había cambiado su rostro para que tuviese cierta semejanza con un lobo, se mueve con rapidez, entrando en la caseta y descargando un golpe de su hacha, la cual libera sobre el orco una buena cantidad de ácido.

Dudo que pueda sobrevivir a eso- me dije mientras entraba en la caseta junto a Riley, observando el interior de la cabaña.

Si usamos eso, podemos hacer mucho daño desde aquí antes de que se acerquen- murmuré mirando la balista, más para mí que para el resto. Incluso la ballesta del orco era útil, dado que siempre venía bien tener un disparo más antes de recargar*. Fuese como fuese, estaba claro que debíamos apresurarnos y prepararnos, por lo que abrí mi libro y murmuré unas palabras, haciendo que al terminar, el aire pareciese vibrar levemente a mí alrededor, como si algún tipo de energía me rodease** -¿Para qué será eso?- pregunté mirando el barril cuando acabé.

El líquido pastoso y viscoso es algún tipo de brea, claramente inflamable y peligrosa. Probablemente incendien las puntas de la munición de la balista para lanzarla contra los barcos atacantes, pero sin duda a un producto como ese se le pueden dar una docena de destructivos usos.

La ballesta del orco está cargada, las que están 'de repuesto', no.

Guardo el hacha mientras el mago entra conmigo en la caseta. Veo cómo coge la ballesta cargada que el orco tenía preparada para disparar y le señalo las otras tres que están al lado.

- Ayudame a prepararlas - le digo mientras cojo uno de los virotes y cargo la ballesta.

Observo un momento la balista. Seguramente con esto podamos incluso destruir uno de sus barcos, pero utilizarla para atacar al grupo que trata de llevarse a los prisioneros pondría en peligro a la gente a la que queremos salvar.

Observo el barril, aún con una de las ballestas en la mano.

- ¡Petróleo! O algo parecido... - exclamo. - Hay agua, madera y combustible en esta tierra, y aparentemente de sobra para todos. ¿Por qué está luchando esta gente? - Me pregunto dudando de la cordura de estos piratas. - Probablemente no esté preparado para usarlo en un motor - le explico a Mólor, dándome cuenta enseguida de que no me está entendiendo - pero esta cosa arde muy fácilmente y se necesita echarle mucha arena para poder apagarla. Sin duda la usan aquí como arma - digo mirando la balista. "¡Qué desperdicio!", me digo imaginando todo lo que Alana podría hacer sólo con el contenido de esta caseta.

Asintiendo con un leve gesto, me puse a ayudar a Riley a cargar las ballestas, estaba claro que las íbamos a necesitar, así que mejor prepararlas antes de que a alguno de los piratas les diese por mirar hacia donde estábamos.

¿Petróleo?- pregunté al escucharlo, confundido por sus palabras -No sé lo que es eso pero… - le dije, echando un vistazo al barril -Si, desde luego, esto arde muy fácilmente- dije, confirmando su apreciación sobre el contenido del barril -Parece algún tipo de brea o similar… nos será útil- añadí, arrugando la nariz al percibir el característico olor de aquella sustancia.

No mencioné nada sobre las dudas en cuanto al motivo para luchar de los piratas, tal vez viniese de un mundo donde luchar entre nosotros no tuviese sentido… pero bien sabía que no eran pocos quienes se aprovechaban de la guerra para dedicarse al bandidaje, y que tampoco lo eran aquellos que por un deseo de conseguir más poder o riquezas, incluso a costa de otros, habían traicionado al mundo al caer bajo la influencia de Izrador.

Asiento a sus palabras.

- Sí. Brea, alquitrán o algo así... derivados del petróleo, como la gasolina... - Niego con la cabeza al darme cuenta de que no me entiende, a pesar de hablar el mismo idioma. Supongo que hay conceptos que no se han desarrollado de la misma forma en nuestros mundos.

Cuando recargamos todas las ballestas, me vuelvo hacia la balista.

- Tal vez esta cosa pueda disparar sólo a un objetivo sin dañar a los prisioneros - le digo. - Con dos personas ayudando a recargarla, probablemente podamos mantener una buena cadencia de fuego, y los dos tipos más grandes del grupo que discute con el negro - le digo señalando a los ogros que se quieren llevar a los prisioneros - pueden ser blancos más fáciles.

No le noto muy convencido por el ataque, pero por algún motivo a mí no me supone ningún problema. Nunca me han gustado los esclavistas y a todas luces, el clan de los piratas trata a esos prisioneros como esclavos. Por si fuera poco, la única persona que se ha mostrado dispuesta a ayudarnos a volver a nuestro mundo nos ha pedido que le echemos una mano para enfrentarnos a ellos, así que ahora mismo es la única alternativa que nos puede sacar de este lugar.

- Por cierto, si no eres Mólor - digo como comentario mientras nos preparamos al recordar sus palabras a Yaril·la - ¿cómo debería llamarte?

Para mi decepción personal, no había logrado bajar el orco que se encontraba en la caseta. Lo bueno es que el Edaín pudo encargarse de lo que me ha faltado a mi, terminando con el objetivo inicial y como no deseaba entrar en aquel pequeño lugar, vigilo la periferia por si algún imprevisto surge y los dos que estaban en la caseta no pueden avistarlos. 

-Sul... No te muevas. -susurro en élfico atenta a mi lobo mientras colocaba otra flecha en el arco, ya me encontraba dispuesta a cualquier tipo de situación. Lo que si me preocupaba era el gigante, en apariencia el hechizo dio resultado pero los temblores me daban a entender otra cosa. 

El bruto lentamente llega a la caseta. Allí descubre la balista y el barril, entonces concuerda con los demás sobre utilizar el arma de asedio contra los barcos. - ¡Un barril de aceite y una balista! Thosk! coloca el aceite en la balista y ustedes disparar a barco - agrega el invisible bruto para luego levantar y depositar el barril en el arma.

A Thosk! le emocionaba incendiar cosas, y más aun si eran barcos y piratas. Los esclavos podrían morir también pero de ellos dependía su destino. En Athas cada uno velaba por su vida... es la ley del más fuerte.

Todo queda listo. Thosk con facilidad ha hecho girar el mecanismo que tensa la balista, Hoglerruk ha colocado y hehco arder el proyectil, y Riley está apuntando a su objetivo. El mago, por su parte, tiene un buen número de ballestas ya cargadas, y afuera, Oselle espera lo que sucederá, mientras Yaril·la y Varken aguardan a sorprender al enemigo desde uno de los escasos parapetos de roca.

Cuando Riley está apuntando, sucede algo que inevitablemente lo sobresalta.

Oye los pensamientos de Sophie, hablando sola, o pensando sola, para sí misma, deliberando. Los pensamientos de una persona son más rápidos que sus palabras, uno jamás podría hablar al ritmo que habla, pero los pensamientos de Sophie son mucho más veloces, Riley apenas puede entenderlos. (Léela tan rápido como puedas para hacerte una idea del efecto)

Apunta demasiado alto. Está contando con una caída del proyectil que posiblemente no sea necesaria, este arma está pensada para atacar a los 'barcos' que entren, asi que debe tener un muy buen alcance, pero inferior al actual del barco 'Amniano', o ya habrían estado apuntando. Debe estar a unos 700 metros, y su velocidad es lenta, aún el 'orco' no estaba preparando el arma por tanto su alcance era inferior, tal vez 500 o un poco más. Este objetivo está a apenas 50 metros, un 10-12% del alcance, seguramente podría apuntar un disparo directo, como el de un rifle, sin calcular ninguna caída.

Oh, a ver si se le ocurre antes de disparar, sería una pena desperdiciar el primer disparo

Al notar la sorpresa de Riley, Sophie se pone a hablar. O mejor dicho, a pensar, y lo hace a una velocidad a la que para comprenderla hace falta concentrarse.

Sorprendente, ahora puedes oírme. Me he pasado la última media hora intentando comunicarme contigo de todos los modos que conozco. Lo único que se me ocurre que ha cambiado, aparte de algún tipo de conexión que se haya establecido espontáneamente es el uso de tu poder de agilidad. Tal vez el acceso a tu psique nos haya abierto una ventana desde la que comunicarnos. Parece ser que este es el modo en que eras clave en el momento de mi muerte. Pero telepatizaremos, o mejor dicho intrapatizaremos más tarde. Calculo que estás apuntando alto, a esta distancia úsalo como un fusil, y por favor ya he muerto bastante por hoy, ten cuidado, son muchísimos para nuestro grupo.

Sophie sigue 'pensando' para sí misma, divagando y elucubrando posibilidades y teorías. E inevitablemente oyes sus pensamientos, como ella debe oír los tuyos. Es como tener a una persona hablándote a toda velocidad en tu nuca, constantemente.