Partida Rol por web

Riley prende fuego al barril de brea, que rápidamente arde, mientras sigue rodando cuesta abajo, y finalmente las llamas alcanzan al barril, que explota salpicando llamas por doquier, acompañadas de un espeso y maloliente humo negro.

El ogro malherido recibe unas intensas llamaradas, pero por el momento, sigue en pie. Riley coge una ballesta ligera cargada y dispara, con un efecto apenas digno de mención, golpeando en una parte dura de las pieles, apenas haciendo un arañazo.

En el momento que la macana golpea y comienza a partir en dos al semielfo, el semigigante aparece de repente, gritando de rabia. Los dos pedazos del elfo ruedan cuesta abajo, y salpica sangre sobre el lobo, hoglerruk y sobre el suelo.

En ese momento, los trasgos, histéricos, emprenden la huida cuesta abajo, rodeando los salpicones de llamas.

Oselle tensaba su arco dispuesta a disparar, pero la cuerda le juega una mala pasada y se suelta con un peligroso ¡¡TZING!! y deja su arco inutilizado.
Sûl obedece, y se pone al lado de su amiga y ama.

Hoglerruk corre con su hacha contra el ogro malherido, esquivando el garrote y haciéndole un corte muy poco afortunado. sin embargo, el ogro no podrá aguantar mucho más castigo, y a juzgar por su expresión de preocupación, lo sabe.

El segundo ogro es herido levemente por Yaril·la cuando ésta le da una estocada, pero Varken tiene aún peor suerte, va a dar un lanzazo, que se cruza con el garrote del ogro frontalmente, y la lanza se parte en dos.

 ¡Mirada de Beshaba! Maldice el caballero, que ahora tendrá que dejar de disfrutar de su alcance extra.

Los dos ogros han quedado solos ante el numeroso grupo, que ahora cuenta con un tipo de su tamaño, vigoroso e ileso, así que emprenden la huida. Aprovechando que baja la guardia, ahora sí, Yaril·la pega un potente revés con su gran espada al ogro en retirada.

 ¡¡Que no escape!! No se trataba de simplemente ansia de sangre: Un ogro en ese estado aún era un peligro mortal para los esclavos hacia los que corría. Tal vez no fuera lo bastante listo (ni pequeño) como para cubrirse con ellos como hizo el drow, pero en su huida podía atropellarlos.

El primero de los ogros también se bate en retirada, recibiendo otro tajo de Hoglerruk, tampoco demasiado inspirado.

El elfo oscuro huía con la elfa, que tenía un aspecto débil, frágil y famélico, como una involuntaria anoréxica, y era arrastrada sin poder oponer resistencia por el drow, raza mortalmente enemiga desde tiempos inmemoriales. Si alguien hubiera estado más cerca habría podido ver su rostro de desesperación y resignación bajo la suciedad de su rostro.

Sin embargo Mólor no se lo iba a poner tan fácil. Una telaraña oscura, de tonalidades negras y grises aparece 'tapiando' la salida. Desconociéndolo Mólor, el drow estaba perfectamente habituado a las telarañas, y conocía bien el conjuro, pero éste tenia un tono distinto que le hizo sospechar. Antes de lanzarse simplemente a cortarla, arrojó a la elfa contra la telaraña, que se quedó atrapada. 

Solo por si aquella telaraña en concreto tenía algún truco adicional. La prisionera tan solo se quedó pegada, colgando en una extraña posición, sin saber muy bien qué la esperaba ahora.

No tardó en saberlo.

El drow sacó una espada delgada de hoja muy pulida y la apuntó, mirando hacia arriba. Entre el fragor de la batalla no se le pudo entender, pero dejó claro con gestos que si intentaban detener su huida, acabaría con ella.

¡Perdón, perdón! ¡Lo siento! Respondió algo asustada por la reacción de Riley.
Aunque técnicamente ya esté muerta, tengo conciencia y aunque no lo controle, habito y necesito un cuerpo vivo, por tanto... ¿Estoy viva, o no lo estoy?

Pensó Sophie para ella misma. Tras algunos pensamientos fugaces sobre el sonido de fondo menos molesto, concluyó que sería un sonido grave o una palabra sin sílabas intendad, así que comenzó a pensar para sí misma "Arena". De forma continuada, para no poder pararse a pensar en otra cosa.

Ahora, Riley tenía igualmente la voz pegada a la nuca, pero al menos solo era algo que decía 'arena', y más bien bajito. Era un runrún, pero sin cálculos, teorías ni predicciones. Dentro de lo malo, mucho mejor.

A mi alrededor, el combate estaba prácticamente decidido con la repentina aparición del hasta ese momento invisible semi-gigante… pero mi atención estaba puesta más lejos, concretamente en el oscuro elfo que había visto detenida su huida a causa de mi conjuro.

Maldito sea- mascullé al ver como arrojaba a la mujer a la telaraña y la apuntaba con el filo de su espada. Incluso desde la distancia, el significado de aquel gesto quedaba perfectamente claro, así como también lo que debía de hacer… sin dudar ni un instante, mis manos se dirigieron a mi espalda, donde llevaba sujeta mi propia ballesta con la que rápidamente apunté al desgraciado elfo oscuro.

Lo siento- pensé conforme el virote salía disparado de la ballesta camino a su objetivo, pues sabía que si no acababa con el elfo mediante aquel disparo, muy probablemente este matase a la mujer… pero aun así, era algo que debía hacerse. De donde yo venía, no podíamos permitirnos que la presencia de rehenes nos hiciese dudar al luchar... ese era un lujo que había quedado atrás hacía ya mucho.

La cuerda de mi arco se corta y la bronca inunda todo mi ser, jamás me había sucedido algo así. Por ello, con Sul protegiéndome, preparo el arco de nuevo a sabiendas de que perdía bastante tiempo en ello. Luego de unos minutos, que me llevaron tensar el mismo, coloco una flecha y disparo al primer Ogro que tengo a mi alcance. Orgullosa del resultado, vuelvo a colocar otra para repetir la misma secuencia, esta vez al otro ser asqueroso. 

Los enemigos huyen despavoridos, al menos en su mayoría y eso supone la victoria parcial. Solo hay que afianzar la matanza entre las filas enemigas. Thosk! avanza para cubrir a su contratista, la mujer de cabellos dorados y gran armadura pero casi al llegar a ella el bruto escucha la petición de la mujer: atrapar al ogro en retirada.

Entonces el semigigante va detrás de el, solo que en el camino ayuda a su aliada atacando a su oponente* para luego ir a por el ogro. - ¡Muerteeee....arghhhhh! - brama Thosk! al blandir su espadón hacia el oponente.

En realidad no le interesa lo que el ogro pueda hacer con los prisioneros. Su fuerza mide su destino y por eso es que son esclavos. Los débiles no merecen ayuda a menos que alguien pague por ello, como ahora.

Observo al elfo negro en la distancia y veo cómo coge a la mujer como rehén. Al igual que Mólor, no voy a pararme por el hecho de arriesgarme a herirla, pero tampoco voy a actuar a la desesperada. Con la ballesta descargada y los alrededores bastante despejados, cambio el arma que llevo encima.

Seguramente esta gente no haya visto un rifle en su vida, dados los comentarios que hicieron sobre el calibre de las balas. Con suerte eso puede jugar a mi favor si no tienen ni idea del peligro que puede suponer ese aparentemente inofensivo tubo negro que me echo al hombro.

- Sophie, ahora sí puedes ayudar... - digo en voz baja, aunque el mago está suficientemente cerca como para escucharme. Es probable que no me haga falta, pero por algún motivo me siento culpable por la forma brusca en la que le hablé antes. - Tengo buena puntería, pero seguro que esos cálculos tuyos me vendrán bien para no herir a la elfa.

Pese a todo, no disparo en seguida. A pesar de su agilidad mental sin par, Sophie tardará unos segundos en decirme algo y no estoy dispuesto a desperdiciar mi escasa munición fallando un disparo, así que me tomo mi tiempo en apuntar a través de la mira del rifle.

Oselle monta la cuerda con rapidez, y vuelve a disparar. La flecha atraviesa la nuca del ogro, clavándose en su desperdiciado cerebro por la vía más blanda y rápida. Al ver caer al gigante mientras pone la segunda flecha en el arco, apunta a una de esas criaturas que estaban con los ogros, y la segunda flecha la atraviesa de lado a lado, matándola en el acto.

Thosk sale corriendo a por el otro ogro, con su exótico arma hacia atrás. Cuando se acerca lo suficiente, descarga la tensión de sus músculos en un arco horizontal, que termina con el estallido del cráneo del ogro, que reparte sangre y sesos siguiendo el arco del arma, salpicando en un sangriento cono.

Mientras Riley se asegura de apuntar con su arma, Mólor dispara su ballesta contra el drow, que recibe un virotazo en un costado. El desgraciado aún vive, e intenta lanzar un hechizo, pero el dolor de la reciente herida le trastoca las palabras y los gestos, y su magia se pierde en un siseo.

En su rostro ahora se puede ver desesperación. Aparentemente confiaba en ese hechizo y en la elfa para salir del atolladero.

Los tempurianos no esperan a que la haga daño. Yaril·la coge su ballesta pesada y apunta al drow, que iba a ponerse a cortar... no se sabe bien si a la elfa o a las hebras. El caso es que el potente virote atraviesa la columna vertebral desde atrás, golpeando el esternón, que no se parte, y empuja al drow contra la telaraña, de cara. Inerte y asaeteado por casi todos los compañeros.

De entre los prisioneros, salen algunos con palos y cuchillos artesanos hechos con piedras que tenían ocultos, y entre cinco hombres y una mujer apalean con saña a los dos trasgos supervivientes que se acercaban al grupo -para huir en otra dirección- Entre los prisioneros se reparten las escasas armas de los trasgos, y uno que parece hacer de líder, guía a los prisioneros hacia la telaraña, el drow muerto, y la compañera elfa.

 ¡Compañeros, con los prisioneros! Dice Yaril·la, y el trío de tempurianos baja a acompañarles y atenderles, además de por supuesto ocuparse de cualquier pirata idiota que pretenda acercarse a ellos.

Por lo que al grupo respecta, el combate ha terminado. Si no se interponen en su camino, algunos de los piratas huirán del abordaje del buque amniano, haciéndolo por donde el grupo entró, solo para encontrarse con más soldados que ya tendrían tomado el fuerte.

El navío de guerra amniano, más grande, se empotra finalmente contra el barco pirata que no está ardiendo, provocando un estrepitoso estruendo que resuena por la cueva, y comienza un tumultuoso abordaje. Sin barcos, y con el fuerte en manos de los amnianos, la única opción de los piratas es tomar el barco militar para huir, por lo que se proponen tomarlo a la desesperada.
Desgraciadamente se dan cuenta de que hay varios magos y sacerdotes en la tripulación Amniana, que descargan toda su magia y mal humor sobre los piratas. La batalla aún durará un ratito, pero los tempurianos, algo heridos y en poco número -incluso con sus nuevos compañeros- prefieren no ser tomados por piratas en un error, o alcanzados por un conjuro de área, y se quedan con los prisioneros.

Para evitar luchar con los fugitivos, que tarde o temprano tendrán que rendirse, el grupo se reúne abajo, junto al agua y los prisioneros.

Hoglerruk se dispone a liberar a la elfa, y Varken, tras hablar algo brevemente con Yaril·la organiza a los prisioneros según su estado, mientras Yaril·la está lanzando un complicado hechizo que parece que va a llevar varios minutos, junto a unas jarras de barro que llevaban en las mochilas. Hay 47 prisioneros, trece están en un razonable buen estado, hambrientos y cansados, pero no llevan lo bastante tiempo pasando penurias o maltratos, quince hombres tienen heridas de torturas e interrogatorios, palizas o de combate que han de ser atendidas, siete están muy débiles por el hambre y la sed, y el resto son doce mujeres, cinco de ellas embarazadas. Un tercio de los prisioneros son elfos o medio elfos, el resto son humanos.

Han quedado numerosas armas metálicas en el suelo, así como piezas de armadura -puestas en los cadáveres-. La mayoría tienen poco interés por su estado de cuidados y conservación, pero a alguien podría parecerle igualmente valioso el material del que están hechas.

Un hombre adulto y en buen estado era el que les trataba de organizar. Lleva un cuchillo de uno de los trasgos aún en la mano, y da las gracias a todos, presentándose como Capitán Aelos, de la armada Amniana.

Para sorpresa de muchos, Yaril·la termina su conjuro, y de sus manos aparece agua limpia con la que llena las jarras y ollas, y tras ella, aparecen bollos de un pan blanco, que deja caer sobre una manta abierta.

Ante la perspectiva de que se tiren encima y se monte un alboroto, Yaril·la levanta una mano. Tranquilidad. Hay suficiente. En primer lugar los más débiles -Dudáis que haya bastante para todos... es posible que haya para como mucho, la mitad.

Varken, que era quien los había organizado, comienza a repartir la comida. El Capitán también contribuye a mantener el orden... en la medida que puede. Hoglerruk aún se está peleando con la telaraña, para cortarla y despegarla de la elfa, sin dañarla.

Muchos de los prisioneros están tremendamente traumatizados, particularmente las mujeres y algunos de los hombres torturados, que probablemente no fuesen militares ni marineros, y los hubieran apresado bien como pasajeros, o en tierra.

Sophie canturrea 'arena' hasta que Riley le pregunta. Entonces piensa, deprisa, como siempre, pero para cuando tiene algo que decirle, Mólor ha disparado, interrumpiendo su hechizo y después la sacerdotisa le 'remata'.

Es sorprendente la flexibilidad que tiene la madera en este mundo y la tensión que es capaz de acumular sin partirse. Me pregunto si será por la humedad ambiental, o será algún tipo de madera autóctono.

Conforme bajáis a echar una mano, Sophie cuenta los prisioneros y trata de hacerles una rápida evaluación visual.

Las mutaciones de estas gentes son homogéneas y aparentemente estables, hay unas pocas mutaciones, pero los que las compartes son muy parecidos entre sí. Además, muchos, a juzgar por la batalla de los barcos, el mutante de piel negra, y la rubia, tienen poderes... aunque lo llamen magia, o 'religiones'. Creo que en el mundo Antiguo habían varias religiones, pero no tengo constancia de que su credo desarrollase poderes así, por tanto deben ser poderes psíquicos internos, aflorados mediante ciertas técnicas, perfeccionadas con el tiempo, como la meditación, pero atribuidas a algún ser superior. En este caso, un Dios. 

Aunque dado lo extraño de todo esto, no podemos descartar entes más allá de nuestra comprensión, por supuesto... 

Oselle distingue rápidamente a los elfos y semielfos entre el grupo de prisioneros. 

Hay diez medio elfos y cinco elfos. De los elfos, dos son mujeres, y tres hombres.

Uno de ellos tiene muestras evidentes de haber sido torturado y se encuentra sentado, con cortes, moratones y la sus ojos plateados perdidos en ninguna parte. Tiene el cabello moreno y largo, y la piel clara, y es adulto. Cada poco tiempo tirita de dolor.

Otro de ellos parece haber corrido una suerte similar. Es joven, pero no un chico. Salvo las marcas de los grilletes en las muñecas y una oreja cortada, parece bien alimentado y en un estado mental mejor que su mayor. Tiene la piel morena y bronceada y el cabello moreno y largo, con ojos color verde.

El último varón elfo parece algo mayor, y aunque famélico y cansado, está más activo y colabora con el capitán, habiéndose puesto voluntariamente bajo su mando. Tiene los ojos de un color gris metálico, el cabello oscuro y la piel clara. Parece tener heridas cicatrizadas debajo de los harapos.

De las dos mujeres elfas, una es la que está siendo liberada por el bárbaro humano. Está en un estado de desnutrición y deshidratación crítico, apenas puede moverse por sí misma y las costillas son apreciables a simple vista donde los harapos ajados no la cubren. Nada parece importarle lo más mínimo, y sus ojos dorados miran al suelo con indiferencia, sin atender ni escuchar al humano que la da ánimos. Tiene la piel clara y surcada de moratones, y el cabello dorado y completamente descuidado.

La segunda elfa muestra un vientre bien abultado, y está tumbada descansando, tratando de tranquilizarse, mientras un semielfo y un humano se quedan a su lado buscando una forma de acomodarla. Debe estar pasada la mitad del tiempo de gestación, y mira al techo esperanzada, pero muy nerviosa. Sus ojos son azules, su piel clara y su cabello moreno y largo. Habla con el semielfo a menudo, y sonríe.

Los ocho semielfos y las dos semielfas están en un estado similar, y aunque ninguna de las semielfas está en un estado tan lamentable como la elfa rubia, ambas están embarazadas, una apenas, y la otra debe estar a muy poco tiempo de dar a luz. También entre los medio elfos parecen darse esas tres etnias que ha apreciado en los elfos, aunque entremezcladas con rasgos humanos, y a veces con unos rasgos élficos muy poco marcados.

La humana ha estado largos minutos orando salmos y haciendo gestos con las manos. Tardaba tanto, que si no fuera por su rostro de concentración y tranquilidad, pensarías que no le estaba saliendo, fuese lo que fuese que iba a hacer. Sabes, por tus estudios, que ese era un hechizo de sacerdote. Ningún mago ha conseguido replicarlo, así como hechizos de curación. 

En cuanto al hechizo del drow, sospechas que estaba lanzando Oscuridad, pero dado que no lo terminó... es difícil saberlo.

Y por supuesto, por lo que respecta a la batalla, hay otro sacerdote que apoya a los amnianos, y al menos dos sacerdotes en el bando enemigo, una mujer de holgadas ropas turquesa y un tridente, y un hombre con barba, armadura de escamas y una maza pesada a dos manos.

Además de ellos, hay varios magos por cada bando. En el caso de los amnianos, crees que son humanos o semielfos, y van de uniforme. En el caso de los piratas, son una amalgama de razas.

Los conjuros que se ven yendo y viniendo son de tipo daño directo, mientras que los de los sacerdotes piratas alzan muertos vivientes o convocan horrendas criaturas.

Apunto con cuidado a la cabeza del elfo cuando por la mira del rifle veo que cae por sendos ataques de Mólor y Yaril·la. Una bala que me ahorro... pienso bajando el arma y amartillándola para sacar el proyectil de la recámara y volverlo a colocar en el cargador.

Mientras desciendo hacia los prisioneros, mirando de soslayo el arco de Osellë, empiezo a hablar en voz baja, como si lo hiciera para mí mismo.

- Supongo que esa madera habrá salido de algún arbol joven y la habrán tratado convenientemente - digo. - Wichita me contó que antes en Kansas había mucho más que los cactus que vemos ahora y que hacían las casas de madera... - Miro el mar, o la escasa extensión de él que se puede ver desde la cueva, y luego los barcos. Parece que mi abuela no se equivocaba tanto como yo había pensado, después de todo. - Pero no debían ser tan comunes, porque los antiguos inventaron los materiales compuestos, aunque ahora ya no podamos fabricarlos - añado mostrando mi arco de fibra de carbono como ejemplo.

Cuando llegamos al camino, observo a los prisioneros.

- Sí, parece que sus mutaciones están bastante generalizadas. Supongo que por eso se empeñan en diferenciarse como si fueran razas. Pero ya sabes lo que decía mi abuela, si pueden tener hijos son todos humanos - contesto a una voz invisible. - ¿Tú crees? Es posible que hayan ritualizado sus poderes de una forma que les resulte más eficiente - digo mirando brevemente a Mólor, recordando los gestos que usa para lanzar sus conjuros, - pero... ¿religión? He conocido a algunos nómadas que decían que la caída había sido un castigo divino y pretendían expiarla, pero dudo que usar un cilicio les dé más control de sus poderes. Pero tienes razón, ¡véte tú a saber! Filias más raras hemos visto...

Con cuidado, me acerco hasta el agua y, cuando estoy a medio metro muevo mi hacha hacia ella. - Increíble... - digo, esta vez en voz alta. Lentamente recojo mi arma y me llevo unas gotas del preciado líquido a la boca. - Pero... ¡está salada! - digo con sorpresa. - ¿Cómo hacéis para poder beberla, entonces? - pregunto. Los procesos de desalinización que conocemos en el Iowa son bastante rústicos, aunque algunas veces los exploradores los han utilizado para potabilizar algún charco que había disuelto parcialmente la roca caliza en la que lo habíamos encontrado. Evaporar el agua con fuego o poderes psiónicos era posible, aunque al volverse a condensar, ya potabilizada, solía estar bastante caliente incluso para lo habitual en el desierto.

Observo el barco desde lejos, nervioso. - Claro, la madera flota y tenéis suficiente como para hacer cosas de ese tampaño. Pero el USS Iowa es metálico, así que igual Wichita no tenía del todo razón. Después de todo, el metal sí se hunde. - Claramente, no tengo mucha idea de flotabilidad y, si alguien en mi mundo recuerda el principio de Arquímedes, yo no lo he escuchado nunca.

Pensando en mi antiguo hogar y en los conocimientos que muchos de mis compañeros podrían aprender aquí, vuelvo a centrarme en mi actual acompañante.

- Sophie, tenemos que hablar. ¿Qué demonios ha ocurrido? Me avisaste de un ataque inminente y de repente me encontré en este mundo. ¡Y luego apareciste tú! Bueno... no apareciste... ¡ya me entiendes! Pero necesito una explicación. Sencilla, que nos conocemos. ¿Por qué te fuiste? ¡Te dije que pensaríamos qué hacer, pero no me hiciste caso! ¿Qué ha ocurrido?

Un semielfo bastante anciano ve cómo el hombre de ojos blancos toma agua del mar y enarca una ceja. Tiene algunas heridas de paliza, y aunque a pesar de su edad se encuentra saludable, no es digno rival para un pirata vigoroso.

¡Pues claro que está salada! Exclama. Es el océano! Al mirar a Riley, se da cuenta de que no sabe muy bien de qué va todo.

¡Chico! Dice con una risotada cansada ¡No sé de qué mundo vienes, pero ni el agua del mar se bebe, ni el metal flota!

Sophie guarda silencio mientras Riley habla, en algo que podría interpretarse como un suspiro resignado.

Tenía certeza de mi muerte, y de tu implicación en ella. Por eso necesitaba alejarme de todos. Tal vez si me alejaba de ti no muriera, o tal vez me matasen igual, pero sin poner el peligro a nadie. 

No "Vi" -probablemente por mis propios nervios- la muerte de nadie más, así que preferí encontrarme a solas con la muerte. De nuevo dejó una pausa

¿Qué ocurrió? Me alejé unos kilómetros y busqué refugio. Unos Torstein me localizaron, y cuando intenté escapar me pegaron un tiro. Mientras veía mis vísceras esparcidas por la arena noté tu presencia. Era la primera vez que tenía alguna manifestación psíquica que no fuesen visiones. No sabía cómo controlarla, tengo los conocimientos, pero no la práctica, y mi estado no era apropiado. Así que comencé a gritarte, pensando que tal vez podría "mandarte" lo que estaba viendo y sintiendo para que advirtieras al clan.

En cualquier caso eso no reviste demasiada importancia. Al fin y al cabo soy yo la primera perjudicada por mis acciones...

Su voz, ahora que la cosa está más calmada, comienza a sonar triste, pero es gracias a que está emitiendo pensamientos, y ésos no los puede disimular tan fácilmente como su tono de voz monocorde.

Bueno... y tú también, como daño colateral al terminar con una polizona en tu mente. Si en algún momento te resulto una molestia... Por adelantado te pido disculpas. Espero poder librarte de mi verborrea antes de ser una verdadera carga. Al fin y al cabo estoy muerta, tampoco debería estar aquí. No soy ahora muy diferente de un parásito, si lo piensas bien. No puedo vivir afuera, y para subsistir te nublo el juicio, te impido, y quién sabe si no tendré más efectos negativos a largo plazo.

Volviendo al tema... Puedo ver y oír todo lo que ves y oyes tú, y desde hace un rato oler también, aunque aún no he saboreado ese agua salada. Siento como si me estuviera 'integrando' en tu cuerpo, y no sé si eso es bueno o malo, o si algún día simplemente desapareceré sin más, expulsada por tu subconsciente, o peor, sea mi subconsciente quien engrillete tu mente.

Son opciones horribles, y la única prevención de daños mayores sería mi extirpación, si bien no sé cómo proceder. Dudo mucho que ni con la magia de estas gentes se me pueda conseguir otro cuerpo, y aunque así fuera, alguien tendría que ser 'neutralizado' para que yo pudiera habitar su cuerpo, y no dejaré que nadie pague por mi estupidez.

Al preguntarle sobre lo que ocurrió, Sophie ha empezado a venirse abajo. Trata de cambiar de tema, pero al momento le vuelve el pesimismo.

Riley tiene un par de rápidos flashes en primera persona. Uno en el que está tumbada de lado en el suelo sobre un charco de sangre, con las manos rojas de haberse tocado la herida, y un enorme agujero (Era una niña pequeñita) en el vientre. Hay pedazos de vísceras esparcidos aquí y allá... Entonces el flash añade una inyección intensa y absolutamente desagradable de desesperación y dolor que hace temblar las piernas de Riley.

El segundo Flash es aún más inquietante. Se trata de una colosal estructura, de probablemente más de cien metros de altura, compuesta de un sólido muros y multitud de torres, que se alza sobre un acantilado ante un mar embravecido. La vista es nocturna y no ofrece muchos detalles, pero hay luces en ventanas, y el muro tiene una sólida puerta de dobles alas, por la que se sale hacia el camino que lleva a tierra firme.

Sophie nota algo en tí.
¿Qué sucede? Pregunta inquieta

Finalmente la batalla había terminado y con ello, sumaba una más a mi listado. Algo que sin dudas no me hacía mucha gracia, era alguien que podía luchar por una causa noble y tal vez interesada, de esta forma sentía que era una guerrera y no una exploradora que siempre he sido.

Lo mío eran los bosques, explorar rastros y disfrutar de la soledad que solo el silencio de aquel mágico lugar podía brindarme. Lejos estaba de todo aquello y ahora comenzaba a extrañarlo un poco, tal vez la sangre derramada hacía mella en mi pese a toda circunstancia. 

Ahora con mi arco en la mano, desciendo de forma grácil y liviana hasta donde se encontraban los prisioneros. Escucho los diálogos del Edaín y enarco una ceja, no sabía si me hablaba a mi por momentos o a él mismo, sin dudas muy bien no estaba mentalmente por sus acciones. Sin embargo, no dije nada, venía de otra tierra y podía comprender su sorpresa con respecto al entorno. 

Ya de pie, con Sul a mi lado, observo minuciosamente el aspecto de los elfos y semielfos. Intento ayudar a Yaril- la cuando les ofrece agua y comida para que no se enloquezcan al alimentarse. - ¿De dónde provienen?- pregunto al elfo que tiene la oreja cortada, me interesaba conocer su tierra y no pude evitar sentir empatía por la gente de mi raza. 

El elfo mira a Osellë. Está cansado, pero esperanzado. Le has visto hacer algunos gestos similares a breves oraciones, más que a hechizos mágicos. Varios somos de Suldanessellar Responde en élfico, como si no tuviese que explicarle a ningún elfo dónde quedaba ese lugar. Otros convivían con los humanos de Amn o Tezhyr, y navegaban con ellos.
Los piratas atracaron en una cala del Wéldazh -De nuevo sin mayores explicaciones- y cortaron árboles para reparar sus navíos, intentamos expulsarlos, y... aquí terminé. Miró a las mujeres y de nuevo a Osellë Ellas... necesitanayuda... Ángharradh va a tener mucho trabajo con ellas.

Ese drow Dijo haciendo un despectivo gesto al elfo de piel negra Se ha ensañado especialmente con las mujeres,  Es un vheronita, pero igual de despreciable que los demás... Suspiró y miró a la elfa de nuevo. Perdona mis modales... Soy Ciril Naesme. ¿Tú eres...?

Escucho con atención al elfo, no tenía ni la más remota idea de todo aquello que nombraba pero denotaba interés en sus explicaciones. - Mi nombre es Osellë, no soy de aquí... En realidad provengo de Aman, un lugar que es muy probable desconozcas. Él es Sul, mi lobo y amigo. - me presento a través de una melodiosa voz en élfico mientras el lobo da un paso al frente, apoyando su cabeza sobre mi pierna para recibir una caricia de mi parte. 

Asiento cuando menciona que las elfas necesitan ayuda, lo cual le dedico una mirada a Yaril- la porque ella es quien puede curar. - Descuida, haremos todo lo que esté a nuestro alcance. Lamentablemente desconozco la situación, siento mucho ser una extraña en este lugar pero cierto es que aparecí a través de un portal. Todo el grupo en verdad pero venimos de diferentes lugares, algunos más raros que los otros. - continúo explicando en mi lengua, de forma tranquila para brindar confianza.

- ¿Drow? ¿Te refieres al elfo de piel oscura? En mi tierra no los he visto, desconozco. - pregunto inundada por la curiosidad. Más información, mejor podía comprender este lugar. 

¿Un portal, aqui? Eso sí que no me lo esperaba... Ciril parece algo sorprendido, y valora qué contar y cómo contarlo. Bueno.... 

Suldanesselar es una ciudad élfica oculta en el bosque de Wéldazh, que linda al norte con Amn, y al sur con Tezhyr. Aunque nominalmente es parte de Tezhyr, en la práctica es territorio élfico y druídico. Hay... viejas tensiones con Tezhyr, que los más mayores no consiguen sacarse de la espalda, y Amn tiene una política bastante expansionista, así que se los mantiene a raya. Políticamente, quiero decir. 

En cuanto a Aman... no me suena, pero si allí no se conocen los drow, enséñame el portal, que nos volvemos juntos Dijo medio en serio, medio en broma. Los drow fueron castigados hace milenios por el dios Corelon, cuando apoyaron a la diosa Aroshni en un intento de asesinarle. Desde entonces, Aroshni es una psicópata diosa-araña llamada Lolth, y ella y sus diabólicos seguidores prácticamente gobiernan la Infraoscuridad, la red de cuevas bajo el mundo, bajo el puño de hierro de las sacerdotisas... Y pretenden hacer lo mismo en la Superficie, y exterminar a los elfos por el camino. Afortunadamente, se dice que pasan más tiempo matándose entre sí que dedicándose a su... 'misión divina' 
Suspiró y aceptó un sorbo de agua que le ofrecía Varken, que continuó hacia otros prisioneros. Vhaerun es otro dios drow... no sé mucho de él, pero por lo que he visto de ese seguidor, me inspira la misma simpatía, y parece tener el mismo cariño por la raza élfica que los loltitas. Se señala la oreja cercenada, vendada con un vendaje que le cubre parte de la cabeza.

La victoria es de los fuertes y los débiles yacen en el suelo partidos por la mitad mientras que sus tripas decoran las rocas de la bahía escondida.

Ese pensamiento decora la mente del bruto al compás de su andar hacia el borde del agua. En su trayecto Thosk! va recogiendo todo el acero que puede. Armas, escudos, yelmos, petos, lo que sea útil para el futuro herrero que forjará las maravillas prometidas para él. - ¡Jo, Jo, Jo... hoy ser el día! ¡Jo, Jo, Jo! - canturrea felizmente con los brazos llenos de objetos de batalla metálicos.

Algunos trastos son pateados por él hacia adelante para no dejar nada atrás pero al llegar al grupo de esclavos y demás compañeros y aliados el gigante descubre la increíble inmensidad acuática. Pese a ser una bahía oculta en una caverna es demasiada agua de una sola pieza, aun para un Athasiano proveniente de una ciudad con fuentes en los barrios ricos.

Thosk! podría haber escuchado las conversaciones circundantes, podría haber descansado sus músculos o simplemente podría haber capturado una esclava para él pero nada de eso sucedió. Con la mirada perdida en el suave oleaje el bruto se despojo de todas sus pertenencias mientras retrocedió algunos metros del borde del agua, y a continuación cargó con todas sus energías hacia el borde y saltó al agua con toda la euforia posible.

- ¡Hooooyy serrrr ellll diii....! - y no llegó a terminar su frase porque impactó con fuerza de mil cometas el agua. Entonces una pared de agua fluyó en todas direcciones salpicando y mojando a todos los que se encontraban cerca.

El único problema del bruto ignorante es el desconocimiento sobre la necesidad de saber “nadar”. Algo completamente ignorado en Athas.

La batalla continuaba en los barcos mientras un semigigante se daba un chapuzon... 

De nuevo, el virote fue directo hacia aquel elfo oscuro, impactándole con fuerza en el costado, pero, de nuevo, aquel extraño elfo no solo sobrevivió a dicha herida, sino que incluso intentó responder con un hechizo, aunque al parecer las heridas empezaban a hacer mella en él, pues no consiguió acabarlo, y antes de que pudiese intentar hacer algo más, la sacerdotisa disparó su propia ballesta, impactándole con tal potencia que lo lanzó contra la telaraña donde quedó inerte. Y mientras tanto, en cuanto al resto de los piratas, los pocos que no habían muerto a manos de mis compañeros estaban ya huyendo a toda prisa, por lo que al menos, en aquella parte, la batalla había acabado, así que volví a guardar mi ballesta y me dirigí con el resto hacia donde estaban los prisioneros.

¿Con quién habla?- me pregunté al escuchar a Riley, que parecía estar teniendo una conversación sin demasiado sentido con alguien que no estaba allí. De todas formas, si venia también de otro mundo, era probable que allí, esa forma de actuar fuese corriente, por lo que decidí ignorarle en la medida de lo posible mientras continuaba el descenso hasta los antiguos rehenes.

Están mejor de lo que esperaba- pensé al ver al casi medio centenar de personas que había, pues a pesar de que varios tienen heridas de torturas, interrogatorios, palizas o combate, en comparación con el destino de los prisioneros capturados por los ejércitos de la Sombra, estaban en buen estado. Claro que mi atención, más que en los prisioneros, se centraba en la sacerdotisa, que por lo que veías, estaba intentando realizar uno de los hechizos sacerdotales que se habían perdido tras la Caída, creando al terminar, agua y comida de la nada -Si eso es algo común aquí, es que mi propio mundo está en verdad muy lejos de aquí- me dije pensando en lo diferentes que hubiesen sido las cosas en mi mundo de no haber perdido aquello mientras me acercaba hacia donde había conjurado todo aquello con intención de ayudar… al menos, hasta que una pequeña explosión proveniente de la batalla en los barcos atrajo mi atención.

Es…- murmuré sin saber muy bien que pensar al ver el desarrollo de la batalla, y como varios hechizos eran lanzados en uno y otro bando. Hechizos que reconocía, eran varios de los hechizos que los ancianos no me habían permitido aprender aun… algunos incluso estaban en los libros que intenté leer cuando me pillaron en el almacén.

He de aprenderlos- me dije, convencido de que si lo hacía, tal vez pudiese cambiar las tornas en la lucha contra la Sombra, tal vez lo suficiente como para permitir albergar algo de esperanza, tal vez…

¡¿Pero qué?!- dije al ser empapado de improviso por el agua que el semigigante salpicó al lanzarse al mar -¿Se puede saber que pretende?- me pregunté observando el lugar donde se había lanzado -En fin... ¿no deberíamos ayudar?- pregunté señalando en dirección a la batalla mientras intentaba ignorar el agua que me empapaba por completo. Suponía que que contra antes terminase, antes podrían aquellos magos enseñarme los secretos que me habían estado vetados en mi mundo... y antes podría alejarme del bruto aquel.