Partida Rol por web

Con la cabeza mirando a un lado a otro, miro a Jonad, prestando atención ante las palabras en mediano

Si, tienes razón. Todo lo que podamos hacer para intentar evitar que la encuentren será poco, comento hablando en mediano, directamente a Jonad

Alzando la cabeza, miro a los que están mirando el cuerpo del joven, del que poco podemos hacer, para volver a hablar en común al resto

Jonad y yo iremos a tapar la puerta. Como bien dice, con un poco de tierra y agua taparemos la grieta y esperemos que cuando se seque oculte la entrada.

Vamos, finalizo nuevamente en común, dando un golpecito en el hombro a Jonad y haciendo un movimientos con la cabeza.

- Bien. Uds. vean que pueden hacer con esa puerta y yo trataré de encontrar la forma de seguir - el defensor acepta los planes del gnomo antes de tratar de seguir el curso del río contra la  corriente

- Aunque podamos cruzar este puente por un salto, como hicimos en el camino, no podremos llevar al herido - trata de explicarse - Con suerte, si podemos ir más allá, será mas sencillo - agrega señalando hacia donde quiere ir - Aunque luego debamos volver a retroceder para seguir las indicaciones de Tod para llegar al campamento rebelde -

Sigo con la mirada a la zona que indica el humano de donde se supone que está ese tal guardián. No alcanza a apuntar a una zona determinada, pero creo entender que es por el manantial, probablemente por donde comienza.

Escucho lo que Girolamo me pregunta, a lo que respondo negando, en Enano Antiguo:

 - "Yo no soy albañil. Podría intentar por lo que he visto hacer en otros, pero no es algo para lo que tenga entrenamiento."

Por lo que me enfoco en lo mismo que Wendell, que es la exploración de las otras zonas de la caverna, en busca de aquel Guardián, para ver si puede ayudarnos de alguna forma, así como buscando las cosas de la Resistencia que debemos ocultar.

Mientras me alejo hacia la puerta, no olvidéis que no podemos dejar rastro alguno digo girando la cabeza para señalar con ella al moribundo. Estaba claro que no podrían dejarlo ahí tirado, o todo se iría al traste.

- Parece que por aquí no hay muchas posibilidades - reconoce Wendell luego de intentar bordear y río y encontrarse que resulta casi imposible - Y no parece haber un lugar donde el cruce sea más sencillo que a través del puente roto - reconoce tras recorrer el lugar y menear la cabeza, evidentemente preocupado.

- Supongo que deberemos volver a intentarlo con las sogas. Lo único bueno es que esta vez no hay caída, solo agua. Suerte que recuperamos las sogas la otra vez - comenta volviendo a sacar la cuerda que utilizó en la grieta y atándosela a la cintura - Si alguien la sostiene puedo intentar saltar al otro lado. Si caigo espero que eviten que el agua me arrastre demasiado. Yo haré lo mismo en cuanto esté del otro lado - explica, tratando de no pensar en la posibilidad de no completar el salto.

Noche del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 6)

Jonad y Girolamo habían partido en un intento por cerrar y ocultar la entrada a aquella cueva. Mientras, Wendell, Arvin y Ulfrin se quedaron arriba intentando ver como cruzar aquel puente caído. El joven nieto del viejo Tob ahora dormía y aunque había sido de cierta ayuda, realmente todo ello despertaba más incógnitas. ¿Quien era el guardián?, ¿Que había más allá del puente?, ¿Quien había matado al Astirax?, ¿Por que huyeron los rebeldes?, entre otras muchas que iban asaltando sus cabezas, ante lo cual, lo único claro era que mientras más pronto llegase a la morad de los rebeldes, más rápido tendrían respuestas a todo.

Noche del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 6)

Jonad y Girolamo habían partido en un intento por cerrar y ocultar la entrada a aquella cueva. Mientras, Wendell, Arvin y Ulfrin se quedaron arriba intentando ver como cruzar aquel puente caído. El joven nieto del viejo Tob ahora dormía y aunque había sido de cierta ayuda, realmente todo ello despertaba más incógnitas. ¿Quien era el guardián?, ¿Que había más allá del puente?, ¿Quien había matado al Astirax?, ¿Por que huyeron los rebeldes?, entre otras muchas que iban asaltando sus cabezas, ante lo cual, lo único claro era que mientras más pronto llegase a la morad de los rebeldes, más rápido tendrían respuestas a todo.

Abajo, Girolamo y compañía habrían de atender otra tarea importante, ocultar la puerta y acceso a la guarida de los rebeldes. Y si bien, tal como Jonad había notado, era fácil ocultar la puerta con la misma tierra de la cueva, el problema era que había que hacerlo desde fuera; es decir, había que cerrar primeramente la entrada con ellos fuera de la guarida para poder poner la tierra sobre las ranuras expuestas y luego esperar algunos largos minutos a que seque completamente. Aunque claro, si después de ese tiempo decidían entrar, habrían echado a perder todo el trabajo.

El gnomo y el mediano meditaban en la encrucijada que se les presentaba, cuando, indudablemente les llego el sonido de pasos que chapoteaban sobre el agua a la entrada de la cascada. El rugir de la misma ocultaba los ruidos externos con mucha facilidad, pero aquel sonido venía desde dentro, y claramente no tenía intenciones de permanecer oculto, pues entre el chapoteo y las voces, quedaba en claro que algo o alguien se acercaba.

- ¿Manfred? Pregunto el mediano dando por hecho que los sonidos eran audibles para ambos. Rápidamente dijo lo siguiente que se le paso por la cabeza. - ¿orcos? Sin mediar mas palabra el pequeño montaraz camino ágil y silenciosamente hacia las sombras. - Debes avisar al resto. No temas por mi, solo quiero echar un ojo.

- Supongo que no quedan más alternativas - comentó Wendel asegurándose que la cuerda en su cintura estuviese bien atada y buscando con la vista quien la podría sostener - Trepar por esas rocas parece casi imposible - se explicó antes de mirar el puente roto y dar unos pasos hacia atrás, asegurándose de tener suficiente espacio como para tomar velocidad antes de intentar cruzar lo un salto.

De los presentes el enano era quien parecía más fuerte por lo que lo buscó con la mirada mientras le extendía el extremo de la soga  que no estaba aferrado a su cuerpo - Poder sostener y yo saltar?- trató de explicarse lentamente sabiendo que el dominio del común por parte de Ulfrin no era el mejor - Yo cruzar y ayudar todos desde otro lado - intentó explicarse mientras señalaba el otro extremo del puente roto.

El paso a través del bamboleante puente de madera había sido lento y fatigoso. Verdaderamente exasperante durante largos trechos. Y completamente agotador. Había dejado al fornido norteño completamente extenuado, tanto física, como (sobre todo) mentalmente.

Pues además de tener que ir prácticamente cargando al convaleciente HAMIL sobre sus anchos hombros durante gran parte del camino, y siempre atento a cualquier sorpresa que el endeble sendero pudiera depararle (lo cual ciertamente conseguía crisparle los nervios a cualquiera), también se había visto obligado a luchar, de manera incesante y sin tregua, contra la angustiante sensación que pugnaba por oprimir su espíritu con cada paso.

En verdad, DURGHALL nunca había sido un experto en ver más allá de lo evidente. Incluso a pesar de que los suyos parecían tener un vínculo más fluido que otros pueblos con los espíritus y las entidades que escapaban a la mera realidad de carne y hueso que podía comprobarse con los sentidos.

Sin embargo, el veterano vagabundo no había necesitado de las explicaciones de MANFRED para comprender, casi de inmediato, que algo extraño residía en aquel pantano. Algo extraño y siniestro, que era mejor no molestar. Y por lo cual debía apelar a toda su templanza y fuerza de voluntad para no lanzarse despavorido a una carrera desenfrenada, abandonando al resto de sus camaradas.

La tensión resultaba agobiante. Y el esfuerzo por resistir la tentación de entregarse a un pavor demencial le consumía hasta su último aliento. Pero por fortuna, aquel insufrible calvario llegó en algún momento a su fin, y el grupo pudo volver a pisar tierra firme. Ello relajó un poco los ánimos del norteño, aunque no lo suficiente como para desterrar por completo la profunda sensación de horror que había hecho presa en su espíritu.

Aquella ominosa presencia escapaba a su comprensión. Pero era a su vez tan dolorosamente palpable, que resultaba imposible de negar. Y aquella certeza infundió nuevas dudas al sombrío bárbaro. Pues, de momento, todo lo que encontraban a su paso parecía estar oscurecido por la Sombra...

De todos modos, al adentrarse en el valle, el dornita trató rápidamente de identificar los signos que sus camaradas podrían haber dejado en el terreno, aunque pronto decidió encaminar sus pasos hacia la cascada que dominaba el paisaje. Por algún motivo que no alcanzaba a definir, las cristalinas aguas que manaban de ella lo atraían de manera irresistible, y antes de que pudiera comprender siquiera sus acciones, se encontró remojando su rostro y sus manos en la fresca corriente.

Hacía años que no disfrutaba de la gélida y prístina caricia de un arroyo de montaña. Y la tonificante sensación le devolvió recuerdos que creía ya largamente olvidados, de su infancia y juventud en las heladas tundras de su tierra natal.

DURGHALL bebió algunos sorbos antes de continuar, como si necesitara de aquel frescor para dejar atrás los horrores y amarguras del pasado reciente. Tras ello, se dispuso a investigar las inmediaciones en busca de las cuevas que les habían mencionado los lugareños...

Miro a Jonad, encogiéndome de hombros y levantando un poco los brazos hemos venido a tapiar la entrada iba a decir un adjetivo un poco descalificativo, me contuve. No era momento de ponerse a discutir, pero mucho menos para hacer estupideces.

Me quedé mirando la puerta, y la poza, pensando en la manera de poder realizar nuestra tarea y no quedarnos ahí en medio. Si no podíamos llegar al otro lado, de poco valdria, pues tampoco podíamos escondernos si llegaran los orcos, ya no. No había lugar donde esconderse y pasar desapercibidos ante un escrutinio como el que seguramente llevaran a cabo al encontrarse con un punto en el que no había ningún camino.

Noche del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 7)

Durghall, seguido por Hamil, quien caminaba con dificultad, se encontró con una gran cascada, la cual Manfred, quien iba tras ellos junto al pequeño Mika, reconoció como aquella de la que les hablara el viejo tob en el poblado de Koln. Allí detrás estaba la cueva de los rebeldes, o más el camino a ella.

Había buscado rastros de sus compañeros pero no encontraron gran cosa. Era de noche y por ello era casi imposible distinguir las huellas de sus compañeros, incluso las de un enano. Simplemente no había ningún rastro que ellos pudiesen encontrar.

Así, tras un largo tiempo infructuoso de búsqueda, decidieron entrar y correr el riesgo de investigar por su cuenta. Aunque sabían que el legado y sus orcos no podrían estar allí, le llevaban demasiada ventaja como para que pudiesen alcanzarlos en tan poco tiempo.

Manfred les iba platicando sobre lo que viejo Tob les había contado a él y a Wendell en la mañana de aquel día, cuando de la nada una figura pequeña surgió de entre la oscuridad de la cueva, iluminado por la luz de la antorcha que Durghall lleva al frente y por una luz tenue que provenía del interior de la cueva. Para sorpresa de Durghall y los demás, se trataba de Jonad, quien parecía no estar solo, pues apenas verlos giro su cara sonriendole a alguien más que se encontraba en lo profundo de la cueva.

Noche del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 7)

Ante la imposibilidad de tomar otro camino y la falta de ideas que mostraban Arvin y Ulfrin, Wendell tomó la iniciativa y demorándose un tiempo en atar bien la cuerda al lado izquierdo del puente caído, procedió a saltar a través del agua para llegar al otro lado con lo justo, casi tambaleándose al llegar a la otra orilla. Amarrando la cuerda al otro lado del puente y atando una segunda a aquellos que saltaban, Wendell consiguió asegurarse de que, cualquiera que fallase, podría ser rescatado sin demora. El segundo en saltar fue Arvin, quien apunto estuvo de probar los amarres de Wendell pues no logró llegar al otro lado, no obstante, con su agilidad, logró afianzarse a la orilla derecha del puente con una sola mano. Lo cual fue suficiente para que entre la cuerda que tenía amarrada y la ayuda de la fortaleza física del propio Wendell, pudiese subir al lado derecho del puente. El último fue el enano, quien ya había probado ser un buen saltador, y no falló en el pronostico, pues a pesar de sus cortas piernas, llego al otro lado con lo justo, al igual que el propio Wendell.

Ya al otro lado del remolino, el trío de héroes exploró un poco más la cámara en la que se encontraban sin hallar nada de utilidad salvo una pequeña grieta entre las rocas (AE25) por la que se podía ver el valle por el que llegaron a las cavernas; por lo que, siguiendo el conocimiento de Wendell proporcionado por el viejo Tob sobre el camino en las cavernas y las palabras de su nieto, procedieron a avanzar adentrándose en las profundidades, solo bajo el amparo de la linterna de Wendell.

El grupo marchó derecho, tal como había aconsejado el viejo Tob a Wendell, derecho hasta que el camino se bifurcara sin poder seguir avanzando en línea recta. Entonces, giraron a la izquierda, avanzando de nuevo todo derecho hasta dar con una nuevo bóveda algo grande y solitaria. Allí, había un solo camino que subía en un giro abrupto hacia la derecha, tal como había narrado el viejo Tob. Dicho giro de casi 180° los llevó a encontrarse ante una serie de caminos que se volvían a reunir en uno solo. El grupo, aunque no tenía claridad de cuanto había avanzando y donde se encontraban ahora realmente, tenía una cosa segura, se encontraban cada vez más adentro y más arriba en las cavernas.

Arvin, Wendell y Ulfrin supieron que habían llegado al campamento, cuando el desorden de la abrupta partida lo dejó en claro (L6). El grupo de rebeldes no había intentando ocultar nada, no habían tenido tiempo para hacerlo, o bien habían creído no tenerlo, simplemente había partido a prisa con cualquier cosa que pudiesen llevar con ellos. Seguramente, pensando en viajar rápidos y ligeros.

Más adentro, el grupo se encontró con diversas cámaras usadas por los rebeldes, habitaciones con aún diversas pertenencias de carácter personal (C15 y otras), una amplia bóveda común que parecía servir como cocina y sala principal (entorno a K20), una bodega de víveres diversos (C9) y una última bóveda al fondo de todo donde parecían guardar armas y botines (V26).

Había también una bóveda aún más grande hacia la derecha del campamento rebelde, la cual daba aún aparente manantial o pequeña laguna subterránea. Aunque acercarse a aquel lugar hacia que los héroes se sintiesen incómodos, como si algo o alguien les observase, o bien, tal como si hubiese allí un peligro acechante que sería mejor evitar.

- Será mejor seguir las indicaciones del viejo Tob, nos dijo que una vez cruzada la cascada boca de serpiente, deberíamos ir hacia la izquierda hacia una gran poza profunda, y tras ella a la derecha deberíamos encontrar una entrada oculta a las profundidades de la caverna.

- Así que este es el famoso refugio - comentó Wendell mientras miraba a su alrededor, sorprendido por la cantidad de objetos que había desparramados en la zona - Esto será complicado. Si debemos llevar todos estos bultos hasta el exterior tardaremos demasiado. Debemos encontrar otra opción para poder esconderlos. Quizás podamos lanzarlos a esa laguna - propuso sin acercarse demasiado a la misma. Algo en ella le causaba preocupación.

- Sin embargo, deberíamos ver si nuestros compañeros consiguieron cerrar esa abertura antes de tomar una decisión. No se si tienen luz como para alcanzarnos y, ahora que sabemos el camino, seguramente podemos atravesar estos túneles más rápido que antes. Además quizás averiguaron algo sobre ese "Guardián". Si fue capaz de acabar con un Astirax, no me gustaría que creyera que somos seguidores de la sombra. Es lo único que nos falta, ser confundidos con nuestros propio enemigos -

Jonad recibió a los rezagados del grupo con una amplia sonrisa. - ¡Yo saber volvería a veros! ¡Por aquí! Dijo señalando la puerta con ambas manos, invitándoles a pasar. Las manos del mediano estaban manchadas de tierra húmeda. Se había dado cuenta tarde de que su plan inicial no podía llevarse a cabo tal y como creían.

Arrugaba el ceño frustrado por no saber resolver ese dilema. - Girolamo. Piensa en algo. Le apremio.

Jonad por ahí no es, el viejo Tob nos dijo que el interior está por la izquierda... Comentó Manfred, sin moverse intentando ver que había descubierto el pequeño Jonad.