Partida Rol por web

Jess acababa de hacer aquél comentario sobre sentirse como un bicho en un microscopio, cuando del rectángulo de luz sobre sus cabezas llegó una voz conocida. No podían ver la cara de quien hablaba, pero estuvieron seguros de que sonaba como su amiga Kate. Y fijándose un poco mejor, se dieron cuenta de que la cabeza que había a su lado sólo podía ser la de Robert. Su pelo de pincho le delataba.

Habían logrado reunirse de nuevo, o al menos poder comunicarse.

—¡Hola! ¡¿Estáis bien?!

Kate fue la primera en hacerles una señal desde arriba, para que supieran que eran ellos. Un segundo después, pudieron ver una lucecita blanca sobre su hombro. Debía de ser Kolda, o tal vez Melhi.

La melena de Siobhan apareció también en el hueco.

—¡Jess! ¡Zaina! —chilló, emocionada—. ¡Y habéis encontrado a Ander!

Fue a decir algo más, pero el alivio por ver a sus amigas y al más pequeño del grupo sanos y salvos hizo que se llevara las dos manos al rostro y se echara a llorar. La tensión estaba empezando a hacer mella en su frágil mente, y las fuerzas le fallaban despúes de llevar toda aquella horrible noche fingiendo estar menos asustada de lo que en realidad estaba.

Se me abrió la boca tanto tanto, que creí que se me iba a desencajar, como las serpientes esas pequeñitas que devoran un huevo entero mayor que ellas de un solo bocado (para que luego diga la señorita Mathews que no atiendo en clases de ciencia).

-¡¡Chicos!! ¡¡Estáis aquí!! -yo ya no sabía si estaba aliviada o contenta de verlos. Quizá las dos cosas.

Respiré casi al borde de las lágrimas, y eso que no soy nada de llorar. Aproveché para soplarme el flequillo hacia arriba, para disimular.

-¿Qué ha pasado? ¿Cómo habéis llegado hasta aquí?

Ander sonrió. Había tenido razón después de todo. Sabía que había algo dentro de él que les ayudaría a escapar de allí. Algo dentro de todos aquellos. No sabía bien como definirlo, pero esa cosita, esa luz mágica, les llevaría a través de aquel camino oscuro. Ya estaban juntos de nuevo, y ahora nada podría pararles. 

-Estamos en la cabaña del cazador. Los baúles conectan con vosotros.

Parece que están en un mundo muy negro y que no pueden encontrar la salida. Quizá si consiguiesen una luz o una cuerda... ¡una cuerda podría sacarles de ahí si consiguen subir por ella!

-Chicos, ¿y si conseguimos encontrar una cuerda? Quizá podríais salir de ahí. ¿Creéis que funcionará?

Mira a los que están con ella en la cabaña del cazador y a los que hay en el negro vacío del baúl.

–Podemos intentarlo– La niña sonreía como nunca al ver a sus amigos. Por un momento había pensado que Ander había pactado con aquellos aliens raros o con el hada naranja. Pasados los primeros minutos de emoción, cayó en cuenta en una cosa. Como había hablado con la Reina Hada, aquellos baúles eran la clave.

–¿Está John ahi? Esos baúles conectan también con nuestro mundo. Si lográis encontrar el baúl adecuado y sale, todos nos despertaríamos ¿no? Preguntad a Kolda... Y si no, Anette puede sacarnos de aquí.– la niña miró a Anette con confianza. Aunque la tímida muchachilla aún no lo sabía, podía salvarlos a todos.– Puedes hacerlo. Cuando estemos juntos te lo mostraré.

Robert dejó escapar un suspiro de alivio enorme cuando comprobaron que efectivamente, sus amigos estaban allí abajo.

—No, John no está con nosotros —dijo—. Pero está cerca, podemos ir a buscarlo enseguida...

Aunque eso podía ser más fácil decirlo que hacerlo...

Luego miró alrededor. La idea de la cuerda no era mala, aunque sus compañeros estaban bastante por debajo de ellos y encontrar una lo suficientemente larga para llegar hasta ahí quizá no fuera fácil.

Kolda escuchó la sugerencia de Zaina, y miró el resto de baúles. La idea no era mala, porque ahora muchas cosas empezaban a tener sentido.

Aquél vacío negro en el que se encontraban debía ser el lugar en el que las almas de los niños muertos por la Oscuridad habían quedado prisioneras a lo largo de los años. Al abrir los baúles el año anterior, las habían liberado sin saberlo. Y si aquellas almas habían salido de ese modo, seguro que ellos podrían hacer lo mismo.

—Tendríamos que ir a por John cuanto antes —dijo, y entonces se le ocurrió una cosa—. Oye... cuando os saquemos de ahí. ¿Qué pasará con la Zaina y la Jess que están en el árbol...?

Kolda acababa de decir eso, cuando de pronto todos escucharon un rumor y el suelo empezó a temblar. Hacía bastante rato que no notaban algo así, pero ahí estaba de nuevo. Algo malo estaba a punto de ocurrir otra vez para evitar que dieran otro paso hacia su libertad. Tenían que moverse rápido.

Me saqué la gorra de la cabeza, poniéndola enmedio de todos como si fuese la chistera de un mago.

-Deseándolo, yo conseguí sacar un tornado de aquí. ¿Y si probamos todos a meter una mano cada uno y tirar de la cuerda deseándolo mucho mucho? Quizás aparezca, como en los trucos de magia. ¿Probamos?

Quizás era una idea tonta, pero no perdían nada por intentarlo.
 

–No es que sea mala idea... Es que será muy difícil lanzarla hasta arriba– respondió la gitanilla entrecerrando los ojos– Es mejor que la busquen ellos y nosotros intentemos llegar a ella...

El temblor repentino hizo que la niña diese un respingo. No le gustaba nada la idea de que sus amigos estuviesen en la vieja cabaña. Tenía muy malos recuerdos de ella. Temblando se llevó la mano al cuello, recordando el monstruoso ser que les había atacado.

–Y que se den prisa...– la niña se sentó. Estaba muy cansada y asustada. No quería volver a ver al esceptro. Y eso que era mejor que volver a ver al hada naranja. Entonces se acordó y gritó a los que estaban arriba. No podía permitir que también cayesen en su trampa– Kolda... EL hada naranja me atacó. Era un demonio de fuego.

Están aun decidiendo qué hacer cuando el suelo comienza a temblar. Sin duda, avisando que algo malo va a pasar y que no va a ser bueno para ninguno de ellos. Las cosas se complicarán para todos si no consiguen sacar a sus amigos de esa negrura del pozo sin fondo del baúl.

-¡Tenemos que buscar una cuerda! ¡Y ese baúl que conecta con nuestro mundo! ¡Y el otro en el que está el hada!

También tendrían que ir a buscar a John, pero hay un pequeño problema. A Siobhan le ha entrado la flojera en el peor momento y ahora está llorando como si su vida dependiese de ello.

-¡Siobhan! ¡Tienes que limpiarte esas lágrimas! ¡De nada servirá haberlos encontrado si no conseguimos sacarlos de ahí y traer a John!

Mira a los demás.

-Kolda, ¿podrías ir a buscar a John? Tu serás más rápida esquivando aliens. Melhi, ve con Robert a la planta de abajo y busca una cuerda para que podamos sacarlos. Quizá podamos hacer una cuerda larga con las sábanas de la habitación. Siobhan y yo abriremos los otros baúles para poder encontrar la salida.

Siobhan se quedó sorprendida cuando las tornas se volvieron y fue Kate la que se hizo fuerte para consolarla a ella y hacer que se centrase. Dio un par de hipidos y asintió. La niña pelirroja tenía razón.

—Es... es verdad —dijo, recomponiéndose—. Además, todavía no hay nada que celebrar...

Se puso en pie para ayudar a Kate.

Kolda frunció el ceño cuando escuchó a Zaina decir aquello.

—Ya sabía yo que había algo raro en esa historia de Hadas naranjas —dijo—. Bueno, pues tendremos que intentar evitarla...

Miró hacia la escalera y luego a Melhi y Robert. 

—Creo que Kate tiene razón. Cuanto antes nos juntemos todos, mucho mejor. Pero no sé si podré traer a John hasta aquí yo sola. Esos seres grises seguramente estén todavía rodeando la cabaña...

-Pero puedes salir más fácilmente de la cabaña para encontrarte con él. Os acercáis a la cabaña para entrar y te comunicas con Melhi para darnos una señal y que nosotros podamos distraer a los aliens. Pero tenemos que sacar a los demás de ahí, para que podamos hacer una buena distracción.

Es lo único que se le ocurre para solucionar ese problema.

-¡Tenemos que comenzar ya o perderemos esta oportunidad!

Kolda pensó durante unos segundos y después asintió.

—La verdad es que no suena mal —dijo—. ¡Vale, vamos allá!

Y echó a volar para alcanzar el piso de abajo y salir al exterior.

- ¿Qué seres grises? 

Ander ya sabía la respuesta de antemano. Si tan sólo supiera qué querían aquellos seres. Ya había conseguido hablar con ellos, y les había advertido del peligro. Esperaba que se hubieran salvado, eso significaría que Ander habría hecho algo por ellos. Y eso, que habían intentado matarle. 

- ¿Quienes son? ¿Qué sabéis de ellos?

Zaina tenía los ojos cerrados, pero de pronto les abrió. Se le había ocurrido una idea absurda, pero era tan...racional que no sabía como no se le había ocurrido a nadie más. 

–¿Por qué no volcáis el baúl? Nos marearemos y quizás nos daremos algún golpe, pero si no le dais la vuelta completa no nos haremos daño.– Zaina miraba hacia la luz– Quizás valga con tumbarlo, así saldremos como si fuese una cueva.

La niña se volvió hacia Anette

–¿Estás mejor? En cuanto nos juntemos con el resto arreglaremos todo. Es más, tu lo arreglarás– la niña le dio la mano y se la apretó intentando darle fuerzas y ánimos. Ya lo verás.

-¡Sí, eso! Tumbad el baúl, será como una montaña rusa... ¡Y quizás podamos salir! -Zaina había tenido una idea estupenda. Quizás no funcionase, pero no perdíamos nada por intentarlo.

Me senté en el suelo, encogida, esperando el supuesto futuro golpe que podría llegar en cualquier momento, y les sugerí a los otros:

-Por si acaso, intentand protegeros un poco. Quizás en el suelo sujetándonos la cabeza como cuando hay un terremoto estaremos más a salvo.

Para algo tenían que servir las clases de emergencias en la escuela.