Partida Rol por web

-¡MANTENGAMOS LA CALMA! - el Capitán DeValin se había colocado sobre la puerta, en el estrecho corredor que formaban las tablas de la empalizada en ese punto. A su lado el Magistrado Méliant observaba cariacontecido en la lejanía cada uno de los puntos que eran origen de una de las columnas de humo.

-Vamos a salir. ¡Hemos de salir! Pero no sólo con motivo de esos incendios. Necesitamos información. Tenemos que saber a qué nos enfrentamos, ya está bien de reaccionar a lo inmediato y dar bandazos al son que marca la tormenta. Si no conocemos a nuestro enemigo estamos derrotados antes de comenzar la batalla. Tenía la intención de organizar un grupo de exploración, aunque no pensaba que llegaran tan lejos. En vista de las circunstancias no puede ser de otra forma. Los que salgan de Conira, aquellos que formen el grupo de exploración, atravesarán el bosque siguiendo las huellas de ejército que nos atacó ayer, llegarán hasta donde el sentido común y la cautela les dicten, o hasta encontrar a nuestros enemigos. Entonces se desviarán hacia la fuente de aquellos incendios y tratarán de encontrar supervivientes.

El anuncio del Capitán sirvió para tranquilizar un tanto los ánimos aunque Brúnil parecía aún dispuesto a lanzar a su alazán contra las puertas.

-¡DÉRON! ¡DAMMERYN! ¡Subid aquí!

El soldado desmontó con la misma velocidad con la que había montado. Dejó el caballo atado en una de las vigas atravesadas que reforzaba la empalizada y subió la misma hasta llegar a la altura del capitán.

La muchacha de los Sondrent reapareció de la Casa de Meliant completamente preparada para viajar, en un tiempo increiblemente corto.

El pelo recogido en una trenza, el rostro lavado y fresco, calzando botas de montar, y la capa sobre su atuendo habitual, cómodo y sencillo. Traía las alforjas para colocar en su frisón, junto a la silla. Y un zurrón cruzado en su torso, con lo necesario, al menos en primera instancia.

Se situó en silencio junto a su hermano, y esperó.

El antiguo soldado que aun vivía bajo su piel no dudó ni un instante en obedecer la cabal orden del oficial. Como si la estuviese ya esperando, Deron acudió raudo a la llamada de DeValin, asintiendo a sus palabras conforme se personaba junto a él.

¿La gente puede estar muriendo allí y os ponéis a mirar el horizonte? ¡Venga ya hombres! Gritó Melegat desde su montura esperando que las puertas se abran.

¿Es qué os vais a tomar todo el tiempo del mundo? Si allí hay gente, no tienen todo ese tiempo como vosotros. ¿Qué os pasa?

Melegat Ansey podía ser cualquier cosa. Tonto, torpe, un grandullón del cual la gente se asusta, pero nunca, nunca podría ser un cobarde.

El Capitán lanzó una seria mirada a Mélegat antes de volverse de nuevo para observar el horizonte y enfrascarse en una conversación privada con aquellos que le acompañaban: el Magistrado Méliant, Déron Nisha y Dammeryn.

-Déron, Dammeryn, ¿Qué pensáis? ¿Cuatro? ¿Quizás cinco horas? Debería dar tiempo de reconocer la zona y regresar antes de que anochezca. Quiero que vayáis los dos, yo me quedaré en la aldea y me ocuparé de los preparativos. Trataremos de mejorar las defensas y lo tendremos todo dispuesto para evacuar en cuanto volváis en caso de que fuera necesario. Tengo a catorce hombres, buenos soldados, pero poco o nada podrán hacer si se repite un ataque como el de anoche. Necesitamos información. Debemos conocer quienes son, cuántos son, donde están, cual será su próximo movimiento, hacia donde se dirigen, quién los manda... sin esa información nuestra huida será una lamentable carrera de espaldas, con la mirada puesta detrás y no en el camino que nos espera.

Guardó silencio y volvió a centrar la mirada en el humo que impregnaba el horizonte.

-Id con ellos. Si hay supervivientes haced cuanto podáis.

El grandullón tenía razón. Eso era evidente. Había mirado aquellos fuegos, y estaban vivos hacia unos 10 minutos cuando los había mirado. Había sido de los primeros en saltar sobre la empalizada y había calculado cuanto costaría llegar allí. No tenían ese precioso tiempo. Y ahora se daba cuenta en la espera que correr tras las monturas no sería lo más prudente ni lo mas rápido.

Alguno tiene espacio en el corcel para acarrear con un poco de peso muerto.

Dijo señalándose mientras miraba a los hombres y mujer que había tras de sí con las monturas listas para partir. Si lo llevaban al galope el caballo seria más fácil echar una mano. El caballo aguantaría el galope hasta el lugar, y el podría volver a pie. Si bien era cierto que el que lo llevara llegaría con un minuto o dos de retraso que el resto.

Su cara era de determinación. Aun no sabía porque quería luchar de aquella manera. Y el recuerdo de los mizen se le clavo en la sien. Tenía que hacer algo, se lo debía al mundo, se lo debía hacer pagar a aquellos demonios roba cuerpos.

Espero la respuesta de los que tenían montura. Con suerte alguien se apiadaría de él.

Otro más capaz había tomado las riendas y Deron accedía sin protesta al cambio de mando: si algo había sido toda su vida, era crítico consigo mismo, hasta el extremo; varias veces le había salvado la vida al bastardo aquella actitud. El explorador sabía que tras los acontecimientos anteriores no estaba en sus mejores momentos, y el no tener la verdadera responsabilidad directa ni de aquellos hombres, ni de aquellas gentes, había hecho divagar su mente.

Ahora, recibiendo el mando como un bálsamo tibio, era el momento de acatar:

-Sí, señor; tal vez media jornada o algo más. Deberíamos de estar de vuelta antes de que se nos echara en falta. Esta gente no puede aguantar aquí.- dijo mirando hacia el pueblo que se extendía tras él, de reojo -Solo necesitan alguien que les organice la logística, que les inculque la importancia de "su única posibilidad ante un nuevo ataque" y que pueda granjearles esa ooportunidad que necesitarán en tal caso. Si vos y vuestros hombres vais a quedaros, entonces cumpliré con gusto la encomienda. Estaremos de regreso cuando el sol se ponga, si todo va bien.- terminó de asentir a sus nuevas órdenes, mientras reculaba antes de girarse de vuelta hacia su caballo.

Cualesquiera las palabras que hubiéranse intercambiado con DeValin, Deron salió de la conversación directo a su vivienda, de la que salió portando su armadura ligera y sus arreos de batalla. Tras ensillar como un experto a la apacible Nocturna y subirse en ella, se unió al resto sin demora, diciendo al llegar a la altura del grueso:

-En marcha; debemos regresar antes de que la noche engulla el camino.

Sus manos ya hacían un gesto hacia las desvencijadas puertas, para que quienes estaban al cargo de ellas ahora las abrieran a quienes se disponían a abadonar la población.

Kody solicitaba sitio, pero Illianna tenía otra propuesta. Se giró hacia el Magistrado Meliant, y señalando a los establos pidió su ayuda.

-Señor, dadles a los que no tengan monturas las mejores que tengáis aquí en Conira, para que todos los que nos dirijamos a los fuegos vayamos ligeros y rápidos. No hay ahora mismo mejor uso para ellas, me temo.

Méliant se acercó renqueante hasta la posición en la que se encontraba Deron, colocó ambas manos sobre su antebrazo y lo miró hacia arriba, directo a los ojos.

-Ve con cuidado amigo. Deja las heroicidades para los muertos y recuerda que aquí hay gente que te necesita. Regresa.

Soltó su presa y se retiró unos metros para atender el requerimiento de Illianna.

-Coged mi caballo, al contrario que su dueño es joven y fuerte. Os hará buen servicio.

Los soldados abrieron la doble hoja de troncos que separaba la supuesta seguridad de la aldea del mundo exterior. Ante ellos se abrió el llano, aún sembrado de cadáveres de la noche anterior, cubierto del barro que todavía permanecía húmedo. Tras él se divisaba el oscuro bosque, algo menos siniestro de buena mañana pero ensombrecido por el humo que le hacía de compañero.

Ajenos a todo lo sucedido durante las últimas horas una pareja de golondrinas hacían cabriolas sobre el camino, sobrevolando a toda velocidad el mayor de los innumerables charcos que la lluvia había creado. Sobre el campo de batalla un sin fin de cuervos se pavoneaban orgullosos de sus dominios.

Deron esperó hasta que Meliant, con su habitual desprendimiento cedía su más que válida montura a Kody, antes de contestar al gobernador de lo que ahora llamaba su hogar:

-Puedo marchar, Meliant, pero mis tallos siguen fuertes aquí atrás, y ten por seguro que volveré por ellos... con tu caballo, si me es posible. Más temo por el interior de estos muros que por lo que más allá de ellos aguarda. Cuida de estas gentes en mi ausencia, como tan bien has hecho siempre y prepáralos para lo que bien podría regresar. Yo os buscaré un camino franco entre tanto.- se despidió el guerrero, antes de azuzar a Nocturna, sin dolor, para que avanzara a la cabeza de la comitiva, sin tardanza.

Con un último gesto de despedida hacia la retaguardia, así volvió a abandonar Deron Conira, sin saber si realmente volvería a verla alguna otra vez como fue... sin aquella oscura sombra de oscura certeza rondando a la esquina de su pensamiento.

Por fin se abrieron las puertas, y ante mis ojos reapareció nuevamente aquella tierra que había sido regada con las sangre de tantos, incluída la mía.
Ahora debíamos partir sin demora, con la esperanza puesta en que Conira siguiera existiendo cuando regresásemos, pero ese pensamiento lo guardé en lo más profundo de mi mente, para no aumentar las preocupaciones de aquellos cuyo pasado estaba ligado a las gentes que quedarían tras nosotros.

Con la mirada puesta en el terreno que deberíamos recorrer, clavé los talones en los flancos y dejé que mi caballo se lanzara en pos de Deron.
Era el lugar que debía ocupar, para enfrentar los peligros antes de que lo hicieran aquellos peor armados o cuyas heridas podían suponer un claro contratiempo.
El sonido de los cascos llenó el amanecer. Pronto sabríamos qué había causado los incendios y si alguien había sobrevivido a ellos.

Melegat vio como las puertas de Conira se abrieron de par en par. El pelirrojo miró a sus dos compañeros, Deron y Ayron, como partían hacia el lugar del incidente galopando de prisa. Ansey acarició la crin y el cuello de su montura, y le susurró unas palabras cariñosas al oído. Después, golpeó sus costillas con los talones de sus botas, y con eso le indicó a su corcel que debía avanzar.

El "pequeño" Melegat miró hacia atrás cuando traspasó las puertas de Conira y vio como la gente se agolpaba en la puerta para ver lo que sucedía en la lejanía. El paso de su corcel siguió las huellas de sus dos compañeros, y cabalgó hacia el horizonte.

¿Qué nos tendrá preparado el destino en ese lugar? Pensó Melegat Ansey mientras suavemente espoleó a su caballo para que apresure el paso.

Kody no tubo mucho tiempo. Segun se abrieron los portalones del pueblo la comitiva salio al galope. Estaba destinado a llegar mas tarde que el resto puesto que le costo un poco subirse al caballo.

Una vez arriba sonrio. Ahora estaba a la eltura de las cirscunstancias. Confia en que Deron fuera lo suficientemente bueno para atajar lo mas posible hastas el fuego. Pero no estaba seguro de si lo haria directametne o realizaria el extraño encargo del lider del pueblo.
Seguir pisadas, acercarse al fuego. Eso era una perdida de tiempo si querian salvar vidas.

Entendia que si fueran un batallon se procediera de aquella manera, pero si no iban rapido perderian vidas humanas, si es que no las habian perdido ya.

Espoleo a la montura para ponerse a la altura de los mas rezagados.

Dammeryn había montado rápido y miraba el horizonte con ojos cansados. Habían ocurrido muchas cosas en breves días y las batallas en general requieren reposo y planificación. Lo que más preocupaba al soldado era ver que el enemigo no parecía necesitar nada de eso. Por eso debían proceder con cautela, pero sin pausa, mientras les quedasen fuerzas para pelear. Comprobó de nuevo los cierres de su armadura. Ya una vez un mal hachazo que pareció inofensivo abrió el cierre del hombre de Eolfrydh y lo dejó desprotegido ante el siguiente ataque. El pobre ignorante no advirtió la apertura en el fragor de la batalla y lo pagó caro.

El soldado miró a sus compañeros y esperó que ninguno de ellos se confiara, ni que esperase tranquilidad o resuello. Muchos no eran guerreros y en cualquier momento podrían ceder. Los mismos soldados entrenados durante años a veces sucumbían a terror. Cuánto más ahora, que son demonios. Negó con la cabeza, desolado. Al menos les quedaba pelear, aunque si eso servía o no de algo, todavía estaba por verse.

Las puertas de la aldea se cerraron tras ellos, no obstante la mayoría de sus habitantes, tantos como la empalizada era capaz de albergar, se encontraban en aquella posición elevada para verles partir.

Ante sí tenían el camino real que cruzaba Conira de Este a Oeste. Las puertas de la aldea daban al Norte así pues dirigirse hacia la izquierda les llevaría hasta la ciudad arrasada de Édelis, casi podían ver en el horizonte los rescoldos de la matanza. El corazón se les encogió tan sólo de imaginarlo. Si se dirigían hacia la derecha volverían por el camino que les trajo hasta Conira el día anterior, poco más adelante éste se dividía en dos, una rama torcía hacia el sur en dirección al Mesón Froterizo, el valle y en última estancia Dhalion, la capital. La otra rama se adentraba en los Montes Perdidos y conducía hasta las poblaciones de Nausvid y Umrad.

Directamente frente a ellos se abría el bosque, por el que se perdieron los atacantes la noche antes.

Debían tomar una decisión.

Melegat espoleó su corcel hasta ponerse a la altura de Deron Nisha. Está claro que no será él el que decida que camino tomar. Ansey sabe que hay gente mucho más inteligente y preparada que él para este tipo de situaciones. Aún así, el "pequeño" Melegat se acercó a los jinetes que iban en vanguardia y giró un poco su cabeza para poder verles mejor la cara.

- ¿Hacia donde nos dirigimos? - Dijo al mismo tiempo que sopló hacia arriba, para espantar una mosca que le molestaba.