Partida Rol por web

Rengar dio un paso atrás cuando los cuervos lo asediaron por todas partes. Eran demasiados para poder rechazarlos correctamente con el escudo, y tan pequeños como para atacar en las rendijas de su armadura y causarle picotazos muy dolorosos.

Ahogando un grito de furia, Rengar apretó los dientes y comenzó a bambolear el hacha de un lado a otro, generando a su alrededor un campo de golpes y cortes que no tardó en causar bajas al enjambre que lo atacaba. Sin embargo, no era suficiente. Lamentó no contar aún con el favor de Ilmáter para expulsar aquellas inmundas criaturas, pero no podía dejar que sus compañeros se amedrentasen.

-¡Vamos! ¡No pareis, podemos con ellos! ¡Sigue, Khanizar! ¡Vamos, Galatea!

 Los cuervos se cebaron contra el lobo de Galatea. Ni siquiera la fuerte armadura de Rengar parecía poder contenerlos.

La guerrera sintió como los picotazos de aquellas aves inmundas, la desgarraban, creándole múltiples heridas que empezaron a sangrar...

El olor de aquellas cosas era tan repugnante, que empezó a sentir como su estómago se revolvía... Aunque gracias a los dioses en aquel momento lo tenía vacío, si no hubiera terminado echando el último alimento ingerido. Khaila no soportaba aquel olor putrefacto. Bajó la cabeza intentando tapársela con el brazo alzado, pero ese olor estaba allí, agarrándose con fuerza a sus fosas nasales y provocando que la guerrera sintiera que el mundo parecía volverse al reves... Se apartó unos pasos intentando alejarse de ese olor infernal, poder respirar algo de aire puro y aclarar su embotada mente...

Kanizhar volvió a alzar el disco de metal, esta vez con confianzas renovadas.

--¡Marchaos al abismo del que procedéis, yo os lo ordeno!

El aire volvió a vibrar con una explosión sorda de energía oscura. Docenas de aves fueron destruidas, y aquellas que estaban acosando a Khaila se desperdigaron por completo.

Galatea tuvo que cubrirse con el brazo cuando tres cuervos más se liaron a picotazos con ella, emitió un gruñido entre dolorido y molesto apretando los dientes cuando otro ave más se le enredó en el pelo y tuvo que aventarla de un manotazo que desperdigó más plumas y más hedor en el aire cargado de graznidos. Así era imposible disparar flecha alguna. Para colmo que tenía en reserva un hechizo que le vendría como anillo al dedo pero...

"Maldita sea... ¡en medio de un bosque no puedo evocar fuego!"

No obstante, aunque hubiese podido, el mareo que estaba provocándole aquel hedor nauseabundo no parecía querer dejarla en paz por lo que los arañazos, raspaduras y cortes se multiplicaban por momentos.
La voz de Volo hizo que entreabriese un ojo para mirar qué era lo que estaba haciendo el mago y justo en aquel momento, la explosión de energía proveniente de Kanizhar le llamó la atención. El rostro de la druida adquirió un tinte a medio camino entre el desconcierto y la extrañeza.

"¿Pero qué.... ?"

Un nuevo picotazo en la mano por la parte de otro cuervo devolvió su atención a lo que tenía encima.

—¡Argh! ¡Alerii Tiundel!—maldijo en su idioma sacudiéndole un sonoro golpe con la pala del arco, luego se vio obligada a recular ante tamaño avasallamiento aunque no viese muy bien por dónde iba—¡Como agarre al nigromante responsable de esto le va a faltar cielo para dar vueltas de la patada que va a llevar!

Áscalon estaba recibiendo una lluvia de picotazos tremenda y gruñía revolviéndose furiosamente y lanzando dentelladas al aire triturando algún pájaro de vez en cuando y fallando otras veces.

Ver era difícil y no podía guiarse por su olfato aunque el grito de su compañera fue suficiente para que dejase a un lado las nauseas que aquello le provocaba y se lanzase automáticamente a defenderla de una forma casi desesperada, mordiendo y destrozando frenéticamente, haciendo saltar la sangre putrefacta en medio de aquel mar de plumas y graznidos.

Abriéndose paso a dentelladas reculó también siguiéndo a la elfa, siempre como su sombra.

Hanna vio cómo Galatea y Áscalon salian de la nube de cuervos. El pobre lobo blanco estaba hecho unos zorros a base de picotazos, o quizá solo era que la sangre roja era muy escandalosa sobre el pelaje, en cualquier caso seguía peleando como la fiera que era. Si quería echarles una mano tendría que tratar de liquidar uno de los grupos.

No es que a flechazos pudiera hacer gran cosa, pero intentaría más que Volo, que había tomado una táctica extra-prudente (por la que no le iba a reprochar, de todos modos)

¡Venga, ya quedan menos!

La flecha salió disparara y un graznido indicó que había dado en el blanco, así que mientras preparaba otra flecha se alejó otro poco

 Volo, sin prisa pero sin pausa, comienza a alejar el caballo de la zona del combate- vamos, pequeño. Sin prisa pero sin pausa- mientras caminaba con el animal, miraba de vez en cuando hacia atrás para percatarse de como iban sus compañeros. Los cuervos le estaban haciéndoles la vida imposible, aún así y todo aguantaban con valor. 

¡Ánimo, chicos, que ya son vuestros!- les gritó.

Esta historia deberé transcribirla fielmente: como el grupo, esto..- sus pensamientos se detuvieron unos instantes- aún debo de pensar un nombre para ellos. Como este grupo logro, junto con la ayuda inestimable del gran Volo (aquí tendré que hacer modificaciones de importancia) logran sobrevivir a una gran jauría de cuervos no muertos. 

Como Galatea y su lobo se habían alejado de ellos, el enjambre se arremolinó, hambriento de carne fresca. Una bandada de ellos se abatió sobre Kanizhar como una negra lanza. El clérigo chillaba y se debatía, pero no podía evitar que los cuervos le infligieran graves heridas.

En cuanto el grueso de enjambre que estaba sobre Galatea pareció cambiar de dirección hacia Kanizhar, Áscalón saltó asestando otra dentellada al aire que atrapó la cabeza de un pájaro y el cuerpo de otro triturando ambas cosas en el acto.

Al caer dio la casualidad de que impactó con una de las patas en otro cuervo pisándolo contra el suelo de modo que escupió y lo mordió sacudiendo la cabeza furiosamente entre gruñidos para despedazarlo.

Nuevamente asaeteado a picotazos, Rengar se dio cuenta de que no iba a ser tan sencillo como prometía. No estaban preparados para una batalla como aquella, y el único que parecía actuar con algo de éxito era Khanizar. Rengar no quiso desanimarse, pero el dolor y la frustración le empezaban a pasar factura. Dejó de animar a sus compañeros, pero volvió a balancear el hacha a su alrededor para acabar con algún que otro pájaro. Y, sabiendo que el clérigo debía estar cada vez peor, dio un paso hacia atrás, manteniéndose en guardia, para acudir en su ayuda si llegaba a necesitarla.

Con el último aliento de esfuerzo Rengar masacró a tantos córvidos no-muertos que las aves supervivientes se dispersaron. La masa acorazada que era el semiorco giró sobre sus talones para cubrir a Galatea... justo para encontrarse con otra bandada de aves zombie cargando Ascalon y sobre él.

Al alejarse de aquella bandada, Khaila poco a poco empezó a sentirse mejor. Respiró profundamente y abriendo los ojos observó como su compañero clérigo, conseguía con un poder que ella no llegaba a entender, expulsarlos y librarlos de esas criaturas. Pero, otro de los enjambres se lanzó contra él malhiriéndolo de bastante gravedad.

La joven guerrera se movió un paso, colocándose en medio y golpeando con todas sus fuerzas consiguió dispersar el enjambre que estaba acosando a Kanizhar... Con un gesto apresurado, se apartó un mechón de largo cabello rubio y miró en dirección a la elfa, intentando comprobar como se encontraba...

Áscalon parecía poseído mordiendo salvajemente y gruñendo con rabia plantado delante de Galatea como si fuese un escudo, tratando de evitar el paso de todo cuervo que veía con intenciones de herir a su compañera.

Recibió más picotazos aún pero aquello no lo amilanó ni le hizo retroceder, poco a poco, dentellada a dentellada, estaba menguando el grueso de aves que se arremolinaban alrededor de ellos. Más pájaros cayeron al suelo hechos trizas, más sangre putrefacta regó la tierra.

Cuando los poderosos mandoblazos de Khaila consiguieron dispersar los restos de aquella bandada infernal, Kanizhar trastabilló a un lado, boqueando y sangrando profusamente. Aferró el disco de metal entre los dedos y farfulló unas palabras. Frente a los atónitos ojos de Khaila, las heridas de Kanizhar se cerraron casi del todo.

La respiración de Áscalon era un silbido agudo y constante, frenético como estaba tratando de abarcar más de lo que podía defendiendo a su compañera. El verse obligado a jadear y por lo tanto coger más de aquél aire impregnado del nauseabundo hedor a carne podrida por lo visto volvió a provocarle náuseas ya que se detuvo un momento sacudiendo la cabeza con la boca abierta y resoplando por la nariz con desagrado.

Lo que no abandonó fue el lugar que había tomado delante de Galatea.

Galatea tosió sacudiendo la cabeza en busca de aire fresco, al parecer el mareo se le estaba yendo de encima pero tenía todo el cuerpo hecho un mapa de arañazos y cortes pese a que el lobo trataba de protegerla como buenamente podía.

—Engendros del diablo... —jadeó guiñando un ojo por culpa del cortecito de antes que le goteaba sangre sobre él—¡dejadlo en paz!

Tenía un segundo de respiro y vaya si lo aprovechó.
La elfa tensó el arco de forma instantánea, sin necesidad aparente de pararse a apuntar, como si fuera algo que había hecho en tantas ocasiones que se hubiese vuelto tan natural como andar a pie. Sabía que una flecha no haría gran cosa contra tantísimos animales pero la unión hacía la fuerza y el paladín llegaba en aquél momento por la retaguardia.

Cuando soltó la flecha, ésta salió disparada llevándose por el camino a tres cuervos en línea y perdiéndose en el interior del enjambre. Tres segundos después, un sonido sordo y lejano reveló que había impactado contra el tronco de algún árbol.

Hanna suspiró y trató de apuntar, pero con el grupo de por medio iba a ser aún más dificil y no se arriesgó a herir a alguien, así que mantuvo la flecha cargada por si alguno se apartaba poder disparar, cuando vio a Volo.

Una de sus cejas se levantó con sorpresa y frunció el ceño.
Ahora vas a ver...

¡¡CUIDADO VOLO!! ¡¡EN LOS ÁRBOLES!! ¡¡VUELVE, VUELVE!!

E hizo como que apuntaba a los árboles.