Partida Rol por web

Alex tiende la mano a todo para ayudarlos a levantar. Incluso a su madre Joanna. Os giráis.

La estancia donde estáis ahora está dividida en dos secciones iguales. Contienen entre ambas un total de cincuenta vainas aproximadamente de diferentes tamaños. Todas disponen de una placa negra localizada en la superficie. Todas las vainas están vacías a excepción de seis de ellas que parecían tener algún tipo de ser vivo en su interior y ahora no queda más que restos de tejidos carcomidos pues la tapa ha sido perforada por algún tipo de producto corrosivo, similar a otras perforaciones anteriores.

Os sentís vulnerables, insignificantes y frágiles. Mercancía destinada a ser almacenada, producida y consumida. Cómo os invade la sensación que no importa el lugar en el que os encontréis, si el Dakota o el punto más alejado del universo, que siempre la crueldad y la muerte están presentes. ¿Es la muerte lo único "vivo" en todos los mundos? ¿Estáis todos los seres vivos destinados a desaparecer siempre? ¿A morir solos? ¿Nadie tiene ninguna oportunidad de trascender?

Las vainas intactas emiten una especia de zumbido, como ultrasonido o... esa sensación que recorre la espina dorsal cuando se acerca alguien pero aún no ha girado la esquina para poder verlo.

A unos veinte metros a una gran abertura rectangular sin puertas que da acceso a otra sala donde hay un monolito como los anteriores, pero éste está dispuesto en posición horizontal como si una gran mesa de ceremonias se tratase, aunque se mantiene suspendido en el aire a una altura de metro y medio, más o menos. El monolito tiene unas dismensiones de tres por nueve metros. En la parte más alejada hay gran cantidad de material. De manera ordenada están situados numerosos extraños objetos. A simple vista os es difícil averiguar su utilidad, pero parece tratarse de una especie de almacén de herramientas. A un lado hay también una docena de trajes de un material blanco níveo. Tienen aspecto de los trajes que utilizan los astronautas en las películas, pero algunos de los trajes tienen el tamaño de un niño, otros miden cerca de tres metros de altura. Su superficie es extremadamente suave al tacto. La zona donde se colocarían las manos y pies no presentan la forma esperada, sino que son esferas, como pelotas voley.

El techo de está zona está atravesado por infinidad de conductos de todos los tamaños formando una madeja infinitamente intrincada. Lo que circula a través de ellos es imposible saberlo, aunque sí escucháis un sonido similar a un chapoteo.

En el extremo de la sala hay una puerta cerrada y una placa negra justo a su lado.

La famila entró en la sala y todos se quedaron callados y quietos, mirando a su alrededor. Pasó un buen rato antes de que Ted, suspirando, se decidiera a hablar.

-Bueno. Ante todo, tened mucho cuidado.

Ted siempre estaba dado la paliza con eso. Sobre todo desde la muerte del abuelo Cohen, aunque los niños, sobre todo las mellizas, apenas lo recordaban. Una tarde desgraciada de pesca en un lago del norte del Estado de Nueva York. Aquel fin de semana de pesca era el único vínculo sentimental entre Ted y su padre. Algo grande picó en la caña del abuelo, que clavó las botas en el borde de la barca y pidió ayuda a su hjo para tirar. Ted le recomendó que lo soltara, que era demasiado grande. La mirada de estupefacción y desprecio del viejo fue lo último que Ted vio en su cara, porque en ese momento lo que fuera tiró con ta lviolencia que el abuelo se fue al agua. Estaba fría, el abuelo se sumergió y no lo encontraron hasta ocho horas más tarde en la orilla opuesta. Ted se lo contó a Joanna llorando, en la ambulancia, con una manta sobre los hombros.

Parecía un suceso remoto, que nada tenía que ver con la situación presente, pero Ted nunca terminaba de olvidarlo. Incluso pasó un tiempo deprimido, con medicación. Todavía le obsesionaba. Y no quería ni por lo más remoto ser el culpable (pues así lo veía él, por más que algunos amigos cercanos se lo hubieran intentado quitar de la cabeza) de la muerte de otro miembro de su familia.

-Bueno... -repitió, acercándose lentamente a las vainas intactas. -Hijas, ¿queréis echar un vistazo en esa zona de las herramientas? Ved si hay algo útil... No sé, algo que sirva como arma... cualquier cosa. Con cuidado, por favor. Tú, Alex, mira a ver si averiguas cómo se usan esos trajes, si es que se pueden usar, y para qué. Joanna, ayúdales a todos, y si puedes acércate a la puerta, la que tiene la placa negra, e intenta averiguar a dónde lleva. Sin abrirla todavía. Por faro, tened todos cuidado...

Ahí se quedó, mirando de cerca las vainas...

- Sí, papá - obedece Alex.

El joven coge uno de los trajes y lo sostiene en el aire, examinándolo con cuidado mientras lo gira, buscando los cierres.

- Parece... ligero, y tiene una abertura en la parte de atrás. Voy a ponérmelo. - Con suma facilidad, Alex se introduce dentro de uno de los trajes, que le queda demasiado holgado, así como dándole un aspecto extraño debido a la morfología extraña del propio traje. De repente, con un vertiginoso sonido similar a "zzzfffsss", como cuando un balón se desinfla, el traje se ajusta a Alex, ciñéndose a su figura. Las esferas en las que había metido sus manos, ahora han adoptado la forma de precisos guantes. Sus extremidades inferiores ahora están adaptadas al pie del joven Krammer.

- ¡Guau, papá! - Exclama Alex, sorprendido, mientras se da unos golpes en el tórax. - Es bastante duro, aunque... - Ahora intenta caminar, que lo hace marcando cada paso como si se parodiase a sí mismo. - Es algo incómodo al caminar.

- Hey, Alex, ¡ya estás listo para volver a tu planeta! - Bromea Dorothy.

Normalmente, ése es el tipo de comentarios que tanto Ted como, sobre todo, Joanna, evitan hacerle a Alex debido al problema que sospechan que tiene, pero con sus hermanas siempre ha mantenido un vínculo fuerte y admirable. Se le puede ver a Alex sonreír desde dentro del traje.

Dorothy se dirige hacia las extrañas herramientas y las acaricia con la mano. Pone cara dubitativa y se le nota insegura. Aún así, escarba un poco entre los diferentes objetos y extrae una especie de medio arco grisáceo. A juzgar por la facilidad con que lo mueve, parece ligero. Al ser alargado, intuitivamente lo empuña, con un extremo acabado en punta hacia fuera. Dorothy lo levanta a la altura de sus ojos.

- ¿Para qué creéis que servirá esta especie de...? - Entonces, con un destello momentáneo, una onda luminosa recorre el espacio que la separa hasta los trajes donde está su hermano Alex. La onda impacta de lleno sobre uno de los trajes vacíos y la parte inferior cae al suelo, seccionada, mientras que la superior, al estar sujeta, queda suspendida de la pared.

- Jo... ¡DER! - Grita separando las dos sílabas, impresionada, con una bella sonrisa y los ojos a punto de salírsele de las órbitas. - ¡Es un arma! Lo... lo siento, Alex, pero... ¡¿has visto eso?!

Estoy algo superada por todo lo que esta ocurriendo. Todos parecen llevarlo más o menos bien, yo, sin embargo aún estoy masticando el hecho de que posiblemente mi vida sea toda mentira. 

Escucho a papá que durante unos pequeños segundos ha parecido quedar algo ausente. Le obedezco, pero cuando llego junto a la caja, Dorothy ya está allí y ha encontrado algo que cuando lo suelta pasa cerca de mi oreja y acaba con uno de esos trajes que se ha puesto Alex. 

Me agacho para buscar algo que sea útil para alguno de nosotros. Tal vez encuentre algo útil por allí.

Estaba caminando con mi familia con pasos seguros por aquella nueva estancia, por lo que me parecía era alguna sala de laboratorio o parecido. Por suerte Ted parecía volver a su cauce y hacer el papel de padre, a pesar de verlo claramente afectado, pero lo ultimo que necesitaba era tener que tirar de él.

Asintí a su petición de este y camine sin mas dilación hacia la placa negra cerca de la puerta cerrada, pero el ruido que escuche a mi espalda me alarmo, al ver como Dorothy manejaba algo peligroso.

-¡DOROTHY! -Grite asustada. -No hagas tonterías. -Me acerque a ella. -Nunca apuntes con nada de lo que aquí a tus hermanos, no sabemos lo que es. -La regañe, pero en ningún momento tuve intencion de quitarle aquella cosa. Sabiendo lo que se movía por aquel lugar, pese a que se suponía limpio de presencias orgánicas toda protección era útil.

Fue entonces cuando me percate de que Alex estaba metido en un traje. -Alex, ¿Puedes respirar? Si no sabes como funciona quítate eso, por favor. -Era normal que cada cual experimentara con su entorno eso lo entendía, pero eran tan jóvenes y todo aquello era tan sumamente extraño. -Tener cuidado por favor.

No quise alzar mas la voz o perder los estribos no era momento para eso, así que me limite a hacer una petición totalmente lógica y caminar hasta Stacy. -¿Has encontrado algo útil cariño? -Pregunte sujetando el mechón que caía de mi costado, sumándome a la búsqueda sin quererlo.

Stacy se une a su hermana, emocionada por encontrar algo al menos tan fascinante como la herramienta cortadora de Dorothy. Su mente reflexiva la predispone a detenerse en pequeños detalles que otros ojos no ven, como un extraño cilindro de unos treinta centímetros con una ranura en el centro que le da la vuelta completa. Como si se pudiese separar en dos cilindros de quince centímetros.

Busco emocionada en aquella caja y encuentro un cilindro extraño. Arqueo las cejas al tomarlo con mis manos y lo miro curiosa. Lo giro en mis manos, lo tomo, lo alejo y entonces pienso que parece que puedo separarlo. Trato de hacerlo mientras mis ojos lo estudian detenidamente.

Mi mente mientras piensa en la cantidad de libros de aventuras que he podido llegar a leer, ¿o en realidad no? ¡Quién sabe! En cualquier caso, los recuerdos de esos libros me invaden y me hacen hacer mil conjeturas con ese cilindro entre mis manos.

El cilindro se separa unos centímetros mecánicamente y de entre las manos de la pequeña Stacy surge un destello que se expande en forma de onda os ciega momentáneamente a todos, atravesando las paredes y silueteando con líneas rojizas todas las estructuras aledañas tras las mismas, como si fuera un mapa 3D. Con ello, os percatáis que más allá de la puerta cerrada al fondo hay una estructura cilíndrica vertical, como un nuevo ascensor, y sobre vuestras cabezas, hay más salas grandes cuyo contenido desconocéis. Además, con las líneas rojizas, aparecen otras azules más pequeñas, numerosas, y algo lejanas, pero que parecen moverse, y otra algo más grande en vuestra misma sala, tras unos de los extraños conductos que cruzan el techo.

Las líneas van perdiendo su brillo poco a poco a medida que pasan los segundos. Mientras, la silueta azul más grande se mueve y cuando el brillo ya casi ha desaparecido, aparece tras los conductos una enorme bestia que abre sus cinco fauces hacia vosotros, mientras salta a escasos metros con un gutural gemido.

Al abrir aquel cilindro mis ojos se maravillan al ver la capacidad de aquella cosa. Igual no era un arma, pero seguramente nos fuera útil para poder guiarnos por allí.

Me giro emocionada a lucir mi hallazgo cuando veo a esa cosa. Si el de antes me pareció terrorífico, éste me da real pánico y no puedo evitar comenzar a chillar como una loca.

Mis ojos buscan a mi madre por instinto mientras se han llenado de lágrimas.

Salte por puro instinto nada mas ver aquella criatura, el objeto que había encontrado mi hija era asombroso y por un momento pensé que hasta peligroso, pero seria de gran ayuda para salir o moverse por aquel complejo, pero todo ello quedaba en segundo lugar cuando aquel ser decidió aparecer sin previo aviso.

-¡TED! -Mi mente pronto quiso buscar a mis niños para poder protegerlas, mientras mi mano recogia la primero que toco en aquella extraña mesa. Si antes teníamos la azada ya no tenia nada con lo que protegerlas, por suerte recordé que Dorothy tenia algo que tal vez nos fuera de utilidad y Alex en ese traje tan extraño y siendo tan fuerte como era... pero no, no podía poner en peligro a mis niños teníamos que huir, pero a donde.

-Stacy calla. -Implore a mi hija, mas que mandarla, acercándome a ella, para taparle la boca. Aun no sabíamos si esa criatura al igual que la anterior se guiaba por el ruido.

-¡TED!

El grito de su mujer lo alerta de inmediato, y corre desaforado a la otra habitación. Horrorizado, observa aquella nueva extraña bestia, y a sus hijos desperdigados, cada uno con un cachivache en la mano. Como si Hannukah les hubiese pillado en un platillo volante.

-¡No!

No pudo contener el grito. Presa de la angustia por haberse quedado atrás mientras enviaba a los suyos a lo desconocido, corrió temerariamente hacia la bestia, intentando interponerse entre ellos. Al final se frenó en seco, las piernas flaxionadas, los brazos separados, encarando al animal o lo que diablos fuera aquello. Contradijo con un gesto la evidente intención de Joanna de huir. De repente se dio cuenta de que poco podía hacer con las manos vacías contra aquella amenaza.

- Dorothy, cariño -dijo, con un tono suave, sin apartar los ojos de la enorme boca - mira a ver si puedes usar ese cacharro tuyo para hacer picadillo a este bicho. Pero procura no hacernos picadillo a los demás, ¿de acuerdo? Aunque te apetezca a veces; no es el momento...

Y dio algunos lentos pasos hacia atrás, con idea de salir del radio de acción del infernal artilugio que tan bien le quedaba a su hija.

Alex, que se encuentra confiado y protegido dentro de ese traje, es el primero en reaccionar, a pesar de la dificultad adicional que le supone hacerlo con ese extraño traje. Doblando el brazo, salta hacia el costado de la bestia para darle un golpe que la haga resentirse. El resto de la familia, pero durante esas décimas de segundo, aprieta los dientes y pasan mil cosas por su cabeza.

La rabia contenida actúa como catalizador y la expulsa en forma de codazo, que hace rugir al abominable ser. Alex es capaz de ser la persona más insegura y emocionalmente más frágil de la familia, y al mismo tiempo, su gran salvador. El golpe suena como cuando golpeas algo duro, y la coraza biológica del ser actúa de escudo, pero no evita que llame la atención del animal.

Tan sólo un instante después, la bestia lanza instintivamente una de sus garras contra él, que apenas rozan el traje sin dejar marca alguna. Ambos contendientes han acabado intactos, y la bestia mira a su alrededor buscando otra presa más vulnerable a la que desmembrar.

Dorothy, que es insignificante comparada con el horrible monstruo, saca valor de su interior, ayudada por la confianza que su hermano Alex siempre ha depositado en ella para superar sus límites cuando entrenan juntos, y aprovecha la oportunidad que le brinda el tener la herramienta cortadora en la mano, que la dirige contra la furiosa bestia que ruge frente a su familia. Una segunda onda luminosa cruza el espacio que la separa del animal e impacta contra su dura coraza, atravesándola como atraviesa un cuchillo caliente la mantequilla, seccionando una de sus patas. La ácida sangre sale a borbotones, creando un charco en el suelo. Las convulsiones de rabia y dolor de la fiera hacen salpicar el ácido, que cae sobre Dorothy a Joanna, que viene por detrás, en forma de gotas.

Vi como ni niña obedecía las palabras de Ted y no supe por que pero mi instinto me dijo que por una vez tenia que a ver sido la Dorothy de siempre y hacer lo opuesto a los dictado por su padre. Disparo aquella cosa e impacto en el cuerpo de aquella criatura solo en ese mili-segundo me alegre de estar equivocada, pero cuando aquella pata se desprendido y la sangre salio hacia mi hija, hizo que recordara lo peligroso que era esa sangre en la otra bestia.

Solté a Stacy y corrí hacia Dorothy para intentar protegerla, quien sabe cuan corrosivo podría ser aquella sangre, pero antes de que estuviera a salgo en mis brazos, aquella sangre la toco, no pude protegerla. También yo sufrí las consecuencias de aquellos fluidos, pero el dolor no era mas que un picazón frente al dolor que sentía no poder llegar a tiempo.

Rechine los dientes mientras miraba con furia aquella cosa que estaba tambaleándose. Arrebate el arma de las manos de mi hija, poniéndome delante de ella, para evitar que mas sangre la manchara y lo apunte como hiciera ella para acabar con la despreciable forma de vida que teníamos delante.

-¡Nadie toca a mis niñas! -Susurre esas palabras llenas de ira, como si fueran el detonante para activar aquella peligrosa arma.