Partida Rol por web

Khaila, tras meditar lo que dijo la elfa, la miró asintiendo con la cabeza.

- Sí, quizás tienes razón y mejor es intentarlo desde arriba. Pero pensad que quien quiera que haya debe estar preparado, esperándonos con los brazos bien abiertos. - Les dijo mientras volvía a meter la cuerda dentro de la mochila y se la colgaba nuevamente en los hombros. Rozó la empuñadura de su gran espadón y la sombra de una sonrisa se dibujó en sus labios.

Galatea miraba a ambos lados de soslayo de vez en cuando con el ceño un poco fruncido. Era obvio que la druida estaba como en casa en territorio salvaje pero por algún motivo, en aquella zona no parecía sentirse a gusto... cuando Khaila habló sin embargo, la miró y ladeó la cabeza, sonriendo ligeramente más con resignación que con alegría.

"No es un 'quien', es un 'lo'... "

Borró enseguida la sonrisa por un gesto mas serio, como si aún estuviese pensando en lo que acababa de decir la guerrera o como si "no se fiase" de aquél lugar. Empezó a andar aún con los brazos cruzados, Áscalon por supuesto se apresuró en pegarse a ella pero cuando la elfa pasó junto a un árbol de tronco retorcido, se paró un instante mirándolo como quien mira a un herido aquejado de algo muy grave.

—Pero en una cosa tienes razón, hay algo raro impregnando toda esta zona del bosque, es como si hubiese... cosas arrastrándose bajo mis pies, o como si el aire quisiera ahogarte por atreverte a respirarlo—descruzó una mano y fue a tocar el tronco aunque pareció pensárselo antes de hacerlo—Normalmente un bosque rezuma vida pero este sitio es diferente, está lleno...

Deslizó la mano por la madera dejándola caer y se quedó mirando un momento el árbol algo contrariada como si le costase definir con una palabra concreta el final de la frase.

—... de odio.

No podían perder tiempo en comenzar la búsqueda para tratar de encntrar un camino por muy poco amigable que le resultase aquella zona así que sacudió la cabeza y comenzó a andar, aunque ahora sus pasos no tenían el vigor y la fluidez de antes, eran los pasos cortos y silenciosos de quien se mantiene alerta.

El grupo continuó un buen rato dando vueltas por el bosque, guiado por la druida, hasta que finalmente comenzó a oscurecer. Como Galatea no conocía la zona, no les quedó mas remedio que volver sobre sus pasos, ahora cansados tras horas de caminata. Al llegar al mismo lugar, todo seguía igual, salvo el cuervo, que ahora no era uno si no una bandada los que les miraban desde lo alto.

Hanna, cansada y malhumorada por lo infructuoso de la caminata, miró a los cuervos frunciendo el ceño y alzó un poco el puño, con la intención de terminar de alzarlo y levantar el dedo corazón en un gesto de lo más barriobajero que no llegó a terminar. Lo último que le faltaba era que hasta los pajarracos se rieran de sus desgracias.

Al detenerse apoyó la espalda contra un árbol para coger aire y miró el cielo cada vez más oscuro.
Bueno... Hanna jadeó un poco. Al menos parece claro que subir ahí arriba andando no es fácil... Volvió a coger aire, recuperando el ritmo de respiración y pulso. Podríamos intentar escalar por un lugar seco y atar la cuerda arriba... subir todos y descansar allí Miró los rostros también cansados de los demás. Un último esfuerzo quizá nos eche una mano en seguridad para pasar la noche...

Se separó del árbol y dejó caer la mochila con cuidado, haciendo unos movimientos para desentumecer los hombros.
Y una vez arriba, propondría una oración conjunta a Selûne. Si alguna vez estuvo en este lugar... que nos proteja y eche una mano. Miró a la luna a través de las ramas retorcidas Falta va a hacernos para echar a Shar del Valle de la Rastra.

Crujió un poco el cuello.
Y por la mañana usar la misma cuerda para bajar desde arriba al dichoso agujero, como habíamos previsto.

También podríamos hacer diana con los malditos cuervos mientras hacemos la guardia...

 La caminata había sido larga, muy larga. Si bien es cierto que Volo estaba acostumbrado a caminar, le gustaba saber a donde se dirigía. Y francamente, en estos momento no habían logrado alcanzar su objetivo. Finalmente, tuvieron que dar media vuelta para volver a empezar.

Tanto andar para nada- pensó el mago- bueno, al menos perderé algo de peso.

Tras dejar sus fardos y sentarse en el suelo, se quitó la zapatilla.

Dichosa piedrecita- dijo mientras sacudía la misma- sal de ahí- escuchaba las palabras de Hanna, pero sin mucho entusiasmo. A decir verdad, su atención estaba puesta en la dichosa piedra que no salía de su calzado. Tras un par de fuertes sacudidas, finalmente esta salió- Ja,ja... logre vencerte- con aire triunfal, se colocó su calzado.

Bueno- dijo- el plan de Hanna es una segunda opción sugerente, dado nuestro pequeño fracaso en buscar un camino de subida.

Galatea se dejó caer cerca de Hanna con los codos apoyados sobre las rodillas y la espalda encorvada, ella también estaba cansada y aquello se traducía en que respiraba por la boca aunque no llegaba a jadear, el lobo se sentó junto a ella sobre sus cuartos traseros, con las orejas levantadas y la lengua colgando de lado en un gesto bastante natural.

—Por Erevan Ilesere... —suspiró—esta parte del bosque es más retorcida que algunos comentarios sobre el matrimonio.

Miró a Hanna cuando ésta propuso otra idea.

—Sí, visto lo visto, trepar por la zona seca es lo mejor que podemos hacer, porque por la de la cascada ni de broma...

Y es que entre la fuerza del agua, el peso de la gravedad, y que la superficie de piedra estaría mojada, mohosa y resbaladiza, era una locura.
Áscalon olisqueó el suelo donde sus patas delanteras y tras darle el visto bueno por lo visto, se tumbó sobre la panza tan tranquilo. Galatea le rascó la cabeza y luego volvió a mirar a Hanna.

—Aunque si intentamos trepar ahora para acampar en la cima, a parte de que estamos reventados, el primero que lo haga será quien lleve la cuerda para atarla arriba y que el resto podamos usarla de sujección... Pero él tendrá que trepar sin esa sujección precisamente por ser el primero, tenedlo en cuenta.

Hablaba con la vista fija en un punto indefinido del suelo, como si pensase en algo mientras hablaba, de hecho, hizo una pequeña pausa meditando tal vez lo que iba a decir antes de hacerlo, tras varios segundos pareció decidirse a proponer la idea

—Por otra parte... si acampamos abajo puedo sacrificar un conjuro por la mañana para que el primero que suba con la cuerda pueda hacerlo sin peligro alguno de caerse.

"Dioses... no sé qué es más peligroso, si acampar aquí abajo o ahí arriba, el bosque es el mismo en ambos lados"

Suspiró y se encogió de hombros como si ya estuviese cansada de darle vueltas a aquel maldito problema.

—Lo que prefiráis...—levantó la vista mirando a Khaila, pese a lo expuesto parecía mantener la calma de rigor que solía mostrar—tú te ofreciste a escalar primero, ¿qué opinas? ¿te arriesgas o vamos sobre seguro?
 

Hanna sopesó los pros y contras de lo que decía la druida.
Supongo que sin armadura, por pared de roda seca, con calma y un conjuro de luz a mano, alguno de nosotros podrá lograr llegar arriba y colgar la cuerda. Al menos será un sitio más seguro para descansar, no sabemos qué alimañas pueden rondar por este bosque tan extraño Miró a Galatea por si acaso ella sí. Aunque quizá puedas tener una idea, pero no hay tiempo de ponerse a buscar rastros supongo.

A partir de ahí, Y suponiendo que no vayamos muriendo "alegremente" como Ivelios durante la noche... ya por la mañana podríamos buscar otra entrada a plena luz. Dudo que esta sea la única entrada, seria muy poco práctico para sus habitantes, y desde una cueva no se puede ver la luna, lo cual es básico para cualquier templo de Selûne, ¿No? Mi idea es simplemente buscar el sitio más seguro para pasar la noche sin alejarnos demasiado, ahora que ya lo hemos encontrado.

Rengar no se quejó a pesar de lo infructífero de la caminata. Estaba más que acostumbrado a caminar con todo aquel peso encima. Es más, apreciaba la sensación del cansancio, la extenuación como método de centrar la mente y el espíritu, como un sacrificio a Ilmáter. El ejercicio le ayudaba a no pensar, y no pensar era bueno, pues cuando su mente estaba ociosa, Kestrel volvía a ella con todo su hermoso esplendor, y entonces volvía a sentir toda aquella angustia y la soledad. Y una cosa era aceptar el dolor y otra muy distinta, la de cargárselo a la espalda y dejar que penetrase en sus huesos y en sus músculos, haciendo que se tambaleara o cayera.

Rengar era, pues, feliz mientras caminaba.

No obstante, la situación no lo agradaba demasiado. No parecían estar llegando a ningún lado, y quedarse allí sólo provocaría que el gran mal volviese a atacar. Rengar, como paladín al servicio del bien, debía velar porque no fuese así.

-No me gusta que nos quedemos, pero no hay más -dijo rascándose la sudorosa quijada-. Si mañana vamos, pues vamos. Pero creo que no será fácil dormir. Hanna tiene razón. Vamos a ver si hay un sitio mejor, que aquí no me fío. Yo puedo saber si un sitio es seguro, y éste no.

Habían caminado, y mucho. Khaila se encontraba agotada, y tras escuchar las palabras de sus compañeros, miró hacia arriba, sopesando las posibilidades. Hacía unas horas, cuando se planteó eso mismo, ella se sentía fuerte y con ganas de tirar adelante. Pero ahora, sentía sus músculos agarrotados y unas agujetas le estaban martirizando los gemelos.

Negó con la cabeza mientras dejaba caer su mochila y movía el cuello intentando desentumecer sus músculos.

- Yo buscaría algún sitio por esta zona para descansar y lo intentaría mañana. Si lo hubieramos hecho antes, me hubiera arriesgado, pero ahora estoy muerta... - Dijo, y tras esas palabras su mirada, distraída, terminó en el cuerpo de Ivelios que continuaba sobre el hombro del paladín. Hizo una mueca con los labios, dándose cuenta de lo desafortunado de su comentario... Y antes de que ninguno empezara a decir nada, volvió a hablar aclarándose la garganta con un suave carraspeo.

- Si mañana puedes lanzar ese conjuro, quizás iría bien que lo hicieras a alguien que no pueda trepar... La ayuda de la cuerda después no es mágica. Igualmente tendremos que escalar, aunque sea más fácil. - Comentó colocándose uno de sus mechones rubios tras la oreja.

 Volo escuchó con atención a sus compañeros. Al parecer la idea era bastante simple: descansar hoy y escalar mañana. Opción, por otro lado, que gustó mucho al mago.

Estoy con los que dicen para descansar hoy y escalar mañana- dijo- al fin y al cabo, un día más, un día menos no afecta a nuestra compañera Khalia. Propongo que descansemos, comamos, bebamos algo y charlemos antes de dormir y seguir nuestra misión por la mañana. Por otro lado... ¿como vamos hacer las guardias?

Galatea peinó hacia atrás con una mano el mechón plateado de pelo que destacaba en medio de su castaña melena.

—Bueno, cuando utilicemos la cuerda para subir o bajar lo podemos hacer de uno en uno y atándonosla a la cintura. Así, si alguien pierde pie, en lugar de caerse quedará colgando—respondió—Quien realmente se arriesgará será quien suba a atar la cuerda a arriba en primer lugar porque ese irá a pelo. En este caso, tú, por eso prefiero guardar el conjuro para ti.

Suspiró con cierto cansancio pero en este caso era físico, no dialéctico. Miró a Rengar cuando el paladín habló.

—Me temo que encontrar un sitio "seguro" aquí va a ser imposible, llevo todo el día con la sensación que os dije antes... Pero tenes razón en que aquí delante de la dichosa gruta sea quizá de todos el peor. Un lugar más resguardado sí que nos vendría bien.

A la pregunta de Volo contestó con un gruñido pero no por descortesía, sino porque en ese momento se había puesto en pie.

—Quizá sea mejor no ser tan optimistas con el tiempo, puede haber imprevistos y para Khaila cada segundo es oro... —dijo sacudiéndose las briznas de hierba de las piernas—y quizá sea también mejor buscar el sitio para acampar primero, luego ya nos organizamos con las guardias.

"Y no sé por qué me da que va a volver a salir a la luz el tema del número de horas de sueño... "

Cualquier posible réplica fue rota cuando la bandada de cuervos que estaba apostada sobre la cascada empezaron a graznar cada vez más fuerte. Algún que otro pájaro levantaba el vuelo nerviosamente para volver a posarse. El estruendo de las aves era una cacofonía ensordecedora y tétrica.

La cabeza de Galatea se giró como impulsada por un resorte hacia el grupo de aves en cuanto estas comenzaron a graznar. Primero entornó los ojos, extrañada como si algo no le cuadrase... y así fue durante unos segundos hasta que de pronto soltó un respingo y su expresión pareció palidecer.

—Por todos los dioses... —los ojos azules de la druida estaban abiertos de par en par—... eso no son cuervos.

Una gotita de sudor le escurrió por la sien, pero esa no era de cansancio.

 Volo miró hacia Galatea sin comprender- ¿como que no son cuervos?- preguntó, extrañado. Su vista volvió a posarse sobre las aves observándolas con más detenimiento. A pesar de que le extrañaba la afirmación de Galatea, no iba a ser él el que le llevase la contraria. Al fin y al cabo, era una druida y si ella afirmaba eso, no lo pondría en duda- si no son cuervos, Galatea ¿que diablos son entonces? y sobretodo ¿son peligrosos?

Galatea miraba con el ceño fruncido a aquellos cuervos, apretaba los dientes como si estuviese mirando algo realmente atroz en lugar de a una simple bandada de pájaros.

"Ahora entiendo lo que era esa sensación... "

Levantó un brazo señalando el grupo de aves como si los estuviese acusando de algo horrendo que le provocase el más absoluto y repulsivo rechazo, y de hecho así era.

—Ese es el mal que sientes, Rengar. El más abyecto de todos.

A Áscalon se le había erizado el lomo, gruñía por lo bajo mostrando ligeramente los dientes y no dejaba de mirar en la dirección que señalaba su compañera como quien no deja de vigilar una amenaza inminente.
Galatea había dicho con anterioridad que un bosque rezumaba vida, pero que aquella zona estaba impregnada de sentimientos negativos, que le provocaba una "sensación distinta".... Los druidas eran habitantes de los bosques, protectores de la vida, y la mayor blasfemia contra la vida era...

—No-muertos—siseó casi con asco, escupiendo la palabra, hasta le temblequeaba el brazo de lo tenso que lo tenía, por una vez parecía enfadada de verdad—Esos animales no están vivos.

Hanna había escuchado la conversación y cuando pareció que todos estaban más o menos de acuerdo en marchar a otra parte para descansar, cogió la mochila.
El tema de que "no eran cuervos" le llamó la atención por el tono de "peligro" que estaban adquiriendo sus compañeros al hablar.

Bueno, pues cuidado con los ojos entonces
Y cogió su arco y una flecha, pretendiendo dispararles si hacían algo hostil.

Rengar miró la nube de pájaros y sintió que su interior se ensombrecía. ¡No muertos! ¿Acaso existía algo peor, más maligno? Ni el más cruel de los dragones podía compararse en perversión a un nigromante. Levantar a los muertos de su eterno descanso para utilizarlos en su favor... ¿No era eso lo que Loviatar le había sugerido que hiciera?

La ira le llevó a dejar el cuerpo de Ivelios en el suelo con más bien poco cuidado. Se colocó el yelmo y levantó el escudo y el hacha, listo para el combate. ¿Quién había dicho que estaba fatigado? ¡No cuando había que destruir entes tan oscuros!

-¡Que vengan! ¡Que vengan, y yo los mataré bien muertos!