Partida Rol por web

No hubo forma. Ni sus conocimientos de primeros auxilios, ni la magia terrena que había conjurado fueron suficientes para traer de vuelta al mago. Su espíritu ya había partido, tal vez un terrible pago al ser que Helena había despertado. Tal vez su muerte fuese la que había pagado sus vidas. O, tal vez, esa criatura no los había matado por alguna otra oscura razón.

-Está muerto. –La voz de Brennan era apagada cuando finalmente apartó sus manos del cuerpo del anciano. Lentamente, se dejó caer a un lado, sentándose con expresión sombría sobre el suelo de piedra.

-¿Sabes? Hay dos formas de empezar esto de echarse a los caminos con un arma en la mano. –Dijo dirigiéndose a Helena, sentado en el suelo, y mirando al techo pintado con estrellas. Ahora, de nuevo, parecía únicamente una pintura, aunque minutos antes se había convertido en un firmamento desconocido y muy real. -Una forma es que te jodan la vida y no tengas más opciones… como me pasó a mí. Y otra, que puedas elegir y lo elijas, como tú. Pero no es una vida fácil.

-De momento, has matado a un hombre.-Siguió hablando con absoluta seriedad. Sin el enfado de esos momentos, ni su habitual parquedad en palabras. Brennan estaba hablando con sinceridad. -No directamente, pero te has dejado controlar, y has activado algo que lo ha matado. Si te hubieras quedado en el bar, Kenzil seguiría vivo. No te voy a decir lo que tienes que hacer… pero te sugiero recordarlo. Por eso no quería que vinieras. Vas a matar gente, Helena, quieras o no. Pero sirviendo cervezas no vas a matar a nadie.

Hubo un largo silencio, en el que el joven sencillamente calló, y acarició la cabeza de Gealach, que se había colocado a su lado sin hacer ruido al sentir su desasosiego. El morro de la loba tocó con suavidad la mejilla de su compañero, y éste cerró los ojos por unos momentos.

-En fin… no podemos quedarnos aquí. –Añadió, suspirando, y se puso de rodillas al lado de Kenzil. Con la misma fría metodología con la que despellejaría y evisceraría a un animal al que hubiese cazado, Brennan registró al hechicero, dejando a un lado todo lo que encontró para luego guardarlo en su zurrón. -Sacaremos su cuerpo cuando salgamos, pero prefiero que no le roben demasiado si llega alguien antes que nosotros.

Cuando hubo acabado, se levantó apoyándose en su lanza, y arrastró el cuerpo del hechicero a la entrada de la sala, dejándolo junto a la pared, para evitar que nadie pudiera verlo sin entrar en la sala. Después, se estiró, y se preparó para abrir la otra puerta.

 La puerta misteriosa se abre, solo para revelar algo de lo menos agradable. De la nada, aparecen ocho esqueletos vivientes que se aproximan en pose amenazante contra el grupo. Era claro que no había buen rumbo entrando a aquel lugar, incluso si los cofres que había ahí adentro tuvieran los tesoros más preciados por el hombre. Por lo que la retirada sonaba como lo menor para el gnomo.

 Sin embargo, la elfa tenía la intención de mantener la posición mientras esperaba que la ayuda llegase de la mano de Frenni, al que le encomendó ir a buscar a Brennan. No había tiempo para desacuerdos en aquella situación, por lo que el muchacho acepta las ordenes y vuelve por el camino a toda marcha.

- ¡Enseguida, vuelvo, compañeros!

Los esqueletos comienzan a golpear la piedra desde el otro lado, puedes escuchar el metal chillar contra la roca, a la par que adelante en el camino inexplorado aún se comienzan a escuchar pasos acercándose a tu posición; por suerte los reanimados no podrán abrir la puerta, dado que su inteligencia no da para que puedan activar el mecanismo y abrir, lo que sí, es que quien sea que venga por ese camino, te va a pillar.

La mujer se encoje de hombros haciendo una mueca de tristeza, -no actuaba por mi cuenta, si ha tenido que morir, mejor él que yo, lo siento, pero sé cómo de cruda puede ser la vida de un aventurero, no por nada decidí venir con ustedes- asintió a tus palabras de dejar el cuerpo a un lado de la habitación y te ayudo a moverlo.

De Kenzil obtienes su anillo, el cual tiene el sello del templo con su nombre, en su mochila guardaba un pequeño libro de conjuros, tres rollos de pergamino y un puñado de monedas de oro (10). No tiene nada más que veas que pueda ser de valor, tal vez viajaba ligero en ese momento, ni tampoco encuentras algo que lo ate a algún lugar en Freeport.

Justo cuando el druida sale de la cámara, se encuentra a mitad de camino a Frenní quien viene en apuros en su búsqueda, más atrás, Brennan ve que llega Felsom corriendo con el rostro sudoroso y el miedo impregnado en sus ojos.

Acababan de salir de la primera de las salas, y ya se disponían a abrir la segunda, cuando de pronto la loba alzó la cabeza y levantó las orejas, advirtiendo de que algo sucedía. Casi inmediatamente después, ecos llegaron hasta ellos. Ecos que se convirtieron rápidamente en pisadas.

El ruido de pisadas aceleradas hizo que tanto Brennan como Gealach, a su lado, alzaran de golpe la mirada hacia el túnel secreto por el que hacía unos minutos habían desaparecido sus compañeros, y adoptaran una pose defensiva.

La lanza del druida, cuya punta brillaba en esos momentos con más fuerza que una antorcha, apuntó hacia delante, dirigiendo esa luz hacia la oscuridad del túnel, y sólo entonces pudo ver la menuda silueta de Frenni corriendo hacia ellos. A espaldas del gnomo distinguió también al nigromante, visiblemente afectado. Sin embargo, y aunque esperaba ver también a los otros dos miembros del particular grupo, nadie más apareció detrás de Felsom. El túnel seguía tan silente y oscuro como instantes atrás, sin rastro de la elfa ni del mendigo.

Brennan blasfemó en voz baja, aunque no había traducción posible para lo que acababa de decir al idioma Común.

-¿Qué ha pasado? -Exigió saber al bardo cuando éste se acercó. La voz de Brennan era más ronca y cavernosa de lo habitual, como si estuviera extremadamente cansado. De hecho, al acercarse, Frenni y Felsom pudieron ver que estaba enfermizamente pálido, y que unas profundas ojeras bordeaban sus ojos. Helena, tras él, presentaba un aspecto similar, y del mago llamado Kenzil no había rastro alguno. -¿Dónde están los demás?

-¿Están vivos? -Añadió, con genuina preocupación en su voz.

Felsom alcanzaba a Brennan con una clara expresión de temor reflejada en su rostro. El nigromante apoyó ambas manos sobre los hombros de Frenni, como si el pequeño gnomo necesitase afecto, aunque el que parecía a punto de morirse de puro terror era el propio Felsom.

-Tranquilo, pequeño, ya estamos a salvo... -le aseguró a Frenni, como si fuera un niño, mientras miraba hacia atrás como si fuesen a ser sorprendidos por la espalda por los enemigos.

Dirigió una mirada a Brennan, divisando junto a él a Gealach y a Helena, aunque no al viejo mago.

-¿Y Kenzil? ¿Dónde está? -le preguntó al druida, al no divisar al anciano-. Nosotros nos hemos encontrado con un grupo de esqueletos. Unos ocho. Elentirell se quedó atrás. ¡Hay que salvarla! -le gritó a Brennan, con el miedo más que palpable en su tono de voz-. ¡Tiene unos muslos demasiado apetitosos como para dejarla abandonada! -añadió, como si fuera motivo suficiente para no dejar atrás a Elen.

—¡Joder! No hay mucho tiempo. ¿Dónde diantres están?

Es lo que pregunto enfurecida, ya con la espada en la mano dispuesta a dar batalla aunque claro esperando refuerzos porque esto sería una lucha totalmente desigual. Ya no me agrada, es necesario que Brennan baje con su loba. ¿Dónde están todos? ¿Qué ha pasado?

Y sigo allí, sosteniendo la puerta para que no se abra. Al menos así podré contenerlos un poco, hasta que sea demasiado tarde. 

-¿Y se ha quedado sola contra ocho esqueletos? -Preguntó con sorpresa. Elentirell siempre actuaba de forma bastante confiada, pero lo cierto es que lo único que le había visto hacer Brennan era disparar flechas y abrir puertas… y ninguna de esas dos habilidades sería de mucha ayuda contra un esqueleto, menos aún contra ocho. Las noticias resultaban tan apremiantes que ni siquiera se planteó demasiado el comentario de Felsom sobre los muslos de la elfa.

-Vamos. -Espetó de pronto a Helena, señalándole la oscuridad de pasillo. -Eres la única con armadura, ¡ve a ayudarla por lo menos a ella! Te seguiremos.

Aguardó unos instantes a que la camarera se pusiera en marcha, tan sólo el tiempo suficiente para que sus siguientes palabras fuesen sólo para Felsom y el gnomo.

-Kenzil está muerto. -Anunció, en un susurro con voz hueca. Había una nota extraña en la voz del druida. No era que sintiera demasiada pena por el mago, pero sí parecía bastante molesto por su muerte. O, tal vez, por la forma en la que había sucedido.

-La camarera activó el altar de sacrificios y llamó a un dios antiguo. Nosotros sobrevivimos a duras penas. Kenzil no. -La expresión del rostro de Brennan dejaba claro que, fuese lo que fuese lo que hubiera sucedido, no había sido una experiencia agradable.

-Ella dice que no era dueña de sus actos. -Añadió, con el ceño fruncido y su mirada puesta en la mujer que se alejaba. -No sé si la creo. Ahora, vamos.

Y sin perder un segundo más, se recolocó la lanza en un lateral para que no le estorbara al correr, hizo un gesto a Gealach, y hombre y bestia se lanzaron a la carrera hacia la oscuridad del túnel, dispuestos a no dejar que muriera su compañera.

La mujer no espera a que el druida termine sus palabras para emprender el rumbo en búsqueda de la compañera que se ha quedado atrás y poder brindarle algo de apoyo; a su vez, Brennan decide seguir a la joven junto a Gealach dejando solo el sonido del eco de sus paso mientras se adentra en el pasadizo; el bardo y el nigromante tan solo se ven al rostro, preguntándose si volver para ayudar o esperar a los demás a que regresen en algún tipo de huida

Por suerte la elfa escucha pasos aproximándose por el lado contrario del pasaje, en la dirección en la que se habían marchado Flesom y Frenni hacía unos instantes; el sonido de los pasos muestran con tu visión a Helena que se acerca con su espada en alto preparada para el combate, tras ella viene el druida quien también esta preparado con su lanza en mano; segura de que aquellos esqueletos no atravesarán la puerta te retiras haciendo distancia entre esta y el camino, al llevar la mirada hacia donde escuchaste los pasos antes de que llegaran tus compañeros, puedes ver cómo dos figuras de reptiles humanoides se acercan con paso ligero.

Helena da un paso delante de Elentirell levantando su escudo a media altura y agarrando firme su espada planta cara a los sujetos que se acercan, esta no tiene una visual muy buena del lugar, ya que la única luz es la que proviene de la punta de la lanza de Brennan quien se encuentra unos pasos más atrás; -señorita, prepárese, no podremos escapar tan fácil-. Lo que puede ser ventaja o desventaja del lugar es que solo caben dos personas a lo ancho del corredor. Hektor apretó a Saladino contra su pecho y retrocedió un par de pasos quedando al lado del druida, este le miró a la cara y se encogió de hombros; ciertamente el hechicero no tenía mucho por hacer en la línea del frente, tal vez pudiera hacer más quedándose atrás para no estorbar.

 Frenni había intentando correr con toda su fuerza para avisar a Brennan de la situación con los esqueletos en el camino. Sin embargo, la corrida que había realizado le dejó sin aliento. De forma tal que mientras se recomponía, el nigromante que le había seguido por detrás tomó la iniciativa y explicó la situación. Algo menos que decir, por lo menos. Ahora había que volver a ayudar a los compañeros que habían quedado enfrentándose a aquella horda de muertos.

- Los esqueletos se encuentran dentro de una habitación. Elen rápidamente cerró la puerta que daba a la misma, ¡pero no va a poder aguantar mucho! Necesitamos volv- ¡EereEeeeRRR!

 Las manos puntiagudas y sucias del druida se apoyaron sobre los hombres del gnomo y al bardo se le puso la piel de gallina automáticamente ante el contacto con aquel caníbal. Solo esperaba que sus prendas no se tinieran de rojo por la sangre que Felsom tenía en sus dedos.

- ¡Saca mano, no tengo miedo!

 Si tenía, pero no era momento de admitirlo. Con paso fuerte, el gnomo siguió a los demás para ayudar a sus compañeros.

Brennan les confirmaba lo que se temía: Kenzil estaba muerto, había caído a causa de una trampa que Helena había accionado, provocando la muerte del anciano mago. Era una pena, y lo peor es que seguramente no había quedado nada con lo que aprovechar el cuerpo de Kenzil.

-No, dudo que la camarera lo hiciera adrede -desestimó la desconfiada teoría de Brennan, costándole creer que Helena ahora fuera a ser una servidora de los hombres-serpiente-. Aunque por si acaso, que ella vaya por delante. Así al menos nos quitará más de un esqueleto de encima... -sonrió maliciosamente, para acto seguido regresar hacia la sala de los esqueletos, aunque manteniéndose por detrás de Helena.

La presencia de Helena me sorprende, pero considerando la situación tampoco me pondré exquisita. Además está Brennan que me inspira más confianza, así que ya preparada para lo que sea que tengamos delante, saco la espada y estoy lista para entrar en combate. 

Una vez lo tenga delante, no dudo en atacar a traición para ofrecer el primer golpe. Todo esto considerando el tener la ventaja en el momento oportuno. 

Corriendo a través de la oscuridad, con su lanza disipando las sombras con su luz, Brennan atravesó la angosta caverna hasta llegar a la altura de Hektor, que lo miró mientras abrazaba a Saladino. Evidentemente, el mendigo no parecía dispuesto a sangrar en primera línea. Una línea que ya se había compuesto por la elfa y la humana.

-¿Qué está pasando aquí, Elen? –Preguntó, preparándose para entrar también en combate. De pronto, unas formas demasiado voluminosas para ser muertos vivientes entraron en el radio de luz que proyectaba su lanza, y unos ojos de ofidio los observaron con frío desprecio. –

-¿No eran esqueletos? –Preguntó, algo confundido por lo que le habían hecho esperar. Pero pronto decidió que no importaba. Prefería luchar contra cosas vivas y no contra abominaciones que ya habían muerto.

-Bás, Gealach. –Gruñó con una voz que tenía tanto de animal como de humano. A su lado, la loba gruñó a la par que su compañero, como si ambos compartieran el mismo ser, y se lanzó a por el primero de los hombres serpiente.

Dos de los hombres serpiente se adelantan ocupando el espacio a lo ancho del camino, los que están más adelante pueden ver como flexionan un poco sus piernas, una más delante de la otra tomando una postura agresiva, levantando sus lanzas apuntando en dirección a los aventureros, escuchan también como sus lenguas bífidas se mueven hablando en un idioma incomprensible; uno de estos humanoides se abalanza impulsando su lanza en un ataque recto contra Helena, a la vez que su compañero se lanza en un ataque a la zona de las piernas; la camarera da un paso adelante desviando el ataque bajo con su espada girando su cuerpo para desviar el ataque alto con su escudo, los demás escuchan como el metal de la lanza chirrea contra el metal del objeto protector.

Brennan por su parte, se adelanta dejando atrás a Elen, encarando a los hombres serpiente para atacar con su lanza, a pesar de que estos habían fallado en el ataque a Helena, rápidamente uno de estos desvió el movimiento del druida con su lanza, haciendo que el arma de Brennan siguiera de largo en dirección al techo pedregoso; con lo que no contaba este ser, es que Gealach pasó entre las piernas del druida y se lanzó con sus fauces abiertas hacia el cuello del sujeto, este acababa de quedar a merced de la loba por su movimiento en defensa del ataque de Brennan; Gealach en un movimiento brusco arranca de tajo la carne del cuello y los más cercanos pueden ver como la sangre emana por montones, el hombre serpiente se lleva una mano al cuello pero en pocos segundos se ahoga en sus propios fluidos.

Uno de los atacantes del grupo de hombres serpiente de más atrás, reacciona atacando a Gealach con su lanza, la loba no alcanza a esquivar el golpe y recibe un punzón en el costado haciendo que pegue un alarido de dolor volviendo hacia atrás; el enemigo restante ve la oportunidad de tirar su lanza en dirección a Brennan, pero por suerte Helena interpone nuevamente su escudo desviando a un costado la lanza; contra todo pronóstico, la guerrera estaba siendo un fuerte elemento para la defensa del grupo. Elentirell se mueve con enfado haciendo a un lado a Brennan para atacar, aunque al notar el ataque contra la loba, decide retroceder con ésta sacándola de la línea de combate, evitando que pudieran volver a herirla.

Hektor respira hondo mientras mencionas unas palabras en voz baja, un destello aparece entre los combatientes, una mano espectral aparece dirigiéndose hacia la lanza que había tirado el hombre serpiente, el hechicero realiza unos movimientos con sus manos, como si empujara a distancia aquella mano espectral, tirando de esta manera aquella lanza contra uno de los enemigos; lamentablemente no fue lo suficientemente efectivo el ataque, debido a que el hombre serpiente pudo esquivar con facilidad aquella lanza con tan solo moverse un paso hacia un costado, volviendo su mirada hacia el grupo moviendo su bífida lengua en forma de burla.

Helena mueve su brazo ondeando su espada en contra el hombre serpiente que tiene enfrente, pero este bloquea su ataque cruzando su lanza, mirando con furia a la mujer. En la parte final del grupo, aún quedaba Frenni y Felsom, con algo de temor para entrar en combate, ahora tenían que decidir si entraban al fulgor para ayudar a sus amigos o vigilarían la retaguardia por si algo o alguien llegaba para cortarles el camino de huida.