Partida Rol por web

-¿¿Qué??- Digo con incredulidad. -Me estás diciendo que no las has cogido tú, sino que has dejado que me roben y encima les has acompañado sin hacer nada…- Joder, si encima será verdad que chochea… Me pongo la mano sobre la frente cubriéndome los ojos, mientras miro hacia el suelo. Cálmate Jane, cálmate… Doy un par de pasos y me vuelvo hacia él.

Intento hacer oídos sordos a todo lo que dice si no quiero partirle la cara antes de medianoche.  Hasta que escucho las tres advertencias que Karen le hace a mi Sire, dejo mi maletín en el suelo, en un sitio a buen recaudo y me acerco hacia el Brujah.

-James…- Digo desde su espalda con tono tétrico, mientras lo cojo del hombro y le aprieto con fuerza para que se agache un poco. Luego con su hombro como apoyo me levanto para acercarme a él. Haciendo así que la temperatura descendiera a su alrededor, con la otra mano le froto su rapada cabeza.

Para que sienta el frío, un frío intenso y cruel. Un frío que no mostraba otra cosa que la ausencia de la vida, el abandono del tiempo frente a esta existencia inmortal.

Un frío extraído del mismísimo Cocito, un lago helado en el noveno círculo del Infierno de Dante.

-Te prometo que si me haces perder algo más que la paciencia… yo misma seré la que me ocupe de ti.- Lo suelto. -Así que te vas a quedar aquí con nosotras, no creo que hayas tenido mejor compañía en tu vida. Además con suerte quizás se te pegue algo y así dejes de ser un incordio.-

-Puedes darnos las gracias.-

Luego miro a la primogénita Ventrue, algo arrepentida. James estaba acostumbrado a que le hiciera amenazas que no iba a cumplir, al menos no de momento, por mucho que lo intentará no conseguía perder el poco aprecio que le tenía.

-No se preocupe, él sabe que solo es un juego.- Miro hacia el interior para ver la gentuza que según James me ha robado, tienen suerte de estar en un Elíseo, sino les enseñaría algo de matemáticas, concretamente que cinco contra una no es una pelea desigual.

-Y ahora que el recién llegado tiene bien claro las consecuencias de sus actos, estoy segura que va a ser mucho más educado y correcto.-

Me arreglo las mangas de mi traje y compruebo que todo esté presentable. Sonrío a Karen. -Según tengo entendido, nuestros territorios están muy cerca. Estoy segura que eso puede ayudarnos mucho y además nos da la posibilidad de sacar un gran beneficio en una colaboración mutua.- Pongo mi dedo índice sobre los labios de James, para que se calle y deje hablar a la gente importante. Sé que el contacto con mi piel es realmente incómodo y aunque para los vástagos no sea algo tan molesto, por otra parte no suele gustarme que nadie me toque, pero él ya sabe casi todo sobre mí, así que realmente me da igual. Que se hiele si es necesario.

Cuando lo aparto, puedo sentir como la piel se pega un poquito a mi dedo antes de separase. Igual que besar un hielo.

-Aunque siendo realmente sincera, me gustaría aprender de usted señorita Chantry. La verdad es que voy poco a poco.- Al menos para mi gusto. - Y aunque estoy haciendo cuentas para comprarme otro carguero y así duplicar mis beneficios en cuanto al trasporte marítimo… Es un proceso lento, al menos al principio, ya que espero conseguir que poco a poco se vaya convirtiendo en algo exponencial.-

Me vuelvo hacia James, haciendo un breve inciso. -¿Quieres que te deje papel y boli? Creo que deberías tomar apuntes, tal vez así te entre mejor algo en esa vieja cabeza que tienes.-

-¿Qué le parece?- Estaba impaciente por escuchar su respuesta, era la segunda conversación de interés que tenía y aunque con Caroline no había podido acabar, la continuaría más adelante. Para ser sincera, estaba algo nerviosa.

Un sir y su damisela. Que pintoresco, a la vez que representativo del antiguo mundo. Casi logran que Caroline sonría ante la imagen que evocaban, pero por fortuna la desagradable intromisión del Fowler borro cualquier impresión de buen humor. Jimmy Crow*, tan empalagoso como cabía esperar.  Tal como antes, decidió ignorarlo cual si de otro camarero se tratase, en consideración a haber resuelto el tema de las presentaciones… algo siempre incómodo.

-Ya veo… Desde luego, la noche es joven; no me cabe duda que habrá más sorpresas, señorita Drummond.* +asintió, aunque con el pensamiento puesto en las palabras de Roger hacia un rato. Por cortesía, añadió+ Tal como esa excelente demostración de baile lo fue para todos nosotros.

*Que sean agradables o no, es otro asunto.    

-¿Puedo saber que los trajo desde el otro lado del mar? +inquirió, yendo sin rodeos a lo que le interesaba, como siempre+ ¿Placer o negocios?

Sus palabras fueron, igual que la mirada, alternando entre sir Ulric y Lavonne. Calibrando esa curiosa impresión que había tenido durante la danza y que parecían confirmar en su forma de actuar. 

Tengo ganas de reír al escuchar la conversación indolente que se desarrolla en la cubieta, después de que nos aborden el Capitán Garfio y los Niños Perdidos. Estos inmortales; o todo les conduce a un frenesí, o miran con indiferencia al Katrina. Seres de extremos, los vampiros, por eso me resultan tan fascinantes. El señor Fowler me presenta como si Josephine Baker necesitara tener un mayordomo que anunciara sus llegadas en público; aunque no me importaría que el seguidor de Set fuera mi mayordomo durante una temporadita.

-Encantada -sonrío hacia la preciosa muñeca rubia y su sire, el del sexy acento británico. Sin embargo, observando su lenguaje corporal hacia la muñequita, le tacho de mi lista mental. No hace falta que le mees encima para demostrar que es tuya, colega.

No puedo evitar disfrutar interiormente al ver su expresión de profundo desprecio al estrecharle la mano a Fowler. Por un instante me siento tentada de ofrecerle al british algo de jabón para que se lave las manos y no llevar el estigma de haber tocado a un... ¿setita? ¿Americano? ¿Negro? Ohh esto puede ser tan divertido.

Pero ahora tengo mejores cosas en las que pensar. Con paso rápido me encamino hacia el interior de la sala, para aproximarme con cautela a la mesa del príncipe.

Entro en el interior de la sala*, moviéndome con cautela para no llamar la atención de los niñatos recién convertidos que se comportan como si fuesen los reyes del mundo, y me aproximo a la mesa del príncipe. Me interesa saber si tiene pensado echarles de aquí o, en su lugar, formarán parte de las muchas diversiones que puede ofrecer esta fiesta.

Lavonne despidió ligeramente con la mano a la señorita Baker, echando un vistazo al interior. No tenía que ser nada agradable que viniesen a estropearle a uno el trabajo de tal manera.

-Placer, mayormente -respondió con brevedad, mirando a la mujer con más detenimiento. Sin duda podría haber hecho mucho más por su apariencia, y aun así le advirtió esa clase de belleza singular que podía pasar inadvertida sin necesidad de ensalzarla a gritos. Quizás no le importase en absoluto, algo que le resultaba extraño dado el contexto en el que estaban. Las primeras impresiones resultaban cruciales y, de una forma u otra, uno jamás pasaba desapercibido. Mejor dejar, en ese caso, una buena impresión-. Jeremiah está descansando de la ajetreada vida política de Londres, pero creo que ya sabemos todos lo bien que funciona eso cuando uno está a una llamada de distancia. Right, darling? -comentó, dejando una caricia en su espalda-. ¿Y ustedes?

Miro atentamente a las mujeres y su cruce de palabras, asimilando la información que liberan. Me apoyo en el respaldo y me cruzo de brazos.

- ¿Jared murió?
Así que un firme defensor de las tradiciones de la camarilla durante siglos es acusado de matar al antiguo príncipe,al cual servía con devoción, se declara una caza de sangre contra él... ¿Y a nadie le parece sospechoso?

Afirmo lentamente con un gesto de incredulidad.

Parece que tenéis más problemas de lo que imaginaba.

Según los informadores de Quebec me dijeron que Jared era un hombre honorable.

Huele a mierda desde varias millas de distancia.

- Disculpe Roxy, digo haciendo un gesto conciliador con la mano hacia Helena - No he venido con exigencias y mucho menos despreciando la sangre de ningún antiguo.
El clan me necesita...

Pestañeo con lentitud, dejando que la fría calma de su mirada se entibiase ligeramente.

-Muy cierto, en esta época estamos a solo un clic de todo y todos…+asintió a Lavonne, aunque sin dejar de controlar brevemente la expresión del primogénito+ Lo cual a algunos nos va perfectamente. Soy de aquí y nunca he visto motivos para irme, señorita. Esta ciudad y su gente son más que suficiente entretenimiento, además de trabajo desde luego.

Envaro un tanto su postura, ladeándose para observar mejor el interior del restaurante. Al hacerlo paso la vista por Fowler, pero fue igual que mirar al vació; no existía.

-Espero que deseen prolongar su estancia, pese a la presencia de algunos indeseables. Aunque debe admitir que hacen más variopinta y agitada la velada. +culmino con un ligero deje histriónico, no exento de honestidad. Siempre que se mantuvieran en su rollo de niños rebeldes, eran un aire fresco entre tantos antiguos empolvados… o bueno, un olor distinto para ser más precisos. Diferente de la peste a pantano de otros, desde luego.

Me dejo llevar encantada, giro cuando su mano me lo pide y dejo que sea la música la que dicte mis pasos. Me divierte infinitamente cómo me mira, de cuando en cuando bajo la mirada a nuestras manos o a nuestras ropas o detalles de los que bailan a nuestro alrededor haciendo el papel de muchacha casta y avergonzada, y luego realizo algún comentario que indique exactamente lo contrario -Adoro como nuestra anfitriona mueve las caderas, ¿A qué crees que sepa? ¿Será como esos chocolates con galleta? -me llevo un índice al mentón pensativa -Misterios del mundo moderno -me encojo de hombros -Me refiero a los chocolates con galleta, claramente.

Lo presiento atraído por mi mirada brumosa y debí reconocer para mis adentros que sus zafiros inundaban mis sentidos por más que quisiera sacarme de encima la sensación de arrebato, estas cosas no son normales cuando se está con un vástago y me preocupa, aunque los toreador son los maestros de la humanidad.

-Soy la caja de Pandora -alego alzando una ceja, divertida por el pie que me ha dado para responder. Luego la conversación ya gira hacia temas más comunes -Mis expectativas... Debo ser enteramente sincera: venía a ver a los nuevos en la ciudad -repuse -Es la manera más eficaz de conocerlos aunque sea de vista cuando se presentan ante el Príncipe -alegué bajando la voz como si le estuviera contando un secreto de oficio y luego miré en derredor -De otro modo se puede estar un largo período sin saber de ellos y quizás haya que tenerlos en mente desde el principio.

Hice un breve silencio en el que me mojé los labios con mi saliva antinaturalmente fabricada -Y divertirme, por supuesto. No soy como esos ventrues que solo piensan en trabajar... Verá, señor Crawford, siempre hay alguna reina del drama que hace alguna actuación en público en estas celebraciones -como si estuviera ensayado en ese momento aparecen unos vástagos haciendo una entrada estrepitosa y llamativa, mostrando dudosos modales. Miro a Sebastian de lado -¿Qué le dije?

Jerome sonrió ante la propaganda, realizo un gesto con la cabeza y se mantuvo en silencio mientras los presentes comentaban y charlaban dentro de presentaciones. El viejo los observaba como si se perdiera en viejos recuerdos, era rara la sensación que surcaba su cuerpo, pero no del todo incomoda.

-Lo siento – Comunico – Lamento mi silencio pero interrumpir una charla no es de mi preferencia – Algo había quedado en el tintero y Levonne había respondido por la primogenitura londinense.

-Disculpe mis modales Señor Vaughan, bienvenido a la ciudad, espero también disfrute su estadia en ella, como siempre estoy para servir-

Un baile magnífico, no puedo apartar mis ojos de la vista de comienzo a fin. ¿Quien iba a pensar que semejante vejestorio pudiera moverse de forma tan grácil y bella? Tenía que haberle roto las piernas como pensé, ahora ya me acaba de quitar protagonismo.

Parece que dicho baile es el detonante para que todos los estirados aquí presentes muevan el culo, como si ya hubieran acabado de cenar... como si aún fueramos ganado.

 Dirijo mi mirada al príncipe, amo y señor del barco, de la vaquita, la zorrita que se parece a Aura y el resto de los presentes, salvo de Shane, o eso espero. Vuelvo a mirar a la mesa, la madurita cachonda es una zorra, pero parece que no es una desconocida, no como yo. Sigo observando a la gente, sus relaciones, sus falsas reacciones y otras que me causan duda. En mi mesa todos están demasiado chochos con sus Sires, ninguno merece el más mínimo respeto, por bien que bailen.

La gente entra y sale, viene y va. El príncipe recibe varias visitas, interesante. Ya me dirás que te tramas con el grandullón del lugar Shane. Debería entregarle la carta - me toco el bolsillo de la chaqueta, puede que atravesada por el pin que acaban de colocarme - está arrugada, pero seguro que aún se lee.

Pasa el tiempo, interminable, pero no demasiado rápido. La vaquita sigue tonteando con demasiados, vaya, y yo que quería ser el único. Sonrío para mí. Mentira, más le vale saber unos nuevos trucos, no quiero irme como llegué.

De pronto la fiesta se ve interrumpida por unos capullos que van de tipos duros. Seguro que se creen piratas. No me importa hasta que uno se sienta a mi lado y con ello, pone los pies sobre la mesa, incluyendo mi lado de la mesa. Hasta los gangsters tienen un código ético, saben respetar lo ajeno en una reunion de mafiosos. Los ladrones no se roban a sí mismos, no se delatan. Solo los hijos de puta lo hacen. Y al menos el aquí presente lo es.

Lo miro fijamente mientras grita cosas al principito y sigue manchando mi lado de la mesa. Cierro los ojos y fuerzo una respiración profunda, esto dicen que relaja, pero no cuando no tienes costumbre para ello. Deslizo mi mano derecha a la parte trasera de mi pantalón, palpo algo, lo llevaba, recogido y plegado, precioso, curvo y letal. Como todo hijo del mal, mejor en partida doble, así te sientes más seguro. Fuerzo los nudillos, estos crujen, luego los dedos. Se tensan los músculos del antebrazos, la mirada se pierde con ojos demasiado abiertos para no ser motivo de miedo. Agarro la empuñadura, la posición no es buena, pero cuesta controlarse. Un ruido me interrumpe, apenas pasa el tiempo, pero mi mesa sigue manchada, y yo no he dado permiso.

Controlo la tensión y miro como Jojo se dirije al mostrador de los jefes. Retiro con calma la mno de la empuñadura, enderezo la chupa y me levanto de la mesa por el lado del comensal no grato. Al pasar por su lado le doy un empujón, suficiente para que note mi presencia y en esa postura de mierda necesite sujetarse a algo para no caer. No lo hace, y continuo mi camino hacia la mesa del amo y señor de estos mierdas.

Llego a la mesa donde la vaquita cachonda se encuentra. Parece que le sorprende que me haya movido después de la velada tan inmóvil que estaba interpretando.

- Hola preciosa, no te he visto buscarme y parece que un chocolatito fue más rápido que yo. Tengo cosas que hablar, pero luego me encantaría enseñarte algo - Le guiño un ojo y me muevo unos pasos hasta situarme frente a Marcel.

- Babylon Mink. Señor - Hago una breve reverencia como Aura me dijo cuando hablara con la realeza - Han entrado unos seres un tanto incómodos, ¿es parte de los juegos de la noche tirar a alguien por la borda? Me gustaría participar. Y creo que alguno más se animaría.

Yo soy un buen chico, pido permiso a los mayores, para que luego digan de mi impopularidad. Espero que de su visto bueno, sino Aura tendrá que buscar otro sitio para soltarme, no creo que al principito le haga mucha gracia que decapite a alguno de sus invitados.

Sonrío ante su respuesta, me gusta la honestidad y la falta de etiqueta. 

- Nuestro clan nunca ha sido muy gregario, pero en esta ciudad, es prioritario que os unáis. levanta un dedo para acallar a Roxy No quiero peros. Hablaremos después en privado, si a usted le parece bien. Shane. Aquí hay demasiados oídos. 

Señalo a los nuevos .

Y aunque estoy haciendo cuentas para comprarme otro carguero y así duplicar mis beneficios en cuanto al trasporte marítimo…

Miro a Jane, me fascinan sus intentos de autocontrol, está calculando como estrangular a su sire por ridiculizarla, como matar a los ladrones de zodiacs y como tratar de convencerme para un negocio, todo simultáneamente.

Bien, me interesa. Yo tengo unos cargamentos que transportar y tu tienes una empresa de transporte.  ¿Cómo podríamos hacerlo? le miro directamente a los ojos, sin cuestiones quiero saber, Jane si puedo confiar en ti. Ahora, señorita Morgan, exijo confidencialidad y discreción absoluta. 

Ahora la pelota está en tu campo Jane, ¿quieres jugar o solo quieres hablar?

Levanto una ceja para mirar a doña estirada. Para acercarme a Jane y susurrarle.

- Yo no me fiaría, seguro que te la quiere colar. asiento de manera exagerada mientras me apoyo en la pared. Espero ue por una vez Jane confíe en mi, qué cojones, más sabe el diablo por viejo que por diablo. 

Miro a Helena, completamente sorprendido de que me haya contestado con esa familiaridad. Jamás hubiera imaginado que su sangre sería del mismo linaje. No sólo ha conseguido callar a Roxy sino que me ha impresionado con su determinación. 

Lástima que luzca con orgullo una alianza igual a la del caballero misterioso. Hay cosas que me sigue doliendo romper a pesar de los años.

- Será un placer mantener esa conversación, mi señora. Esperaré impaciente una reunión con menos oídos de lobo, menos vista de pajaritos y menos lenguas de reptil.

Veo como una hermosa mujer rubia con aire peligroso y fríos ojos azules se acerca de nuevo a nuestra mesa después de compartir algunas palabras con el príncipe. Le acompaña ese anciano, un vejestorio al que me parece completamente increíble que alguien pueda querer dar el abrazo.
Me pregunto si los problemas de artrosis, próstata y otras dolencias de la tercera edad permanecerán en el vampiro una vez abrazado en dichas edades.

Me levanto cuando la dama se acerca y le aparto una silla para que se siente. Desgraciadamente sigo manteniendo ciertas costumbres indignas de esta época. Me maldigo por dejar que se vean esos modales. Ese tipo de educación murió hace mucho tiempo, y ahora sólo sirve para delatar tus debilidades.

- Disculpen si he tomado sus asientos temporalmente. Necesitaba hablar con... la dama - digo con educación hacia Parker.

Me dispongo a sentarme al lado de la nueva cainita de cabellos claros y facciones duras cuando veo como la sala ha sido invadida por visitantes irreverentes y maleducados. Lo cierto es que me importa bien poco lo que hagan, pero tomarse a la ligera la hospitalidad del príncipe solo puede terminar de una manera. Como dije antes, a menos que se arranquen cabezas... no es un tema que requiera mucho mi atención.

Estoy a punto de tomar asiento de nuevo cuando veo como el joven Babylon se pone tenso con uno de esos neonatos. El chico tiene estilo y me ha caído bien. Lamentaría mucho que se le torciera la situación. Me siento mirando hacia allí con suspicacia.
No me gustaría tener que intervenir... Ya sabemos como acaban decorados los locales cuando intervengo.

La única razón que hayamos hecho miles y miles de millas es para que alguna desagradecida, no se aburra por la eternidad, alguien a quien le resulta tediosa, la comodidad de lo rutinario, las caras conocidas, el status quo. Maravilloso status quo, en el que YO ostento el poder. 

Y ahora resulta que estamos aquí rodeados de monos, algunos desteñidos, otros decolorados que se creen iguales, si me apuras hasta se atreven a darnos consejos. 

Controlo a la perfección mi expresión facial incluso sonrío. 

- Así es querida, estoy tomándome un descanso de las obligaciones de gobernar Londres. Lady Anne es una mujer justa pero implacable y exigente. No puedo pretender que estos patéticos sepan lo que es, o puede significar estar en Londres. No puedo evitar mirar al interior, ardo en deseos de ver como Marcel solventa este entuerto. 

Al entrar la nueva cuadrilla de vampiros decidimos volver a la mesa. Una persona interesante sin duda Leonardo, un hombre de negocios, sin duda un conquistador de mujeres, y tal vez algo más... será interesante hacer tratos con él cuando vuelva a Europa. 

Pero he desatendido mucho tiempo a Antoine y decido volver con él, no quiero que los nuevo vainitas lo provoquen como han hecho con el otro vampiro... el de la chupa de cuero.

-¿Qué tal Antoine?, no has salido a bailar. Pensaba que vendrías a secuestrarme. 

Escuchar a Angélica es toda una delicia. Hace de la mordacidad un arte, y tiene el magnetismo indudable de aquellos que no solo han sido bendecidos con la sensualidad, sino que además son plenamente conscientes de ello. Nunca podría engañarme. Nunca podría hacerme creer en su recato, y la adoro por ello. Hoy en noche es muy difícil encontrar a una persona que se conozca y se acepte como es, celebrándolo sin tapujos.

—¿Chocolate con galleta? —repito, riendo con incredulidad al oír su ocurrencia—. Hum. No lo sé, no entiendo mucho de eso. El dulce no es precisamente mi sabor favorito, Angélica. Aunque se me ocurren muchos otros sabores que serían más apropiados para una belleza como ella. —Mi ceño arruga deliberadamente, transmitiendo la impresión de que estoy meditando—. El sabor salado y pungente de las almendras tostadas, mezclado con un amargor casi indiscernible de fondo… Como el del cianuro. El amargor de la tragedia, del recrudecimiento invariablemente ligado al paso del tiempo. Aunque, ¿qué iba a saber yo de eso? A fin de cuentas, tan solo soy un Neonato. —Mi sonrisa se vuelve aguda como una cuchilla tan afilada que podría cortarme a mí mismo, y mis ojos se oscurecen, mostrando un tinte profundo e insondable—. O quizá ya la haya probado, y solo esté jugando al despiste. ¿A usted qué le parece, Angélica? —Levanto la mano de la señora Baker y miro sus blancos dedos mientras entrelazo los míos con los suyos—. ¿Cree que estoy jugando?

Sus explicaciones de por qué está aquí me parecen razonables. A decir verdad, hay algo en Angélica que podría hacer que cualquier cosa que dijera sonase razonable. Eso es algo muy peligroso… Y me encanta. Es como si no fuese del todo yo mismo, como si estuviese ebrio.

De repente, un estrépito inesperado rompe el encanto del momento. Me giro para ver a un grupo de Vástagos desaprensivos que irrumpen en el salón sin haber sido invitados, perturbando la celebración con una actitud claramente desafiante. Normalmente me preocuparía, pero por algún motivo que no acabo de entender, estar cerca de Angélica hace que esta situación solo me parezca la ridícula pataleta de unos críos que buscan llamar la atención. Además, claramente somos mayoría. Podríamos aplastarlos sin arrugarnos la ropa. Con una sonrisa confiada, espero a que el Príncipe se pronuncie.

Apenas si acabo de responder a Nígel cuando lo que parecen ser unos cuantos vampiros neonatos hacen su entrada en el barco, miro de reojo a Marcel para ver su reacción, pues no parecen tener muy buenos modales.

¡¡Buenas noches a todos!! Príncipe... ¿dónde está tu aclamada princesa? ¿ya la has perdido? 

¿Qué se creía que era el tipo ese dirigiéndose así hacia Marcel?, no podía permitirlo, no podía dejarlo solo pasar, además no quería que me viesen como un corderillo ausustado. Asi que me adelanto unos pasos hacia la mesa donde se ha sentado dejando a Nígel en la pista de baile.

- ¿Perdón?, no creo que sea muy correcta tu forma de dirigirte al príncipe, ¿no crees?. Y no, no me ha perdido, estoy aquí, ¿querías algo o solo importunar con tus tonterías?.

Intento morderme la lengua, pero la gente así, me saca de mis casillas.