Partida Rol por web

Náhoda či Dopuštění

Bukavu

Cargando editor
17/04/2008, 12:16
Emil Semanza

Ahora el niño si parece más intimidado por tu presencia, baja la mirada ante tu acusador dedo, y suspira con resignación, tarda en contestar algo más de lo habitual, finalmente alza la cabeza y habla con dudas.

Estuve con Eleazar y sus amigos, me gusta el colegio padre, me gusta aprender cosas, pero no me gusta este lugar, ellos creen que merecemos algo mejor, que nos ha sido arrebatado, y creo que tienen razón los recuerdos de la mente de tu hijo sobre lo sucedido siguen siendo un misterio para ti, no hablado enervado, ni con pasión, más bien todo lo contrario, con un frialdad impropia para su edad.

Pero claro, a su edad poca gente ha pasado por sus circunstancias, Esa es la verdad padre

Cargando editor
17/04/2008, 19:03
Obed Semanza

Cuando mi hijo dice "no me gusta este lugar" el alma se me parte. Y lo dice porque ha visto algo mejor: ha visto una familia vivir en paz. Ha sentido el cariño de una hermana, el amor de una madre...No puedo culparle, porque es precisamente lo que yo mismo siento.

Y, como nosotros, hay cientos...miles en Bukavu. Desterrados, solos y unicamente esperanzados por recuperar lo único recuperable: su tierra. Las familias han muerto, pero Ruanda aún vive esperándolos.
Armas, milicia, rebelión, guerra...la cadena parece imparable. El Campo se mueve entre el rumor y el nerviosismo. Siempre ha sido así, pero de un tiempo a esta parte la agitación es más intensa..., y circula por todas las esferas de Bukavu. Los colegios no son una excepción: todo el que pueda empuñar un arma se convierte en soldado. La edad es lo de menos.

Es un asunto demasiado serio como para tratarlo aquí.- digo tras una pausa, orgulloso de ver crecer a mi niño. Hablaremos en casa, de hombre a hombre.
Quizá exagero, quizá le estoy hablando como si tuviese 20 años...pero no hago más que usar las mismas armas que ellos siempre han empleado para captarlos: tratarlos como a los hombres que los niños quieren ser. Así ganan su confianza, que no es otra cosa que el primer paso para convertirles en esclavos. Moldeables, útiles.

Bueno, qué...¿Tienes hambre? Yo me comería un hipopótamo!!- digo sonriente, cambiando de tema. Le paso el brazo sobre su hombro y meneo, jugueteando, su pelo ensortijado.

Quien intente convertir a mi hijo en un miliciano, quien quiera arrebatármelo...conocerá a Obed Semanza.

Reniego de Dios si es preciso para arrancarles la piel a tiras.

Cargando editor
18/04/2008, 09:32
Emil Semanza

Asiento con solemnidad cuando decides tratar el asunto en casa, pero cuando lo abrazas y juegas con él sonríe de esa manera que sólo los niños pueden hacerlo, porque a pesar de todo lo que ha vivido, aún queda algo de inocencia en su alma, no sabes cuanta exactamente, puede que sea solo una ínfima parte, pero quizás sea suficiente.

Estoy muerto de hambre, creo que me comería dos luego se queda mirando al cielo por unos instantes, Parece que va a haber tormenta, venga, vamos rápido te dice acelerando el paso.

Cuando llegáis a la casa el primer chaparrón rompe casi a la vez que cruzáis el umbral de la puerta, enseguida se dispone a colocar la mesa, siempre ha ayudado, incluso antes de lo sucedido.

Cargando editor
18/04/2008, 16:40
Obed Semanza

Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos que vamos a tomar.

Bendice a quienes los han preparado, y da su pan a quienes no lo tienen.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Abro los ojos y levanto la mirada. No tengo apetito, pero me obligo a comer algo: somos privilegiados, a pesar de todo. He visto gente empujarse, gritar, morderse para ser el primero de la cola frente al una camioneta cargada con sacos de grano. Y lo he visto muchas veces.

Conocí a unos hombres esta mañana, durante la patrulla.- digo entre bocado y bocado, como quien cuenta una anécdota.Holgazaneaban frente a la puerta de una de las cabañas, hacia la parte Oeste. Estaban sentados, viendo pasar el tiempo.

Parecéis gente joven y fuerte., les dije.¿No habéis pensado en hacer algo útil? Podéis estudiar...o trabajar en las cantinas, en el Cuerpo de Socorro..., un par de brazos dispuestos son bienvenidos en cualquier parte..

Tomo otro bocado y miro a Emil, asegurándome de que está prestando atención..

Obedecemos órdenes, me respondieron.

Órdenes. En fin, todos alguna vez tenemos que hacerlo. Yo mismo, por ejemplo, por parte de mi superior en la Guardia...o tú, cuando la Señorita Chimwala te manda tareas. El caso es que hay una diferencia: a aquel hombre no le importaba si lo que hacía estaba bien o mal. Sólo le importaba obedecer.
No sabía pensar por sí mismo.

Hago una pausa y suelto los cubiertos, apoyando los codos sobre la mesa e inclinándome hacia mi hijo.

Nosotros somos diferentes, Emil. Nosotros no somos esclavos, y sólo obedecemos a quién nos aprecia o quién nos quiere...siempre y cuando sintamos en nuestro corazón que hacemos lo correcto.

Eres ya un hombre, y tu padre confía en tu criterio.

Recojo los cubiertos y bajo la mirada al plato, continuando con la comida.
Bueno,...yo ya te he contado lo que hice esta mañana.

Te toca.

Cargando editor
21/04/2008, 10:09
Emil Semanza

Emil te está mirando con atención, no parece perder detalle de tus palabras, incluso la comida ha pasado a un segundo plano, algo extraño en el chico que suele comer con avidez, cuando le hablas de ser un hombre parece dudar por unos instantes, pero luego yergue su cuerpo, orgulloso de tus palabras.

Parece mayor, en un gesto muy parecido al tuyo, te imita al colocar los cubiertos sobre la mesa antes de hablar, Esta mañana, cuando me levanté, me disponía ir a clase como todos los días, pero antes de llegar, me encontré con Eleazar, me digo que quería enseñarme algo, que era importante levanta la mirada para centrarla en tus ojos, realmente ahora parece un hombre, lo cual puede que no sea demasiado justo después de todo.

Si era algo importante, tenía que verlo, así que lo acompañe dice con determinación, fuimos al patio grande, detiene su explicación por unos segundos, esperando tu respuesta, el patio grande, en el este del campo, un lugar extraño, los guardias sabéis que hay armas en ese lugar, y gente descontenta con la situación, aunque eso no es novedad, pero los de allí, quiere revertirla, y creen que la única manera es el derramamiento de sangre, venganza y no justicia, conceptos que mezclan su significado en ese sitio.

Allí había varios niños, querían que escucháramos lo que había hecho con nuestro pueblo los tutsis, su voz se quiebra, pero padre, no lo hice, no era necesario, yo ya sé lo que han hecho dice volviendo a parecerse a un niño.

Cargando editor
21/04/2008, 19:29
Obed Semanza

Sólo imaginar a mi hijo rodeado por aquellos bastardos del patio grande hace que en mi interior hiervan mis peores instintos.
Que Dios me perdone si aún no pecando de acto lo hago de pensamiento: esa gente merece el peor de los destinos. Cobardes, ruínes...hienas que cazan allá donde la presa es más débil, influenciable y, en Bukavu al menos, numerosa: los niños.

Aprieto los labios mientras Emil habla y mi mente se va hacia esos críos, huérfanos en su mayoría, marginados, denostados, sin nada que perder excepto la vida. Carne de cañón. Valiosos peones si se les lava bien el cerebro. La maquinaria ya se ha puesto en marcha, los engranajes empiezan a chirriar: aquí no es necesario ningún Ferdinand Nahimana, ni ninguna RTLM que los arengue. El odio está enquistado y solo es cuestión de tiempo. Menos del que creía.

Mi padre, tu abuelo, una vez me dijo: "cuando el fuego se combate con fuego, todos acaban ardiendo". Esos hombres, aquellos que os querían hablar en el patio grande, están llenos de odio. Hutus, tutsis...sólo piensan en la manera de acabar los unos con los otros. Se tienen miedo. Un miedo espantoso que no les deja vivir en paz.

Pero, en medio de todos, estamos tú y yo, Emil: nosotros no tenemos miedo de nadie porque somos hombres libres. No queremos venganza, porque perpetúa la violencia. Y porque, a pocos kilómetros de aquí, hay un niño tutsi de tu edad que se hace tus mismas preguntas.

Sirvo agua a mi hijo y lleno también mi vaso, sin dejar de mirarle. Sólo el Señor sabe lo dificil que es esto...y sólo Él sabe cuánto echo de menos a Kalaima. Mi dulce y hermosa Kalaima.

A mí tampoco me gusta este lugar...y tu padre te promete que pronto saldremos de aquí : ese será nuestro secreto, y debemos ser cautos si queremos guardarlo. Ojos abiertos y boca cerrada, Emil. Ni una palabra de esta conversación a nadie, ni siquiera a la Señorita Chimwala: esto queda entre tú y yo. De hombre a hombre.

Ahora ven aquí.- le digo antes de darle un abrazo. El tiempo se agota. Debemos salir de aquí cuanto antes.

Cargando editor
22/04/2008, 09:04
Emil Semanza

Un destello de esperanza que se torna en epcetisismo, pero aún así corresponde a tu abrazo, parece asimilar lo que le has dicho y el grado de verosimilidad que puedan tener tus palabras, No se lo diré a nadie dice como si hubiera estado pensando esta decisión.

Serio y solemne por los momentos compartidos con su padre, Emil termina la comida hablando de temas mucho más triviales, disputas típicas de niños y algún pensamiento intercalado de adulto, se hace extraño a veces este comportamiento, teniendo dudas algunas veces de cómo va a reaccionar.

Pero si una cosa parece clara, es que tu hijo comparte tu mismo interés en salir de este lugar, la pregunta es, ¿alguien no lo haría?.

Cargando editor
22/04/2008, 19:43
Obed Semanza

Recogemos la mesa, con el ambiente más distendido. El vello se me eriza sólo con escucharle, con verle gesticular tan apasionado, contándome esas riñas con los compañeros: la vitalidad rebosa por todos los poros de su piel, y en ese momento, compruebo con inmensa alegría que el niño no murió en la selva. Aún conserva la capacidad de sorprenderse, y las ganas de jugar, de descubrir...
Pienso agotar hasta el último segundo antes de volver a la Guardia.

Sobre una estantería tengo un pequeño hatillo de esparto. Fué regalo de mi padre, tanto el saco como su contenido, y lo guardo como si fuese oro.
Desato las cuerdas y extraigo uno de los libros. Las pastas están cuarteadas, pero aún permanece robusto. Lo abro por la mitad y huelo sus hojas.
"Las Mil y Una Noches".- digo pasando páginas lentamente.Fué el primer libro que disfruté de verdad. Escucha como suena...- y lo cierro. Delicioso. La nostalgia me hace sonreir.
Espero que te guste.. Acaricio la portada, áspera, recia, y se lo entrego a Emil fijándome en su expresión, sin perderme detalle. No veo mejor forma de combatir el odio que con letras.

Repaso mi uniforme, ajusto el cinto y abro el armario de caña para coger el impermeable.

Notas de juego

Tenemos que decidir cual es la rutina diaria de Emil. ¿Qué podría hacer durante el turno de tarde de Obed? ¿Alguna sugerencia o me curro una especie de "horario" para el?

Cargando editor
23/04/2008, 09:28
Emil Semanza

Emil abre los ojos como platos, sus labios se curvan en una sonrisa y su mirada se pierde entre las letras mientras apenas roza las páginas con la punta de los dedos, permanece unos instantes en esa posición, hipnotizado ante la magia que es capaz de desprender lo escrito mucho tiempo atrás por gente muy diferente a la que ahora observa.

Finalmente levanta la cabeza sin perder ese aire fascinado que tan familiar te resulta, ¿Es para mí?, pregunta sorprendido, es consciente de que hoy te ha mentido, pero también de que habéis hablado de una manera en la que nunca antes lo habíais hecho, sonríe de verás, como antes de todo.

Gracias papá dice con solemnidad te prometo que lo cuidaré

Cargando editor
24/04/2008, 21:40
Obed Semanza

Buen chico.

Me coloco el impermeable. Fuera, la tormenta debe estar ya encima.

Coge el chubasquero. Ya recogeremos todo esto más tarde.- digo fingiendo normalidad. Habitualmente Emil recoge la mesa tras la comida y, al rato, va al departamento de Laurent. Hoy no será así: no pienso dejar a mi hijo sólo ni por un segundo. Además, cambiar su rutina diaria es una medida de lo más prudente.Hoy te acompaño al departamento del Señor Ngeze. Venga, date prisa. En un ratito tengo que formar para el turno de tarde.

Sé que está confuso. Sé que percibe que algo raro ocurre, pero ahora no hay tiempo para explicaciones: entre la "visita" a casa de Chimwala, la comida y llevarlo hasta Laurent...la hora del almuerzo se me quedó corta. Menos mal que el departamento no queda lejos.

Vamos, Emil...- le apremio, ya en el umbral.- Tu padre no ha llegado nunca tarde al trabajo.

Cargando editor
28/04/2008, 09:33
Director

Emil se da prisa buscando el también algo para resguardarse de la lluvia, aún terminando un último trago de agua se apresura a salir detrás de ti, te mira con extrañeza pero no dice nada y se limita a un simple asentimiento de cabeza.

La lluvia es abundante y enseguida el chubasquero queda empapado, pero lo más molesto es el barro que ha comenzado a formarse en las calles de la improvisada “ciudad”, mucha gente se ha refugiado en sus casas, pero otros no tienen más remedio que seguir con su rutina a pesar del tiempo. Cualquier conversación queda silenciada por el sonido de la tormenta, lo que hace que hace que el camino sea aún más incómodo.

Quince minutos más tarde el pequeño tejadillo que hay antes de su oficina, que no es otra cosa que una casa de madera provista de una única habitación donde destaca un pequeño mostrador donde se sienta Laurent, en ella hay algunos carteles de las naciones unidas abogando por la paz y recibe la visita diaria de un Cuerpo Interno para la Seguridad, aunque de momento la dirección de Ngeze ha permitido que todo transcurra sin incidentes reseñables. Por las tardes sólo “el manco” y Emil se encuentran en el lugar, puesto que el horario para la entrega de misivas por parte de los refugiados queda reducido a las “oficiales”, y es tiempo de ordenarlas para su posterior entrega y organización.

Una sonrisa en el rostro de aquel hombre al verte aparecer junto a tu pequeño, aunque cuando este entra en la estancia te mira con gesto interrogativo.

Cargando editor
28/04/2008, 16:38
Obed Semanza

Señor Ngeze.- digo a modo de saludo mientras me echo para atrás la capucha. Detesto no darle explicaciones, ni a él ni a Emil, pero si no salgo inmediatamente llegaré tarde a la formación de patrulla : no es que Nsabimana sea un tipo especialmente quisquilloso en ese aspecto. Es más, suele tener manga ancha con los oficiales no demasiado...despistados. Mis motivos para esta prisa, mi preocupación por la puntualidad es algo que me inculcaron siendo un niño.

Me gustaría pedirle un favor. - aunque le miro a los ojos, no puedo evitar sentirme ciertamente intimidado por "El Manco". Esa mirada astuta me traspasa y, a buen seguro, sabe captar mi inquietud. Un hombre extraordinario, sin duda. Me preguntaba si Emil podría...quedarse con usted hasta que acabase mi turno de tarde.

Cambio el gesto y el tono. Con mi hijo delante no puedo hablar abiertamente, y tampoco queda tiempo para hacerlo en privado. Respiro por la nariz, los labios apretados. Espero que capte el mensaje.

Hoy Emil no está seguro en casa. No con esta tormenta...ni con la que se avecina para esta noche.- y me coloco la capucha mojada, mirando ahora a mi hijo. Su cara lo dice todo: está tan confuso como yo mismo lo estaría en su situación.

Vamos, Obed...date prisa...

Cargando editor
29/04/2008, 09:12
Laurent Ngeze

Miro a Obed, no es normal su petición, siempre tan escrupuloso con los horarios y las rutinas, pero sus ojos muestran una ansiedad que conozco bien, un miedo a perder en alguien a quien ya le han arrebatado casi todo, me maravilla que aún pueda sentirlo.

Por supuesto que Emil puede quedarse, aquí siempre hay trabajo, aunque muchos piensen que se trata de una perdida de tiempo frunzo el ceño, si por muchos fuera, este lugar no existiría, pero por suerte algunos aún piensan como yo.

He oído que la tormenta de esta noche puede ser terrible, y cuando es así, no es bueno quedarse sólo, puesto que si pasara algo, no habría que pudiera ayudarte, así que nos vendrá bien a los dos estar acompañados miro al joven Emil, intentando reforzar las palabras de su padre, se conformará, no, es tonto y sabe que no es sólo por la tormenta, pero sabe que su padre lo quiere y confía en él.

Vete tranquilo Obed

Cargando editor
30/04/2008, 10:21
Obed Semanza

"El hombre tranquilo", impasible, externamente inalterable aún cuando peor pintaban las cosas. Eso es algo que siempre me ha maravillado de Laurent y, a su vez, lo que más irritaba y desconcertaba a sus opositores y enemigos: no tenía miedo. O al menos sabía cómo disimularlo bajo aquellos mirada sosegada.
Apuesto a que mantuvo el tipo cuando le cortaron el brazo. Cuando, a pesar de la inminencia de una muerte cierta, a sus verdugos les temblaban las rodillas mientras él, a buen seguro, permanecía sereno e irreverente. Era dificil matar a tipos como Laurent: había que mirar para otro lado.

Gracias.- es lo único que respondo, mientras lamento no poder charlar cinco minutos con este hombre. Él sabría cómo manejar la situación, cómo negociar, cómo mostrarse ante ese chiquillo, Saró, Jacques Saró, cómo protegerlo...
También sabría cómo salir de Bukavu y, estoy convencido, no lo hace porque no quiere: seguramente no hay lugar en la Tierra donde un hombre como Ngeze pueda ser más útil. Él lo sabe y, como "padre" de todos nosotros, no piensa abandonarnos.

Así es Laurent Ngeze. Mi mentor y amigo.

Pórtate bien, eh, Emil?- digo ya con prisas, acomodándome dentro del enorme impermeable. Puede que sea la última vez que vea a mi hijo...y no puedo ni siquiera despedirme. Sin más, abro la puerta de la oficina y salgo al exterior.

El viento ha traido nubes negras, la tormenta arrecia, las calles están vacías, el suelo de tierra es un camino de barro, y Obed Semanza corre mientras piensa en cuánto quiere a su hijo...
...y en cómo afrontar el que puede ser el primer día del resto de su vida.

Cargando editor
02/05/2008, 11:09
Director

Tu hijo asiente una vez con la cabeza sin pronunciar palabra, un gesto que ya lleva repitiendo hoy en varias ocasiones, sabes que es inteligente, y sabe que lo que ha pasado hoy se sale de lo normal, pero no hace ninguna pregunta.

Ngeze coloca su única mano sobre el hombro del chico mientras te dirige una última mirada antes de salir, en cierta manera es reconfortante que se quede con él, si algo pasara, probablemente no estaría en mejor manos.

La lluvia sigue cayendo, abundante y afilada, sin tregua, y en el horizonte los rayos caen de forma continuada, dentro de poco lo harán sobre el campo, esperas que con menos intensidad. Con la hora justa llegas al cuartel, donde Nsabimana espera en el exterior otorgando destinos.

Cargando editor
02/05/2008, 11:09
Paul Nsabimana

Normalmente son los mismos que por la mañana, pero la tormenta suele modificar los turnos, Recordad, andaos con cuidado, mucha gente intenta aprovechar días como hoy para intentar salir de aquí, y otros muchos buscan cambiar su fortuna a Nsabimana le gustaban los discursos, quizás debían recordarle a otra época.

Ya te los conoces de sobra, así que lo único destacado es que esta vez te toca el lado norte, otra novedad, esta algo más infrecuente, pues era mejor continuar en la misma zona durante el día.

Cuando acaba el discurso, Nsabimana se acerca a ti con una sonrisa, Ya te lo dije Obed, mi primo nunca se equivoca dice casi a voces, luego su rostro se torna serio y su voz más baja, Ten cuidado, ya sabes lo que pasa en estos días y palmea tu hombro de manera amistosa.

Notas de juego

te dejo un poco de margen por si quieres hacer algo en la guardia o comentarle algo a tu jefe, guardia tranquila.

Cargando editor
03/05/2008, 22:07
Obed Semanza

Nuevos compañeros, nueva zona..., nuevos contratiempos: durante el camino al cuartel he anhelado encontrar allí al joven Saró, pero era consciente de que las lluvias voltean los turnos.

Su primo es un hombre sabio, señor.- respondo distraído a Nsabimana, mirando de reojo al resto de la Guardia, esperando encontrar allí a Jaques. Arrugo los dedos de los pies y aprieto los puños al comprobar el estado de mi impermeable comparado con los de los demás: estoy empapado. Nsabimana se ha percatado de ello con total seguridad. Es un hombre avispado, no como el pobre ignorante de su primo...un sujeto con instinto pero sin voluntad.

Saludo asintiendo a mi Jefe y me reúno con los otros tres. Mi cabeza sigue dándole vueltas al plan que venía barruntando desde que dejé a la carrera la oficina de Ngeze. Quizá..., no,...quizá no. Seguro que debería centrarme en mi turno, en las espantadas de hombres que huyen amparados bajo la tormenta..., en hacer mi trabajo.
Pero me es imposible: no puedo presentarme esta noche en ese sórdido local como un don nadie, a pecho descubierto. Tendré que, aún detestándolo, recurrir al engaño...un pecado que pone en peligro mi alma. Pero...¿acaso no estoy ya condenado?.

Notas de juego

El plan de Obed es el siguiente:

Adelantará el camino de regreso al cuartel cuando el turno esté cerca de acabar. En vez de ir directamente hacia Nsabimana, dará un rodeo hasta llegar al local de la cita (la hora sería propicia, puesto que aún no se habría llenado la taberna de clientes) y entraría con el resto de la guardia de a cuatro en inspección. Una vez allí llamaría a la persona que regenta el negocio y le pediría toda la documentación: licencias, albaranes de mercancía, listado de empleados, etc...e iniciaría un registro exahustivo - si es necesario - del antro. Lo que Obed busca es cualquier irregularidad (prostitución, juego ilegal, mercancías no declaradas, empleados menores, etc...lo que sea) que le permita ajustarle las tuercas al dueño por medio de un intercambio:
Obed mantiene la boca cerrada a cambio de que, en cuanto aparezca en el local, se le reserve una mesa y se le trate con deferencia (atenciones y viandas)...y que media hora más tarde el mismo regente de la taberna se acerque para decirle: "Señor,...sus hombres esperan órdenes". Si alguien se interesa por aquellos "hombres", el tabernero jurará que "...estaban aquí mismo. Han desaparecido".

Sencillo. El Regente mantiene su local libre de inspecciones a riesgo 0.

P.D: Te dejo a tu juicio la parte que te interese rolear, por aquello de agilizar la trama si ves que vamos muy atrasados.

Cargando editor
05/05/2008, 09:52
Director

Saró es uno de tus hombres en la guardia de hoy, no ha cambiado ninguno de ellos, que miran recelosos al joven cuando os volvéis a quedar solos de camino a vuestra misión, la tarde resulta sorprendentemente tranquila y ningún problema se produce, seguramente por el recrudecimiento de la tormenta, que os obliga a guareceros más veces de las que son oportunas, pero tampoco os pagan lo suficiente como para jugaros la vida en tonterías, ya que no sería la primera vez que uno de esos terribles rayos alcanza a un hombre.

Aquí ciertas cosas se olvidan pronto, y a pesar del mutismo que reina entre vosotros el visible rechazo hacia el joven ha remitido, incluso el veterano le ofrece un cigarrillo a Saró, demostrando que le brinda una nueva oportunidad, nunca se sabe si tu vida puede estar en sus manos, así que mejor no tener rencillas entre los guardias.

El final del turno se acerca y el plan pensado por Obed es puesto en marcha, un registro que parece ordinario, no son infrecuentes normalmente los que lo realizan buscan un sobresueldo, esta taberna tiene de todo, prostitución, juego ilegal, emplea a menores, ni siquiera es necesario el exhaustivo registro, puesto que el dueño, o el que la regenta, un tal Simon Bekele, un hombre de aspecto duro y peligroso, alto, con una enorme cicatriz en su cuello, fruto de un profundo tajo que hubiera debido acabar con su vida, se encuentra más que satisfecho con el hecho de no tener que soltar dinero, sino tan solo unas cuantas mentiras.

Así que de momento todo transcurre como has planeado, los hombres se muestran algo sorprendidos de que no pidas dinero, y el más veterano te mira interrogante al salir de la taberna, quizás espere su parte.

Notas de juego

Vamos bien de ritmo tranquilo, unos cinco o seis post semanales, perfecto.

Cargando editor
05/05/2008, 19:24
Obed Semanza

Lo de esta mañana ha sido calderilla.- digo con aire ausente mientras nos dirijimos de vuelta al cuartel. Sé que estoy jugando con fuego, sé que cada vez hay más gente implicada..., pero sé que sólo, sin ayuda, soy hombre muerto. "Carne de machete", como decía Ferdinand.

Tengo una idea en la cabeza. Si sale bien, habrá una buena tajada. Poco riesgo. Mucho beneficio.- digo asegurándome de que tengo la atención de mis compañeros de guardia, evitando sus miradas.Necesito a dos hombres en el local a las 11:30 de la noche. En punto. Con los ojos abiertos y la boca cerrada..., y sin moverse de la barra.

Se acerca el momento de la verdad, Obed. Jugando con tres barajas, pero con las cartas marcadas.

Nada de aspavientos. Sólo quiero asegurarme de que nadie me encañona por la espalda. No me fío de ese tabernero,...Bekele.

Tras una pausa, detengo mis pasos. Recorro con la mirada a los tres guardias. No tengo que fingir ningún tipo de gravedad: la situación es ya lo suficientemente seria.

Escuchad. Soy un hombre de palabra. Sólo quiero negociar con ellos, hacerles un propuesta: si se niegan a aceptarla, volveré con las manos vacías. En ese caso, el asunto termina ahí. Yo habré dado la cara por nada y vosotros habréis perdido el tiempo.- advierto a los otros dos, aunque me fijo especialmente en la reacción de Jacques. Le dije que soy un hombre limpio y he de mantenerlo,...aunque no sea del todo cierto.
Ahora bien: si llego con ellos a un acuerdo, tendréis vuestra parte.

Me paso la lengua por los labios y aprieto las quijadas.

Él vendrá conmigo.- digo señalando a Saró con la barbilla.Ahora quiero saber qué hareis vosotros.

Cargando editor
06/05/2008, 09:26
Director

Un calle vacía y un discurso rasgado por el sonido de la tormenta que sigue azotando el campo, un grupo de guardias hablando entre ellos, nada tiene de extraordinario, Saró te mira directamente cuando hablas, asintiendo con firmeza y volviendo su mirada desafiante hacia sus dos compañeros.

El más veterano, Arsene Ruzindana, niega con la cabeza un par de veces, devolviéndote la mirada, Yo no iré, demasiado riesgo, tengo una familia que cuidar y no quiero líos con tipos como el de esta mañana, probablemente mucho peores que él, una cosa es el trabajo, y otra jugártela fuera de turno, lo siento, pero no cuentes conmigo dice con tranquilidad, parece una decisión firme.

Sylvain Gisenyi, el muchacho más joven, discrepa de su compañero, Yo si iré, puedes contar conmigo, estaré en la barra y cuidaré de tu espaldas, no te preocupes por la ausencia de este tipo, nadie te la jugará por la espalda mientras yo esté allí hablaba con una juvenil suficiencia, la perspectiva de poder sacar una buena tajada visto lo que ha sucedido esta mañana le anima, quizás no sea del todo consciente de lo realmente peligroso de todo el asunto.