Partida Rol por web

Las horas pasan, y pronto llega el cambio de guardia, pero en toda la noche no ocurre ningún incidente. Una vez desayunado, y tan temprano que aún está amaneciendo, el grupo vuelve a partir montados en la barca de Gork. Gork, Silvano y Pals tienen el mismo aspecto de ayer, parece que el descanso les ha hecho efecto. Por el contrario, Daga parecía agotada, y aunque fuera ella la que daba la órdenes esa mañana, sus ojeras dejaban ver lo poco que había dormido. Además de ello, aún parecía malhumorada, a punto de atacar al primero que le hablara. 

Silvano se quedó observando a los integrantes de la barca. Era evidente que el silencio lo incomodaba y Daga parecía poco dispuesta a romperlo, así que Silvano optó por opción más sensata, conversar con Pals.

-Y bueno... tienes idea de cuál es el itinerario de hoy.-dice Silvano dirigiéndose a Pals mientras mira de reojo a Daga.

Daga esta mirando el río, por lo que Silvano no sabe si ha tenido alguna reacción a su intervención. Pals tarda un rato en responder. 

- Si las corrientes están a nuestro favor, hoy llegaremos hasta otra posada de paso. Y eso nos dejará  a la mitad de camino de Extremo del Claro, además la tierras comenzaran a estar menos cruzadas por ríos por lo que podremos avanzar con caballos. Desconozco que medio de transporte habrán utilizado los otros, pero al ritmo que vamos puede que lleguemos antes que ellos. 

Y tan pronto como Pals dejó de hablar, Silvano siente una corriente de aire fría. Mira alrededor pero no ve nada, aunque algo le da mala espina. 

Silvano se pasa la mano por la nuca instintivamente, como si un insecto le hubiera picado e intentara rascarse una picadura fantasma.

-¿Habéis notado eso? -rota bruscamente sobre sí mismo. -Pals, prepara tu escudo. -dice Silvano mientras se descuelga el arco y prepara una flecha.

Pals frunce el ceño pero obedece y se prepara el escudo, en busca del enemigo invisible. Daga mira con confusión la escena, pero también coloca la mano cerca de sus dagas ocultas y mira a todas partes desorientada. Gork detiene la barca. La situación se vuelve de pura tensión, y todos están pendientes de un ataque inminente cuando de pronto... 

*Plick*

*Plick Plick*

Las gotas comienzan a salpicar en el escudo de Pals y todos miran al cielo. Unos nubarrones con muy mal aspecto están comenzando a reunirse. 

- Felicidades, Silvano. - Dice Pals en tono irónico, al tiempo que baja el escudo. - Creo que estás preparado para enfrentarte contra la lluvia. 

Daga pone los ojos en blanco, exasperada, y vuelve a relajar la posición. Gork vuelve a navegar pero mira el cielo preocupado. Si la lluvia se ponía muy intensa, sería complicado controlar la barca. 

El río por el que estaba navegando pasaba cerca de un bosque en subida. Durante su exploración del terreno en busca de la amenaza invisible Silvano juraría haber visto moverse algo en una de las zonas más altas del bosque. Fuera lo que fuera, ya lo ha dejado de ver. 

-Bah, parece que ya se ha ido... -destensa el arco.-Será mejor que nos refugiemos rápidamente o vamos a coger un buen resfriado.

Gork acepta de buen grado la ayuda de Silvano, y rápidamente el resto del grupo también decide colaborar cuando ve que la lluvia va en aumento. Al cabo de una media hora, la situación se vuelve muy molesta, al cabo de un cuarto de hora la lluvia hace complicada la navegación y al cabo de otro cuarto de hora comienza la tormenta. Navegar en esas circunstancias era un suicidio por lo que con las pocas fuerzas que les quedaban, el grupo estira de la barca hacía fuera del agua y se adentra en el bosque en busca de un refugio. Por suerte encuentran una pequeña abertura entre las rocas y se meten allí. 

El ánimo, tan tenso de por sí esa mañana, no ha hecho más que empeorar. Gork mira entristecido la lluvia con la esperanza de que termine pronto, Daga tenía aún peor aspecto que por la mañana e incluso Pals parecía capaz de lanzarse a la yugular de alguien para hacerlo callar. 

Silvano se palpa los empapados bolsillos de su capa y dice:

-¿Alguno tiene pedernal y eslabón? ¿Algún trozo de sílex? Más nos vale hacer un fuego en condiciones o las vamos a pasar canutas.

- ¿Con que madera, genio? - Dice Daga con tono irónico. - Necesitaríamos leña seca y aunque la consiguiéramos y hiciéramos el fuego, después habría que mantenerlo. Además, apenas cabemos aquí dentro, no hay espacio para un fuego, y nos tragaríamos demasiado humo, sobretodo si la madera estuviera mojada. - Vuelve a mirar al exterior. - Ojalá pase pronto la tormenta. 

-Vaya, parece que alguien se ha levantado con el pie izquierdo... lo cuál no sería algo malo si fueses zurda, así que dime, Daga, ¿eres zurda? -dice Silvano mientras se fija con qué mano coge Daga un cuchillo.

Daga no se gira, pero por su respiración se nota que esta empezando a cabrearse. 

- Silvano, déjate de tonterías. - Su tono era de advertencia. Sólo hacía falta leer entre líneas para prever el "O si no...". 

''Confirmado, es diestra.''

-Está bien, está bien... ahhhh, a ver si amaina la dichosa tormenta.

Mientras espera a que pare de llover, Silvano, en un recoveco de la cueva que esté seco, se quita su capa y la prenda superior, para zarandear la ropa al aire si el espacio se lo permite.

-¿Qué? Mejor tener la ropa seca que mojada, ¿no?-dice Silvano mientras es consciente que ha captado la atención del grupo.

Pals y Gork se encogen de hombros casi al mismo tiempo y se desnudan también. Daga emite un casi inaudible *tsk* y también se queda en ropa interior. La imagen que daban allí sentados y en ropa interior era bastante triste... Pero al menos su ropa se secaría un poco. El resto de su equipaje estaba tapado con una lona en la barca, y no había habido tiempo de rescatarlo... Todos esperaban que siguiera allí cuando volvieran. 

En los cuerpos de Daga y Pals se podían ver cicatrices del pasado, marcas de la gran cantidad de misiones que habían llevado a cabo a lo largo de sus años de vida. Ninguna parecía reciente, así que o habían mejorado mucho en su trabajo o apenas se arriesgaban ya, pero era mejor pensar que era la primera opción. A comparación, Silvano tenía un par de marcas, cosa que demostraba el gran camino que le quedaba por delante. 

El silencio sigue rodeando el lugar, salvo por el sonido constante de la lluvia y algún que otro trueno lejano. 

Silvano se queda mirando el provocativo cuerpo de Daga, adornado por muescas de cicatrices tan curvas como su cintura. 

Con el dedo índice en alto y la mandíbula desencajada, Silvano no es capaz de pronunciar más allá de un simple ''ahhh''

De repente torna la vista en Pals y le comenta:

-Puff, tú también tienes unas cuantas. Gajes del oficio, ¿ehhh?

- ¿Te refieres a las cicatrices? - Dice Pals, confuso. - Si... - No parece muy orgulloso de ellas. - Cuando pases tantos años en el Jarad como nosotros adornarán también tu cuerpo. Si aún estás vivo para entonces. 

Daga suspira, como si recordara algo, pero no dice nada. 

-Je, preferiría no tenerlas. Cada cicatriz tiene una historia que contar, pero yo veo la moneda desde la otra perspectiva. Una ausencia de cicatrices, además de inexperiencia, también revela un buen sigilo, y de momento, voy sobrado de las dos. -dice Silvano como si realmente si se sintiese orgulloso de ambas cosas.

Nadie comenta nada al respecto, pero es evidente que no les hace gracia que en un momento como ese Silvano presuma de si mismo. La lluvia sigue sonando con fuerza afuera, un trueno ha caído cerca. 

El tiempo pasa, y la tormenta se convierte en una lluvia ligera. Aún a riesgo de equivocarse, el grupo decide ponerse en marcha, con el pensamiento de que lo peor ya ha pasado. Cuando llegan su barca sigue allí, y parece que todo está intacto. Pero Silvano se da cuenta de que algo no anda bien, hay huellas de caballos cerca de la barca, y no parece que hayan pasado de largo si no que dieran la vuelta justo ahí. 

Silvano se detiene ante las pisadas, que frescas al barro, delatan la naturaleza de las mismas.

-Mirad, son herraduras. Creo que alguien tiene especial interés en nuestra barca. -señala Silvano donde las huellas toman un comportamiento inusual.

-Será mejor que zarpemos rápido o a saber con qué nos encontraremos.