Partida Rol por web

Yaril·la ha estado atendiendo las heridas de los más graves, lanzando un único hechizo sanador al más herido de los antiguos soldados. Al resto, los estaba atendiendo de una forma más mundana, con vendas y cataplasmas, cuando el chapuzón del gigante la sorprende.

¿Será...!? Resopló, con el cabello mojado, y entonces escuchó a Mólor. Ante su pregunta, asintió.

Me encantaría -Dice en serio. No como toda esa gente que dice 'me encantaría' para quedar bien antes de poner cualquier excusa barata. Nada le gustaría más que luchar- Estamos heridos y no me quedan hechizos. Somos siete para proteger a cincuenta, y si nos lanzamos al ataque volvemos a dejarlos desprotegidos. Además, en cierto modo, vosotros también sois gente a proteger, aunque podáis defenderos vosotros mismos. Mi misión era encontrar una ruta alternativa hasta esta cala para abrir paso al resto de soldados... que en algún momento llegarán, supongo.

Pues si no se dan prisa, van a acabar antes de que lleguen- le dije mirando la batalla -Y si no vamos a ayudar…-  dije mirando a los refugiados y admitiendo para mis adentros que lo mejor era no atraer la atención de los piratas atacándoles por la espalda mientras estuviésemos con ellos -Al menos, movámonos arriba. Será más fácil defenderse en caso de que sea necesario y estaremos más cerca de los soldados cuando lleguen… supongo- añadí.

Además, una vez arriba, un disparo con la balista a donde se encuentran lso magos puede hacer que la batalla acabe mucho antes- pensé sin poder evitarlo.

Miro al anciano que se dirigió a mí sin ocultar mi sorpresa.

- ¿Tenéis todo esta agua... y no os preocupáis por poder beberla? - le pregunto con sorpresa, negando con la cabeza con incredulidad. Parece que el cautiverio le ha afectado la mente o que éste mundo es mucho más raro de lo que parece.

Observo a la elfa con su lobo, que tan sólo pronuncia una corta frase en un idioma comprensible antes de enlazarse en una conversación en su propio idioma con otro tipo con el que comparte mutaciones. Frunzo el ceño una vez más; he conocido gente tan celosa de su propio clan que se creía superior al resto y sin duda Osellë pertenece a ese tipo de personas, lo que la convierte en alguien peligroso para tener en un grupo tan variopinto como el que se está formando. En mi mundo la principal distinción que hay es sobre qué mutantes tienen acceso a poderes psíquicos, cuáles no o quiénes se consideran libres de la mutación, así que no nos preocupamos por la diferencia de razas. De hacerlo, seguro que la palabra racista acudiría a mi cabeza al pensar en la elfa.

Pero no tengo mucho más tiempo para pensar en la mujer, porque el gigante salta al agua con un grito. Sobresaltado, me veo por primera vez en mi vida completamente empapado de los pies a la cabeza. Wichita me dijo alguna vez que los antiguos usaban agua en vez de arena para limpiarse y, viendo este mundo, no parece del todo descabellado, aunque me pregunto cómo se quitarían los restos de la sal que quedan en mi rostro cuando agito la cabeza para librarme del agua.

- Ten cuidado - le digo a Thosk! - Como decía el anciano, el metal no flota y la gente tampoco está hecha para meterse en el agua - advierto ante mi imposibilidad para imaginarme a una persona nadando sin ayuda mágica.

Escucho la conversación entre Mólor y Yaril·la y asiento con la cabeza mientras miro con desconfianza la enrome masa de agua que no se puede beber. - Sí, será más seguro que volvamos a subir - les digo adelantándome unos pasos.

Cuando estoy algo más alejado del grupo, vuelvo a habar conmigo mismo, pues ya me he fijado en las extrañas miradas que me han dedicado cuando lo he echo en voz alta con anterioridad.

Asiento con mi cabeza ante la historia que me cuenta el elfo y sonrío un poco avergonzada cuando sugiere venir conmigo a mi tierra. 

-Por lo que he visto y me has contado, los problemas siempre están sin importar el lugar en donde estés. En Aman,  tenemos a Melkor un enemigo muy fuerte ya que nos acecha con su oscuridad, a través de orcos o cualquier criatura que sea capaz de destruir todo y también tuvimos una araña que nos quitó todos los árboles por así decirlo "sagrados". En simples palabras, Lo mismo que aquí. -la historia era parecida y comenzaba a comprender lo cruel que es la realidad a veces,  sin importar los años vividos, siempre es contra la oscuridad. 

-Con respecto al portal, solo te diré que una niebla me rodeó y apareci en este lugar junto con ellos. En teoría es un portal pero no sabemos nada al respecto. - me encojo de hombros, una ignorante por completo del tema. 

Y mientras conversaba con el elfo de forma animada,  escucho el sonido del agua y como esta me mojaba por completo, al fijarme que era el grandote,  mi ceño se frunce mientras aprieto el arco con fuerza pero sin prepararlo para atacar. En parte conteniendo mis intenciones de dispararle. 

Escucho a Sophie dentro de mi cabeza, algo más alejado del resto del grupo.

- ¡Torstein! Teníamos que haber acabado con ellos hace mucho tiempo... - maldigo cuando me entero de los culpables de su muerte. - Pero, ¡no tenías que haberte ido sola! En Iowa había mucha gente dispuesta a protegerte... ¡Maldita sea! ¡Yo mismo me estaba planteando irme del asentamiento unos días!

Escucho sus siguientes palabras y niego con la cabeza.

- Siento decirte que te equivocas... ¡Y nunca pensé que te pudiera decir eso a ti! Es evidente que no has muerto. Biológicamente sí, claro, pero si estás aquí, pensando, o yo estoy más loco de lo que pensaba o al menos una parte de ti sigue viva. - Como razonamiento para alguien que nunca había escuchado las palabras pienso, luego existo no era del todo descabellado. - Pero efectivamente, no sabemos qué va a ocurrir a partir de ahora ni cómo mi cuerpo va a poder albergar nuestras dos mentes. ¿Tal vez tenga algo que ver con las almas y esas cosas de las que habla la gente que cree en un dios? Si es así, parece que hemos venido al lugar adecuado, porque entre unos y otros han hablado de más dioses y lugares extraños en dos horas de lo que había escuchado a Wichita en sus lecciones de historia.

De repente me quedo callado y reprimo un gesto de dolor al recordar mi muerte... la muerte de Sophie. Me tambaleo un instante, justo cuando otra imágen aparece en mi cabeza: Un enorme edificio con numerosas torres tan altas como una pequeña montaña, completamente rodeado por agua que se agita violentamente contra las piedras que soportan la colosal estructura.

- He visto algo... Un lugar... Tiene que ser de este mundo, porque había mucha agua, incluso más que aquí - digo señalando la bahía que entra en la cueva. - Tal vez allí puedan buscarte un cuerpo útil al que puedas transferir tu mente... - comento como una posibilidad remota. Después de todo, la imagen se me ha aparecido mientras compartía los recuerdos de la chica. - ¿Crees que preguntarle a Yaril·la sería una buena idea? Parece que ella conoce bien esta región y cuando llegó comentó que era sirviente de uno de esos dioses... - Claro que es posible que para ella la presencia de Sophie sea una aberración contra su religión, porque con los fanáticos nunca se sabe... Pero seguramente Sophie sea mucho mejor que yo juzgando a las personas, así que prefiero contar con su opinión.

Ahora es cuando la fuerza de los elementos, la gravedad y todo lo demás entra en acción, y por mucho que Thosk! agite los brazos y los pies por acto reflejo nada podrá hacer para evitar hundirse. Cuando intenta abrir la boca para hablar solo consigue tragar agua salada en grandes cantidades y ese es otro descubrimiento para el Athasiano. El agua de aquí tiene sal, mucha sal.
Quizás la única posibilidad yace en la profundidad, que tal vez el bruto pueda hacer pie contra alguna roca.

Mientras tanto el resto del grupo decide que hacer y el bárbaro por el momento chapotea mientras se hunde sin remedio...

Yaril·la asiente a la sugerencia de Mólor.

Sí, mejor. En cuanto termine con este y otro más que necesitan atención... Miró a su compañero bárbaro. Y a la elfa, cuando Hoglerruk la suelte de tu telaraña. No lo dijo con acritud, sin duda esa telaraña le había salvado la vida.

De hecho, ve guiándolos con Varken y con el capitán, yo me quedo con los dos heridos y Hoglerruk. Miró a la elfa. Le daba la sensación que no sería una buena idea 'sugerirle' que acompañase a los prisioneros hacia arriba, podría tomárselo a mal, pero quizá seguiría a los elfos con los que estaba hablando.

Ciril se encoge de hombros. No parece saber demasiado de portales. 
Habría que recurrir a algún gran sabio o Archimago para que os pueda ayudar. Siento lo de vuestro mundo. Aquí, los elfos fueron hace milenios la luz de la civilización y la cultura para todas las razas, pero las Guerras de la Corona, unas guerras entre etnias y reinos élficos... nos destruyeron. Luego cayó Myth Drannor, y desde entonces... algunos elfos viven entre humanos, y el resto nos refugiamos en ciudades secretas. Les guste o no a los ancianos, ahora el mundo pertenece a los humanos Suspiró. Y no porque hayan sido nuestros enemigos, que algunos sí, si no porque nos hemos encargado de machacarnos entre nosotros. Nuestro orgullo nos granjeó enemigos a los que subestimamos, y nos apartó de nuestros amigos. 

Muchos de esos refugios... siguen con la misma mentalidad. Suldanessellar es uno de ellos. Puede parecer una contradicción que viva allí si pienso que esa política nos ha llevado a donde estamos como raza, pero... soy muy viejo para adaptarme al cambiante mundo de los humanos. Su mundo es muy rápido... en unas pocas décadas, cambia demasiado como para que me adapte. Los dioses saben que lo intenté, pero... no es para mi.

Mientras el Capitán organizaba al grupo para que subiese a las piedras a refugiarse, el semielfo anciano hace gestos al gigantón.

EEH!!! Agita así las manos! Cuanto más chapotees más te hundes!!! ASI! ASI!! Le decía haciendo gestos para que nadase hacia la orilla. Con suerte pronto haría pie, o tendría que deshacerse del metal.

Será posible el necio!? Tempuriana, de dónde has sacado a estos dos!? Dijo refiriéndose a Riley, el bebedor de mares, y Thosk, el gigante no nadador.

Yaril·la solo lo miró. Estaba ocupada como para eso, aunque sí se empezó a preocupar por el gigantón.

Sophie guardó silencio ante la regañina de Riley, pero sentías, de algún modo, que no estaba de acuerdo. Sin embargo dejó el tema de si estaba o no muerta, y continuó con el otro tema.

Tal vez tenga que ver.  Dijo refiriéndose al tema de las almas Lo que recopilé al respecto de los textos de los Antiguos eran cosas demasiado contradictorias como para tener mucho sentido. Estoy segura de que la mayoría eran mentira, superstición o simple entretenimiento, pero me faltaban datos como para discernir cuales lo eran y cuales no. 

Entonces la visión golpeó a Riley, y pudo escuchar a Sophie llamándole nerviosa. Cuando el chatarrero se recompuso y se lo explicó, sintió una decepción en Sophie.

Vaya... Bienvenido a mi mundo de visiones. Si no había nadie, ni ninguna voz, es una visión bastante superficial. Yo las llamo 'pistas', ya que por sí mismas no sirven de guía. Si tienes alguna otra... Dímelo, y trataremos de encontrarle sentido. ¿Cómo era ese lugar...? Y porqué has sentido ese dolor tan grande? Si has visto un lugar y has sentido dolor... Puede que sea un lugar a evitar. Parecía evidente que ella no la había tenido, y pensaba que el lugar y su propia muerte eran la misma visión. En cuanto a Yaril·la... Tantéala un poco. Supongo que es una buena opción para conseguir respuestas, pero me faltan datos para saber si su fe castigaría esto o no.

De nuevo Riley tuvo otra bateria de visiones. Aparentemente estaba viendo los recuerdos de Sophie, en un orden aleatorio. En una ocasión, Linda la amenazaba por meterse donde no la llamaban y la cogía del cuello, levantándola unos centímetros del suelo -Nunca dijo nada, que tú supieras-, en otra se aburría dejando ganar a Annie a las cartas, en otra se quebraba la cabeza tratando de ubicar Iowa en un mapa de carreteras ajado y apenas legible, en la tercera trataba de traducir un texto escrito en líneas cortas que terminaban de forma similar alternativamente. En el cuarto y más intenso recuerdo 'visto' por Riley, se encontraba teniendo una agradable charla con un mutante ya fallecido, un nacido en Iowa llamado Louis. Aparentemente ella sentía algo por él, pero en aquél entonces ella tenía cinco años, y él veinticuatro. Probablemente la edad mental de ambos fuera similar, pero no podía ser otra cosa que un amor platónico, dadas las circunstancias. Louis murió cuando ella tenía más o menos esa edad, por lo que muy bien podría ser la última vez que le vio. En otra visión, Martin bromeaba con ella, menospreciándola un poco por su edad, y Sophie le mandó una mordaz respuesta que dejó callado al antiguo Rockhome. Y en el último recuerdo, una pequeña Sophie de cuatro años veía llegar a unos humanos Rockhome a recoger agua de Iowa. Uno de ellos le regaló una baratija, enternecido por su corta edad, y le acarició la cabeza. Sophie respondió con una elaborada frase de agradecimiento, y le explicó alguna curiosidad sobre el objeto, ilusionada por la aceptación del humano. La reacción del hombre fue casi de pánico y se puso pálido. Sophie entendió en ese momento y en adelante, que para los humanos debería mostrarse como una niña pequeña por mucho que la molestara, si no quería asustar o parecer un monstruo.

¿Estás bien...? Dijo preocupada.

Al fin, una nutrida tropa de soldados amnianos emerge de la cueva, en dirección a los barcos. Por ahora han salido alrededor de cuarenta, y siguen saliendo más.

Con la mirada perdida en el suave oleaje el bruto se despojo de todas sus pertenencias mientras retrocedió algunos metros del borde del agua, y a continuación cargó con todas sus energías hacia el borde y saltó al agua con toda la euforia posible. 

EEH!!! Agita así las manos! Cuanto más chapotees más te hundes!!! ASI! ASI!! Le decía haciendo gestos para que nadase hacia la orilla. Con suerte pronto haría pie, o tendría que deshacerse del metal.

El bruto chapotea y se hunde sin demora hasta que el anciano le da indicaciones de como mover su enorme cuerpo en tanta cantidad de agua. - ¡Tho...sk GLUB, GLUB... ! - apenas podía hablar porque de inmediato comenzaba a tragar agua. Entonces solo hizo lo que le indicaban, mucho no tenia para perder ya que por más que no tuviese objetos metálicos, armas o armaduras su falta de conocimiento le jugaba una mala pasada.

Parece que los refuerzos ya han llegado- le dije a la sacerdotisa al ver como una buena cantidad de soldados empezaba a salir de la cueva por donde habíamos llegado -¿Vamos, o esperamos a que vengan?- pregunté, aunque en ese momento mi atención se dirigió hacia el agua donde Thosk! no paraba de hacer ruido chapoteando en ella.

¿Qué hace?- murmuré meneando la cabeza -¿Piensas salir de una vez?- le pregunté, sin llegar a plantearme que realmente pudiese estar ahogandose.

Asintiendo un tanto apenada, respondo. - Lo comprendo, esto que me cuentas lo he vivido durante siglos y al parecer no importa la Tierra en donde vivamos, siempre nos mataremos entre nosotros. Es triste de solo pensarlo pero en mi legado, tenemos las manos machadas de sangre y jamás olvidaré que he cometido ese error. - en verdad lamentaba haber participado de aquella matanza contra mis propios hermanos, por unos silmarillis que destruían el interior de cualquier persona. 

- Me gustaría que me lleves a conocer un poco más de tu mundo, de momento no muero por regresar. Eso si, si lo deseas puedes acompañarme para ir a Aman. No esperes grandes maravillas, es parecido aquí. - confieso esbozando una media sonrisa, mucho más no había. Era la misma situación en todos lados. 

Continúo conversando con el elfo muy entretenida, sin caer en la cuenta de lo que acontecía a mi alrededor. De momento, nada podía interrumpir aquello, salvo que alguien la llamase o algo similar. 

Niego con la cabeza cuando relaciona el dolor con la visión.

- No, ese lugar pertenece a este mundo, porque está totalmente rodeado de agua... Más incluso que aquí - digo mirando de nuevo al mar, frunciendo el ceño al ver al gigante aún chapoteando. - El dolor que he sentido, sin embargo, era un recuerdo de nuestro mundo. De cuando te dispararon.

Pensar en ella trae consigo nuevas visiones de la memoria de la niña. Aunque, al verlas desde su punto de vista, no sé hasta qué punto es correcto llamarla así. Emocional y físicamente puede que sea una niña pequeña, pero su capacidad de raciocinio excede a la mayor parte de los ancianos de Iowa, al menos ahora que Wichita no sigue entre nosotros.

- Nunca me había dado cuenta de lo sola que tenías que estar allí... - digo sin demasiados miramientos. De todas formas, está leyendo mi mente aunque no trate de comunicarme con ella.

Pero no es momento de hablar de eso. Tendremos tiempo de sobra en los próximos días, por lo que parece. - Tienes razón, debería hablar con Yaril·la.

Espero un momento entre las piedras y, finalmente, me doy la vuelta. Mientras camino hacia Yaril·la me fijo en el gigante. Aunque al principio parecía que estaba sencillamente jugando en el agua (cosa que yo no me atrevería a hacer, por mucho que parezca que les sobra en este mundo), ahora no tengo tan claro que sea capaz de salir de ahí. Desgraciadamente, la cuerda que suelo llevar en mis expediciones pesaba demasiado para tenerla encima mientras preparaba la defensa de la puerta de Iowa, así que no puedo lanzarle un cabo.

- Tal vez alguien debería echarle una mano - le digo a Yaril·la mientras señalo a Thosk! - Si su mundo se parece lo más mínimo al mío, no creo que esté muy acostumbrado a meterse en el agua.

Espero a que la mujer reaccione. Tengo ganas de hablar con ella sobre la ayuda que nos puede ofrecer, pero también sobre los eruditos de su mundo y las creencias extrañas que se originan en un lugar con tanta abundancia de recursos naturales como este, pero para lo primero preferiría estar con mis tres extraños compañeros, ya que todos aparecimos casi al mismo tiempo, y, por el contrario, hay demasiada gente para hablar de lo segundo.

Yaril·la miró a Mólor, que daba nota de las tropas que llegaban. La sacerdotisa calculó las expectativas de la batalla, mirando un bando y otro, durante unos segundos.

Con estas tropas, parece ganada la cosa. No lleváis emblemas de nuestro bando, os podrían confundir fácilmente con piratas en el tumulto. Si la cosa se complica acudiremos, pero no parece que vaya a pasar.

Luego el mago preguntó a Thosk si pensaba salir, y Riley apuntó a que realmente era posible que no supiera nadar ni tan siquiera un poco.

Habría que tirarle un cabo Dijo, aunque nadie tenia ninguno tenia a mano. 

Mólor puede ver que uno de los ogros asesinados en el combate tiene una soga en la cintura, que parece bastante larga. Tal vez la usaran para atar a los esclavos. Si son capaces de desatarla y sacarla, podría servir

El anciano sigue dando instrucciones a Thosk sobre cómo salir del agua, indicándole cómo mantenerse al menos a flote.