Partida Rol por web

Náhoda či Dopuštění

Bukavu

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12/03/2008, 21:03
Director

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13/03/2008, 12:51
Director

El día empieza pronto, demasiado para la mayoría, pero tú ya estás acostumbrado, así que ni siquiera lo tienes en cuenta, alguna veces piensas que te has convertido en alguien que hace las cosas por pura inercia, un ligero aseo y una visita a tu dormido hijo, que despierta tu corazón cada mañana.

El otoño ha empezado y con ella las lluvias, y más veces de las deseadas, las tormentas eléctricas, aunque de momento este año la suerte acompaña en ese aspecto. No muy lejos de allí ves al Jefe de la Guardia, Paul Nsabimana, un hombre duro, quizás demasiado a veces, pero sino es imposible mantener el orden, un cigarro en su boca y una botella de Coca-Cola en la otra.

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13/03/2008, 12:54
Paul Nsabimana

Hay que joderse Obed, mi primo dice que va a llover y fuerte, que nos preparemos hay algunos más como tú, normalmente os dividís en grupos de cuatro que cambian constantemente, para que no os acostumbréis a los compañeros, una razón que no entiendes, pero acatas.

Guardia en la parte sur para ti y tu grupo hoy es jueves, así que llevas con los mismos hombres desde el lunes, dos muchachos nerviosos y un hombre algo mayor que tú, con una mirada muy parecida a la tuya cuando llegaste.

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14/03/2008, 18:24
Obed Semanza

Jueves. Podría ser Martes. O Sábado. Da lo mismo. Me levanto como siempre, tenso, rodeado de sombras, en el cuartel, en mi cabeza. No quiero ir a ver a Emil vestido con el uniforme: no sería su padre quién le besase en la frente cada mañana.

Me pongo la camisa y los pantalones cortos que dejé hace sólo unas horas a los piés del camastro, perfectamente doblados. El aseo es rápido. Estoy impaciente: mi hijo me espera, dormido...y las sombras se van al verlo.
Te quiero, Emil.

A diez metros ya puedo oler el olor a tabaco que desprende el Jefe de la Guardia. Un cigarro y Cocacola: El estómago de Nsabimana es fuerte. En Bukavu, lo estómagos deben ser así.
Doy los buenos días y asiento con la cabeza. Guardia en la parte sur: podría ser peor. Podría llover, como asegura el primo del Jefe. ¿ Qué más dá? Parte sur, parte norte...sé lo que voy a encontrar. ¿Habrá llegado la carta a la Sta. Djokovic? Era nuestro billete para salir de aquí...y lo desaproveché. Me dejé llevar por mis prejuicios. Eres un estúpido, Obed.

Miro al cielo, esperando ver algún signo que desacredite al primo del Jefe. Es complicado: el tipo rara vez se equivoca. Hay que ponerse en marcha, Obed. Concéntrate. Haz tu trabajo y vuelve con tu hijo.

Me ajusto el cinto y las armas. Miro al suelo y me presigno, con los ojos cerrados y, al alzarnos, me topo con la mirada de uno de mis compañeros: parece de mi edad, quizá algo mayor, y sus ojos...sus heridas todavía no han cicatrizado. Puede incluso que sean recientes: quizá se trate de alguien que gozase de algún "trato de favor" ahí fuera. El trato expira y te quedas solo, con esa mirada de deseperación y pánico.

O quizá su problema esté aquí dentro: su cara es la de un traidor como yo, la de un hutu moderado en mitad de un campamento lleno de Interhamwes. Lo mismo dá. De cualquier forma me recuerda a mí. Y eso me provoca un sentimiento de empatía que los Jefes de Guardia, con sus continuos cambios de grupos, no permiten.

En marcha.- digo seco. No hay más que verlos para reconocer su inexperiencia. Espero que no me den demasiados problemas, sobre todo los dos chiquillos que me han colocado esta semana. Los nervios se pagan con la vida en Bukavu.

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15/03/2008, 23:58
Director

Como bien piensa Obed, poco importa la guardia en el norte, el sur, en el este o el oeste, ¿o quizás no?, porque incluso para alguien que ha visto las parte más oscura del ser humano, todavía hay pequeñas casualidades que suelen pasar desapercibas para cada uno de nosotros…

El porque el ladrido de aquel perro hizo volver su mirada, una mirada que se había perdido en el impresionante paisaje que se extendía más allá de aquel infierno en el que vivía, como algo tan insignificante como una diferencia étnica había sido capaz de causar aquella masacre, aquella devastación, era algo que escapa a cualquier comprensión humana, como también lo era que aquel animal llamara su atención justo en aquel momento.

Ese instante en el que uno de los dos jóvenes guardias desaparecía tras una tienda, porque gracias a ese involuntario aviso, Oben podía decidir, tenía la posibilidad de elegir un camino, y eso, ya es mucho más de lo que había podido hacer en los últimos tiempos.

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17/03/2008, 19:02
Obed Semanza

Cómo odio los perros. He sentido su aliento, sus ladridos a la carrera, y he visto cómo interceptaban a otros fugitivos, a otros traidores, mordiéndolos hasta que llegaba la milicia Interhamwe. Emil y yo sabemos lo que significa el ladrido de un perro a tu espalda en mitad de la selva. Por eso, cada vez que veo o escucho a alguno de esos animales, tenso los músculos: en Bukavu hay perros sueltos por todas partes, junto a los niños. Y aquí la comida no es precisamente tan abundante como en el Palacio Gubernamental de Zigali.

Giro la cabeza hacia donde proviene el ladrido y no puedo evitar pararme. Es entonces cuando veo a uno de los muchachos desaparecer tras una tienda. Mucho han tardado en darme problemas: si la guardia dice en grupos de cuatro, es en grupos de cuantro. No de uno, ni de tres. Esta noche redactaré un informe y pediré amonestación o cambio de agente..., aunque sé que a Nsabimana probablemente se la traiga floja.

Por ahí se va hacia la parte Este... Suspiro haciendome crujir las cervicales, señalando la tienda con la barbilla. El perro sigue ladrando. Dios, cómo los odioTranquilos, sin aspavientos y a no más de dos metros de mi lado.- les digo a mis dos compañeros restantes, ajustándome la correa y quitando el botón que sostiene la porra. Camino con paso firme, pero no demasiado aprisa. No conviene llamar la atención. La paranoia aquí es un excelente seguro de vida.

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18/03/2008, 10:20
Director

Los hombres te miran con cara de no entender demasiado, aunque el más veterano asiente con la cabeza en silencio, y el otro te sigue por pura inercia, el perro se ha callado cuando pasas por su lado, un a niña, de no más de trece años te mira al pasar junto a ella, sostiene un bebe famélico con pinta de tener menos de un mes de vida, ruidos de críos en el interior de la tienda donde está, te sonríe, con esa sonrisa triste que se brinda en ocasiones sin saber bien el porque.

Sigues tu camino y el soldado ha doblado un par de recovecos del laberíntico lugar, hasta que finalmente se detiene frente a la puerta de una casa echa con planchas metálicas, más sólida, pero mucho mas calurosa y peligrosa en caso de tormenta eléctrica, en la puerta de la misma, un hombre sentado en un silla, con un teléfono móvil en la mano, vestido de militar y una pistola al cinto le dirige algunas palabras que no logras captar.

Tus dos compañeros permanecen no demasiado lejos de ti.

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18/03/2008, 20:00
Obed Semanza

Nunca te acostumbras al sufrimiento de un niño. No es como los medicamentos : su contacto, su abuso día tras día acaba creando en tu cuerpo un "escudo" de rutina.
Esto es diferente. Me quedo mirando un instante a la chiquilla, sin dejar de caminar. Hay cientos, miles de ellos desperdigados por todo el campamento. Huérfanos en su mayoría: sus padres se dejaron la vida en Ruanda.

La observo y el corazón se me encoge, porque sé que tanto ella como la criatura famélica que lleva en los brazos no verán, muy probablemente, el año nuevo. Y, a pesar de todo, me sonríe..., pero a mí no me sale devolverle el gesto. Me es imposible. Sin embargo, trato de quedarme con su rostro, su carita, esa peca de la mejilla, sus grandes pestañas...cualquier detalle que me sirva para no ver su pena como un conjunto, sino de forma individual, e incluso le pongo un nombre imaginario:

Marie, la pequeña y sonriente Marie.

Me he vuelto a despistar. Ya ha pasado con anterioridad y es algo que no puedo permitirme. Gracias a Dios, mi nervioso compañero está un poco más adelante, aún a la vista. Habla con aquel tipo.

¿Algún problema, agente?- digo desde una distancia prudencial. No quiero acercarme demasiado, a pesar de que me intriga la conversación que he llegado a intuir pero no a escuchar.

Soy un hombre alto, fuerte y mi voz es rotunda. Soy consciente de ello y me es muy útil en casos com éste. Mi gesto es serio, pero no desafiante... y aunque me dirijo a mi indisciplinado compañero, no aparto la mirada del tipo armado.
Cuidado, Obed. Los héroes están ya todos muertos.

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19/03/2008, 11:48
Hombre de Mentzele

Tu hombre se vuelve hacia ti al escuchar el bramido de tu voz, su rostro se muestra asustado, y también algunos signos de culpabilidad en su mirada, se disponía a contestar, pero en su lugar es el otro quien habla.

Aquí no hay ningún problema, así que haz el favor de largarte, estoy charlando con un viejo amigo su voz es desafiante y su actitud un tanto chulesca, la de alguien que se cree por encima de la justicia o el poder establecido y le gusta demostrarlo, apenas tendrá veinte años.

Los otros agentes permanecen detrás de ti, alerta, por si hubiera algún problema, pero eso solo lo supones, puesto que el otro parece una amenaza real.

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19/03/2008, 23:15
Obed Semanza

Tipos como éste juegan a las cartas o meten tiros en la sién con la misma sonrisa. Los conozco: en el fondo son críos asustados que disparaban sus AK-47s casi antes de destetarse. Se saben amparados y actúan en consecuencia, haciendo su santa voluntad y casi siempre impunemente.

No aparto mis ojos de los suyos, y lo que para mí supone un terrible esfuerzo, para él es el pan nuestro de cada día.
Tu..."viejo amigo" va a venir inmediatamente con nosotros.- digo dando un paso al frente. Rezo en silencio para que la gota de sudor que siento deslizándose cerca de mi ceja no sea demasiado visible.Sólo así no habrá problemas. Ni para mí...ni para tí.

En el "Bwakara", mi juego de naipes favorito, eso se llamaría "Kumdiaé": una especie de reto, de órdago...de ver quién puede más. He visto algunos compañeros cosidos a balazos a plena luz del día, o a agentes de la Guardia con un machetazo en el cuello..., pero también he visto lo que Nsabimana es capaz de hacer cuando le entregamos a alguno de esos asesinos. Hay precedentes para que se lo piensen dos veces.

Ya me has oído, agente.- ordeno con voz grave, frunciendo el ceño. Aún sostengo la mirada del otro, pero puedo sentir la tensión: la de mis dos compañeros a mi espalda, la de ese guardia asustado,... y la mía también. Y pido a Dios que me dé fuerzas para no evidenciar todo el miedo que siento.

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23/03/2008, 16:12
Hombre de Mentzele

El tipo mantiene tu mirada con firmeza, mientras el agente de un paso hacia atrás apartándose un poco, de la construcción sale otro hombre, de aspecto algo más rudo que el que está sentado en la silla, con una fusil colgado del cuello.

Lo mejor será que se quede conmigo hasta que hayamos terminado nuestra charla, no nos llevará demasiado tiempo, luego volverá a sus obligaciones, dice con voz clara el chico del móvil.

A pesar de que parece tranquilo, su mano se mueve ligeramente, un ligero temblor, Así ninguno tendrá problemas, especialmente tú, compañero

Notas de juego

perdón, no vi tu mensaje..

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24/03/2008, 19:22
Obed Semanza

No me gusta hacer esto, bien lo sabe Dios. Pero en Bukavu las cosas funcionan así: si vas de héroe acabas siendo comida para perros dejando huérfano a un crío de nueve años. Y si te das media vuelta...terminas siendo señalado con el dedo por toda esta escoria, por tus propios compañeros...y por Nsabimana. Cambio de destino, a la zona dura: una semana. No duraríamos más.

Aún así, odio hacerlo: algunos agentes lo llaman "complemento salarial". Otros, "saber relacionarse". Muchos nombres para algo tan simple como un soborno. He aceptado muchos, pero me obligo a sacar de ellos un sólo partido: temor y respeto. Me han llegado a ofrecer noches con pobres desgraciadas llenas de SIDA hasta las asaduras. Dinero. Armas. Medicinas. Siempre dejo que sean otros los que se beneficien de ello. Que se lo queden. A mí solo me interesa que me tengan miedo.

Mira, chiquillo...- digo hinchando el pecho y llevándome lentamente la mano a la cartuchera.Sólo necesito abrir la boca para que pongan esta choza "atrae- relámpagos" patas arriba. Así que ándate con ojo. Avanzo un paso más, esta vez con decisión y compruebo con el rabillo del ojo que mis otros dos compañeros no han puesto pies en polvorosa. Quiero obviar al tipo que ha salido del edificio, pero no puedo: se me escapa alguna mirada. Nervios. En la medida en que pueda controlarlos, saldré de aquí con los pies por delante o por detrás.
Tienes dos opciones: o te despides de tu perro,...o me convences para que haga la vista gorda. Tú eliges, chaval.

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24/03/2008, 22:31
Hombre de Mentzele

Cuando pronuncias esta última frase la expresión de tensión que ya era palpable en el rostro de aquel muchacho se relaja, sonriendo incluso, cuando echaste mano a la cartuchera parece que hubiera apostado muy poco a que uno de los dos seguiría con vida al cabo de unos segundos.

Bien, bien, veo que por fin parece que vamos a entendernos, di a tus compañeros que se tranquilicen hace un gesto al tipo de fusil en un intento de demostrar su buena fe Y hablaremos de cómo puedo llegar a un acuerdo te hace un gesto con la mano, pidiendo que te acerques, no es demasiado agradable tener que hablar en voz alta de estos negocios, y es curioso que eso le preocupe, puesto que estás seguro que todo el sector sabe a que se dedica.

Notas de juego

No me avisa de tus mensajes, que mal.

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25/03/2008, 20:01
Obed Semanza

Hasta las ratas tienen aprecio por su vida. El muchacho se relaja, y yo con él. El asunto se estaba poniendo serio, tal vez demasiado: no es algo normal, desde luego. Normalmente esta clase de gente se "deja hacer". Entramos en sus casas, requisamos un par de fusiles y media docena de machetes y nos vamos por donde venimos. Ellos vociferan, juran rajarnos el cuello y nos insultan mentando a nuestra madre: puro teatro. Nosotros cumplimos el trámite y ellos saben que dejaremos de molestarlos una buena temporada.

Esperad aquí.- digo mirando a los dos compañeros que tengo a mi espalda, asintiendo. Acompaño el gesto con una mirada que pretendo sea tranquilizadora, aunque sigo sin fiarme un pelo: las precauciones del joven militar, el hecho de encararse a tres guardias armados, su preocupación por hablar a la vista de todos...Definitivamente, no se trata de un simple trapicheo.

¿Y bien?- pregunto al muchacho, sin dejar de mirarle, ya a pocos pasos de él. Sé que hay ojos observando la "escena", pero no me preocupa: todo el mundo sabe cómo la Guardia se gana un sobresueldo. De todas fromas, tengo un par de cosas que decirle a mi irresponsable compañero, aunque ahora no es el momento.

Notas de juego

¿ Y eso? ¿sólo te pasa con mis mensajes?

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26/03/2008, 10:06
Hombre de Mentzele

El chico te mira, familiarizándose con tus rasgos, como si ahora fuera la primera vez que realmente te ve, ha borrado la sonrisa de su cara y vuelve a mostrar ese irritante aire de suficiencia, Tengo dinero, dólares americanos, te daré diez billetes de cien, tu haces con ellos lo que quieras, pero no quiero veros por aquí en una buena temporada, sólo a él señala a tu joven compañero, que continúa algo aturdido por la situación.

Y nada de avisar a Nsabimana, cómo me entere de que lo haces te buscaré y te mataré, y no será rápido ahora el cruce de miradas es poderoso, ambos la mantenéis, no hacerlo sería un error, uno amenaza y el otro la encaja con entereza, así debe ser, incluso estás cosas tienen su ritual.

Y nada de preguntas al chico probablemente fuera mayor que el muchacho con el que hablabas, pero aún así usó esa palabra para referirse a él, Si no sabes nada, no podrás contar nada, y eso es lo mejor para todos, aunque no te lo creas, estamos en el mismo bando

Notas de juego

ya he colocado la incidencia, a ver que me dicen, si, solo con tus mensajes, pero tranquilo que estoy atento.

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26/03/2008, 21:21
Obed Semanza

De no haber pasado un momento tan tenso como el anterior, mis rodillas me hubiesen jugado una mala pasada: se me aflojan al escuchar la oferta del muchacho. No hace falta saber mucho de matemáticas. Son 1000 dólores.

Mil dólares, me repito. Suficiente para haber comprado la vida de mi mujer y la de mis hijos. Aprieto los dientes. Calma, Obed.

No.- respondo tras unos segundos que parecen siglos..., y aunque dentro de mí pienso en todo lo que podría darle a Emil con ese dinero, trato de que mi mirada sea la de un hombre hermético, inflexible, decidido. ¿Qué asunto manejan estos tipos? ¿"En el mismo bando"? A los curiosos se los comen los gusanos...antes de tiempo.

Serán seis billetes y no diez. Tres para cada uno de ellos...- digo señalando a mi espalda con el pulgar....y un favor especial para mí. He soñado con esto durante mucho tiempo. Estoy harto de bregarme con bandas de chiquillos que no tienen donde caerse muertos, con Interhamwes caídos en desgracia buscándose la vida. Aquí hay algo gordo. Algo que puede sacarnos de este agujero. ¿Dónde te estás metiendo, Obed?.

Quiero ver a tu jefe.

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27/03/2008, 09:02
Hombre de Mentzele

El hombre ríe sonoramente cuando haces tu petición, su lacayo hace lo propio, como si lo que hubieras dicho resultara gracioso, el sonido de sus carcajadas resulta muy inadecuado para el lugar y la situación, haciéndolo irritante, por fin paran y de nuevo esa mirada de desprecio del primer cruce.

¿Qué te hace pensar que tengo jefe?, aquí mando yo, ¿lo entiendes?, sólo yo, dice con acritud, Si quieres esos billetes tuyos serán, es mejor que no te metas en donde no te llaman, o pagarás las consecuencias, los dos sabemos como funcionan las cosas

Notas de juego

hazme una tirada de percepción humana dificultad 14

Recuerda Atributo + Habilidad + 1d10

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27/03/2008, 20:12
Obed Semanza

Trago saliva mientras ríen, e inmediatamente me arrepiento de haberme envalentonado. Sin embargo, permanezco serio escrutando el rostro de aquel muchacho. Sus palabras caen en saco roto. No las oigo: sus ojos dicen más verdad que su lengua.

- Tiradas (2)
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28/03/2008, 08:50
Hombre de Mentzele

A pesar de sus risas, detectas cierto nerviosismo en los chicos, especialmente en el que permanece sentado en su silla al mencionar el tema de su jefe, sin poder evitarlo ha desviado por un momento la mirada hacia el final de la calle, como si temiera algo.

Tu silencio contribuye a que las risas terminen y ambas miradas vuelvan a encontrarse, ¿Qué me dices?, diez billetes de cien y no quiero volver a veros por aquí a ti y a tus perros

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28/03/2008, 18:42
Obed Semanza

Por un momento había pensado en un viaje a Europa, Emil y yo, con algunos miembros de la Cruz Roja Internacional. Salvoconductos tutsis hasta Kigali y un vuelo ...si, un vuelo, habría que buscar la manera de vencer el pánico... un vuelo al Norte, a El Cairo tal vez. una vez allí tendría que pensar en cómo llegar al paraíso.
Demasiado bonito, demasiado perfecto...demasiado premio por, simplemente, cerrar la boca.

Sueños. En fin, era lógico hacerse ilusiones, ¿no?. Estos tipos no son una banda de chiquillos cualquiera, es evidente: si el dinero abre puertas y compra voluntades...¿por qué no podría procurar dos huecos en un compartimento de maletas? Nadie nos echaría en falta. Bueno, quizá Nsabimana sí lo haría...

Eres bueno regateando...- digo con un tono nuetro, moviendo unicamente los músculos de mi cara imprescidibles para que salgan las palabras. Cualquier otra elección, cualquiera, habría dejado a mi hijo tan solo como esa chiquilla, como la dulce y sonriente Marie.... Serán doce billetes. Por aquello del reparto justo y fácil. Ya me entiendes.- y un brote de repugnancia hacia mí mismo crece conforme termino de realizar esa, espero, última propuesta.
Me asquea hablar de dinero entre tanta miseria, tanto dolor, tanto asesisino...Me asquea no haber tenido el valor suficiente para meterme de lleno en el ajo y luchar por salir de este agujero..., pero la idea de poner en peligro a Emil me aterra.

Unas palabras vienen a mi cabeza y pugnan por salir directamente hacia los oídos de aquel muchacho. Unas palabras que escarbarían en su punto débil: el miedo. Pero esas palabras se topan con el muro de mi propia cobardía.