Partida Rol por web

Suzume asiente
-Bien. Bien pensado. Tened armas para defenderos y si teneis que abandonar a los rehenes para salvar la vida, hacedlo.

El pirata y el guerrero asienten firmemente ante ese último consejo. Tras aclarar esto, Hidenori, Nick, Vleis, Dante y Suzume toman las provisiones mínimas y necesarias para atravesar la selva a gran velocidad. El cansancio era pesado en ellos, pero la adrenalina lo superaba. Vleis les ayuda a improvisar antorchas para que puedan ver lo que tienen en frente mientras que caminan y comienzan la marcha tan pronto cómo están listos para ello. 

La marcha era más lenta de lo esperado para todos, aunque no era de extrañar contando con el cansancio que llevaban encima. Las luces de las antorchas apenas hacían bien su trabajo y el ambiente era bastante tenso. Caminaban totalmente en silencio, siguiendo a Vleis. En varias ocasiones la misma se para en seco mirando a su alrededor, y el grupo se teme que no reconozca el camino, pero tras unos segundos vuelve a reprender la marcha. En varios puntos el grupo puede ver cómo se forma niebla a lo lejos, y cuando esto ocurre, Vleis toma un desvío sin motivo aparente, pero la situación ya es bastante tensa cómo para preguntar el motivo. 

Eventualmente, la vegetación comienza a volverse menos densa y el corazón de todos se llena de alivio cuando pueden escuchar el mar. Algo les aseguraba que habían tenido suerte, y a ninguno le apetecía volver a probar otra vez. 

El grupo se acercó lo más cerca que pudo a los campamentos, ocultos detrás de un montón de rocas. Los campamentos de Suzume y Hidenori estaban completamente a oscuras salvo por las brasas de un antiguo fuego. En el campamento de Kenshi, al contrario, había un fuego encendido y dos de sus hombres guardándolo. 

Suzmue miró preocupada al frente un segundo.
-Creo que lo mejor será ir silenciosamente hacia nuestro campamento. Somos pocos para una ofensiva.-Saca el arma de fuego con la que voló la cabeza de Kenshi- Aun así id preparados por si la cosa se pone fea.

El grupo parece dispuesto a avanzar pero parece que Vleis los detiene con el brazo. Entonces se dirige a Suzume. 

- Ellos hacen demasiado ruido, a nosotras solas no nos verán. 

Suzume se encarga de traducir en pocas palabras esto al resto del grupo, exponiendo que con que ella se encargará de avisar a sus hombres sería suficiente, y entonces asiente hacía Vleis para avanzar. Con una agilidad animal, Vleis se desplaza por ligereza entre la maleza sin hacer el menor ruido. A comparación, Suzume siente que cada paso es una tormenta, pero sigue a la exactitud los movimientos de Vleis, pisando dónde ella pisa. 

Tras unos minutos que se hacen eternos, están cerca de las tiendas del campamento que habían hecho los hombres de Suzume. 

Suzume se dispone a despertar a uno de sus hombres, con pequeños golpes en el brazo y dispuesta a cerrarle la boca con la mano almínimo indicio. Pretende que este despierte de la misma forma a otro mientras ella sigue despertando a otros cmpañeros, y así hasta estar todos despiertos.
-El cabrón de Kenshi nos ha traicionado. Ahora tengo su katana. Los piratas blancos existen y son poderosos. Kenshi nos vendió a ellos. Hidenori está con nosotros. Debemos acabar con los hombres de Hidenori antes de que éstos nos degüellen o den la voz de alarma. Yo guiaré a mis hombres. Vleiss, ve a buscar a Hidenori, que te de un pliego con órdenes para sus hombres o algo que nos de autoridad sobre ellos. Debemos atacar a la vez...cómo no lo hemos pensado antes...

Vleis regresa junto con el grupo tan sigilosa como en su ida. Suzume puede ver cómo a lo lejos simplemente señala a Hidenori y le hace un gesto para que la siga. Entonces lo acompaña hasta el campamento de sus hombres. Hidenori despierta en primer lugar a Mitsukuni y ambos comienzan a despertar en cadena al resto. Finalmente, Hidenori se reúne con Suzume.

- Mis hombres se lanzarán al ataque tan pronto cómo de la señal, ¿Estás lista? - Hidenori parecía algo desconfiado.  

No parecía que los hombres de Kenshi hubiera avistado rastro de actividad aún. 

Suzume asiente con decisión mientras desenvaina su recién ganada katana.
"Que corra la sangre"

A la orden, todos los hombres se ponen en marcha al mismo tiempo. Al principio avanzan en grupo cómo una sola unidad, pero a la primera sangre toda organización o estrategia se pierde por completo. Las primeras víctimas sólo tuvieron tiempo de dar el grito de aviso antes de que se cuello fuera degollado. Tras eso, la batalla se volvía más cruenta. Si bien los piratas superaban en número a los hombres de Kenshi, estos parecían apañarselas bastante bien para resistir el ataque conjunto de varios piratas al mismo tiempo. Pero en todo caso, parecía que los piratas tenían la ventaja, y poco a poco hacían retroceder a su enemigo. 

Suzume estaba desenfrenada, hacía tiempo que no probaba el sabor de una batalla, y en su estado de ánimo de verdad que necesitaba aquello para desahogarse. Vleis atacaba de forma precavida con su lanza, asestando golpes certeros sólo cuando el enemigo estaba distraído. Dante estaba a la retaguardia, demasiado viejo para la batalla, pero de vez en cuando asestaba un disparo o otro. Y Hidenori se movía con una gracilidad y precisión impropias de él, su katana brillaba con un rojo tenebroso al tiempo que rebanaba cuellos y estómagos. 

En general, aquello era un baño de sangre, y la victoria parecía asegurada. Había bajas y heridas grandes entre los piratas, pero ya habría tiempo para curar o llorar, ahora el frenesí de la batalla se había apoderado de todos. 

Y de pronto, se escuchan intimidadores gritos de alerta a los lejos. Y Suzume puede ver cómo un escuadrón de hombres se aproxima desde un extremo de la costa. Eran más hombres, muchos más hombres de que los Kenshi había mostrado durante sus paradas. Sin duda debían estar ocultos en algún lugar... A Suzume se le pasó un pensamiento por la cabeza. Que hubiera más hombres era lógico, al fin y al cabo Kenshi estaba dispuesto a acabar con Suzume o incluso con Hidenori, necesitaba a más hombres para tripular sus barcos.

Sus hombres y los de Hidenori la miran interrogativa. Ahora su número se reducía, y se les notaba agotados, sin contar con las heridas graves que presentaban algunos. 

Mierda...-piensa Suzume.No da tiempo a volver al barco y dispararles desde el mismo. No tenemos poder para matarlos... Me queda pensar cuan fieles son a su capitán...
Toma el arma de Dante y da tres sonoros disparos al aire, para llamar la atención de todo el mundo y con esperanza remota de que se oiga desde el barco.
Con la cara manchada de sangre y mirada fiera se planta delante de la tropa que se acerca, katana desenvainada y a la vista.
-ESTO ES LO QUE QUEDA DE VUESTRO CAPITÁN. EL RESTO DE MIS HOMBRES ESTÁN DE CAMINO Y NOS VENGARÁN SI NO NOS ENCUENTRAN. Y LOS DEMONIOS DE FUEGO OS DARÁN CAZA Y OS MATARÁN TAMBIÉN.
Eso último era un farol. Todo era un farol. Sin embargo ella se mantuvo firme y fiera, esperando la reacción del pequeño ejército que se acercaba.

El que parecía la mayor autoridad entre la comitiva se detiene y hace detenerse a los demás. 

- ¡ESTÚPIDA PIRATA! - Dice a pleno pulmón, y con el tono cargado de orgullo. - ¡AUNQUE HUBIERA LA MÍNIMA POSIBILIDAD DE QUE NOS DERROTARAIS VUESTRAS VIDAS YA ESTÁN CONDENADAS! ¡DETRÁS DE NOSOTROS ESTÁ EL APOYO DEL EMPERADOR! ¡EN CUÁNTO NO RECIBA NOTICIAS NUESTRAS REMOVERÁ LOS MARES PARA DAROS CAZA!

Hidenori, que estaba al lado de Suzume en ese momento, parecía que se estaba poniendo algo nervioso, aunque miraba con seriedad al enemigo. En los ojos del resto de combatientes piratas, Suzume veía duda y en algunos incluso terror. 

MIERDA...
-El emperador ¿eh?...jaja...JAJAJAJAJAJA-empieza a reirse como una loca y abriendo mucho los ojos añade- Los demonios de fuego no responderán ante vuestro emperador ni ante nadie. Vuestro capitán tenía un pacto con ellos... un pacto que incumplió y traicionó...y ahora vienen hacia aquí. Para arrasar con vosotros y con nosotros. ¿O esque no habeis oído las historias? Barcos calcinados, gente deshecha en cenizas... y están viniendo porque él les dijo donde podia encontraros con su última súplica con su vida. Nosotros escapamos... pero muchos cayeron.- Y otros fuero heridos. Señala el brazo de Vleiss.
Si esto no funciona le pego un tiro entre ojo ojo al bocas ese y que sea lo que tenga que ser. Oh Dios mío no puedo creer que de entre todos los finales posibles muera en manos de estos maricones del imperio

Suzume puede darse cuenta de que la seguridad se va desvaneciendo en los hombres de Kenshi, y comienza a captar miradas de duda también en ese bando. A su vez, sus hombres también la miran confusos, aunque no tardan en ver lo que está pasando y se les infla un poco más el pecho con valor y orgullo.

Sin embargo, el cabecilla que había hablado antes, pese a que su tono ya no demostraba tanta determinación, no parecía dispuesto a rendirse. 

- ¿Y OS DEDICÁIS A MASACRAR A HOMBRES INDEFENSOS CUANDO LA AMENAZA ESTÁ TAN CERCA? ¿QUE ME ASEGURA QUE NO SOIS VOSOTROS LOS QUE HABÉIS PACTADO UNA ALIANZA CON LOS FANTASMAS? 

-¡NOS ESTÁBAMOS DEFENDIENDO!SABÍAMOS QUE TENÍAIS PLANEADO ATACARNOS. KENSHI NOS LO DIJO TODO ANTES DE MORIR. TENDRÉIS QUE FIAROS... ¡MIL TORMENTAS! ¡MIRAD EL BRAZO DE ELLA! Y LOS RESTOS DE SU HERMANO, AL QUE YA VISTEIS, ESTÁN DESPERDIGADOS POR UN POBLADO CERCANO, ¡¡¡EL FUEGO LE PARTIÓ MEDIO CUERPO EN MIL PEDAZOS!!!

La duda seguía creciendo en la expresión del enemigo. Pero el portavoz vuelve a hablar, decidido

- ¡DIGAMOS QUE LO QUE DICES ES CIERTO, QUE EL ENEMIGO ESTARÁ SOBRE NOSOTROS EN CUALQUIER MOMENTO! ¡ESO NO CAMBIA NADA! ¡VUESTROS RESTOS SERVIRÁN CÓMO ALIMENTO PARA LOS FANTASMAS DURANTE NUESTRA PARTIDA! - Y ahora casi parecía que regañara a sus hombres por dudar.  ¡EL CORAZÓN DE UN PIRATA NO CONOCE EL HONOR! ¡EN NOMBRE DE KENSHI Y EL EMPERADOR JURO QUE ESTÁ NOCHE VUESTRA SANGRE SERÁ DERRAMADA! - Y tras un grito de guerra, los hombres vuelven a ponerse en marcha. No con la misma seguridad que antes, pero sin duda con mucha más confianza que los hombres de Suzume y Hidenori, aún. 

- No puedo creer que hubiera un tiempo en el que yo fuera capaz de luchar a su lado. - Murmura Hidenori por lo bajo. Y de pronto, espada en mano, comienza a avanzar corriendo. En su mirada Suzume podía casi palpar el odio y el resentimiento. Los hombres de Hidenori van tras él. 

Suzume aprieta los dientes y da una patada en la arena. Al menos había ganado algo de tiempo. Mira en dirección a donde habían quedado los restantes de la expedición y sin mucha esperanza pero con mucha fuerza grita:

- ¡¡¡NICK, EL BARCO!!!

Y alzando la katana de Kenshi el Ahora Muerto dirige a lo que queda de sus hombres a la batalla.

Los piratas avanzan por un lado, los guerreros por el contrario... En la búsqueda de un encuentro que sin duda podría significar la muerte para muchos. Y justo cuando el primer impacto entre katanas sucede, da la impresión de que el tiempo se detiene.

En medio del improvisado campo de batalla aparece un haz de luz que proviene directamente de la katana de Hidenori. Y antes de que a nadie le tiempo de pestañear, del filo de la katana surge una llamarada que engulle a la primera línea de ataque de los hombres de Kenshi. Pero no era una llamarada normal, aquel no era un fuego cómo el que nunca hubiera visto Suzume. Parecía casi transparente, era algo sobrenatural, fantasmal...

Cuando el fuego se extingue, sólo los cadáveres calzinados de gran parte de los hombres de Kenshi caen al suelo. Otros hombres, aún vivos, presentaban heridas horrorosas y se retorcían en el suelo entre gritos. El resto, los menos afectados, permanecían inmóviles ante la sorpresa y era evidente que habían abandonado ya toda batalla. A los pocos segundos, unos salen corriendo, mientras que otros simplemente se arrastran indefensos por el suelo, mirando a Hidenori con verdadero terror. 

De hecho en el bando de Suzume todos se habían quedado paralizados también pero, concretamente, Hidenori parecía una estatua. No hacía más que mirar fijamente a su katana, sin poder comprender que es lo que había sucedido. 

Suzume desde luego sí que no entendía lo que había sucedido.
Se acerca hacia Hidenori, entre la sorpresa y la fascinación.

Hidenori, que no cabe en su asombro, por fin termina por moverse, y con una mano temblorosa toca el filo de su espada. 

- Esta frío... - Murmura para sí. Y entonces mira sorprendido a Suzume, cómo si se acabara de dar cuenta de que estaba a su lado. Vuelve a mirar al enemigo, con el ceño fruncido, pero está claro que ya no se trata de ninguno amenaza. Ahora todas las miradas estaban clavadas en él. Entonces se dirige a Suzume, aún algo aturdido. - No comprendo lo que ha ocurrido pero... Tengo una sospecha... - Tarda unos segundos en continuar hablando, al tiempo que baja por fin la espada. - Desde que atravesé al fantasma con mi katana... No he querido darle importancia pero... El filo de la misma... Era cómo si emitiera calor, un calor totalmente fuera de lugar. Y después de esto... El filo vuelve a estar frío. De alguna forma... ¿Mi espada a absorbido el... "poder"... del fantasma? - Por cómo lo decía Hidenori, era evidente que ni siquiera él se creía sus palabras. 

-Eso ha sido brutal. Si viene del fantasma ...mejor -lanza un grito de victoria- Es perfecto. ¿Y ahora qué, putas? - termina dirigiéndose a lo que queda del asustado ejército de Kenshi.

Los pocos hombres de Kenshi que habían salido corriendo, estaban ya demasiado lejos cómo para plantearse perseguirlos. Y los que se habían quedado allí, estaban malheridos o seguían con la duda de si era buena idea moverse ante un enemigo tan inesperadamente poderoso como esa espada. 

Tras un par de órdenes por parte de Dante, que estaba tomando las riendas de la situación, los hombres Suzume se encargaron de amordazar a los supervivientes y todo aquel que supiera de cuidados médicos se comenzó a encargar de los aliados heridos, aunque los hombres Suzume se encargaban de los de Suzume y los de Hidenori de los de Hidenori. Además, algo se encargó de llamar a Takato, y por órdenes de Suzume se encargó de tratar el brazo de Vleis cómo prioridad. 

Con la situación más calmada, Hidenori, Suzume, Dante y Mitsukuni, que eran la máxima autoridad allí en ese momento, se sentaron a hablar. Tras un breve repaso de la situación, Hidenori comienza a hablar. 

- Deberíamos separar caminos a partir de ahora. - Dice con total seguridad, dirigiéndose a Suzume. - Aquí no creo que podamos hacer nada, y siento que lo que ha ocurrido está noche es sólo el inicio de algo mucho peor. - Pequeña pausa. - Si de verdad quieres llegar a sentarte en el trono de los piratas tú ya tienes suficientes problemas... Así que creo que yo me encargaré de captar la atención del emperador. Estoy seguro de que no tardará en mandar a más gente a por nosotros pero me priorizará a mi si me dejo ver. - A pesar de un par de quejas, Hidenori acaba por concluir. - Le di la espalda a mi pasado hace años y ahora ha venido a buscarme. Yo he provocado está situación y yo tengo que terminarla. 

La discusión prosiguió durante un rato y finalmente acabó tomando un nuevo rumbo... Dante terminó por preguntar.

- Deberíamos tomar una decisión antes de que los fantasmas aparezcan de verdad. - Mira a Suzume. - Sabes que tanto yo cómo tus hombres te seguiríamos hasta el fin del mundo, Suzume. ¿Que es lo que vas a hacer?