Partida Rol por web

Radovina, harta de esperar en el carruaje. Se baja de su carruaje y le grita a su primo:

- "¡¡Schuba!! ¿No deberías de ir a hablar con el Anciano del pueblo para que nos dé alojamiento? ¡Pero qué te pasa!" -

Después corre hacia el carruaje de Slavinya, abre la portezuela y expulsa del carruaje casi a patadas al Padre Virgil Szantovich:

- "¡¡Baja!! ¡Baja te digo, cura inútil y patán!" - Una vez desalojado el sacerdote, se sienta al lado de su prima Slavinya y le sonríe tiernamente:

- "¡Primita! ¿Qué tal el viaje? ¿Te ha resultado muy incómodo?" -

Volteó a ver a mi prima, casi se me escapa una sonrisa al ver como saca a Virgil del carruaje, al parecer los hombres Szantovich no sirven de mucho.

-Pues ha sido un asco pero podía haber sido peor y ¿qué tal te fue a ti con Schuba?

Creo que deberíamos bajar las dos y ver qué se hace, de lo contrario podemos pasar semanas enteras en espera de noticias, le hago una seña a Radovina; parece tan distinta a su hermano, por un momento me pierdo en aquel recuerdo de sus promesas y creo notar cierto rubor en las mejillas, sacudo la cabeza y la invitó a salir con un ademán amable.

-Mejor será que nos encarguemos nosotros...

Atónito… me quedo al ver como la pequeña se vuelve casi loca, y como está llena de histeria me tira desde mi carruaje.

Ya sobre el suelo…
Pufff… Maldición, si Schuba es suficiente, el solo puede encargarse de cómo mantener la posada y demás, yo no estoy aquí para encargarme de estas pequeñeces… maldita la hora en que se les ocurrió traer tantas mujeres en estos viajes.

Me levante del suelo, acomode y sacudí mis atuendos estaba realmente molesto después de tal bochornoso espectáculo.

Me quede señalando hacia el carruaje de mi Hermana

Pequeña insolente mas te vale estar preparada cuando regresemos al castillo Szantovich!, si es que te dejo salir viva de esto… Slavinya, mantenedla a raya si no quieres que notifique esto... apuesto que sabes lo que nos conviene a ambos.

Lleno de vergüenza me acerque al anciano y le respondí el saludo…

Al ver la reaccion de Radovina, Schuba no puede mas que aguantar la risa.

Al parecer no le gusta estar encerrada.

Ahora dirigiendose al anciano.

Por favor guianos a tu morada, esta noche la pasaremos aqui. Ademas ahi cosas que debemos hablar con el consejo de ancianos.

- Los mozos campesinos se ocupan de los caballos y carruajes. Los criados Szantovich de la impedimenta y los nobles de la Casa Szantovich reciben alojamiento y acomodamiento en la casa del Anciano del pueblo.

Al día siguiente, el Anciano Balesku reúne a los Ancianos del Consejo.

- "El noble Caballero Schuba Szantovich desea dirigirse a este Consejo. Escuchémosle." -

 Voy andado paralelo al coche de mis compañeros de viaje y de pronto veo lo que ocurre y con las manos en jarras rio estruendosamente por la falta de respeto hacia el sacerdote.

Radovina sonríe a Slaviya algo ojerosa, sentada a su lado en la sala del Consejo de Ancianos de Buzau.

- "¿Qué tal has dormido primita? Yo creo que mi lecho tenía pulgas y el pan del desayuno estaba duro. ¿Cómo puede vivir así esta gente?" -

Me vuelvo a mirar a Radovina con una sonrisa, demasiado pronto se acostumbró a la comodidad en casa. Me encojo de hombros.

-No dormí, tengo un asunto dando vueltas en la cabeza que no me deja dormir pero no dudo que la cama tuviese pulgas, aunque no me quejo del pan del desayuno, yo estaba hambrienta.

Luego vuelvo la vista al frente.

-A ver a qué hora se ponen en materia estos hombres, padre no tuvo mejor idea que enviarnos con ellos.

- "No te ofendas, pero tus hermanos son unos inútiles. Tudor no tiene cerebro, Virgil no tiene empuje y Schuba no tiene capacidad de liderazgo. Es una injusticia que a las mujeres nunca nos escuchen, pues somos sin duda más sensatas que hombres como estos." -

Las palabras de Radovina casi me hacen escupir, carcajearme en pleno consejo. Nunca había visto que alguien describiera a mis hermanos tan acertadamente.

-¿Ofenderme? ¿Yo? En absoluto, sé quién se quedará con el poder en Ploiesti pero creedme, no son sólo mis hermanos, vos tenéis uno que... Bueno, no le pide nada a la brutalidad de los míos.

Observé a mi hermano Virgil, siempre había esperado más de él. Quizás era al que más consideraba de todos pero últimamente me estaba dando mucho que desear.

- "Son rasgos hereditarios, Slavinya. Las mujeres Szantovich hemos heredado la belleza y la astucia, los hombres Szantovich la brutalidad y la estupidez..." -

Sin preocuparme siquiera del cotilleo de las señoritas, me aproximo hacia tudor algo preocupado…

Tudor al terminar esta reunión tengo que hablar contigo y procura mantener la calma ahora, que es una reunión importante, espero me hallas entendido… si te quedas tranquilo te prometo que disfrutaras un festín.
Le digo en voz baja, tratando así de no perturbar la reunión.

Me quedo observando a Schuba y al (anciano Balesku)…

Lo de reunir al consejo de Buzau, esperemos que haiga sido una buena idea…

Cruzado de brazos me reclino sobre mi asiento al lado de tudor y espero a que alguno se manifieste.

 Acataré lo que mandó padre,Virgil.

digo mientras me quedo observando a un mancebo que agarra uno de los caballos, me toco los labios y noto que estoy a punto de babear y sonrio con una mueca que me hace aún mas desagradable para los demás. 

- "Primita, a ver si Schuba les cobra los impuestos a estos ancianos y podemos irnos de esta apestosa aldea. Aunque eso significará que tendremos que separarnos y no nos veremos en muchos meses..." -

Schuba camina un poco para sentarce a en la mesa que le habia sido preparada, saca un rollo de papiro, lo desenrrolla en la mesa y tras asegurado los extromos con pisa papeles busca la tinta y pluma.

Como saben, a llegado esa epoca del año, en que deben mostrar su aprecio al señor que os ha cobijado en sus tierras. Asi que necesito saber el numero de personas en la aldea, hombres, mujeres, niños y ancianos, ademas de cuanto se ha cosechado.

Todo esto para calcular los impuestos que deben de pagar.

Al terminar estas palabras Schuba escribe al principi del pergamino el nombre Bazau.

Radovina, desesperada de su vida como vampiro, y sin encontrar demasiado consuelo en su creador, tras algunos infructuosos encuentros con algunos seres humanos del pueblo, a los que aterrorizaba con su perturbador aspecto, decide recluirse en las cavernas a autocompadecerse de su suerte.

Allí pasa los días protegida de la luz del sol, recordando su vida humana y maldiciendo al despreciable monstruo de las cuevas. Mientras, por las noches, sale a cazar por los bosques cercanos, donde va acostumbrándose poco a poco a sus nuevas posibilidades. Radovina aprende a trepar por los altos árboles de coníferas y va perfeccionando su técnica de pasar de unos a otros sin caerse y sin hacer ruido. Poco a poco, además, va atreviéndose con presas cada vez más grandes, a las que ataca por sorpresa desde las alturas, cayendo sobre ellas y degollándolas sin piedad.

-Bien -le responde-. No voy a perder mi valioso tiempo tratando de obligarte a seguirme. Si no quieres colaborar conmigo, renegaré completamente de ti y te expulsaré de mi refugio y de mi territorio por la fuerza, que es todo Buzau, como haría con un intruso. Si en algún momento te descubriera dentro otra vez, acabaría contigo como haría con cualquier enemigo -la cosa agarra una piedra y la vulveriza apretándola con su puño como demostración-. Mi patronazgo no es gratuito, y exigo trabajo a cambio de mi protección y de usar mi refugio. Si crees que voy a sustentar y mimar a una niña a cambio de su aprobación, has errado. Y si crees que vivir ahí fuera por tus propios medios es fácil, je, bueno. Ya tendrás ocasión de comprobarlo por ti misma.

El monstruo gruñe, innecesariamente.

-Ahora decide. O trabajas conmigo o te vas. Y no vuelvas a tratar de chantajearme si no quieres que decida yo por ti.

Durante los meses anteriores, el Ser escogió a un cuervo y a un oso para hacerles a ambos sus servidores ghoul. El proceso requirió bastante tiempo, pues no solo necesitó de muchos días para dar con los animales necesarios, sino que además el Ser tuvo que adiestrarles lo bastante como para que pudieran servirle adecuadamente. El oso, en particular, tuvo que vencer su natural tozudez y salvajismo durante este tiempo, a la par que era educada su disminuida mente en los misterios más básicos del adiestramiento.

Si embargo, transcurridos algunos meses, ambas bestias se tornaron en un par de esclavos muy útiles, interesantes y curiosos.