Partida Rol por web

Suzume señala a Vleiss a Uragiri, dando a entender que se sitúe detrás de él por lo que pueda ocurrir. Mientras Vleiss se posiciona, Suzume apunta el arma de fuego a la cabeza de Kenshi.

Hidenori no termina de creerse lo que está ocurriendo. ¿De verdad ha enviado a sus hombres a acabar con los de Suzume? No podía ser, y si lo hubiera hecho Mitsukuni tendría que saberlo y habría enviado alguien para ayudarlos. ¿Pero podía estar seguro de que se habría dado cuenta?

Y sobre lo que proponía Kenshi, ¿podía acaso considerar la opción de pedir la ayuda de los fantasmas? No, se decía a si mismo, son unos monstruos que arrasarían con todo. Si no hubieran contado con el elemento de la sorpresa en varias ocasiones no habrían podido acabar ni con uno de ellos, y aún superándolos en número acabaron sufriendo muchas pérdidas. Pero Hidenori estaba asustado. En el fondo temía su poder. Quizá eso estaba afectando a su juicio. Al fin y al cabo, la conexión era lógica: los fantasmas son buenos acabando con piratas, aprovechémoslo para eso. Pero Hidenori no era capaz de considerarlos capaces de aliados en la lucha, no después del arrebato de locura e ira que sufrió aquél al que mataron. Si Hidenori no hubiera reaccionado pronto, ¿quién sabe lo que habría ocurrido? Así que no, se decía Hidenori, no podemos considerar que sean capaces de ser aliados.

Hidenori buscaba una forma de evitar que Kenshi causara daño, pero no veía ninguna. Trató una vez más de convencerlo, pero se preparó para correr hacia él y tratar de derribarlo si veía que tenía intención de disparar.

- ¡Detente, sólo vas a revelar nuestra posición al verdadero enemigo! A duras penas matamos a uno de ellos, ¿cómo crees que vas a controlar a una ciudad llena? Tú deberías saberlo mejor que nadie - gruñó Hidenori. Acto seguido dió un paso hacia delante y se llevó la mano instintivamente a la cintura, donde notaba que faltaba su espada -. Pero si no vas a entrar en razón más te vale matarme ahora, porque no pienso ser responsable de la destrucción que traerán esos demonios.

- Es una lástima. - Comienza a decir Kenshi, al tiempo que le hace un gesto con la cabeza a Uragiri. - Siempre te consideré un hombre digno al que no dudaría en servir en otra vida. Pero ese ya no eres tú, por lo que puedo ver. Sólo eres uno más de esos sucios...

En cuestión de un par de segundos, un disparo atravesó la cabeza de Kenshi y tras el sonido causado por el arma de fuego se hizo el silencio. El cuerpo de Kenshi cayó al suelo, muerto, dejando caer a un lado la pistola que llevaba en la mano.

Hidenori apenas tuvo tiempo para darse la vuelta cuando oyó cómo Uragiri desenvainaba su katana al tiempo que soltaba un grito de rabia. Pero el filo de la misma nunca alcanzó a Hidenori. 

La katana cayó al suelo y con los ojos abiertos cómo platos Uragiri sólo tuvo tiempo de ver la lanza que le había atravesado el vientre antes de caer también. Tras él estaba Vleiss y un poco más lejos, entre los matorrales estaba Suzume, que aún apuntaba con su arma humeante a dónde ya no había un objetivo. 

-Puedes explicarte de vuelta a la cueva.-dice Suzume haciendo un gesto con la cabeza.-La jungla de noche me da escalofríos, y eso no es fácil.- hace un gesto a Vleiss que está más cerca del fuego para que lo apague.

- Suzume, yo... - dijo Hidenori sorprendido, pero no continuó en cuanto vió en qué posición se encontraba -. Gracias. Regresemos a la gruta. Creo que tenemos que marcharnos lo antes posible.

Con la distancia justa para dar a entender que no era una amenaza violenta, pero que no estaba el asunto para bromas, Suzume elevó ligeramente el arma de fuego hacia Hidenori.
-Vas a tener que explicarte algo mejor. ¿Qué pasaba con la rata de Kenshi? ¿Saven dónde estamos?

- Para resumirlo, quería aliarse con los fantasmas para acabar con los piratas. Con todos los piratas, yo incluído si no me unía a su locura de plan - Hidenori se acercó, bajó la cabeza y le habló en susurros para evitar que los hombres de Suzume le oyeran -. No he tenido nada que ver con su traición, pero aceptaré las consecuencias que veas convenientes. No debí haber confiado en él - dice echando una mirada al cadáver - y era mi responsabilidad.

Hidenori calla un segundo como si estuviera pensando en algo y de repente alza la cabeza de nuevo y mira a Suzume a los ojos, preocupado.

- Pero, por todo lo maldecible, debemos darnos prisa, Suzume - insistió Hidenori -. No sabemos si sus hombres planean atacar a las tripulaciones de nuestras naves. Y si no sabían nada de su plan tenemos que convencerles de que se unan a nosotros antes de que alguno decida que sería mejor marcharse o volverse contra nosotros. Además, el disparo debe de haber delatado nuestra posición. Si alguien nos está buscando vendrá hacia aquí a toda prisa.

-No me gustaba esa rata. No debería haberme fiado. Debería haberle matado antes. No es enteramente culpa tuya. Pero a diferencia de ti no voy a a preocuparme de ello - le espeta Suzume, aunque lo último parece más dirigido a reafirmarse ella misma.
Mientras Vleiss apaga el fuego Suzume registra los cadáveres. Le escupe en la cara al de Kenshi.

Suzume y Hidenori no tardan en desvalijar los cadáveres y una vez que consideran que tienen todo lo que querían dan media vuelta en dirección a la gruta. A Medio camino se encuentran con Dante, que cómo es normal pide explicaciones sobre lo que ha ocurrido y el disparo que se ha sentido. Pero al ver que Suzume lleva la katana de Kenshi se queda mudo y parece que comienza a entenderlo. Aún así, una vez en la gruta, y cuando ya todos están despiertos, Suzume y Hidenori resumen lo ocurrido. Con todos tan desvelados cómo estaban, ahora era el momento adecuado para decidir el próximo movimiento. Con los fantasmas por un lado y el campamento lleno de traidores por el otro, era mejor tomar todas las precauciones posibles. 

Suzume toma la katana legendaria y se la ajusta al cinto, donde antes estaba su espada. Le da su espada a Nick, casi sin mirarle. Se sienta sobre una piedra saliente, apoyada hacia adelante, codos sobre las piernas. Mira a todos los presentes, a cada uno de ellos, a los ojos, de uno en uno.
-Las ratas están muertas.-escupe a un lado-Y hay más ratas. Y esas ratas están con nuestros hombres, cerca de nuestros barcos. Os cuento lo que quiero hacer. Quiero mandar un mensaje a nuestros hombres para acabar con el resto de ratas desde dentro. Y lo quiero hacer pronto. Ideas. Oh por cierto os podéis quedar lo que queda de botín y no quiera Hidenori-señala a Hidenori con un gesto de la cabeza. Aun no está contenta con mirarle directamente.

- Si no le importa a Hidenori siempre había querido una de estás. - Dice Dante al tiempo que coge la otra katana. La contempla durante unos segundos y luego la clava en el suelo, satisfecho (Aquella katana no iba a durar mucho tiempo...). - Si alguien se tiene que ofrecer voluntario para ir a avisar puedo ser yo mismo, pero no me vendría mal un guía. - Dice mirando de reojo a Vleiss, que estaba pendiente de vigilar la entrada. - Un guía que además necesita cuidados médicos urgentes. 

-Sospecharían algo de alguien que llega a la noche de repente. Excepto claro que pongamos de excusa el brazo de Vleiss... buena idea, Dante.-y ahora dirigiendose a Hidenori- Tus hombres.... ¿Respondes por ellos?Sabes lo que quiero decir

- Mis hombres me son completamente leales - afirmó Hidenori vehemente, dolido de que se desconfiara de ello -. Mitsukuni moriría antes de traicionarme. ¿Qué propones?

-Propongo que mis hombres y los tuyos prendan a los traidores a nuestra orden. Pero necesito información. ¿Cuántos hombres tenía Kenshi? ¿Crees que serán traidores? ¿Deberíamos apresarlos o degollarlos?

- No puedo dar una respuesta exacta a ninguna de las preguntas. Un baño de sangre provocaría el caos y seguramente perderíamos a algunos de nuestros hombres, pero tenían planeado matarnos. Creo que todos querremos aplicar la justicia por nuestra mano.

Se nota que Hidenori está enfadado y parece atraerle más la idea de derramar sangre que la de apresarlos.

-Si no quieres mancharte la manos, Hidenori, entrega tus cojones y hazte mujer. A mí me parece bien. Pero creo que mi gente y yo no tenemos más alternativas.-señala el brazo de Vleiss- hacia atrás está la muerte. Hacia adelante ratas traidoras que merecen morir y no dudarán en matarnos. Y aquí en el sitio donde estamos sentados no sé si para todos, pero para Vleiss seguro que la muerte. -y ahora dirigiéndose a todos- Propongo acercarnos al campamento y ver si los nuestros siguen vivos. Si es así -sonríe- Esos cerdos tardarán muy poco en morir

Hidenori se quedo sin habla durante algunos segundos ante la aparente agresividad de Suzume. El interior de cueva se llenó de un silencio tenso sólo interrumpido por los sonidos de la noche. Antes de que Hidenori pudiera decir algo, Dante fue el que tomó la palabra. 

- Guardemos nuestras ansías de venganza para cuando llegue el momento. - Dice con un tono que intenta ser conciliador. - Estoy de acuerdo de acuerdo en que debemos pasar por la espada a todo aquel que muestre el más mínimo signo de rebelión, pero nada nos asegura que entre los hombres de Kenshi no haya personas inocentes. Nuestra situación no es la más adecuada cómo para desperdiciar posibles aliados. 

-En cualquier caso queda claro que debemos marchar hacia los barcos lo antes posible. Una vez allí ya veremos si son todos o unos cuántos los que se merecen la muerte. Tomad vuestras cosas. Cargad a los rehenes.

No parecía que a nadie le apeteciera contradecir a Suzume en el estado que estaba, así que no pusieron pegas a sus órdenes. Pero entonces el guerrero de Hidenori habla, con algo de inseguridad al principio y luego con tono firme. 

- No podemos desplazarnos con los rehenes por la selva sin que realentizen demasiado el paso. Y además, alguien debería esperar el regreso de Munenori... - Pequeña pausa. - Yo puedo encargarme de ello. 

- Yo podría ayudarlo. - Añade el pirata de Suzume. - No podemos fiarnos de que los rehenes no intenten ninguna tontería. En cuando nos hayamos reunido con el ninja pondremos rumbo a la aldea.