Partida Rol por web

-Yo podria cargarlo muy fácil -dijo Rengar, con la voz distorsionada por el yelmo metálico-. Es un elfo, no pesa mucho. Pero... si quiero protegeros, tengo que poder luchar.

El semiorco frunció el ceño, aunque ellos no pudieron verlo. No le gustaba demasiado la idea de revivir a alguien, pero suponía que se trataba de un asunto de fuerza mayor. Él había aprendido a aceptar el dolor y dejarlo ir, que la muerte es parte de la vida así como el dolor lo es de la existencia consciente, y que eso era lo que convertía a las personas en personas. Kestrel había muerto y probablemente hubiera sido feliz de vivir un poco más. Iba a casarse con Lodin, iba a ser su mujer y a vivir junto a él. Pero Ilmáter la había llamado, habia convertido su asesinato en un sacrificio y lo habia convertido en algo hermoso. Dolía no estar junto a ella, saber que nunca jamás volvería a verla o a disfrutar de su aroma, pero mientras pensara aquello, el dolor tenía sentido. Resucitarla por motivos egoistas lo habría convertido en algo vacío, e Ilmáter no estaría nada complacido.

Mientras unos pensaban qué hacer con el cadáver del embajador, otros miembros del Escudo de la Rastra se aproximaron a la catarata. Mientras lo hacían, un cuervo sobrevoló el aire por encima de sus cabezas, hasta posarse en la cima del acantilado rocoso. Los miró de forma hostil y graznó un par de veces antes de volver a remontar el vuelo y largarse. "Alas negras, noticias negras" decían en los Valles.

Cuando llegaron al pie de la pared rocosa comprobaron que, allí dónde había señalado el paladín, a unos quince metros del suelo había una gruta natural. No obstante, tendrían que trepar por la pared de piedra húmeda. Podrían intentar dar un rodeo y descender desde la parte más elevada... pero no sabían cuánto tiempo podría llevarles encontrar una ascensión más fácil.

 Bueno, al menos ya sabemos por donde tenemos que ir- dijo Volo mientras observaba la gruta natural- otra cosa es como llegar allí, por lo menos para alguien como yo- suspiró- las escaladas no son lo mío.

Sin embargo, aún tenían un asunto que tenían que resolver antes de ir hacia la gruta. Volo volvió hacia donde se encontraba Ivelios.

Creo que tenemos que tomar una decisión. Si queremos revivir a Ivelios tendremos que volver a la ciudad cuanto antes. No podemos dejarle aquí así sin más.

Galatea negó con la cabeza como dando a entender a Rengar que no se preocupase.

—Y quién te protege a ti, ¿eh?

Obviamente se tendrían que ayudar unos a otros pero aquél era el "chascarillo" más animado que en ese momento podía salirle ya que a penas le salió un amago de sonrisa. Puntualizó aquello dando una palmada suave sobre una de las hombreras del paladin como si con aquello le agradeciese el ofrecimiento.

—No te preocupes, si nos vemos obligados a... pelear. No creo que se enfade porque que le dejes en el suelo.

Dicho esto se rascó la barbilla cogiéndose el codo de ese mismo brazo con la otra mano, pensando en algo al parecer. Así fue durante un instante hasta que escuchó al cuervo, se quedó repentinamente quieta y lo miró de soslayo con los ojos entornados.

—.........

Volo dijo algo y la elfa finalmente se giró cruzando de nuevo lso brazos a medi aaltura.

—Pero no nos sobra el tiempo... —recordó con un leve suspiro—a Khaila no le sobra el tiempo como para que volvamos o demos un rodeo. Y mandar a algien de vuelta con Ivelios y el caballo es demasiado peligroso, tengo la sensación de que nos vamos a necesitar a todos y cada uno de nosotros ahí dentro.

Se mordió el labio inferior como si acabara de percatarse de otro problema.

—Que por cierto, con respecto a la escalada, tampoco es algo fácil —miró a Ascalon de soslayo—a menos que sepamos volar...

La guerrera se había adelantado, pasando ya del tema. Le dolía lo que le había ocurrido al elfo, pero estaba en contra de la solución tomada. Ella veía que iba a ser una carga, y un estorbo. Por ella lo hubieran dejado en algún lugar, quizás atado a lo alto de un árbol. Sí, un poco macabro, pero Khaila prefería la seguridad de los vivos a la de los muertos. Aunque sabía que se  negarían, solo bastaba con escuchar la seguridad de la druida. Así que con un suspiro dejó que hicieran lo que desearan y se acercó a observar qué había tras la cascada. Descubrió la gruta que se ocultaba tras ellas, a unos 15' de altura, más o menos donde el paladín dijo que había percibido mal. La ascensión parecía difícil, y más si tenían que trepar por aquella piedra resbaladiza.

Yo podría intentarlo... Pensó la joven, aunque al mirar de reojo al paladín, dudó que con aquella armadura pudiera acompañarla. Su mirada, que en aquel momento estudiaba la zona, buscando alguna ruta alternativa, se detuvo al contemplar un cuervo que los miraba. Khaila hubiera dicho que lo hacía con malicia, y un escalofrío recorrió su cuerpo.

En aquel momento se acercaron los demás. Miró de reojo a Galatea asintiendo con la cabeza.

- Sí, es una escalada difícil y peligrosa. Yo podría intentar llegar... - Comentó volviendo a mirar hacia la gruta con el ceño fruncido.

-Con esta armadura no puedo llegar ahí -dijo Rengar en tono grave-. Seguro que podemos encontrar otro camino, dando la vuelta o algo así. Pero tenemos que seguir, eso está claro. Hay que purificar esta zona.

De los que allí estaban, probablemente él era el que más razones -o quizás, una razón de más peso- tenía para quedarse allí y pelear contra el mal que se ocultaba en las sombras. Al fin y al cabo, aquello daba sentido a su vida, aquella era la tarea para la que se había formado a lo largo de los años. Sin embargo, tampoco sería fácil. ¿Acaso había creído en un primer momento que sí? El mal, el causante de la muerte de Ivelios, no los aguardaría en mitad del claro con una espada en mano y ganas de un combate singular. Los acecharía en las sombras y los atraería a su guarida, donde poder emboscarlos y matarlos con seguridad.

Rengar sabía que si trataban de subir aquella pared de roca, algo malo ocurriría.

-Galatea, tú que sabes de bosque, ve primera. Vamos a explorar la zona y a buscar una manera de llegar hasta allí arriba todos juntos -propuso-. Creo que ninguno de nosotros podemos subir esto trepando... Y no puedo dejar a nadie solo y sin manera de defenderse.

 En ese caso, está todo decidido, ¿no?- dijo Volo ante las palabras del semiorco- buscamos una ruta alternativa para bajar. Sin embargo, vuelve aparecer otro interrogante- añadió- supongamos que encontramos la nueva ruta y bajamos sin más problemas. ¿Vamos a entrar con el... ejem... "bulto" este?- señaló hacia Ivelios- Se que puedo parecer pesado, pero creo que antes de que se presente de nuevo esta discusión abajo, prefiero terminarla definitivamente aquí.

Con esto dicho, Volo se cruzó de brazos, esperando la respuesta de los aventureros.

Hanna sacudió la cabeza.
Veamos qué os parece esto: Acerquémonos a ver si tras esa cascada hay algún hueco donde podamos meter a Ivelios. Luego Áscalon y Mo se quedan abajo, por aquí fuera rondando, y luego, asumiendo que alguno de nosotros tenga una cuerda, O Ivelios... pero vamos, si no se trajo comida dudo que trajera cuerda... irán subiendo por orden de facilidad. Los que estén arriba ayudarán a subir a los que... no se nos da tan bien, hasta que quedemos todos en la boca de la cueva, e Ivelios abajo. Si hemos de salir corriendo saltamos al agua, cogemos al elfo y ponemos pies en polvorosa.

Cogió aire.
Ahora la pregunta del millón de monedas de oro... ¿Alguien ha traído cuerda...?

-Yo tengo quince metros -dijo Rengar-. Un aventurero siempre debe llevar cuerda.

El semiorco se descolgó la mochila y sacó la maroma, lo suficientemente ancha como para trepar por ella.

Hanna asintió mirando al semiorco y suspiró.
Desde luego... pero como le eche mucho más peso a mi mochila me voy a quebrar la espalda. Sonrió de medio lado. ¿Será suficiente? ¿Quien se atreve a ir primero?

Galatea estaba mirando pensativa la cascada, al cabo de unos segundos torció ligeramente el gesto como si no encontrase solución a lo que fuera que estaba pensando.

—Lástima, si llego a saber que nos toparíamos con esto, habría preparado un conjuro que nos habría venido como anillo al dedo... —suspiró y miró a Rengar encogiéndose de hombros cuando éste la interpeló para que les guiase en busca de una ruta alternativa—como queráis pero... ¿estáis seguros? no sabemos lo que nos puede llevar encontrar otro camino aunque es bien cierto que quedarnos aquí parados sí que es lo peor que podemos hacer.

Lo decía más por saber la opinión de Khaila que por otra cosa ya que a ella no le importaba hacer de exploradora o no, dentro de lo malo, era mejor moverse aunque perdieran algo de tiempo que quedarse quietos y perder todo el tiempo.

Sin embargo, cuando Hanna propuso lo de trepar con la cuerda dejando a lso dos animales abajo, descruzó los dos brazos de golpe estirándolos ligeramente a los lados, la expresión de su cara había cambiado notablemente mostrandose un poco más fría.

—Ni hablar—espetó como si le hubiesen pedido que arrojase a un recien nacido dentro de la guarida de una Gran Sierpe Roja o algo así—no voy a dejar a Áscalon aquí. Y no es negociable.

No llegaba a mostrar enfado pero lo había dicho con tanta seriedad que, en efecto, no parecía dispuesta a negociarlo... miró unos segundos a cada uno de los miembros del grupo y luego volvió a cruzar los brazos con la tranquilidad de siempre.

—Si alguien es capaz de subir hasta ahí arriba con la cuerda y ayudarnos luego a los demás pues... perfecto, incluso me atrevería a pensar que un lugar alto y escondido no es tan malo para que Ivelios nos "espere"—soltó un suspiro bajito y levantó la vista hacia la cascada—aunque las rocas van a estar resbaladizas por culpa del agua y no va a ser fácil, sobre todo para los que vais embutidos en esas armaduras tan pesadas... es decir, que si aún queréis intentarlo, sugiero que quien más pese debería ser el último para que haya más gente arriba que tire de él.

Como Khaila era la que se había ofrecido a subir en primer lugar, la miró con la cabeza ladeada como si esperase a comprobar que seguía dispuesta a hacerlo.

 Primero encontremos el camino para bajar- dijó Volo- cuando lo veamos analizaremos el orden de marcha. Aunque creo que independientemente del orden, Rengar debería de ir el último. Al fin y al cabo es el más, ejem, pesado- miró hacia el semiorco- por los músculos digo- añadió- por otro lado, si no os importa yo prefiero ir el penúltimo. Si me caigo tendré unos brazos fuertes para que salven mi pellejo.

Esto es increíble... Pensó Khaila mirando a cada uno según iba hablando. Allí parecía que nadie se iban a poner de acuerdo y una risa nerviosa empezó a sacudir sus hombros.

- Por todos los dioses, decidámonos ya y actuemos. Quien haya allí arriba debe estar pasándoselo genial viéndonos aquí indecisos, junto a nuestro compañero muerto... - Empezó a decir cuando Volo volvió a comentar de buscar una ruta alternativa. - Sí, puedo intentar escalar y pasaros una cuerda desde allí arriba... No te preocupes, yo llevo 50'. - Esto último lo dijo volviéndose hacia el semiorco y soltando su mochila, rebuscó en ella hasta sacar la susodicha cuerda.

- Pero en serio, Galatea... Seguro que tu lobo estaría más seguro si se quedara aquí, vigilando el cuerpo de Ivelios, que entrando con nosotros vete tú a saber dónde. No sabemos qué vamos a encontrar, pero lo que es seguro es que no serán un hatajo de esos sacerdotes oscuros, o como digáis que se llamen, con los brazos abiertos y dándonos la bienvenida. - Empezó a exponer la guerrera, intentando que la elfa entendiera su punto de vista y demostrando a todas luces de que la religión no era su fuerte. Nuevamente frunció el ceño al recordar el encuentro que tuvieron las dos jóvenes el día anterior. Su rostro, que parecía haberse suavizado tras la pequeña carcajada sufrida, volvía a mostrarse hosco y malhumorado. Mientras hablaba, sus manos habían ido jugando con la cuerda, pasando cada pie entre ellas y comprobando su perfecto estado.

Galatea suspiró con resignación como quien se ve forzado a explicar algo a lo que no le encuentra sentido y eso le resultase agotador.

—Claro, ¿y por qué no dejamos atrás a Kanizhar y vamos sin clérigo? ¿o por qué no deja aquí Rengar su armadura y lucha sin ella? es más... ¿por qué no entramos con los ojos vendados o caminando de espaldas al templo?—respondió encogiéndose de hombros con simpleza ante la impecable lógica de lo poco práctico que resultaría todo aquello, es más, sus ojos estaban abiertos con toda inocencia—si vosotros ni si quiera os planteáis semejantes sinsentidos, para mí dejar a Áscalon es lo mismo.

Descruzó ligeramente un brazo señalando al lobo con la palma.

—¿O acaso creeéis que es mi... cómo decis los humanos... "mascota"?—enarcó una de sus perfiladas cejas con extrañeza como si la sola idea le resultara un disparate, luego usó esa misma mano para hacer una señal de "alto" ante cualquier posible réplica—no, no os pido que lo comprendais, pero tampoco me pidais a mí que lo enfoque desde un punto de vista que no es... el real.

Al parecer el punto de vista "real" tenía que ver algo con la forma de ver las cosas e lso druidasVolvió a cruzar el brazo y levantó la cabeza para mirar la cascada parpadeando como si acabase de darse cuenta de algo.

—Y a todo esto, ya que estamos todos de acuerdo en alcanzar la cueva... ¿os habéis fijado que hay mucha menos distancia desde arriba que desde abajo?

"A fin de cuentas, siempre es mejor aprovechar la fuerza de la gravedad que luchar contra ella... "

 Creo que en el asunto de la mascota de Galatea, sin ánimo de ofender, he de decir que no vamos a poder separarlos. El vínculo que se crea entre un druida y su animal es mucho más fuerte de lo que podamos entender nosotros- dijo Volo para zanjar el tema. Si bien es cierto que consideraba poco apropiado que lobo bajase con ellos por cuestiones prácticas, no podía obligar ni mucho menos a Galatea a que se separase de su animal. Algo, por otro lado, impensable de conseguir. 

Cita:

Pues ahora que lo dices- el mago volvió a mirar hacia el agujero de la cascada- tienes razón, pero no me veo dando un buen salto hasta allí, si eso es lo que propones.

"Por todos los dioses... "

Galatea se ahorró el intentar explicar aquello, tenía la impresión de que para un humano era simplemente imposible no ver a Áscalon como otra cosa que no fuese lo que ellos llamaban "mascota" por no ser humano, cosa que a la elfa le parecía tan disparatado como llamar "mascota" al propio Volo por no ser aventurero.

—No, no estoy proponiendo que demos un salto... de veinte metros—respondió señalando hacia arriba—pero si encontramos el camino que lleva hasta la parte de arriba de la roca, sería más fácil descolgarse con la cuerda los cinco metros o así que debe haber desde ahí hasta la gruta que tratar de trepar quince desde aquí abajo luchando contra el peso de la gravedad y la fuerza del agua.

Levantó ligeramente las manos como si la estuviesen apuntando con un arco silvano o algo así.

—O al menos son las dos únicas opciones que yo veo para alcanzar la cueva....  Y Khaila está en lo cierto: hay que decidirse por una cuanto antes, mejor.

Y volvió a cruzarse de brazos, ella prefería descolgarse pero obviamente no podía decidir sola.

 Tiene cierta lógica lo que dices, Galatea- dijo Volo- a decir verdad, no entiendo porque no se me ha ocurrido a mi. Aunque sigue teniendo sus riesgos, es mucho más factible que escalar directamente. No se vosotros, pero creo que quizás sea la mejor forma de bajar hasta allí. Ahora bien, ¿tu lobo como descendería?- le preguntó a la druida.

Rengar se sentía algo perdido en aquella conversación. Una cosa le había quedado clara: Galatea era una elfa de armas tomar, muy independiente y segura de sí misma, y también muy quisquillosa. Lo apuntaría mentalmente para procurar llevarle la corriente en todo y evitar enfrentamientos en el futuro. Por lo que parecía, estaba muy apegada a su lobo y lo trataba como una parte de sí misma. Rengar no tenía nada que decir al respecto, más allá de sentir una ligera envidia.

Así pues, cuando la conversación volvió al tema que importaba, es decir, al descenso a la cueva, Rengar tomó la palabra:

-Seguro que podemos atar al lobo y que baje -comentó.

Galatea miró de soslayo al cielo cuando Volo divagaba sobre cómo era posible que aquello no se le hubiese ocurrido a él.

"Se me ocurren unas cuantas razones... "

Y es que al sabio errante le gustaba demasiado perderse en sus pensamientos, o incluso expresarlos en voz alta, intuía que despertar a un grupo de desconocidos armados en medio de la noche voz en grito no era lo más extravagante que seguramente había hecho. Las palabras de Rengar devolvieron la conversación a la parte que importaba.

—Sí, es lo más fácil—asintió e hizo un gesto con las manos en torno a la cintura como si se estuviese atando algo invisible—y no se vosotros pero yo también pienso atarme la cuerda tanto si descendemos como si trepamos, que lo mío es el terreno salvaje horizontal, no el vertical...

Y pensándolo bien, si querían dejar resguardado a Ivelios dentro de la gruta, deberían de atarlo para bajarlo también. Galatea ladeó la cabeza mirando al resto del grupo.

—Bueno, entonces qué... ¿arriba o abajo?