Partida Rol por web

La hoja de la katana que reposaba sobre la mesa del camarote de Suzume estaba tan caliente que comenzaba a dejar una señal en la misma. Y a pesar de todo el calor no parecía estar afectando negativamente a la katana, era cómo si el mismo proviniera de la misma, cómo si palpitara... Vivo. Al lado de la katana de Suzume estaba ahora también la de Hitsuo, que no mostraba ningún estado fuera de lo normal, en aquel momento sólo era un trozo de un metal desconocido inesperadamente valioso.

Sentada al otro lado de la mesa, con la mirada fija en la katanas y los brazos cruzados estaba Karma. El tener que haberle rebelado a aquella mujer que todas las katanas de la Mesa eran iguales (Y por lo tanto lo que le había contado sobre la de Hidenori se cumplía para el resto) no era algo que le complaciera especialmente a Suzume. Pero no había tenido oportunidad de negarse cuando las preguntas habían llegado después de que el barco se pusiera en marcha, al fin y al cabo todos habían presenciado cómo Suzume había terminado con el Vinculista. 

- Creo que ya no cabe duda. - Dijo de pronto Karma para sí. - Estás armas fueron especialmente diseñadas para matar a Vinculistas. No importa las precauciones que tome, con el sólo hecho de acercar mi mano a su filo ya noto cómo me roba la energía... Es sin duda un arma peligrosa, pero muy útil para las batallas que están por venir. - Suspira. - Ojalá supiéramos con más detalle su origen... 

Suzume le había comentado a Karma que había sido el Kraken quién había traído las katanas cómo regalo cuando la Mesa se había formado. El Kraken contaba que las había robado en una fortaleza de Genzo y había cogido todas las que había... Por lo visto nunca se había molestado en investigar sobre el herrero que las hubiera fabricado. 

- Deberías tener especialmente cuidado con la tuya. - Añade Karma, mirando a Suzume. - Ahora mismo guarda en su interior una gran cantidad de energía, un golpe desafortunado podría desatar la misma sin control... Te recomendaría que no la usarás a no ser que tuvieras una gran necesidad de hacerlo. - Suzume asiente, un tanto pérdida en sus pensamientos. Apenas estaba escuchando las palabras de Karma, pues su vista estaba fija en uno de los rincones de la sala. - De la misma forma, convendría que le entregaras la otra a un hombre de tu confianza, ni Kamil ni yo nos podemos hacer cargo de ella. 

El que Karma mencionara lo del "hombre de confianza" sólo avinagró un poco más el humor de Suzume, que se vio obligada a rememorar el cadáver que había en el interior del baúl de la esquina de la sala. Muchos habían caído en la batalla, incluso Apoh, pero el que había causado un mayor peso con su muerte había sido Dante. De alguna forma, aquel hombre había creado un vínculo muy especial con todos los hombres de Suzume, quizás en parte porque algunos de ellos ya le conocían de cuando Phin era el capitán. Además de ello, bien era sabido que Dante era uno de los mejores amigos de Phin, su padre se merecería ver su cadáver una vez más antes de la última despedida. Eso suponiendo claro, que Suzume llegara a tiempo a Tres Cráteres... 

Si había que creer las palabras de Hitsuo, Tres Cráteres podría haber caído ya. Quizás ellos habían sobrevivido al ataque de los Vinculistas, pero eso era debido a que tenían a su vez Vinculistas de su lado. Tres Cráteres estaba indefenso ante aquellos poderes... No tenían ninguna posibilidad. 

Y a pesar de ello, Suzume se obligaba a conservar una mínima esperanza. Tenía que estar ya cerca de su segundo hogar... Quizás a menos de un día... Lo que estuviera pasando ahí, pronto lo descubriría. 

No había nada peor que la espera. La agonía de no saber si estaban vivos o muertos, con reino o sin reino, acabada o no. Mientras miraba humear la katana sintió un pinchazo de rabia. Como ganado...pensó. Pues bien, eso iba a acabar. O al menos les harían daño en el intento. Con la otra katana en mano salió a buscar a Vleiss. Ella llevaría la nueva espada si quería. Además también quería saber cómo estaba todo el mundo y si estarían los ánimos en forma para otra batalla.

Parece que el hecho de que Suzume se levante sin mediar palabra pilla por sorpresa a Karma, la cuál parece algo indignada ante este hecho. Pero, para cuando Suzume se marcha de la habitación con la segunda espada, Karma apenas había tenido tiempo aún para pensarse cómo replicar. 

Encontrar a Vleis fue sencillo. Últimamente se pasaba mucho tiempo en la borda del barco, mirando el horizonte cómo si esperara que la batalla fuera a comenzar en cualquier momento. La misma mantenía siempre cerca a Nick, que a pesar de estar aún aprendiendo se había convertido en el segundo mejor intérprete del barco después de la muerte de Dante.

De una forma natural, y sin que Suzume hiciera nada, la gente le había tomado mucho respeto a Vleis, hasta el punto de que algunos la consideraban una candidata adecuada para el puesto de segundo al mando. Aquello hubiera pillado por sorpresa a Suzume de no ser que recordaba perfectamente cómo había ido la batalla, o al menos la parte que había presenciado. Vleis había luchado hasta el final con bravura y una gran habilidad, y aún cuando el resto había caído o estaba demasiado débil para continuar luchando, ella seguía en píe. 

A pesar de esta novedad, los ánimos de la tripulación eran lúgubres. Muchos habían caído y la perspectiva de volver a enfrentarse a Vinculistas no era algo que entusiasmara a nadie. Sizuka había intentando animar el ambiente preparando comidas más elaboradas, ya que ahora que había menos gente a bordo los recursos sobraban, pero sus buenas intenciones no estaban dando muchos resultados.

Y a la depresión general se unía el hecho de que Takato se pasaba las 24 horas del día atendiendo a los heridos con la ayuda de Kamil. Cualquiera hubiera pensado que con los poderes curativos de Kamil la tarea de cuidar de los heridos pasaría rápido, pero la misma sólo los usaba cuando el estado del herido lo requería con urgencia. Esto era porque sanar una herida grave a gran velocidad o repetidas veces mediante sus poderes podía afectar el cuerpo de una persona normal de forma negativa, así que en mucho de los casos era mejor dejar que se curara lentamente de forma natural. 

Suzume estaba aún a bastantes pasos de Vleis cuando la misma la detectó y se giró. La saludó con un breve asentimiento de cabeza y devolvió su vista al mar. Nick estaba sentado en un barril cercano, murmurando cosas en el idioma de los nativos de las Tierras Salvajes, posiblemente practicando algo que le acababa de enseñar Vleis. 

Suzume se apoyó en la borda y le contó a Vleiss lo que sabía, haciendo partícipe también a Nick. Le dijo que iban a Tres Cráteres en una misión suicida para intentar luchar contra los vinculistas que querían aniquilar a los suyos.

-Ésta -dijo a los dos- no es vuestra guerra. Matar vinculistas no va a hacer volver a nadie del mar de los muertos. No os quiero obligar a seguirme al fin del mundo. Podría dejaros en algún sitio de camino, con un bote y víveres. Tú eres muy jóven como ara que nadie te culpe y tú, Vleiss podrías volver a casa. Siempre recordaré vuestra lealtad y esto es todo lo que os puedo dar en agradecimiento. Una oportunidad. ¿Qué decís?

Con total seriedad, Vleis se gira hacía Suzume y dice: 

- Me ofendes si crees que voy a aceptar esa oferta ahora, Suzume. Sabía que me arriesgaba a esto cuando partí de Pa para acompañarte, nunca se me pasó por la cabeza la posibilidad de volver atrás. Lucharé hasta que no me quede sangre que caliente mi cuerpo. - Asiente con firmeza. 

Y antes de que Suzume responda, Nick también interviene. 

- Mentiría si dijera que no tengo miedo, capitana. - Dice con sinceridad. - Pero no tengo lugar al que regresar. Este es ahora mi hogar... Y no pienso marcharme. 

Suzume asiente.

- Bien. No me esperaba menos. Le tiende la katana a Vleiss. - - Debemos estar listos y eres ahora mi más fiel aliada.

Dicho eso se subió al puente de mando y desde allí les dijo a sus hombres con la voz más firme que pudo que se dirigían a Tres Cráteres a salvar a los suyos de los demonios. Había más barcos como a los que se habían enfrentado y les esperaban días duros. Pero la adversidad nunca les había dado miedo. Les recordó las riquezas a saquear de los barcos de los demonios. Para terminar, nombró a Vleiss como su segunda de mando por su capacidad en batalla pero que Hado (uno de sus piratas más veteranos) se encargaría de transmitir las órdenes de navegación y de la organización. Dicho ésto, volvió a donde Karma. Más calmada y centrada. La calma antes de la tempestad.

Vleiss acepta la katana que le entrega Suzume pero no parecía demasiado convencida sobre usarla. Cuando Suzume se marcha, la misma se queda en su puesto examinándola con curiosidad. Una vez que Suzume sube al puesto de mando y tras su discurso anuncia el nuevo puesto de Vleiss, la misma solo se da por aludida porque ha pronunciado su nombre. Suzume se ve forzada a repetir la última parte en el idioma natal de su nueva segunda al mando, la cuál lo acepta con respeto (Aunque evidentemente no acaba de entender las implicaciones de su nueva posición). 

El viaje prosiguió en una atmósfera de tensión absoluta, pues todos sabían ya que ese mismo día llegarían a Tres Cráteres. Y Karma no consiguió rebajar esa tensión en lo más mínimo, pues se pasó lo que quedaba de trayecto dando unos últimos repasos de la amenaza a la que se enfrentaban. 

Todos los Vinculistas poseían un par vías de poder en las que eran especialmente expertos y dominaban de forma natural la vía de curación. Eso quería decir que eran capaces incluso de sanar heridas mortales, salvo que la mismas fueran prolongadas o separaran la cabeza de su cuerpo. Las otras vías pasaban por los diferentes elementos, pero la mayoría de Vinculistas solía dominar el fuego y el aire, pues eran las más sencillas de entrenar dejando de lado la curación. Las otras vías eran el agua y la tierra, y cómo menos comunes estaban las vías derivadas de las otras cuatro, cómo por el ejemplo el hielo, poder que dominaban con maestría Karma y Kamil. Y a parte de sus poderes los Vinculistas tenían otra habilidad que podría considerarse la más peligrosa, y es que podían robarte la vida mediante el contacto prolongado con cualquier parte de tu cuerpo. Es por ello que Karma recomendaba mantener las distancias con sus enemigos y centrarse en atacar mayormente con arcos y pistolas (Aunque las mismas solo harían efecto si el Vinculista estaba desprevenido). 

Mientras se acercan a Tres Cráteres Suzume le enseña a Vleiss cómo manejar la katana a grandes rasgos y le dice que es la mejor arma contra demonios. Que si la atacasen la usase como defensa pero desde luego que rebanase todos los cuellos que pudiera. A sus hombres les dijo que lo mejor que podían hacer era evitar el cuerpo a cuerpo contra los vinculistas y hacer movimientos de distracción para que Karma pudiera atacar. Les recordó que habían caído muchos pero que había caído Dante sobre todo. Que esperaba que corriera sangre.

Habiendo terminado, se plantó en la cubierta, catalejo en mano e hizo llamar a Karma. - ¿Sabes a cuántos nos podemos estar enfrentando? Has visto el mapa de tres cráteres. Creo que deberíamos acercarnos por detrás de la Cala Mayor... Evitando dentro de lo posible el puerto y evaluar la situación.

- Cualquier estrategia que nos sirva para pillarlos por sorpresa será bien recibida. - Dice Karma, algo más pesimista que de costumbre. - En cuanto al número de Vinculistas... Si el barco con el que hemos acabado eran simplemente los refuerzos, no me extrañaría que fueran por delante el doble o...

De pronto Karma deja de hablar y su cuerpo se pone en tensión. Su mirada se mantiene perdida en el horizonte, casi cómo si pudiera ver más allá. 

Suzume dirige el catalejo hacia donde mira Karma,poniéndose ella también en tensión, esperando lo peor.

El olor a humo y podredumbre llega hasta Suzume con una gran bocanada de aire. Con el catalejo fijo en dirección al lugar dónde miraba Karma, pudo ver por fin las altas columnas de humo que se elevaban en el aire. Barcos a la deriva destrozados cómo si hubieran sido aplastados por avalanchas y cubiertos de llamas. Además, estaban rodeados por una niebla sobrenatural que se difuminaba poco a poco. No había rastro de enemigos, aquel parecía el resultado de una batalla que había terminado rápido para uno de los bandos (A juzgar por la posición y la dirección de los barcos a la deriva). 

Apretando los dientes Suzume da un barrido rápido a las ruinas en busca de algún signo de supervivencia o materiales reutilizables. Tiene miedo de identificar los barcos y encontrar el cadáver de más amigos, tiene miedo de perder la rabia que le empuja y , llena de miedo, querer huir.

En una ojeada exhaustiva de la zona Suzume puede ver bultos flotando cerca de las embarcaciones. No tarda en reconocer los cadáveres y los estandartes de algunas de las banderas le eran familiares. Desde esa distancia no sabía apreciar si había algún superviviente... Pero podía ver cómo parte del cargamento de algunos barcos (Prendas, cajas, barriles, alimentos) flotaban cerca de los mismos. 

El tenso silencio se perturba cuando de pronto Karma interviene. 

- Los siento, pero están más adelante, lejos de los restos de esa batalla. - No estaban lejos de Tres Cráteres, quizás la batalla continuara allí. 

Kamil aparece en la borda de pronto, también algo alterada, mirando en la misma dirección que Karma. Tras Kamil aparecen varios de los hombres de Suzume, entre los que están Vleis y Smith. 

-¡SEGUIMOS!
Grita Suzume con toda la convicción que puede. Da instrucciones de bordear el banco de desperdicios en lo posible. El silencio es importante.Aunque también la moral de todos.

l barco avanza con el viento a su favor, casi cómo si las fuerzas naturales de la tierra los atrajeran hacía su destino. Eventualmente, comienzan a traspasar los barcos. Ni rastro de supervivientes... Aquellos que no hubieran muerto durante la batalla seguramente habían sido engullidos por el mar a juzgar por el estado de los barcos. Y cuando más avanzaban, más densa se hacía la población de barcos. Flotas enteras que en su día había observado Suzume con orgullo, pues su padre tenía de alguna forma el control sobre todas ellas, ahora reducidas a simples escombros.

Entre los barcos reconoció a algunos de los aliados del Kraken, pero no vio su barco personal por ninguna parte. Aquello podía significar que el Kraken estaba protegiendo a su padre... O que al menos lo había protegido hasta la muerte. Con el catalejo en la mano, Suzume buscó rastros de otros miembros de la Mesa. Y de pronto lo vio, en medio de los escombros resaltando cómo una gran montaña, el barco que comandaba Zurk la Bestia. 

El mismo parecía subido a una montaña de otros barcos derruidos. Apenas tenía daños, pero tampoco había rastro de supervivientes a la vista. 

Suzume se dirige a Karma y dice en tono bajo
-¿Puedes notar si están cerca?

La concentración en el rostro de Karma se desvanece cuando Suzume habla. 

- Los Vinculistas que siento están más adelante, lejos de aquí. - Parecía algo molesta. - Sin embargo... - Vuelve a cerrar los ojos, y tras unos segundos los vuelve a abrir. - Si, siento algo en interior del barco, una chispa de energía. Podría ser un Vinculista en sus últimas o algún objeto vinculado. No estoy segura. 

Suzume toca instintivamente su katana, ávida de sangre de demonio.
-¿Iré con un par de hombres. Entrar y salir. Te parece que venga Kamil conmigo?

- Adelante. - Dice Karma mientras se encoge de hombros. - Quizás iría yo también pero alguien tiene que vigilar que esto no sea una trampa. Os estaré esperando. - Le hace un gesto con la cabeza a Kamil para que se acerque y ella le sonríe a Suzume y asiente con decisión. 

Suzume se acerca a Vleiss y le expone la situación: que van al barco, que parece no haber peligro pero que puede que sea una trampa. Ella se queda al mando por si hay que luchar desde el barco. Llama a su lado a Pez y Tres Dedos, dos de sus hombres, buenos hombres que han llegado hasta aquí y, aun con las magulladuras, parecen enteros.
Suzume da orden de acercarse al barco y lo abordan.