Partida Rol por web

Felsom seguía al grupo, con el estómago rugiendo mientras pensaba en cuáles serían las partes más sabrosas de quienes eran sus compañeros: las orejas de Frenni, la nariz de Brennan, los muslos de Elentirell, una pierna de Helena... A decir verdad, tenía tanta hambre que quizá se comería incluso algo de Hektor y Kenzil, pese a que no estuvieran muy tiernos.

-No atormentes al chico. Solo estaba bromeando, creo -le dijo a Brennan cuando le echa una reprimenda al gnomo por su comentario acerca de la cerradura. Si bien era cierto que después de haber matado a unos cuantos mercenarios era extraño que comentase que no iba a juzgar a nadie por abrir una cerradura, era el tipo de comentario que el nigromante esperaría del inocente gnomo-. Solo ha intentado relajar un poco la tensión. Un... chascarrillo. A veces la vida no necesita solo vísceras, dolor y muerte, también alegría y música... -Dirigió una rápida mirada a Frenni y, por si acaso, se apresuró a añadir-: ¡No, nada de cantar por ahora!

La puerta no opuso ninguna resistencia a las magnificas habilidades de Elen, con poco esfuerzo la cerradura hizo un clic característico para la Elfa y se puso de pie, incorporándose nuevamente al grupo, dejando que la loba olfateara por debajo de la puerta y el resto de las zonas; con unos cuantos movimientos de su cola, le indica al druida que no ha percibido ningún peligro cercano, ni dentro ni fuera de la edificación.

Con cautela, el grupo se dispone a ingresar, echando una última vista alrededor; una vez dentro, pueden comprobar que, como la fachada, dentro es una completa ruina, hay desperdicios y restos derrumbados esparcidos por todas partes, de modo que se hace casi imposible determinar cuantas habitaciones tenia la casa en sus buenos tiempos. Kenzil observa por unos instantes los muros detallándolos con paciencia, -los cimientos tienen un aspecto interesante, parecer ser más antiguos que el resto de la edificación, mucho más antiguos diría yo… además, si lo notan- dice volviendo el rostro al resto, -la piedra en la que están excavados es de una mejor calidad-.

Luego de inspeccionar, en la parte trasera de la casa, hay una trampilla en el suelo, muy parecida a la de la casa de Lucius, es de madera y no esta cerrada ni tiene ninguna trampa, según el chequeo que ha realizado Elen; al abrirla, pueden ver una escalera que desciende hasta lo que sería el sótano de la vivienda; la escalera los conduce hasta una vieja bodega de vinos, a lo largo de las paredes, se alinean nueve enormes barricas de roble, cada una de ellas de seis pies de altura y ocho de longitud. Por el estado de descuido en el que se encuentran estas barricas, parece que han estado almacenadas aquí durante bastante tiempo, paradójicamente en la habitación hay muy poco polvo.

Lo había logrado, para algo servía ser una ladrona. ¿Verdad? Es lo que tiene cuando te lo pasas entrando en donde no te llaman y por esa razón es que una vez aquel click me advierte que tenemos acceso a la entrada, sólo queda una sonrisa llena de suficiencia mientras que me perturba un poco como Frelsom nos mira. No sé si quiero saber lo que está pensando ahora mismo, prefiero imaginar otras cosas. 

Una vez cruzamos el umbral y tras olfatear la loba como corresponde, continuamos avanzando hasta dar con una trampilla. Otra que fácilmente puedo abrir y al quedar de costado les indico que pueden bajar o lo haré yo misma, aunque imagino que el elfo irá con su loba primero. Así que mientras espero paciente a que se decida como avanzar, me detengo a escuchar los alrededores. 

Ya cuando hemos bajado todos, descubrimos que el sótano se trata de una bodega e imagino que alguno quizás quiera darle una probada a los vinos. Más allá de esto, mi atención está ahora completamente enfocada en el entorno. 

 Era evidente que el horno no estaba para bollos. La irritación que el comentario de Frenni había provocado en alguno de sus compañeros era palpable (un comentario que había sonado mucho mejor en su cabeza). El motivo de tal molestia le era un tanto desconocido al gnomo, pero tenía algunos indicios para guiarse. Como el hecho de que Frenni tenía una forma más ingenua e inocente de manejarse en el mundo que los demás.

 Pero no era culpa del bardo que el druida hubiese perdido su sentido del humor. Frenni hubiese confrontado a su compañero si no fuera una persona de naturaleza tan haragana. En cambio, decidió disfrazar su molestia en una puntiaguda sugerencia.

- Uff, parece que alguien se ha levantado del lado equivocado del catre, ¿no es cierto?... Te recomiendo no alterarte por las cosas que yo diga, compañero, pues mi comentario fue un simple chascarrillo para amenizar el ambiente. Y posiblemente realice muchos más comentarios que te hagan perder tus estribos en el futuro si te tomas todo con taaaaanta seriedad.

 Terminó su sentencia con una pequeña risita. Esas risas agudas y ladinas que tienen las pequeñas criaturas como las ninfas o los pixies. Luego, el gnomo se acercó a la puerta de la trampilla y sus ojos se deleitaron al ver una bodega.

- Podría ir por una copa de vino añejo en este momento... ¿qué dices, Felsom? El vino es parecido a la sangre, ¿no?

Una ligera sonrisa tomó forma en los labios de Brennan cuando escuchó el crujido de la cerradura a sus espaldas. La puerta apenas se había resistido unos segundos a las hábiles manos de la elfa, tiempo en el que Gealach se había movido alrededor de la entrada, buscando alguna traza del olor que le había pedido, sin éxito.

Dándose la vuelta para entrar, miró a Elentirell, aún sonriente, pero su gesto se torció en uno de fastidio ante la respuesta de Frenni. El gnomo no parecía haberse tomado en serio ni una sola de sus palabras, como si no fuesen dirigidas a él, como si realmente creyese que estaba por encima de cualquier mácula.

Brennan lo miró con los ojos ligeramente entrecerrados. No lograba comprender cómo había logrado sobrevivir tanto tiempo con esa actitud.

-Parece que alguien se ha caído de cabeza del catre. –Respondió finalmente con condescendencia. Probablemente acabase haciendo que lo mataran si le daba suficiente tiempo. –Pero te recomiendo no abusar de tus simples chascarrillos. La próxima vez podrías enfadar a alguien que pueda hacerte daño.

Sin esperar más, el hombre hizo un gesto a la loba, y ambos pasaron por delante de Elentirell, que de nuevo se había adelantado y abierto una trampilla que daba acceso al sótano. Lentamente, descendieron los escalones, para encontrar los restos de una vieja bodega… sin salidas aparentes. Al menos, no a simple vista. Ya había visto suficiente como para saber que podría estar oculto con magia, pero muchos hechizos de ocultación tenían fallos. Y el suelo, desprovisto de polvo, le indicaba que así era.

El acceso estaba allí, sólo tenían que encontrarlo. De modo que tomó, aire, y contuvo el aliento para escuchar, en el silencio de la bodega, el delator susurro del aire moviéndose a través de un corredor. O eso intentó, hasta que una voz aguda retumbó en la pequeña sala.

-¡Silencio! –Espetó Brennan a Frenni cuando el gnomo de nuevo tuvo que abrir la boca para soltar otra absurdez, desconcentrándolo. –Estoy intentando escuchar.

-Me encanta el vino añejo -le indicó Felsom a Frenni, mientras avanzaba detrás del gnomo, sin saber qué encontrarían más allá-. Si matamos a alguien más, me comeré su hígado con una botella de vino y unas habitas -dejó escapar una risotada al terminar la frase, imaginando ya lo delicioso que resultaría un plato como ese.

Al divisar las barricas de roble y el escaso polvo que había en la habitación, el nigromante se llevó una mano al mentón, quedando un tanto pensativo.

-Creo que debe haber algún tipo de entrada secreta en esta bodega -comentó Felsom, carraspeando un instante-. Buscad algún tipo de mecanismo de activación. Puede ser una baldosa, una tea apagada o incluso uno de esos barriles -Pese a que el lanzador de conjursos intentó echar un vistazo a su alrededor, estaba convencido de que él no podría encontrar gran cosa, ya que tenía algunos problemas de visión-. Kenzil -se volvió hacia el anciano mago-, ¿dices que los cimientos son mucho más antiguos? ¿Alguna vez habías visto algo parecido?

Entrar en aquella casa de piedra, que a primera vista a Hektor se le había asemejado a una fortaleza inexpugnable, había sido sorprendentemente fácil. Además, allí dentro no había nadie que opusiera ninguna resistencia. Lo que sí que fue verdaderamente sorprendente fue encontrar tal alijo de vino en unas condiciones aparentemente perfectas. 

Mientras el huraño de Brennan volvía a calzar una amenaza velada hacia el gnomo, el hechicero no perdió el tiempo y se acercó a las barricas. Lo que buscaba, evidentemente, era un orificio, una válvula, un tapón de corcho que le permitiera beber el excelente vino que había en el interior. Durante un buen rato anduvo entretenido en tal oficio, murmurando por lo bajini. 

-Estos inventos del demonio... maldita sea, por dónde se abre esto. Por aquí... no, no, no, por aquí imposible...

Iba a pedir ayuda a Felsom, o quizá a Elen, que ya había demostrado su valía en el noble arte de forzar entradas, pero un inquietante pensamiento le recorrió la espina dorsal en forma de escalofrío*. ¿Y si...?

-Si yo fuera más suspicaz, diría que nos encontramos en el lugar ideal para una emboscada. En el punto exacto en el que el gato se convierte en ratón, el cazador cazado. 

A pesar de las conversaciones del grupo, Brennan pudo concentrarse y agudizar su oído, acercándose poco a poco al punto exacto por el que se colaba una pequeña ráfaga de viento, que por cierto se sentía frio y el olor típico a humedad un poco más fuerte que el olor de la habitación en la que se encontraban. Golpeo con sus nudillos las barricas, algunas contienen algo de vino en su interior, pero las ultimas cuatro en la esquina suenan huecas, con una rápida mirada en el piso, se puede notar pequeñas marcas, como aquellas que deja un objeto cuando lo arrastras.

Después de unos segundos de Brennan observar las barricas en búsqueda del dispositivo para abrir la puerta falsa, Hektor se acerca tanteando las barricas intentando obtener algo de vino, con suerte acciona el dispositivo y la puerta se abre. Ahora todos pueden observar unas estrechas escaleras que descienden a un corredor de piedra labrada, muy parecida a la estructura de la vivienda.

El anciano aun no respondía a las preguntas de Felsom, se mantenía en silencio intentando detectar algún tipo de magia, al terminar niega con la cabeza hacia el nigromante, -los cimientos de este lugar pueden datar aproximadamente de unos tres mil seiscientos años- el hombre posa una mano sobre su barba y la acaricia suavemente, -los seres que usan este sitio parece que han vivido por mucho tiempo en este lugar, quizá mucho antes de que la isla fuera lo que es hoy-.

Por su parte, Helena ajusta su escudo y prepara su espada en mano, -solo espero que no me pongan a dormir nuevamente- dice sonriendo y lista para avanzar.

Tratando de ignorar el ruido de sus compañeros, que parecían más que dispuestos a arruinar cualquier intento de entrar en silencio, el fino oído de Brennan logró captar finalmente lo que buscaba. El suave sonido silbante de una corriente de aire, apenas el pálido espectro de un soplo de viento, pero que finalmente llevó frente a una de las barricas.

-La puerta está detrás de esta barrica. Puedo escuchar el aire del pasadizo. –Dijo en voz baja, después de estudiar las marcas en el suelo. Era evidente que debía haber alguna forma de hacer que la barrica se moviera, pero no se veía a simple vista. -Ahora sólo hay que buscar el…

No llegó a completar su frase. Antes de eso, un golpe accidental de Hektor buscando la forma de conseguir vino hizo que de pronto la madera que bloqueaba el acceso se liberara, revelando tras ella un acceso que se internaba aún más en la profundidad.

-Eso. –Concluyó, encogiéndose de hombros, y devolviendo su atención a las escaleras que descendían. Parecían vacías, pero una instalación tan grande podría estar protegida por trampas, o al menos por guardias en algún momento. Pero no escuchó nada más que el suave fluir del aire repleto de humedad.

-Eso es bastante viejo, hechicero, incluso para ti. –Contestó Brennan con una sonrisa torcida, mirando de refilón al anciano cuando éste respondió a Felsom. No creía ni una sola palabra de lo que había dicho el mago. Puede que esos cimientos fueran antiguos, pero no creía capaz a Kenzil de datarlos así de fácil.

-No sé qué seres serán esos… -Continuó, haciendo referencia a las criaturas de las que hablaba el mago. -Pero han contratado gente para matarnos, así que vamos a agradecerles su amabilidad.

-Voy a bajar. –Anunció, su voz convertida en poco más que un susurro, colocando el pie derecho en el primer escalón. Sus ojos buscaron por un momento la esbelta figura de la elfa a sus espaldas, pero no llegó a decir nada. En su lugar, simplemente encaró lo desconocido, y comenzó a descender.

 Entre el oido del druida y las ansias de tomar vino del hechicero, encontraron un pasadizo secreto que llevaba a pisos inferiores, donde solo los dioses sabrían qué cosas había y con qué monstruos podían encontrarse. Kenzil dijo algunas cosas que le provocaron escalofríos en los pelos de los pies al gnomo. Pero viendo lo decidido que estaban sus compañeros y la predisposición de Helena, Frenni no pudo quedarse atrás y le echó una cucharada de optimismo a la travesía por aquel lugar.

- Pues decidido... descendamos hacia la oscuridad. Y lo que nos vayamos a encontrar allí abajo... no será rival para todos nosotros.

 Aparentemente el druida esperaba la esbelta silueta de la elfa detrás suyo siguiéndole... en cambio, a sus espaldas, Brennan pudo apreciar la pequeña figura de Frenni. Quizá no era tan esbelta como la de Elentirell, pero Frenni se destacaba en otras cualidades.

No dije nada con respecto al vino, pero sí que me mantuve muy cerca de Brennan ya que era quien más ocupado estaba en el entorno en sí. Por ello cuando me mira a los ojos, simplemente asiento y avanzo junto a él para descender por la escalera, sólo que se adelanta el gnomo y termino caminando detrás suyo. 

—No la líes... 

Es lo que le susurro al pequeño, un tanto sorprendido de que había dejado a Helena un poco más atrás. Daba igual, también puede servir como escudo humano si no la veo útil. Eso si, mis ojos se pusieron en blanco ante el comentario de la mujer y pienso en lo que nos espera una vez nos adentremos en las penumbras. Aunque no suelo tenerle miedo a nada. 

Las cuatro últimas barricas habían resultado estar huecas, revelando un dispositivo que hizo que una puerta oculta se abrirera, dejando a la vista unas escaleras que descendían por un corredor de piedra labrada. Felsom dejó escapar un sonoro silbido, impresionado. La explicación de Kenzil no hace sino sorprenderle todavía más cuando indica que los cimientos de aquel lugar databan de hacía más de tres mil años. ¿Qué tipo de seres los habrían construido? ¿Estarían relacionados de alguna manera con la desaparición del hermano Lucius?

-Tanto si quienes nos quieren muertos son los que construyeron este lugar como alguien que vino después, no hay duda de que les gusta el secretismo. Ni siquiera Enzo parecía conocerlos -declaró Felsom, carraspeando-. Espero que no encontremos arañas. Odio las arañas.

Acto seguido, el nigromante decidía bajar detrás de Elentirell, observando la esbelta figura de la elfa y, un poco más allá, la figura de Frenni, no tan esbelta pero con unas orejas igual de deliciosas.

Brennan decide tomar la cabeza del avance, bajo cada escalón con sumo cuidado hasta llegar a la parte bajar, fue entonces que al dar un paso se detuvo y por unos centímetros, las baldosas del suelo cayeron unos cuatro metros hasta el fondo, donde esperaban unos cuantos pinchos de metal, el sonido de las baldosas rompiéndose en el fondo, retumbo a lo largo del lugar. Luego del susto que les pudo brindar aquel momento, pueden dar por entendido que, si alguien estuviera cerca, escucharía aquel sonido.

Al cabo de unos segundos, y notar que todo continua en calma, echan de ver que el camino se extiende hacia el norte, hacia una intersección en T, donde lo único destacable son dos puertas, una en la pared norte y otra en la pared este, hacia el este solo había un espacio con un altar de madera, en el que se podía apreciar un reptil, no muy común.

Ya siguiendo los pasos de los que tengo delante, me inquieta al desviar la mirada hacia atrás como Frelsom me mira y no puedo evitar preguntar sobre ello. 

—Dime que no estás deseando comerme. 

Y es que ya había escuchado sobre su gusto por la carne humana y por muy sabrosa que esté, pienso conservarme entera. Más allá de la inquietante situación con mi compañero, continúo descendiendo por las escalinatas y al ver que algo sucede delante alzo una ceja. Esto no pinta nada bien. 

—Brennan... ¿Qué sucede?

Felsom comenzó a rascarse el cabello compulsivamente al escuchar la pregunta de Elentirell, mientras con la otra mano se apoyaba en el bastón de mago que portaba. El nigromante se había puesto un tanto nervioso por las palabras de la pícara.

-No suelo comerme a mis compañeros de grupo... mientras sigan vivos -aclaró Felsom, con una risita-. Aunque tu pregunta es difícil de responder, elfa. ¡Podría querer comerte de otras maneras! -Las palabras del lanzador de conjuros culminan con una nueva risita que dejaba entrever el estado de la salud mental de Felsom.

Sin embargo, el nigromante había divisado que, sobre el altar de madera, se podía divisar lo que a primera vista parecía ser un reptil, aunque nunca antes había visto uno como aquel.

-¿Qué es eso? -preguntó, señalando en dirección al altar.

Las escaleras descendían, pero aún no habían encontrado ninguna pista sobre a dónde estaban descendiendo exactamente, más allá de las delirantes afirmaciones de Kenzil acerca de milenios y criaturas de otras épocas.

Una vez abajo, llegaron a un pequeño pasillo, y Brennan comenzó a avanzar lentamente, hasta que de pronto algo le hizo detenerse en seco y tantear el suelo frente a él con el extremo de su lanza. Justo a tiempo, pues en ese momento varias de las baldosas cedieron ante el golpe de su arma, y se hundieron hacia el vacío.

Suspiró con resignación. Al menos, nadie había caído en el foso, pero desde luego, el momento del sigilo ya había pasado. Era casi imposible que nadie hubiese escuchado el estrépito de las losas al reventar contra los afilados pinchos del fondo del foso.

-Una trampa, Elen… –Contestó al escuchar la pregunta de la elfa a sus espaldas. –Alguien ha cavado cuatro metros pensando en nosotros.

-Bueno, si hay alguien cerca, ya nos han oído. -Añadió en voz baja, pero suficiente para que sus compañeros lo escucharan. -Vamos, adelante, rápido. Si vienen a ver si alguien ha caído al foso, al menos los sorprenderemos.

Casi antes de terminar de hablar, en lugar de rodear la trampa, flexionó sus piernas y cruzó el pozo de un salto, seguido de inmediato por la sigilosa figura de Gealach. Una vez al otro lado, giró a la derecha, colocándose frente a la puerta, y levantó la lanza, expectante a cualquier sonido. Si algún centinela venía a por ellos, al menos podrían sorprenderlo.

 Una trampa se activó, y casi se traga a Brennan. Sin embargo, las precauciones que tomaba el druida le salvaron de caer en la oscuridad, y de dejar huérfano a su animal compañero. Luego, mostrando agilidad y valentía, salta aquella trampa para seguir bajando por las escaleras. El gnomo, quizá no tan valiente y más consciente de que su tamaño no se lo permitía, rodea aquel agujero acercándose a las paredes y sigue la bajada.

- Bajando. Bajaaaando...

 Ahora que sabían que había trampas, había que ser más cautelosos. Por lo menos, la próxima sala parecía ser un poco más segura. Hasta había un altar, lo que siempre era un símbolo de paz.

- Dos puertas y un altar... ¿quizá aquella estatua nos indique a dónde dirigirnos?

El grupo desciende por completo, Helena por su parte rodea el foso y al notar que Brennan toma posición de defensa, esta levanta a media altura su escudo y posiciona su espada encarando la puerta de la pared norte; Kenzil se acerca hasta la figura en el altar y la observa por unos segundos, -si mi memoria no me falla, esta es una escultura muy particular de los hombres serpiente- respondiendo la pregunta de Felsom, -hasta donde tenía entendido, era una sociedad extinta, o muy poco quedaba ya del imperio… dominó el mundo en tiempos remotos, algunos de sus hechiceros pueden vivir casi por mil años-.

Elen, pasa haciéndose espacio, debido a que vio llamativa la escultura, pensó que tal vez pudiera tener un valor en el mercado, al ser una representación de una civilización extinta, pero más fue su interés al notar que algo andaba mal con aquella escultura, no estaba puesta por que sí o porque fuera un mero adorno, notó una pequeñas ranuras a la altura del cuello, lo que hizo que con sus manos girara la cabeza de la escultura; un crujido rocoso se escucho luego de esto, una puerta tras el altar se abre, dejando un camino a oscuras; en su caso, Elentirell podía ver sin problema hacia el interior de este.

Hektor a pesar de ser el último en descender por la maltrecha escalera, a punto estuvo de caer en el agujero que hubiera supuesto su final. 

- ¡Por todos los dioses! ¡La próxima vez avisa, Saladino! -regañó en un susurró a su animal. 

Cuando consiguió llegar a lo más profundo de la gruta, Elentirell ya había desbloqueado el siguiente acertijo y una apuerta se había abierto dando lugar a una gruta todavía más oscura. 

- ¡Qué divertido! ¿Verdad Frenni? Juraría que así es como empiezan todas esas aventuras de las que hablas en tus cantares y que tan frito te tienen el cerebro.

Impresionado por aquella arquitectura, Hektor se acercó más al umbral de la peurta. Una pena que los señores serpiente no cuidaran tanto la iluminación. Se giró hacia Kenzil y Felsom. ¿Podríais hacer... magia? 

A pesar de la escasa iluminación, los dos magos pudieron ver relucir la ilusión de un niño en la cara de Hektor.