Partida Rol por web

Ardhun se quedó mirando a Mol mientras pensaba.

Había añadido a Grummsh por quitarle un poco de hierro, una pequeña broma, pero ni siquiera ha pestañeado... Cualquier Amniano con un mínimo de cultura conoce el nombre de Grúmsh... y más alguien que haya estudiado con mentores de Azut... -Frunció un poco el ceño y se puso en pie- No es más que un impostor. Si al menos hubiera confesado.... pero no, no tengo tiempo para esto.

Bueno, pequeño ladronzuelo. No sé qué quieres de mi, pero no tengo tiempo para esto. Haber robado un libro no te convierte en mago. Terminó de recoger las cosas y se dispuso a marcharse.

El bruto prefería pelear contra un grupo de elfos nómadas a permanecer allí un solo día mas y tener que aguantar el vaivén de las aguas. Por lo visto allí había deidades opuestas aunque todos viajan entre una estrecha paz.

Por otro lado Thosk! jamas había imaginado tanta agua junta. Una cosa era una fuente, un canal de riego, un pozo de servicio pero un océano era algo impensado para él.

Durante las noches, y algunas veces en el día también, el gigante ataba a su cintura una cuerda como si fuese un cinturón extra y la otra punta la amarraba al mástil de la embarcación.

El viaje solo era rutina y aburrimiento hasta que escuchó el plan de aquellos marineros. Planeaban robar comida de la cocina.

Casualmente ese día Thosk! había despertado con pensamientos iracundos junto a las terribles ansias por abandonar el barco -cosa mas que imposible por el momento- y malhumor. Por un instante dudo en delatar a esos tres sujetos pero luego ideo un plan un tanto excesivo.

Cuando vio pasar a uno de esos marineros Thosk! simplemente lo empujaría con todas sus fuerzas fuera del barco. Habría una boca menos para alimentar y más ración para el por el “buen gesto”.

- Je Je Je - crujía sus dientes y reía como un demente al descubrir a su victima trabajando en la cubierta. Entretanto Thosk! ajustaba la soga anudada en su cintura y se preparaba para el homicidio.

Mierda- maldecí al ver que el tipo decidía marcharse a causa de mis mentiras. Eran demasiadas las cosas que desconocía de aquel mundo como para poder mantener una mentira demasiado tiempo, así que si quería evitar que se marchase, las únicas opciones eran, intentar engañarle con una mentira aun mayor… o decirle la verdad.

Está bien, te he mentido, ni aprendí magia por mi cuenta ni tengo ni la más mínima idea de que o quien es Azut…- le dije en un intento de detenerle -Pero lo de que soy un mago es cierto, puedo demostrártelo si quieres, y si no me crees, la sacerdotisa Yaril·la puede confirmártelo- añadí -Y respecto a por qué he mentido…- empecé a decir, deteniéndome unos segundos para decidir qué hacer.

Si le digo la verdad puede que haya problemas, a juzgar como lo ocultó Yaril·la…- pensé -Pero si quiero averiguar cosas durante el viaje, y descubre que le he vuelto a mentir, perderé cualquier oportunidad- me dije.

Fue la propia sacerdotisa la que quiso que no dijese la verdad, así que cuando preguntaste, tuve que inventar algo rápido- le dije en voz más baja para evitar que otros nos escuchasen. Al fin y al cabo, aquello era más o menos verdad, y no quería problemas para Yaril·la -Si quieres la verdad tendrás que guardar el secreto- le dije.

Ardhun cogió aire y lo dejó ir poco a poco, aunque de algún modo, Mólor había conseguido captar su atención.

Está bien... aprendiste magia por un mentor, y nunca has oído la palabra Azut. Dijo como si le pareciera incongruente. Azut. El Dios de los Magos, el mago supremo... Y ni te suena. ¿Dónde se supone que aprendiste...? Y ya que estás, ¿Podrías hacer aunque fuera un sencillo truco? 

Bueno, al menos no se ha ido- me dije al verle detenerse.

¿Dónde?- pregunté -Bueno, eso es parte del problema… pero digamos que todo lo relacionado con el panteón se olvidó hace tiempo- le dije sin entrar en detalles -Y… ¿una demostración aquí?- pregunté mirando alrededor -Supongo que al capitán lo le gustará que agujeré el barco… otros que podían servir los gasté con los piratas… y tampoco es cuestión de asustar al resto…- empecé a murmurar -¿Te basta con quedarte un rato a oscuras?- le pregunté, aunque sin esperar respuesta alguna, puesto que antes de que contestase ya estaba buscando el conjuro en el libro para lanzarlo.

Uno de los tres marineros, en sus labores de limpieza -Y limpiaban mucho, para mantenerse ocupados- pasó junto a Thosk, intentando mantener una distancia mínima, pero sin tenerle miedo. Era un liberto, así que no esperaba un ataque por su parte.

En la cubierta siempre había gente, y este momento no era una excepción. Aunque se encontraban con sus tareas, otros cinco marineros estaban en la cubierta, moviendo cajas unos cuatro, y otro ordenando unas cuerdas. Ninguno era otro de los cómplices.

Mirando el mar nocturno, dos libertos charlaban junto a la baranda. Uno de ellos se encontraba muy mareado, el segundo lo apoyaba.

Ardhun se apartó del espacio oscuro y comprobó que mantenía todas sus pertenencias.

Está bien... eso ha sido Arcano. Dejó unos segundos de silencio. Te escucho.

Parecía mitad alerta y mitad expectante, pero desde luego había logrado captar su curiosidad... Aunque aún podía ser un elaborado truco. 

De ahí la alerta.

El marinero se aproxima con los enseres de limpieza, quizás pensando en tierra firme y sus gracias en la taberna. Para su mala suerte no sabía lo que estaba por suceder.

Entonces Thosk! Se lanzó sobre el tipejo listo para levantarlo por los pies, atarlo como a un matambre y lanzarlo por la borda a que moje sus ideas. Luego lo izaría para que confesase frente a los demás tripulantes.

Si algún descerebrado intentase detenerlo, Thosk! usaría todo tu tamaño para disuadir.

Bueno, es un comienzo- me dije al ver cómo, aunque parecía seguir alerta y desconfiado, había decidido quedarse… de momento, al menos.

Bien…- empecé, pensando en cuanto podía decir y que era mejor callar -Supongo que será mejor hablar sin rodeos- concluí -Vengo de muy lejos y no tengo ni idea de cómo he acabado aquí, y si a eso le sumas que eres el primer… ¿practicante? que he visto en mucho tiempo…- le dije, lo cual no era mentira… claro que tampoco es que fuese exactamente verdad, pero no era mentira -Supongo que no pude evitar acercarme- le dije con un encogimiento de hombros.

Los marineros que vieron a Thosk cómo hacía lo que hacía se alarmaron enormemente, pensando que quizá lo dejaría morir. El marinero fue cogido por sorpresa y nada pudo hacer por evitar al gigante, salvo gritar y patalear.

Cuando los demás trripulantes vieron que el marinero ladrón estaba vivo, aunque terriblemente aterrorizado, terminaron de rodear a Thosk con sus armas desenvainadas (Aunque sin muchas ganas de realmente atacarlo).

Muchos otros marineros se estaban reuniendo, esperando el desenlace que preveían violento y sangriento.

Eh!! Dijo uno de los marineros de mayor rango. ¡Déjale en paz en la cubierta! ¿Se puede saber qué mosca te ha picado!???

Ya.... Dijo el mago, y tomó aire.

Si vienes de otro plano extraño, poco podré ayudar, pero haré lo que pueda.  Carraspeó. Veamos, cuéntame lo que sepas sobre la cosmología de tu mundo, sus dioses y sus criaturas. Veremos qué podemos hacer.

Cuando los marineros se escandalizaron por su compañero lanzado fuera de la borda significo que habían captado la atención de Thosk!. Entonces el bruto devolvió al ladrón a la cubierta de un fuerte tirón. El tipejo dio un giro en el aire y aterrizo sobre una pila de cuerdas así amortiguando el golpe.

Entonces el bárbaro hablo para aquel que lo amenazaba.  Eso sí, lo hizo con ímpetu. – Thosk! Escuchar a esta rata de agua. Él y otros dos pensar en robar el almacén. – luego el bruto se dirige al ladrón - ¡Confesar rata inmunda o Thosk! Lanzar al fondo del mar! ¡Confesar ahora! – termina gritando muy cerca del rostro del ladrón atado mientras intenta doblar un arpón con las dos manos. 

¡¡ES CIERTO ES CIERTO!!!! Grita el ladrón a pleno pulmón, desgañitándose, como si quisiera que se enterase todo el barco. ¡¡LO TENIAMOS PLANEADO ES VERDAD!!!! ¡¡POR FAVOR NO ME TIRES AL AGUA POR FAVOR!!!!!

El resto de marineros, que quizá esperaban que el 'ogro' se hubiera vuelto loco, se sorprenden descubriendo que, muy a su manera, el gigante lo que quería era desenmascarar un robo. El oficial hace un gesto a todo el mundo para que bajen las armas, y pregunta por la identidad de los otros implicados. El marinero confiesa todo sin saltarse ni una coma. El plan era bueno, muestra una debilidad del sistema de racionamientos, de manera que es cierta la versión que está dando el ladrón. Cuando ha terminado, el oficial mira al gigantón y asiente.

Gracias, pasajero. La próxima vez... basta con decirlo de todas formas. Aunque quería dar aspecto de seriedad, no se le pudo evitar escapar media sonrisa Desátalo, nos encargamos nosotros... Siempre hay castigo para los ladrones a bordo, y premio para los que ayudan a descubrirlos.

El bruto sonríe satisfecho ante la confesión del marinero ladrón y la aceptación del oficial. Él pudo haber sido algo bruto en su obrar pero el resultado fue el esperado.

¿Thosk! Tener premio? – pregunta el bárbaro tras fregarse las manos en espera de un premio fantástico. Una media sonrisa cómplice se dibuja en su rostro.

Luego desata al bribón y lo entrega al oficial. Finalmente el semigigante toma asiento en la cubierta y vuelve a jugar con la barra que apenas doblo. Él está preocupado que el aire de mar lo haya reblandecido…

Me quedé callado por un instante, pues no había tenido intención de desvelar que realmente no provenía de otro mundo… claro que por otra parte, teniendo en cuenta lo que le había dicho sobre mí, tampoco es que fuese demasiado difícil llegar a esa conclusión.

En fin…- dije suspirando -¿Cosmología? ¿Dioses? Esas son cosas en las que nadie piensa en el lugar de donde vengo…- le dije -Al menos no desde que hace miles de años un dios oscuro descendió a nuestro mundo y nos aisló del resto de los planos…- le expliqué -Para ser honestos, ni siquiera debería ser posible que nada ni nadie abandone o entre en Aryth… y sin embargo aquí estoy. Ahora tengo que encontrar la forma de regresar- añadí.

Me encojo de hombros en respuesta a Sophie, aunque un momento después me doy cuenta de que ella no puede ver el gesto. Pero, ¿podrá notarlo de cualquier forma?

- Yo de dioses no entiendo, pero se lo puedo preguntar a Yaril·la - pienso sabiendo que al menos eso ella sí puede escucharlo. - Y sí, quiero hablar con ella, pero antes tendría que asegurarme de que nuestra situación no es anatema para ellos. Lo último que me apetece es que nos dejen al sol para que nos coman los insectos - digo repitiendo un modo de ejecución de un grupo religioso nómada que pasó cerca de Iowa. Wichita me dijo entonces que antes quemaban a los que consideraban herejes, pero con la escasez de madera para hacer una pira sencillamente les dejaban quemarse bajo el sol abrasador. Ninguna de las dos formas me pareció una forma agradable de morir; si es que hay alguna que se pueda describir así. - Pero podemos matar dos pájaros de un tiro... - añado hacia Sophie utilizando un antiguo dicho; en mi mundo ya no se ven dos pájaros juntos muy habitualmente, ni hay balas suficientes para desperdiciarlas con ellos.

Tambaleándome por la cubierta del barco no puedo sino preguntarme por qué esta gente vivirá en estas estructuras teniendo tierra firme. Claro que puede ser que lugares como el que hemos llegado no sean tan comunes y estemos en un mundo cubierto por agua. Negando con la cabeza ante la futilidad de tratar de imaginar las posibilidades que puede ofrecer este mundo, busco a la paladín con la que hemos venido hasta aquí.

- Yaril·la, te estaba buscando... - empiezo con voz ligeramente entrecortada por el mareo. - Hay muchas cosas que no conzco de vuestro mundo, pero todos habláis de diferentes dioses. En mi tierra la gente a penas tiene para comer, así que pocos se preocupan por esos temas. ¿Podrías contarme algo sobre ellos? Es probable que me ayude a entender este lugar un poco mejor... - Comento. - Por ejemplo, he notado que las mutaciones que permiten manipular el entorno son habituales, pero vosotros las llamáis "magia" y las relacionáis directamente con un dios. ¿Qué influencia tienen los dioses? Para algunos que he conocido sencillamente acogían las almas de los muertos, ¿vosotros créeis en eso? ¿Qué ocurre con la gente cuando muere? ¿Pueden esfumarse sin más, ir a otro mundo dependiendo de sus actos...? - De repente dudo. Los recuerdos de la muerte de Sophie acuden a mi mente, pero... ¿y si yo mismo he muerto? ¿Puede ser esto lo que algunos llaman cielo, infierno o purgatorio? No parece una opción tan descabellada ahora mismo. Con esfuerzo, consigo concentrarme para terminar la pregunta. - Otros creen en la reencarnación, que el alma de un muerto pasa a ocupar otro cuerpo. ¿Qué pensáis en este mundo al respecto?

Yaril·la asiente escuchando a Riley. Es la primera vez que puede ver a la sacerdotisa sin su armadura de batalla, aunque mantiene su espada al cinto.

Cuando ve que la charla con Riley va a ir para rato, sonríe y le ofrece sentarse en un lugar más o menos apartado, en la cubierta, cerca de la proa, junto a una balista. 

Bueno... verás, insistes en llamarlos mutaciones, pero es que... simplemente, no lo son. No soy ni más, ni menos humana, ni una humana diferente para poder usar estos dones. Los dioses son reales, y ofrecen esos poderes a cambio de su veneración. Existen, caminaron por el mundo y dejaron tanto prodigios como destrucción a su paso. 
Lo que llamas mutaciones son... otra cosa. Por ejemplo, hay una especie peculiar de ogros que tienen poderes psíquicos, o los drow pueden, de forma innata, generar oscuridad a su alrededor, y como ésos bastantes otras criaturas, los gnomos, por ejemplo, pueden hablar con animales breves periodos de tiempo... 

Pero los hechizos divinos no tienen nada que ver con eso. Si yo fuera cruel con los desarmados, por ejemplo, o adorase a otro dios de las batallas, perdería mis hechizos. 
Se recolocó un poco, acomodándose sentada en un arcón con repuestos básicos de la balista, y buscando en el cinto una botella pequeña de vino, a la que le dio un trago y luego lo ofreció a Riley.

Según la práctica que tengas, y el favor de tu deidad, puedes rezar para obtener determinados conjuros más poderosos, o más conjuros al día... Desde reparar armamento, hasta resucitar a los muertos, pasando por mover las olas o invocar criaturas del cielo o el infierno. No son 'poderes' concretos y bien delimitados como los de los ogros psiónicos, los gnomos, o los drow.

Luego está... la Magia. La Urdimbre, esto es... Bueno, verás. La Urdimbre lo cubre Todo. Es un tejido mágico que no se puede apreciar con los sentidos normales, pero que permite que los poderes de los dioses lleguen a nosotros sus seguidores. Algunas personas, mediante el estudio o aptitudes innatas, pueden acceder a ese poder y dominarlo. A eso se le llama Magia Arcana, o el Arte. Sus poderes son inmensos, y aunque me duela reconocerlo, no tienen mucho que envidiarle a los poderes divinos, sin embargo... los magos no tienen porqué regirse por un código moral, sabes? Eso es lo malo, son imprevisibles.

Cuando Riley preguntó por la reencarnación, Yaril·la miró a los ojos blancos del mutante.

Bueno... ahí ya entramos en otro tema denso. Cada dios, o grupo de dioses en algunos casos... habitan en un Plano distinto. Es decir, en un mundo alternativo, donde las mismas reglas que rigen el mundo no tienen porqué ser iguales. Hay muchísimos planos conocidos, y seguro que cientos por conocer, pues bien... cuando alguien muere... Y ésto no lo digo yo sola, puedes preguntar a cualquier otro sacerdote... parece que solo estamos de acuerdo en eso... ehm... Bueno, tu alma viaja al Plano de la Fuga, donde Kélemvor, el dios de los Muertos, lo custodia hasta que la deidad a la que sirvió el Alma la reclama para llevarla a su Plano Divino, donde... permanecerá allí para siempre. Quienes han cambiado frecuente o caprichosamente de deidad a lo largo de su vida o han decidido no servir a ningún Dios, se quedarán en el gris plano de la Fuga eternamente. 

El destino de estas almas... está plagado de supuestos. Pero al menos Kélemvor no es el oscuro y maligno Dios de la Muerte que solía haber antes de que su poder sobre la Muerte le fuera arrebatado. Kélemvor fue un mortal, no hace demasiados años, de hecho.

Se acomodó, mirando a las estrellas un momento mientras pensaba cómo abordar el tema

Respecto a ocupar el cuerpo de otro... bueno, están las Posesiones. Magia peligrosa en la que un sacerdote o mago toma el control temporalmente de los actos de alguien. Luego están los fantasmas y otros espíritus que por algún motivo no han ido al Plano de la Fuga, y sus apariencias e intenciones son de lo más... variadas. Pero normalmente muy poco agradables. Algunos de éstos pueden tomar el cuerpo de una persona permanentemente, a veces consumiéndolo hasta su muerte, y otras abandonándolo cuando ya no lo necesita o no lo quiere. Las sacerdotisas y sacerdotes podemos extraer a esos espíritus de los cuerpos poseídos, y podemos destruirlos con más facilidad que los magos Arcanos. Sin embargo... Algunos clérigos y magos malignos juegan con la nigromancia. La práctica de reanimar a los cadáveres para que les sirvan, pero sin devolverles la vida, como esclavos autómatas sin mente. 

Le miró de nuevo.
Lo... preguntas por algo en concreto? ¿Crees que podrías ser un... reencarnado, o algo así? Se me hace imposible imaginar un mundo sin influencias divinas, la verdad...

 Todo esto es bastante más grande de lo que pensaba. Pensó Sophie. Aún no tengo claro si está loca y cree esas cosas... o este mundo puede ser tan diferente que eso sea así. ¿Resucitar a los muertos? Suena... interesante, pero incluso habiendo visto esos despliegues curativos todo este asunto de Dioses, Magos y Almas...

Dejó una pausa y preguntó. ¿Qué opinas tú? La pregunta parecía hecha como si ella ya hubiera decidido su opinión, pero quisiera una segunda desde el punto de vista de Riley.

Vaya vaya... interesante. Un Plano aislado del resto... Cuéntame más. Qué criaturas viven allí, cómo es el terreno, el aire, el sol y selune, cómo se comporta la magia... Y cómo llegaste aquí. ¿Con qué andabas trasteando?

El oficial asintió.

Sí, claro... Le consultaré al capitán. Supongo que más ración... Miró al frustrado ladrón. quizá la de ellos, o alguna paga, eso ya es cosa de él.

Unos marineros se llevan al compañero detenido, y aunque los murmullos se alargarán durante horas, la gente se despeja más o menos deprisa de alrededor del gigante.

¿Interesante?- pensé al escucharle describir así el lugar de donde venía -Se nota que nunca ha sufrido la guerra contra la Sombra- me dije.

¿Cómo llegué aquí? Ojala lo supiese, solo sé que me vi envuelto repentinamente por una niebla... y al momento siguiente estaba en una de las mazmorras de los piratas- le dije -Y respecto a las criaturas, las unicas de las que nos preocupamos en mi mundo, son las que acompañan a las hordas de orcos, trols y caidos que asedian mi hogar desde que la Sombra se hizo con casi todas las tierras, así que solo tenemos en cuenta el terreno, el sol y cualquier otra cosa para usarlo a nuestro favor en la guerra- empecé a decirle con la intención de que entendiese bien como era el lugar del que venía -Sólo el dios oscuro responde a los sacerdotes, y el resto de la magia apenas existe ya...- seguí diciendo -Soy el único mago y solo por...- dije deteniendome de golpe al darme cuenta de que estaba a punto de contar el origen de mi capcidad para la magia.