El soldado abre mucho los ojos cuando ve salir a Silvano del establo, pero no parece mirarlo con desconfianza, sólo esta algo sorprendido. Y de hecho al rato parece que piensa algo y se asusta.
- B-buenas noches. - Dice con voz temblorosa, pero no mira a Silvano a los ojos, le mira a los pies mientras que se acerca.
- O días, según se mire, está a punto de amanecer. - Saluda Silvano en un tono amable que inspira confianza. - ¿Me permite acompañar los caballos hasta la cuadra? Parece que están exhaustos y un poco de agua no les vendría mal, además de un techo en el que refugiarse. - Dice Silvano acompañando su diálogo con un gesto que invita a encaminarse hacia el establo.
- N-no se preocupe... Sólo estamos aquí de paso, no tardaremos en marcharnos. - Cada vez se ponía más nervioso. - Usted... Usted debería descansar, no son horas para trabajar. - Dice el soldado intentando aparentar una sonrisa de confianza. No hace ademán de acercarse, de hecho parece dispuesto a retroceder.
-Como quiera, si necesita mi ayuda no tiene más que pedirlo en la recepción de la taber... Y justo cuando Silvano parecía que iba a acabar de pronunciar la palabra, suelta un inesperado ¡Espere!
-Ese caballo está herido, ¿qué le ha pasado? -proclama Silvano mientras señala a uno de los caballos que tiene el hombre detrás mientras sigue avanzando hacia los caballos.
De nuevo el soldado vuelve a abrir mucho los ojos.
- ¿E-el caballo? - Dice mirando de reojo a los caballos, pero si perder de vista a Silvano. - No es posible, los he revisado ha-hace un momento. - Y entonces llega el momento, el soldado se gira y mira al caballo que estaba señalando Silvano. - Y-yo no veo nada. - Se agacha para observarlo mejor. - ¿Estás seguro?
Silvano, que ya estaba muy cerca del hombre, continuó llevando la conversación por el terreno que quería. No esperaba que el individuo se agachase, lo que le pareció una buena oportunidad para pasar a la acción. Le puso el brazo derecho por el cuello, desde atrás, asegurándose que el pañuelo que llevaba anudado en la muñeca estuviese a la altura de las fosas nasales y de la boca. Aprovechó que el hombre estaba en una postura desfavorable y jugó al máximo con las fuerzas de la gravedad, aplicando todo su peso para que al hombre le costara más deshacerse de la presa.
Depende de si el hombre cae o sigue resistiéndose, Silvano hará una cosa u otra en los segundos venideros.
Motivo: fuerza
Tirada: 1d6
Resultado: 1(+2)=3
El forcejeo con el soldado es intenso, parece que la fuerza de ambos es bastante similar. Sin embargo, Silvano a pillado al soldado por sorpresa por lo que ha conseguido ponerle el pañuelo en la boca y la nariz. Tras el violento forcejeo, durante el que Silvano recibe un duro codazo en el pecho, el soldado parece acabar perdiendo fuerzas y tras un leve mareo se desploma en el suelo.
Tirada oculta
Motivo: Fuerza
Tirada: 1d6
Dificultad: 3+
Resultado: 1(+2)=3 (Exito)
Tirada oculta
Motivo: Salud
Tirada: 1d6
Dificultad: 5+
Resultado: 1(+1)=2 (Fracaso)
Tras el forcejeo y la inesperada supraresistencia por parte del hombre, Silvano se acerca la mano al pecho para aliviar su dolor y viendo que simplemente es una contusión superficial, torna la vista al establo entre jadeos por ver si Pals aparece de su escondite, tal como él le había ordenado.
Mientras aparece su compañero, Silvano da una rápida mirada a la entrada de la taberna por ver si alguien del interior parece haberse percatado de lo que ocurría en el exterior.
Todavía con la mano en el pecho, Silvano no puede evitar mirar las riendas de los caballos.
Las riendas estaban atadas a una valla cercana al establo. Los caballos no parecían agotados ni nerviosos, parecían bastante domados. Pals se acerca por detrás y mira al soldado.
- Parece que esto ha salido bien... - Dice mientras coge al soldado como si no pasara nada y lo deja dentro de una cuadra del establo vacía. Una vez que lo ha hecho mira hacía la posada. - ¿Pero porque se está retrasando tanto Daga? Se suponía que iba a salir cuando los soldados subieran, a estas alturas ellos ya...
- ¡No están! - Era una voz proveniente de la posada. - ¡Esos cabrones se han largado! - Se puede escuchar el sonido una silla siendo pateada.
Pals le echa una mirada rápida a Silvano, como diciendo "¿Y ahora qué?".
-Ahora amigo mío, toca cabalgar. Ellos son cinco, ahora cuatro y nosotros somos tres, por lo que dos caballos sobran. A menos que puedas montar a la vez que guías a dos de ellos, te sugiere que los liberes para que no nos puedan seguir la pista. -hace una breve pausa. -O mátalos... -susurra Silvano en última instancia.
Pals mira extrañado a Silvano.
- Ahora eso no es lo importante, no podemos dejar atrás a Daga.
Pals frunce el ceño, parece que está pensando en algo, pero también parece concentrado escuchando el ruido del interior, no tenían mucho tiempo.
- No pretendo escapar, pero no nos vendría mal movernos a la velocidad del caballo. Además, si la cosa se pone fea, es más fácil huir.
Silvano adopta una posición reflexiva y rápidamente le sugiere a Pals su mejor opción.
- Mira, llévate tres caballos, ve al embarcadero y ofrécele uno a Gork. Yo me quedo con estos dos. Esos tipos no van a tardar mucho en salir de la taberna y en cuanto lo hagan, van a ir en busca de sus monturas.
- Y no te preocupes por Daga, yo me encargo de ella. Saldrá.
Y Silvano se agarró fuertemente a su última afirmación.
- Ve a por Gork, nos encontraremos aquí, el establo es nuestro punto de referencia. ¡Corre!
Pals frunce el ceño, indeciso, pero luego asiente. Va hacía los caballos y desata tres de la cuerdas, pero cuando intenta llevárselos con él uno de los caballos hace fuerza para quedarse y relincha. Era el caballo con mejor aspecto, seguramente el de Julius, y parecía tener muy malas pulgas.
- ¡Eh! ¿Que ha sido eso? - Dice alarmado una de las voces de la posada.
En ese momento Pals abre mucho los ojos y mira a Silvano. En una palabras casi inaudibles suspira:
- Escóndete, los distraeré.
Entonces Pals saca la espada de su vaina y corta las cuerdas de 4 de los caballos. Les da un golpe fuerte con la parte plana de la espada y los caballos comienzan a alborotear como locos en todas las direcciones, alejándose. Pals coge al último de los caballo, se sube en el él, y cabalga saliendo corriendo del lugar. La puerta de la posada se abre.
- ¿Pero qué...? -brama Silvano inaudito de lo que ha visto.
''Ya podría haberme dejado uno al menos por si se ponía peliaguda la cosa...''
Silvano se agazapa junto a la cuadra del establo y observa la escena en la distancia, lo más pegado al poste de la entrada para que no se le vea desde fuera.
Pals cabalga con su capa ondeando al viento. Los soldados salen de la posada y miran desorientados a todas partes, con Julius a la cabeza. Julius parece enfurecido, y justo en ese momento Silvano recuerda donde lo había visto antes. Era uno de los solados de la fortaleza de los Riscard, él había provocado que casi capturaran a Silvano (Revelándoles a todos su apariencia), que al final Silvao había escapado por los pelos, dejando a Julius en ridículo.
Tras varios segundos de búsqueda, al final acaban señalando todos a Pals.
- ¡Ahí esta! ¡Esos cabrones se han burlado de nosotros! - Dice uno de ellos.
- ¡¿A que estáis esperando!? - Dice Julius, algo histérico. - ¡Recuperad los caballos y perseguidlo!
Julius se acerca las manos a la boca y silba, su caballo (El más enfurecido) se acerca a él. Julius se monta de un salto.
- Quedate aquí y vigila. - Dice Julius dirigiéndose a uno de los soldados. - ¿Donde cojones está Frank? - Dice mirando hacía todos lados. - No se puede confiar en ese niñato inútil. - Vuelve a mirar a Pals. - ¡En marcha!
Julius se pone a la cabeza de la persecución, al rato sus otros dos hombres le siguen de lejos, cuando por fin consiguen recuperar los caballos. El soldado que se ha quedado observa la escena mientras que intenta localizar a su caballo con la mirada. Parece bastante desorientado, y de hecho Silvano tampoco puede ver al caballo restante.
Silvano, aprovechando que se esconde, rebusca en el cuerpo del soldado que previamente durmió y se asegura de que está dormido mientras lo registra. Se fija en todo lo que le pueda ser de especial ayuda para esta situación, como partes de la vestimenta, documentos o armas que tenga el chico.
Después de saquearlo, Silvano lo ata de pies y manos con una cuerda que se saca de la manga.
Durante el registro, Silvano puede fijarse en que los colores de la ropa del soldado son lo de la casa Riscard, no lleva documentos pero tiene un pequeño saquito con un par de monedas y a parte lleva una espada y un pequeño escudo que se ata al brazo. La armadura en si no es de mucha calidad. Además lleva un collar oculto con una piedra blanca, no parecía tener ningún valor.
Cuando Silvano termina con el registro y ata al soldado, vuelve a mirar al exterior. El soldado que estaba buscando a su caballo ha desaparecido.
Silvano intenta ponerse la armadura del soldado, o piezas sueltas de su equipo que le ayuden a camuflarse a media-larga visión si se cruza con alguno de los hombres de Julius en la distancia. También coge la espada y el escudete junto a la prenda superior del hombre, si puede hacerlo todo medianamente rápido y no le es ningún estorbo.
Una vez mal equipado, Silvano vuelve a asomarse con sigilo y mira en dirección a la entrada de la taberna y presta especial atención al ruido del ambiente.
Motivo: Sentidos
Tirada: 1d6
Resultado: 4(+3)=7
Aquello que alcanza a ver Silvano está despejado, no hay rastro ni del caballo ni del soldado. Pero se escuchan sonidos que vienen del embarcadero, como si alguien estuviera removiendo cosas de un cubo.