Partida Rol por web

Aparto a James con la mano. -Si fuera por ti viviría en una caravana al oeste…- Digo molesta, aunque iré con cuidado, no la conozco y no sé mucho más sobre ella de lo que pueda averiguar cualquier otro. James es un pesado pero no es tonto del todo, me eligió a mí.

Después del comentario de turno por parte de mi Sire, me vuelvo hacia la primogénita, ahora había que tratar la parte importante.

-Sí, por supuesto. Mis clientes no tienen nada de qué preocuparse, considero la discreción como algo muy importante y creo que encontraremos la forma de que quede satisfecha. Por mi parte no hablaré con nadie, eso téngalo claro, pero si quiere una discreción más fuera de lo habitual por algún tema que sea mejor no mencionar ahora, también se puede tener en cuenta.- Hablar sobre mis clientes no me parece moralmente aceptable, además puedo emplear ese tiempo en algo que me apasione más que un mero cotilleo.

-Lo importante es saber la mercancía a transportar y los lugares de destino, por lo demás es bastante sencillo, al menos para el cliente.- Sonrío contenta, al final la noche estaba adquiriendo un matiz más agradable.

-Depende de lo que busque exactamente, velocidad o rentabilidad, como ya le he comentado, me dedico principalmente al transporte marítimo, ya que me permite extraer las rentabilidades más altas, grandes cargas y bajos costes. Pero si es algo que para usted tenga un valor añadido elevado, pues podría mirar de fletar un avión, rápido pero caro.- Froto mi índice junto a mi pulgar repetidas veces. -Si es una distancia menor, por tierra, mi favorito es el camión, ya que se mueve de puerta a puerta y no suelen pasar muchos controles.- De reojo miro a James, él siempre se había movido en ese tipo de vehículos, tal vez podría sacarle alguna utilidad llegado el momento.

Me dirijo a mi maletín y saco la tablet, toqueteo un poco su pantalla. -¿Quiere que concertemos una cita para hablar más tranquilas?- Ojeo mi agenda en la aplicación, realmente cualquier día podría hacer tiempo para ella, pero quiero escuchar que fecha propone, así tendré una idea de la urgencia del envío.

Sonreí a Jasper tras decirme lo de Anne. Agradecía que me confirmara que él estaba allí en el caso de que algo malo pudiera suceder y aquello me dio tranquilidad. Que una mujer mortal acudiera a ese tipo de fiestas no me asustaba, y menos que esa mujer mortal fuera Madame Becker, que conocía los entresijos de todo nuestro mundo más e incluso mejor que nosotros. Pero estaba segura de que sus deseos irían más allá que solamente compartir copas y palabras con los Cainitas.

Fui a preguntarle algo a mi querido, pero mientras ambos seguíamos bailando abrazados y dejando volar nuestra imaginación y nuestra poca destreza en el dominio de la danza, aquellos energúmenos aparecieron en el Delta Night.
Ahora empezaba a comprender esa sensación de inminente caos que había sentido tejerse en mi interior; ahora comprendía por qué las voces me hablaban de una furia que aún no estaba presente. Había notado "los movimientos de las fuerzas al cerrarse tratos, negocios y pactos. Los invitados tiraban del telar de las probabilidades sin darse cuenta, creando una corriente de posibilidades futuras imperfectas".
¿Sería la furia que traían consigo aquellos jovenzuelos casi recién abrazados la que habían visto mis ojos entrecerrados? 

Con curiosidad escuché lo que decían y me paré de pie, sin moverme, junto a Jasper en mitad de la pista de baile. Oh, aquellos cuerpos con vida parecían unos críos. Oh, y parecía que además conocían también a Copito de Nieve. Puede que ahora estuviera de mejor humor después de haberse reencontrado con sus amiguitos.
Ya solamente faltaba el Padre Yago para aumentar un poco más la diversión. Seguro que le encantaría venir en barca con un par de ensangrentados crucificados boca abajo colgando del mástil.

Pero claro, no todos los Vástagos estaban dispuestos a permitir que un par de chiquillos alteraran la elegancia de la velada y todo a continuación sucedió bastante rápido: cadáveres moviéndose de aquí para allá, conversaciones a medio terminar entre alguna que otra disputa, ojos de preocupación que denotaban cierto nerviosismo allá donde estaban aquellos nuevos Vástagos que utilizaban aquella fiesta solamente para ensalzar su baja autoestima haciéndose pasar por cainitas con una fuerza y un poder que claramente no disponían.
Miré al vampiro ese de piel nacarada y malas pulgas que había intentado beberme, fijamente y con la ceja alzada, esperando que contestara a mi mirada con otra antes de ver cómo Jojo se dirigía a hablar con Marcel y con esa delicada princesita que había despertado del sueño. ¿Tremere? ¿Ventrue? 

Di un par de vueltas más en la pista antes de saludar a Sebastian, que estaba bailando con aquella mujer tan elegante y entonces cogí la mano de Jasper y lo besé con dulzura antes de preguntar -¿Me permites saludar a nuestra querida bicolor? Te buscaré en cuanto haya terminado, espérame. - Sin duda mis compañeras se habían despertado después de esas sensaciones durante el baile y querían curiosear un poco. Alguien nos observaba otra vez, pero no estaba segura de quién sería.

Y sin duda Dutch solía controlar mejor a sus chiquillos.

Saludó con deferencia al señor Dumont cuando este decidió hablar, pasando por alto el comentario de Caroline sobre lo entretenida que era la ciudad y sus gentes. Algo que no ponía en duda dada la diversidad variopinta de huéspedes. Sin embargo, achacó aquello a algo más, a algo que a ella no le causaba ninguna clase de entretenimiento o disfrute.

-Amor -llamó con suavidad al notar el particular interés de su Sire por los acontecimientos del interior-. Si te resulta tan interesante, ¿por qué no vas dentro y nos avisas cuando haya terminado el espectáculo? Estoy segura de que a la señorita Caroline no le importa quedarse y contarme más sobre Nueva Orleans y sus gentes tan divertidas.

*Aprovechó el momento para apropiarse de la copa que Jeremiah llevaba y extendió la palma con gracia para reclamar el cigarrillo y el mechero. Todo sonrisas y candor, por supuesto.

-Mucha coincidencia sería que apareciesen más visitantes inesperados.

Me giro hacia mi mesa, me fijo en Roxy, supongo que Mihail se queda pues vuelvo a mi sitio sola, observo al ir a mi sitio que en mi silla esta sentado el que estaba al entrar apoyado en una columna, siento nerviosismo, algo en el me hace sentir en un corazon que ya esta muerto pero no se lo que es y le digo cuando se levanta de mi sitio y me ayuda con la silla - muchas gracias, es muy amable - le trato de usted pues sin conocerle no me atrevo a tutearle.

Se sienta en el sitio que ha quedado libre, aunque no le conozco siento confianza en el mientras pienso - algo en el me transmite paz, es como si estuviera como en casa, como en familia. Le miro, y le sonrio... No se como iniciar una conversacion y le contesto - no... no tiene que disculparse... por favor, la educacion que usted demuestra hoy en dia no la tiene todo el mundo... solo los caballeros, no sienta angustia ninguna - digo con voz firme y sentenciera sin dejar de lanzar una sonrisa para dulcificar mi mirada.

Miro de reojo a Roxy despues mientras estoy quieta como una estatua, sentada pero tensa y preparada para sajarle el cuello a alguno de los que han abordado el barco sin miramientos... esos tipos que han entrado sin mas. Le cortaria el cuello a mas de uno de esos tipos que vienen con ganas de joder la fiesta y a su Majestad...
Pienso en lo que le oí decir a Dutch y me quedo levemente más relajada si esta todo controlado supongo que su... nuestra supervivencia no esta en juego... -

¿Persuasión? 

No estoy tranquilo viendo la llegada de los iconoclastas. Me parece indignante que les haya permitido la entrada de este modo, ¿qué clase de anfitrión es Marcel? ¿Qué tipo de ciudad es esta? Me indigna profundamente y me siento terriblemente curioso. Decido volver a la mesa junto con Alan. Si, es mejor que Marie se quede fuera, con otro tipo de chusma pero esta algo más inofensiva e aunque vulgar. 

- Voy a tratar unos asuntos, no te retrases. No creo que nos quedemos mucho, la seguridad y la clase escasea y los divertimentos son tediosos. 

- No son visitantes inesperados en el momento que se invita a todos los cainitas de la ciudad, darling. 

Hago una pequeña reverencia y me dirijo al interior. 

Eris en este momento Babylon le está pidiendo al príncipe su consentimiento para imponer un poco de orden entre los anarquistas. la gentes está un poco descolorada la música ha cesado y todos están un poco expectantes de la reacción de Marcel 

Me paseo por la pista de baile, con las manos en los bolsillos y masticando un palillo, deslizándolo de un lado a otro de la boca con habilidad. Se me escapa una media sonrisa cuando veo que una cainita preciosa se desenmascara, prácticamente frente a mí, como la mascotita mimada del Príncipe.

Aprovecho que suelta su pareja de baile para encararse hacia Ian, y alargo los brazos para atraerla hacia mí, sintiendo su delicada espalda contra mi pecho, y el aroma de su cabello oscuro haciéndome cosquillas en la nariz. Lo único bueno de follarse a las pijas es que huelen bien.
No se lo monta mal, el Marcel. Cabrón afortunado, ¿por qué las preciosidades de ojos azules sólo se van con los tipos que tienen un palo metido por el culo? Ya me gustaría que alguna de nuestras anarquistas fueran la mitad de follables.

-Shhh -le siseo al oído, como si fuera una yegua encabritada que necesitara un correctivo. Acaricio la parte trasera de su oreja con la punta de mi nariz, sustituyéndola rápidamente por mi lengua- no te enfades, linda. No hemos venido a estropear la fiesta. Sólo queríamos ver en directo a la mascotita del Príncipe.

Alargo las manos para rodearle el torso con ellas, ascendiendo lentamente, deleitándome con el tacto de sus huesos pequeños y frágiles bajo mis dedos, y el dibujo del encaje de su vestido de pija sexy. 

Observo el movimiento de los cainitas en la sala como si fuesen animales en su habitat, despreciandose unos a otros, pero deseosos a su vez de relacionarse con otros. Somos los únicos que nos entendemos a nosotros mismos. Solo un vástago puede comprender a otro vástago.

Cuando entran los neonatos que se llaman a sí mismos "anarquistas", puedo ver sus movimientos antes de que los hagan. Sé a donde van a ir, sé como quieren causar daño. Dentro de su caótico comportamiento siguen siendo... predecibles. A veces olvidan que una vez los antiguos fuimos jóvenes como ellos, pretenciosos, llenos de orgullo y patético. Son sólo títeres en manos de un cobarde que no tiene lo que hay que tener para presentarse ante mí. 

Los daños a los muebles son lo de menos, es la intención de ridiculizar mi capacidad de controlar la situación, lo que desean.

Dutch me mira y da un paso, sus hombres reaccionan y de repente aparecen casi doce hombres armados, con sus armas ocultas pero preparados para actuar ante un solo movimiento de mis labios.

Sonrío mientras levanto una mano, Dutch asiente y sus hombres se relajan. Estoy de buen humor, no quiero incomodar a todos estos invitados con un molesto tiroteo. Esto es mi Eliseo, no un maldito y cutre bar de carretera hacia México.

Pero cuando los ojos de ese bastardo se posan sobre su perfecta y preciosa piel, sé de sobra lo que va a hacer. Podría detenerlo de tantas maneras que su cráneo estaría lleno de cenizas antes de poder pronunciar palabra; pero estoy delante de mucha gente, no puedo romper las propias reglas de mi casa... no sin una excusa.

Dejo que se crea que por un segundo tiene el control. Hasta que comente el fallo de sacar su lengua de donde no debería haber salido.

Pongo las manos en la mesa para levantarme y libero el poder.
Le han dado muchos nombres, pero el poder de Majestad no puede ser descrito por las meras palabras de los mortales. El poder brota de mi en oleadas, recorriendo toda la sala, barriendo mentes y atrayendo miradas. El miedo, la admiración, la absoluta devoción y el terror primigenio a un depredador superior son solo algunas de las emociones que barren la sala, haciendo que el miserable suelte a mi hermosa dama, y hace que cesen todas las conversaciones y risas...

Mientras me levanto, mi mirada parece poder estrangular a cualquiera de la sala con un solo pensamiento.

- Basta... ya... dirijo mi mirada al escuchimizado cainita que está tocando lo que es mío, a él no lo conozco, pero no necesito conocerlo ya sé lo suficiente sobre él. Nadia, después de tantos años me sorprende que no conozcas las tradiciones que debes respetar. 

Camino por la sala hasta aproximarme a la única mujer del grupo. Estamos en el Elíseo y no se debería atacar a ningún vástago y ellos lo saben y juegan con ello, pero no se juega conmigo. Cito: 

-Tercera Tradición: La Progenie. Solo abrazarás con el permiso de tu antiguo. Si creas a otro sin permiso, tanto tú como tu Progenie seréis ejecutados. ¿Qué has hecho pequeña? juego con un mechón de su pelo, ella me mira, completamente paralizada. Haced cumplir la tercera tradición, ¿quién está dispuesto a satisfacer a su príncipe?  Sentencio volviendo a mi asiento tras señalarla a ella y al infeliz que ha osado retarme. 

Miro ahora a Roxy directamente, no puedo evitar escuchar a los tipos que han entrado tarde y mal en este barco...presiento un desenlace nada grato... mis músculos se tensan, estoy preparada para la lucha aunque sea con un cubierto... Miro el cuchillo que hay junto al plato y la copa de la humana Laura que esta sentada junto al caballero atractivo que esta sentado junto a mi.
No me muevo sin órdenes me conformo con lo que me diga Roxy a no ser que este en juego mi no vida. Para no pensar en saltar sobre los piratas o lo que sean... digo no muy alto a Roxy pero me oyen los que están cerca de mi - mi nombre es Parker... Agnieszka en las tierras del norte donde yo nací y vengo con Mihail pero soy chiquilla de Helmut a su vez es hijo de la líder y primogénita de Hamburgo... cuyo nombre es Luka... - después guardo silencio... Y pienso... soy huérfana en vida y en no vida pero soy hija de vikingos... y creo en mi misma.

Miro a Marcel y luego a Ian. No tenían que haber venido, no al menos con esa maldita loca y su chiquillo, no hacen si no darle fuerza al príncipe y pero en sus argumentos. 

Esta no es nuestra batalla. Sin embargo me resulta interesante, este tipo de situaciones suelen desvelar el verdadero carácter de los vástagos. Serán agresivos, reflexivos, idiotas o inteligentes. Es un buen momento para deliberar quien sería un buen aliado. 

A Ainsworth no le gustan este tipo de provocaciones, se encuentra visiblemente incómodo, la nobleza europea...

Miro curioso a la mujer de ojos glaciares mientras se presenta y nombra su linaje. Ese tipo de actos denota orgullo por la herencia, y aunque parece una mujer fuerte, no consigo sino sentirme curioso por saber algo más de aquella mujer, que seguía acompañada de ese viejo mentor.

Nunca tuve un mentor hasta llegar a Canadá. Ella es una cainita liberada, por su nombre debe tener muchos años. ¿a qué viene esa necesidad de seguir siendo acompañada por su maestro?

- Así que Hamburgo... - digo alzando una ceja mientras jugueteo con los dedos en la mesa de madera - aunque muy lejos, mi verdadera instrucción también fue en un lugar muy frío. Llevo casi un siglo viviendo en Canadá.

Es ... todo un placer, señorita. - digo asintiendo hacia la preciosa Agnieszka

Luego me giro hacia Roxy y Helena, me rasco la barba mientras pienso las palabras adecuadas, no quiero insultar a mis posibles benefactoras.

- Llevo muchos años apartado de la Yihad, incluso apartado de mis propios hermanos. 
Creo que ha llegado el momento de ayudarnos...

Cuando la marea de poder que emerge del príncipe nos arrasa como una maldita onda expansiva, no puedo hacer otra cosa sino abrir los ojos y girarme lentamente sin separar las manos entrelazadas.

Miro al hombre que ha tocado a la dama de rojo, hay que ser gilipollas para tentar a un hombre celoso con el poder de varios siglos de edad a sus espaldas.

Miro hacia las personas de mi mesa, miro a las personas a mi alrededor. Suspiro y me levanto lentamente mientras mis puños comienzan a cerrarse... Me giro hacia la dama de rojo.
En mis tiempos, tratar así a una dama era algo tan despreciable que merecía una lección de respeto.

Me gasto un punto de sangre en potenciar la Fuerza de Shane.

No pudo evitar poner los ojos en blanco, hastiada, en el momento que le dio la espalda. Un gesto más que revelador por sí solo y que no debió dejar traslucir. Tardó un momento en componerse, pero, ¿a quién le importaba realmente? Él. O ella. O todo a la vez. Lo siguió con la mirada sin decir nada, perdiéndose en el interior de la sala unos instantes mientras buscaba algo más a través del cristal. Algo que no pareció encontrar.

En el interior, el Príncipe se había levantado desplegando una ola de magnificencia para poner orden a la situación. Qué poco habían durado, lo que significaba que Jeremiah no tardaría mucho en querer sacarla de allí. Aquello no era lo que habían acordado, ni de lejos. La cuestión era, ¿iba a permitir que le aguase el momento sólo porque sus taras habían salido a relucir aquella noche? ¿Qué era lo peor que podía pasar a esas alturas si lo desobedecía? El mero pensamiento, sin embargo, logró vencerla y en un soplido su semblante se ensombreció, dejando escapar todo atisbo de armonía en su ser. Era demasiado transparente como para no darse cuenta, y lo sabía. Y lo odiaba. Y estaba delante de extraños.

Atrapó el filtro entre los labios volviendo el rostro hacia el paisaje deslucido que presentaba Nueva Orleans en la orilla. Prendió la llama, dio una calada aprisionando su tóxico humo y no se sintió mejor. No dijo nada: se limitó a dar varios pasos hasta apoyarse de nuevo en la barandilla dejando escapar el humo que se perdió en la oscuridad. Que facilidad tenía para arruinarlo todo.

Ya cerca de la mesa del príncipe, el bigardo rubio me aborda para decirme unas tentadoras palabras.

-Oh, sólo eran asuntos de negocios -le murmuro, con media sonrisa, sin apartar la vista de los anarquistas- En cuanto acabe todo este… “imprevisto”, soy toda tuya, chérie.

Pero me parece que ese momento se va a retrasar peligrosamente, pues la chiquilla del Príncipe decide dejar de ser una mujer florero justo ahora, para encararse al que parece el “líder” del grupito de niñatos rebeldes. El asqueroso que me ha metido mano al entrar vuelve a repetir su modus operandi, apresando a Rosalie. No puedo evitar llevarme una mano a la frente. Por dios, ¿es que les drenaron el cerebro cuando les convirtieron? ¿Cómo se les ocurre? Se me escapa un suspiro de decepción. El caso es que el niñato no está mal; y me debía un lametón el cuello. Sacando cuentas... ¿cuánto sería? ¿20$? Mierda. 

Como había temido, el Príncipe responde en consecuencia. La ola de carisma y poder ilimitado que emerge de él me sacude como una bofetada, y de pronto no puedo apartar la vista de su magnífica figura. Joder, odio que hagan esto conmigo. Pero es tan increíble. Incluso los botones de su traje, mira cómo brillan.

La voz de Marcel se alza sobre la de todos nosotros, con la potencia de un discurso del César. Como Jesucristo sobre el monte Sinaí. No conozco las Tradiciones, pero si hay alguna por la que puedan “pillarles”, Marcel iba a apelar a ella. ¿Tercera tradición, eh? Bien, es interesante observar cómo el recién llegado de acento francés se levanta para satisfacer a su nuevo amo. Me obligo a echar un vistazo al resto de la sala (¡mira qué blancos tiene los dientes Marcel!), para observar quién es el próximo lameculos.

No puedo evitar sonreír, volviéndome hacia Baby.

-¿No habías dicho de tirar a alguien por la borda, chérie?